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Full text of "Diccionario de medicina y cirugia, ó, Biblioteca manual médico-quirúrgica (Volume 4)"

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DICCIONARIO 

DE MEDICINA Y CIRUGÍA. 



Se hallara en la librería de Pascual y Compañía , Calle de 
ios Preciados y frente día de la Zarza. 



DICCIONARIO 

DE MEDICINA Y CIRUGÍA, 

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BIBLIOTECA MANUAL MÉDICO-QUIRÜRGICA. 
POR D. A. JB. 

TOMO QUARTO» 

E-G * S3/J\ 

; caíais, . 

MADRID EN LA IMPRENTA REAL 

ASO DI 1807. 



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DICCIONARIO 

DE MEDICINA Y CIRUGÍA. 

EsPASMO. ( Med.) El carácter clásico de esta enfermedad es la 
contracción constante ó alternada de los músculos destinados al mo- 
vimiento local, y no á la respiración ni á la circulación propiamente 
independiente de la voluntad. Neuter distingue esta clase con el título 
de motus excedentes spatuo -convulsivos ; Junter con el de convul- 
siones en general ; Bart de Moor con el de morbi spasmis ; Heis- 
ter con el de spasmi et convulsiones , y Etmulero con el de motus 
inordinati spirituum animalium , y viene á reducirse entre los an- 
tiguos al espasmo y tétano de Hipócrates, al spasmodea pathe de 
Galeno, á las distensiones nervorum de Celso, conductiones de 
Celio Aureliano , y morbi motorii de Linneo. 

Se toma pues el espasmo como sinónimo de convulsión , princi- 
palmente entre los autores griegos y latinos, y en este sentido sir- 
ve para designar la contracción preternatural de alguna parte. Al- 
gunos Médicos franceses han querido distinguir estas dos voces, lla- 
mando espasmo á la disposición de las partes, y convulsión al com- 
plemento de esta disposición , ó á un espasmo mas fuerte y sensible. 
Esta distinción podrá ser aun mas bien fundada, si consideramos que 
el espasmo ó la convulsión puede atacar dos especies de partes, unas 
que tienen un movimiento considerable , pero sujeto al imperio de 
la voluntad, quales son los músculos destinados á executar los mo- 
vimientos animales, y otras cuya acción es mas oculta, y ménos no- 
table su movimiento, aunque independiente del arbitrio de la vo- 
luntad ; y tales son todos los órganos que sirven para las funciones 
vitales y naturales. El espasmo y ia convulsión no pueden regularse 
del mismo modo en ambos casos ; pues los músculos sujetos á la vo- 
luntad están en una contracción preternatural quando esta no es vo- 
luntaria, y esto es lo que propiamente se llama convulsión. Este 
cálculo seria defectuoso con respecto á las partes que se contraen 
naturalmente sin participar de la voluntad, y por consiguiente no 
$e puede decidir su contracción por preternatural miéntras no llega 
á un grado muy alto , aumentándose el movimiento tónico, de mo- 
do que produce una lesión sensible en el exercicio de las funciones. 
A esta segunda especie conviene mejor el nombre de espasmo. Así 
dirémos con propiedad que un enfermo padece una convulsión en 
un brazo , y un espasmo de la vexiga. 

Y ¿qué es en fin este desorden interior, y quál es la causa que 
le produce? He aquí ua campo vastísimo en donde se han dilatado 

TOMO IV. A 



2 ESP 

todos los teóricos, y al mismo tiempo un manantial fecundo de 
discusiones , de errores y absurdos. Unos le han atribuido á un vicio 
mas ó ménos considerable del cerebro; otros á un infarto irregular 
de los canales nerviosos: algunos á un fluido nervioso espeso y gru- 
moso , que pasaba con dificultad y desigualdad por los nervios ex- 
citando así aquella irregularidad de movimientos: muchos á los vasos 
sanguíneos del cerebro , cuya disposición viciosa consistía en una espe- 
cie de aneurismas pequeños sumamente multiplicados, que impedían 
la circulación de la sangre , espesa ya y resecada, y alteraban al mis- 
mo tiempo su uniformidad ; y todos finalmente han recurrido á cau- 
sas particulares casi todas vagas, quiméricas, ó mal probadas para la 
explicación de un hecho mas general de lo que comunmente se piensa. 

Consideremos nosotros para aclarar de algún modo este punto 
lleno de obscuridad , las condiciones que se requieren para la acción 
de las fibras motrices en el estado sano, y su defecto en el de enfer- 
medad. En el exercicio de las diferentes funciones de la economía 
animal , las contracciones de las fibras motrices se excitan por la vo- 
luntad, ó por ciertas causas, que pueden llamarse, según Cullen, 
naturales , establecidas especialmente por la naturaleza para excitar 
estas contracciones. En el estado de salud las fibras motrices se con- 
traen solo por la potencia de la voluntad , y por las causas natura- 
les. La fuerza y la velocidad de las contracciones se arreglan al 
mismo tiempo por la voluntad ó por las circunstancias que acom- 
pañan á las causas naturales, y á estas contracciones sucede siempre 
con prontitud un estado de relaxacion , sin que se reiteren sino 
quando las mismas causas obran de nuevo. Pero en el estado enfer- 
mo las contracciones de los músculos y de las fibras motrices , que 
por lo común dependen de la voluntad, se hacen sin su concurso, 6 
de un modo opuesto á la voluntad, y las otras funciones tienen que 
executarse de precisión por la acción de causas, que ni son ordina- 
rias ni naturales; y en este estado ya hemos dicho que puede haber 
dos especies de contracciones. 

Reconocemos en el hombre un compuesto armónico de diferen- 
tes resortes, que movidos cada uno en particular contribuyen todos 
al movimiento general. Una propiedad igualmente general, limita- 
da particularmente á los compuestos orgánicos , conocida con el 
nombre de irritabilidad, se halla inherente á todos los resortes, los 
anima, los vivifica y excita sus movimientos, aunque modificada en 
cada órgano, y por ella unos resortes resisten á otros, obran y tie- 
nen un influxo recíproco, y esta acción y reacción mutua es la que 
mantiene los movimientos; tal es el continuo antagonismo de accio- 
nes, de donde resulta la vida y la salud. Pero todas las partes per- 
derían inmediatamente su fuerza si no hubiese medios para reno- 
varla y renovar los movimientos, y este es el uso de las seis cosas 



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no naturales, ó mas bien de todos los agentes externos é internos 
que obran sobre la sensibilidad é irritabilidad. Apénas esta última 
propiedad , que crece en razón directa de la debilidad , se halla en 
un grado de exaltación excesivo, se manifiestan los fenómenos mor- 
bosos dependientes de este estado, y los mismos agentes naturales 
bastan para producir grandes desórdenes. Otras veces la acción de 
estos nociva ó preternatural, ó la de otras potencias extrañas, co- 
mo una degeneración humoral, una substancia venenosa, son las can- 
sas excitantes de la irritabilidad en ciertos órganos ó en todo el sis- 
tema. No siempre nos es dado conocer la naturaleza y carácter esen- 
cial de estos agentes preternaturales, ni es posible calcular por ellos 
el grado de excitación en una parte irritable, porque en las fuerzas 
vitales no caben los mismos cálculos que en las físicas; pero al Mé- 
dico solo toca corregir los males que ve presentes; y de poco le ser- 
virían semejantes cálculos por muy exactos que fuesen, si no cono- 
cía la enfermedad en sí misma , y los remedios oportunos para com- 
batirla. 

Baxo este punto de vista todas las enfermedades merecian la ca- 
lificación de espasmódicas ó convulsivas, puesto que en todas pue- 
de observarse un estado de espasmo mas ó menos general ; pero es 
claro que en unas será secundario, producido tal vez por un vicio 
humoral, y esencial en otras, á las quales con particularidad llama- 
mos espasmódicas. 

Los principios de las convulsiones pueden ser predisponentes ó 
excitantes; en ellos se comprehenden todos aquellos estímulos que 
obran sobre la sensibilidad animal ú orgánica, como las punturas, las 
dislaceraciones, las erosiones, las distensiones de partes sensibles é 
irritables, y ciertos agentes materiales, como una esquirla de hueso 
que punza las meninges , una lombriz , un veneno &c. Si obran pues 
en el sistema vascular producirán un espasmo febril; si en un múscu- 
lo particular una convulsión particular ó parcial; si de este se pro- 
paga simpáticamente su acción á todo el sistema, ó si desde luego 
obra sobre el origen de los nervios, ocasionará una convulsión gene- 
ral. En un cuerpo en que se hallan ciertos órganos ó sus plexos ner- 
viosos mas sensibles, ó que tiene efectivamente un exceso de irrita- 
bilidad en toda la economía, es por lo común una pasión de áni- 
mo la causa excitante de los espasmos ó de las convulsiones, así co- 
mo su impresión constante es predisponente también en quanto de- 
bilita y exalta la sensibilidad é irritabilidad ; de suerte que el mal 
se manifiesta con la presencia de qualquiera de los agentes expuestos. 
Una constitución sumamente irritable y sensible, la pusilanimidad, 
la debilidad natural ó adquirida por el método de vida, y la educa- 
ción son asimismo causas predisponentes para el espasmo. 

Reuniendo pues los principios ya establecidos , parece que de- 



b¿mos desechar todas las divisiones que se han formado de esta cla- 
se de enfermedades por varias modificaciones accidentales , y así las 
consideraremos ó en el estado en que la causa obra constantemente 
sin que dexe en las fibras motrices ningún intervalo de relaxacion, ó 
quando esta alterna con las contracciones violentas y preternatura- 
les, y quando ataca simultáneamente. Por tanto dividimos esta clase 
en quatro órdenes, á saber: i. a espasmos tónicos parciales: 2. a espas- 
mos tónicos generales: 3. a espasmos clónicos parciales; y 4. a espas- 
mos clónicos generales. 

Orden primero. Espasmos tónicos parciales. 

En estos el síntoma principal y característico es la rigidez invo- 
luntaria y constante de una parte con impedimento para el movi- 
miento, ó por lo ménos disminuido este. Y así se distinguen de los 
generales en que á un mismo tiempo quedan inmobles muchas partes, 
y su inmovilidad se diferencia también de la paralítica por la sensi- 
bilidad y rigidez que acompañan á aquella, y de la que proviene de 
un dolor qualquiera en que siempre esta es voluntaria. Asimismo es 
fácil conocer la diferencia entre los espasmos tónicos y los clónicos, 
porque en los primeros , como hemos dicho , es constante la inmo- 
vilidad de la parte, y en los segundos alternativa. 

Género 1. Estrabismo , cegri str abones. 

Es un espasmo tónico de los ojos, que consiste en una dirección 
depravada del globo, y así el paciente mira atravesado hácia arriba, 
hácia abaxo, ó á los lados. Es opinión general que esta indisposi- 
ción depende de la contracción de algunos músculos del ojo, y de 
la relaxacion de sus antagonistas, y que los contraidos tiran el glo- 
bo del ojo de su lado , mientras que los otros ceden á su acción. 
Así lo prueba la observación diaria, pues los niños adquieren fácil- 
mente este vicio por el descuido de ponerlos en la cuna, de modo 
que no ven sino obliqüamente la luz, ó algún objeto notable, y ha- 
bituados los músculos á esta contracción , se afirman en ella , y vuel- 
ven siempre los ojos á aquel lado. Antonio Maitre Jean cree que el 
estrabismo no depende de la acción de los músculos , sino de una 
mala conformación de la córnea transparente, mas vuelta á un lado 
que á otro; y añade que siendo un vicio natural es irreparable; pe- 
ro las curaciones felices dirigidas á remover el obstáculo en el mo- 
vimiento de los músculos , como manifestarémos en sus diversas es- 
pecies, destruyen esta opinión. Este género consta de doce especies. 

1. Estrabismo a luscitate de Boerhaave y Portersield, ó mi- 
rar bizco. Se llama así quando el mal ataca solamente uno de los ojos. 



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Puede provenir de la disminución de sensibilidad en el medio de la 
retina, por cuya causa mirados los objetos directamente se ven mal, 
y es menester para verlos con claridad mirarlos en una situación 
obliqüa, vicio que se arrayga con el hábito, y se cura como la 
amaurosis paralítica (V. este artículo.)-, de estar alterada la conve- 
xidad de la córnea, y en este caso era cierta la opinión de Antonio 
Maitre Jean: de la posición obliqüa del cristalino por una contu- 
sión, defecto no ménos difícil de corregir, y por último de una 
nube de la córnea que hace que no se manifieste la pupila sino cer- 
ca del gran canto del ojo, y la curación está cifrada en el uso de 
los fundentes, resolutivos &c. (V. el articulo correspondiente.) 

2. Estrabismo vulgar. Así se llama el que proviene del abuso 
ya insinuado de colocar á los niños en mala situación respecto de la 
luz. Es muy fácil precaver esta especie , y para curarla inventó Ce- 
lio Aureliano una carántula con dos pequeños agujeros correspon- 
dientes al centro de la vista para recibir directamente los rayos lu- 
minosos. También es útil hacer á los niños que miren de frente á 
un espejo. 

3. Estrabismo de Buffon. Tomó el nombre de su inventor esta 
especie, que depende de la debilidad de uno de los ojos, y de la 
distancia del objeto desigual con respecto á la actividad de ambos. 
Esta debilidad puede ser constitucional, y entonces es casi incura- 
ble, ú originada de una parálisis ó de un insulto epiléptico. [V. la 
historia y curación de estas enfermedades.) Las variedades del 
estrabismo son de la misma dirección viciada de la vista, y por tanto 
se divide en convergente , divergente y de desigual altura quando un 
ojo mira arriba y otro abaxo. 

4. Estrabismo espasmódico. Es el que resulta de la convul- 
sión de algún músculo de uno ó de los dos ojos , producida por una 
eclampsia ó otra simple convulsión precedente; de suerte que aquel 
músculo pierde su movilidad , y queda el ojo en un estado de rigi- 
dez. ( V. su curación en la contractura.) 

5. Estrabismo por parálisis. Si uno de los músculos rectos 
queda lánguido y relaxado por una parálisis, una herida, una úlce- 
ra , ó qualquiera otra causa , entonces el antagonista convulso per- 
manece inmoble, como sucede con la boca en la hemiplegia, ó ata- 
ca la parálisis á todo el ojo, y en tal caso está inmóvil y fixo. Se dis- 
tingue este estrabismo del espasmódico en que el ojo puede volverse 
fácilmente hácia el músculo relaxado. Su curación es la misma que 
en la parálisis. 

6. Estrabismo catarral. El que resulta de una congestión do- 
lorírica catarrosa ú otra semejante en uno de los músculos , que le im- 
pide su movimiento. Los fomentos resolutivos y anodinos , los vexi- 
ga torios pequeños en las partes inmediatas, como detras de la oreja 



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ó las sienes, y en los sugetos pictóricos las sangrías son los remedios 
mas oportunos y eficaces. (V. catarral ) 

7. Estrabismo sintomático. En esta especie el oj ) est.i vuelto 
hácia arriba: se observa en la declinación de las graves enfermeda- 
des, y sobreviene á los niños en la eclampsia, en el hidrocéfalo in- 
terno, en las calenturas &c. poco antes de moiir. Solo será curable 
siéndolo la enfermedad que le produce. 

8. Estrabismo lagof taimas , vista de liebre. Es la retracción 
constante del párpado superior hácia arriba, de modo que por aque- 
lla parre está descubierto el ojo, aun durante el sueño, como se nota 
en las liebres ; mas que una enfermedad es un vicio de conformación 
ó de hábito. 

9. Estrabismo de los miopes. Así se llaman los que ven dis- 
tintamente solo los objetos cercanos, pero los distantes con mucha 
confusión, ó en quienes es cortísima la extensión de la vista; de suer- 
te que quando quieren ver algún objeto distintamente se le ponen 
junto á un ojo , y así le miran en frente de la luz con uno solo obli- 
qüamente para no quitársela, y el otro como inútil queda inmóvil. 

(V. MIOPIA.) 

10. Estrabismo equinoccial de Battel. Propio de los habi- 
tantes de la parte septentrional de la Abisinia y de los Albinos ó 
Negros- blancos; como que es un defecto dependiente del clima no 
le consideramos aquí baxo un aspecto patológico. 

11. Estrabismo caliginoso. Damos este nombre con Sauvages 
al que padecen los que por algún vicio externo y sensible no pue- 
den ver claramente los objetos. [V. enfermedades de ojos.) 

12. Estrabismo cristalino. Esta especie pende de la disloca- 
ción del cristalino, ó por hallarse este situado obliqüamente hácia la 
pupila; pero Sauvages sospecha que sea imaginaria. 

Genero ii. Trismo. 

Es la convulsión tónica ó clónica de la mandíbula inferior. Por 
lo común es síntoma de otras enfermedades , como de la epilepsia, 
del tétano &c. , y en ella se convelen los músculos maseteros y ero- 
tafites, los pterigoideos internos y externos , y los digástricos. Con- 
viene tener presente que los nervios destinados á estas partes son los 
maxilares superiores é inferiores ramos del quinto par, y los peque- 
ños simpáticos que vienen del séptimo par: los ocho músculos que 
elevan la mandíbula son mucho mas fuertes que los dos digástricos, 
y así su elasticidad sola basta para contraerlos y cerrar la boca , co- 
mo se advierte en el síncope, en el caro y en la apoplegía. Quando 
permanecen contraidos constituyen un espasmo tónico, y si se agi- 
tan al mismo tiempo clónico; pero no por eso debe dividirse en dos 



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géneros. Es necesario conocer la causa que le produce , en cuya des- 
trucción principalmente está cifrada su curación metódica. Este gé- 
nero consta de diez y nueve especies. 

X. Trismo de los recien nacidos. En algunas provincias de Es- 
paña le llaman barretas. Hablan de él Heister, Hofer y Cleghorn, 
que le observó en Menorca. Acomete por lo común en el invierno, y 
en una temperatura húmeda, desde el dia tercero hasta el doce del 
nacimiento ; y quanto mas pronto se manifiesta es mas peligroso , aun- 
que siempre es muy difícil de curar. Se anuncia con los síntomas si- 
guientes: lloran las criaturas con dificultad, su boca se cierra, que- 
dando las quixadas separadas como dos líneas, y no pudiendo apar- 
tarse mas sin exponerse á fracturarlas: los labios apénas se mueven, 
aunque pueden tragar los líquidos contenidos en la boca; imposibi- 
lidad de tragar; estreñimiento é inflamación de vientre; el pulso 
parece sano en los dos primeros dias; y muchas veces termina con 
la muerte , aun en los mas robustos, sin variar nada de los síntomas. 
Alguna vez sobreviene el tétano, y no por eso es el mal mas grave: 
el músculo quadrado del lado inferior se pone sumamente duro ; si 
pasa del quinto dia puede darse un pronóstico favorable. 

La curación consiste en moderar la violencia del espasmo por 
medio de los antiespasmódicos y corroborantes; en limpiar las pri- 
meras vias , si resulta ó está acompañado el trismo , como sucede 
con freqüencia, de una indigestión , con un agua ligeramente emeti- 
zada, el xarabe de chicorias con ruibarbo y magnesia, las lavativas 
y calas caseras, y en fin en sostener sus fuerzas vitales, dándole la 
leche aguada y azucarada á cucharadas, ó las papillas acomodadas 
á su naturaleza y edad. Exteriormente pueden aplicarse las unturas 
del xaboncillo amoniacal, ó del bálsamo tranquilo con láudano y 
tintura de cantáridas. Alguna vez ha acometido esta enfermedad á 
los adultos, como se lee en las Actas helvéticas , tomo i. 

2. Trismo traumático. Proviene de las heridas de los músculos 
de la mandíbula, de la aponeurosis del crotafites, de la puntura de 
los nervios, que en este parage son muy numerosos, de la aplicación 
de los agentes irritantes , de la ligadura y compresión de los ner- 
vios &c. En eitos casos , si existe una substancia irritante , es menes- 
ter extraerla ó neutralizarla prontamente: si hay puntura del nervio, 
cortarle del todo; y si la causa es una simple herida, debe recurrirse 
á los auxilios que ofrece la Cirugía , cuidando de precaver ó mode- 
rar sus accidentes. En qualquiera caso es útil usar al mismo tiempo 
de los antiespasmódicos, y con preferencia del opio. 

3. Trismo infamatorio. Es resultado de una inflamación de 
los músculos de la mandíbula ó de las agallas. Entonces siendo esta 
verdadera y legítima, conviene el plan antiflogístico general y local. 

4. Tétano escorbútico , rigidez de las mexillas. Es una rigidez 



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de los tendones y ligamentos que unen en su articulación á la man- 
díbula inferior, que se observa alguna vez, aunque rara, en los es- 
corbúticos, y excita mayor dolor al bostezar, y en la masticación: 
se cura como la contractura escorbútica. ( V. esta especie.) 

5. Trismo verminoso. Es muy freqüente durante el sueño, y 
viene acompañado del rechino de dientes por la convulsión de los 
músculos pterigoideos, originada de la irritación que causan las lom- 
brices en las túnicas d¿l estómago, y se propaga al esófago y par- 
tes circunvecinas. Los remedios mas oportunos contra esta especie 
de trismo son los antihelmínticos. 

6. Trismo caballar. Pertenece á la Medicina Veterinaria, aun- 
que Sauvages le coloca en su Nosología. 

7. Trismo crepitante. Es el que se observa con el temblor en 
la invasión de las calenturas intermitentes. (V. este artículo.') 

8. Trismo hipocondriaco. Sauvages establece esta especie, fun- 
dada en la observación de un sugeto que desde niño le rechinaban 
los dientes estando durmiendo , sin habérsele seguido otro daño que 
el desgastarse la dentadura. Puede reducirse á ella la contorsión in- 
voluntaria producida por el hábito de los músculos que mueven las 
mexillas , los ojos y la mandíbula. 

9. Trismo artrítico , 6 gota de los dientes , de Strobelverg. Es 
una dificultad muy grande y dolorosa de abrir la boca , á causa de 
la rigidez del músculo crotafites ó masetero , que dura algunos me- 
ses, con un ptialismo abundante, desvelo y continua agitación de 
los músculos inmediatos. Se cura con los calmantes , los vexigatorios 
á la nuca, y las unturas antiesp3smódicas. 

10. Trismo febril. Rechino de dientes en las enfermedades agu- 
das y en los delirios : es síntoma muy funesto según Hipócrates. 

(V. CALENTURA.) 

11. Trismo capristrato. Es la imposibilidad de separar la man- 
díbula inferior de la superior por haberse adherido la parte interior 
de las mexillas á las encías. Por lo común se verifica á conseqüencia 
de un ptialismo mercurial muy copioso, © de úlceras ; y su curación 
exige una operación quirúrgica para cortar y separar las adherencias, 
poniendo después en medio lechinos cada vez mas gruesos , y al fin 
unas planchuelas de plomo ó de box. 

12. Trismo occipital. André vió un clérigo atormentado mu- 
cho tiempo de dolores y convulsiones en la cabeza, cuello y hom- 
bros , de que se alivió con la aplicación de un cauterio á la nuca ; y 
en este caso funda la especie Sauvages. 

13. Trismo maxilar. Funda Sauvages esta especie en una ob- 
servación de André. Un hombre padecía , habia ya quince años , un 
dolor atroz de la mandíbula inferior dia y noche , hasta ponerse de- 
lirante, ni podia mascar ni tener quietud; hacia horribles contorsio- 



nes al tragar los alimentos. Tenia continuamente afirmada la barba 
contra un cuerpo duro sin poder hablar ni ocuparle en sus nego- 
cios. Los paroxismos empezaban con dolores y quejidos , y termi- 
naban con acentos compasados interrumpidos, respiración acelerada 
por la nariz., con extensión y distensión de esta, de los labios, de 
la boca y de toda la cara , pareciéndole que le arrancaban la sien y 
el parietal del mismo lado siniestro. La lesión era del nervio maxi- 
lar superior, al que no podia tocarse sino en el agujero barbado; 
pero al fin se destruyó con un cáustico, y sanó el paciente. 

14. Trismo dolorífico. Es una dificultad grande y muy dolorosa 
de abrir ó cerrar la boca con copioso ptialismo , vigilia , una agi- 
tación continua , y convulsión de los músculos inmediatos. ( V. las 
observaciones de Andró.) Parece que el estímulo que produce esta 
especie de trismo es constantemente el vicio reumático , y de con- 
siguiente en su artículo respectivo debe buscarse su curación. 

15. Trismo catarral. También establece Sauvages esta especie 
en una observación particular. Su causa es sin duda la supresión de 
la transpiración ocasionada por una atmósfera húmeda y fría , y por 
lo mismo, en promoverla está cifrada su curación. 

16. Trismo cínico , 6 espasmo cínico de Bontio. En esta espe- 
cie se retraen los labios hácia uno ó hácia ambos oidos, los ojos y el 
rostro se ponen encendidos ó cárdenos, rechinan los dientes, mor- 
mullan los enfermos confusamente como si su voz saliese de un sub- 
terráneo, y no pueden tragar. El vulgo suele tenerlos por en- 
demoniados; y se curan con los sudoríficos, con los polvos de 
Dower, ó una combinación del opio con el tártaro emético, con 
la aplicación de cantáridas á la nuca , con los eméticos , con enemas 
irritantes; en fin, procurando aumentar la sensibilidad é irritabilidad 
en partes distantes , calmándolas en la afectada , y mudando su 
estado y acción. 

17. Trismo cinogeles. Debe reducirse al trismo 6 espasmo cí- 
nico, con cuyo nombre le designan los autores, y es el que resulta 
del conato que hace la naturaleza para deprimir el diafragma en los 
esfuerzos del parto, en la evacuación loquial &c. 

18. Trismo sardónico , gelos sardónicos de los griegos: es- 
pasmo sardónico , sardiasis de Linneo: risa sardónica. Sus sín- 
tomas son delirio, cardialgia y vómito, y los pacientes mueren 
riéndose. Proviene del uso del ranúnculo scelerato de Linneo , ó 
yerba sardonia de Dioscórides, del acónito; aunque también se ob- 
serva en ciertas calenturas nerviosas: sin duda en esta especie hay- 
una convulsión del diafragma. Su curación consiste en evacuar ei 
veneno, ó neutralizarle por medio de los eméticos, de los embotan- 
tes &c. , ó se comprehende en el método curativo general quando 
es síntoma en las calenturas agudas. 

TOMO IV. » 



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19. Trismo diastrofe. Así se llama la torcedura de la boca, 

que anuncia ó resulta de una hemiplegia. El músculo cigomático y 
buccinador del lado sano, trae hacia sí la boca, y la mantiene retraí- 
da de aquel lado. ( Para su curación V. el articulo hemiplegia.) 

Género ni. Obstipicidad , cuello torcido, loxoi de los griegos t 
torticoli de los franceses. 

La cabeza se mantiene levantada y movible al arbitrio de la vo- 
luntad por el equilibrio de fuerzas opuestas. Á la parte posterior la 
llevan los músculos erectores ó extensores, á saber, el esplenio, el 
complexo, y á los lados los laterales ó externo- mastoideos , cuya 
acción favorecen los mastoideos laterales mayor y menor , el recto, 
el obliqüo superior, el recto anterior largo y corto, y el primer 
transverso anterior, que se atan desde las vertebras del cuello á la 
cabeza , y á estos ayudan también otros que se atan desde las verte- 
bras del cuello á otras como el segundo transverso anterior, el 
obliqüo inferior, el sacro lumbar &c. Contraidos pues los laterales 
del lado derecho, se doblan hacia él la cabeza y el cuello, y por el 
contrario relaxados estos cae hácia el izquierdo. La cabeza se incli- 
na adelante por su propio peso. Estas diferencias constituyen dife- 
rentes especies. 

1. Obstipicidad negativa 6 renuente. Es aquella en que que- 
da la cara exteriormente vuelta hácia el hombro por la fuerza exce- 
siva de los músculos laterales, á saber, los esterno-cleid; -m istoideos 
de cada lado, y los posteriores. También suele verificarse por estar 
estos paralíticos. Con arreglo á estas condiciones debe prescribirse 
el plan curativo. 

2. Obstipicidad concesiva ó anuente. Es aquella en que la ca- 
beza se inclina á la parte anterior recta ú obliqüamente , permane- 
ciendo en esta posición por la relaxacion de los músculos posterio- 
res. Convienen contra esta los fomentos aromáticos espirituosos, 
los calmantes y antiespasmódicos, los frotes con xaboncillo amonia- 
cal, y tintura de cantáridas &c. 

3. Obstipicidad catarral. Es aquella en que duelen y se hin- 
chan ligeramente, quedando inmobles, los órganos destinados á mo- 
ver el cuello por la impresión del frió estando el cuerpo caliente. 
Por tanto suelen acompañarla el romadizo, la tos y los afectos an- 
ginosos. Para su curación se prescribirá una dieta moderada, usando 
algunas unturas anodinas y resolutivas, fomentos cálidos, bebidas 
teiformes, y en general sudoríficas. 

4. Obstipicidad gibosa. Es la que resulta de la configuración 
viciosa de los huesos por un exóstose,una distorsión ó corvadura de 
las vertebras del cuello, en cuyo caso se vuelve la cabeza y queda 



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inmoble hacia arriba , hacia abaxo ó á los lados: regularmente es 
incurable. 

5. Übstipicidad lateral. En las consultas de Boerhaave, p. 220, 
se halla un caso de esta especie, en que habia una contracción espas- 
módica del músculo externo-cleido-mastoideo derecho. Entre los 
remedios que Boerhaave prescribió se cuentan los riegos de agua 
caliente por espacio de seis semanas dos veces al dia, y por el tiem- 
po de siete minutos; unturas de ungüento de altea compuesto ; frie- 
gas secas en el músculo antagonista &c: mas útiles nos parecen las 
unturas del bálsamo tranquilo con láudano, y los vexigatorios en 
el músculo del lado opuesto. 

6. Obstipiiidad espasmódica. Sauvages cita un caso en que 
funda esta especie, y en que habia un movimiento de la cabeza es- 
pasmódica, alternativa á ambos lados. Su causa parecía ser la dema- 
siada intensión en el estudio. Sauvages prescribió con suceso los fo- 
mentos emolientes á la nuca, los calmantes, la leche de burra, los 
baños caseros &c. 

Género iv. Contrac tur a , anquilose. 

Es la inmovilidad de miembros, como en los brazos ó piernas, 
por la rigidez de las partes: sobreviene lentamente, ó por lo ménos 
permanece con bastante constancia. Se diferencia por la rigidez de 
los tendones y ligamentos de la anquilose, porque en esta solo están 
inmobles los huesos cerca de las articulaciones, y de los espasmos le- 
gítimos en que la contractura es duradera, y no sobreviene repen- 
tinamente sino con lentitud. Este género consta de diez especies. 

1. Contractura hipocondriaca de Bonet. Es síntoma de la me- 
lancolía, en que hay rigidez, estupor y hormigueo de las extremi- 
dades. Su curación esta cifrada en la de la enfermedad principal. 

2. Contractura dolorífica. Es bien notorio que de resultas de 
una gota inveterada ó de un reumatismo se contraen y tuercen las 
articulaciones de las extremidades , quedándose inmobles, y al mis- 
mo tiempo doloridas ó adormecidas con debilidad de la parte. Esta 
especie exige para su curación los fomentos, los baños de aguas ter- 
males sulfúreas, y la electrización. 

3. Contractura escorbútica. Es común entre los marineros, en 
quienes se endurecen y ponen rígidos los tendones de las corvas: á 
veces se extiende el mal á todas las articulaciones, ó viene acompa- 
ñado de dolor é hinchazón de las rodillas en el segundo período del 
escorbuto, por lo que se asemeja á \z gonagra. (V- la curación del 
escorbuto en el artículo correspondiente .) 

4. Contracción paralítica. En la parálisis inveterada y fomen- 
tada por el reumatismo, y que á la verdad es freqüente , se contraen 



12 



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las manos, los dedos, las muñecas y los codos, poniéndose rígi- 
dos los músculos flexores. Algunas veces en esta especie se conserva 
el sentido de las partes, y se pierde su movimiento y flexibilidad. El 
uso continuado del baño eléctrico y al fin las conmociones es el re- 
medio mas oportuno. 

5. Contractura raquidlgica. Es la que sobreviene en los cóli- 
cos metálicos. (V. esta enfermedad en su respectivo articulo.) 

6. Contractura Bohémica. Es la que resulta del uso de un vino 
austero hecho con fruta aun no bien madura, la qual es freqüente 
en el Austria. Los remedios principales son los diluentes combinados 
con los álcalis fixos; por exemplo, doce gotas del aceyte de tártaro 
por deliquio en quatro onzas de agua. También son útiles las aguas 
minerales que contienen bastante cantidad de sales alcalinas. 

7. Contractura artrítica. Es una variedad de la dolorífica. 

8. Contractura catarral. (V. catarro.) 

9. Contractura anquilose. ( V. el artículo anquilose. ) Debe 
comprehenderse en ella como una variedad la sifilítica. 

10. Contractura espasmódica. Es un afecto nervioso semejan- 
te al calambre, pero mas duradero y pertinaz, que acompaña á la 
convulsión llamada rafania común en la Suecia, y á la necrosis 
combustiva y epidémica. En ambos casos viene con estupor y una 
sensación de ardor , estando exteriormente cárdena y fria la parte, 
y si se aplican fomentos cálidos es mas atroz el dolor. ( V. los artí- 
culos CONVULSION^ NECROSIS.) 

Género v. Calambre , espasmo Jlatulento de los autores , cramp 
Áe los ingleses , cranchio de los italianos , rampe de los alemanesy 
y cramjpe de los franceses. 

Es la rigidez de un músculo, que de repente acomete y des- 
aparece , por lo común , con dolor atroz en los miembros ó en el 
cuello. Este género consta de dos solas especies. 

1. Calambre idiopdtico. Es el que ataca repentinamente los 
músculos de la pantorrilla , de la pierna, ú otros, ya sea en un baño 
frió, ó estando expuestos al fresco de la noche, ó por una posición 
viciosa del mú-culo. Acomete igualmente á los músculos digástricos, 
quando se expone el cuello desnudo á las mismas causas. En la des- 
trucción de estas contracciones vehementes consiste la curación. 

2. Calambre simpático. Es el que resulta del cólera-morbo, y 
ataca principalmente la pantorrilla con fuerte distensión de la tibia, 
y dolor intolerable , que les hace prorumpir en gritos, y se aumen- 
ta siempre que viene el vómito. El mejor remedio es el opto y la 
bebida de agua de nieve. 



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*3 



Género vi. Priapismo. 

Es una enfermedad breve, cuyo principal síntoma es la erección 
molesta y sin placer del miembro viril. Por esta circunstancia de 
faltar el apetito venéreo se distingue de la satiriasis. Este género 
consta de quatro especies. 

1. Priapismo disúrico. Á la disuria calculosa acompaña con 
freqüencia una erección del miembro dolorosa, con la particularidad 
de que no se hincha como en la erección de placer , sino que se pone 
rígido, y se endurece sin aumentar su volumen. Ademas no se in- 
clina hácia arriba sino hacia abaxo, y hay un fuerte dolor en la ex- 
tremidad de la glande, que parece ser la única que se hincha. Se cu- 
ra destruyendo la enfermedad que le origina. (V. disuria.) 

2. Priapismo gonorraico. Es el que se observa en las gonor- 
reas recientes , desagradable y doloroso , en que el miembro se encor- 
va por lo común , y por lo mismo se llaman de garabatillo en espa- 
ñol. (V. este artículo.) 

^ 3. Priapismo producido por el frió. Sauvages funda esta espe- 
cie en un caso particular ; debe curarse dando fricciones al miembro 
con nieve. 

4. Pritpismo producido por cantáridas. Del uso interior de 
las cantáridas íesultan disuria, hematuria, un priapismo doloroso, y 
convulsión de varias partes , según la dosis del veneno y la sensibi- 
lidad del individuo. Á esta terrible dolencia se exponen los liberti- 
nos que buscan medios para excitar su potencia ya amortiguada con 
sus excesos. Convienen contra esta especie los calmantes; pero sobre 
todos el alcanfor como específico en dosis repetidas de seis, ocho ó 
mas granos. (V. cantáridas.) 

Se observa en los ahorcados una tensión del miembro , que sin 
duda nace de la retención de la sangre acumulada en el cuerpo ca- 
vernoso por la contracción espasmódica de la raiz del miembro. 

Orden segundo. Espasmos generales tónicos. 

Son aquellos que afectan los miembros y el tronco, 6 en que casi 
todo el cuerpo se mantiene rígido é inmoble. 

Género vii. Tétano. 

Es una enfermedad aguda , que consiste en la rigidez de todo el 
cuerpo , acompañada por lo común de dificultad en la respiración, 
conservándose ilesos los sentidos. 

Los síntomas generales que aparecen en el principio son bostezos 



14 ESP 

y dolores, que según la especie de tétanos afectan ciertas partes co- 
rno la cabeza, la parte posterior de la boca, un lado del pecho , la 
región epigástrica, el abdomen, la región lumbar ó las extremida- 
des; unas veces hay ptialismo , síncope, y temblor de los miembros; 
otras tensiones en los músculos, risa sardónica, contracciones de la 
mandíbula inferior, y deglución difícil ó imposible. 

Quando ya se ha manifestado el tétano, hay rigidez é inmovili- 
dad del tronco y de los miembros, como si todo se hubiese endure- 
cido, ó bien se encorva en diferentes direcciones. El color del ros- 
tro unas veces es pálido y otras encendido, y los ojos están lagri- 
mosos, clavados y convulsivos. Hay tensión en el abdomen, con- 
tracciones fuertes y permanentes de los músculos agregándose á veces 
un temblor muscular , y vibración de los tendones. Los dolores 
algunas veces son agudísimos, que hacen prorumpir á los pacientes 
en gritos descompasados: tienen ensueños pertinaces; el pensamien- 
to y las sensaciones están unas veces libres, y otras hay perturba- 
ción en las ideas , delirio y enagenacion completa del alma , y ma- 
yor (5 menor lesión de la voz, igualmente que de la digestión y res- 
piración. 

En la declinación sobreviene una especie de comezón ú hormi- 
gueo en la espina dorsal, y se siente como un líquido que fluye des- 
de las espaldas hasta el hueso sacro, cesando sucesivamente y por 
grados los síntomas. 

Las diversas causas del tétano son las fuertes afecciones del alma, 
ciertos alimentos, venenos, lombrices intestinales , evacuaciones 
abundantes, metástasis, calenturas, dislocaciones, heridas, é irrita- 
ción de algunos nervios. Se conoce fácilmente quan varia deberá ser 
la curación s^gun la diversidad de estas causas. 

Sin embargo se ha logrado generalmente un feliz éxito con el 
uso délos antiespasmódicos y sudoríficos , de la quina, almizcle, 
alcanfor, castor, opio y mercurio. Wenceslao Trunka refiere la cu- 
ración de un tétano por medio de un enfisema artificial. Este género 
consta de trece especies. 

i. Tétano tónico. En esta especie todo el cuerpo desde la cabeza 
á los pies está recto y rígido como una estatua, el semblante muy en- 
cendido, los ojos prominentes, la respiración fuerte y freqüente, el 
pulso febril y lleno , el calor intenso , y después sobreviene un sudor 
con que todos los síntomas remiten, y termina en el espacio de sie- 
te dias. Se cura con las sangrías repetidas, principalmente si el suge- 
to es pletórico, con baños tibios, y el uso también de algunos an- 
tiespasmódicos. 

"2. Tétano emprostotonos 6 anterior. Es común entre los indios 
y en él se dobla el cuerpo hácia la parte anterior, clavándose lá 
•barba en el pecho. Ademas de los síntomas generales le acompañan 



ESP , 5 

la risa sardónica, rechino de dientes, un murmullo sordo, ronquera, 
y aigunas veces una ligera disuria; de suerte que entre los indios se 
tienen por demoniacos. Se cura con los opiados, ligaduras en los 
miembros, fricciones espirituosas, ventosas y enemas irritantes. 

3. Tétano opistotónico , raptus posterganeus de Celio Aure- 
liano. Esta especie se distingue por estar la cabeza doblada hácia 
atrás: proviene regularmente del uso de ciertos venenos, como la 
cicuta , y también se ha visto originada de una herida del tendón 
de Aquiles. ( V. venenos.) 

4. Tétano holotonico , pasmo de los peruanos. Es muy común 
en ciertos parages de América, de resultas de haberse expuesto, 
después de acalorado el cuerpo, repentinamente al ayre húmedo y 
frió. Su curación se comprehende en la de la clase. 

5. Tétano indiano. A la misma especie debe reducirse el té tana 
indiano de Sauvages emprostotónico ú opistotónico endémico en la 
América, que dexando ilesas las partes vitales y naturales, quita la 
vida muy en breve entre terribles tormentos, sin que los infelices 
pacientes puedan tragar nada sólido ni líquido. Sus miradas son fe- 
roces, particularmente si les sobreviene el espasmo cínico, el color 
de su rostro verde obscuro , rechinan los dientes, murmullan y sue- 
na su voz como si saliese de un subterráneo. La enfermedad aco- 
mete repentinamente , de suerte que quedan rígidos como una esta- 
tua. Se cura con sangrías en los que pueden tolerarlas, con friegas 
y ligaduras fuertes, con unturas oleosas, antiespasmódicas , con la 
aplicación de ventosas, eméticos, sudoríficos, enemas estimulantes, 
baños y opio. Los ingleses usan con acierto y preferencia de estos 
dos últimos remedios. 

6. Tétano lateral. Fernelio refiere un caso de esta especie en que 
el mal aparecía anualmente solo en el invierno , y dos ó tres veces al 
dia; y quando llegaba á fixarse en la pierna ó brazo de un lado , se 
contraían estos miembros de modo que no bastaba fuerza alguna 
para extenderlos. 

7. Tétano sifilítico. Suele observarse con freqüencia esta espe- 
cie de resultas de la supresión de una gonorrea por la intempestiva 
aplicación de remedios astringentes, y casi siempre quando las cau- 
sas generales del tétano recaen en un sugeto atacado del virus ve- 
néreo. Su curación se cifra en el uso de los mercuriales. 

8. Tétano verminoso. En la inspección anatómica de algunos 
cadáveres de los que han fallecido de tétano se ha hallado una mul- 
titud de lombrices en los intestinos, que sin duda eran causa de esta 
enfermedad. En este caso convienen los antihelmínticos. [Véase 
lombrices) 

9 Tétano hemiplégico. Especie rara en que una mitad del cuer- 
po está rígida y dolorida , y la otra paralítica é insensible , con ca- 



16 ESP 

lentura aguda, delirio &c. Se cree que proviene de un absceso en 

el cerebro. 

iü. Tétano febricoso. Tal es quando acompaña como un sínto- 
ma á las accesiones de una calentura intermitente, por cuya razón se 
cura con la quina ú otros medicamentos semejantes. [Véase ca- 
lentura.) 

11. Tétano traumático. Es el que se sigue á la herida o pun- 
tura del tendón de Aquiles: su curación debe buscarse en el artícu- 
lo correspondiente de Cirugía. (V. heridas.) 

12. Tétano histérico. Es una variedad del epistotono que se ob- 
serva en ciertas mugeres histéricas, y acomete por períodos. Es ne- 
cesario para curarle recurrir á los antihistéricos. 

13. Tétano maravilloso. Debiera considerarse como una varie- 
dad , puesto que Sauvages forma esta especie por el caso particular 
y raro de una muchacha delirante y cataléptica , que en contradi- 
eiéndola á su delirio , ó pronunciando la voz peluca , se convelía y 
ponia -tetánica. (V. los artículos catalepsis delirante y CA- 
TALEPSIS HISTERICA..) 

Género Yin. Catoco de Galeno. 

Pudiera considerarse esta enfermedad como una variedad del 
tétano , pues La historia de sus síntomas es la misma ; pero se distingue 
de él en que el catoco es crónico , y no le acompaña aquella vio- 
lenta agitación del pecho y dificultad de respirar que es considera- 
ble en el tétano. Este género consta de seis especies. 

r. Catoco holotonico. Se diferencia esta especie del tétano , por 
la inmovilidad del pecho, y del éxtasis y la catalepsis por la infle- 
xíbilidad del cuerpo. Galeno fué el primero que le observó en un 
condiscípulo suyo. 

2. Catóco cervino de los veterinarios. Esta especie es propia 
de los caballos y ciervos , caracterizada por la dureza extraordinaria 
de la piel, palpitación de corazón y continuo girar de los ojos; pero 
puede tener lugar en nuestras Nosologías por haberse observado al- 
guna vez en la especie humana 9 como lo manifiesta el caso que en la 
suya refiere Sauvages. Se curó á los treinta dias con las cataplasmas 
calientes de estiércol de caballo aplicadas á las mandíbulas , con ei 
uso interior de una mixtura hecha con el espíritu de sal amoniaco , y 
friegas al espinazo con aceyte de verbasco y espíritu de sal amoniaco. 

3. Catoco cutáneo es aquel en que toda la piel del cuello y ca- 
ra se endurece como un cuero seco. Se cura con los baños tibios y 
de vapor , y el mercurio en fricciones. 

El catoco somniculoso , el histérico y el frenético de Galeno 
pertenecen los dos primeros al caro y el tercero á la tifomanía: el 



ESP 17 

verminoso de Schenck era sin duda un tétano 6 una catalepsís. 

4. Catóco escorbiílico. Es el que viene complicado ó acom paña- 
do de los síntomas del escorbuto, y por consiguiente se cura con los 
antiescorbúticos. ( Véase artritis escorbútica y raquialgia 

ESCORBÚTICA. ) 

5. Catóco porcino. Un niño monstruoso, dice Sauvages para 
distinguir esta especie, tenia la piel parecida á la de un cochinillo 
tostado, amarilla, sonaba tocándola, y estaba hendida en algu- 
nos parages. (V. la Colección Académica , tomo iu f observa- 
cion 61. ) 

6. Catóco diaris. Se funda esta especie en el caso de una mu- 
ger melancólica, que se halla en el Diario de Medicina año de 1755, 
la qual todos los dias se ponia soporosa , rígida é inmóvil, desde salir 
el sol hasta la tarde, en cuya época le sobrevenían convulsiones, llo- 
raba , deponia el vientre , tomaba alimento , y velaba toda la noche, 
para caer al dia siguiente en un nuevo paroxismo; por lo que se la 
llamó la marmota de Fldndes. 

Orden tercero. Espasmos clónicos parciales. 

En estos se observa una contracción y relaxacion alternativas de 
una parte determinada. Parece sin duda que el estímulo obra enton- 
ces sobre la irritabilidad por intervalos manifiestos. A veces se con- 
funden con los movimientos naturales de los niños, de los deliran- 
tes, de los rabiosos y de los frenéticos, si no se atiende al motivo 
que los determina. 

Género ix. Nystagmo. 

Es un movimiento alternativo del ojo , de los párpados y aun 
del iris, ó un temblor de los ojos. Este genero consta de solas tres 
especies. 

X. Nystagmo epiléptico. Se ha observado en algunos ataques 
epilépticos una convulsión de solas las pestañas. En este caso se cu- 
ra como la enfermedad principal. 

2. Nystagmo del bulbo del ojo. Ataca no los párpados , sino el 
mismo bulbo del ojo , y aun produce una contracción y dilatación 
continuas de la papila. 

3. Nystagmo catarral. Consiste en los dolores espasmódicos pa- 
sageros, pero vivos, en el globo del ojo, que repiten dos ó tres veces 
al dia, y duran tres ó quatro horas. Se ha visto provenir del infarto 
de la membrana pituitaria y de la congestión del moco en los senos, 
que comprimia los nervios orbitarios. Por consiguiente se curará en 
este caso promoviendo las secreciones de moco y saliva, moviendo 
el vientre &c. 

TOMO IV. C 



iS 



ESP 



Género x. Carphologia. 

Es un movimiento casi convulsivo de las manos, con que parece 
que los enfermos quieren quitar hilachas de la ropa, coger moscas ó 
pajitas, y puede reducirse al salto de tendones. La carphologia es ver- 
daderamente espasmódica, ó depende de una alucinación de la vis- 
ta. Como es siempre un síntoma en las enfermedades agudas , su cu- 
ración se cifra en la general de la enfermedad primitiva. ( V. calen- 
tura. ) Este género consta de tres especies. 

1. Carphologia de los delirantes. Crocidismus de los autores. 
Proviene ó de un vicio de la vista ó de una ansiedad peculiar de 
las manos. Mas es una variedad que una especie. 

2. Carphologia espasmódica : Salto de tendones. Es un movi- 
miento trémulo de los dedos ó simplemente de los tendones, que 
principalmente se manifiesta en el carpo. Es síntoma de la debilidad 
nerviosa en las calenturas malignas , de funesto presagio por lo co- 
mún. A veces anuncia el delirio , que se precave con la aplicación 
de un gran vexigatorio á la nuca: los tónicos nerviosos antiespas- 
módicos, como el almizcle, el alcanfor, el licor anodino mineral y 
el láudano le moderan. 

3. Carphologia simple. Es común en las histéricas, en los hipo- 
condriacos y gotosos; y entonces no es un sistema peligroso. 

Género xr. Pandicidatio , estiramiento, scordinoma 
de Hipócrates. 

Es un síntoma leve, que consiste en la distensión violenta de mu- 
chos miembros , ó de muchos sucesivamente , por lo común con bos- 
tezos. Parece que este movimiento depende en parte de la volun- 
tad y en parte de la naturaleza, y que sirve para excitar la trans- 
piración , sacudir el entorpecimiento , y disponer los músculos á 
obrar. Tres solas especies forma este género. 

1. Estiramiento de los perezosos. Debe excluirse este de una 
nosología patológica , puesto que por ningún aspecto puede mirarse 
como una enfermedad, 

2. Estiramiento febril. Sobreviene en la invasión de las calen- 
turas intermitentes, y viene á ser casi una señal característica de 
ellas. ( V. calenturas. ) 

3. Estiramiento histérico. Acompaña á los paroxismos histéri- 
cos. (V. HISTÉRICO.) 

Género xii. Apomytósis. 

Es un sacudimiento lateral , espasmódico y casi trémulo de la ca- 



ESP j 9 

baza, con resoplido y agitación del tronco. En los brutos es real- 
mente una enfermedad ; pero en la especie humana es un movimien- 
to natural análogo al estornudo. 

Genero xiii. Convulsión: espasmo de los griegos. 

Es un movimiento espasmódico, crónico, agudo ó pronto en los 
miembros , quedando libre en el paroxismo el exercicio de las funcio- 
nes del alma. Se diferencia pues de la epilepsia y eclampsia por esta 
última circunstancia: del histerismo, porque la convulsión no es ha- 
bitual ó crónica, del estiramiento y apomytosis por ser involuntaria, 
y de los demás movimientos convulsivos parciales, porque en ella 
son los miembros los que se convelen. Se cura con arreglo á la cau- 
sa que la produce. Este género consta de diez y seis especies. 

1. Convulsión por inanición. Es la que proviene de resultas de 
las evacuaciones excesivas y de algunas enfermedades agudas graves, 
en que los enfermos están aniquilados. Se cura con los buenos ali- 
mentos arreglados al estado del paciente , los tónicos &c. 

2. Convulsión por la puntura de un nervio. Es la que resulta 
de la puntura de un nervio, de un tendón, de una aponeurosis ó de 
una membrana. Quando se punza en una sangría del brazo la apo- 
neurosis ó el tendón del biceps no se siente el dolor al instante en la 
herida, sino doce horas después de la sangría, y no en el parage 
mismo de la puntura , sino mas arriba, donde se fixa y se aviva al 
extender el brazo: en la parte ofendida se presenta un tumor co- 
mo una avellana , dolorífico , y sale cierto humor ¡coroso. La cura- 
ción consiste principalmente en completar la sección del nervio, 
quando no ha bastado el uso del aceyte de trementina , echando al- 
gunas gotas de él en la puntura. (K heridas.) 

3. Convulsión febril. ( V. la sintomatologi a febril en el artí- 
culo CALENTURA. ) 

4. Convulsión por un golpe en la cabeza. Es la que se sigue á 
un golpe, á una contusión, herida ó conmoción de diversas partes 
de la cabeza. En los cadáveres se han hallado por esta causa derra- 
mes de pus, sanies ó suero, el plexo coroides lleno de sangre, la 
pia-madre inflamada &c. Según la diversidad de causas está indica- 
da la operación del trépano , ó la aplicación de un gorro de cantá- 
ridas ó el uso de sangrías copiosas &c. (V. heridas de cabeza.) 

y. Convulsión por hidrocéfalo. (V. este artículo.) 

6. Convulsión nefrdlgica. Esta especie es consiguiente á la pre- 
sencia de cálculos en los ríñones ó en los uréteres. Su curación no 
puede ser mas que paliativa. (V. cálculos. ) 

7. Convulsión rafamia. Resulta de la planta venenosa llama- 
da rábano silvestre , y es común entre los Suecos y Alemanes. 



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8. Convulsión por usar de centeno con tizón. Viene á ser la mis- 
ma que la anterior, pues solo se diferencia en la naturaleza del agen- 
te que la produce. 

9. Convulsión indiana. La impresión del frió en una herida 6 
puntura produce en ciertos parages de América , y principalmente 
en la isla de Borbon, una convulsión, que empieza por calambres 
en la parte afecta; y se cura con los sudoríficos cordiales, friegas se- 
cas , ligaduras , y con la cauterización de la herida. 

10. Convulsión del abdomen. Sauvages señala esta especie por 
haberla observado en un sugeto, que se curó inmediatamente con una 
evacuación de sangre hemorroidal y el uso de los anodinos. 

11. Convulsión universal. Se distingue por una agitación con- 
tinua violenta de todas las partes del cuerpo , y de cada una de por 
sí , de dia y de noche, conservándose ilesas las funciones del alma. 
Su curación debe establecerse con arreglo á la causa y disposición 
del paciente. 

12. Convulsión habitual. Se diferencia de la anterior solamente 
en ser particular, como de un pie, de la cabeza &c. , y habitual; de 
suerte que dura meses y años repitiendo todos los dias. 

13. Convulsión por el onanismo. Resulta del detestable vicio 
de la masturbación. La continencia, los buenos alimentos , los tóni- 
cos y los baños frios son sus principales remedios. [V. onanismo.) 

14. Convulsión de las preñadas. No se debe confundir con la 
eclampsia que también padecen , porque la convulsión ni les ofusca 
los sentidos, ni ocasiona el aborto, antes bien cesa al acercarse el 
parto. 

15. Convulsión hemitotonos. Es la que acomete solo en un lado. 
Realmente es una variedad. 

16. Convulsión intermitente. Es la que acomete en períodos de- 
terminados y constantes. Igualmente puede mirarse como una variedad 
de otras especies. 

Género xiv. Temblor. 

Es una agitación ligera de los miembros ó de la cabeza, en que 
involuntariamente, aunque sin impedirse del todo el libre movimien- 
to, tiemblan sin tener una sensación intensa de frío. En esto se dis- 
tingue del rigor febril , y en que ademas no se contrae y arruga 
repentinamente la piel. Se distingue igualmente de los demás espas- 
mos en que cesa afirmando la parte trémula, y solo vuelve en que- 
riendo moverla de nuevo. Este género consta de diez y nueve es- 
pecies. 

1. Temblor por debilidad. Es común á los convalecientes y á 
los que hacen un exercici© activo hasta fatigarse no estando acostum- 
brados: la quietud , el sueño y el alimento curan esta especie. 



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2. Temblor senil. Es propio en los viejos , y siempre incu- 
rable. 

3. Temblor temulento (de Plater) y con mas propiedad vinoso. 
Re alta del largo y excesivo uso de licores fermentados: también le 
producen el op ; o, el beleño y otras substancias narcóticas. En este 
caso se desvanece con el vinagre. Los que preparan el tabaco llegan 
á padecer este mismo temblor. 

4. Temblor por el abuso del café. Se manifiesta principalmente 
en las manos, y en los estudiosos y melancólicos que han usado con 
exceso del café. Cesa pues con la abstinencia de esta bebida, con el 
uso de la leche y de condimentos picantes y salados. 

5. Temblor metálico. Es propio de los que trabajan en las mi- 
nas de plomo, azogue y otros metales, y en sus elaboraciones, con 
el cuerpo desnudo, ó exponiéndose al ayre frió. Se cura, según 
Haen, con la electricidad; y son no ménos útiles los sudoríficos y los 
baños termales sulfúreos. (V. raquialgia. ) 

6. Temblor coacto ó violento. En esta especie sigue temblando 
la parte aun quando se sostenga y afirme. Es un grado pequeño de 
la convulsión , y por lo común la precede ó se sigue á ella. Su cura- 
ción debe arreglarse á la causa que la produce. 

7. Temblor vertiginoso. Esta especie está fundada en la histo- 
ria de una epidemia , que refieren Bonet y otros autores en el año 
de 1571 , en que al temblor acompañaban fuertes cefalalgias y vér- 
tigos mortales en pocos dias. En la disección de los cadáveres se ha- 
lló un gusano en el cerebro. 

8. Temblor por hidrocéfalo. Suele sobrevenir á esta enferme- 
dad ( V. el articulo hidrocéfalo. ) 

9. Temblor de tendones : salto ó sobresalto de tendones. Es 
síntoma de las calenturas malignas, del frenesí y de otras enfermeda- 
des agudas en que domina el carácter nervioso. (V. carphologia. ) 

10. Temblor escorbútico. Viene á ser el mismo que el me- 
tálico. 

11. Temblor paralytodes. Áeste acompañan la insensibilidad ó 
la impotencia para el movimiento como á la parálisis, y se cura co- 
mo esta. ( V. su artículo. ) 

12. Temblor saburral. Alguna vez se ha visto sobrevenir un 
temblor universal á un aparato saburral de primeras vias. Por consi- 
guiente se cura con los eméticos y purgantes. 

13. Temblor por plétora. Se distingue por presentarse al mismo 
tiempo todas las señales de plétora ; y por lo mismo se disipa con 
las sangrías , dieta , porgantes suaves &c. 

14. Temblor por pasiones de ánimo. La ira, el miedo, el gozo 
excesivo y otras pasiones exaltadas producen un temblor, que la se- 
renidad de la razón y á veces los calmantes hacen desaparecer. 



22 



ESP 



if. Temblor Asturiano. ( V. la lepra elefantiasis.) 

16. Temblor palpitante. Es el que se nota no en un miembro, 
sino solo en uno de sus músculos y con cierta irregularidad en sus 
movimientos. Parece que la causa de esta palpitación muscular es lo- 
cal , esto es , existe en el mismo músculo. Los antiguos la atribuían á 
la explosión de un flato, que al salir elevaba las partes. Es afecto 
muy pasagero, y no debe confundirse con las pulsaciones de las ar- 
terias ó de los aneurismas , ni con los movimientos de la respiración 
en una parte del pecho ó del vientre, pues estos son siempre regu- 
lares y ordenados. 

17. Temblor traumático. Es el que viene de resultas de una 
contusión de la cabeza, con cefalalgia y debilidad universal: una in- 
cisión crucial en todo el parage contuso ó la aplicación de un gran 
vexigatorio á la cabeza son los remedios mas eficaces en esta es- 
pecie. 

18. Temblor reumático. Es el que se manifiesta en una parte 
atacada de dolores reumáticos. Cesa por lo común con la curación 
de estos , mediante los remedios oportunos indicados en el artículo 

REUMATISMO. 

19. Temblor tifodes. Síntoma del tifo. (V. este artículo.) 

Género xv. Palpitación. Palmos de los griegos: Cardiogmos 
de Galeno , vulgarmente palpitación de corazón. 

Es una contracción del corazón , que se executa con mas rapidez 
y aun casi siempre con mas fuerza que lo acostumbrado. Alguna vez 
late el corazón con tanta violencia contra lo interior de las costillas, 
que produce un sonido considerable. Es efecto de causas muv di- 
versas, á veces dependientes del estado de todo el sistema, y á ve- 
ces puramente locales. Así su etiología debe buscarse en sus diversas 
especies, que, según Sauvages, son quince. 

X. Palpitación por aneurisma del corazón. (V. ANEURISMA.) 

2. Palpitación por osificación del corazón. No se conoce re- 
gularmente sino por la inspección de los cadáveres. 

3. Palpitación calculosa. Otro tanto podemos decir de esta, 
pues solo se funda en la observación de algunos autores , que halláron 
cálculos en los corazones de sugetos que habían padecido palpi- 
tación. 

4. Palpitación trémula. Es un movimiento trémulo del cora- 
zón y de todo el pecho, con pulso desigual é intermitente. Provie- 
ne por lo común del aneurisma de las aurículas del corazón , 6 de 
una dilatación notable de este, que ya no fiexa percibirse la palpita- 
ción completa en el lado izquierdo, sino que ocupa todo el pecho. 
De aquí la dificultad de respirar, y al fin el hidro tórax, la disfagia, 



la náusea, la cardialgía, la tos, el esputo de sangre, ansiedad &c. 
Es incurable. 

5. Palpitación por pólipo. (V. este artículo.) 

6. Palpitación poliposa. Esta presenta los síntomas de una ma- 
yor congestión de sangre en el pulmón, como la disnea, el asma 
sin tos , la hemoptisis , ademas de los signos propios de la especie 
precedente. 

7. Palpitación apostematosa. Su diagnóstico es tan difícil co- 
mo el de las demás; y así solo se ha distinguido esta especie por ha- 
berla padecido sugetos en cuyos cadáveres se halláron abscesos en el 
corazón. 

8. Palpitación por aneurisma de la aorta. ( V. el articulo 

ANEURISMA.) 

9. Palpitación por estrechez de la aorta. No solamente se ha 
visto estrechada, sino también osificada esta gran arteria en suge- 
tos hipocondriacos y vinosos que padeciéron freqüentes palpita- 
ciones. 

10. Palpitación por causa del páncreas. Se funda esta especie 
en una observación de Storck. Á una muger de resultas de un vó- 
mito violento le sobreviniéron (suprimiéndosele repentinamente la 
menstruación) ansiedad en los hipocondrios , palpitación de corazón, 
frió de las extremidades, pulsación en el epigastrio, y al menor es- 
fuerzo deliquios ; apareció finalmente un tumor debaxo del estóma- 
go , y todos los síntomas crecían en el tiempo de la menstruación. 
En su cadáver se halló el páncreas hecho un saco , que contenia tre- 
ce libras de sangre grumosa. 

11. Palpitación artrítica. Parece que esta especie resulta de 
suprimirse en parte el humor artrítico, retrocediendo al cora- 
zón. Los medicamentos que sirven para llamar la artritis al sitio 
correspondiente son los únicos que directamente curan esta palpi- 
tación. 

12. Palpitación clor ótica. Es síntoma regularmente de la clo- 
rosis, y se cura como esta con las preparaciones del hierro. ( V. clo- 
rosis. ) 

13. Palpitación histérica. Es la que acompaña al histerismo. 
Cesa con el uso de qualquier bebida antihistérica ó con el mismo pa- 
roxismo. 

14. Palpitación melancólica. Se observa en los hipocondriacos 
como un efecto de su excesiva sensibilidad é irritabilidad. 

1 5 . Palpitación febricosa. Solo Storck señala esta especie como 
síntoma de ciertas calenturas. 



24 ESP 

Genero xvt. Coxera. Balotes y coleta de los Griegos. 

Cholma del Diccionario de Castel. 

Es un modo vicioso de andar , en que el tronco á cada paso se 
Inclina á esta ó la otra parte , moviendo una pierna irregularmente 
y con dificultad. En esta dolencia el exe del cuerpo no cae como en 
el estado natural, paralelo sobre el centro de gravedad, situado en 
el pie que movemos hacia adelante. Se cura con arreglo á sus causas 
diversas. Este género consta de siete especies. 

1. Coxera por dolor. Los dolores ceática y artríticos, las he- 
ridas , las contusiones , una inflamación , una erisipela , ó qualquier 
otro afecto capaz de excitar ó aumentar el dolor al andar constitu- 
yen esta especie. Por consiguiente cesa curado el dolor según sea su 
naturaleza. (V. dolores. ) 

2. Coxera raquítica. Es la que se nota en los niños raquíticos 
por la mala conformación de los huesos de las extremidades inferio- 
res á causa de la raquitis. No poniendo á los niños á andar demasia- 
do temprano, suele corregirse este vicio con la edad. (V. el artícu- 
lo raquitis. ) 

3. Coxera por fractura. Proviene del dolor que ocasiona una 
fractura reciente , ó de haber quedado mas corta la extremidad por 
haberla reducido mal. (V. el artículo fractura.) 

4. Coxera por dislocación. Resulta igualmente de las dislocacio- 
nes recientes ó mal reducidas. (V. dislocación. ) 

5. Coxera por contractura. La contractnra de los tendones, co- 
mo en la raquialgia, en la hemiplegia escorbútica, artrítica &c. , da 
origen á esta coxera , que por lo común viene sin dolor, y suele cu- 
rarse con el exercicio , los baños termales y de chorro , los vexiga- 
torios &c. 

6. Coxera de los mutilados. Es propia de aquellos á quienes se 
ha amputado el muslo, la pierna ó el pie. Ultimamente se han inven- 
tado excelentes máquinas, que imitan muy bien los movimientos na- 
turales. (V. AMPUTACION.) 

7. Coxera por debilidad. Sobreviene de resultas de la debili- 
dad paralítica de una pierna, de la hemiplegia, y aun de la paraplegia 
de ambas. En cada una de estas dolencias es muy diverso el mo- 
do de andar, y así curan como la enfermedad que las produce. 

Orden quarto. Espasmos clónicos universales , á los quales 
deben añadirse algunas especies de convulsión y de temblor. 

Siendo el cerebro el origen de todos los nervios , es verosímil 
que exista en él el principio próximo de las enfermedades de este ór- 



ESP 25 

den. En los espasmos parciales por lo común la causa está fuera del 
Cerebro, como en la palpitación , que reside en el corazón mismo. 
Am no es extraño que en las enfermedades espasmódicas universales 
haya lesión de ciertas funciones del alma, como sucede en la epilep- 
sia , las quales subsisten intactas en las parciales. 

Genero xvii. Rigor ¡ rhigos y price de los griegos^ horripilación 
de los latinos , de speluz amiento. 

"Es un sacudimiento trémulo violento de la cutis con sensación 
de frió, por lo qual se diferencia del temblor, en que no es la piel 
la que se coarruga y agita sino los miembros. Este género consta de 
siete especies. 

1. Rigor febril. Es el que regularmente principia las calenturas 
con frió ó sin él, ó solo sensible al enfermo, conservando en lo ex- 
terior su calor natural,© tal vez mayor. Suele dividirse en crítico y 
morboso, según el dia en que sobreviene, y los efectos nocivos ó 
saludables que á él se siguen. Las bebidas teiformes moderan este 
6Íntoma. (V. el artículo calenturas.) 

2. Rigor catarral. Precede y acompaña á las afecciones catar- 
rales; acomete por intervalos ; se mitiga comprimiendo el aliento, y 
no mudando de postura en la cama: comienza regularmente por la 
espalda y espinazo, y á veces desde la nuca. Quando viene en la 
invasión de una intermitente sencilla, se sigue á él un calor igual en 
intensión, y termina con sudor; en las malignas apénas se sigue pire- 
xia, ó á lo ménos es muy corta, y no siempre termina con sudor; 

ero quando el rigor es puramente catarral no se sigue pirexia nóta- 
le ni sudor. (V. catarral.) 

3. Rigor supuratvrio. Después de una afección inflamatoria, 
que pasa á supuración , sobrevienen y anuncian esta ciertos calofríos 
anómalos que acometen por las tardes, y les suceden sudores leves 
y calenturas. Balloni observó un rigor con temblor universal en un 
enfermo , que tenia toda la sangre blanquecina como pus ó quilo. 

4. Riqor por pasión de ánimo. Es análogo en todo al temblor 
por pasión de ánimo descrito anteriormente. (V. este articulo.) 

5. Rigor por frió. Acomete á los que están expuestos á la acción 
del ayre en medio de la nieve, en el hielo &c. Se desvanece cubrien- 
do el cuerpo con ceniza caliente, dándole friegas con nieve, con 
franela &c. 

6. Rigor tercianario. Chaptal comunicó á Sauvages la observa- 
ción de una muger sexagenaria , que por espacio de dos años padeció 
un rigor universal cada tercer dia, con frió que le duraba veinte y 
quatro horas , pulso pequeño y raro; y al fin después de haber usado 
inútilmente varios remedios, que solo la aliviaban por espacio de al- 

TOMO IV. D 



a6 ESP 

gunos días, se curó del todo tomando diariamente una infusión de 
cassis. En esta observación funda Sauvages la especie de vigor ter^ 
cianario. 

7. Rigor febricoso. Es un síntoma terrible de las intermiten- 
tes malignas. ( V. este artículo.) 

Género xviii. Eclampsia , convulsión infantil. 

Es una convulsión general acompañada de un estado soporoso, 
por lo común con un gesto convulsivo de la cara, que imita la son- 
risa, aguda, y á veces remitente y aun continua, en lo quai se dis- 
tingue de la epilepsia , no dexando como esta una impresión capaz 
de renovar periódicamente los paroxismos. Es propia de los niños, 
por las diferentes causas que concurren en ellos , compatibles con la 
edad adulta: se llama también alferecía. Este género tiene diez y 
siete especies. 

x. Eclampsia tifodes. Se observó una epidemia de estas con- 
vulsiones, en que habia delirio , enagenacion del alma, y á veces ca- 
lentura , el año de 1 595 en el obispado de Colonia y Westfalia. Pue- 
de verse su descripción en la Nosología de Sauvages , que por ella es- 
tablece esta especie. Se curó con los catárticos , antiespasmódicos , y 
fomentos nervinos , aromáticos &c. 

2. Eclampsia verminosa. Es la que proviene de la presencia 
de lombrices en las primeras vias, y es muy freqüente entre los ni- 
ños. Se cura con los antihelmínticos. 

3. Eclampsia de las parturientas. Acomete á las mugeres en 
el momento del parto, y es siempre peligrosísima, particularmente 
si la paciente se pone soñolenta , y su boca está llena de espuma. El 
remedio mas seguro es la extracción del feto por los medios opor- 
tunos , y la sangría si puede tolerarla su constitución. Las convul- 
siones no cesan del todo con la extracción del feto, sino que van 
disminuyéndose poco á poco ; y si continúan sin intermisión con la 
misma energía , es perdido el caso. Quando esta eclampsia se anuncia 
con dolor fuerte de cabeza , amaurosis repentina &c. suele precaverla 
la sangría. 

4. Eclampsia por dolores. Es la que sobreviene algunas veces 
á los dolores de qualquiera especie, y por consiguiente deben com- 
prehenderse en esta especie como variedades la eclampsia raquiál- 
gica , la que resulta de la otalgia , ó dolor de oídos , y la que vie- 
ne de la dentición , para cuyo conocimiento y curación se verán 
los respectivos artículos de cada una de estas afecciones. 

5. Eclampsia por saburra. Quando las nodrizas dan el pecho 
á las criaturas inmediatamente después de un rapto de ira, de un sus- 
to &c. suelen á estas resultarles eclampsias , que son las de esta espe- 



ESP a 7 

cié. Se curan con el uso del agua emetizada ó del xarabe de chico- 
rias con ruibarbo. 

6. Eclampsia por iscuria. Es la que se sigue á la supresión de 
orina , y por consiguiente cesa con la extracción de este líquido y 
el uso de los calmantes. 

7. Eclampsia pletórica. Es la que reconoce por principio una 
plétora sanguínea; se cura con sangrías, aplicación de sanguijuelas al 
ano , y dieta tenue. 

8. Eclampsia por inanición. Esta por el contrario proviene de 
las grandes evacuaciones , y por consiguiente sus remedios son los 
analépticos, cordiales y aromáticos. 

9. Eclampsia traumática. Es consiguiente á las contusiones 6 
fracturas del cráneo. (V. el artículo heridas de cabeza.) 

10. Eclampsia exantemática. Es la que precede ó sobreviene 
en las viruelas: la primera es freqüente en las discretas, y no tiene 
conseqüencias funestas. 

1 1. Eclampsia por el uso de la belladona. Es efecto del en- 
venenamiento de esta planta, {y. su curación en el artículo corres- 
fondiente.) 

12. Eclampsia por el uso del cenante. Es semejante á la anterior. 

13. Eclampsia por la cicuta. Otro tanto podemos decir de 
esta especie. Sauvages refiere varias historias de este género de enve- 
nenamiento. 

14. Eclampsia por el uso de la coriaria. También debe con- 
siderarse como una variedad; de suerte que esta y las tres anterio- 
res pudieran comprehenderse baxo una especie con el título de 
eclampsia por envenenamiento. Sus síntomas y la curación deben 
deducirse de la historia del veneno particular que las produzca. 
(V. VENENOS.) 

15. Eclampsia de los recien nacidos. La padecen los recien 
nacidos débiles por constitución , ó por el mismo parto siendo la- 
borioso. Se conoce por las señales generales de debilidad, y pueden 
dárseles para corregirla alguna cucharadita de vino, reparos externos, 
enemas corroborantes &c. 

16. Eclampsia por hidrocifalo. Es enfermedad muy freqüente, 
hereditaria en algunas familias, y por lo común mortal. Acomete á 
los niños de constitución escrofulosa , y por tanto su curación pre- 
servativa consiste en la destrucción de este virus. (V. escrófulas.) 

17. Eclampsia febricosa. Es la que repite, guardando el pe- 
ríodo de una calentura intermitente, aunque en el pulso no hay una 
alteración sensible. La quina , y en general todos los amargos , los 
vexigatorios y los antiespasmódicos son los medicamentos mas efica- 
ces contra esta especie. (V. calentura.) 



28 



ESP 



Genero xix. Epilepsia, enfermedad divina de Platón, her- 
cúlea de Aristóteles , comicial de Plinio, sagrada y mayor de 
Celso , caduca de Paracelso , analepsia de Riverio, mater jpue- 
rorum de Schneider , mal de corazón: ¿ota coral x 
alferecía. 

Es una interrupción repentina de todos los sentidos internos 
y externos, acompañada de una contracción y relaxacion violenta 
y alternativa de casi todos los músculos voluntarios de mas ó menos 
duración , hasta que el paciente vuelve á su antiguo estado y quie- 
tud, sin saber absolutamente lo que le ha pasado durante el paro- 
xismo, el qual repite por lo común periódicamente. En general pre- 
ceden á este los mismos síntomas que á la apoplegía , á saber , pesa- 
dez de cabeza, vaidos, ruido de oidos, ponerse delante de la vista 
chispas y ráfagas de luz , torpeza en la lengua y balbucencia , sueño 
profundo ó vigilia extraordinaria, ensueños agitados, tristeza ó 
propensión á la ira, falta de memoria, entorpecimiento, estupor, 
temblor, estornudos y bostezos freqüentes, abundante salivación, 
náuseas; ó por el contrario hambre, percepción de olores fétidos, ó 
extraños y falsos, constricción del pecho, de la garganta y del vien- 
tre, contracción de algún músculo , dolor en las escápulas, palpita- 
ción del corazón , opresión , angustia y excreción de orinas aquosas 
y crudas. Algunos sienten poco antes del paroxismo dolor en alguna 
parte, espasmo ó calambre, ó subir de ella un ayre fresco, ó cierta 
hormigueo. Sin embargo muchas veces acomete, sin haber precedida 
ninguna señal, repentinamente. 

En la accesión cae el hombre de repente sin sentido con una 
convulsión clónica, queda después inmóvil y vuelve á convelerse ; se 
le pone el rostro encendido, pálido, amoratado é hinchado, sa- 
cando fuera de la boca la lengua, que á veces se despedaza con los 
dientes, y en algunos casos mas graves evacúa sin sentir las materias 
fecales, la orina y aun el semen. El pulso , que por lo común es 
fuerte, grande y acelerado, desaparece y vuelve alternativamente; 
los ojos unas veces están abiertos y fixos , otras se tuercen extraor- 
dinariamente; de suerte que no pocas veces quedan vizcos y torci- 
dos después del paroxismo. A algunos se les excita cierto silbido en 
la garganta y pecho, y aun estertor: á otros les sobrevienen hipo ó 
vómito; los mas arrojan una espuma de la boca y de las narices, 
particularmente al acercarse el fin de la accesión , y les suda la cabe- 
za, el cuello y aun todo el cuerpo. Alguna vez se observan ciertas 
conmociones en los miembros, y gestos raros y maravillosos, y al- 
gunos al tiempo de la invasión dan aullidos, voces, gritos, ó pro- 
nuncian algunas palabras confusamente ; pero las mas veces es tan 



: esp 29 

fuerte la agitación y convulsión de los miembros , que se han visto 
torcerse y dislocarse aun en los hombres mas robustos. 

Luego que cesa el horrible paroxismo, que dura en unos pocos 
minutos, en otros mas tiempo, y aun en algunos horas enteras, se 
relajan , y reposan los miembros, los ojos parecen empañados y tur- 
bios, las venas de la frente, de las sienes y de la cara permanecen 
todavía hinchadas, las facultades intelectuales están entorpecidas, los 
labios aparecen amoratados ó cárdenos , la lengua vierte sangre , los 
sentidos y los movimientos voluntarios van volviendo lentamente, 
pero sin conocer ni recordar los pacientes nada de lo que les ha suce- 
dido , quejándose solamente de dolor de cabeza , pecho y miembros. 

En la descripción genérica de la epilepsia comprehendemos todos 
los síntomas que la constituyen en el mayor grado ; porque á veces 
es mucho mas leve , y entonces se llama imperfecta , como quando 
el movimiento clónico se observa solo en ciertas partes ; pero con 
el tiempo va creciendo por grados y llega á hacerse perfecta. 

En quanto á sus causas no pueden ser otras que las que general- 
mente señalamos en los espasmos, aunque el estímulo puede existir 
en diversas partes , y obrar á veces sobre todo el sistema nervioso, 
en su origen, ó un punto determinado, desde donde se propaga su 
acción simpáticamente. Sin embargo debemos tener presente que en 
la disección de los cadáveres de los epilépticos se han hallado va- 
rias cosas á que se puede atribuir el origen de la enfermedad , á sa- 
ber, dureza en el cerebro y sus membranas, caries en la superficie 
interna del cráneo, y exóstoses de este, que comprimen el cerebro, 
derrames de serosidad y de pus, y también concreciones de tierra en 
algún punto de la cavidad del cráneo, y otras varias substancias 
preternaturales que refieren los autores. 

Mas estando fundada la división de sus especies en la variedad 
de sus causas debemos buscarlas en ellas particularmente. Con arre- 
glo á su naturaleza debe también establecerse su curación. Sin em- 
bargo se han preconizado mil específicos para aquellos casos en que 
la causa es desconocida , y solo depende una mudanza particular del 
sistema nervioso; pero por desgracia la experiencia ha manifestado 
su inutilidad. Entre estos remedios empíricos se han celebrado el 
cráneo humano , el moho que se forma en él quando está expuesto 
al ayre , la uña de la gran bestia , el aceyte animal de Dippel , las ho^- 
jas de naranjo, y aun el vitriolo azul; la quina, la valeriana y ser- 
pentaria se recomiendan igualmente, formando electuarios y otras 
composiciones farmacéuticas con dichos remedios. Últimamente en 
el Repuesto Médico de Nueva-Yorck se hace mención de algunos 
enfermos curados con el uso del nitrate de plata en la dosis de una 
quarta parte de grano interiormente ; pero á mas de ser remedio muy 
arriesgado, nos faltan observaciones propias que lo compruebes, 



3 o ESP 

El plan de una cura profiláctica en general debe reducirse al uso 

de alimentos ligeros y nada estimulantes , y procurar que los enfer- 
mos estén tranquilos y libres de pasiones excitantes: se deberán pres- 
cribir algunas aguas minerales [V. este articulo.)', los baños de agua 
de mar y naturales frios, y las fuentes en la nuca ú otro sitio se reco- 
miendan por algunos autores; los purgantes laxantes y algunos emé- 
ticos de tiempo en tiempo convendrán para que impidan Ja acumu- 
lación de saburra en el estómago. En el acto de la accesión no se 
debe hacer otra cosa que cuidar de que no se maltrate el enfermo, 
principalmente que no se coja la lengua entre los dientes; siendo 
inútil todo quanto se hace para abreviar su duración. Este género 
consta de catorce especies. 

1. Epilepsia pletórica. Es la que reconoce por causa una plé- 
tora del cerebro , y suele ser consiguiente á la supresión de ciertas 
evacuaciones de sangre. Se cura principalmente con la menstruación. 
Las muchachas que la padecen , no habiendo todavía menstruado, 
se curan regularmente en llegando esta época. En otros casos es 
necesario recurrir á las sangrías, aplicación de sanguijuelas, ligaduras 
á los muslos &c. 

2. Epilepsia caquéctica. Es la que proviene en los caquécticos 
por obstrucciones de los hipocondrios ó de otras visceras del vien- 
tre, por clorosis, escorbuto, úlceras &c; y se cura según estas afec- 
ciones particulares. 

3. Epilepsia estomática. Es consiguiente al infarto del estóma- 
go por una excesiva cantidad de alimentos, precediéndola dolores 
de este órgano, eructos, inapetencia, náuseas y vómitos. Se cura 
con la dieta , eméticos y purgantes. 

4. Epilepsia uterina. Se distingue por el sexó de la persona que 
la padece, por haberla precedido ó acompañado insultos histéricos, 
por guardar los paroxismos los mismos períodos que la menstrua- 
ción , y porque durante la accesión las sensaciones se ofuscan ; pero 
no se suprimen del todo. Se disipa fácilmente con el uso de las be- 
bidas antihistéricas, sinapismos y ligaduras á los muslos en el acto 
del paroxismo. 

5. Epilepsia fingida. Es la que afectan y fingen algunas mu- 
geres,y casi todos los mendigos, aquellas por algún interés parti- 
cular, y estos por excitar la compasión. No debia comprehenderse 
esta en nuestra Nosología , pues á mas de no ser una enfermedad 
real, solo la astucia del Profesor puede á veces descubrirla, y en- 
tonces con solo ordenar ciertos remedios crueles y dolorosos se 
disipa. 

6. Epilepsia pedisintomdtica. Sauvages establece esta especie 
por un caso particular que Boerhaave refiere en sus consultas de un 
joven que sentía subir el aura epiléptica, principiaba el paroxismo, 



ESP 31 

en un pie que había tenido dolorido dos años. La curación mas 
acertada en estos casos es hacer insensible ó destruir el ramo ner- 
vioso donde se manifiesta la afección primitiva. 

7. Epilepsia por pasión de ánimo. Esta especie es muy co- 
mún : el terror , un rapto de ira , otra pasión vehemente qualquiera 
la produce , y aun se ven niños epilépticos por haber sus madres, 
durante la preñez y en la lactancia, recibido un susto, ó tenido un 
acceso de cólera. £1 horror que causa la vista de un epiléptico en 
sugetos muy sensibles é irritables, se la ha ocasionado también algu- 
nas veces. Entonces el mejor remedio es excitar ideas enteramente 
opuestas, y mudar, digámoslo así, la imaginación. El hacer cos- 
quillas á los niños suele tener esta funesta conseqüencia. 

8. Epilepsia simpática. Es la que sobreviene á conseqüencia 
de alguna enfermedad local distante del cerebro , precediendo la 
sensación de una especie de vapor que parece levantarse de la parte 
afecta. A veces se disipa con solo poner á ella una ligadura, 6 darla 
una friega. A la epilepsia simpática debian reducirse muchas de las 
especies que señala Sauvages. ( V. la descripción de este género.} 

9. Epilepsia febricosa. Así se llama la que es un síntoma, ó 
bien producto de las calenturas intermitentes. Se cura generalmente 
con la quina &c. 

10. Epilepsia por dolor. Así como los fuertes dolores ocasio- 
nan la convulsión , también á veces producen una epilepsia formal, 
y entonces los calmantes son el remedio mas seguro. 

11. Epilepsia exantemática. Sobreviene en las enfermedades 
exantemáticas quando hay un retroceso de los exantemas , y se dis- 
tingue de la eclampsia de esta especie en que esta acomete en las 
agudas , y aquella en las crónicas , como la sarna , la tiña &c. 

12. Epilepsia sifilítica. Es la que resulta de los tofos y exós- 
toses venéreos formados en el cráneo, que comprimen ó irritan la 
substancia cerebral , y se cura con los mercuriales. ( V. venéreo.) 

13. Epilepsia traumática. Proviene de las heridas ó golpes 
en la cabeza. (V. heridas.) 

14. Epilepsia raquiálgica. Es la que resulta de la raquialgia 
melancólica , ó de un vicio artrítico. Se cura como la enfermedad 
principal de donde se origina. 

Género xx. Histerismo. 

El histerismo es un conjunto de síntomas convulsivos, pasageros 
y variables , acompañados de una gran pusilanimidad , que se aumen- 
ta con las pasiones de ánimo , y qualquiera otra causa debilitante. 
Quando se manifiesta por grados, sus síntomas precursores son el 
sopor, los intervalos de delirio, el entorpecimiento de los miem- 
bros , una inercia casi invencible , y alternativas de rubicundez y pa- 



32 ESP 

lidez del rostro. A proporción que se va aumentando el paroxismo, 
la enferma siente en el abdomen como una especie de gli bo, que se 
dirige hacia las partes superiores. Estas afecciones espasmódicas de 
los intestinos están acompañadas alguna vez de fuertes rrgidos de 
tripas, y sus movimientos son muy irregulares. Otras veces por el 
contrario el vientre está deprimido y tirante con sumo estreñimien- 
to; pero en todos los casos hay contracciones espasm. dicas en la 
garganta, ó mas bien una especie de agarrotamiento; entonces la 
respiración es casi siempre imperceptible ó nula, el pulso insensible, 
las extremidades están frias, y muchas veces existen todas las apa- 
riencias de la muerte, la que también suele alguna vez sobrevenir. 
Algunos paroxismos se manifiestan por síntomas de convulsión ó* 
delirio, según las complicaciones del histerismo, con otras afeccio- 
nes nerviosas. A la declinación del paroxismo se advierte por grados 
un restablecimiento de fuerzas, color natural del rostro, disminu- 
ción progresiva , y cesación de todos los síntomas espasmódicos, 
aparece nuevamente la sensación y el movimiento , y sobreviene la 
lasitud de las partes naturalmente flexibles. 

Generalmente el histerismo es mas común en las jóvenes de cons- 
titución ardiente que en las mugeres de qualquiera edad , que volun- 
tariamente ó por razón de sus circunstancias guardan castidad. El 
asiento pues de esta afección parece ser el sistema nervioso uterino . 
Se cura paliativamente con los calmantes y antiespasmódicos en el 
acto del paroxismo; pero metódicamente rara vez: el uso de los tó- 
nicos, los baños frios, y alguna vez templados , y las aguas minerales 
gaseosas son unos excelen' es remedios profilácticos de esta enferme- 
dad. Este género consta de ocho especies. 

1. Histerismo verminoso. Las lombrices se enmascaran freqüen- 
temente con los síntomas de varias enfermedades, y entre ellas de los 
del histerismo. He aquí la razón de esta especie en la Nosología de 
Sauvages , la qual por consiguiente cede al uso de los antihelmínticos. 

2. Histerismo clorótico. El que acomete á las mugeres cloróti- 
cas. (V. CLOROSIS.) 

3. Histerismo por memrragia. Es el que trae su origen de los 
partos difíciles, de ciertas enfermedades agudas , del uso inmoderado 
de las sangrías y purgantes, y de los fluxos de sangre. Los buenos 
alimentos y los medicamentos corroborantes combinados con los an- 
tiespasmódicos curan esta especie. 

4. Histerismo por leucorrea. Es conseqüencia muy común de 
esta enfermedad. (V. el articulo correspondiente.) 

5 . Histerismo emphráctico. Así se llama el que reconoce por 
causa las obstrucciones de las entrañas del abdomen , como el bazo 
hígado y páncreas. Se cura con los xabonosos, aperitivos marciales, 
aguas minerales &c. 



ESP 33 

6. Histerismo libidinoso. Es el que proviene de una excesiva 
continencia, que ocasiona el infarto de los ovarios; y á veces del 
desaseo, degenerando los humores mucosos, que barnizan los órganos 
de la generación, en una acrimonia capaz de estimularlos extraordina- 
riamente. Los desobstruentes , y entre ellos con preferencia la cicu- 
ta, los lavatorios detergentes, el uso interior del alcanfor y los ba- 
ños fríos, son los medicamentos mas eficaces. 

7. Histerismo estomático. Es el que depende de varios vicios 
del estómago , y por tanto se cura con arreglo á la diversa naturale- 
za de estos. 

8. Histerismo febricoso. Se caracteriza esta especie por el período 
que guardan sus paroxismos, semejante al de las calenturas intermiten- 
tes. £1 alcanfor, el almizcle , el opio y los demás remedios antiespas- 
módbos, administrados á cortos intervalos antes del ataque, le disipan 
radicalmente. 

Género xxi. Escelotirbe : Corea. 

Esta enfermedad consiste en movimientos convulsivos , que so» 
en parte voluntarios , y que acomete á los niños de ambos sexos, 
que no han llegado todavía á la edad de la pubertad , y mas á los 
que están entre la edad de diez y catorce años. Estos movimientos 
afectan por lo común el brazo y la mano de un solo lado , y pare- 
cen pantomímicos. Aunque la extremidad esté quieta, el pie está sin 
cesar agitado de movimientos convulsivos, que le hacen mover al- 
ternativamente hacia adelante y hacia atrás. Quando el enfermo quie- 
re andar la pierna se afecta, rara vez se levanta , como se practica al 
andar, antes sí se arrastra del mismo modo que si estuviera paralítica. 
Se cura generalmente con los antiespasmódicos y tónicos, el electua- 
iio antiepiléptico de Fuller, los baños frios y la electricidad. Este 
género consta de quatro especies. 

1. Bayle de S. Vito. Así se llama esta especie por acudir los que 
padecen este mal á la ermita de este Santo en la Suabia. Se distingue 
de las demás por el compás de los movimientos, y su curación es 
igual á la del género. 

2. Escelotirbe apresurada. Será mas fácil distinguir esta es- 
pecie por la historia siguiente, que refiere Sauvages. Un pintor, de 
edad de cincuenta años , tenia la particularidad no solo de andar 
apresurado involuntariamente, sino que le era imposible volverse á 
derecha ni á izquierda hasta que hallaba una resistencia suficiente; 
y deteniéndose entonces , volvía poco á poco el cuerpo para seguir 
de nuevo vía recta. Mas bien es una variedad. 

3. Escelotirbe instable. Consiste en los movimientos extraordi- 
narios y pantomímicos de todo el cuerpo. Su curación es conforme á 
la genérica y á la constitución del paciente. 

TOMO IV. E 



34 ESP 

4. Escelotirbe intermitente. Es la que guarda un período ter- 
cianario, y por consiguiente debe combinarse con los remedios ge- 
nerales la quina. 

Género xxii. Beriberia. 

Es un espasmo de las extremidades en que los enfermos tienen 
contraidas las rodillas, y andan como las ovejas. Por lo común su 
causa es la impresión de un frió excesivo. Se cura con los baños tibios, 
antiespasmódicos , exercicio &c. Este género consta de dos especies, 

1. Beriberia indiana. Á esta especie acompañan un movimien- 
to trémulo de manos y pies , un entorpecimiento doloroso , el tacto 
obscuro, hormigueo en las partes afectas, ronquera y disminución 
de la voz, y á veces calambre en los músculos del pecho. No es 
mortal, pero sí difícil de curar , y crónica. Los remedios mas efica- 
ces son las fricciones y fomentos resolutivos, los sudoríficos, como 
el guayaco , la raiz de china &c. 

2. Beriberia espuria. Es realmente una variedad fundada en 
un caso particular. El espasmo ataca en ella la mitad inferior del 
cuerpo , ó desde el diafragma á los pies. Faltando el movimiento tré- 
mulo , debe reducirse á la paraplegia. 

ESPÁTULA. * Instrumento de que se sirven los Cirujanos y 
Boticarios, que es chato por un extremo, y redondo por la parte 
que forma su mango, y sirve para extender los ungüentos. Los Ci- 
rujanos tienen unas espátulas pequeñitas de acero: los Boticarios tie- 
nen también unas espátulas muy grandes de madera para menear al- 
gunas composiciones quando las deslien , las mezclan y las hacen co- 
cer &c. La espátula de los Cirujanos tiene de largo cinco pulgadas 
y tres ó quatro líneas: se divide en dos partes; la una de ellas, que 
es la verdadera espátula , se llama paleta , la otra mango. La pale- 
ta va aumentando desde el mango hasta el fin ; tiene dos pulgadas 
de largo y línea y media de ancho , uno de sus lados es exactamente 
plano, y el otro va redondeándose poco á poco. El mango es un tro- 
zo irregularmente cilindrico; va disminuyendo poco á poco hasta su 
extremidad , donde termina diversamente según la voluntad de los 
Cirujanos. Unos hacen añadir unas muescas pequeñas transversales 
después de haberla achatado y encorvado un poco, lo que consti- 
tuye un elevador; otros hacen añadir una tienta abotonada ó ca- 
nalada. El mango debe tener de largo tres pulgadas y tres ó quatro 
líneas, y suelen ser ó de hierro ó de plata: las primeras son mas 
fuertes, y son buenas para la construcción de un elevador: las otras 
son mas aseadas , y tienen la ventaja de no tomarse. 

La paleta de las espátulas sirve para extender los ungüentos te- 
naces y los emplastos sobre lienzo, cuero ó tafetán, y para cargar 
las planchuelas con, los medicamentos convenientes , como por exem- 



ESP 35 

pío bálsamos, digestivos y toda clase de ungüentos blandos; y co- 
mo esta paleta tiene un lado chato y el otro de una redondez en- 
sanchada, los mismos medicamentos son extendidos y cargados en 
mayor ó menor cantidad : la parte redonda sirve para cargar los le- 
chinos algo gordos, y el lado chato sirve para cargar los menos 
gordos. * 

ESPERMA. (V. semen.) 

ESPERMÁTICAS. (arterias y venas) (Anat.) Son dos y al- 
guna vez mas; por lo común salen de la parte anterior de la aorta á 
cosa de una pulgada, de donde salen las emulgentes; después baxan 
suministrando algunas ramificaciones colaterales: en los hombres pa- 
san por las aberturas aponeuróticas ó anillos de los músculos del ab- 
domen: quando llegan cerca del testículo, se dividen en dos ra- 
mas principales, de las quales la una se distribuye en la substancia 
misma del testículo, y la otra en el epididimo. En las mugeres no sa- 
len del vientre, y se distribuyen en los ovarios y el útero. 

Las venas espermáticas acompañan las arterias del mismo nombre, 
y van á descargar la derecha á la vena cava inferior , y la izquierda 
á la vena renal del mismo lado. 

Las arterias , las venas y los nervios de este nombre con el canal 
deferente forman el cordón espermatico. ( V. este artículo. ) 

ESPERMATICO {Anat.) y adjetivo, que viene del latin sper- 
maticus, a, u?n, y pertenece á todo lo que tiene relación con el 
semen, y también con las partes de la generación: su origen primi- 
tivo es griego de <r7ríp[x* semen. (V. generación.) 

ESPERMATOCELE. (Cir.) Se da este nombre á un tumor de 
los testículos y de los vasos deferentes causado por la detención y es- 
pesura de la materia espermática ó el semen. La retención de la ma- 
teria prolífica causa una hinchazón muy dolorosa, que se disipa con 
sangrías, dieta, un régimen atemperante y cataplasmas anodinas. Si 
á esta enfermedad no aplacan pronto estos remedios , suele degene- 
rar en sarcocele. ( V. sarcocele. ) 

ESPICA. (Cir.) * Se da este nombre á una especie de vendaje, 
porque representa ó figura en sus vueltas á una espiga de trigo. La 
espica es diferente según á qué parte se aplica. Hay una para la lu- 
xación del humero y para la fractura del acromion y extremidad ex- 
ternal de la clavícula; también se hace otra para el bubonocele y pa- 
ra la luxación del hueso del muslo. 

Para hacer la espica conveniente á la luxación del humero , se 
toma una venda de tres dedos de ancho y unas ocho ó* nueve varas 
de largo doblada por un extremo: la extremidad de la venda se 
pone baxo del sobaco opuesto: se dirige uno de los lados de la ven- 
da de atrás adelante, cruzando obliqüamente ambas escápulas; se 
pasa sobre la cabeza del hueso luxádo por debaxo del sobaco , y se 



36 



ESP 



viene á cruzar sobre el músculo deltoides; se baxa obliqüamente so- 
bre la parte interior del pecho: se lleva la venda por baxo del soba- 
co opuesto, y se sujeta la extremidad de ella: se vuelve por detras 
de la espalda sobre el primer cabo de la venda para pasar al rededor 
de la cabeza del humero , formando un vendaje obliqüo con la pri- 
mer circunvolución de la venda; se hacen tres ó quatro obliqüos y 
luego un circular al rededor de la parte superior media del brazo. 
Este circular dexa un espacio entre el ángulo equilátero con el pri- 
mer crucero de la venda ; luego se vuelve á subir , y se lleva el glo- 
bo de la venda baxo del sobaco opuesto para terminar en circulares 
al rededor del cuerpo ; y últimamente se sujeta la venda con unos 
alfileres en el lugar en que concluye. Antes de aplicar este vendaje 
se procuran poner en la parte enferma y debaxo del scbaco unas 
quantas compresas. 

La espica para la clavícula se hace del mismo modo , á excep- 
ción que los cruzados de la venda se hacen sobre la clavícula. 

Para hacer la espica de la ingle se pone el cabo de la venda so- 
bre la espina del hueso ilion del lado de la enfermedad; se baxa obli- 
qüamente sobre la ingle entre las partes naturales; se envuelve el 
muslo posteriormente; se vuelve, y se cruza anteriormente sobre la 
ingle ; se lleva la venda sobre el hueso pubis por debaxo del hueso 
ilion del lado opuesto ; se rodea el cuerpo por debaxo de las nalgas, 
y se vuelve el cabo de la venda para continuar: después de haber 
hecho obliqüamente quatro ó cinco circunvoluciones como la ante- 
rior , se concluye con unas circulares al rededor del cuerpo. El ven- 
daje del muslo se hace del mismo modo, excepto que los cruzados 
que forman la espica se hacen sobre la parte exterior y superior del 
muslo. (V. venda y vendaje.) * 

ESPINA. ( Anat.) Se da este nombre á la columna huesosa que 
constituye la parte posterior del tronco , formada de muchas piezas 
llamadas vertebras (V. esqueleto.): en castellano se dice espina- 
zo , y los Anatómicos espina del dorso. 

Espina ventosa. ( Cir. ) * La espina ventosa es una enfer- 
medad, que consiste en una caries interna de los huesos, princi- 
palmente hacia las articulaciones: suele principiar sin dolor; luego 
se va corrompiendo la parte interior del hueso y hasta el mismo tué- 
tano ó medula. La caries penetra poco á poco hasta la superficie ex- 
terior; los huesos se ponen blandos ó carcomidos, y se quiebran al- 
gunas veces , no pudiendo resistir al esfuerzo de los músculos en los 
movimientos violentos y repentinos á que se hallan expuestos, ó bien 
se hinchan y dan lugar á exóstoses. Quando el hueso está cariado 
se desprende, y se corrompe también el periostio, sin que aparezca 
humor alguno por fuera. Mientras el humor que causa esta enferme- 
dad va royendo el periostio por razón de su sensibilidad, se siguen 



ESP 37 

dolores vivos y punzantes, como si le pasasen al enfermo una espi- 
na, de donde proviene el nombre de esta enfermedad. Consumido 
ya el periostio cesa el dolor, el humor se esparce en las carnes,' y 
forma un tumor floxo , blando, indolente, sin mudanza de color en 
el cutis ; y como aquel tumor parece estar lleno de un humor ven- 
toso ó flatulento , que imita al edema , y que ventosidad en árabe 
significa humor edematoso } á la voz espina se ha añadido el adjeti- 
vo ventosa. Quando se abre esta especie de absceso , sea por sí mis- 
mo ó por la operación, arroja un pus seroso, de lo que resulta una 
úlcera sinuosa ó fistulosa, que no puede curarse hasta que se corrija 
la caries, sea con hierro ó con fuego. A esto suele agregarse regular- 
mente una calentura lenta, y el enfermo muere muchas veces de 
consunción. 

La causa de esta enfermedad es muchas veces un virus venéreo 
degenerado, ó un virus escorbútico ó escrofuloso. Esta enfermedad 
ataca principalmente á los niños y á los muchachos de poca edad , y 
rara vez se ve en los que pasan de veinte y cinco años, á ménos que 
ya lo tuviesen antes, y no hubiesen sabido curarles. Su pronóstico es 
muy dudoso; muchas veces se ha visto que después de haber quitado 
esta enfermedad de una parte del cuerpo se ha reproducido en otra. 

Á los principios , quando el hueso todavía no está ulcerado , po- 
drá curarse esta enfermedad con los remedios generales, con un ré- 
gimen conveniente, con el cocimiento de algún palo sudorífico, la 
aplicación exterior de las cataplasmas resolutivas y aromáticas , las 
unciones mercuriales y otros remedios según la sagacidad del Facul- 
tativo. Si estos socorros, léjos de disminuir los accidentes parece 
que aumentan los dolores , es señal que se forma absceso en el hueso; 
conviene entonces abrirlo inmediatamente para evitar los progresos 
de la caries, que el pus aumenta en lo interior. Mr. Petit refiere en 
su Tratado de las enfermedades de los huesos , artículo caries, 
haber dado salida, por medio de la operación del trépano , á un abs- 
ceso en la cavidad de la tibia. Un hombre habia sido tratado metó- 
dicamente para curarle el mal venéreo , y de resultas desapareció un 
tumor de la parte media de la tibia: los dolores no cesaron enteramen- 
te, antes fuéron aumentando hasta quince dias después de haber sa- 
lido de casa de Mr. Petit. El enfermo tenia calentura , la pierna se 
le habia puesto encarnada y aun dolorosa en la parte exterior. En 
una consulta que se tuvo se determinó abrir la parte en que habia es- 
tado el tumor para dar salida á alguna materia que creían haberse 
filtrado en el periostio , que causaba aquellos accidentes. Dos dias des- 
pués, viendo que la incisión no habia producido ningún alivio, se de- 
termináron á la aplicación del trépano, lo que procuró una evacua- 
ción muy considerable de un pus muy fétido. La medula se habia en- 
derezado enteramente, y el canal estaba casi vacío. Aquel Faculta- 



38 ESP 

tivo aplicó otras tres coronas de trépano, y cortó los puentes que 
quedaban de uno á otro: se aplicaron varios cauterios actuales para 
destruir la caries , y el enfermo sanó enteramente. Hay varias obser- 
vaciones de esta naturaleza, y el éxito es casi seguro quando la ope- 
ración se hace á tiempo. Esta espina ventosa es un exóstose supura- 
do. (V. EXÓSTOSE.) 

No siempre se pueden destruir los exóstoses y las caries. Quando 
por su situación son inaccesibles , es preciso acudir al remedio extre- 
mo, que es la amputación del miembro. Mr. Luis refiere haber abier- 
to un tumor, que parecía aquoflatuoso, en la parte interna é inferior 
del muslo de un mozo de veinte años. Este tumor , sin mudanza de 
color en la piel , habia sido precedido de dolores muy vivos en el hue- 
so del fémur, lo que caracterizaba una espina ventosa. Después de 
haber dado salida, por medio de una incisión , á una gran cantidad 
de materia bastante fétida, dice aquel Facultativo que metió el dedo 
en el centro de aquel absceso, que lo pasó por cima del músculo 
vasto interno á la parte posterior del fémur , donde sintió un agu- 
jero en el hueso , que penetraba en su cavidad , y que entonces fue 
absolutamente necesario cortar el muslo , viendo que no era posible 
destruir la caries en un hueso que estaba cubierto con una gran can- 
tidad de músculos y vasos considerables. * 

ESPINAL (Anat.), adjetivo que tiene relación con la espi- 
na del dorso ó espinazo. Hay varias partes que le pertenecen , y 
tienen los nombres de espinales: i.° la arteria vertebral, luego que 
entra en el cráneo, produce dos ramos, que se unen con otros, y 
de la unión de estos salen dos ramitos, que el uno baxa todo lo lar- 
go de la medula por la parte anterior, y el otro por la parte poste- 
rior, y se llaman arterias espinales anteriores y posteriores: 2.° la 
medula de la espina, que se llama también espinal, y la describire- 
mos en su respectivo artículo (V. medula. ): 3. 0 el nervio espinal, 
que nace de la medula espinal , y se conduce de abaxo á arriba , y 
entra en el cráneo por el grande agujero occipital, camina siempre 
al lado del último par , y sale junto con él del cráneo para continuar 
su camino. 

ESPINAZO es lo mismo que espina. (V. este articulo.) 

ESPINOSO, adjetivo que tiene relación con las espinas, pues 
varias partes del cuerpo se nombran así por razón de la semejanza 
que tienen con las partes punzantes de los espinos; y así hay apofi- 
ses espinosas &c. , arterias y agujeros que toman el mismo nombre 
por estar inmediatas á estas eminencias espinosas ; lo mismo que va- 
rios músculos, que por razón de sus ataduras ó apofises espinosas se 
llaman igualmente espinosos, como el espinoso de la espalda , que 
se ata á las apofises espinosas de las dos primeras vertebras lumbares, 
y de las dos últimas dorsales y las mismas apofises de algunas de las 



ESP 39 

vertebras dorsales, que sirve para sostener la espina dorsal , la ende- 
reza, la dobla atrás y al lado. 

ESPÍRITU ALCALINO. ( Mat. Méd.) Se llamaba así antes 
el amoniaco puro ó álcali volátil cáustico, que se obtenía de la des- 
tilacion del amoniaco con la cal. ( V. amoniaco.) F. 

Espíritu ardiente es uno de los nombres del alcohol. 

Espíritu de azufre. Se preparaba en otro tiempo el ácido sul- 
furoso, quemando el azufre en polvo debaxo de una campana de vi- 
drio , que se impregnaba de una corta cantidad de agua , y se llama- 
ba entonces este ácido espíritu de azufre por campana. Se sabe 
hace mucho tiempo que este método es ridículo, pues se obtiene por 
otros medios mas simples. ( En quanto d las propiedades véase el 
artículo de Ácido sulfúrico.) F. 

Espíritu de minderero. Este nombre es sinónimo de acetite 
amoniacal ó de amoniaco. ( V. este artículo en las adiciones. ) 

Espíritu de nitro fumante. Se designaba otras veces con es- 
te nombre el ácido nítrico mezclado de ácido nitroso, que sumí- 
ristra el nitro descompuesto por el ácido sulfúrico. [Véase ácido 
mítrico. ) F. 

Espíritu de nitro dulcificado ó dulce. Se llama en Far- 
macia así la unión del ácido nítrico con el alcohol. (V. ácido nítri- 
co , alcohol y éter. ) F. 

Espíritu de sal. Este nombre se daba antes al ácido muriá- 
tico. 

Espíritu de sal dulce ó dulcificado. La combinación del 
ácido muriático y el alcohol , aunque no suministra el éter , es sus- 
ceptible de debilitar y dulcificar el ácido: á esta combinación se le 
ha llamado espíritu de sal dulce , y en el dia se dice alcohol mu- 
riático. Se emplea esta composición algunas veces como aperitiva, 
diurética, cordial, antiséptica &c. F. 

Espíritu de vinagre. Sinónimo de vinagre radical. 

Espíritu de vino. Se daba este nombre antiguamente en Quí- 
mica, y aun hoy se usa en varias obras de Materia Médica, para 
nombrar el alcohol. ( V. este artículo. ) 

Espíritu de vitriolo. Se llamaba así antes el ácido vitriólico, 
y aun se conoce con dicho nombre en muchos libros de Materia Mé- 
dica y Medicina. ( V. ácido sulfúrico. ) F. 

Espíritu de orina. Quando se destila la orina se obtiene el 
amoníaco ó álcali volátil. Este producto , que se ha celebrado otras 
veces como cordial , no tiene mas virtud que la del amoniaco puro. 
( V. amoniaco. ) 

Espíritu rector. Boerhaave llamaba así el líquido oloroso que 
se obtiene de los vegetales aromáticos destilados, al qual llamamos en 
el dia aroma. ( V» este artículo.) F. 



4o ESP 

Espíritu volátil de cuerno de ciervo, de cráneo huma- 
no, DE SAPO, DE SEDA, DE TELARAÑA, DE VÍBORA &C. Todas laS 

materias animales , destiladas por la retorta , suministran el amonia- 
co y el carbonate de amoniaco. La parte de esta sal , disuelta en el 
agua, que pasa por producto de estas materias destiladas, se ha lla- 
mado hace mucho tiempo espíritu volátil de tal ó tal substancia: 
de qualquiera manera que se le obtenga , se sabe en el dia que siem- 
pre es de la misma naturaleza , y que no debe tener propiedades par- 
ticulares. En otros tiempos se creia que cada uno de estos espíritus 
tenia qualidades diferentes , hasta que una análisis química mas exac- 
ta ha hecho ver la identidad de todos estos productos , destruyendo 
la preocupación nacida en los tiempos de la ignorancia. F. 

Espíritus. ( Mat. Méd.) Los Químicos llamaban en otro tiem- 
po espíritus todos los productos líquidos volátiles y olorosos que 
obtenían en sus análisis: se ha dado también este nombre á estos mis- 
mos productos, que se han empleado como medicamentos: la ma- 
yor parte de estos nombres se ha abandonado por los modernos. 

Espíritus animales. ( Fis.) Se da este nombre á un fluido muy 
sutil y extremamente movible, que se supone se segrega en la substan- 
cia cortical del cerebro, que de esta pasa á la medular, y después á 
los nervios por donde circulan, por lo que se llaman también fluido 
ó suco nervioso; pero en el dia no están de acuerdo los Fisiologistas 
sobre la existencia de los espíritus animales. Las hipótesis y la doc- 
trina de esta materia la expondremos en el artículo nervios. 

ESPLANCHNOLOGIA (Anat.), splanchnologia. Significa 
esta voz discurso de las visceras de <T7rxiyvov viscera , y Kóyo; discurso. 
La esplanchnologia es una de las partes en que se divide la anatomía. 
(V. este artículo.) 

ESPLÉNICO ( Anat. ), adjetivo que corresponde al latino 
splenhis, y que pertenece á cosa del bazo, á saber: i.° la arteria 
esplénica, que es una de las ramas de la celiaca, que se distribuye 
en la substancia del bazo: en su camino da varios ramos, y entre 
ellos los que se llaman vasos breses , que se distribuyen en el cue- 
llo del estómago: 2.°los nervios esplénicos y demás vasos (V. bazo.): 
3. 0 la vena esplénica ó del brazo: ios antiguos llamaban así á la vena 
basílica del brazo izquierdo , y á la del derecho hepática. 

ESPLENIO. ( músculo) [Anat. ) Cada músculo esplenio de la 
cabeza es un compuesto de dos porciones , de las quales la una per- 
tenece á la cabeza , y es la que se llama esplenio de la cabeza , y la 
otra al cuello, por lo que le viene el nombre de esplenio del cuello. 
Estas dos porciones , que están estrechamente unidas la una á la otra 
en su parte inferior, tienen sus ataduras fixas á las espinas de las qua- 
tro ó cinco vertebras superiores de la espalda, y de las tres ó qua- 
tro inferiores del cuello, y se termina distintamente, á saber; su 



ESP 41 

porción inferior, que pertenece al cuello, va á las apofises transver- 
sas de la primera y segunda vertebra, y la porción superior á las 
partes laterales del occipital, adelantándose hasta la apofise mastoi- 
des, por lo que se ha llamado también mastoideo posterior. El uso 
del músculo esplenio es de concurrir á llevar la cabeza atrás, 6 de 
extenderla. 

ESPLIEGO. (Maí. Méd.) Planta bastante conocida, de la 
qual hay varias especies: se conoce también con los nombres de 
alhucema y lavanda. Las especies son i.° lavendula lat ¡folia de 
Tournefort ó lavendula spica de Linneo, ó el espliego macho: 2. 0 
lavendula angustifolia de Tournefort, ó el espliego común 6 hem- 
bra: 3. 0 lavendula multijida foliis duplicato-pinnatifidis de Lin- 
neo: 4. 0 lavendula dentata foliis pinnato-dent atis de Linneo, ó 
espliego rizado. 

El espliego contiene una porción considerable de aceyte esen- 
cial de un olor bastante agradable , por lo que es un poderoso esti- 
mulante del sistema nervioso , obrando en él como todos los de- 
mas cuerpos difusibles. Se usa en Medicina interior y exteriormen- 
te , no solo las hojas , sino también que es lo mas común las flo- 
res. El aceyte de esta planta se llama de spica; el espliego macho 
es el que da mayor cantidad de aceyte esencial, y se cree sea mas 
estimulante. Este aceyte, como igualmente el agua destilada, el es- 
píritu, el bálsamo y las demás preparaciones de este vegetal, son bas- 
tante estimulantes, carminantes y cefálicas, esto es, que pueden 
excitar la acción del cerebro y los nervios , conmoviéndolos y cor- 
roborándolos , por lo que se recomiendan en las perlesías, los va¡- 
dos, supresión de menstruos, y generalmente en todas las enferme- 
dades de la cabeza, de los nervios y la matriz, que provengan de 
debilidad de sólidos y viscosidad de humores. Se recomienda par- 
ticularmente el aceyte de espliego para matar los piojos , ladillas y 
otros insectos, que se adhieren en la cutis, y aun se añade que mata 
la polilla. Algunos autores, y entre ellos Murray, temen el uso del 
espliego interiormente, por ser demasiado estimulante, y le pretie- 
ren para el uso externo en las cataplasmas y cocimientos con sus flo- 
res y hojas, y en los emplastos y fomentos con su aceyte esencia!. 

ESPONJOSO. (Anat.) Adjetivo bastante usado en la Anato- 
mía , que viene del latino spongiosus , que se usa para expresar la 
semejanza que tienen varias partes del cuerpo con la esponja , como 
la substancia esponjosa de los huesos (V. huesos.), los cuerpos es- 
ponjosos. (V. cavernosos &c.) 

ESPORÁDICAS, (enfermedades) (Med.) Morb us s por a di- 
Cus. Las enfermedades esporádicas son aquellas que atacan indistin- 
tamente á varios sugetos en diferentes tiempos y distintos lugares; 
siendo así que las enfermedades epidémicas (V. efidemia.J son 

TOMO IV. F 



42 ESP 

particulares y determinadas á ciertos tiempos y estaciones, y las en- 
démicas á ciertos lugares. La palabra esporádico es derivada de un 
verbo griego que significa sembrar , y así enfermedad esporádica 
quiere decir que se halla sembrada, dispersada aquí y allá. 

ESPUTAR. (Med.) Acción por la qual evacuamos voluntaria- 
mente los humores que se depositan en la boca. Hay diferentes mo- 
dos de esputar, ya sea en el estado de salud ó en el de enfermedad, 
que se expresan en nuestro idioma con diferentes palabras, esto es, 
babear, expectorar, gargajear , escupir y salivar. Los Médicos deben 
examinar con cuidado, no solamente la forma y las calidades de les 
esputos de los enfermos, sino también el modo como los arrojan; 
pues les suministrará este exámen algunos signos útiles para formar 
el diagnóstico y el pronóstico de las enfermedades. 

La sequedad de la boca ó la supresión de la saliva y del moco es 
uno de los signos en que los Médicos prestan bastante atención , y 
con razón , pues esta puede suceder en las enfermedades agudas, por 
el espasmo de los órganos secretorios de estos humores y del sistema 
vascular, pudiéndola producir la diátesis inflamatoria, y también el 
trastorno del cerebro y de las funciones del alma y del principio vi- 
tal. Por esta razón el exámen continuo de esta sequedad en toda la 
carrera de una enfermedad es de mucha importancia, y puede ilus- 
trar al Médico , el que debe en cada visita examinar la lengua y to- 
do el interior y partes inmediatas de la boca; pues quando estas 
partes se ponen húmedas anuncian un buen éxito, en lugar que la 
sequedad y aridez de la lengua é interior del paladar son el presagio 
del delirio y su malignidad. (V. calentura.) 

El modo de arrojar la saliva los enfermos en las enfermedades 
agudas enseña á juzgar á los Médicos el estado moral de aquellos; y 
así los Prácticos conocen en el modo de escupir los enfermos, esto 
es, quando lo hacen á menudo en la cama &c. , que debe venir el 
delirio. 

La expectoración mas ó ménos difícil en las enfermedades infla- 
matorias y de otra naturaleza del pecho nos conduce al conocimien- 
to del estado del pulmón, si este está infartado, catarroso ó ulcerado, 
si hay espasmo, atonia &c. Si la tos es fuerte, freqüente y penosa; 
si el enfermo tiene que hacer esfuerzos para arrancar el esputo; si 
este no sale sino por un movimiento de expectoración violento por 
causa de la espesura de material que se ha de arrojar &c. Estas mane- 
ras diferentes de arrojarle dan á conocer al Médico el estado del pul- 
món y de la enfermedad. Sin embargo es prudente añadir á estos 
signos los que suministra el pulso &c. ( V. pulmonía, tísis, catar- 
ro crónico &c.) 

Los hidrófobos arrojan de un modo particular el esputo; su sa- 
liva es espumosa y espesa. La espuma babosa de los epilépticos inte- 



ESQ 43 

rin el ataque o accesión indica el estado del cerebro y los órganos 
salivales de estos enfermos , dando idea también de la fuerza del pa« 
roxísmo. En el pirosis los enfermos arrojan en abundancia aguas cla- 
ras por la boca ; esta evacuación se aproxima á los esputos y á la sa- 
livación catarral. Los escorbúticos salivan del mismo modo que los 
que toman mercurio. 

El estertor es un síntoma de la agonía; se halla también acom- 
pañando á algunas enfermedades de los niños , que no son mortales, 
y suele suceder en estos porque no saben arrojar el esputo. 

ESPUTO. ( Med.) Sputum. Se da este nombre á la porción de 
humores que arrojamos voluntariamente quando se hallan en la boca 
reunidos ; los quales unas veces son el resultado de los líquidos sa- 
livales y mucosos que se hallan en la boca, y otras quando en ciertos 
casos salen directamente de los pulmones por la expectoración ; es- 
tos últimos son únicamente mucosos. 

Los Médicos de todos los siglos han fixado la atención, no solo 
en los esputos, sino también en el modo de esputar. [V. esputar, 
salivar , expectorar &c.) Los griegos y los latinos, cuyas len- 
guas son mas ricas y abundantes, han expresado con mas exactitud 
que nosotros las diferentes modificaciones de esta función, y así se 
valen de las voces sputaiio , secretio , expectoratio , salivatio, 
ptialismus , anacatharsis , hemotipsis &c. ( los artículos de las 
correspondencias castellanas de todas estas voces.) 

Los esputos formados de la saliva y demás humores de la boca, 
esófago, laringe &c. en su estado natural se expondrán sus caracte- 
res en los correspondientes artículos. (V. saliva, humor de las 
agallas &c.) Los esputos de varias consistencias y colones de na- 
turaleza mucosa puriforme, ó mucosa, que salen en la tisis, catarro, 
pulmonía &c. se describirán en los artículos de todas estas enfer- 
medades. 

ESQUELETO. (Anat.) Se da este nombre á la unión de to- 
dos los huesos del cuerpo humano unidos entre sí por ataduras arti- 
íiciales ó naturales: se dicen naturales quando los huesos están sos- 
tenidos por sus propios ligamentos, y artificial quando por vínculos 
artificiales, como por alambres. Uno y otro esqueleto son necesarios 
para adquirir un conocimiento exacto de los huesos; pero el primero 
solo es útil mientras se mantiene fresco, porque en secándose, los 
ligamentos se encogen , mudan de forma , esconden las extremidades 
de los huesos , y no permiten examinar todas las partes de cada hue- 
so en particular. El esqueleto artificial es útil en todos tiempos, y 
así se prefiere para la enseñanza de la osteología seca ; pues para la 
fresca es preciso recurrir al esqueleto natural, cuyos huesos, recien 
descarnados , conservan sus membranas, ligamentos y ternillas. 

El esqueleto se divide en cabeza, tronco y extremidades. La ca~ 



44 ESQ 

beza se subdivide en cráneo y cara,t\ cráneo se compone de ocho 
huesos, que son el coronal, el occipital , los dos parietales , los dos 
temporales , el esferoides y el etmoides. Ademas de estos ocho 
huesos suelen contener otros supernumerarios llamados ivo? míanos, 
cuyo número y volumen varían considerablemente. La cara se com- 
pone de dos mandíbulas ó quixadas, una superior y otra inferior. La 
superior consta de quince huesos, dos grandes llamados maxilares, 
de quienes toda esta porción de cara toma el nombre de mandíbula 
superior, dos propios de la nariz, dos unguis , dos pómulos , dos 
conchas inferiores de la nariz , dos palatinos , otras dos conchas, 
á quienes Bertin da el nombre de esfenoidales , y que otros Jas mi- 
ran como apéndices del esfenoides, y un hueso impar llamado Vomer. 
La quixada inferior es un solo hueso que lleva este nombre. Ambas 
quixadas contienen ordinariamente diez y seis dientes cada una; es á 
saber, quatro dientes incisivos, dos colmillos y diez muelas. 

El tronco se divide en tres partes, una común llamada espinazo, 
y dos propias que son el pecho y la pelvis. 

El espinazo es una columna compuesta de veinte y quatro pie- 
zas situadas una encima de otra , nombradas vertebras , divididas 
en siete cervicales , doce dorsales y cinco lumbares, y ademas 
el hueso sacro , que le sirve de basa , y de su apéndice llamado co- 
xis ó rabadilla. 

El pecho consta de las doce vertebras dorsales , de las costi- 
llas y del esternón. Las costillas son doce en cada lado , unidas por 
detras á las vertebras dorsales. Las siete superiores se llaman verda- 
deras , y las cinco inferiores falsas. El esternón, situado anterior- 
mente, se compone de dos ó tres piezas colocadas una encima de 
otra , y atadas á las costillas verdaderas. 

La pelvis la forman 'principalmente dos grandes huesos dichos 
innominados , ó huesos de las caderas, unidos por delante entre sí, 
y atados por detras al hueso sacro, que acaba de formar dicha ca- 
vidad junto con el coxis que constituye la extremidad inferior y 
posterior de la pelvis. 

Las extremidades del esqueleto son quatro, dos superiores, una 
á cada lado del pecho, y dos inferiores, una á cada lado de la pel- 
vis. Las superiores se llaman vulgarmente brazos , y las inferiores 
piernas. 

Cada extremidad superior se divide en hombro, brazo, ante- 
brazo y mano. El hombro se compone de dos piezas, una anterior 
llamada clavícula, y la otra posterior, dicha omoplato ó espaldi- 
lla. El brazo es un solo hueso llamado hiímero. El antebrazo consta 
de dos, que son el ctíbito , ó hueso del codo, y el radio. La mano 
se divide en carpo ó muñeca, metacarpo y dedos. El carpo se com- 
pone de ocho huesos puestos en dos filas ; los de la fila superior son 



EST 45 

el hueso navicular y el semilunar , el cuneiforme y el pisiforme , y 
los de la inferior el trapecio, trapezoides , el hueso grande y el 
cu teiforme 6 gancho. El metacarpo comprehende cinco huesos , que 
se distinguen con el nombre de primero , segundo , tercero &c, ó 
con los nombres de los dedos que sostienen. Los dedos , que son 
cinco, es á saber, el pulgar, el índice, el medio, el anular y el 
auricular ó meñique , están compuestos cada uno de tres piezas lla- 
madas falanges , excepto el pulgar que no tiene sino dos. 

Cada extremidad inferior se divide en muslo , rodilla , pierr.a 
y pie. 

El muslo consta de un solo hueso, que es el fémur. La rodilla 
de otro nombrado rótula ó choquezuela. La pierna de dos , que 
son la tibia ó canilla mayor , y el peroné ó canilla menor. El pie 
se divide en tres partes como la mano , es á saber , en tarso , meta- 
tarso y dedos. El tarso ó empeyne del pie está formado de siete 
huesos , que son el calcáneo ó hueso del calcañar , el astrdgalo ó 
talón, el navicular 6 esquife , el cuboides, y las tres cuñas dividi- 
das en grande , mediana y pequeña. El metatarso se compone de 
cinco huesos distinguidos con los nombres de primero , segundo, ter- 
cero, quarto y quinto', y los dedos de tres piezas llamadas falan- 
ges , excepto el pulgar que solo tiene dos. 

Ademas de los huesos dichos hay otros pequeños que ordinaria- 
mente no se conservan en el esqueleto , como son el hueso hioides 
ó de la lengua , los huesecillos del oido , los pequeños huesos que se 
hallan á veces al extremo de cada apófisis petrosa, y los huesos se- 
samoideos, que suelen encontrarse en los cóndilos del fémur, en la 
extremidad inferior del peroné, en el talón, en el hueso cuboides, 
y en los dedos de la mano y del pie: los que hay en el pulgar de 
cada pie, por ser bastante notables, los conservan algunos en el es- 
queleto. 

Según la enumeración que acabamos de hacer es fácil computar 
el número de huesos de que regularmente se compone el esqueleto; 
pues los huesos de la cabeza , sin contar el hioides , ni los huesos del 
oido, ni los wormianos, son cincuenta y seis. Los del tronco , toman- 
do el coxis por una sola pieza, y el esternón por dos, son cincuenta 
y quatro; y los de las extremidades, sin contar ningún sesamoideo, 
son ciento veinte y quatro , de donde resulta la suma de doscientos 
treinta y quatro huesos. B. 

ESQUINANCIA. (V. angina.) 

ESSERA. (Med.) Se da este nombre á una enfermedad erup- 
tiva que constituye el género nueve de la clase de inflamaciones de 
la Nosología de Sauvages. (V. inflamaciones.) 

ESTAFILINO. (Anat.) Adjetivo que pertenece á la uvula ó 
campanilla, en griego ¡ttu^jkíi, de donde trae origen dicha paia- 



46 EST 

bra. Se llaman míisctilos estafiür.os los que mueven la campanilla y 
el velo del paladar. (V. velo del paladar, boca/ campanilla.) 

ESTAFILOMA Ó CAIDA DE LA UVEA. (Cir.) * El 
estafiloma es una enfermedad del ojo formado por la membrana 
uvea, que pasa al través de la córnea, abierta por una llaga ó una 
úlcera. Esta voz derivada del griego proviene del color de aquella 
membrana por su semejanza al de la uva. El estafiloma se diferencia 
Según el volumen del tumor; quando es considerable causa mucha 
deformidad en el ojo y dolor al enfermo, por la irritación que causa 
el encuentro de las pestañas con el movimiento de los párpados. 
Esta especie de tumor quita enteramente la vista, pues no puede 
curarse- sino ligando el tumor si la base es estrecha , ó abriéndolo si 
la base es ancha; pero en uno y otro caso se vacia el ojo, é inme- 
diatamente con la incisión , ó luego con la caida de la ligadura , y el 
enfermo pierde el órgano afectado. Si la abertura ó la úlcera de 
la córnea es pequeña, el tumor de la uvea se llama miocefalon , ca- 
beza de mosca, por su semejanza con la cabeza de este animalito. El 
modo de curar estos últimos se reduce á hacer poner en el ojo dos 
ó tres veces al dia un colirio seco con tucia y azúcar piedra pulveri- 
zada. Si hay inflamación en la conjuntiva es preciso atender á aquel 
accidente. (V. oftalmía.) 

El estafiloma es una especie de hernia de la uvea; se podia in- 
tentar curarla, con tal que no fuese muy abultada , comprimiéndola 
ligeramente con unas compresas y un vendaje aplicado sobre el pár- 
pado en el lugar que corresponde al tumor, ó, como lo propone 
Mr. Déla Faye, con una pequeña hojuela de hasta muy delgada y 
cóncava, que puesta entre el ojo y el párpado, esta volviese inme- 
diatamente el globo del ojo; cuyo medio, dice aquel autor, podría 
hacer volver á su lugar la parte de la uvea que forma el estafiloma *. 

ESTRANGURRIA. (Cir. ) * Enfermedad que causa emisión 
de orina freqüente é involuntaria, pero en muy corta cantidad , y 
por decirlo así de gota en gota, acompañada de dolores muy vio- 
lentos: esta enfermedad debe ser combatida con los dulcificantes in- 
teriores y exteriores aplicados baxo diferentes formas , como lavati- 
vas, medios baños, fomentos &c. (V. en la clase de fluxos el 
género x.) Si la orina se suprimiese enteramente, seria preciso re- 
currir á la Cirugía. (V. retención de orina.) *. 

ESTEATOMA. (Cir.) * Especie de tumor enkistado formado 
en las partes blandas por una materia semejante al sebo. Los estea- 
tomas provienen de la gordura , que no pudiendo salir de las celdi- 
llas adiposas, forma tumores, y degenera en una especie de sebo; es- 
tos tumores tienen una membrana , que se espesa y puede separarse 
de todas las partes vecinas ; y no tiene duda que dicha membrana 
ó bolsa ha sido en su origen una celdilla adiposa. El método cura- 



EST 47 

tivo de aquel accidente es el mismo que el del ateroma y del meli- 

Cer'lS [V. TUMORES ENKISTADOS.) 

ESTEATOCELE. (Cir.) * T umor del escroto que está com- 
puesto de una substancia grasa semejante al sebo que se ha amonto- 
nado en aquella parte. (V. esteatoma.) 

ESTENICAS, (enfermedades) (V. doctrina de brown.) 

ESTENON. (Nicolás) {Biog.) Nació en Copenhague en 1638. 
Su padre era luterano, Platero de Cristiano iv, Rey de Dinamarca. 
Estudió la Medicina Estenon baxo la enseñanza del sabio Bartoli- 
no , que se miraba como uno de sus mejores discípulos. Para per- 
feccionarse viajó por Alemania, Francia, Holanda, y después pasó 
á Italia , donde Fernando 11 Gran Duque de Toscana, conociendo 
su mérito le hizo su Médico, y le dió una pensión considerable. Es- 
tenon fué conmovido por la eloqüencia victoriosa del gran Bossuet, 
por lo que abjuró la heregía luterana en 1669. El Rey Cristiano v 
quiso emplearlo en sus Estados, y le nombró Catedrático de Ana- 
tomía en Copenhague, con la condición de exercer libremente la 
Religión Católica; pero la mudanza de religión le acarreáron algu- 
nos disgustos en su pais, por lo que se volvió á Florencia , y conti- 
nuó la educación del Príncipe , hijo de Cosme 111 , que le habian 
confiado; después abrazó el estado eclesiástico. Inocencio xn le con- 
sagró Obispo de Titiopolis en Grecia. Juan Federico , Duque de 
Hannóver, Príncipe de Brunswick, habiendo abjurado el luteranis- 
mo, se llevó consigo á Estenon, á quien el Papa le dió el título de 
Vicario apostólico en todo el Norte. Este sabio Médico se convirtió 
en un zeloso Misionero. Munster , el Electorado de Hannóver y el 
Ducado de Mecklebourg fuéron el teatro de su zelo y de sus suce- 
sos. Este Prelado murió en Schwerin en 1686; su cuerpo se trasladó 
á Florencia , donde se le enterró en el panteón de los Grandes Du- 
ques. Se tiene de este autor un excelente discurso de la anatomía 
del cerebro, impreso en Leyden en 1683, en 12. 0 , y otras varias 
obras. Este sabio Médico era tio de Wislow. D. H. 

Estenon. (conducto) (Anat. ) Se da este nombre al conducto 
excretorio de las glándulas parótidas , y también el de salivar. Se 
dice que Estenon le descubrió. (V. parótidas.) 

ESTERILIDAD. ( Med. Leg.) Se da este nombre á la inapti- 
tud de concebir , la que se opone como la impotencia á la propaga- 
ción de la especie; pero sin embargo se diferencian. (V. impoten-, 
cía.) La impotencia puede ser solamente relativa, y la esterilidad 
es absoluta ; y hasta ahora no se ha encontrado ningún remedio pa- 
ra la verdadera esterilidad , ó á lo ménos no ha llegado á nuestra 
noticia. 

Se puede también tener disposición para el acto venéreo , y con 
todo eso no estar dotado de fecundidad. Á esta clase pertenecen los 



4 8 EST 

eunucos, de los quales hay muchas especies: i.° los que nacen con 
este defecto, esto es, los que están naturalmente privados de testí- 
culos, y continúan toda la vida del mismo modo: 2.° los que han 
perdido estos órganos por algún accidente , como de resultas de una 
contusión, de un escirro, supuración, esfacelo &c: 3. 0 aquellos á 
quienes se les han amputado en virtud de una decisión médica 
para conservar la vida; ó los que sufren la misma pérdida con la mira 
de un vil interés, como sucede á los cantarines de Italia. Sin embar- 
go, estas personas pueden gozar de una muger, pero son incapaces 
de fecundarla, por estar privadas del licor seminal; y aunque se 
dice que en la eyaculacion derraman cierto licor, no es otra cosa 
mas que el humor de las próstatas. Se verán todavía otros exemplos 
de esto mismo por parte de los hombres, así como puede haberlos 
con respecto al sexo femenino* 

Se infiere de aquí que aun para la práctica importa mucho dis- 
tinguir exactamente la impotencia de la esterilidad. 

Hemos notado ya que se puede tener la aptitud necesaria para 
el acto venéreo sin que resulte la fecundación. Las personas que 
están constituidas de este modo se llaman estériles. La esterilidad 
por parte del hombre tiene tres causas principales bien conocidas: 
i. a la privación ó la mala disposición de los órganos secretorios del 
licor prolífico, que son los testículos: 2. a existiendo estos órganos se 
separará el licor; pero no podrá eyacularse, ya sea á causa de los 
obstáculos que encuentre para la salida, ó ya por la convulsión ó 
parálisis de los músculos eyaculadores : 3. a aunque se eyacule el licor, 
puede no llegar á tener efecto la generación , si hay algún error de 
lugar en la abertura con que termina la uretra. 

Se puede asignar otra causa , aunque ménos conocida á la este- 
rilidad masculina , esto es, la mala qualidad del semen. (V. este ar- 
tículo^) Los que no tienen testículos , ya sea naturalmente ó por al- 
gún suceso casual, son estériles por su propia constitución. Sin em- 
bargo, aunque no se encuentren testículos en el escroto, no debe 
creerse ligeramente que es estéril la persona que tiene este defecto, 
en especial si se observa por otra parte que es activa y vigorosa, 
que muestra mucho valor y resolución en los lances peligrosos ; que 
tiene buen color , bastante vello en el cuerpo , y principalmente en 
las partes genitales ; la voz fuerte y gruesa y la barba bien poblada, 
que es todo lo contrario de lo que se nota en los eunucos. En efec- 
to, ha habido muchos hombres, cuyos testículos han estado siem- 
pre ocultos y encerrados, por decirlo así, dentro del cuerpo; y á 
pesar de esto , no solo executaban fácilmente las acciones viriles , sino 
que tenian mas vigor, salacidad y virtud prolífica que los que se ha- 
llaban con estos órganos constituidos en la forma ordinaria ; porque se 
puede conjeturar que estando colocados en parage mas cálido , ha- 



EST 49 

cen una secreción mas abundante que los que están de fuera en su 
posición regular. 

Quando se ofrece examinar semejantes casos, es necesario ver 
desde luego si hay en el escroto alguna cicatriz que indique haberse 
executado la castración. Si se halla esta señal , juntamente con los 
caracteres propios de los eunucos, se puede declarar que hay ver- 
dadera esterilidad; pero si no aparece ninguna cicatriz, y se obser- 
van por otra parte todos los indicios de virilidad, deberemos abste- 
nernos de formar este juicio. Suele suceder también que habiéndose 
quedado los testículos en el anillo, no se perciben al tacto, y por 
lo mismo es necesario asegurarse siempre de esta circunstancia. 

La falta de un testículo puede ser causa de impotencia, quando 
el que se halla solo es pequeño y está flácido y extenuado; pero si 
estuviese bien conformado, basta para que el hombre sea capaz de 
engendrar, especialmente si su volumen compensa la falta del otro. 

La multiplicación de testículos es por lo común señal de mayor 
virilidad , quando son de regular tamaño y consistencia , y están pen- 
dientes de un cordón bastante dilatado; pero los que tienen dos tes- 
tículos pequeños, flácidos, extenuados y pendientes de un cordón 
muy tenue, ó los tienen multiplicados hasta tres ó quatro , y son en 
todo semejantes á los que acabamos de explicar, deben reputarse 
por estériles; porque, como dice Zacchias, este estado trae ordina- 
riamente consigo la frialdad; y las personas así constituidas apenas 
experimentan erección alguna, ó en caso de experimentarla, no dura 
mas que un instante, sin producir eyaculacion prolírica. 

El volumen excesivo de los testículos no es tampoco de buen 
presagio para la virilidad; porque, como dice Deveaux, todo ex- 
ceso es vicioso en la conformación de los órganos del cuerpo ; y 
quando se hinchan por causa de enfermedad, y están atacados de 
inflamación, de sarcocele, hidrocele &c. , ó padecen alguna excres- 
cencia, de qualquier clase que sea, se interrumpen ó desordenan 
siempre sus funciones. 

Subiendo los pequeños conductos prolíficos hasta la parte supe- 
rior del testículo, donde forman el epididimo por medio de sus cir- 
cunvoluciones , es muy poca la esperanza que queda de aptitud para 
la generación quando hay tumor y dureza en esta parte esencial , co- 
mo sucede freqüentemente después de las enfermedades venéreas. Yo 
he conocido muchas personas que padeciéron este mal en su juven- 
tud; y habiéndose casado, no pudiéron lograr jamas la satisfacción 
de tener hijos 

Hay varios tumores que pueden comprimir los testículos, y ser 
causa de que no exerzan debidamente sus funciones; tales son las 
hernias considerables, los varioceles, y las varias infiltraciones, ya 
de la túnica propia del cordón , y ya de la del testículo; pero es- 

TOMO IV. G 



5o EST 

pecíalmente las hernias pueden servir de obstáculo á la generación, 
produciendo una tensión excesiva en los vasos espermáticos , ó com- 
primiéndolos de modo que al fin venga á obliterarse su diámetro, lo 
que se conoce por la dureza de estas partes y por la falta de semen. 

Se han observado muchos vicios capaces de impedir la eyacula- 
cion : i.° la obstrucción de los vasos deferentes ó de las vesículas se- 
minales: 2. 0 el endurecimiento del veru- montano , que cierra el ori- 
ficio de estos vasos en la uretra: 3. 0 la contracción de la uretra de re- 
sultas de gonorreas virulentas ó de qualquiera otra enfermedad de 
este órgano: 4. 0 el infarto escirroso muy considerable de la glándu- 
la próstata: 5. 0 el espasmo de la uretra, que acomete algunas veces 
durante el coito , que le llama Sauvages dispermatismum spasmo- 
dicum. 

No pudiendo penetrar en el útero el licor prolírico quando es 
muy considerable la obliqüidad y tortuosidad del pene, no trae uti- 
lidad alguna su separación y eyaculacion. 

Lo mismo sucede quando el orificio de la uretra , que debe estar 
en la extremidad de la glande, se halla colocado en parage poco con- 
veniente ; bien que Zacchias no considera este vicio como señal ab- 
soluta de esterilidad, y cita en prueba de ello el exemplo de un pla- 
tero , que tuvo muchos hijos sin embargo de que la abertura de la 
glande estaba inmediatamente debaxo de la corona. Es constante que 
este vicio puede ser solo relativo , pues aun el mismo cuello de la 
matriz no está siempre en la debida dirección con la entrada de la 
vagina; y por otra parte no carece de remedio, supuesto que se pue- 
de executar una abertura en el parage ordinario , y obliterar la pre- 
ternatural. 

Por ultimo produce el mismo efecto la excesiva longitud del pre- 
pucio, que cubriendo enteramente y apretando la glande, presenta 
un obstáculo á la salida y dirección del licor seminal; lo qual ha da- 
do motivo á la circuncisión entre los turcos y en algunos otros paí- 
ses donde es bastante común esta deformidad incómoda. 

De la esterilidad de las mugeres. 

El orden de cosas en que vamos á entrar ahora no es tan cons- 
tante ni tan perceptible como lo que se ha dicho hasta aquí ; porque 
si es cierto que se puede demostrar la impotencia y la esterilidad mas- 
culina, como también la impotencia por parte de las mugeres, lo es 
igualmente que nos vemos muchas veces en la precisión de valemos 
de conjeturas , quando se trata de establecer las causas de la esterili- 
dad en el sexó femenino, miéntras vive la persona que da motivo á 
la duda. Sucede , por exemplo , que una muger bien constituida en 
todas las partes externas, y dotada de una robustez perfecta, no pue- 



EST 51 

de tener hijos, aunque esté casada con un hombre que haya dado 
pruebas de fecundidad ; de suerte que muchas veces es necesario ate- 
nerse á la experiencia, que favorece al marido, para decidir quál de 
los dos esposos es el estéril: al mismo tiempo vemos varias mugeres, 
que deberían padecer la nota de esterilidad sí hubiésemos de fundar- 
nos en la débil razón de las suposiciones, y con todo eso acreditan 
freqüentemente que están muy léjos de tener este defecto. 

He aquí los verdaderos motivos que han echado por tierra la 
mayor parte de las señales de esterilidad que estableciéron los anti- 
guos en sus escritos ; porque al paso que se ha ido perdiendo el res- 
peto supersticioso que se tenia á la antigüedad, se ha tratado de des- 
cubrir y averiguar las verdades útiles, y se ha dirigido la atención 
hacia la observación ilustrada por la anatomía. Vesalio, Falopio, 
Morgagni, Littre, Haller y otros muchos han hecho en esta parte 
unos descubrimientos, que no pudiéron alcanzar los antiguos; á lo 
que no han contribuido poco las diligencias practicadas para pene- 
trar el misterio de la fecundación. Asimismo de las disputas que se 
miran como ociosas han resultado ciertos datos fisiológicos, que aun- 
que no sean siempre demostrativos , son por lo ménos mas confor- 
mes á la razón que los preceptos ridículos que les precediéron. 

Habiendo demostrado la anatomía que tal privación ó tal con- 
formación determinada de órganos era común en las mugeres que ha- 
bían sido estériles, se recurrió á las señales conmemorativas; y quan- 
do se vió que eran semejantes en las que habian padecido este defec- 
to, se juzgó que los órganos internos de la generación estaban en la 
misma disposición que los de las mugeres cuyos cadáveres se ha- 
bian disecado; de suerte que la anatomía , la inducción y la analogía 
han sido las tres basas en que se ha fundado la certeza de las señales 
generales de esterilidad , de que hablaré inmediatamente. Ya cono- 
cen los hombres de instrucción y talento el grado de confianza que 
se puede dar á estas señales, sin embargo de que nos es sumamente 
necesario el conocimiento de las fuentes de donde proceden ; pues es 
constante que no pueden reputarse por verdades sino quando tienen 
en su favor una experiencia repetida ; pero siendo muy raro que de- 
xe de haber algunas excepciones, debemos admitirlas siempre como 
verosímiles , quando son conformes á lo que sucede con mas fre- 
qüencia. Baxo este aspecto se debe considerar lo que voy á decir de 
las señales de esterilidad en las mugeres; advirtiendo que adquirirán 
mayor certeza al paso que sean favorecidas por todas las circunstan- 
cias en que pueden hallarse los casados. 

Por no separarme del orden que he seguido en la explicación de 
esta doctrina, r. <e parece que debo empezar hablando del defecto y 
conformación viciosa de los órganos internos de la generación , que 
ha descubierto la anatomía en las mugeres estériles ; y pasar después 



$2 EST 

á exponer los caractéres generales de estas mugeres, los quales pare- 
ce son una conseqüencia del estado de la matriz, ó de sus partes in- 
mediatas y dependientes. 

Las causas orgánicas de la esterilidad son: i.° quando falta total- 
mente el útero, como se ha verificado alguna vez, ó quando esta vis- 
cera es sumamente pequeña: 2° se ha visto un exemplo en que no te- 
nia el útero cavidad alguna , y se ha encontrado también algunas ve- 
ces escirroso, cartilaginoso, con varias concreciones oseas, inver- 
so &c. : 3. 0 el orificio interno del útero se ha hallado exactamente 
cerrado por algún tumor, callosidad, pólipo &c. , ó imperforado, 
ya sea por alguna membrana , ó por la aglutinación de sus bordes: 
4. 0 se ha encorvado este orificio, colocado en una situación impro- 
pia, para recibir el licor seminal, ya por estar muy cerca del intes- 
tino recto ó lateralmente, siendo así que debe estar en línea parale- 
la á la entrada de la vagina: 5. 0 ha solido hallarse esta viscera con 
erupciones escamosas ó muy esponjosas , y llena de mucosidad ca- 
tarral, que obstruía el orificio de esta parte y la comunicación con 
las trompas, y se ha encontrado también corroida con úlceras fage- 
dénicas: 6.° en fin se ha descubierto en los cadáveres de las mu- 
geres, que habían sido estériles , que faltaban las trompas falopianas, 
ó estaban imperforadas , obstruidas , rotas ó confundidas con los 
ovarios; faltando también estos, ó hallándose escirrosos, hidrópi- 
cos &c. 

Á causa de la gran simpatía que hay entre el útero y los pechos, 
suelen considerarse como estériles las mugeres que tienen estos últi- 
mos muy pequeños, ó que, por decirlo así, no tienen mas que la 
areola y el pezón. Efectivamente asegura Morgagni, que en las di- 
secciones anatómicas se ha visto también que estas mugeres tenían el 
útero muy pequeño y demasiado estrecho. 

Es generalmente cierto que las mugeres solo son á propósito 
para concebir desde la época en que se manifiestan los menstruos 
hasta que cesan de todo punto, esto es, hasta los quarenta y cinco 
<5 cincuenta años ; pues aunque hay algunos casos raros en que se ve- 
rificó la concepción antes de la pubertad , ó en la vejez , pueden 
considerarse como hechos extraordinarios , que no destruyen la re- 
gla general ; y así no hay inconveniente en creer que la menstrua- 
ción periódica es un requisito esencial para la fecundidad , pudiendo 
mirarse por lo mismo como poco á propósito para ella toda muger 
que no experimenta esta evacuación. 

Veamos en qué términos se explica Zacchias sobre este punto: 
,, Aunque las mugeres, dice, no deben considerarse idóneas para la 
generación hasta el instante en que empiezan á menstruar, ha habido 
sin embargo algunas que han concebido sin haber experimentado ja- 
mas la menstruación , de lo que pueden verse algunos exemplos ra- 



EST 53 

ros en Schenkio. Se infiere de aquí que es mucho mas fácil que pue- 
da concebir la muger que no ha menstruado jamas , pero se halla to- 
davía en estado de menstruar, que aquella en quien ha cesado ente- 
ramente esta evacuación á causa de la edad. Por consiguiente si su- 
cediese que una muger, que no ha menstruado nunca , pero que está 
en disposición de executarlo, fuese acusada de suposición de parto 
por presumir los Médicos que no era capaz de concebir , seria esta 
una presunción que no podría convertirse en certeza , ni servir de 
prueba convincente; sucediendo todo lo contrario si se tratase de 
una muger de edad avanzada, la qual no puede concebir sin que in- 
tervenga un milagro semejante al que hizo Dios para fecundar á Sa- 
ra y á Santa Isabel." 

La doctrina de Zacchias seria generalmente cierta si hubiese he- 
cho este autor una distinción, que se le pasó por alto. 

La patología de los menstruos se divide naturalmente en reten- 
ción , suspensión y cesación total. 

Se llama retención el estado de la muger que , habiendo llegado 
á cierta edad, no ha experimentado todavía la evacuación periódica; 
y si está constituida según el orden natural, viene á ser para ella es- 
ta retención una enfermedad verdadera, ó se halla sujeta á varios 
síntomas procedentes de la acumulación y plenitud de sangre en el 
útero, la qual no puede evacuarse por lasvias ordinarias. En este es- 
tado puede concebir la muger, porque el útero está dispuesto á ello; 
y en efecto hay algunas observaciones que acreditan haber teni- 
do hijos varias cloróticas antes de experimentar la evacuación pe- 
riódica. 

Pero en ciertos casos que , aunque raros , son sin embargo muy 
posibles, sucede que no hallándose la muger bien conformada para 
este acto, no padece ningún síntoma ni incomodidad con motivo de 
la retención. Por la disección de los cadáveres se ha visto que las 
mugeres que habian vivido sin menstruación y con buena salud ca- 
recían absolutamente de útero , ó tenían esta viscera sumamente du- 
ra y estrecha ; de lo qual hemos presentado un exemplo en la histo- 
ria que se cita , y pueden verse otros muchos en las varias cartas del 
tratado de Morgagni , de secL scammis , que tienen relación con es- 
ta materia. 

Regla general : toda muger bien conformada, que no tiene mens- 
truación, es indispensable que esté enferma, porque esta es una ley 
constante de la naturaleza ; pero si se halla robusta , es prueba de 
que carece de los órganos propios para la maternidad. Por consi- 
guimte, quando una muger pasa de los veinte ó veinte y dos años 
sin menstruar ni haber experimentado incomodidad alguna, y antes 
bien está sana y con buenos colores , creo que puede decidirse sin 
ningún género de duda que es verdaderamente estéril. 



54 ES T 

La suspensión 6 supresión de menstruos se verifica siempre que 
habiendo empezado á fluir, se suprimen por qualquier causa que sea. 
Luego que aparecen , aun quando no se hayan manifestado mas que 
por una sola gota de sangre, basta para que se crea que la muger es- 
tá en disposición de concebir; á ménos que por ser la supresión de- 
masiado larga , haya resultado algún desorden en el sistema de la ge- 
neración , como el infarto y la hidropesía de los ovarios, que pue- 
den conocerse por sus señales particulares quando llegan á un grado 
muy considerable. 

La cesación total de los menstruos por causa de la edad produ- 
ce naturalmente la esterilidad , sin embargo de que hay en esto al- 
gunas excepciones. Hasta los cincuenta años se puede mirar la cesa- 
ción de esta evacuación periódica como una simple supresión , á pe- 
sar de que si en una muger que ha llegado á los quarenta años se su- 
primen los menstruos , es muy raro que se manifiesten de nuevo , á 
causa de la resistencia que halla en los vasos; pero atendiendo á la 
ley mas común, no se las puede acusar de esterilidad hasta los cin- 
cuenta años cumplidos. 

Todos los extremos son viciosos: la muger que no menstrua tie- 
ne poca aptitud para la generación , y la que menstrua demasiado es 
también estéril con bastante freqüencia. Se ha observado que L¿ me- 
norragü constante 6 el fluxo inmoderado de sangre menstrual es co- 
munmente un indicio de los pólipos, excrescencias ó úlceras que pa- 
dece el útero , en especial si la sangre no es muy encarnada , si exá- 
la mal olor y tiene poca consistencia. 

La leucorrea acre, pútrida y sanguinolenta es también muchas 
veces indicio de la esterilidad. Esta enfermedad depende freqüente- 
mente de un vicio psórico de los órganos de la generación ó de los 
cuerpecillos glandulosos colocados en el texido de la matriz , los qua- 
les son capaces de inflamarse y de ulcerarse periódicamente , del mis- 
mo modo que los tubérculos del pulmón ; de lo qual he visto mu- 
chos exemplos, no obstante que las mugeres en quienes se verifica- 
ron habían sido fecundas antes que se manifestase esta enfermedad. 
Algunas veces no pasa este fluxo por la vagina , sino por el intestino 
recto , como lo vi la primavera del año anterior en la muger de un 
Boticario de la villa de Bozolo cerca de Mantua , la qual tenia vein- 
te y siete años , y habia sido siempre estéril. Suele pasar también es- 
te fluxo á un mismo tiempo por el intestino recto y por la vagina, 
como lo estoy presenciando actualmente en una joven, que se halla 
en el hospital de Marsella , y es igualmente estéril. En todos estos 
casos es doloroso el coito para la muger y de poca satisfacción para 
el marido. 

Me parece que la leucorrea simple, pero muy abundante y con- 
tinua, tiene contra sí la sospecha de que algunas veces es favorable 



EST 55 

á la esterilidad ; porque aunque es cierto que esta enfermedad es muy 
común , y no impide el que varias mugeres sean fecundas , lo que 
yo puedo asegurar es que conozco muchas estériles, en quienes es 
muy abundante este fluxo; en cuyo caso parece que las trompas y 
el orificio del út.ro no se secan jamas, sino que están continuamente 
humedecidas, como decia Lommio siguiendo en esta parte el dicta- 
men de Hipócrates, lo qual favorece poco á la fecundidad. 

Los tumores crasos y extraordinarios del vientre producen co- 
munmente la esterilidad en las mugeres que no han tenido hijos, y 
son una señal poco equívoca de esterilidad futura en las que los han 
tenido. Hipócrates era de parecer que el omento comprime el útero 
con su peso ; pero los modernos han negado esta explicación : de qual- 
quier modo que sea, lo que no tiene duda es que el hecho se reali- 
za con bastante freqüencia, sin que hasta ahora se le haya encontra- 
do ningún remedio. 

Hablando generalmente las personas muy gruesas pierden la fa- 
cultad de engendrar, de la misma manera que los vegetales que se 
cultivan con mucho esmero en un terreno fértil. Si campean las flo- 
res en nuestros jardines , lo hacen á expensas de sus estambres; y si 
adquieren las frutas la carne deliciosa de que carecen quando las fal- 
ta el cultivo, es también á expensas de su semilla. Así vemos que en- 
gordan todos los animales castrados; y que qua ido adquiere el hom- 
bre una gordura excesiva , pierde por lo común la facultad efe re- 
producirse, lo que se aplica igualmente á los dos sexos. 

Se han hecho las dos observaciones siguientes: i.' que las muge- 
re"; cuya piel , léjos de ser suave y delicada al tacto , es , por el con- 
trario, áspera y escamosa, están sujetas á la esterilidad, y son al 
mismo tiempo muy lubricas: 2. a que las que llamaban los latinos vira- 
gines, las quales, en vez de participar de la dulzura , suavidad y fle- 
xibilidad propias de su sexo, se parecen á los hombres en la fuerza 
de los músculos y en las facciones; tienen el cabello negro y encres- 
pado, el color moreno, los labios con bozo ó vello, las extremida- 
des inferiores y los dedos muy cortos, la voz fuerte, y el sudor y 
aliento con un olor semejante al que despide la lexía: se ha observa- 
do, repito, que estas mugeres están muy expuestas á los afectos his- 
téricos , á la esterilidad y á la salacidad , porque en general vienen 
casi siempre juntos estos tres vicios. 

No es fácil explicar por qué una muger que ha sido fecunda el pri- 
mer año de casada se está después doce ó quince años sin concebir, 
y luego vuelve á hacerse embarazada sin que se haya notado la me- 
nor novedad en sus facultades corporales. Fstas cosas son obscuras, 
y lo serán siempre; pero como ocurren con freqüencia semejantes 
casos, deben servir para conocer y persuadirnos que la muger que ha 
parido una vez puede executarlo de nuevo, á no ser que la sobre- 



56 EST 

venga alguna de las enfermedades de que acabamos de hablar. Fo- 
deré. 

ESTERNAL, (extremidad) Se llama así la extremidad anterior 
de la clavícula. (V. este artículo.) 

ESTERNON. ( Anat. ) Se da este nombre á un hueso impar, 
simétrico entre sí , que se halla situado en la parte media y anterior 
del pecho: es largo y como achatado ó plano, mas ancho por arri- 
ba que por abaxo, terminando inferiormente en punta: puede divi- 
dirse en caras, bordes y extremidades; de las caras una es anterior 6 
externa, y otra posterior ó interna: la primera es algo convexa, coa 
desigualdades , donde se insertan los músculos ; y la segunda es algo 
concava : los bordes son laterales , y se hallan llenos de caras articu- 
lares , donde se unen las costillas : las extremidades son dos , una su- 
perior y otra inferior. En los niños este hueso es compuesto de mu- 
chas piezas , que se unen por cartílagos ; pero con el curso de la edad 
se osifican , y solo quedan las señales. En la descripción de este hue- 
so algunos Anatómicos le consideran en tres piezas: una superior, 
gruesa y corta: otra media, mas delgada y larga; y otra inferior, 
mas pequeña que las otras dos, que es la que constituye el xifoides, 
después de haberse osificado (V. oxifoides): á esta ternilla llaman 
mucronata , y el vulgo espinilla. 

El esternón se articula con las dos clavículas por artrodia, con 
las dos primeras costillas por anfiartrosis, y con las demás verdade- 
ras por artrodia. Este hueso sirve de punto de apoyo á todas las cos- 
tillas verdaderas, y por medio de estas á la mayor parte de las fal- 
sas , por lo que se le puede mirar como la clave de la bóveda , que 
íorma la parte anterior del pecho : contribuye á la interesante fun- 
ción de la respiración por los movimientos lentos que suministra. 

ESTERNO - CLEIDO - BRONCO - CRICO - TIROIDES. 
{Anat.) Por esta palabra tan compuesta se entiende los músculos 
esterno- tiroides <6 músculos bronquiales, que son en número de dos, 
que tienen su atadura fixa á la parte superior é interna del esternón 
y a las clavículas, y suben á buscar el cartilago tiroides, estando 
cubierto por el músculo fixo llamado tiroides. Este músculo sirve 
para baxar hacia el pecho la laringe. (V. este artículo.) 

Esterno-cleido- hioides (músculo) ó simplemente estemo- 
hioides. Se da este nombre á un músculo, que se ata inferiormente 
á la parte superior é interna del esternón y á la clavícula , y se ter- 
mina superiormente á la parte inferior de la base del hueso hioides. 
Este músculo sirve para tirar hacia abaxo el hueso hioides. 

Esterno-costales. (músculos) Son cinco pares, de planos car- 
nosos , dispuestos mas ó ménos obliqüamente á manera de vendole- 
tes á cada lado del esternón sobre la cara interna de los cartíla- 
gos de la segunda, tercera, quarta, quinta y sexta de las costillas 



EST 57 

verdaderas: fe atan por un extremo á los bordes de la cara interna 
de toda la mitad interior del esternón; después van, el primero de 
cada lado sube obliqüamente hacia la segunda costilla verdadera, 
atándose en su cartílago. El segundo menos obliqüamente á atarse al 
cartílago de la tercera. Los otros van también á atarse por grados á 
las costillas siguientes , haciéndose menos obliqüos , de suerte que el 
último está casi transversalmente. Los usos de estos músculos son 
baxar las costillas superiores y tirar hacia adentro las inferiores. 

Esterno-cleido-mastoideo. ( músculo ) (Anat.) Este mús- 
culo también se llama mastoideo anterior; es largo, poco ancho y 
medianamente grueso , situado obliqüamente desde detras de las ore- 
jas hasta la parte mas baxa del cuello. Tiene inferiormente dos ata- 
duras, las dos planas, de las quales la una se une al borde superior 
de la primera pieza del esternón, y la otra á la parte mas inmediata 
de la clavícula, dexando un espacio triangular que lo cubre una 
membrana. Estas dos porciones, que los Anatómicos llaman á la pri- 
mera esternal, y á la segunda clavicular, se reúnen después y van á 
terminar á la apofise mastoides del hueso temporal , representando 
dos músculos en su situación una V, cuya punta está en lo inferior 
del cuello, y las ramas se dirigen detras de las orejas. La acción de 
estos músculos es volver obliqüamente la cabeza á su lado , y junta- 
mente adelante, encorvando hacia la misma parte la cerviz, y vol- 
viendo un poco la cara al lado opuesto. 

Ester.no -tiroideo, (músculo) (Anat.) Se da este nombre á 
uno de los músculos de la laringe, que toma origen de la parte su- 
perior del esternón, subiendo en línea recta á lo largo de la parte 
anterior, y un poco lateral de la traquiarteria , y después teimina 
en el borde inferior del cartílago tiroides anteriormente. Los usos 
de este músculo son baxar la laringe, y al mismo tiempo tirar un 
poco atrás la ternilla ó cartílago tiroides. 

ESTILETE. (Cir.) Se da este nombre á una especie de aguja 
mas ó ménos gruesa, que termina en punta, suele ser de acero, plata 
ú oro, que se emplea en la Cirugía con freqüencia para registrar fís- 
tulas , senos &c. 

ESTILO-CER ATO-HIOIDES. ( músculo ) ( Anat.) Este mús- 
culo se ata á la extremidad inferior de la apofise estilo-hioides del 
temporal (V. hueso tempcral.), y se termina en el hueso hioides 
en la unión de su base con los cuernos. ( V. hueso hioides.) Las 
fibras carnosas de este músculo por lo común están separadas para 
dar paso al tendón del músculo digástrico. (V. este arttnilo.) El 
uso de este músculo es mover obliqüamente el hueso hioides. 

Estilo- faríngeo. {Anat.) Adjetivo que pertenece á laapofife 
estiloides y á la faringe, y este es el nombre de dos músculos que 
se originan de las apofises estiloides , y terminan en la faringe. 
TOMO IV. ií 



58 EST 

Estilo-gloso, (músculo) (Anat.) Se da este nombre á uno 
de los músculos que van desde la apofise estiloides á la lengua. ( Véase 
este articulo.) 

Estilo-hioides. ( músculo ) [Anat.) Este es un pequeño mús- 
culo, que tiene origen en la apofise estiloides del hueso temporal , y 
termina en el cuerno del hueso hioides; su uso es llevar obliqüa- 
mente y lateralmente de abaxo á arriba el hueso hioides. 

Estilo-mastoideo. [Anat.) Adjetivo que pertenece á las dos 
apofises que nombra esta voz; hay varias partes que se conocen con 
esta denominación: i.° la arteria estilo-mastoidea , que pasa por el 
agujero estilo-mastoideo: 2. 0 este mismo agujero. (V. temporal.) 

ESTILOIDE. ( Anat.) Se da este nombre á una apofise del hue- 
so temporal, por razón de la semejanza que tiene á un estilete. 

ESTIMULANTES. Stimulantia, irritantia. (Mat. Méd.) 
Quando el movimiento de las fibras es lento, y pecan en general por 
debilidad , para restablecerle y ponerle en su estado natural se em- 
plean los medicamentos que se llaman estimulantes. Estos remedios 
obran de tres maneras diferentes , excitando el movimiento que se 
ha disminuido , y entonces son estimulantes propiamente dichos , 6 
restablecen las fuerzas abatidas , y constituyen en este caso los for- 
tificantes ó corroborantes,© en fin producen una contracción dura- 
ble y una reunión enérgica de las fibras , y obran como astringentes. 

Los estimulantes propiamente dichos son los que ocasionan un 
movimiento pronto y repentino en los músculos y otras partes, que 
aceleran con energía la circulación de los fluidos. Se deben contar con- 
seqüentemente en esta clase todos los medios mecánicos de excitar 
la acción vital, y aumentar la fuerza de los órganos; tales son entre 
otros la agitación del cuerpo, esto es, el exercicio , las fuertes sa- 
cudidas, las friegas con cuerpos ásperos, la flagelación, la urticacion, 
el cruximiento de las manos, los pellizcos, las picaduras, las quema- 
duras , la torcedura de los dedos , un fuerte ruido y repentino &c. 
Los medicamentos estimulantes de esta misma especie son todas las 
substancias que tienen un olor vivo y fuerte, el sabor acre y violen- 
to; y se cuentan entre ellos la conmoción eléctrica, el ácido sul- 
furoso volátil, el álcali volátil ó amoniaco, el agua de Luce, la sal 
amoniaco ó muríate de amoniaco, la sal marina ó común , el vinagre 
radical , el éter bien rectificado , el humo de tabaco , el que resulta 
de las plumas y cuernos quemados, el agua fria, el hielo &c. La ma- 
yor parte de estos remedios no se emplean sino exteriormente , ó ha- 
ciéndolos respirar á los enfermos , ó aproximándolos á las narices; 
pero esto debe evitarse quanto sea posible , porque introduciéndolos 
en las narices , como la mayor parte de los medicamentos son cáus- 
ticos, queman dichos órganos , y solo la sal marina ó la de amoniaco 
es la que se puede aplicar sobre la lengua, el humo del tabaco 



EST 59 

puede introducirse en el ano en forma de lavativas. Si se usan estos 
medicamentos interiormente, solo se pueden dar diluidos en un gran 
vehículo, particularmente el álcali y el vinagre radical. 

Los estimulantes que hemos indicado se deben administrar prin- 
cipalmente en los síncopes, las asfixias, la apoplegía y todas las de- 
mas afecciones soporosas ; en las parálisis , en los accesos histéricos 
é hipocondriacos &c. En todos estos casos se debe principiar por los 
medios exteriores , en seguida por los interiores , eligiendo los mas 
apropiados según la edad del enfermo, naturaleza de la enferme- 
dad &c. 

Fourcroy, de quien hemos formado este artículo , sigue expo- 
niendo en su arte de conocer y aplicar los medicamentos las otras 
dos especies de estimulantes, que son los fortificantes, corroborantes 
y los astringentes; nosotros lo omitimos remitiéndonos á dichos ar- 
tículos. (V. CORROBORANTES, FORTIFICANTES y ASTRINGENTES.) 

En el artículo alterantes del mismo autor se hallarán ideas que 
pertenecen á la doctrina de los estimulantes. 

Qualquiera que lea la reducida lista de estimulantes , que pone 
Fourcroy, echará de ménos las cantáridas, la mostaza, la serpenta- 
ria, la árnica &c. Pero como este autor sí propuso en su Materia 
Médica un plan clasifico de los medicamentos distinto de otros au- 
tores, se hallan dichos medicamentos, y otros también estimulantes, 
en otro lugar; ademas que la acepción de estimulantes es muy variada 
entre los autores de Materia Médica, y aun diremos mas, es bastan- 
te vaga, por tanto dice sabiamente Cullen: „Es difícil explicar el 
modo de obrar de los estimulantes, ya se consideren baxo un aspec- 
to extendido, ó mas bien limitado, porque todavía no conocemos 
bien el principio vital ó la potencia nerviosa, ni las varias modifica- 
ciones de sus diferentes estados de movilidad. Algunos Médicos se 
han imaginado que la acción de los estimulantes se podia explicar 
mecánicamente por la figura de las partículas de que se componen; 
pero la Filosofía corpuscular está hoy tan abandonada, que no creo 
necesario examinar aquí las utilidades que se han sostenido acerca de 
este punto. Sea el que fuese el modo de obrar de los estimulantes, 
creo basta advertir que solo sabemos que la potencia nerviosa puede 
tener diferentes estados de movilidad, y que hay substancias que 
aplicadas á los nervios pueden aumentar o disminuir la movilidad del 
fluido que está contenido en ellos ; llamaremos á las primeras esti- 
mulantes , y á las segundas sedativas. Se deben pues mirar en ge- 
neral los estimulantes como substancias capaces de aumentar la mo- 
vilidad, y de excitar el movimiento de la potencia nerviosa; pero es 
preciso notar aquí, que por la potencia nerviosa, en la que obran los 
estimulantes, entendemos con rigor no solo á este fluido fácil á po- 
nerse en movimiento , que está en el cerebro y los nervios , sino tara- 



6o 



EST 



bien al fluido, que está sujeto á una modificación particular en las 
fibras motrices, y que las da lo que llamamos la potencia inherente. 
También es preciso notar, que se debe distinguir la potencia esti- 
mulante de la potencia tónica: ambas obran en la misma potencia, 
y por lo común se confunden ; verdad es que pueden aumentar mu- 
tuamente los efectos que dependen de cada una; pero se deben con- 
siderar tanto por razón de su naturaleza , como de su acción , como 
objetos separados y diferentes, aunque con claridad no se pueda ex- 
plicar en qué consiste su diferencia." 

Carminan tiene por estimulantes á todo lo que es capaz de ex- 
citar en el cuerpo humano vivo el sentido ó el movimiento , ó am- 
bos al mismo tiempo ya obre desde luego en los nervios, ya en 
las fibras musculares. Muchos remedios estimulantes producen ambos 
efectos, pues la sensibilidad y movilidad, aunque de diversa natu- 
raleza , tienen mucha analogía ; de modo que estas dos dotes de los 
nervios y de los músculos se suelen excitar por el mismo remedio; 
pero no todos los remedios estimulantes son capaces de excitar al 
mismo tiempo el sentido y el movimiento, pues como nota el mis- 
mo Carminan , hay ciertos remedios , que al mismo tiempo que dis- 
minuyen la potencia nerviosa del cerebro y los nervios, por el con- 
trario excitan , aumentan ó hacen mas viva la irritabilidad de los 
músculos; por otra parte los olores y sabores excitan la sensibilidad 
de los órganos particulares del olfato y gusto, sin originar la movi- 
lidad de otros órganos. Son varios y distintos los verdaderos estimu- 
lantes en quanto á su acción ; así unos tienen una acción mas direc- 
ta en el sensorio común; otros producen sus efectos próximos é 
inmediatos en otras partes; algunos obran con tanta mas vehemen- 
cia, quanto mas viva es su acción en la parte á que se aplican, quan- 
do por el contrario otros estimulantes producen poco ó ningún efec- 
to, ni alteración ó mutación en la parte en que se ponen, excitán- 
dolos evidentes y grandes en otras partes distintas del cuerpo: no 
pocos excitan la sensibilidad y movilidad en una parte, y en otra la 
apagan; y no faltan algunos de ellos que solo estimulan una parte 
determinada del cuerpo , mientras que hay algunos que propagan y 
extienden su estímulo, su energía y virtud á todo el sistema nervioso 
y á todo el cuerpo: por esto se han distinguido los estimulantes en 
generales y particulares, y estos en específicos; y los específicos en 
específicos simples y en específicos evacuantes , según que se ha creido 
tenían virtud determinada de promover tales ó tales evacuaciones. 

Todo el mundo sabe que hay varios medicamentos que obran 
específica y determinadamente en ciertos órganos , al paso que no 
afectan ni producen ninguna mudanza en otros, y así se ve que apli- 
cado el tártaro emético á los ojos no los estimula, y lo hace en un 
grado extraordinario en el estómago: otros medicamentos estimulan. 



EST 6r 

las vías de la orina y no el estómago y los intestinos, y otros lo ha- 
cen en estos y no en el estómago ni en las demás partes; de aquí han 
nacido las varias clases de medicamentos purgantes, eméticos, diuré- 
ticos &c v ( V. todos estos artículos y el de doctrina de brown.) 

ESTIO. {Hig.) [ El estío es una de las estaciones del año, que 
principia quando la distancia meridiana del sol al zenit es la mas 
corta, y acaba precisamente quando esta distancia está entre la mas 
corta y la mas larga, es decir, en el término medio entre las dos, 
que es el otoño. 

El verano ó estío tiene sobre los cuerpos una acción muy cono- 
cida, rarefaciendo el ayre, relaxando las partes sólidas, y dando mo- 
vimiento á todos los humores. La acción de los rayos del sol , ó del 
que traen ellos abre los poros del cutis, excita una transpiración 
violenta , y á veces un sudor tan abundante , que impide ó estorba la 
digestión y demás funciones. La reacción de los sólidos sobre los lí- 
quidos es incompleta, la circulación lenta, el cuerpo abatido , la cabeza 
débil, y el espíritu lánguido; lo que regularmente dispone las enfer- 
medades á tomar caractéres evidentes de putridez y de malignidad. 

Por lo dicho se ve quan imprudente seria hacer tanto exercicio 
en verano como en las demás estaciones, sobre todo en medio del 
día, en que el sol produce mayor cantidad de calor: apénas el ayre 
dexa respirar en aquellos momentos, y lo mismo quando se acerca 
alguna tempestad. Entonces es bueno frotarse las manos con vinagre, 
respirarlo y esparcirle por el quarto en que uno habita, ó regarlo 
con agua; por cuyo medio se consigue respirar mas fácil y agrada- 
blemente. Quando en verano ó en qualquier otra estación se acaba 
de hacer un exercicio violento , y la transpiración es abundante, 
es muy peligroso ponerse á descansar en parte donde corra el ayre; 
pues aun los mismos que no han hecho exercicio alguno no dexan de 
tener algún riesgo en semejante parage. Esta falta de cuidado es 
ciertamente la causa de una multitud de resfriados, de fluxiones, in- 
flamaciones locales, reumatismos y otros muchos males. 

Los italianos y españoles nos enseñan que para librarse del gran 
calor del verano se deben cerrar bien las habitaciones antes que el sol 
haga sentir toda la fuerza de su acción. Este método se observa muy 
poco en Francia ; abren inconsideradamente las habitaciones con 
riesgo de ser sofocados por el ayre caliente que viene del Mediodía, 
ó incomodados del ayre frió que viene del Norte. 

En general deben abrirse los quartos quando uno sale de ellos, 
pero tenerlos bien cerrados quando uno está en ellos con sosiego : es 
menester poner mucho cuidado en que no quede ninguna puerta ni 
ventana abierta miéntras uno duerme, ni ponerse en camisa á laven- 
tana con pretexto de tomar el ayre; esto puede impedir la transpi- 
ración y causar gravísimos daños. 



62 



EST 



Quando uno hace ejercicio y suda es menester no descansar muy 
de repente, sino andar un poco mas despacio algún tiempo des- 
pués , para ir templando de este modo el excesivo movimiento de los 
sólidos y de los fluidos. Sobre todo es menester evitar el sentarse 
sobre mármol, piedra ó yerba fresca; cuidado que se debe tener en 
ciertas épocas, y que puede ser de mas importancia para las mugeres. 

Quando se siente mucho calor es bueno mudarse la camisa y 
frotarse todo el cuerpo con un pedazo de bayeta ó lienzo -bien se- 
co; y si esto no puede hacerse, beber un vaso de vino puro , que no 
esté ni frió ni caliente. Es muy malo en tal caso el echarse en el 
agua, aunque tenga un temple igual al de la atmósfera; es preciso 
aguardar que los sentidos estén sosegados y la transpiración dismi- 
nuida: no digo con esto que en verano no sean muy útiles los baños 
frios, pues como se tomen con precaución , es decir , por la noche ó 
por la mañana, serán muy saludables aun á las personas mas delicadas. 

En las provincias meridionales puede uno vestir ropas muy lige- 
ras en verano; pero en las septentrionales siempre debiera ser de pa- 
ño la casaca ó vestido exterior, procurando ponerse los calzones y 
chaleco de una cosa fresca y ligera. Por la noche es preciso abrigar- 
se algo mas en aquellos paises en que el ayre suele refrescar; esto es 
importante, sobre todo en los puertos de mar, y para las gentes ya 
de cierta edad. En los parages en que se siente el sereno es peligro- 
so ponerse á él sentado y sin movimiento quando uno se levanta , y 
con mas razón el dormir en él , pues los vapores húmedos y frios 
que produce pueden traer accidentes funestos. Por esta causa varias 
gentes han adquirido reumatismos rebeldes , otros han sido entera- 
mente privados de la facultad de moverse , y no pocos han perdido 
la vida. 

En verano suele uno comer mucho ménos que en las demás de 
las estaciones, por cuya razón deberemos poner mucho cuidado en 
la qualidad de los alimentos. Las carnes muy substanciosas y los ali- 
mentos cálidos deben usarse con mucha parsimonia. La naturaleza nos 
presenta en verano con abundancia los alimentos que mas nos con- 
vienen. Para esto cubre la tierra de plantas leguminosas, frescas y 
húmedas , y de frutas blandas y aquosas , es decir , para que sea nues- 
tro principal alimento. 

En los paises cálidos vemos que las gentes comen parcamente al 
medio dia, contentándose con alimentos poco nutritivos y de fácil 
digestión , y por la noche toman únicamente frutas ó helados que dan 
tono á sus estómagos. 

En verano es preciso beber mucho en la comida. El vino agua- 
do, la cerveza y la cidra son muy saludables á todo pasto, y al úl- 
timo de la comida se puede beber un vaso ó dos de buen vino. Tam- 
poco es malo , como sea con moderación , el uso de los licores espi- 



EST 



rituosos, para restituir á los sólidos un vigor perdido, y de este rr.o- 
do llamar al calor, que continuamente se escapa desde el centro á la 
circunferencia. Esta es la costumbre de los pueblos que habitan los 
climas mas ardientes de las Américas. 

Acabado de comer es menester abstenerse de toda bebida fresca 
por naturaleza , como xarabes , agua de limón , horchata &c. , porque 
cortan la digestión ; pero algunas horas después será muy buena qual- 
quiera de las bebidas insinuadas; pero particularmente la cerveza, 
que nutre al mismo tiempo que refresca , y por esta parte no puede 
confundirse con ningún otro refrescante. J 

ESTIPTICO. (Mat. Méd.) * Esta voz viene del griego, 5' sig- 
nifica encoger. Los estípticos son unos remedios propios para detener 
las hemorragias. Quando una hemorragia considerable se ha deteni- 
do por medio de absorventes ó de estípticos , la causa de la supre- 
sión es siempre un cuajaron de sangre, que está contenido por la com- 
presión de modo que tapa el orificio del vaso : este cuajaron tiene dos 
partes, una afuera y otra adentro del vaso; la de adentro está for- 
mada por la última gota de sangre, que coagulándose se ha incorpo- 
rado con las hilas, el agárico y los polvos que han servido para de- 
tener la sangre ; aquellas dos partes no forman muchas veces mas que 
un solo cuajaron todo de una pieza, que por afuera el vaso hace co- 
mo una especie de cobertera , y tiene por la parte de adentro la figu- 
ra de un tapón : una y otra contribuyen á detener la sangre por me- 
dio de la solidez que adquieren con la coagulación, por su adheren- 
cia interna con las partes interiores de los vasos, y externa con su 
orificio exterior. Con los estípticos y los escaróticos el cuajaron se 
forma mas pronto que quando no se emplean sino absorventes ó sim- 
ples astringentes. En el primer caso el cuajaron ocupa mayor espa- 
cio en la cavidad del vaso, y el tapón entra mas adentro; la tapa- 
dera ó la porción externa del cuajaron es también mas espesa, pues 
al mismo tiempo que los estípticos y los escaróticos coagulan la san- 
gre, queman también una porción del vaso y de la carne adyacente, 
que incorporándose con la sangre coagulada, forman con ella una 
tapadera mas espesa y mas ancha. 

El mas común y acaso el mejor de todos los estípticos es ei al- 
cohol ó espíritu de vino puro; con él se detienen las hemorragias in- 
mediatamente; se precave la putrefacción , y se forma una escara só- 
lida aunque delgada: por esto es la base de los secretos mas celebra- 
dos para detener las hemorragias, pe>o no es un estíptico universal, 
ni conviene en todos los casos: lo mismo sucede con el estíptico de 
Colbach, con el estíptico balsámico del Dr. Catón, con el estíptico 
real, y con el estíptico, que llaman bola medicinal, compuesto de 
limaduras de acero, y de una cantidad igual de tártaro, porfirizados 
con aguardiente que sea bueno ( V. astringentes.) *. 



6 4 EST 

ESTÓMAGO. (Anat.) Es una viscera ó entraña que los latinos 
llaman stom.uhus y ventriculus , y los griegos cró^yoí , y según 
otros gaster y saccus. Esta viscera forma un grande saco membra- 
noso destinado á !a digestión de los alimentos, que recibe por el con- 
ducto del esófago. Su figura se parece algo á la de una gayta: es 
oblonga, corva , ancha por un extremo y angosta por el otro; pero 
esta figura se presenta mejor en un estómago lleno de ayre. En este 
estado todas las secciones del estómago son circulares : las que cor- 
responden al sitio del esófago son las que tienen mayor diámetro: el 
de las demás va en diminución hacia una y otra extremidad. Se dis- 
tinguen en el estómago dos caras , una anterior y superior , y la otra 
posterior é inferior: dos bordes, uno superior y posterior, cóncavo 
y de poca extensión, llamado corvadura pequeña, y otro inferior 
y anterior, convexo y mucho mas extenso, que es la grande cor- 
vadura; y dos extremidades, una izquierda muy grande, que es el 
fondo del saco , y otra derecha mucho menor. En el feto estas ex- 
tremidades están tan juntas, que el estómago parece casi redondo. 
Se hallan en el estómago dos aberturas , una superior y un poco an- 
terior, en la qual remata el esófago, y se llama cardia\ y otra in- 
ferior y posterior, en que comienza el intestino duodeno, y tiene 
el nombre de piloro. El estómago está echado transversa y obliqüa- 
mente en la región epigástrica ; pero de modo que la mayor porción 
de su parte media y toda su grande extremidad ocupan el hipocon- 
drio izquierdo, y la extremidad pequeña el epigastrio, adelantán- 
dose un poco hácia el hipocondrio derecho ; y su grande extremidad 
se halla un poco mas alta que la pequeña. Sin embargo , esta situa- 
ción no es la misma en el cadáver que en el hombre vivo. En el ca- 
dáver el esófago baxa, y el piloro sube; la grande corvadura del es- 
tómago es enteramente inferior y la pequeña superior , y su cara 
anterior toca al peritoneo. En el hombre vivo como la resistencia 
de los intestinos empuja al estómago, su cara anterior es un poco 
superior, y la posterior algo inferior; la pequeña corvadura se incli- 
na atrás, y la grande adelante; y aun todo esto varía después que 
hemos comido , porque entonces el estómago se eleva de modo que 
Ja grande corvadura toca al peritoneo, la pequeña está totalmente 
atrás , y de sus dos caras la una se hace visiblemente superior , y la 
otra inferior. 

El hígado cubre casi todo el estómago, excepto por detras y 
la izquierda, donde esta viscera toca inmediatamente al diafragma; y 
por delante hácia su parte media , en que toca al peritoneo. El bazo 
está apoyado contra su grande extremidad , á la que le ata el gran- 
de omento. La cara posterior é inferior del estómago descansa sobre 
el mesocolon transverso , y sobre una porción del intestino colon. 
El apéndice xifoides corresponde cerca de la parte media del estó- 



EST 65 

«lago. Sus dos orificios miran atrás, y su intervalo le ocupa el lóbu- 
lo de Spigelio , y mas posteriormente el tronco de la aorta. El gran- 
de y el pequeño omento nacen , como hemos dicho , de las dos cor- 
vaduras del estómago, y este tiene detras de sí parte del páncreas, 
de las cápsulas renales, y del hígado. Hemos dicho que el estómago 
recibe los alimentos por el esófago (V. este artículo.), y también 
hemos expuesto la situación, figura y conexiones de este saco: solo 
nos resta exponer las membranas que le forman , los vasos que le 
riegan , y los nervios que le hacen tan sensible. 

La membrana externa) llamada también tíinica común, por- 
que viene del peritoneo , que da una túnica semejante á la mayor 
parte de las visceras del vientre, es una membrana simple, firme, 
exteriormente lisa, y sembrada de vasos pequeños, la qual afirma las 
fibras musculares del estómago , de suerte que rota ella no puede el 
estómago retener el ayre, ni conservar su figura. Viste esta mem- 
brana toda la superficie del estómago, excepto sus dos corvaduras, 
donde apartadas las dos láminas de uno y otro omento, dexan un 
espacio desnudo de membrana externa , mas ancho en la corvadura 
menor, y mas angosto, pero mas largo en la mayor, que le llena 
un texido celular floxo y pingüedinoso. En la corvadura menor se 
alojan en este texido los principales ramos de los nervios vagos y 
de las arterias y venas coronarias , muchas glándulas conglobadas , y 
grandes vasos absorventes. El texido celular de la corvadura mayor 
recibe las arterias y venas gastro-epiploicas , algunos nervios pequeños, 
y una serie de glándulas conglobadas. En todo el resto del estóma- 
go, conforme este texido celular se aparta de una y otra corvadura, 
se adelgaza y condensa de manera , que en medio de una y otra cara 
del estómago une tan estrechamente la membrana externa con la 
musculosa , que es muy difícil separar la primera de la segunda. 

La túnica musculosa consta de muchos planos de fibras, que 
pueden reducirse á tres. El primero, que es el externo, le com- 
ponen las fibras longitudinales del esófago, las quales quando lle- 
gan al estómago , se esparcen por él á modo de estrella. Parte de 
ellas por la corvadura pequeña del estómago van al piloro, y al- 
gunas pasan al duodeno, donde desaparecen. Estas son las que prin- 
cipalmente elevan el piloro, y le arriman al esófago. La mayor par- 
te de las fibras de este plano, entre los dos orificios del estómago, 
mudando de dirección baxan á una y otra cara del estómago, y si- 
guen su longitud. Otra porción en fin se dirige á la izquierda á bus- 
car el fondo del estómago. El segundo plano se compone de fibras 
transversales, que forman círculos que circuyen el estómago. Los pri- 
meros círculos ó anillos rodean el fondo de esta viscera, y los demás 
van sucesivamente hasta el piloro, donde forman un anillo robusto 
en el sistema de la válvula, deque hablaremos mas adelante. Los 

TOMO IV. I 



66 



EST 



mas de estos anillos son obliqüos, y se entrecortan ligeramente, y 
todos angostan la cavidad del saco. Las fibras del tercer plano mus- 
cular vienen de las circulares del esófago, las quales atrayendo este 
conducto por el lado izquierdo , pasan por delante y por detras de 
él al lado derecho á modo de dos vandas anchas, que se echan so- 
bre una y otra cara del estómago , y siguen su longitud hasta cerca 
del piloro donde rematan. Estas fibras parece que pueden cerrar el 
esófago. 

En medio de las dos caras de la pequeña extremidad del estó- 
mago, se encuentran dos tiras blancas, que corriendo entre la túni- 
ca musculosa y la externa, muy asidas á esta, van á fenecer en el 
piloro. Estas tiras son las que Haller llama ligamentos del piloro. 
•Todas las fibras de la túnica musculosa son ramosas , de modo que 
se cortan unas á otras en ángulos obliqüos, y se anastomosan mutua- 
mente; por lo que dexan entre sí varias areolas, en las quales no 
hay túnica muscular entre la externa y la nérvea. 

Media entre la túnica muscular y la nérvea la segunda tela ce- 
lular mas floxa que la primera, por la qual se desparraman los mas 
de los vasos sanguíneos del estómago , y forman en ella una red , cu- 
yas pequeñísimas ramificaciones pasan á la túnica nérvea. Así en esta 
tela como en la primera se exhala un vapor, que en muchas enfer- 
medades se condensa , se pega á ellas , y las endurece. 

La túnica nérvea , que es continuación del cútis de la boca , de 
las fauces y del esófago, es blanca , firme, muy sensible , y mas grue- 
sa que en los intestinos. Su cara externa continua con la segunda tela 
celular es lisa: la interna forma varias eminencias, que son la basa y 
fundamento de las arrugas de la túnica vellosa. Si se sopla la túnica 
nérvea por una pequeña incisión , se disuelve en un texido esponjoso 
blanquísimo como en los intestinos. Fundado Sabatier en este expe- 
rimento, duda de la existencia de esta túnica, y cree que en nada 
se diferencia de la segunda tela celular. Pero la grande sensibilidad 
de la túnica nérvea parece que la distingue bastante de una tela que 
tiene muy poca , lo que prueba , que los filamentos de gran parte 
de los nervios , que van al estómago, rematan en aquella túnica. Por 
otra parte, que el ayre introducido en las celdillas de la membrana 
nérvea la convierta en un texido celular denso, como lo demuestra 
la maceracion. Ata la túnica nérvea á la vellosa la tercera tela celu- 
lar, gruesa y bien perceptible si se sopla por un agujerito hecho en 
la membrana vellosa. En esta tela se halla la última red vasculosa, 
formada por ramitos tan sutiles como numerosos , que vienen de la 
túnica nérvea, y rematan en la vellosa que penetran. 

La tánica vellosa ó felpuda, que los antiguos llamaron con 
bastante propiedad fungosa , es una membrana simple , blanca , pa- 
jiza ó bermejiza, y muy blanca quando se separa de la túnica nér- 



EST 67 

vea. "Es continuación de la epidermis, y como á tal destruida fe re- 
genera , y con su insensibilidad modera la sensibilidad de la túnica 
nérvea, á la que desnuda solo el contacto de los alimentos causaría 
un continuo dolor. Tiene la túnica vellosa mucha mas extensión que 
las demás del estómago, pues envuelve todas las eminencias de la 
túnica nérvea , y forma muchos pliegues ó arrugas que se ven en la 
cara interna del estómago mas ó ménos elevadas , según esta viscera 
está mas ó ménos dilatada. Parte de estas arrugas son continuación de 
los pliegues longitudinales del esófago , que al rededor del cardia se 
extienden algún trecho á modo de rayos. Los demás pliegues, que 
son mayores , corren casi longitudinales, aunque variamente entrela- 
zados, desde el fondo del estómago hasta el piloro. Aquí los dos 
planos interiores de la túnica muscular , ia nérvea y la vellosa, forman 
un pliegue mayor , blando y resbaladizo, en figura de anillo cónico, 
cuya base mira al piloro, y su punta fruncida al duodeno. Á este 
pliegue circular se da nombre de válvula del piloro ; porque se 
opone por su estrechez á que los alimentos pasen del estómago al 
duodeno antes que estén suficientemente preparados (V. digestión.) 

En la cara interna de la túnica vellosa se ven algunos pelitos á 
modo de vello mas cortos que en los intestinos, de donde le vino 
el nombre de vellosa. Se encuentran también muchos poros mas nu- 
merosos cerca del piloro , que exhalan continuamente una especie de 
linfa que baña toda la cavidad, de suerte que por mas que se enxu- 
gue luego vuelve á humedecerse , como lo ha observado muchas ve- 
ces Spallanzani. Algunos autores dicen que estos poros son los ori- 
ficios de los conductos excretorios de otras tantas glandulitas aloja- 
das en la tercera tela celular, que segregan el xugo gástrico \ pero 
ni el humor que se exhala de aquellos poros creemos que él solo 
constituye el xugo gástrico, ni el gran número de glándulas, que 
según aquellos autores debería haber, se han descubierto hasta ahora 
en el estómago. 

No por eso negamos absolutamente como Sabatier la existen- 
cia de estas glándulas. Haller las ha visto una ó dos veces bien dis- 
tintas, para poder conocer que eran unas criptas ó folículos mem- 
branosos simples, lenticulares, huecos, situados en la tercera tela 
celular, y cuyo corto conducto excretorio se abría en la túnica ve- 
llosa; y Spallanzani las ha visto también en algunos animales de es- 
tómago membranoso como el del hombre. Esto supuesto, de que 
algunas veces no se halle ninguna de estas glándulas, solo podemos 
inferir, que por ser pocas y pequeñas es difícil descubrirlas. No du- 
damos que estas glándulas segreguen un verdadero xugo gástrico; 
pero la gran cantidad de este humor, que se recoge en el estómago, 
no permite creer que no tenga otro manantial que aquel ; y la singu- 
lar, y tan compuesta naturaleza de este xugo parece que no es 



68 ÉST 

compatible con que se segregue de la sangre por meros poros exha- 
lantes sin ningún aparato glanduloso, quando vemos que la natura- 
leza ha puesto tantas glándulas en la boca para la secreción de la 
saliva , y en el esófago para la del humor esofágico. Creemos pues 
que el xugo gástrico en el estómago es un compuesto de la saliva y 
del humor esofágico, que baxan á aquella viscera, de la linfa que se 
exhala en su cavidad, y del xugo que segregan las glándulas estoma- 
cales. (V. DIGESTION^ XUGO GASTRICO.) 

^ El estómago tiene muchos vasos sanguíneos y nerviosos. Sus ar- 
terias son la coronaria estomática, la pilorica superior, y la gastro- 
epiploica; los vasos breves anteriores; las arterias gástricas superio- 
res, y la gastro-epiploica izquierda. Las venas que corresponden á 
estas arterias son las pilóricas , las coronarias estomáticas derecha é 
izquierda , las gástricas posteriores , las gastro-epiploicas derecha é 
izquierda , y los vasos breves venosos. Los vasos absorventes de esta 
entraña se han descrito en el artículo absorventes. Los principa- 
les nervios del estómago son los vagos después que toman el nombre 
de^ cordones estomáticos. El gran plexo que el cordón posterior 
unido con algunos filamentos del anterior forma á modo de corona 
al rededor del orificio superior del estómago, es el que da á esta 
parte su exquisita sensibilidad. Con los ramos de los nervios se jun- 
tan otros del plexo coronario estomático, que van á la grande ex- 
tremidad del estómago, y del mismo plexo el ramo gastro-epli- 
ploico izquierdo que sigue la grande corvadura de esta entraña. De 
los plexos epático y esplénico salen también ramos, que mezclados 
con otros de los vagos van al estómago. Atendiendo al gran número 
y calidad de tantos nervios que van al estómago, no es de admirar 
ni su mucha sensibilidad ni su gran correspondencia con tantas partes 
del cuerpo. 

Los usos del estómago quedan expuestos en el artículo diges- 
tión , adonde nos remitimos. Ext. de B. 

ESTORAQUE LÍQUIDO. (Mat. Méd.) Se da este nombre 
á una substancia resinosa, tenaz, un poco mas espesa que la tremen- 
tina, de un color pardo, un olor muy subido, y de un sabor acre, 
penetrante y aromático. La mayor parte de autores dudan que sea 
un producto de la naturaleza , y le miran mas bien como una subs- 
tancia facticia. En esta incertidumbre , que impide tomar un partido 
seguro, nos hemos determinado á decir con algunos botánicos que 
el estoraque líquido se extrae de unos árboles que llaman liquidam- 
bar arbor, seu styraciflua aceris folio ,fructu tribuloide. Linneo 
designa esta planta con esta frase liquidambar foliis palmatis an- 
gulatis. Este árbol parece se cria en América en varias partes de 
aquella región. También se dice que se cria en las islas del mar Ro- 
xo. En qualquiera parte que se crie , y tenga el origen que quiera esta 



ETE 69 

droga, su uso interior no es muy seguro, y así es que se emplea 
mas comunmente al exterior como que es un emoliente, resolu- 
tivo y digestivo. Entra en un ungüento que se llama de estoraque, 
que es muy útil para corregir la putrefacción y la gangrena. X)íC- 
iionnaire de Matiere Medícale. 

Estoraque sólido. ( Mat. Méd.) Hay dos especies de esto- 
raque sólido, el calamita y el ordinario ó en masa; el primero es 
una substancia resinosa, gomosa, grasa, tenaz, frágil ó quebradiza, 
compuesta de pequeñas masas informes, de un olor muy suave y de 
un color rosado. El segundo, que es el común, no se diferencia del 
precedente sino en el color, que es de un rosado amarillo ó negro, 
y está en trozos mas gruesos. El primero dicen que son las lágrimas 
que destilan los árboles de donde se extrae, y por consiguiente es el 
mas puro ; y el segundo sale abundantemente por las grandes incisio- 
nes que se hacen en los árboles para extraer dicha substancia. Esta 
goma-resina que se extrae del styrax vulgaris off. se coloca en el 
número de las substancias aperitivas, tónicas, incindentes y pecto- 
rales ; se administran á los asmáticos y á los que no tienen tos , en 
forma seca desde quatro granos hasta quince. Esta substancia se em- 
plea en fumigaciones para los adormecimientos , la parálisis y el reu- 
matismo. Dictionaire de Matiere Medícale. 

ESTORNUDO. {Med.) (V. el género 11 de la clase de an- 
helaciones.) 

ESTORNUTATORIOS. Se da este nombre también á los er- 
rinos. (V. este artículo.) 

ESTRAMONIO. { Mat. Méd.) Son varias las especies que hay 
de esta planta; pero la que se emplea alguna vez en Medicina es el 
que caracteriza Linneo con la frase siguiente Datura pericarpíís 
sfinosis erectis datura stramonium &c. Esta planta es un pode- 
roso narcótico tomada interiormente , y se ha tenido como un vene- 
no, que no debia emplearse hasta que Stork la empleó en sus ensa- 
yos con otras plantas de su especie, y así es que reduxo el xugo es- 
pesado de esta planta á la consistencia de extracto, y lo empleó con 
alguna utilidad en la manía, epilepsia, y en otras enfermedades con- 
vulsivas ; pero otros autores no convienen en la utilidad de este re- 
medio. Aunque el estramonio no tenga una virtud específica, como 
los narcóticos suelen alguna vez convenir en las manías y epilepsias^ 
no es extraño que esta planta, siendo igualmente narcótica, haya 
surtido buenos efectos , como refiere Stork en los Ensayos que hizo 
en Viena , y Obhelio en Stockolmo con feliz éxito. 

ÉTERES. {Mat. Méd) Llamamos éteres á unos licores que 
preparamos con el alcohol y los ácidos concentrados. Esta voz, que 
usamos en plural , por distinguir tantas especies de éteres como ácidos 
hay susceptibles de eterificarse con el alcohol, ha venido sin duda de 



7o ETE 

la volatilidad de estos licores que han comparado al rarísimo fluido, 
que suponían existir mas arriba del ayre , y de que varios físicos lle- 
naron á su satisfacción el sistema de sus mundos planetarios. Sin em- 
bargo de conocerse quatro especies de éteres , esto es, el éter sulfú- 
rico ó vitriólico , el éter nítrico 6 nitroso , el muridtico y el acético; 
se indica mas particularmente con el simple nombre de éter la primera 
especie , que es la que se usa mas general y freqüentemente. £1 éter 
sulfúrico ó vitriólico fué descubierto primeramente por un químico 
alemán llamado Frobenio. El modo de prepararlo es destilando una 
mezcla de alcohol rectificado y de ácido sulfúrico concentrado en 
partes iguales; esta operación se describe por menor en el Diccionario 
de Química y Farmacia de Fourcroy. Aquí haremos únicamente al- 
gunas observaciones generales que el Médico debe tener presentes an- 
tes de recetar este medicamento: i.° el éter no se destila hasta que la 
mezcla del ácido sulfúrico y del alcohol está elevada al temple del 
hervor: 2° á la primera destilación sale siempre con mezcla de áci- 
do sulfúrico, y debe rectificarse con un álcali ó una tierra alcalina 
antes de hacer uso de él: 3. 0 las qualidades que distinguen el éter 
son un olor fragranté aromático muy agradable, una ligereza y una 
volatilidad tales como al temple de treinta y dos ó treinta y quatro 
grados del termómetro de Reaumur; está en vapor ó en fluido elás- 
tico, una gran inflamabilidad con una llama elevada y un poco de 
hollín , una apariencia oleosa , tal como queda en la superficie del 
agua, sin que parezca mezclarse con ella, aunque se disuelve ente- 
ramente en diez partes de este líquido, la fácil unión con las resinas, 
las partes colorantes vegetales , los acey tes volátiles , algunas sales &c: 
4. 0 aun no se ha encontrado completamente la teoría de la forma- 
ción del éter ; únicamente se sabe que es una modificación del alco- 
hol, que no producen con facilidad sino los ácidos cuyo oxígeno se 
separa fácilmente; que el oxígeno de los ácidos se dirige á una parte 
del hidrógeno del alcohol, y que se forma de agua. Todo esto, co- 
mo se ha dicho en el Diccionario de Química de Fourcroy con toda 
la extensión y exactitud que exigen los profesores de esta ciencia; 
por lo que en este artículo insistiremos mas particularmente sobre 
las propiedades medicinales del éter. Observamos primeramente que 
el éter sulfúrico por razón de su volatilidad no debe quedar en el 
estómago baxo forma líquida, antes al contrario debe tomar y con- 
servar la forma de gas, penetrar en todas las cavidades, ocupar un 
grandísimo espacio casi inmediatamente después de introducido en 
el cuerpo, y obrar á un mismo tiempo sobre un gran número de 
puntos. Mr. Lavoisier en una Memoria insertada con las de la Socie- 
dad de Medicina , ha insistido mucho sobre este estado del éter en 
la economía animal , y ha hecho ver de quánta influencia debia ser 
este conocimiento sobre la administración medicinal, siendo en el dia 



ETE 71 

mas exacto que el que se tenia hasta ahora. Este medicamento es 
uno de los que han tenido mas uso de quarenta años á esta parte, y 
cuyos efectos sabemos apreciar y dirigir mejor; también podemos 
decir que se ha adelantado mas sobre esto de veinte años acá , que 
desde el primer descubrimiento de este producto químico. Las luces 
de los Médicos químicos, y la experiencia medicinal que han produ- 
cido, han dado sobre todo á conocer que se podia dar en mas dosis 
que se daba antes, y que aun se podían esperar con esta dosis efec- 
tos mucho mas útiles. Antes apénas se atrevían á recetarlo en la 
dosis de algunas gotas, y aun estas mezcladas en alguna bebida para 
tomarla á cucharadas ; hoy dia se toma media dracma en tres ó qua- 
tro veces. Está igualmente reconocido que no debemos hacer un 
uso continuado de este remedio, no sea que su acción se debilite y 
quede reducida á nada con el hábito; y que vale mas emplearlo de 
seguido en pocos dias y en buena dosis , quando está realmente in- 
dicado , que continuarlo por mucho tiempo en cantidades que equi- 
valían á infinitos males. 

Son infinitos los usos del éter en la Medicina, lo mismo que sus 
propiedades y sus virtudes. Aunque las mas veces se recete como 
tónico, antiespasmódico, carminativo y calmante, al parecer pro- 
duce muchas veces efectos encontrados; tal es sobre todo su acción 
emética y purgante- El primer efecto suele verificarse muchas veces 
quando se da en los dolores ó cólicos de estómago en los casos en 
que esta viscera está cargada; en las indigestiones ó digestiones muy 
lentas , como reduciéndose á gas distiende repentinamente el estó- 
mago, provoca en tal caso el movimiento antiperistáltico, y alivia 
de repente evacuando esta viscera. Esta observación puede aprove- 
charnos para emplear el éter como vomitivo para las personas deli- 
cadas y sensibles , para quienes es temible el efecto del tártaro esti- 
viado ó emético, y aun de la ipecacuana; haciendo tomar primera- 
mente tres ó quatro vasos de agua tibia , y tras ella la quarta parte 
de una dracma de éter desleído con agua y azúcar , se logrará el sa- 
cudimiento del estómago. Quando penetra hasta los intestinos pro- 
duce á veces por distensión el efecto pungente. Las mas veces se da 
el éter sulfúrico como calmante, tónico, antiespasmódico en los ac- 
cesos histéricos é hipocondriacos, en los dolores idiopáticos ó sinto- 
máticos, en las convulsiones , en los cólicos ventosos y nerviosos, y 
en las calenturas nerviosas y malignas. Unas veces se prescribe solo y 
en la dosis de algunas gotas con azúcar, encargando á los enfermos 
que lo traguen apriesa y cierren luego la boca; otras veces mezclado 
con agua y azúcar , con agua, xarabe, aguas destiladas aromáticas, 
tinturas alcohólicas &c. No se debe mezclar con las substancias has- 
ta el preciso momento en que se ha de tomar, pues de otro modo 
se reduce absolutamente á cero algunas horas después que se ha pre- 



72 ETE 

parado en las bebidas mas ó ménos compuestas con qoe se mez- 
cla , y que á veces están veinte y quatro ó treinta y seis horas en 
casa del enfermo antes que este las acabe de tomar. 

También produce excelentes efectos en caso de envenenamiento* 
y siempre que á un dolor muy agudo se une la debilidad con ansias 
y convulsiones. Se dexa conocer claramente que no puede traer el 
menor peligro en razón de su volatilidad extrema y de su estado 
de gas. Su virtud carminativa depende de esta misma propiedad de 
reducirse á gas , y de forzar á los intestinos á desembarazarse de los 
fluidos elásticos que los tienen distendidos en las afecciones ventosas. 

De algunos años á esta parte se ha mirado como específico en 
dos casos que se presentan muy á menudo en la práctica ; el uno es 
relativo á su virtud sedativa, que hace calmar, y aun destruir ente- 
ramente el movimiento periódico de las calenturas; en tal caso se une 
con el láudano líquido de Sidenham ; y regularmente corta las calen- 
turas intermitentes, que resisten muchas veces á la curación metódica. 
Mr. Duchanoy y Desbois, Médicos de París , describen el buen éxito 
que Iográron por este método. La otra propiedad es relativa á la 
disolución y evacuación de las piedras biliares , aplicación útilísima 
de que somos deudores á Mr. Durande, Médico de León ; este cree 
que el vapor del éter llega por el canal colidoco , y aun atravesando 
los intestinos hasta la vesícula de la hiél, donde ablanda el cálculo 
biliar; este cálculo expuesto al vapor del éter se ablanda efectiva- 
mente por la acción de este vapor según la experiencia del sabio 
Médico de Dijon; quien asocia la trementina con el éter para las per- 
sonas poco sensibles , y lo mezcla únicamente con la hiema de huevo 
para las gentes que padecen dolores, constipación, dolor de entra- 
rlas &c. Los éxitos favorables que ha logrado con esto, y que ha da- 
do á conocer en varias disertaciones, deben llamar la atención de 
los Médicos. 

Resulta de lo dicho que las propiedades y usos del éter son ex- 
tremadamente útiles y variadas en la Medicina, que habrá pocos re- 
medios que puedan llenar tantas indicaciones, ni corresponder á tan- 
tas miras; sin embargo aquí Ijemos expuesto únicamente las genera- 
lidades, y no hemos descrito todos los casos en que tiene uso el éter, 
y cuya variedad numerosa se dexa conocer fácilmente por la de los 
diversos efectos que hemos descrito. Baste decir que hay muy pocos 
casos en que se trate de calmar y hacer cesar el espasmo, en que 
no sea de la mayor utilidad; que administrado como conviene no 
puede traer el menor inconveniente esta especie de medicamento, y 
llena una multitud de indicaciones importantes. Ha habido personas 
que lo usaban habitualmente, y que lo tomaban diariamente después 
de comer, del mismo modo que un licor qualquiera; pero es preciso 
convenir qae esta costumbre casi inutiliza del todo sus efectos ea 



ETI 73 

caso de enfermedad , y que contraerla es de consiguiente privarse de 
un recurso de la mayor utilidad. F. 

Eter acético. ( Mat. Méd. ) Es el nombre que damos al éter 
formado por el ácido acético ó vinagre radical. No suele tener uso 
en la Medicina , aunque algunos autores lo han recomendado como 
mas suave que los demás éteres. Es preciso notar que es el menos 
eterado y ménos activo que todos los éteres que se emplean ordi- 
nariamente. F. 

Eter nítrico. [Mat. Méd. ) El éter nítrico es el formado por 
el ácido del mismo nombre. El pormenor de su preparación, igual- 
mente que el de la preparación de los demás, se halla como se di- 
xo en el Diccionario de Química y Farmacia , adonde pertenece. Al- 
gunos Médicos han creido que este éter tenia mas volatilidad , y era 
mas calmante que el éter sulfúrico ; pero los mas no hacen de él nin- 
gún uso, y acaso este partido es el mas prudente si nos acordamos 
que Scheeí ha encontrado en todos los éteres algún resto del ácido 
con eme se formó. F. 

Eter sulfúrico. ( Mat. Méd. ) El éter sulfúrico es el que re- 
sulta de la acción del ácido de este nombre sobre el alcohol: esta 
misma especie de éter es la conocida también con el nombre de éter 
vitriólico , y es el mas usado. F. 

Eter vitriólico. ( Mat. Méd.) (V. éter sulfúrico.) 

ESTEVE (Pedro Jay me) ( Biog. ), natural de Morella en el 
Reyno de Valencia , fue muy diestro en la disección de cadáveres, 
instruido en las Matemáticas y en la Poesía. Escribió In Hippocra- 
tis librum secundum E/r;J\u/W , sen popularum morborum com- 
mentariorum. Valencia 1551 y 1 582 , en folio. 

ETIOLOGIA ( Med. ) Se da este nombre á la parte de la Me- 
dicina que trata de las cawas ( V. este artículo. ) , y es una de las 
que constituye la Patología. Esta voz es compuesta de dos palabras 
griegas ^que significan discurso ó tratado de causas. 

ETÍOPE MINERAL. {Mat. Méd.) El etíope minerales una 
preparación química formada por la combinación del azufre y el mer- 
curio: el sulfureto de mercurio negro es el que se ha señalado con la 
denominación de etíope mineral por causa de su color: hay dos mo- 
dos de prepararlo , la simple trituración , y la fusión : el primero se 
hace con la mayor sencillez , moliendo en un mortero de vidrio mer- 
curio líquido con azufre en polvo; poco á poco se va desaparecien- 
do el mercurio , y se pierde en el azufre , tomando un color muy 
negro: es menester continuar la trituración por mucho tiempo para 
que se acabe de mezclar bien, y no quede nada de mercurio líqui- 
do. Algunos Médicos prefieren esta preparación á la que se hace por 
medio de la fusión ; sin embargo parece que esta última tiene mayor 
exactitud , y la combinación que se hace con el mercurio y el azu- 

TOMO IV. K 



74 E TI 

fre, fundido á la lumbre, triturados con fuerza uno y otro, es sin 
duda mucho mas íntima. Sea como fuere, hoy dia se cree que ni en 
una ni en otra de estas operaciones se divide simplemente el mercu- 
rio con el azufre, ó que no se pierde enteramente en él como se pen- 
saba antiguamente, sino que experimenta un principio de oxidación 
como en todos los casos en que el mercurio está dividido fuerte- 
mente con el contacto del ayre. Esta opinión, que es enteramente de 
la jurisdicción de la Química, se aclara en el Diccionario de esta 
ciencia ya citado. Aquí debemos considerar únicamente lo que intere- 
sa á la Medicina , porque la adición del oxigeno en una combinación 
de mercurio debe aumentar la eficacia ó actividad de un medicamen- 
to mercurial. Sin embargo la experiencia prueba , según algunos Mé- 
dicos, que el etíope mineral ó el sulfureto de mercurio negro no tie- 
ne en sí grandes virtudes: estos Médicos lo comparan al cinabrio á 
quien no atribuyen propiedad ninguna. No me parece muy fundada 
esta opinión , pues tiene analogía manifiesta con la de Boerhaave y 
su escuela sobre el azufre; y sabemos positivamente lo errado de la 
proposición que el azufre no tiene acción alguna sobre la economía 
animal. Este mineral combustible , aunque aparentemente indisolu- 
ble con los licores animales , produce ciertamente efectos muy noci- 
vos en el cuerpo humano, y así deben producirlos igualmente sus 
composiciones. Por esto muchos observadores están persuadidos por 
nuevas experiencias que el etíope mineral empuja hácia al cutis, au- 
menta la transpiración, y cura las enfermedades cutáneas, que pa- 
recen originadas de una estancación del humor linfático y á una al- 
teración particular de este humor. Sobre todo el etíope mineral es 
muy provechoso en los dartos y sarnas inveteradas , en los infartos 
de las glándulas que hay en el camino de los vasos linfáticos superfi- 
ciales y en todos los males que dependen de estos accidentes primi- 
tivos. La dosis regular de este medicamento es de seis ó doce granos 
á la vez, y se toman varias dosis en el dia; ó se toma solo con oblea, 
ó mezclado con xarabes , polvos, extractos amargos &c. 

Realmente es preciso confesar que el etíope mineral tiene un lu- 
gar muy inferior entre las preparaciones mercuriales, en razón de su 
actividad, que hay otros mil remedios preferibles, y que no tiene 
ventajas reales sino en el caso en que, indicados los mercuriales, y 
reconocida su necesidad por la naturaleza del mal , el enfermo sea de 
naturaleza débil , sensible , excesivamente nervioso , sujeto á convul- 
siones , dolores, irritaciones, y por lo mismo no se le pueda aplicar 
ninguno de los otros mercuriales, por el riesgo que trae en estos últi- 
mos el mucho estímulo y energía en su modo de obrar. También se 
debe notar que para que el etíope mineral pueda producir los efec- 
tos que uno quiere, debe usarse mucho tiempo seguido. Yo he visto 
curar (dice el autor de este artículo) dartos ya muy viejos con el 



ET Ai 75 

uso de muchos años del etíope mineral dado constantemente todos 
los dias en una dosis, que insensiblemente habia ido aumentando des- 
de veinte y quatro á treinta granos. Este es casi único caso en que 
hoy dia se receta el etíope mineral, pues la mayor parte de los Fa- 
cultativos no hacen de él ya ningún uso. ( V. los artículos mercu- 
rio y AZUFRE.) F. 

ETMOIDAL ( Anat.), adjetivo que pertenece al hueso etmoi- 
des; viene del latino etmoidalis : hay varias partes que tienen este 
epíteto, como son los senos etmoidales y la sutura etmoidal. (V. ET- 
MOIDES y SUTURAS.) 

ETMOIDES. (hueso) ( Anat. ) Se da este nombre y el de cri- 
boso á un hueso que está situado en la parte anterior de la base del 
cráneo: se dice criboso por la porción de agujeros que tiene, que 
perforan una de las caras. El hueso etmoides representa en alguna 
manera un cubo; pero su interior está hueco y lleno de células y ca- 
vidades, de muchos rodeos y iiguras. La parte superiores formada 
por una lámina huesosa, horizontal, agujereada, cuyos agujeros son 
ele diferente magnitud , aunque todos pequeños: esta lámina se llama 
cribosa; por dichos agujeros pasan los filetes del nervio olfatorio. 
Esta lámina es la pieza fundamental , sobre la qual está edificada la 
estructura del etmoides, que dividiremos en dos caras, la una exter- 
na , y la otra interna , y dos extremidades. La cara externa es la que 
hace parte de la cavidad del cráneo, y la cara interna es la que con- 
tribuye á formar las fosas nasales. De las dos extremidades la una es 
anterior y la otra posterior: la anterior se articula con la escota- 
dura etmoidal del coronal , y la posterior con la espina anterior 
del hueso esfenoides y con los bordes de las pequeñas alas de este 
mismo hueso. De la parte media de la lámina cribosa se eleva una 
eminencia en forma de cresta, llamada apqfise cresta galli. De la 
mitad de la cara externa ó inferior de la lámina cribosa desciende 
una lámina huesosa, delgada y larga, que va á unirse con el borde 
superior del vómer, y se llama lámina perpendicular del etmoides, 
la que divide en dos mitades las fosas nasales en el sitio que compre- 
hende, y lo restante lo divide el vómer y el cartílago triangular de 
las narices. Á cada lado de la lámina cribosa se halla como suspen- 
dida ó colgante una masa celular huesosa , que forma varios contor- 
nos y cavidades á manera de conchas: todas estas cavidades tienen 
comunicación con los senos esfenoidales y demás cavidades de las fo- 
sas nasales, y adonde se adhiere tembien la membrana pituitaria. Es- 
tas masas tienen dos caras, dos bordes y aun dos extremidades: de 
las caras la una es externa, lisa, y forma parte de la órbita, que los 
Anatómicos llaman hueso plano ; la otra es interna y desigual, lle- 
na de células, que mira á la lámina perpendicular, y en ella se ha- 
llan colocados los cometes de la nariz, que son dos de cada lado, 



76 EUF 

el superior y el inferior. (V. cornetes.) El hueso etmoides se arti- 
cula con trece huesos, que son el frontal ó coronal, el esfenoides, 
el vómer, los dos palatinos, los dos maxilares, los dos unguis, los 
dos propios de la nariz y los cornetes inferiores- Este hueso tiene va- 
rios usos , pues contribuye á formar parte de la cavidad del cráneo 
y de las fosas orbitarias y nasales, comunicándose con los senos fron- 
tales , maxilares y esfenoidales , y por este medio da mas extensión 
á la membrana pituitaria , y por consiguiente al sentido del olfato: 
sirve igualmente este hueso de dar paso por su lámina cribosa del 
cráneo á la nariz el primer par de nervios, y de la órbita al cráneo 
dos arteriales, que son ramas de la arteria óptica, y dos filetes de 
nervios, que son ramos de la primera rama del quinto par : da tam- 
bién este hueso inserción al tendón del músculo orbicular. La subs- 
tancia de este hueso casi toda se compone de células ; solo la apofise 
cresta g'illi es de substancia compacta. 

ETMULERO ( Miguel) (Biog.) nació en Leipsick el año 1646, 
y murió en la misma ciudad en 1683 , donde se distinguió en la Bo- 
tánica , Química y Anatomía. Es autor de varias obras de Medicina, 
compiladas en Nápoles en cinco tomos en folio en el año de 1728. 
Su Cirugía Médica se ha traducido en francés en León en 1698, 
en 12. 0 , y casi todas sus obras están igualmente traducidas. Etmule- 
ro, sabio en la teórica y feliz en la práctica, ofrece investigaciones 
curiosas y observaciones útiles en todos sus escritos. D. H. 

Etmulero (Miguel Ernesto) (Biog.), hijo del anterior y tan 
famoso como él, diá á luz la vida y obras de su padre. Profe- 
só y exerció la Medicina con crédito, y murió en Leipsick el año 
de 1732 , dexando varias disertaciones sobre varios puntos de su pro- 
fesión. D. H. 

EUFORBIO. ( Mat. Méd. ) Se da este nombre á una goma-re- 
sina, unas veces amarilla y otras casi negra , según que está mas ó 
menos purificada: tiene sabor cáustico y muy acre. Sale por medio 
de una incisión de una especie de titímalo, á que los Botánicos han 
dado nombres diversos 

Esta especie de planta abunda mucho en la Libia , en la Mauri- 
tania, en Etiopia y otras partes de Africa, en el Malabar y en las 
Indias occidentales. El euforbio sale por una incisión que se hace en 
los troncos mayores baxo la forma de un xugo lechoso, que se va 
espesando poco á poco. 

El euforbio amarillo es mejor que el negro , porque no está tan 
cargado de arena y otras partículas eterogéneas. Le traen á Berbería 
de los países de Africa mas apartados del mar, y de allí se trasplanta 
á Europa por la via de Salé. 

• En las obras de Hipócrates no se habla ni se hace mención del 
xugo del euforbio. Dioscórides dice que fue descubierto en tiempo 



EUF 77 

de Juba Rey de Libia; y Plinio dice que el mismo Juba lo dio á co- 
nocer , y que le dio este nombre por Euforbio, Médico suyo y her- 
mano del célebre Antonio Musa, Médico de Augusto. Sin embargo 
Saumaise, de homo nimis, observa que se hace mención del euforbio 
en un autor mucho mas antiguo que Juba , que es el Poeta Meleagro, 
contemporáneo de Menippo el Cínico ; y la obra que habla de él es 
el poema intitulado ^.kh^uvoí (la corona). 

El euforbio es tenido por uno de los hidragogos mas activos y 
mas acres: purga con tanta violencia, que causa desfallecimien- 
tos, sudores frios y á veces úlceras en los intestinos: es un ver- 
dadero veneno , cuyos efectos peligrosos conoció Mesué , y lo mo- 
deraba siempre mezclándolo con otras substancias. Lo mismo han 
hecho Fernelio y otros; pero, á pesar de todo, no han podido qui- 
tarle sus qualidades nocivas. Hoffman , Wedelio &c. prohiben en- 
teramente su uso, á ménos que sea en las enfermedades en que las 
visceras se ven atacadas de una parálisis , y no pueden avivarse si- 
no con remedios muy irritantes; como en las afecciones soporo- 
sas , el letargo , la apoplegía , la parálisis , en las quales se puede 
dar desde dos hasta seis granos , teniendo siempre muchísima pre- 
caución. 

Estos remedios, que eligen toda la atención del Médico sobre los 
efectos que podrán producir, vale mas no darlos , mayormente co- 
nociéndose otros medios ménos sospechosos para conseguir el mismo 
fin. La misma falta de seguridad hay en el otro modo de adminis- 
trarlo, que consiste en tomar uno ó dos granos por las narices en los 
casos de apoplegía , letargo y otras afecciones soporosas ; pues la 
membrana pituitaria puede inflamarse, causando grandes hemorra- 
gias y acaso la desorganización del cerebro. Se ha celebrado mucho 
el euforbio contra la caries de los huesos; pero yo ni aun en este, 
caso lo creo saludable.] 

EUFRASIA. (Mat. Méd.) Esta es una planta que Linneo la de- 
nomina Eufrasia ojjicinalis foliis ovatis linneatis argute dentatis. 
Es muy amarga , y su suco enroxece los colores azules de los vege- 
tales : se cree tiene la propiedad de fundir los humores espesos y vis- 
cosos, y hacerlos conducir al frente de la circulación; ademas es un 
poco astringente y tónica. Se usa sola ó con otras substancias , como 
las macias , el hinojo &c. Se emplea mas particularmente para las 
enfermedades de los ojos. Fabricio Plildano dice que muchos han re- 
cobrado la vista , aun siendo muy viejos , con el uso de esta planta 
en las grandes debilidades ; sin embargo otros autores no lo aseguran 
tanto, y aconsejan se use con precaución. Para emplearla exterior- 
mente puede servir de vehículo á los varios colirios oftálmicos, en 
cuya agua destilada ó cocimiento se pueden disolver las varias subs- 
tancias que se emplean en los oftálmicos &c. Interiormente se usa 



78 EVA 

en polvo 6 en cocimiento: la dosis en polvo es desde una dracma 
hasta tres. 

EUPATORIA. {Mat. Méd.) La eupatoria de Avicena, ó eu- 
patorium cannabinum de Linneo, es una planta de un sabor amar- 
go y de un olor fuerte: debe sin duda tener virtudes muy activas, 
sin embargo que no está en uso. Su xugo, tomado en gran canti- 
dad, excita el vómito según Boerhaave, y promueve el vientre con 
abundancia. Por su amargura se concibe su propiedad tónica, como 
lo cree Tournefort, quien la celebra para curar las obstrucciones y 
debilidades de las entrañas, del vientre, que suelen seguirse á las ca- 
lenturas intermitentes, y también para la hidropesía. El modo de 
usar este vegetal es en infusión teiforme para el uso interior, y pa- 
ra el exterior en cataplasmas, que surten buen efecto en las hin- 
chazones edematosas del escroto y otras partes. 

EUSTAQUIO (Bartolomé) (Biog.), Profesor de Medicina y 
Anatomía en Roma por el año 1550: dexó unas Tablas anatómi- 
cas, publicadas allí en folio el año 1728, muy buenas para dar á co- 
nocer la estructura del cuerpo humano, y que también se hallan en 
el Teatro anatómico de Mangeto. Albino las ha publicado nuevamen- 
te en Leyden en 1744, en folio, con explicaciones latinas. También 
ha escrito Eustaquio: i.° Opuscula , Delft 1726, en 8.°: 2. 0 Ero- 
tiani collectio vocum , qiite sunt apud Hippocratem. Venecia 1 566, 
en 4. 0 D. H. 

EVACUANTES. {Mat. Méd.) Los remedios llamados alte- 
rantes {V. este artículo. ) producen unos efectos, que solo son sen- 
sibles después de mas ó menos tiempo de su administración , y que 
solo se manifiestan por medio de unas mutaciones lentas en los flui- 
dos y en los sólidos: los que vamos á examinar en este artículo pro- 
ducen t na acción mas pronta , anunciada por la salida de un humor 
qualquiera. Este efecto es el que les ha hecho dar el nombre general 
de evacuantes. Se distinguen por la especie de humor que cada uno 
de ellos es susceptible de evacuar , y observamos que no exercen es- 
ta acción sino por la impresión que producen en los órganos , que 
producen la secreción de tal ó tal fluido. Hay diez clases conocidas, 
á saber: eméticos, purgantes, sudoríficos, diuréticos, ptármicos, si- 
lagogos , expectorantes , galactoforos , espermatopéos y emenagogos. 
A esto añadimos la evacuación de la sangre por medio de la sangría 
para completar el total de los evacuantes. 

Considerando estas diez clases de remedios, vemos que obran so- 
bre cinco órdenes de órganos, cuyas funciones están congeneradas en- 
tre ellas en cada uno de los órdenes. Así es que los vomitivos obran 
sobre el estómago y los purgantes sobre los intestinos, que forman 
con esta viscera el órgano continuo de la digestión, y que absoluta- 
mente tienen la misma estructura que él. Los humores gástrico é in- 



EVA 79 

testinal tienen mucha analogía entre sí, uno y otro son linfáticos, y 
sufren las mismas alteraciones de parte de unos mismos agentes. Por 
esta razón estas dos clases de remedios son poco mas ó menos de la 
misma naturaleza, y se hacen eméticos ó purgantes según el modo 
de administrarlos, ó según el estado de las dos visceras , que consti- 
tuyen el total de las primeras vias. 

Los diaforéticos aumentan la transpiración ; los diuréticos hacen 
igual efecto sobre la orina ; todos los fisiólogos saben la analogía que 
hay entre el cutis , los ríñones y la vexiga, y la relación que tienen 
entre sí las funciones de estos órganos. Una de estas evacuaciones re- 
emplaza muchas veces á la otra , y ocupa su lugar, como observamos 
en las mutaciones repentinas de temperatura á que el hombre se ha- 
lla expuesto. Así sucede muchas veces que los diaforéticos se hacen 
diuréticos, y estos últimos obran en el cutis quando la naturaleza 
ha dispuesto uno ú otro de estos órganos de modo que su secreción 
ó excreción se aumentan. 

Lo mismo sucede con los errinos comparados con los silagogos 
ó apoplecmatizantes. Estas dos clases de remedios son congéneres : los 
unos excitan la salida de los mocos de las narices , y los otros la de 
la saliva y de los humores mocosos de la boca , del paladar , de las 
amígdalas &c. La continuidad , la identidad de estructura de la mem- 
brana de Schneider y de la que reviste la cámara posterior de la bo- 
ca y el velo del paladar, la inmediata comunicación de las cavidades 
nasales y bocales demuestran que el humor que sale de las narices y 
el que separa las criptas mocosas de dicha cámara son de la misma na- 
turaleza: luego los errinos y los apoplecmatizantes tienen una vir- 
tud congénere , y son propios para evacuar uno y otro de estos hu- 
mores. 

Aunque no pueda decirse enteramente lo mismo de los expecto- 
rantes y de los galactoforos , porque los primeros están destinados á 
favorecer la salida de los humores de las vesículas pulmonares , y los 
segundos no sirven sino para aumentar la secreción y la excreción de 
la leche ; sin embargo si notamos que estas dos clases de evacuantes 
obran ambas sobre el pecho , y que sus substancias son capaces por 
su qualidad dulce y nutritiva de aumentar la formación de la leche , lo 
son igualmente de lubrificar los órganos de la respiración , y de fa- 
cilitar la excreción de los humores bronquiales, por lo que recono- 
ceremos una analogía bastante clara entre estos dos remedios, y 
veremos que se puede aproximar el uno al otro. Por lo que mira á 
las dos últimas clases de evacuantes, á saber, los espermatopeos y 
los emenagogos , no tienen mas relación entre sí que el obrar sobre 
los órganos de la generación, los unos en los hombres, y los otros 
en las mugeres. 

Estas consideraciones sobre la aproximación de los evacuantes, 



8o 



EX A 



comparados entre sí, nos obligan á dividir este orden de medicamen- 
tos en cinco artículos: en el primero, baxo la denominación de eva- 
cuantes de las primeras vias, comprehendemos los eméticos y los pur- 
gantes: en el segundo reunimos los diaforéticos y los diuréticos: el 
tercero comprehende los erriuos y los sialagogos : el quarto reúne los 
expectorantes y galatoforos; y el quinto considera los espermatopéos 
y los emenagogos. F. 

EVAPORACION. (Mat. Méd.) La evaporación, hablando 
con propiedad, es la reducción de una materia qualquiera á vapor: 
el arte valiéndose de una constante observación de la naturaleza la ha 
rivalizado muy pronto en la evaporación. Este fenómeno se ha he- 
cho en algún modo uno de los principales instrumentos de los ela- 
boratorios: es una operación del arte químico y farmacéutico , cu- 
yas reglas , principios y aplicaciones son tan freqüentes, que casi es 
indispensable en la preparación de los medicamentos. En las obras de 
química se hallará todo lo que baxo este respecto puede aclarar el 
arte de preparar los medicamentos compuestos ; y se verá quanto se 
usa en las preparaciones necesarias para sacar en la Farmacia sales 
cristalizadas , extractos , xugos espesados , ssles esenciales &c. 

Otra consideración relativa á la evaporación , y que interesa in- 
mediatamente á la Materia Médica , es que este fenómeno de la natu- 
xaleza produce alteración ó variación, ó en la naturaleza de los re- 
medios , ó en su acción sobre la economía animal. Todos los medi- 
camentos muy volátiles y susceptibles de transformarse fácilmente en 
vapor ,es decir, de sufrir una evaporación mas ó ménos rápida, mu- 
dan poco á poco de naturaleza si se guardan mucho tiempo, mayor- 
mente al contacto del ayre; pero sobre todo es indispensable el te- 
ner bien tapados los medicamentos volátiles , etéreos y alcohólicos, 
pues sin esta precaución pierden mucha parte de sus virtudes , y aun 
se llegan á desvirtuar enteramente. 

La evaporación no puede hacerse en el ayre sin quitar una can- 
tidad mayor ó menor de calórico, ó bien al ayre mismo, ó á ios 
cuerpos de cuya superficie se evaporan los cuerpos volátiles. Así es 
que una gran porción de calórico introducida por medio de la respi- 
ración en los cuerpos animales Se exhala poco á poco mediante la 
transpiración , cuyo humor arrastra consigo la cantidad de calórico 
que necesita para mantenerse en vapor. Puede aumentarse mucho es- 
ta causa natural de la enfriacion del cuerpo animal colocando en la 
superficie del cutis algunos licores muy evaporables, como el alco- 
hol , el éter &c. Este medio puede acaso procurar un proceder en- 
friante, de que algún dia podrá sacarse tal vez mucho partido en la 
Medicina para las enfermedades que traen mucho calor, para las in- 
flamaciones locales , las quemaduras &c F. 

EXANTEMAS. Se da este nombre á varias erupciones de la 



EXC 81 

piel, que se describirán en la clase de inflamaciones. ( V. este ar- 
tículo. ) 

EXCESOS. ( Hig. ) [ Llamamos excesos á los abusos ó intem- 
perancias de toda especie , pero particularmente á los que provienen 
de comer ó beber , de mugeres , de juego y de exercicios violentos, 
sean físicos ó morales. Seria inútil repetir aquí lo que decimos en ca- 
da uno de estos artículos, donde hacemos ver lo perniciosos y con- 
denables que son los excesos, ó cómo concurren á la pérdida de to- 
das las facultades físicas y morales, y quántos males acarrean á los 
que se constituyen víctimas suyas antes que venga la muerte á liber- . 
tartos. ] 

EXCITA MIENTO. ( Patolog.) Voz bastante usada entre ios 
brownianos. ( V. doctrina de brown. ) 

EXCRECENCIA. ( Cir. ) * Generalmente se llama excrecen- 
cia á todo tumor preternatural formado por el mecanismo del cre- 
cimiento en la superficie del cuerpo; así es que las berrugas son ex- 
crecencias , y lo mismo los higos, los pólipos, los sarcomas &c. * 

EXCRECIOM. {Hi^ ) [Llamamos excreción á una acción por 
medio de la qual la naturaleza separa de los órganos las substan- 
cias que en ellos se han preparado , y que pudieran perjudicarles si 
se detuvieran mas tiempo. Los órganos por cuyo medio se hace la 
excreción se llaman excretorios : se diferencian de los que llamamos 
secretorios en que estos últimos separan los humores del torrente 
de la circulación, en lugar que los primeros los reciben para echar- 
los enteramente fuera del cuerpo. 

La Fisiología determinará el mecanismo de todas estas funciones; 
aquí basta notar que la salud solamente se mantiene en su estado de 
perfección quando todas las excreciones se hacen debidamente , quan- 
do la transpiración es fácil y los excrementos no se detienen mas ni 
ménos tiempo del regular , quando las orinas salen con libertad , y 
quando la expectoración es fácil. En este mismo Diccionario y en 
Cdda una de estas excreciones , es decir, en su artículo particular, se 
hallará el modo de favorecerlas, y los perjuicios que su interrupción 
pueJe causar en la economía animal ; por lo que podrán consultarse 
cada uno de ellos en particular.] {V. saliva, transpiración, 

ORINA &C ) 

Excreción. ( Fisiol.) Viene de excretio: es la acción por la 
qual la naturaleza expele fuera del cuerpo las materias y los humores 
excrementicios ó dañosos. Esta voz tiene también otra acepción , es- 
to es , para nombrar los mismos excrementos ó las materias excre- 
menticias evacuadas. 

EXCRECIONES. [Semeiótica.) [Por esta voz entendemos 
las materias y humores excrementales que salen del cuerpo , sea en 
su estado de salud ó en el de enfermedad. Las excreciones sirven 

TOMO IV. L 



EXC 



mucho para determinar ya el diagnóstico , ó ya el pronóstico en las 
enfermedades. Los esputos, por exemplo, dan á conocer la existen- 
cia de una tisis pulmonar , y la feliz terminación de una pleuresía ó 
de una peripneumonia. (V. los artículos diagnóstico, pronosti- 
co, ESPUTO, SUDORES, ORINA &C. ) 

EXCREMENTO, excrementum. (Fistol.) Se llama así lo que 
sale naturalmente del cuerpo del animal por las vias naturales y or- 
dinarias. 

Excremento. (Hig.) [Por lo general damos el nombre de 
excremento á las materias fecales que forman el residuo grosero de 
las digestiones. Quando el hombre está enteramente sano , y digiere 
bien, debe deponer una vez al dia: la falta ó exceso de esta excre- 
ción es un verdadero defecto. Vemos muchísimas gentes que por cos- 
tumbre y temperamento tienen el vientre muy floxo. Este desarre- 
glo los debilita, los enflaquece y los quita las fuerzas: incomodidad 
muy sensible si llega á aumentar, pues de ella pueden muy bien ori- 
ginarse el marasmo, la consunción, la hidropesía general ó particu- 
lar, las afecciones vaporosas ó tal vez la caquexia. 

Las personas muy relaxadas deben guardarse pues de los alimen- 
tos irritantes y laxantes, los que son aquosos y de difícil diges- 
tión : el exceso en la cantidad no es menos perjudicial. No se debe 
beber con mucha abundancia , y sí se deben emplear las aguas ferru- 
ginosas minerales , beber buen vino rancio un poco mas de lo acos- 
tumbrado , y mezclarle un poco de azúcar , y el de Alicante ó tin- 
tilla de Rota ; comer pocas legumbres , nada de guisados , pero sí 
la carne asada ó en parrillas: será bueno evitar la vida sedentaria, y 
hacer un exercicio moderado. Estos medios serán suficientes para res- 
tituir á los excrementos su natural estado de solidez , y asegurar la 
salud en esta parte. ( V. diarrea. ) 

Las personas que tienen el defecto opuesto al que acabamos de 
tratar , es decir , que rara vez arrojan sus excrementos , ó que están 
estreñidas, logran por lo regular una vigorosa salud: sin embargo, 
quando tardan quatro 6 cinco dias en deponer , están á riesgo de va- 
rios males , que son conseqüencias de esta detención , como es un 
gran pujo en el vientre, dolores sordos, cólicos, tensión, vérti- 
gos , xaqueca , infartos &c. Por otra parte si los excrementos se de- 
tienen mucho tiempo en los intestinos, como se recalientan se hacen 
mas acres, y comunican esta qualidad á los fluidos que los rodean; 
y reabsorbidos estos en los demás humores por la via de la circula- 
ción , pueden causar otros varios males y enfermedades crónicas mas 
ó menos rebeldes. 

Para evitar estos inconvenientes no debe hacerse ningún exerci- 
cio violento que pueda forzar la transpiración , el sudor ó qualquier 
otra excreción. Deben usarse alimentos laxantes , y mas bien vegetales 



EXC 83 

que animales con poca composición , mezclar mucha agua en el vino, 
tomar bebidas disolventes y fruta bien madura , no ir á caballo con 
mucha freqüencia, no dormir demasiado, ni tener una vida seden- 
taria. 

Si no fueren suficientes estos medios , se beberán en ayunas dos 
ó tres vasos de agua pura , comer legumbres, y tomar lavativas, cu- 
yo uso se repetirá mucho si hay sospecha de que esto pueda proce- 
der de alguna almorrana. 

Quando la detención proviene de la dificultad de la secreción de 
la bilis , que no es bastante abundante para una buena digestión , el 
estado se hace morbífico ó enfermizo : entonces se debe consultar al 
Médico, que dispondrá, según los síntomas y las circunstancias, los 
remedios que se han de emplear. ] 

EXCREMENTOS. (Mat. Méd.) Ya hemos dicho en otros 
varios artículos que el deseo de sanar, la credulidad, la ignorancia, 
la charlatanería, el mismo fanatismo de la Medicina, que así puede lla- 
marse, la ciega confianza en ciertos remedios han introducido en la 
Materia Médica una multitud de substancias inertes é insignificantes. 
En esta clase debemos poner todos los excrementos de los animales 
que han sido propuestos para curar varias enfermedades , y á los quá- 
les se han atribuido virtudes casi milagrosas; tales son entre otros el 
excremento humano, el del perro, condecorado con el título álbum 
gracum , los de la vaca , del ciervo, de la zorra, de varias aves &c. 
Hace ya mucho tiempo que la sana física, que por desgracia no siem- 
pre ha guiado los pasos de la Medicina , ha desterrado unos medica- 
mentos tan absurdos y asquerosos. Nos admiramos al ver en varias 
obras escritas á principios del siglo xvn, y aun después de esta épo- 
ca, que sus autores han hallado la razón de sus propiedades útiles en 
la misma repugnancia que los enfermos han de tener á los pretendi- 
dos remedios de esta naturaleza: aquí es quando debemos traer á la 
memoria aquel axioma, de que presenta demasiadas demostraciones 
la historia humana : no hay nada de que los hombres no hayan abu- 
sado. Permítasenos pasar en silencio semejantes absurdos , y los que 
forman el asunto de este artículo, mayormente advirtiendo que da- 
remos noticia de las principales virtudes á los excrementos de varios 
animales en los artículos particulares de dichas substancias. F. 

EXCREMENTOSO, EXCREMENTAL Y EXCREMEN- 
TICIO son epítetos sinónimos que damos á todas las materias de 
los excrementos en general. 

EXCRETOR Ó EXCRETORIO (Fisiol. ) , adjetivo deri- 
vado de excretorius , que se aplica á varios conductos, porque con» 
ducen los excrementos fuera del cuerpo. 

EXCRETORIOS, (vasos ó conductos) (Fistol.) Se llaman 
así los conductos que dan paso á los xugos , á los líquidos ó humores 



84 EXE 

que se separan de la masa de la sangre en las glándulas y los diferen- 
tes colatorios del cuerpo , los quales se distinguen de los vasos secre- 
torios en que estos separan y filtran los humores de la masa de la 
sangre , en lugar que los excretorios los reciben después que los pri- 
meros los han filtrado, arrojándolos enseguida. Los uréteres, por 
exemplo, y la uretra son conductos excretorios. Los conductos pe- 
queños, que reciben la serosidad de las arterias capilares de los ríño- 
nes para depositarla en su pelvis, son los vasos secretorios; pero hay 
vasos que son secretorios al principio y excretorios en su extre- 
midad. 

EXERCICIO. {Hig.) [Llamamos exercicio á una serie de mo- 
vimientos musculares que hace el hombre naturalmente y las mas 
veces con placer. Buchan observa que, según la estructura de todas 
las partes del cuerpo humano , no es menos necesario para su conser- 
vación el exercicio que los mismos alimentos. 

Muchas veces se ve que aquellos á quienes obliga la pobreza á un 
trabajo continuo son los hombres mas fuertes y mas felices. En este 
caso se hallan particularmente los labradores, hortelanos &c. La gran 
oblación de las colonias y la vejez á que regularmente llegan los la- 
radores en todo pais, á no sufrir una extremada miseria, prue- 
ban evidentemente que la agricultura es el exercicio mas útil y mas 
sano. 

El hombre descubre muy temprano su afición al exercicio , y es- 
ta inclinación es tan fuerte , que un niño que esté sano no puede es- 
tar en sosiego aun á pesar de las amenazas y castigos. El amor natu- 
ral al exercicio es sin contradicción la mayor prueba que se puede 
dar de su utilidad, y no en baLde nos inspira tales disposiciones la 
naturaleza. 

Es ley universal para todos los animales que sin exercicio no 
puede haber salud: el hombre es el que mas se aparta de esta primi- 
tiva ley , y evidentemente el que recibe mayor castigo. 

Veamos quáles son las ventajas del exercicio, y de qué modo 
puede afectar las partes sólidas y fluidas del cuerpo humano. Todo 
el mundo conviene en- que nada contribuye mas á la perfección de 
todas nuestras funciones como una buena digestión , la qual exige 
cierto movimiento; en Tos órganos destinados para esta operación. 
Por esto siempre que la sangre ó los demás humores pecan en canti- 
dad ó calidad-, antes de emplear ningún medio artificial , se ha reco- 
nocido siempre que el exercicio habia bastado en muchas circuns- 
tancias para- dar sobre todo á los sólidos la fuerza y energía que ne- 
cesitan para evacuar los humores nocivos ó superfluos. 

Tenemos experiencia que aquellos órganos que exercitamos mu- 
cho adquieren una fuerza extraordinaria, se ponen mas carnosos y mas 
nerviosos: prueba de ello son los mozos de cordel, los carniceros, ta- 



EXE 85 

honeros , partidores de leña &c. Sabemos que el hábito de cantar y 
hablar recio fortifica los pulmones y aumenta la voz. Las uñas y los 
cabellos crecen mas ó menos á proporción de que se les corta con 
mas ó menos freqüencia. Aun podemos facilitar ciertas evacuaciones 
particulares hasta debilitar todas las demás. Haciendo uso de un ór- 
gano con mucha freqüencia y de un modo muy fuerte se hace entrar 
en él con mucha, abundancia la sangre y los espíritus animales , lo que 
nunca dexa de aumentar su robustez y carnosidad. Estos son unos gé- 
neros de exercicio, que podrán ser con el tiempo infinitamente útiles. 
Ademas de esto el exercicio causa una sensación agradable en las par- 
tes sólidas y nerviosas, y una ligera agitación de los espíritus animales 
capaz de disipar ó aplacar un dolor local, que ningún remedio hubie- 
ra podido enlazar con tanta prontitud ni con tanta ventaja. 

Por otra parte podemos decir que sin el exercicio no se puede 
hacer bien una de las funciones principales del cuerpo animal, que 
es la sanguificacion; sabemos que los pulmones son los únicos que 
agitan y atenúan la sangre de los que hacen una vida sedentaria. Es- 
ta viscera hace entonces su función con mucha mayor negligencia, 
porque no es ayudado por la acción de ningún músculo, que propor- 
cione la aceleración de la sangre venosa ; y por lo mismo este principal 
agente de la economía animal se ve muchas veces alterado en aque- 
llas personas en quienes el espesor y viscosidad de la sangre , que cir- 
cula con dificultad, causa infartos en los vasos capilares, ocasionan- 
do una multitud de inconvenientes, que necesariamente son conse- 
q.üencias de la falta de exercicio. 

Todo el mundo conviene en que el exercicio y el movimiento 
disponen todas las demás facultades animales para executar bien sus 
diferentes funciones , y facilitar á la naturaleza todos los medios de 
vencer los obstáculos con que tiene esta que combatir , que son su- 
mamente favorables á la salud , aliviando la transpiración, llamando 
los espíritus animales , y fortificando toda la máquina del hombre; y 
podemos añadir que hay muchas enfermedades que puede curar el 
exercicio, y cuyo remedio se ha buscado en vano en el arte de 
curar. 

La inacción relaxa siempre los sólidos, de donde se originan mu- 
chísimas enfermedades , pues quando los sólidos están relaxados , ni 
la digestión ni ninguna de las secreciones puede hacerse como con- 
viene , y de ahí resultan las mas fatales conseqüencias. ¡Quán rela- 
xadas no estarán las fibras de una persona que pasa ociosamente to- 
do el dia tendida en un sota ó canapé, y toda la noche en una cama 
sobre colchones de pluma! 

El andar siempre en coche ó silla de manos es igualmente querer 
muy mal á su salud: son tan comunes estas producciones del luxo, 
que puede justamente rezelarse que los grandes señores lleguen á per- 



86 



EXE 



der el hábito de andar ; y hay muchas gentes que no parece sino que 
se avergüenzan de andar en dos pies según el afán que tienen de ha- 
cerse llevar arrastrando. ¡Quán ridículo no ha de parecer un hombre 
gordo y rollizo sacrificado al ocio, y víctima las mas veces de las 
enfermedades que le han causado la falta de exercicio y el buen tra- 
to á que se ha entregado ! 

Hay muchísimas señoras que, sin otro mal que una delicadeza 
imaginaria , no quieren fiarse de sus piernas , no creyéndolas capaces 
de sostenerlas. Con tal molicie y tal inacción , ¿quál puede ser la sa- 
lud de esta especie de mugeres? ¿de qué sirven en la sociedad? ¿qué 
constitución han de dar á los niños que puedan dar á luz? Así suce- 
de que los hijos de los grandes señores ó de algunos pudientes sue- 
len salir al mundo débiles y delicados, son unos esqueletos vivien- 
tes, son ya viejos á los treinta años, y mueren á los quarenta. 

Sin embargo el único medio de resucitar estos vivientes es el exer- 
cicio. Sabemos que César, á pesar de su constitución delicada, llegó 
á hacerse un héroe infatigable; y debió esta complexión únicamen- 
te á los exercicios de la guerra y del campo de Marte. Henrique IV 
no fué deudor de su fuerza sino á las grandes fatigas que le procurá- 
ron sus desgracias y á la educación rústica y frugal que recibió de su 
sabio abuelo. Los ricos imaginan haber hecho mucho exercicio quan- 
do se han paseado un par de horas en una berlina con muelles á la 
inglesa para ir á hacerse ver en algún paseo público; pero están muy 
equivocados. Esto no es un verdadero exercicio con respecto á una 
persona sana, y apénas es suficiente para un convaleciente ó para 
una persona realmente muy delicada. El verdadero exercicio es el 
que pone en movimiento todas las partes del cuerpo , y que se hace 
al ayre libre; pero por desgracia las varias especies de exercicios, 
que tanto cultivaban los antiguos , han decaído de tal manera , que 
la gente llamada de forma en todas las poblaciones grandes creería 
perder de su honor, y se avergonzaría de darse á semejantes exerci- 
cios. No quieren acabar de conocer que el abandono de estos útiles 
placeres es causa del aumento de las enfermedades crónicas. 

Deseamos sinceramente que se erijan hoy dia establecimientos de 
educación , en los quales se incline á la juventud á toda suerte de 
exercicios , y entonces veríamos con gusto resucitar en nuestros dias 
aquella parte de la Medicina tan cultivada por los antiguos, esto es, 
la gimnástica , que abraza todos los movimientos del cuerpo para la 
conservación y restablecimiento de la salud. Sobre todo debe per- 
mitirse á las niñas que se entreguen algo mas que hasta ahora á va- 
rios exercicios que , sin oponerse á la decencia , pueden dar vigor 
y fuerza á sus constituciones. 

Quando se aconseja el exercicio á gentes cuyos males provienen 
de la inacción y ociosidad , hallan siempre razones para eludir el pa- 



EXE 87 
recer y dictamen del Médico : dicen que son precisados á estar se- 
dentarios por estado ó por gusto ; y algunos , para paliar su terque- 
dad, autorizan sus vicios con el exemplo de algunos ancianos que han 
conservado mucho tiempo su salud sin hacer exercicio, ó con el de 
las mugeres , que en realidad hacen habitualmente menos exercicio 
que los hombres : los literatos se hallan muchas veces en este caso; 
pero se alucinan muy á su costa. 

Si realmente hay algunas mugeres que estén sanas sin hacer casi 
exercicio , es porque tienen varios medios naturales) que las desocu- 
pan de lo que pudiera serles superfluo. Tienen evacuaciones periódi- 
cas muy favorables para ello ; tienen por otra parte sensaciones mas 
delicadas , mas movibles que las de los hombres , y comen también 
mucho ménos ; tienen á veces ciertas pasiones , que hasta cierto pun- 
to hacen en su cuerpo el efecto del exercicio calentándolas y ani- 
mándolas. 

La falta de exercicio es la que generalmente causa las obstrucciones 
de las glándulas, que es tan común hoy dia, y que luego se convier- 
ten en enfermedades rebeldísimas. Miéntras los riñones y el hígado 
exercen bien sus funciones hay razón para creer que está bien esta- 
blecida la salud ; pero amenazan mucho daño en llegándose á poner 
malos. El exercicio es uno de los mejores remedios que se conocen 
para las obstrucciones : es cierto que no siempre ha probado como 
remedio ; pero quando se emplee con método y á tiempo , es cierto 
que habrá muy pocos que hagan un efecto tan eficaz. Podemos estar 
seguros que aquellos que hacen mucho exercicio rara vez padecen de 
infartos. 

La delicadeza de nervios debe ser una conseqüencia precisa de la 
falta de exercicio; solo este y el ayre libre puede fortificar los ner- 
vios, precaviendo una multitud de enfermedades que se originan de la 
relaxacion de estos órganos. Rara vez se ve que las personas activas 
y laboriosas se quejen ele enfermedad de nervios : esta clase de en- 
fermedades pertenece á los esclavos del placer y de la molicie. Se 
han visto varios enfermos de esta especie que , arrojados desde los 
brazos de la opulencia al seno de la miseria, y precisados á vivir 
del trabajo de sus manos, han sanado perfectamente. Así es que, se- 
gún lo dicho , se ve quál es muchas veces el origen de las enferme- 
dades nerviosas , y quál es el medio de curarlas ó librarse de ellas. 

El exercicio , dice Witt , es de tanta utilidad para fortificar el 
sistema nervioso, que sin él serán vanos é infructuosos quantos re- 
medios se apliquen á las personas atacadas de nervios por mas que 
sean propios para aquellas enfermedades. De todos los diferentes 
exercicios la equitación lleva con razón el primer lugar para fortifi- 
car. Este es el consejo que da Sidenham para los enfermos hipocon- 
driacos é histéricos. 



88 



EXE 



Si no se transpira habitualmente y con facilidad , hay que temer 
una multitud de inconvenientes que trae siempre consigo la falta de 
exercicio: la materia de la transpiración detenida en los humores los 
vicia, causa la gota, el reumatismo y varias especies de calentu- 
ras &c. Solo el exercicio podría curar una infinidad de males, que se 
tienen por incurables, y precaver aquellos contra quienes son in- 
fructuosos los remedios. 

Cheyne en su excelente Tratado de la salud observa que los su- 
getos débiles y valetudinarios deben hacer del exercicio una práctica 
religiosa. Nosotros somos de su dictamen, no solo para la gente dé- 
bil y valetudinaria, sino también para todas aquellas perdonas cu) as 
ocupaciones no exigen un movimiento suficiente; tales son los litera- 
tos, los tenderos y los artesanos que, sin faltar á sus negocios, de- 
bieran tener ciertas horas destinadas para el exerucio, asi como las 
tienen para comer. Mr. Duplanil observa que las ocupaciones seden- 
tarias deberían pertenecer más particularmente á las mugeres que á 
los hombres, porque ellas sufren mejor el estar encerradas, y son 
mas propias para los trabajos de poca fuerza. Si se criara generalmen- 
te á las niñas enseñándolas algún oficio de los que están á su alcance, 
no se verían tantas prostitutas víctimas de la necesidad, y no habría 
tanta falta de hombres para la agricultura , la navegación y otros 
exercicios de fuerza. Todo lo perteneciente á la sastrería ¿no debie- 
ran hacerlo las mugeres? Los antiguos no conociéron los sastres > y 
todos los vestidos los hacían las mugeres. No hay muchacho, dice 
el Filósofo de Ginebra, que de propio impulso haya aspirado á ser 
sastre; es necesario el arte para inclinará t-se oficio de muger un sexd 
que no nació para él ; una misma mano no puede manejar la espada y 
la aguja. Yo, Soberano, solo permitiría la costurería á las mugeres, 
á los coxos y á los hombres achacosos , que se ven reducidos á vivir 
como ellas. 

Los impresores, los encuadernadores, los zapateros, los pelu- 
queros y otros artesanos están en el mismo caso. La mayor parte de 
sus trabajos los puede hacer una muger ; y la translación de estos ofi- 
cios, que afeminan y debilitan á los hombres á los que les son pro- 
pios , restituiría al estado una multitud de hombres, que se darían 
entonces á otros oficios de mayor utilidad para ellos y para la so- 
ciedad. 

El tiempo mas conveniente para el exercicio es la mañana, por- 
que el estómago está vacío, y el cuerpo ha encontrado en el sueño 
el medio de restablecerse ó recobrar sus fuerzas. Por otra parte el 
ayre puro de una buena mañana da firmeza á los nervios; la indo- 
lencia en nada ha perjudicado tanto á la salud como introduciendo 
la costumbre de estar mucho en la cama. Si en lugar de levantarse á 
las ocho ó las nueve, se levantasen las gentes á las seis, y empleasen 



EXE 89 

«n par de horas en pasearse á caballo ó á pie , se hallarían todo el día 
eon el cuerpo mas libre, y el espíritu mas alegre y sereno. Seria ma- 
yor el apetito, mejores las digestiones, y el cuerpo necesariamente 
se haria mas fuerte. 

Las personas inactivas se quejan continuamente de dolores de 
estómago , flatos, hinchazones, indigestiones &c. Estos males, orí- 
en de otros mil, no ceden á los remedios: solo puede curarlos un 
uen régimen, y un exercicio fuerte y continuado, al qual rara vez 
pueden ellos resistir. Importa notar que no es bueno entregarse á 
un exercicio violento luego después de haber comido. 

El exercicio, en quanto se pueda, debe hacerse siempre al ayre 
libre; si las circunstancias no lo proporcionan de otro modo es bue- 
no exercitarse en casa á tirar la espada, á correr, saltar, baylar, 
pasearse muy apriesa &c. 

Aquí no consideramos el bayle y los demás exercicios como unas 
artes únicamente agradables, sino como unos exercicios favorables á 
la salud ; por lo tanto nos importa muy poco el hacer pasos , arre- 
glarlos en cadencia , describir círculos ni diagonales. Los saltos , el 
correr , la sociedad y la alegría que suele acompañar esta clase de 
exercicios , es lo que nos los hace desear ; los miramos como unos 
medios muy favorables de facilitar la circulación , las excrecio- 
nes &c. , y sobre todo como propios para suplir las ocupaciones se- 
dentarias en que regularmente se emplea todo el mundo y con par- 
ticularidad las mugeres. 

No es bueno fixarse en una sola especie de exercicio: es mucho 
mejor ir variando , y detenerse mas tiempo en aquel que parece mas 
propio á la constitución y á las fuerzas del sugeto. Generalmente es 
preferible aquella especie de exercicio que pone en acción mayor 
número de órganos, como el paseo, el correr á pie y á caballo, el 
nadar, cultivar la tierra &c. 

Es lástima verdaderamente que no estén en uso los antiguos pla- 
ceres de la gimnástica ; estos placeres inclinarían al pueblo á exercitarse 
mas de lo que acostumbra regularmente, y serian de muchísima utili- 
dad á las gentes que no tienen precisión de trabajar para comer. Co- 
mo ha pasado la moda de estos placeres, los de un genio sedentario 
han prevalecido ; los que regularmente solo sirven para perder tiem- 
po, y requieren á veces mas estudio y aplicación que los estudios y 
negocios mas importantes. Todo lo que obliga á estar sentado y apli- 
cado no puede mirarse como una diversión de gran utilidad. 

Los placeres que procuran mayor exercicio son la caza, la lan- 
za, el florete , la pelota , el villar, el mallo y las bochas. Todos es- 
tos exercicios favorecen la transpiración, fortifican los pulmones, y 
dan igualdad y firmeza á todo lo demás del cuerpo. Traeria muchí- 
sima utilidad que en todos los lugares se establecieran , sobre todo 
TOMO 1Y. 21 



po EXE 

para los jóvenes, una especie de corridas á pie y á caballo, y unos 
exercicios de nadar, que vendrían á ser unas escuelas en que se ad*- 
quiriria fuerza, salud y vigor. Todo exercicio debe tener unos lími- 
tes razonables: la fatiga le quita todo su valor, y en lugar de forti- 
tícar el cuerpo y mantener la salud , los va debilitando , y al fin lo 
destruye enteramente. 

Todos los hombres deben imponerse el exercicio como una espe- 
cie de necesidad: la indolencia, como todos los demás vicios, hace 
que nos entreguemos á ella, y va tomando imperio sobre nosotros, 
y liega á hacérsenos agradable. Así hay gentes que quando mozas 
gustaban, del exercicio, y lo miran ya después con aversión; pero 
nunca iexan de ser castigados con males muy incómodos , tales co- 
mo la gota , la hipocondría , la obesidad &c. 

Uno de los grandes secretos de la educación es que los exerci- 
cios del cuerpo y los del espíritu se sirvan unos á otros de descanso. 
El sabn que sepa hacer instrumentos matemáticos, anteojos , teles- 
copios &c. hallará en estas ocupaciones un excelente medio para 
llenar agradablemente los instantes en que el espíritu fatigado rehusa 
el alimento á la imaginación , y la imposibilita el componer : un hom- 
bre de negocios, hallará un descanso agradable en las ocupaciones 
del torno ó en las obras mecánicas; pero los artistas,, los operarios, 
y en general todos los hombres, hallarán en la agricultura un antído- 
to contra el mayor de los enemigos, que es el fastidio de la ociosi- 
dad , preservándose, al mismo tiempo de una multitud de enfer- 
medades. 

La falta de exercicio no solo causa mil enfermedades, y destru- 
ye la economía del cuerpo humano, sino que corrompe necesaria- 
mente el corazón , y da margen á una multitud de vicios. Así , decir 
que un hombre es ocioso es peor que llamarle vicioso, pues no es- 
tando el espíritu ocupado, necesariamente ha de ir en pos de los pla- 
ceres, se ha de entregar á ellos con exceso, y de consiguiente es 
capaz de cometer qualquiera maldad para proporcionárselos. De aquí 
se infiere nuevamente que el hombre no ha sido criado para la indo- 
lencia, pues que esta no solo causa daño al que se: entrega á ella, si- 
no á toda la sociedad ; y al contrario la vida activa no solo es mas 
firme apoyo de la salud, sino también de la virtud. 

Por lo tocante á las precauciones que deben tomarse , ya dixi- 
mos que era peligroso ponerse al ayre después de haber hecho algún 
exercicio violento , que eran temibles las bebidas heladas y aun el 
agua fria, siendo mejor el vino en tales circunstancias. En el artículo 
friegas hablaremos de la especie de exercicio que esto propoiciona 
á la gente sedentaria.] 

EXERESIS. (Cir.) * Esta voz significa la operación por la 
qual se extrae del cuerpo humano alguna materia extraña, inútil ó 



EXF 9 i 

perniciosa. Esto se hace de dos modos, ó por medio de lo qne se 
llama propiamente extracción, que es sacar del cuerpo alguna cosa 
que se habia formado dentro de él, ó por detracción, sacando del 
cuerpo algo que se habia introducido de afuera. La operación de la 
piedra ó litotomia, el parto forzado &c. son de la primera clase: la 
extracción de una bala pertenecerá á la segunda. Algunos autores 
no llaman detracción á la acción de sacar un cuerpo extraño que se 
habia introducido en el cuerpo , sino quando es preciso hacer una in- 
cisión en diversa parte de aquella por donde el cuerpo se habia in- 
troducido ; pero esta distinción es de poquísima utilidad. Lo que im- 
porta es examinar con atención : i .° quál es la parte de donde que- 
remos extraer alguna cosa, y enterarnos bien de su estructura y 
situación: 2.° qué cuerpos extraños queremos extraer; quál es su 
forma y su naturaleza; sisón duros, blandos, desmenuzables , com- 
presibles, redondos, quadrados, romboydes, triangulares &c. : 3.® 
de qué instrumentos nos hemos de valer, eligiendo ó inventando 
los mas á propósito para el efecto: 4. 0 cómo y quándo se deberán 
poner en uso. Los demás principios generales concernientes á la exéi 
resis quedan expuestos en el artículo cuerpos extraños.)* 

EXFOLIACION. (Cir.) * Se llama así la separación de las 
partes de un hueso que se deshace en hojas muy delgadas. Esta 
voz está compuesta de las latinas ex y folium. Quando una parte 
de la superficie del cráneo ha estado algún tiempo desnuda está 
muy expuesta á exfoliarse. Nunca debemos apresurar demasiado la 
curación de las heridas de los huesos , sino darles tiempo de que se 
restablezcan por sí mismas ; lo que hacen algunas veces sin exfoliarse, 
mayormente en los niños. La caries de los huesos es imposible curarla 
sin hacerse la exfoliación: por lo demás los huesos descubiertos no 
siempre se exfolian: se han visto desnudaciones considerables que 
han durado seis meses con supuración , y en que la superficie del 
hueso, lejos de exfoliarse, se ha consolidado. También llamamos ex- 
foliación á la separación de una membrana , de un tendón ó de otras 
partes blandas destrozadas ó amortecidas por alguna causa externa, 
ó alteradas por la impresión del ayre que ocasiona una llaga , ó por 
materias purulentas: la falta de aquella separación en esta última cir- 
cunstancia es una de las causas de la fístula. 

Era opinión muy común entre los antiguos que todo hueso 
descubierto debe exfoliarse , y por esto dexaban mucho tiempo abier- 
tos los labios de una llaga esperando la exfoliación. La experiencia 
y la razón han destruido aquel error, haciendo ver que tapando las 
llagas en que los huesos están simplemente descubiertos, se retarda 
la curación y se expone á los pacientes; sin embargo la exfoliación 
de los huesos es obra casi siempre de la naturaleza , y las mas de las 
precauciones que tomamos para producir la exfoliación son inútiles 



9* EXO 

auando no perjudiciales: esta es una verdad que no debe callarse. 
Efectivamente ¿quántos Cirujanos vemos que durante meses enteros 
se lisonjean en vano de hacer exfoliar algún hueso por medio de 
la hila seca ó del espíritu de vino , de los cáusticos y de la legra, 
quando otros sin recurrir á nada de esto logran ver en poco tiem- 
po una feliz exfoliación? La naturaleza, vuelvo á decir, es la única 
que puede producir la exfoliación, y todo el secreto del Cirujano 
está en, dexarla obrar , ir observando sus pasos , no poner estorbo- á 
sus operaciones , y conservar á la parte su calor natural, ó aumen- 
tarlo si es necesario. Lo mas interesante , pero también lo mas difi- 
cultoso en todas las artes, está en conocer los límites de donde no 
pueden pasar. Los buenos Profesores no pierden nada en confesar 
su limitación, y los impostores hallan ménos víctimas de su credu- 
lidad *. 

EXFOLIANTE. (Cir.) * Exfoliante se llama el remedio propio 
para hacer exfoliar los huesos cariados, es decir T para hacer separar 
en hojas la caries de la parte sana. (V. caries^ exfoliación.). 

Se llama trépano exfoliante un instrumento que perfora el hue- 
so, rayéndolo y levantando varias hojas una después de otra: el ár- 
bol y demás partes de este instrumento no se diferencian en nada 
de las del trépano coronado ,. pues se arma en el árbol del trépano 
lo mismo que las coronas una especie de legra que roe el hueso. 

El uso del trépano exfoliante no es muy freqüente ;. sin embar- 
go puede tener su utilidad , y por lo mismo no debemos desterrarlo 
de la Cirugía , aunque algunos Prácticos lo tengan por inútil *. 

Las incisiones y taladros que aconseja Belloste se tienen por unos 
medios auxiliatorios de la exfoliación; pero ya se ha dicho quando 
se ha tratado de esta operación , que la naturaleza es quien lo hace 
todo, y es poco lo que puede contribuir el arte, 

EXONFALO. {Cir.) * Se da este nombre general que com*- 
prehende todas las especies de hernias que sobrevienen al ombligo 
causadas por la dislocación de las partes sólidas contenidas en la ca- 
vidad' del vientre ; y así los autores han errado en clasificar en el 
número de las hernias del ombligo unos tumores humorales, que no- 
tienen ningún carácter particular por estar situados en aquella parte. 
El hidrónfalo es un tumor aquoso del ombligo ,que no presenta otra 
indicación que la del edema , de quien es una especie. ( V. edema.) 
Lo mismo diremos del neumatónfalo ó tumor ventoso del ombligo. 
Las partes internas que forman dicho tumor exterior, por haber pa- 
sado por el anillo del ombligo, son el intestino y el epiploon t si 
únicamente sale el intestino se llama enterónfalo ; si el epiploon solo 
forma el tumor epiplónfalo; y si el tumor es formado á un mismo 
tiempo por el epiploon y por el intestino se llama entero epiplónfalo. 
Esta enfermedad no se diferencia de las demás hernias sino en su si- 



EXO 93 

tuacion, pues tiene las mismas indicaciones, produce iguales sínto- 
mas , y es susceptible de los mismos accidentes , por lo qual se ha- 
blará de él en el artículo hernia. 

La reducción de las partes que forman aquella hernia debe ser el 
objeto principal del Cirujano (V. reducción.): reducidas ya las 
partes, es preciso contenerlas con un vendaje ó braguero propor- 
cionado *. 

EXOSTOSIS. (Cir.) * El exóstosis es un tumor extraordinario 
que sale en un hueso, y es muy freqüente en las enfermedades vené- 
reas , en el escorbuto y en el vicio escrofuloso. Para curar los exos- 
tosis es preciso combatir la causa interna con remedios generales , si 
no hay un específico conocido contra el principio de la enfermedad, 
como se logra en el venéreo. Las causas de los exóstosis pueden ser 
destruidas , y sin embargo subsistir el vicio local , como se ve igual- 
mente en la hinchazón de los huesos producida por el venéreo. Hay 
exóstosis que se supuran , y la situación de los quales permite hacer 
su abertura y su extirpación : en tal caso podremos emplear todos 
los medios que se han indicado en el artículo de la caries y de la 
exfoliación. Para atacar los exóstosis, que no se han fundido con 
la cura del venéreo ó de qualquiera otra causa interna, debemos des- 
cubrir el tumor del hueso haciendo una incisión crucial; debemos 
luego extraer una parte de los ángulos; hacer la cura en seco; quitar 
el aparato al dia siguiente, y valemos entonces del trépano perfo- 
rativo; con él se hacen varios agujeros hondos y bastante arrimados 
unos á otros, haciendo que ocupen todo el tumor que queremos ex- 
traer; luego nos valemos de un cincel ó de una gubia que corte 
bien t y de un martillito de plomo , con lo qual vamos poco á poco 
cortando todo lo que ha pasado el trépano. Aquellos agujeros dismi- 
nuyen el hueso , y por su medio se corta con mucha mas facilidad 
sin miedo de que se abra quando se le va á cortar con el escoplo: del 
mismo medio se valen los ebanistas para que la madera no se abra 
quando trabajan con el escoplo. Si el tumor es considerable y se ne- 
cesita dar muchas cinceladas r será bueno hacer la operación en dos 
veces, esto es, la mitad en un dia, y la otra mitad el dia siguiente, 
pues los golpes reiterados podrian lastimar la medula del hueso , y 
causar luego después un absceso. Quando está todo quitado, se hace 
la cura del hueso como se ha dicho; y para que la exfoliación sea 
mas pronta r se aplica sobre él la disolución de mercurio , hecha en 
agua fuerte ó en espíritu de nitro. Este es uno de 'os mejores re- 
medios que podemos emplear; y solo preferimos el fuego quando la 
caries es muy profunda , ó quando hay alguna excrecencia de carne 
considerable *. 

EXÓTICOS, (medicamentos) {Mat. Méd.) Se ílaman así to- 
dos los que vienen de países extrangeros y distantes del que se era- 



94 EXP 

plean: se aplica esta voz mas particularmente á las substancias vege- 
tales ó animales que vienen de otra parte del globo en que habita- 
mos. Ha habido y aun hay preocupación en el uso de los medica- 
mentos exóticos , dexando acaso los indígenos ó del pais , debiendo 
estos tener la preferencia. En la Medicina siempre ha habido este lu- 
xo , y seria de desear que los Médicos investigadores examinasen me* 
jor las producciones de su suelo , y evitarían á sus enfermos, ademas 
de los dispendiosos gastos, los malos efectos de algunos medicamen- 
tos que se adulteran , ó por vicisitudes inevitables , ó por la codicia 
y ambición del comercio. 

EXPECTORACION. ( Pat. ) Se da este nombre á la materia 
que se arroja quando se expectora. Los fenómenos que se advierten 
en esta materia morbosa se describen en varios artículos. ( V. catar- 
ro, tÍsis, pulmonía &c.) Por esta voz se comprehende también 
el acto pasado de expectorar , y así decimos la expectoración se ha 
hecho sin fatiga &c. 

EXPECTORANTES. (Mat. Méd.) Se da el nombre de ex- 
pectorantes á los medicamentos que tienen en general la propiedad 
de favorecer la salida de los humores detenidos en los bronquios y 
sus divisiones. Estos medicamentos pueden producir este efecto de 
tres modos diferentes , ó bien dulcificando ó lubrificando las vias de 
la respiración , y llamaremos expectorantes dulcificantes ; ó estimu- 
lando y excitando estas partes , y los llamaremos estimulantes ; ó 
atenuando y fundiendo las materias espesas y viscosas que embara- 
zan la traquíarteria y los bronquios , y los llamaremos expectoran* 
tes incindentes. Los Médicos prácticos determinarán estas varias 
especies según las circunstancias y estado de las materias contenidas 
en los vasos aéreos del pulmón. 

Quando hay viscosidad y acritud en los humores que se separan 
en las vesículas pulmonares , hay tos y esfuerzos inútiles para arrojar 
aquella materia extraña, y suelen facilitarlo los lubrificantes y emo- 
lientes (V. estos artículos.); pero los que se suelen usar con mas 
freqüencia son la raiz de malvavisco , de consuelda y regaliz; las flo- 
res de tusílago, las hojas de malva, los higos, las azofayfas, los dáti- 
les , las pasas, el azúcar, los aceytes dulces, los xarabes de malva- 
visco y de las substancias arriba indicadas &c. , la esperma de baile- 
ña, la miel y otros. 

La tos es el medio que la naturaleza emplea para hacer salir los 
diversos humores morbosos que se separan en los bronquios y en la 
traquiarteria , y algunas veces el arte ayuda y debe excitarla con 
los remedios propios; lo que se consigue irritando los nervios, que sé 
distribuyen en los bronquios y en la faringe , y aun en las inmedia- 
ciones de la laringe. Son varias las substancias qué pueden desempe- 
ñar esta indicación, como son las irritantes. Fourcroy propone los 



EXP 95 

humos de varias substancias ; pero esta práctica está reprobada por 
los Médicos instruidos y acostumbrados á ver los malos efectos de 
Jos vapores introducidos por la boca, pues sofocan infinito á los en- 
fermos; y como estos tienen dañada precisamente la función de la 
respiración , se aumentan los males creyendo dar un remedio útil 
fundado en una vana teoría; bien que el mismo Fourcroy confiesa 
mas adelante que es muy difícil propinar con utilidad esta especie de 
remedios , y así aconseja los mas suaves. 

Los expectorantes, que facilitan la salida de los esputos dividien- 
do los humores espesos, y haciéndolos mas fluidos, son de grande 
utilidad en la mayor parte de las enfermedades de pecho; por lo re- 
gular pertenecen en general á la clase de atenuantes; pero hay 
algunos que tienen una acción particular sobre los humores bronquia- 
les y los demás fluidos animales de estos órganos, y se cuentan en- 
tre ellos el azufre, los bálsamos de la misma substancia, el antimo- 
nio, el kermes mineral, el tártaro emético, pero en corta dosis, el 
succino y su sal volátil,, las aguas minerales hepáticas y sulfúricas, 
las raices de lirios de Florencia, énula campana, de ipecacuana, la 
cebolla albarrana , las hojas de yedra terrestre , de hisopo, de mar- 
rubio, de polígala, pulmonaria, borraxa, buglosa &c. , el azafrán, 
benjuí (con preferencia sus flores), el estoraque, la goma- amonia- 
co &c. Ext. de F. 

EXPECTORAR. (Pat.) Se usa de esta voz para expresar la 
acción , el acto mismo de arrojar las materias contenidas en la tra- 
quiarteria y los bronquios; se diferencia de esputar en que esta ope- 
ración parece que es propia de lo que ya esta en la boca, y aquella 
de lo que ocupa las cavidades aéreas del pulmón; pero no se puede 
expectorar sin esputar. ( V. este artículo.) . 

EXPERIENCIA. ( FU. Míd.) Esta palabra en un sentido ri- 
guroso significa el conocimiento adquirido por medio de observado- 
nes continuas, y por un largo uso de quanto puede contribuir á la 
salud y á la curación de las enfermedades.. Pero ¡quánta falsedad en 
Jas ideas , quántas equivocaciones groseras han reynado y por des- 
gracia rey nan todavía entre el vulgo y aun entre algunos Médicos 
acerca de sus caractéres legítimos! Esta sola causa basta para que 
nos detengamos algún tanto en la explicación de un objeto tan im- 
portante , extractando la mayor parte de nuestras ideas del tratado 
del inmortal Zinmerman sobre la experiencia , cuya lectura llena de 
erudición , de solidez y filosofía no nos cansaremos de recomendar 
así á los principiantes como á los mismos Profesores. 

La experiencia pues en la Medicina como en todas las artes es 
aquella justa reunión de conocimientos , que manifestando la natura- 
leza y relación de los objetos aclara las dudas, disipa la ignorancia, 
y afirma la verdad de las cosas eu quanto puede alcanzar el espíritu 



96 EXP 

humano. Ella fué la base primera de la ciencia , hasta que Hipócra- 
tes , genio destinado á cultivarla y engrandecerla , reuniendo sus 
partes groseras é informes, compuso un cuerpo de doctrina fundada 
en las observaciones de sus predecesores y en las suyas , y estableció 
la verdadera teoría experimental. Mas lastimosamente sus sucesores, 
dando demasiada extensión al raciocinio, y libertad á su imagina- 
ción, se separaron de la senda que él les nabia abierto, y de aquí 
la multitud de sistemas caprichosas que mas de una vez han hecho 
volver á la Medicina á la cura de su infancia. Podemos decir que 
hasta fines del siglo diez y siete no empezó á ensalzarse y cultivarse 
la Medieina experimental , época en que brilláron algunos talentos 
observadores , y en que se recomendó y fomentó con ardor el estu- 
dio de la medicina clínica. 

Para distinguir á un mismo tiempo los escritos que llevan el sello 
de la verdadera experiencia, y discernir los medios oportunos que 
conducen á ella, conviene desde luego conocer sus caractéres y las 
qualidades que debe tener. 

No es la experiencia aquel simple conocimiento délas enferme- 
dades , que qualquier hombre puede adquirir asistiendo con atención 
á algunos enfermos. Esta simple intuición de las enfermedades aun no 
es ni puede ser una observación médica , miéntras el observador no 
tenga las disposiciones preliminares para juzgar bien del objeto que 
se le presenta. En efecto , dice Zinmerman , todo hombre que ignora- 
se lo que debe observar directamente , ó que no posea el arte de 
reflexionar sobre lo que ha visto , podrá muy bien recorrer toda la 
tierra sin haber al fin conocido nada. La verdadera experiencia de- 
pende principalmente de la cabeza del que desea adquirirla ; y así la 
proporción de ver mucho no es la que constituye las buenas obser- 
vaciones, sino la aptitud para ver bien. El vulgo decide general- 
mente de los conocimientos prácticos de un Médico por el mayor 
iwímero de enfermos que ha visto , aun quando carezca de los conoci- 
mientos preliminares para considerar su enfermedad ; de suerte que 
por esta regla un enfermero antiguo de un hospital debe ser á sus ojos 
un excelente práctico ; pero es bien sabido que estas qualidades pro- 
ducen solo observaciones vagas, falsas, por lo común ilusorias, y 
siempre incapaces de servir de base á la experiencia. 

Esta en la Medicina debe fundarse no en algunas observaciones 
particulares y limitadas , sino en una larga serie de hechos , que in- 
dependientes de las personas y de los paises se critican y confirman 
unas á otras. Por lo mismo su base principal viene á ser el resultado 
general de las observaciones dichas , ó de todos los Médicos sensa- 
tos. Supone ademas la capacidad de notar y distinguir todas las 
partes del objeto que se propone, y exige un espíritu reflexivo y 
pronto para juzgar con discernimiento de los auxilios mas oportunos 



EXP 97 
para destruir ó combatir la dolencia: cíe este modo se reducen á dos 
los medios necesarios para poseer la experiencia médica á adquirir 
el conocimiento histórico, que nos dispone para ver bien las enfer- 
medades , y á formarse un espíritu observador, que nos enseñe á dis- 
cernir bien estas mismas enfermedades en los pacientes. 

El primero es indispensable para llegar á conseguir la experien- 
cia, y sin él la práctica es una miserable rutina. Por falta de instruc- 
ción en este punto se ven hombres incapaces de hacer las combina- 
ciones mas simples, exerciendo impunemente y á satisfacción suya 
el arte mas difícil, y cometiendo errores gravísimos, que solo pue- 
de disimularlos su crasa ignorancia. Es verdad que el Médico al en- 
trar en la práctica tiene un campo inmenso que recorrer; mas tam- 
bién es cierto que el que ya va instruido por el estudio lleva consi- 
go la carta geográfica de este vasto pais, miéntras que los demás ca- 
minan toda la vida guiados únicamente por una reminiscencia vaga, 
por una analogía falaz 6 á tientas en medio de espesas tinieblas. He 
aquí las ventajas del estudio razonado de las ciencias auxiliares y de 
la lectura escogida y reflexiva. 

El espíritu de observación , que enseña á discernir bien las enfer- 
medades en los mismos enfermos, consiste en la habilidad de verlas 
tales quales son , y atinar en su conjunto con los puntos principales 
en que debe fixarse nuestra atención. Es menester para formar un 
buen observador que haya recibido de la naturaleza una disposición 
para considerar los objetos en su verdadero aspecto ; y esta organi- 
zación primitiva, que da lo que se llama tacto ó tino , es con res- 
pecto al juicio lo que el golpe de ojo en la pintura y el oido en U 
música. No todos pueden gozar de este don de la naturaleza; mas 
la buena educación , si no basta á reformar una organización vicio- 
sa, consigue á lo ménos rectificar el espíritu, y hacerle adquirir el 
hábito de formar juicios exactos y verdaderos. 

Para esto es necesario formarse un método de clasificar las enfer- 
medades en géneros y en especies bien distintas , y ninguno mas cla- 
ro y sencillo que el nosológico adoptado por los escritores moder- 
nos. (V. nosología.) Los buenos observadores aconsejan ademas á 
los principiantes el formar un diario exacto de los enfermos que asis- 
ten , en que noten la carrera , progresos y particularidades de sus 
males desde el principio hasta el fin. 

Hay una edad propia para la observación , que es aquella en que 
los sentidos tienen á un mismo tiempo vigor y despejo, y en que el 
entendimiento es tan curioso y dócil como pronto para concebir. 
Petit decia que habia visto pocos hombres que , pasada la edad de 
treinta años, estudiasen la Medicina Práctica con aprovechamiento; 
y advertia que los años mas favorables para aprenderla eran desde 
los diez y nueve á los veinte y seis. Antes de esta época es demasía- 

TOMO IV. N 



98 EXP 

do viva la imaginación , y después los órganos no están ya bastante 
flexibles , ni el entendimiento puede sujetarse fácilmente al yugo de 
la experiencia. 

Siendo pues necesario reunir muchas quaüdades apreciables como 
el caudal de nociones extensas y exactas para distinguir y clasificar 
oportunamente las enfermedades, una atención constante para exa- 
minarlas en todas sus relaciones , y un talento perspicaz para con- 
siderarlas baxo el punto de vista mas esencial , se infiere que la ex- 
periencia es don que poseen pocos Médicos, y por consiguien- 
te el mayor número tiene solamente una experiencia falsa ó incom- 
pleta. 

La primera está fundada en sistemas , preocupaciones , observa- 
ciones viciosas ó mal hechas, ó en fin en conseqüencias falsas, aun- 
que á veces deducidas de una buena observación. Esta es de la que se 
glorian los Médicos rutineros , que visitan gran número de enfermos 
sin previsión ni reflexión, que aunque ven gran número de ellos, 
ven muy pocas enfermedades, siempre con los ojos corporales, y 
nunca con los del espíritu , al modo que los enfermeros de un hos- 
pital. 

La experiencia incompleta es la que , reuniendo en cierto gra- 
do las condiciones indispensables para adquirir la verdadera , aun 
no ha llegado al último de perfección por falta de aplicación ó de 
los conocimientos suficientes, ó por vicio de la organización ó poco 
exercicio. 

Muchos adquieren el nombre de buenos observadores porque en 
efecto en lo exterior aparentan aquella actividad y atención cons- 
tante que caracteriza á los Médicos experiméntalos; pero es muy 
fácil padecer en este punto graves equivocaciones. Hay muchos que 
dan este título tan apreciable á un Médico si visita con freqüencia á 
sus enfermos, si examina con una inquieta y prolixa curiosidad sus 
excreciones , hace mil preguntas á los asistentes , y acompaña todas 
sus acciones con un gesto y un tono misterioso; pero esta atención 
de nada sirve si no sabe simplificar los fenómenos en medio de su 
complicación, distinguir lo constante de lo variable y lo esencial de 
lo accidental. 

En qualquier parte se presentan ocasiones en que manifestar un 
Médico su talento observador, ó adquirir este talento particular; 
pero es indudable que ningún parage reúne circunstancias mas favo- 
rables para este objeto que los hospitales. En estos asilos de la huma- 
nidad doliente y menesterosa es donde puede el Médico estudiar 
la historia de las enfermedades y el valor de los remedios, distinguir 
los casos en que las fuerzas de la naturaleza bastan para curar una en- 
fermedad , en que exige los auxilios del arte, ó en que es necesario 
contener su vigor y sus esfuerzos. Una multitud de preocupaciones 



EXP 99 

han pretendido entre el vulgo obscurecer 1 esta verdad palpable , que 
los hospitales eran siempre la mejor escuela de los Médicos, al modo 
que una galería de pinturas lo ha sido de los pintores. 

Dos son las principales objeciones que el vulgo hace en esta ma- 
teria, á saber: que en los hospitales no se executan con exactitud las 
órdenes del Médico ; pero si es dable que en un hospital bien orga- 
nizado y dirigido se cometa alguna vez esta falta, ¿qué diremos de 
las casas particulares, en que ademas se notan una negligencia y de- 
licadeza culpables, y una mala fe para adoptar los consejos del Mé- 
dico, que en verdad jamas se advierten en los hospitales? En estos 
el cuidado y la atención de los asistentes son proporcionados á las 
circunstancias , y por otra parte no hay la precipitación ni las im- 
portunaciones que en una casa particular quitan al enfermo la tran- 
quilidad y el reposo de que necesita. 

La segunda objeción es que los Médicos de hospital gastan muy 
pocos minutos en la visita de sus enfermos, y que por consiguiente 
no pueden conocer su dolencia , ni prescribir con acierto el méto- 
do curativo. Estos impugnadores ignoran que el que examina á un 
enfermo con mas prolixidad y le molesta con mas preguntas no es 
el que conoce mejor su mal, sino aquel cuyo golpe de vista es mas 
exacto y perspicaz; y esta aptitud desaparece con freqüencia dete- 
niéndose y confundiéndose por mucho tiempo con las relaciones de los 
pacientes : es verdad que no siempre se perciben en el momento la na- 
turaleza y complicaciones de las enfermedades; pero la duda en que 
queda entonces el Médico y el juicio provisional que hace por el pron- 
to son por lo común mas útiles para el enfermo que una decisión aven- 
turada. En prueba de estas aserciones podríamos añadir que las me- 
jores obras de Medicina práctica han nacido en los hospitales, y que 
en ellos se han formado los mas célebres Profesores de este siglo. 

EXPERIMENTO. Se da el nombre de.experimento en Medi- 
cina al ensayo ó prueba que se hace de un remedio ó de un método 
curativo qualquiera : para que estos ensayos sean útiles y tengan efec- 
to en ella es necesario observar ciertas reglas, que pueden reducir- 
se á las siguientes: 

1. a Se debe determinar el estado actual en que se_ hal'a el cuer- 
po humano ó el hombre enfermo al tiempo del experimento , y co- 
nocer y caracterizar distintamente la enfermedad. 

2. a Es muy importante tener ya una noción exacta del remedio 
por el uso anterior y las observaciones que otros hayan hecho. 

i. a Es muy esencial, previos estos conocimientos, el observar 
con la mayor atención, exactitud y despreocupación los fenómenos 
que se presenten en el experimento. 

4.* Ademas es necesario ordenar y dirigir los experimentos de 
modo que todos los ensayos sean decisivos y concluyentes. Para es- 



100 



EXT 



to se elegirán siempre casos bien caracterizados é idénticos baxo to- 
das sus relaciones sensibles. 

Si según los principios que acabamos de establecer juzgamos las 
observaciones presentadas en la Medicina con el título de Ensayos 
6 experimentos particulares, no nos admiraremos que sean tan po- 
cos los que conserven el carácter de veracidad y de autoridad que 
en ellos se requiere. 

EXPIRACION. (Fistol.) Se da este nombre á uno de los mo- 
vimientos de la respiración, por el qual el ayre contenido en el pul- 
món se echa fuera de él : con este movimiento termina la vida ; y así 
decimos ya expiró para expresar por antonomasia que murió el hom- 
bre. Este movimiento es el opuesto al de inspiración, que es con el 
que principiamos á vivir. 

EXPR ESION. ( Mat. Méd. ) Se da este nombre á una opera- 
ción mecánica , que freqüentemente se emplea en la Farmacia para 
la preparación de algunos medicamentos, particularmente para la ex- 
tracción de algunos xugos de las plantas, de los aceytes dulces, vo- 
látiles &c. Se executa con solo el auxilio de las manos ó por medio 
de un instrumento bastante conocido, que se llama prensa. Los pre- 
ceptos particulares, las precauciones &c. pertenecen á la Farmacia, 
y solo observamos en este artículo que la expresión no altera jamas 
los productos que se extraen por este medio de las substancias vege- 
tales y animales ; y por razón de la pureza con que se executa de- 
ben merecer gran confianza de los Médicos estas preparaciones. Por 
esta razón los xugos extraídos por expresión tienen una gtan ventaja 
sobre las infusiones, los cocimientos, los extractos y otras prepara- 
ciones en que el fuego altera sus principios. F. 

EXPULSIVO. (Cir. ) * Llamamos así á una especie de venda- 
je, que sirve para echar fuera el pus del fondo de una úlcera fistulo- 
sa ó cavernosa, y proporcionar por este medio ó que la cavidad se 
llene de buenas carnes, ó que vuelvan á unirse sus bordes. Este ven- 
daje no es mas que un contentivo de las compresas graduadas, lla- 
madas expulsivas y el qual se dispone de modo que las circunvolu- 
ciones de la venda se apliquen de modo que compriman desde el 
fondo de la úlcera hácia su abertura. * 

EXTASIS. (Med.) (V. el género xxvi de la clase de debi- 
lidades. ) 

EXTEMPORÁNEA. ( Mat. Méd. ) Esta palabra se emplea en 
el arte de recetar y en la Farmacia para designar un medicamento 
compuesto ó una receta que se hace preparar inmediatamente, esto 
es, que no está ya preparada en la botica, como la triaca, el dias- 
cordio , los xarabes &c. Se usa también en Química para designar el 
arte de obtener prontamente un producto , que no se pudiera conse- 
guir sino muy lentamente por otro medio. Con respecto á la Mate- 



EXT 101 

na Médica la palabra receta extemporánea es casi sinónima de ma- 
gistral: sin embargo esta última denominación no significa necesa- 
riamente la pronta preparación como la receta extemporánea. (Véa- 
se RECETA. ) 

EXTENSION. (C/r.)* Usa mos de esta voz para expresar la ac- 
ción con que extendemos una parte luxada ó fracturada para restituir 
los huesos á su situación natural : se hace con las manos , con lazos 
ó con otros instrumentos convenientes : suponiendo siempre la con- 
traextension , por la qual detenemos el cuerpo para que no siga 
la parte que se estira. ( V. dislocación. ) Para que la extensión y 
la contraextension se hagan como es menester, es preciso que las 
partes se vayan tirando y deteniendo con una fuerza igual , y que las 
fuerzas que tienen y que retienen sean en quanto se pueda aplicadas 
á las mismas partes que necesitan de la extensión y contraextension. 
Las extensiones deben hacerse por grados, y proporcionalmente á la 
distancia de las partes y á la fuerza de los músculos que resisten. Si 
tirásemos de repente con violencia, nos expondríamos á rasgar ó 
romper los músculos, porque sus fibras no habrían tenido tiempo de 
ceder á la fuerza que se les prolonga. Quando no bastan las manos, 
empleamos las lazadas. * 

Extensión. ( Anatomía. ) Esta voz viene de la latina exten- 
sto: significa el movimiento por el qual se extiende un miembro, 
y es principalmente producido por la acción de los músculos exten- 
sores. 

EXTENSORES. ( músculos ) ( Anat. ) Se da este epíteto á 
diferentes músculos, que sirven para extender las partes , y son los 
antagonistas ó contrarios de los flexores; pero á estos músculos se les 
añaden otros epítetos , que especifican mas su denominación , pues la 
voz extensores es bastante general; y así los extensores del antebra- 
zo se describen en el atrículo anconeos , y de otros como los vas- 
tos, que son extensores de la pierna &c. &c. 

EXTIRPACION. [Cir.) Se da este nombre á una especie de 
operación cruenta , que pertenece á la diéresis ( V. este artículo. ), 
y se emplea para separar ó arrancar alguna parte del cuerpo de mala 
condición ; y así se extirpan los pechos y las glándulas quando están 
cancrosas &c. (V. cancro^ escirro. ) 

EXTRACCION. (Cir.) * La extracción es una operación por 
Ja qual, mediante algún instrumento ó con solo la mano, extraemos 
del cuerpo alguna materia extraña que se habia formado ó introduci- 
do en él contra ei orden de la naturaleza; tal es la extracción de la 
piedra que se forma en la vexiga ó en los riñones. (V. litotomia..}. 
La extracción no es mas que una especie del género exéresis. (Véa- 
se EXERESIS y CUERPOS EXTRAÑOS. )* 

EXTRACTOS. (Mat. Méd.) Aunque la palabra extracto se 



102 



EXT 



ha empleado antiguamente para designar todas las substancias que se 
separaban de materias mas compuestas que ellas, se ha aplicado des- 
pués á uno de los principios inmediatos que se extrae de los vegetales, 
sea evaporando sus xugos exprimidos , ó las infusiones y cocimien- 
tos que se preparan á este efecto. El extracto , considerado quími- 
camente, se miraba como una especie de xabon , ó un compuesto 
natural de aceyte y álcali. Se han distinguido en otros tiempos mu- 
chos géneros de extractos. Rouelle ha admitido tres especies , á sa- 
ber: el extracto mucoso, que creia era un mucilago con color: el 
extracto xabonoso, esto es, el propiamente tal; y el extracto resi- 
noso ó el resinoso-extractivo , según que el extracto domine en él 
como en el primer caso , ó que la resina sea mas abundante como en 
el segundo. Cada una de estas especies se distingue por sus caracte- 
res naturales, que los Farmacéuticos deben distinguir 

La Materia Médica nos enseña, después de todo Jo expuesto, 
que empleando los extractos que nos ofrece la Farmacia , sin duda 
no se sabe exactamente lo que se da á los enfermos , y que segura- 
mente nos conduciremos en este punto por un ciego empirismo. Na- 
da se ha hecho para disipar esta incertidumbre sin que haya siquiera 
un principio de análisis de las especies de extractos los mas comunes 
y usuales. Me he empeñado mucho tiempo en buscar todos los me- 
dios para disipar esta obscuridad: he aconsejado á los Boticarios mu- 
chas veces que hagan investigaciones sobre tan importante objeto. 
Yo he principiado á hacerlas, y he hallado relativamente á la análi- 
sis de la quina , que el extracto propiamente dicho es un verdadero 
xabon y una especie de materia suigeneris muy propia para absorvec 
el oxígeno , mudando de naturaleza á medida que esta absorción se 
verifica , haciéndose indisoluble en el agua, y aproximándose enton- 
ces al estado aceytoso quando es saturado de este principio , toman- 
do diferentes estados por razón á las diversas proporciones de oxi- 
geno que contiene. 

Se atribuye en general á los extractos las propiedades de ser ape- 
ritivos , tónicos , atenuantes y depurantes ; pero estas propiedades de- 
ben variar infinito, por lo que no se puede determinar con exacti- 
tud las propiedades de los extractos quando se habla en general; y 
así es necesario consultar los artículos de las varias plantas de que se 
extraen. F. 

Los extractos que se hallan en nuestra Farmacopea son los si- 
guientes: 

Extracto de achicorias. iy. Hojas de achicorias las que se 
quieran : se cuecen en suficiente cantidad de agua; se cuela, se eva- 
pora á fuego manso , y por último se pone á evaporar hasta que se 
consolide en el baño aquoso , meneándolo incesantemente con una 
espátula : se conservarán en rodajas dentro de un vaso cerrado. De la 



EXT 103 

misma manera se efectúan los extractos del taraxacon , bofraxa y 
otros semejantes. 

Extracto de bayas de enebro, r/. Bayas de enebro recien- 
tes quatro libras: habiéndolas partido, se infundirán por espacio de 
dos ó tres dias en doce libras de agua hirviendo ; se cuece hasta que 
se consuma la mitad del líquido ; se cuela el vehículo exprimido y 
defecado por subsidencia, y se evapora en el baño aquoso hasta 
que tome la consistencia de extracto. Su. dosis es desde una á tres 
dracmas. 

Extracto de quina. r¿. Quina pulverizada una libra : se in- 
funde por espacio de dos dias en doce libras de agua pura, meneán- 
dola muchas veces, en el baño aquoso ó á un fuego lento: se repi- 
ten las infusiones con nuevas cantidades de agua hasta que los líqui- 
dos aparezcan insípidos ; entonces se filtran y evaporan en un vaso 
de bronce tapado con estaño, y al último en el baño aquoso hasta 
que tome la consistencia de un extracto sólido. Su dosis es de un es- 
crúpulo á dos dracmas.. 

Extracto de regaliz, r/. Raices secas de regaliz limpias y 
partidas en pedacitos quatro libras, agua común hirviendo diez y 
seis libras: se evapora el líquido colado y decantado al fin en el ba- 
ño aquoso para que tome la consistencia de extracto sólido. Su dosis 
es de media á una dracma. 

Extracto de raíz de ruibarbo, r¿. Raiz de ruibarbo se- 
lecto partido en pedacitos una libra, agua común diez y seis libras: 
se hace la infusión en una olla de barro vidriada por espacio de tres 
dias en un parage frió; después se cuece con un ligero hervor por un 
quarto de hora , y se cuela sin expresión; en seguida se evapora has- 
ta que tome consistencia de xarabe el cocimiento depurado por sub- 
sidencia á fuego lento, meneándolo sin parar con una espátula de 
madera; por último se inspisa en el baño aquoso hasta que se pueda 
amasar con las manos á modo de emplasto, y se conserva para el uso 
en rodajas. Su dosis es hasta dos escrúpulos. Del mismo modo se 
preparan los extractos siguientes: el de azafrán, el de las hojas de 
sen y otros semejantes.. 

Extracto aquoso de opio. (láudano simple) r;. Opio pulveri- 
zado y partido menudamente quatro onzas: se machaca en un mor- 
tero de mármol , añadiendo en varias veces la suficiente cantidad de 
agua fria, y se pone en digestión en un sitio caliente hasta la perfec- 
ta disolución de la parte extractiva: se evapora el líquido colado en 
el baño aquoso hasta la sequedad de él. Su dosis es de dos granos. 

Extracto regalizado de opio. ( láudano ordinario ) r/. Ex- 
tracto de regaliz tres onzas, alcanfor dos dracmas, azafrán ocho es- 
crúpulos, bayas de alquequenge y trementina de Venecia de cada co- 
sa una onza , goma tragacanto y resina de almáciga de cada cosa una 



io4 EXT 

dracma, extracto aqnoso de opio medía onza. Los extractos se dilu- 
yen con un poco de agua en un mortero para que se haga un líqui- 
do de consistencia de miel , después se añade trementina , y se mez- 
clan perfectamente; luego se mezclan los demás polvos para que se 
forme una masa de pildoras, de la que se constituyen trociscos, los 
que se ponen á secar, y se guardan para el uso. Su dosis es un es- 
crúpulo. 

Extracto crocado de opio, (láudano opiado) ly. Extracto 
aquoso de opio dos onzas, azafrán una onza, conchas de margaritas, 
piedra de jacintos y corales, de cada cosa dracma y media, tierra 
sellada una dracma , piedra bczoar quatro escrúpulos , cuerno de cier- 
vo crudo dos escrúpulos: se pulveriza todo sutilmente, y se hacen 
pastillas con un poco de agua, dejándolas secar para el uso. Su do- 
sis es de quatro granos. 

Extracto cinabarino de opio, (láudano cinabarino) iy. Ex- 
tracto aquoso de opio seis dracmas , azafrán pulverizado y sulfureto 
de mercurio nativo preparado de cada cosa tres dracmas: hágase una 
masa de pildoras con un poco de agua; se seca, se hacen rodajas, y 
se conserva para el uso. 

Extracto de la raíz de zarzaparrilla. ly. Raiz de zarza- 
parrilla partida y cortada menudamente dos libras, agua común vein- 
te libras: se pone en infusión en una olla de barro vidriada , y se ma- 
cera por espacio de veinte y quatro horas en un lugar caliente: des- 
pués se cuece en un vaso abierto por espacio de dos horas , y se cue- 
la : el residuo se combina de nuevo con agua común , se cuece de 
nuevo como antes hasta quedar en ocho libras, y se cuela; se depu- 
ran y decantan por subsidencia las aguas coladas; después se evapo- 
ra como se dixo en el extracto de la raiz de ruibarbo. Su dosis es de 
dos dracmas. Del mismo modo se preparan los extractos siguientes: 
de raiz de tormentila, palo de Guayaco, raiz de bistorta, de heleno 
y otros semejantes. 

Extracto de raíz de eléboro negro, iy. Raiz de elé- 
boro negro contundido una libra, agua hirviendo de la fuente ocho 
libras , alcohol y vino puro quatro onzas : se pone en digestión por 
espacio de doce horas; después se cuece en un vaso bien tapado á 
un fuego lento por el término de dos horas; luego que está medio 
frió el cocimiento se cuela por expresión , y se evapora, depurándo- 
le por subsidencia, y se procede en lo demás de la manera que que- 
da explicado antes. Del mismo modo se preparan los extractos si- 
guientes: el de agárico, el de la pulpa de la coloquíntida y otros se-« 
mejantes. 

Extracto aleótico de agárico (extracto católico) r;. Ex- 
tracto de eléboro negro y de agárico de cada cosa una onza , colo- 
quíntida seis dracmas, escamonio selecto pulverizado una onza , aloe 



FAL 105 

sucotrino pulverizado dos onzas , sulfate de magnesia media onza, 
agua de la fuente quants sea necesaria. Se machacan los extractos en 
un mortero para que se haga una masa blanda; en seguida de esto se 
añaden los polvos, y habiendo mezclado bien todo se forman unos 
trociscos, los que se ponen á secar para el uso común. Su dosis es de 
media dracma. 

EXTRAVASACION. (Pat.) Es una efusión de algunos hu- 
mores que salen de sus propios vasos. Quando la serosidad se extra- 
vasa en el texido celular ó en alguna grande cavidad es la materia 
de las diferentes especies de hidropesía. (V. derrame, anasarca, 

HIDROPESÍA &C.) 

EXTREMIDADES. (Anat.) Se da este nombre al remate de 
una cosa ó la parte que la termina; por esta razón y en este sentido 
llamamos á los brazos extremidades superiores , y á las piernas 
extremidades inferiores. (V. esqueleto.) 

EYACULACION. (Fisiol.) Se llama así la acción por la qual 
se arroja el semen con deleyte. (V. generación.) 

EYACULATORIOS. (vasos) (Anat.) Se llaman así los con- 
ductos excretorios que arrojan el semen á la uretra. (V. semen/ ge- 
neración.) 

FABRICIO. (Gerónimo) (Biog.) Mas conocido por el nom- 
bre de Aquapendente , de donde era natural; fué discípulo y sucesor 
de Falopio en la cátedra de Anatomía en Padua, la que desempeñó 
quarenta años seguidos con mucha distinción. La República de Ve- 
necia le dio una pensión de cien escudos de oro, y le honró con una 
estatua y con una cadena de aquel metal. Este sabio Médico muiió 
en Padua en lóo - ; , dexando varias obras de Cirugía, Anatomía y 
Medicina, con razón estimadas por los que se dedican á estas artes 
útiles. Sus obras anatómicas se han impreso en Leyden en 1738 en 
folio. Fué el primero, en 1574, que notó las válvulas de las venas; 
pero no conoció ni sn estructura ni su uso. Fabricio creyó con ra- 
zón que era menester reunir la teoría de la Medicina con la prácti- 
ca, y esta con la Cirugía. Á sus experimentos y á sus meditaciones 
debemos sus obras quirúrgicas, que igualmente han sido recopiladas 
en Holanda en 1729 en folio. Fabricio trabajaba mas por la gloria 
que por el interés. Habiéndole sus amigos hecho varios regalos para 
recompensar su generosidad, los mandó poner en un gabinete con 
esta inscripción: Lucri neglecti /nerum. D. H. 

FACULTAD. ( Fisiol.) Facultas. Es la potencia de obrar, de 
la qual traen origen las funciones (V. este artículo.) como los efectos 
de sus causas; y así en la Fisiología decimos facultad animal, vital 
y natural &c. 

FALANGES. (Anat.) Se da este nombre á las filas paralelas 

TOMO IV. o 



io6 FAN 

de los huesos que forman los dedos (V. este artículo.), que cada uno 
tiene tres , menos el pulgar que solo tiene dos. El nombre de falanges 
les viene á estos huesos por razón de que en otro tiempo se llamaban 
los cuerpos de infantería de Macedonia y otras Naciones falanx , y 
sin duda por comparación se ha dado este nombre á los huesos de los 
dedos, porque están dispuestos en filas como las tropas; tienen estos 
huesos distintas figuras y longitud entre ellos , y el último sostiene 
la uña. 

FALCEMESORIA. (Anat.) Se da este nombre á una de las 
dobleces de la dura-mater. (V. este artículo.) 

FALOPIO. (Gabriel) {Biog) Médico italiano de últimos del 
siglo xiv ó principios del xv ; fué muy profundo en la Botánica, 
Astronomía, Filosofía, y sobre todo en Anatomía. Viajó por Eu- 
ropa para perfeccionarse en su arte. Era metódico en sus lecciones, 
pronto en sus disecciones, y feliz en sus curaciones. Aunque se dice 
que descubrió aquellas partes de la matriz llamadas las trompas de 
JFalopio, es preciso confesar que no fueron desconocidas de los anti- 
guos. Se le atribuyéron otros descubrimientos, que se le han dispu- 
tado. Sus numerosas obras han sido recopiladas en quatro tomos en 
folio. Venecia 1584, 1606. En el tomo primero están sus institucio- 
nes y sus observaciones anatómicas, sus tratados de los remedios sim- 
ples, de las aguas minerales, de los metales y de los fósiles. El segun- 
do comprehende sus tratados de llagas, úlceras, tumores &c. D. H. 

FANON. (Cir.) * El fanón es una pieza de aparato para la 
fractura de las extremidades inferiores , y consiste en dos palitos del 
grueso de un dedo cubiertos de paja que se sujeta al rededor con un 
hilo ó qualquiera otro medio. Los fanones son mas ó ménos largos, 
según el tamaño de los sugetos y de la parte fracturada. Los que 
sirven para las piernas deben estar hechos á la medida de estas desde 
encima de la rodilla hasta quatro dedos mas allá del pie. Los de los 
muslos deben ser desiguales; el de la parte de afuera debe llegar 
desde el pie hasta mas allá del hueso de la cadera; el interno es mas 
corto , y debe terminarse por la parte superior en la doblez del mus- 
lo sin que lastime las partes genitales. La voz fanón significa palo 
de hacha: para servirse de él es menester envolver cada uno de ellos 
con un lienzo que sea bastante para que la parte se adapte á él con 
todo el aparato que se le ha de aplicar. Los fanones se aprietan á los 
dos lados del miembro ; pero antes de atarlos por medio de tres ó 
quatro ligaduras ó cintas de hilo que se han puesto debaxo, se tiene 
cuidado de poner unas compresas que llenen los vacíos, como por 
exemplo debaxo de las rodillas , y sobre las maleólas ó canillas, á fin 
de que los fanones hagan una compresión igual en todo el largo del 
miembro, y que no lastimen las partes, como sucedería si no se pu- 
siesen dichos auxilios. Por esta descripción se ve bien quál es el uso 



FAR 107 

de los fanones ; con ellos se mantiene la parte fracturada en la di- 
rección que le hemos dado, y se evitan todos los movimientos vo- 
luntarios é involuntarios mas que con ninguna otra parte del apara- 
to: también sirven para .evitar que se descomponga el miembro 
quando se ha de transportar el enfermo de una cama á otra. Quan- 
do están ya aplicados los fanones debemos colocar el miembro so- 
bre una almohada ó coxin en una situación algo obliqüa , de modo 
que el pie esté mas elevado que la rodilla, y esta mas que el muslo; 
con cuya posición se favorece la vuelta de la sangre de las extremi- 
dades hacia el centro. (V. fractura.) * 

Pueden suplir muy bien para las fracturas á los fanones que aca- 
bamos de describir unos rollos formados con unas sábanas, que ade- 
mas de ser blandos tienen la ventaja de poderse lavar, y se hacen en 
pocos minutos; y no tienen peligro de lastimar tanto, aunque se 
compriman con las cintas ó vendas que se sujetan. 

FAGEDÉNICA. (úlcera) (Cir.) Se llama así una úlcera de un 
carácter corrosivo, que consume y corroe las partes vecinas. (V. ul- 
cera.) Esta palabra es griega y significa comer. 

También hay medicamentos que se llaman f age dénteos y y son 
los que se emplean para consumir las carnes fungosas; y así hay 
aguas fagedénicas &c. 

FARINGE. (Anat.) Se da este nombre y el de fauces á un 
gran saco musculoso, ancho superiormente, mas angosto hacia el 
hueso híoides; pero vuelve á ensancharse en el sitio que abraza pos- 
teriormente la laringe. La cara posterior de este saco es muy larga; 
pues de la apofise cuneiforme del occipital, á que está asida, baxa 
por delante de las vertebras cervicales á formar un tubo continuo 
con el esófago ( V. este artículo.)) cuya entrada mas ancha, á manera 
de embudo es la faringe, que está atada á las vertebras por un texi- 
do celular bastante grueso, que no la impide sus movimientos. Las 
partes laterales del dicho saco se atan en uno y otro lado á las apo- 
fises terigoideas del esfenoides, á la mandíbula inferior, á la lengua, 
al hueso hioides, cartílago, ó ternilla tiroides y cricoides de la la- 
ringe. Viste interiormente á las fauces una membrana , que es con- 
tinuación del cutis y cutículas que vienen de las narices y de la boca. 
Tiene este saco varios músculos , que le dilatan y contraen á su debi- 
do tiempo para contribuir á la deglución (V. este artículo.) como 
veremos después. Las arterias que dan sangre á esta viscera vienen 
de la faríngea inferior ó ascendente, y de la superior; las venas pro- 
ceden de las tiroideas superiores y de la faríngea. Recibe este órga- 
no sus nervios del gloso faríngeo, del vago y del ganglio cervical 
superior &c. La faringe es el órgano principal de la deglución. l a 
lengua es la que principalmente conduce los alimentes á las fauces; 
y como al mismo tiempo el velo del paladar cierra el paio á las 



108 FAR 

narices , la ternilla epiglotis á la laringe , y las mismas potencias ó* 
músculos que levantan á esta elevan y ensanchan la faringe; los ali- 
mentos impelidos por la lengua no encuentran otro paso libre que 
las fauces, cuyos músculos irritados por los mismos alimentos se 
contraen y los empujan sucesivamente hasta el esófago. Ext. de B. 

FARINGEA, (arteria) La arteria faríngea inferior es un ramo 
de la carótida externa, y se distribuye por varias ramificaciones en 
la faringe y sus músculos á los terrigoideos , algunas veces á la lengua, 
al velo del paladar y partes vecinas. 

FARINGOTOMO. (Dr.) Se llama así un instrumento que sir- 
ve para escarificar las amígdalas y demás partes del fondo de la boca, 
quando la necesidad lo exige, particularmente quando la inflama- 
ción es tal que amenaza una sofocación, gangrena &c. ( V. angina.) 
La palabra faringotomo es compuesta de dos griegas, de las quales 
la una significa faringe, y la otra incisión. Este instrumento inven- 
tado por Petit es una especie de lanceta introducida en una vayna 
que la cubre, y por medio de un resorte sale la punta á voluntad 
del Cirujano, que solo la pone en acción quando el instrumento 
está introducido en la boca, y aplicado en el sitio que se ha de sajar; 
comprime el resorte, sale la lanceta, hace la incisión, y después se 
oculta por medio del resorte, y no hay peligro de herir las partes 
sanas por donde tiene que pasar el faringotomo. 

FARMACIA. (Phar.) Es el arte de distinguir y conocer cien- 
tíficamente los cuerpos de los tres reynos de la naturaleza que tie- 
nen uso en la Medicina , de elegir y preparar los medicamentos sim- 
ples, y de elaborar, mezclar y componer los compuestos. 

FARMACÉUTICOS, (remedios) (Mat. Méd.) Se llaman así 
los remedios que se preparan en las boticas. 

FARMACOPEA. ( Mat. MU.) Se lia ma así el libro que con- 
tiene las fórmulas de preparar, mezclar ó componer los medica- 
mentos que se han de despachar en las boticas. Se llaman también 
estos libros formularios , antidotarlos , códigos de remedios &c. Por 
lo regular cada nación y algunas ciudades y provincias tienen su far- 
macopea peculiar á que por autoridad del Gobierno se han de atener 
á ella los Boticarios en sus operaciones y composiciones oficinales, 
magistrales y extemporáneas (V. estos artículos.), sin que se prive 
á los Profesores de disponer otras composiciones de su invención ó 
de su uso, con arreglo á algunas de las Farmacopeas extrangeras. La 
que sirve de norma en nuestra España es la Hispana, publicada en 
1 794 , y en su defecto la Matritense. Se reformó esta con el fin de 
abolir la multitud de composiciones monstruosas, inexactitudes quí- 
micas &c. , que la sana crítica y los conocimientos ulteriores obligan 
á desterrar, mandando substituir á la Matritense la Hispana , que 
se reimprimió el año de 1797, y presenta en ambas ediciones com- 



FAT 109 

posiciones mas sencillas; y por último en 1803 se publicó añadida la 
tercera edición, que actualmente rige, por la Junta superior guber- 
nativa de Farmacia; y aunque conocemos la instrucción y respe- 
to que se debe á los miembros de tan ilustre Cuerpo , no dexamos 
de' extrañar que se hallen insertas y añadidas varias composiciones 
amontonadas , dispendiosas &c. , que aunque autorizadas por la an- 
tigüedad , las reprueba la Química moderna, y grita á cada paso la 
Materia Médica contra ellas, como lo hemos hecho en varios artí- 
culos de este Diccionario dictados por Fourcroy ; pero sin embargo 
nosotros seguimos en nuestra obra la misma Hispana , exponiendo 
en los artículos correspondientes literalmente sus composiciones, aca- 
so animados de los mismos sentimientos que los autores de dicha 
Farmacopea ; pues aunque conozcan sus defectos, presentan com- 
posiciones antiguas y modernas ínterin se destierra la polifarmacia y 
el fárrago; y estando uniformes las ideas terapéuticas se podrá en- 
tonces simplificar las composiciones. Nosotros no tenemos autoridad 
para reformar, pero recomendaremos á nuestros lectores la simplici- 
dad; que conozcan sí las composiciones, pero que elijan las sencillas, 
y desechen las farragosas , valiéndose de los conocimientos químicos 
del dia , de la observación clínica y de la sana crítica. 

FASCIALATA. (Auat.) Esta es una palabra latina que conserva 
la Anatomía, que significa faxa ó vanda ancha, y es precisamente el 
nombre que se da á una aponeurosis del muslo y al músculo que le 
corresponde. La fascialata tiene sus ataduras fixas por un principio 
aponeurótico al labio externo del hueso ileon , adelantándose hasta 
su espina anterior y superior. El cuerpo carnoso de este músculo, 
cuya longitud quando mas es de seis dedos, produce una aponeuro- 
sis, que comunicándose con las fibras aponeuróticas del grande y 
mediano glúten, se va extendiendo mucho después, por lo que se 
la ha dado el nombre de faxa ancha ó fascialata. Esta aponeurosis 
da varios septos, que se introducen por los intersticios de los mús- 
culos que cubre, que son los que sirven para mover la pierna, que 
están colocados en el muslo , y así es que ocupa casi toda la parte 
externa de dicho muslo, uniéndose á lo largo de la línea áspera del 
fémur ; después baxa sobre la cara externa de la pierna pasando por 
la parte superior del peroné, en donde parece termina el músculo 
fascialata; sirve para la abducción del muslo y su aponeurosis , para 
contener los músculos que envuelve , y servirles como de un punto 
de apoyo para que obren con mas fuerza. 

FATIGA. {Hig.) Es el efecto de un trabajo considerable, sea 
del cuerpo ó del espíritu ; por lo regular es conseqüencia de los ex- 
cesos en el exercicio y las acciones corporales, por lo que nos de- 
bemos referir al artículo exercicio. Patológicamente, ó en el esta- 
do de enfermedad por fatiga , se entiende quando los enfermos tie- 



110 



FEM 



nen la respiración alterada, y también quando se hallan en un esta- 
do de inquietud y ansiedad. (V. anhelación y ansiedad.) 

FECALES, (materias) Se da este nombre á todos los excre- 
mentos que salen por el ano. (V. digestión y humor.) 

FECULA. (Mat. Méd.é Hig.) Se da este nombre á una subs- 
tancia pulverulenta y gelatinosa que se separa de las plantas laván- 
dolas ó poniéndolas en disolución en el agua con la ayuda del calor. 
Se deben mirar como féculas los almidones que se sacan del trigo y 
otros cereales, las harinas que suministran las patatas, el cazabe &c. 
(V. el artículo alimentos.) La fécula es la parte verdaderamente 
nutritiva de las plantas, y por consiguiente es la que en el reyno 
vegetal suministra las mayores ventajas al hombre; de ella saca mu- 
cho partido la Materia Médica; pues satisface muchas indicaciones, 
como se ha manifestado en varios artículos en que la fécula es el 
principal agente medicinal. 

FECUNDACION. (Fistol.) Esta voz se explicará en el artí- 
culo GENERACION.) 

FEMUR. (Anat.) Se da este nombre al hueso que sirve de 
fundamento al muslo llamado también del muslo, el qual es grueso 
y fuerte, y el mas largo y grande de todos los del cuerpo humano. 
Hay que considerar en él el cuerpo y sus dos extremidades. El cuer- 
po es su parte media, es casi de figura cilindrica, está como conve- 
xo adelante y cóncavo atrás , en cuya concavidad se alojan muchos 
músculos ; se observa en casi toda la longitud de su cuerpo una línea, 
que se llama áspera , en donde se insertan varios músculos. En la ex- 
tremidad superior hay que observar la cabeza, el cuello y dos gran- 
des apofises. La cabeza es semiesférica estando inclinada hacia aden- 
tro para acomodarse en la gran cavidad cotiloides de los huesos inno- 
minados; se nota en ella una foseta , donde se ata un ligamento que 
ata dicha cabeza con la cavidad. El cuello está casi horizontal, y 
se halla inmediatamente debaxo de la cabeza. De las dos apofises la 
exterior, que se llama gran trocánter es bastante considerable; la 
interior no es tan grande , que es el pequeño trocánter , uno y 
otro sirven para dar ataduras á varios músculos. La cabeza entra 
en la cavidad articular, como hemos dicho, y ademas de colocar- 
se profundamente se halla revestida esta articulación con un fuerte 
ligamento, que la reviste al rededor, y otro que la ata interior- 
mente. Esta cabeza articular se mueve en todos sentidos. Se obser- 
van en la extremidad inferior dos gruesas apofises , que se llaman 
cóndilos , de una figura oval y una cavidad en medio de ellos, cu- 
yas eminencias y cavidades se acomodan en otras proporcionadas 
del hueso de la tibia , y forman la articulación por charnela ó 
ginglimo. Entre los cóndilos hay posteriormente una cavidad ó de- 
presión para que se alojen los vasos y nervios que van á la pierna 



FEN ni 

para qne no se compriman en la flexión. Hay á los lados externos 
de cada cóndilo varias asperezas ó tuberosidades, donde se atan los 
ligamentos que llaman laterales , que se unen también en la tibia. 
Los usos del fémur son formar la parte mas considerable de la ex- 
tremidad inferior, de sostener todo el peso del cuerpo, y de dar 
atadura á muchos músculos y ligamentos &c. 

FENOMENO. Voz que se usa en la Física y también en la Me- 
dicina para expresar todo lo que descubrimos en los cuerpos y en el 
hombre mismo, y que se percibe por medio de los sentidos, que 
observan freqüentemente los Médicos y los hombres ocupados en el 
estudio de la naturaleza. En otra acepción , esto es antiguamente, 
llamaban fenómeno una cosa extraordinaria que aparecía en el cielo, 
ó que se observaba en la tierra ó entre los hombres; pero los filósofos 
modernos restringen esta palabra, y la limitan á lo que aparece, en 
qualquiera cosa que sea, con tal que esté al dominio de los sentidos, 
y para expresar las cosas extraordinarias que se observan también 
con los sentidos, que igualmente son fenómenos, se les añade el epí- 
teto de raro ó extraordinario, procediendo de este modo con mas 
exactitud. Los Médicos en el día suelen usar la voz de fenómeno 
morboso como sinónimo de síntoma; y así Sauvages, refiriéndose á 
Boerhaave , dice que el fenómeno morboso es quando se percibe sen- 
siblemente que alguna función ó qualidad del cuerpo se halla de un 
modo diverso y distinto que en el estado sano. 

,, Los fenómenos son siempre la piedra del toque de las hipóte- 
sis, dice Brison; y para que qualquiera de estas adquiera algún gra- 
do de probabilidad , es indispensable que por su medio puedan ex- 
plicarse algunos fenómenos, siendo la probabilidad de la hipótesi en 
razón del número de fenómenos que explica. Newton nos dexó ad- 
mirables reglas para la explicación de los fenómenos de la naturale- 
za, que por su importancia expondremos aquí: i.° Solo deben ad- 
mitirse por verdaderas causas de los fenómenos de la naturale- 
za las que se conocen por verdaderas , y cuya verdad se ha de- 
mostrado con experimentas , observaciones repetidas muchas ve- 
ces y de varios modos, y que basten para explicar los fenómenos 
que lo exigen: luego únicamente se han de admitir por causas las 
que indican manifiestamente los fenómenos de la naturaleza. Estas 
serán verdaderas : i.° s¡ es constante que existen en la naturaleza, y 
si todos los fenómenos concurren á demostrar su existencia: 2.° si 
no solamente pueden deducirse de ellas los fenómenos, mas tam- 
bién si tienen necesaria conexión con las causas : 3. 0 si los cuerpos en- 
sayados y manejados de varios modos nos indican constantemente 
las mismas causas de los mismos fenómenos : 4. 0 si no pueden supri- 
mirse estas causas sin destruirlos mismos fenómenos Siempre que 

la naturaleza, algunas veces misteriosa en sus secretos, nos oculta las 



112 



FER 



causas de los efectos que nos permite considerar , entonces conviene 
mas bien confesar nuestra insuficiencia que inventar causas puramen- 
te probables para querer explicar ciertos fenómenos: una ciencia sen- 
cilla , pero estable y cierta , siempre debe preferirse á otra que fuese 
incierta, vaga y errónea , aun quando estribase en cimientos supues- 
tos ingeniosamente, y estuviese adornada de argumentos especiosos y 
propios para inducir error." (V. causas.) 

Desde que la Medicina ha seguido los pasos de la Física , y ha 
abrazado los admirables principios que acabamos de exponer , ha 
principiado á desechar hipótesis, examinando con mas crítica los fe- 
nómenos naturales y morbosos que se advierten en el hombre, y 
desprendiéndose por consiguiente de la multitud de teorías, que so- 
lo sirven de abrumar la ciencia y multiplicar los errores. En el dia 
confesamos francamente lo limitada que es nuestra inteligencia en la 
explicación de muchos fenómenos ; y el tiempo que se había de em- 
plear en conjeturas violentas y en hipótesis arbitrarias lo gastamos en 
cosas mas útiles ó en el exámen de otros fenómenos , que su explica- 
ción está mas á nuestro alcance. Excusamos de repetir loque ya he- 
mos dicho en otros artículos 'sobre este objeto. (V. medicina, ex- 
periencia , EMPIRISMO &C. ) 

FERINA, (tos) (Mecí.) Se halla en el género v que constituye 
la clase de anhelaciones. (V. este artículo.} 

FERMENTADOS, (licores) Se llaman así el vino, aguardien- 
te &c. (V. tóalos estos artículos.) 

FERMENTO y FERMENTACION. (Mat. Méd.) El fer- 
mento es una materia qualquiera capaz de mudar todas las substan- 
cias posibles en una naturaleza semejante á la suya por un movimien- 
to de fermentación que excita. Fermentación es un movimiento 
excitado ó espontáneamente, ó por el fermento en las materias de 
diversa naturaleza , dándolas un carácter nuevo , sea de alcohol quan- 
do los cuerpos son azucarados, fea ácida si toma otra vez el estado 
de nuevo azucarado , ó pútrida quando produce el amoniaco , como 
sucede en todas las substancias animales. Por lo que acabamos de es- 
tablecer se ve que hay tres especies de fermentación, y que se debe 
por esta razón admitir tres especies de fermentos. No es difícil con- 
cebir que un fenómeno como el de la fermentación, que tiene tanta 
extensión en los conocimientos humanos, debe precisamente tener 
un gran influxo en la Medicina, y servir para explicar otros fenó- 
menos en muchas partes de esta ciencia. No solamente se ha admiti- 
do la fermentación como principio de muchas causas de un gran nú- 
mero de efectos en la economía animal, sino también se ha mirado 
como el origen de varias enfermedades, de las mutaciones que ocur- 
ren en ellas, la depuración y las crisis que anuncian la determinación 
feliz. Los fermentos, las levaduras, los movimientos espontáneos se 



FER 113 

han multiplicado infinito en la Fisiología y Patología; pues apénas 
hay una función en la naturaleza y un fenómeno en el hombre en- 
fermo que no dependa de ellos. Se ha creido que habia otros tantos 
fermentos como humores se separan en los órganos respectivos, y 
que cada uno de estos fermentos tiene la propiedad de convertir en 
su propia naturaleza la sangre ó la linfa que acude al órgano secre- 
torio; y así el fermento biliario debia formar la bilis en el hígado, 
el urinario en los riñones, el salival en las glándulas parótidas maxi- 
lares &c. Luego que el sistema químico se adaptó en la Fisiología, 
y que ha servido de fundamento á la Física animal, se ha extendido 
igualmente á la Patologia: las enfermedades eran originadas por fer- 
mentos; se admitiauna levadura ó fermento pútrido, otro febril &c. 
La facilidad que estos sistemas presentan , para explicar la comunica- 
ción de las enfermedades contagiosas , ha contribuido mucho á su ex- 
tensión. Se puede ciertamente creer en un fermento varioloso, ve- 
néreo, hidrofóbico, psórico &c. , y que para concebir la producción 
del sarampión, la rabia &c. , se podia pensar acaso que los fermen- 
tos mezclados en nuestros humores les hacian fermentar cada uno 
de distinta manera, desenvolviéndose así las enfermedades que ca- 
racterizaban cada uno de ellos. Es necesario convenir que esta teo- 
ría , conforme en muchos fenómenos químicos que se hallan con mu- 
cha freqüencia en la naturaleza , y análoga al mismo tiempo á la po- 
tencia generatriz de los animales, ofrece al entendimiento humano 
una simplicidad , que casi le convence , y se aquieta por una semejan- 
za persuasiva y eficaz; pero por desgracia no hay pruebas exactas 
de la existencia de estos fermentos , y la Física actual no se debe 
contentar con analogías en que esta teoría está únicamente fun- 
dada. F. 

FERNELIO. ( Juan Francisco) ( Biog.) Natural de Mont-didier 
en Picardía, nació en 1496. Después de haber consagrado algunos 
años á la Filosofía y á las Matemáticas , se aplicó á la Medicina , y 
la exerció con mucho aplauso. Dicen que hizo fortuna en la Corte de 
Henrique 11, de quien llegó á ser primer Medico, por haber hallado 
el secreto de hacer fecunda á Catalina de Médicis, la que le hizo re- 
galos de mucha consideración. Este sabio murió en 1558. Ninguno 
de los modernos desde Galeno acá ha escrito mejor, antes que él, 
sobre la naturaleza y causas de las enfermedades , prueba de ello es su 
Patologia; viviendo el mismo Fernelio ya se leia en las escuelas pú- 
blicas. Ha dexado otras varias obras no ménos estimadas, como son 
principalmente: i.° Medicina universa , Utrech 1656 en 4. 0 Es una 
colección de varios tratados de Fernelio , que los mas se han tradu- 
cido en francés: 2. 0 Medici antiqui graci qui de febribus scripse- 
runt , Venecia 1 594 en folio. Los Médicos latinos , sobre la misma 
especie, se han impreso en 1 5 47 en folio &c. Este ilustre restaura- 

TOMO IV. P 



■9 



114 FET 

dor de la Medicina no aprobaba el uso muy freqiíente de la sangría; 
y se le aplaude con razón el haberse apartado del método de Hege- 
íio, demasiado pródigo de sangre humana. Al mérito de excelente 
Médico reunía Fernelio el de buen escritor ; hablaba y escribía en la- 
tí n con tanta pureza, que era la admiración de los sabios de la otra 
parte de los Alpes , que reprochan el latin bárbaro de nuestras es- 
cuelas. El estudio era su pasión dominante, en tal grado , que muchas 
veces dexaba los convidados en la mesa para retirarse á su gabinete 
á estudiar. D. H. 

FERREIN. (Antonio) (Biog.) Nació en Frespech en el Age- 
nois el año 1693 » ^ Profesor de Anatomía y Cirugía en el Real 
Jardin Botánico de Paris , Profesor de Medicina en el Colegio Real, 
y miembro de la Academia de Ciencias. Tomó sus grados en Mom- 
peller; era tenido por un hombre muy docto, y tuvo muchos dis- 
cípulos. Sus lecciones de Medicina , y las otras de Materia Médi- 
ca, publicadas después de su muerte, cada una en tres volúmenes en 
octavo, en 1783 por Mr. Amoldo de Nobleville , prueban que había 
meditado bien sobre el arte de curar: todo en ellas está conforme á 
la mas sana doctrina y á la mas sabia experiencia. Exerció la Medi- 
cina con crédito hasta su muerte sucedida en Paris en 1769. Sus 
principios de honradez , de justicia y de humanidad le hiciéron tan 
recomendable como sus obras. D. H. 

FERRUGINOSO. ( Mat. Méd. ) Adjetivo que pertenece al 
hierro, y así decimos, medicamentos ferruginosos, aguas ferrugino- 
sas &c. (V. HIERRO.) 

FETO. (Anat. y Fisiol.) Se llama así el embrión de un animal 
quando los órganos se han desenvuelto ya, conservando este nom- 
bre hasta su nacimiento. 

La situación del feto en el útero es muy incierta en los primeros 
meses del preñado, y miéntras es mucha la cantidad de agua conte- 
nida en el amnion; porque entonces el feto, como puede volverse 
libremente en su cavidad, muda quanto quiere de situación, tanto 
que á las vueltas que en esta época da el feto, atribuye el Conde 
de Buífon las retorceduras del cordón umbilical. En casi todas las 
posiciones está el feto encorvado , la cabeza apoyada sobre^ el pe- 
cho, los brazos doblados, los muslos y las piernas en la flexión mas 
perfecta , las rodillas apartadas , y los talones arrimados uno á otro 
y aplicados contra las nalgas. Doblados así todos los miembros del 
feto forman un cuerpo casi oval , que se acomoda á la cavidad de la 
viscera que le encierra; y como la extremidad pequeña de este cuer- 
po oval es la cabeza , y la extremidad grande la componen las nal- 
gas y los muslos, piernas y pies doblados, es preciso que para aco- 
modarse el feto á la cavidad del útero tenga la cabeza en la parte 
inferior de esta cavidad , y las nalgas y muslos en su fondo , que es 



FET 115 

el sitio mas capaz. Sin embargo todos los antiguos, y la mayor par- 
te de los modernos , han creido hasta estos últimos tiempos , que la 
situación mas regular del feto en el útero después del quarto mes del 
preñado era tener la cabeza arriba, las nalgas abaxo , y la barriga 
adelante; pero que en los últimos meses, esto es, hácia el fin del 
séptimo ó del octavo mes del preñado, daba una vuelta, y entonces 
su cabeza se dirigía al orificio de la matriz, su cara hácia atrás, sus 
espaldas adelante, y sus nalgas y piernas arriba. Es cierto que algu- 
nas veces la situación del feto es qual la creyéron los antiguos , y que 
otras veces se halla en posiciones muy diversas, tanto en los prime- 
ros como en los últimos meses del preñado, como se observa en los 
partos trabajosos. ¿ Pero creemos por esto que la situación que los 
antiguos daban al feto sea la mas regular, y que después dé una 
vuelta, con la que mude enteramente de situación para disponerse á 
salir del útero? Ni uno ni otro es compatible con la razón y la ex- 
periencia. Así la estructura como la relación de las partes del feto 
con las del útero contradicen aquella situación y la supuesta vuelta, 
como plenamente lo ha demostrado Baudelocque; y la experiencia ha 
dado mil veces á conocer, que la posición mas natural y regular del 
feto , desde que toma una situación constante , es la que representan 
las incomparables láminas del célebre Hunter, esto es, que el feto 
tiene la cabeza abaxo, situada diagonalmente á la entrada de la pel- 
tís, vuelto el colodrillo hácia una de las cavidades cotiloideas, y la 
frente hácia la sinfisis sacro-iliaca opuesta; que en este estado las 
nalgas, los muslos, las piernas y los pies del feto se hallan arriba y 
hácia el lado del vientre á que se inclina el fondo de la matriz, de 
suerte que el gran diámetro del cuerpo del feto corta á ángulos agu- 
dos la columna lumbar. 

Es incomprehensible lo que el feto crece en los nueve meses que 
está en el útero. Su extrema pequeñez á las seis ó siete semanas de 
concebido hace parecer muy corto el incremento que en este tiem- 
po toma, y sin embargo nunca crece mas que entonces; pues supo- 
niendo que á esta época tenga el feto una pulgada de largo, si se 
compara este tamaño con el de un punto invisible, que era siete se- 
manas antes, se ve que ha crecido en una razón inconmensurable; al 
paso que desde este tiempo hasta cumplir los nueve m¿ses, su longi- 
tud no es mas que de diez y ocho á veinte veces mayor; pues un 
feto nacido á tiempo, regulada su magnitud por un término medio, 
tiene de diez y ocho á veinte pulgadas de largo, y de seis á ocho li- 
bras de peso. No nos detendremos en señalar por meses las dimen- 
siones del feto; porque es tanta la variedad en longitud, grosor y 
peso que se observa en fetos de igual edad , que tenemos por muy 
arbitrarias las medidas que fixan algunos autores, y así es que todos 
«Uscordan en ellas; por lo que no se puede determinar exactamente 



1 16 FET 

el tiempo del preñado por las dimensiones y peso de la criatura. 

Quando el feto cumple nueve meses, le arrojan de la matriz las 
contracciones reiteradas de esta viscera, ayudadas de las del dia- 
fragma y de los músculos del abdomen. Este es el término que el 
autor de la naturaleza ha ñxado para el parto natural en la especie 
humana, así como le ha determinado también para las demás espe- 
cies de animales, cuyas hembras paren constantemente al tiempo 
prefixado , sin que influya en la diferencia de períodos ni su tem- 
peramento particular ni el volumen del feto. (V". parto.) 

La conformación del feto quando nace es muy diferente de la 
que adquiere después. El feto encerrado en el útero, privado de 
toda comunicación con el ayre atmosférico, no respira; sus pulmones 
no se dilatan , y los vasos de esta viscera comprimidos admiten poca 
sangre de las arterias pulmonares. Por razón de este estado de los 
pulmones ha establecido la naturaleza en el feto otros conductos 
para la circulación de la sangre, que supliesen el defecto del círculo 
pulmonar. Estos conductos son el agujero oval y el canal ó conduc- 
to arterioso. El agujero oval es una abertura bastante grande , cuyo 
nombre dice su figura, que atraviesa el septo de las aurículas del 
corazón por el sitio en que en el adulto se halla la fosa oval. Este 
agujero es á proporción tanto mayor quanto mas tierno es el feto; 
pero le tapa por la aurícula izquierda una válvula ancha y casi se- 
milunar , cuyo borde convexo y fixo está abaxo , el borde cónca- 
vo y suelto arriba; y sus dos astas, una derecha y otra izquierda 
mas corta y mas ancha, se atan al seno izquierdo. Sabatier niega es- 
tas astas en el feto humano ; pero el testimonio de Halle , que dice 
que constantemente las ha visto en el feto adulto , es demasiado au- 
téntico para dudar de su existencia. La situación obliqüa de esta vál- 
vula y sus ataduras hacen que ceda fácilmente á la presión de dere- 
cha á izquierda , y no al contrario ; por lo que dexa entrar libremente 
la sangre por el agujero oval á la aurícula izquierda , mas no permite 
su regreso. Casi todos los Anatómicos creían que el uso del agujero 
oval era dar paso de la aurícula derecha á la izquierda á una parte 
de la sangre que ambas venas cavas vertian en la primera aurícula; 
pero las razones que Sabatier alega en su Memoria , inserta en el ter- 
cer tomo de la última edición de su Curso de Anatomía, demues- 
tran que el agujero oval conduce á la aurícula izquierda la sangre 
que viene por la vena cava inferior , miéntras que la cava superior 
vierte la suya en la aurícula derecha; y que el uso de la válvula de 
Eustaquio en el feto es impedir que la sangre de la vena cava infe- 
rior entre en la aurícula derecha dirigiéndola al agujero oval. El 
nombre de agujero de Botal , que le dan algunos autores, por creer 
.que Leonardo Botal fué su inventor, tiene poco fundamento, pues 
ya Galeno le conoció y describió. 



FET 117 

El tronco de las arterias pulmonares en el feto, mayor que lá 
aorta en su origen , en vez de dividirse en dos grandes ramos como 
en el adulto, sigue graduando su dirección nativa hasta la parte in- 
ferior del cayado de la aorta , debaxo y un poco mas allá de la sub- 
clavia izquierda, donde se abre en la cavidad de la aorta, formando 
con ella un ángulo agudo. Los dos ramos que da en este camino son 
muy pequeños; el que primero nace del tronco es mayor, y va al 
pulmón derecho; el segundo va al pulmón izquierdo, y la porción 
de tronco pulmonar que corre desde el nacimiento del segundo ra- 
mo hasta la aorta es la que se llama canal ó conducto arterioso. La 
área de este conducto es mayor que la suma de las áreas de los dos 
ramos pulmonares: por consiguiente vierte en la aorta mas de la mi- 
tad de la sangre del tronco pulmonar ; y como en el adulto toda 
esta sangre pasa al ventrículo izquierdo del corazón , y de él á la 
aorta, de aquí es que en el feto quando esta arteria sale del corazón 
es menor que el tronco pulmonar, 

Si porque el feto no respira le ha provisto la naturaleza para la 
circulación de su sangre de los conductos particulares que acabamos 
de explicar, también por razón del alimento que recibe de la ma- 
dre , le ha dado los vasos umbilicales que hemos descrito ya. Todos 
estos conductos propios del feto hacen que el círculo de su sangre 
sea muy diferente de lo que es después del nacimiento. La sangre 
que la vena umbilical conduce de la placenta al feto, va por esta 
misma vena al hígado, donde una parte de ella pasa inmediatamente 
por el conducto venoso á la vena cava inferior, y la otra porción, 
después de distribuirse por el hígado como la sangre de la vena 
porta, pasa con esta por las venas hepáticas á la misma cava inferior. 
Aquí se mezcla con la demás sangre que esta vena recibe de las ex- 
tremidades inferiores , de las demás visceras del vientre , y de otras 
partes del cuerpo, y toda junta pasa de la vena cava inferior por el 
agujero oval á la aurícula izquierda del corazón , al mismo tiempo 
que la vena cava superior vierte en la aurícula derecha del corazón 
toda la sangre que vuelve de la cabeza , cuello y extremidades supe- 
riores. Esta sangre de la aurícula- derecha entra en el ventrículo de- 
recho , y de este pasa al tronco pulmonar ; pero solo la porción me- 
nor de esta sangre va por las arterias pulmonares á los pulmones, de 
donde las venas pulmonares la conducen á la aurícula izquierda del 
corazón , en la que se junta con la sangre que ha recibido de la vena 
cava inferior. Toda esta sangre de la aurícula izquierda pasa al ven- 
trículo de su lado , que la expele á la aorta, y esta por los grandes 
ramos que salen de su arco envia la mayor parte de ella á la cabeza 
y á las extremidades superiores. La restante en la parte inferior del 
cayado se junta con la porción mayor de la sangre del tronco pul- 
monar, que por el conducto arterioso va á la aorta, la que por su$ 



n8 FET 

ramos arteriosos la distribuye, como en el adulto, por todas las de- 
mas partes del cuerpo; con sola la diferencia , que la mayor parte de 
la sangre que baya á las iliacas primitivas entra en las arterias um- 
bilicales, que la conducen á la placenta, de donde las ramificaciones 
Capilares de estas arterias pasa á las raices de la vena umbilical que 
la vuelve otra vez al feto. 

Con este primoroso mecanismo precave la naturaleza el que et 
tronco pulmonar agovie los pulmones del feto con una cantidad de 
sangre á que no podría dar paso : hace que la grande columna de san- 
gre , que baxa por la aorta impelida por las fuerzas reunidas de 
ambos ventrículos del corazón , adquiera la velocidad que necesita 
para andar el largo y tortuoso camino de los vasos umbilicales y de 
la placenta: no permite, en fin , que la sangre que por la vena umbi- 
lical viene de la placenta vuelva á esta hasta después de haber cor- 
rido la mayor parte del cuerpo del feto, para darle lugar de repar- 
tir por el todo el xugo nutricio que en la placenta ha recibido de 
la madre. ( V. placenta.) 

Apénas el feto nace, como luego respira, y se alimenta de la le- 
che que mama, cesa la necesidad de esta temporal circulación, y se 
establece para toda la vida la circulación de la sangre, que hemos 
descrito en el correspondiente artículo; así inutilizados los conductos 
propios de la circulación de la sangre en el feto se ciegan poco á po- 
co. La mayor facilidad con que la sangre entra en los pulmones des- 
pués del nacimiento, hace que las arterias pulmonares reciban cada 
dia mas sangre de su tronco , y ménos el conducto arterioso , el qual 
ademas encuentra mas dificultad en verter la suya en la aorta , por 
la mayor columna de sangre que esta recibe del ventrículo izquier- 
do; por lo que la sangre se estanca poco á poco en el conducto ar- 
terioso, y se convierte en una substancia filamentosa ó pulposa, que 
al fin le obstruye enteramente. La sangre que entonces las venas 
pulmonares conducen al ventrículo izquierdo en mas cantidad y con 
mayor rapidez, aplica con mas fuerza la válvula del agujero oval 
contra ia circunferencia de este orificio; al paso que la sangre que 
sube por la vena cava inferior , ya por ser en ménos cantidad . por- 
que le falta la de la vena umbilical, ya porque halla mas facilidad 
en verterle en la aurícula derecha, empuja ménos aquella válvula 
hácia la aurícula izquierda: así manteniéndose la válvula aplicada 
contra el agujero oval , al cabo se pega á su periferia , y le cierra casi 
enteramente. El modo como la vena umbilical y el conducto venoso 
se ciegan puede inferirse, por lo que queda dicho; pero se consulta- 
rán los artículos cordón umbilical y botal. La porción obstrui- 
da de estas arterias se convierte en dos cordones , que junto con el 
uracho componen el ligamento superior de la vesiga de la orina, 
como hemos dicho en el articulo de esta viscera; y la mayor canu- 



FIB 119 

dad de la sangre que estas arterias recibían en el feto de las iliacas 
primitivas, pasa después del nacimiento á los ramos hipogástricos. 

Mas no son estas las mismas mutaciones que se observan en las 
criaturas después de nacidas; apénas hay parte en su cuerpo que no 
experimente a'guna. Las diferencias que sucesivamente se notan en-, 
tre los huesos del feto y los del adulto las hemos expuesto ya en 
la osteología. Aunque las criaturas después que nacen siguen crecien- 
do hasta la edad de veinte y un años poco mas ó menos , es en razón 
mucho menor que en el tiempo en que estuviéron en el útero , y aun 
algunas partes menguan á proporción de las demás, como sucede á 
la cabeza , al hígado , al apéndice vermiforme del intestino ciego , á 
las cápsulas atrabiliarias , á la glándula timo, á la tiroidea, y en ge-, 
neral á todas las glándulas conglobadas. La membrana pupilar, que 
en el feto cierra las niñas de los ojos, á lo menos hasta la edad de 
siete meses, desaparece mas ó menos presto. La membrana mucosa, 
que en el feto se pega á la epidermis de la membrana del tambor, 
se quita después del parto. Las bolsas del intestino colon y del in- 
testino ciego se puede decir que se forman después del nacimiento. 
La vexiga de la orina, larga y angosta en el feto , se ensancha des- 
pués, se acorta y se hunde mas, como el útero, dentro de la pul- 
vis. Los testículos no baxan á veces al escroto hasta después del 
parto. La pubertad produce en uno y otro sexo las mutaciones que 
todos conocen ; y seria nunca acabar si quisiésemos referir las varia- 
ciones que la edad induce en las demás visceras , y de las quales he- 
mos dado ya noticia en la exposición de ellas. 

Las alteraciones generales, que desde que nacemos van aconte- 
ciendo en toda nuestra máquina por un efecto necesario de la vida, 
son las que mas importa conocer. La pulsación alterna del corazón 
y de las arterias ; la contracción de los músculos ; la presión y con- 
fricación de unas partes contra otras , empiezan desde luego á endu- 
recer y dar mas firmeza al sólido; algunos vasos capilares se ciegan; el 
texido celular se condensa, y exprime de sus celdillas parte del xu- 
go que constituye la suave pastosidad de nuestro cuerpo en la in- 
fancia; los humores adquieren mas consistencia ; el impulso de la cir- 
culación se aumenta; los vasos se dilatan; la nutrición es mayor; y 
el cuerpo crece en razón de lo que las partes sólidas ceden al im- 
pulso de los líquidos; por lo que el incremento va siendo sucesiva- 
mente menor, porque la extensibilidad de las partes sólidas se dis- 
minuye á medida que se aumenta su solidez. El incremento del 
cuerpo en longitud cesa quando los huesos no son capaces de alar- 
garse mas, que es hasta el fin de la pubertad; pero sigue el aumento 
de corpulencia y robustez en la juventud , en que el sistema nervioso 
se halla con toda su sensibilidad , y el muscular con toda su fuerza; 
con lo que todas las funciones del cuerpo se hacen en esta edad con 



120 



FIE 



vigor y agilidad, y las del espíritu con viveza y energía. 

Este florido estado del hombre parece que no se altera durante 
la edad consistente , pero no es así ; porque las mismas causas que le 
conducen á su mayor lozanía, le están ya labrando la época mar- 
chita de la vejez. La acción continua de estas causas cada dia endu- 
rece mas las partes sólidas, quita á las líquidas su blandura gelati- 
nosa, condensa la sangre, ciega mayor número de vasos, aprieta 
mas el texido celular , y disminuye su flexibilidad. El cuerpo se seca 
y extenúa; todas sus funciones se debilitan; las secreciones y excre- 
ciones se alteran ; la máquina se gasta mas de lo que se repara; los 
huesos faltos de xugo se hacen quebradizos ; las muelas se caen ; las 
membranas se vuelven semicallosas; la piel seca se arruga; y muchos 
tendones y ternillas adquieren una consistencia osea ; la sensibilidad 
se amortigua ; los sentidos se embotan ; las potencias se entorpecen; 
el sistema absorvente , disminuido y debilitado , no chupa de las ca- 
vidades los líquidos que en ellas se exhalan; los pulmones se cargan, 
y la respiración se hace anhelosa; los músculos rígidos pierden su 
irritabilidad, y su acción es débil é insensible; el corazón late coa 
menos freqüencia y ménos igualdad , y las arterias resisten mas al 
impulso de la sangre; en una palabra, al paso que todas las fuerzas 
decaen , crecen las resistencias , hasta que equilibrándose estas con las 
potencias motrices, se extingue el movimiento y con él la vida. De 
esta suerte la misma acción vital, que conduce al hombre desde la 
primera infancia á la pubertad , á la juventud y á la edad consistente, 
le lleva después á la vejez, á la decrepitud y á la muerte; así el 
hombre desde que nace camina necesariamente á la muerte natural ó 
senil, la que en todos seria el término de nuestra vida , si en el dis- 
curso de ella no sobreviniesen tantas otras causas, que comunmente 
nos acarrean una muerte anticipada B. 

FIBRA. (Anat. y Fisiol.) Se da este nombre y el de hebra á 
varios hüitos reunidos por un cierto gluten, ya sean blancos ó ro- 
xos , que constituyen varias partes. El exámen de las partes sólidas 
de los animales y vegetales nos enseña que sus partes las mas finas 
son siempre formadas por fibras , sirviendo estas como de trama y 
fundamento á las demás. 

Un conjunto de filamentos mas ó ménos sólidos, mas ó ménos 
delicados, largos, paralelos, y dispuestos en dirección recta, cons- 
tituye la estructura fibrosa. Estos filamentos hacinados unos encima 
de otros, se reúnen por medio del texido celular, y concurren á 
formar músculos , vasos , nervios, visceras &c: cada fibra por sí sola 
y separada de la masa carnosa puede dividirse en otras mas pequeñas, 
estas en otras todavía menores, y así sucesivamente, hasta hacerse 
imperceptibles; de modo que la división de las fibras de un músculo 
llegaría al infinito , si la delicadeza de nuestros instrumentos nos per- 



FIE 



121 



mltiese tocar e! último término de ella. Sus principios tienen entre sí 
una continuidad y coherencia tal , que no dexan ni vacío ni espacio 
sensible: la tenacidad de su adhesión mutua es tan fuerte, que no 
se puede separar ni disolver de otro modo que con el auxilio de la 
putrefacción ó del fuego. 

La substancia fundamental de la fibra , como de todas las partes 
del cuerpo animal , parece ser una especie de gluten mucoso , que liga 
sus diversos elementos : esta materia existe también en los vegetales, 
y parece pertenecer en general á todos los seres que gozan de vida. 
Sin embargo posee diferentes qualidades que son relativas á cada 
cuerpo viviente y á cada una de sus partes, como veremos tratando 
de la descomposición de los sólidos. 

La fibra animal , despojada de este gluten por la acción del fue- 
go , ó por una larga putrefacción , pierde su solidez y toma una con- 
sistencia blanda ó friable, según que ha sido corrompida ó calcina- 
da. De este hecho se ha concluido que el estado de solidez natural 
á los músculos , ligamentos , cartílagos y huesos, dependía de su subs- 
tancia glutino-gelatinosa; y esta conseqiiencia parece estar tanto 
mejor fundada, quanto se ha visto que los sólidos mas duros, como 
son los huesos, vuelven á adquirir la solidez y dureza que habían 
perdido por la calcinación , dándoles un nuevo gluten gelatinoso. 
Schaw había experimentado que era fácil reducir los huesos calcina- 
dos á su primer estado, metiéndolos en una masa de jalea extraída 
por la máquina de Papin. Boerhaave y Buta han demostrado que 
el agua y el ayre tienen igualmente la facultad de restablecer estos 
sólidos á sus primeras qualidades. Otras experiencias análogas á las 
de Buta han hecho creer á algunos Físicos que el principio de la 
cohesión de los cuerpos era de la naturaleza de los aceytes. ( Véase 

PRINCIPIOS CONSTITUTIVOS DE LOS CUERPOS ANIMALES.) Dumas. 

FIBRILLA Y FILAMENTO. Se llaman así las fibras mas 
delgadas ó simples, teniéndose estas voces como diminutivas de fibra. 

FIBROSO. Se da este epíteto á todo lo que tiene semejanza 
con la fibra. 

FIEBRE AMARILLA. {Med.) Si se recorren las obras de los 
mas célebres Prácticos hasta la mas remota antigüedad , parece que 
esta calentura ha reynado en todos tiempos en los climas cálidos, 
modificada por la diversa constitución de los individuos y las va- 
riaciones del clima ; pero por lo mismo pocos concuerdan en quanto 
á su origen ; y si examinamos á los historiadores Médicos modernos, 
parece que pretenden limitarla á la América , en donde se manifestó 
dos siglos después de su descubrimiento. Debe pues creerse con so- 
brado fundamento, que si en ciertos parages no se ha manifestado 
constantemente hasta una época determinada y baxo diversos aspec- 
tos, ha dependido de no haberse combinado todas aquellas causas y 

TOMO IV. Q 



12 2 



FIE 



circunstancias que la desenvuelven y propagan, y que donde quie- 
ra que se han manifestado la han producido y difundido sus estra- 
gos. En Cartagena y su costa, según Ulloa, no se conoció hasta 
los anos de 1729 y 30 con el nombre de vómito prieto; aunque 
el Dr. Gamble ya hizo mención de ella, como que habia reynado 
en el año de 1691 con la denominación de enfermedad nueva ó ca- 
lentura de Kendal. Juan Ferreyra de Rosa la describió en Fernam- 
buco en 1794, siete años después de su primera invasión: los escri- 
tores franceses pretenden que fué llevada á la Martinica en 1734: 
después se ha ido propagando por diferentes comarcas de la Améri- 
ca ; y últimamente vino á Europa é infestó á Cádiz en el año 1800, 
á Medina Sidonia y Sevilla en 1801 , y asoló á Málaga en 1803; si 
bien consta que ya en los siglos anteriores se habia observado algunas 
veces en las costas de la Andalucía , por exemplo , en Málaga en 1741, 
y en Cádiz en 1731. Para tener una idea cabal del origen é historia 
de la fiebre amarilla , puede verse el erudito prólogo del traductor 
de la obra de Rush publicada en 1793 en Madrid. 

Se han ocupado muchos en descubrir su analogía con la peste; y 
á la verdad no parece difícil de encontrarse comparando sus sínto- 
mas , sus progresos y sus conseqüencias , y suponiendo las grandes 
modificaciones que debe sufrir por la mayor benignidad del clima y 
por todas las causas topográficas, los metéoros, las afecciones astro- 
nómicas, las variaciones de la atmósfera &c. Si la carrera pronta, 
repentina y tumultuaria de la enfermedad, dice el traductor del 
Rush, los vómitos de bilis amarilla, porrácea y glutinosa, el dolor 
intenso de cabeza , el entorpecimiento de los miembros y las coyun- 
turas, el ardor de la cutis, el encendimiento y la rubicundez de los 
ojos con el ayre desatalentado se miran como síntomas pestilencia- 
les, siendo muy eventual la aparición de las secas, landres y carbun- 
cos; la calentura amarilla se desplega á veces con violencia, y pare- 
ce que la ponzoña pestilencial combate al principio vital, atacándo- 
lo en su mismo origen , é impidiendo su distribución por el sistema, 
ya acometiendo en forma' de apoplegía, ya acarreando la postración 
repentina de las fuerzas, produciendo vaidos, aturdimiento y el es- 
tado comatoso &c. : en otros casos, fixándoseen el estómago y otras 
porciones del canal intestinal, inflama, corroe, descompone y di- 
suelve las entrañas, difundiendo sus estragos á tr>do el sistema , sin 
hallar oposición alguna, por cuya falta de reacción suele notarse la 
languidez y debilidad general en el primer estado , las manchas es- 
corbúticas, las hemorragias, el delirio sordo, las convulsiones, las 
alteraciones del color en la cutis &c. , que parecen terminar por la 
descomposición orgánica , que se anuncia con el dolor y rescoldera del 
estómago, el vómito negro, y se manifiesta coi la disección de los 
cadáveres: finalmente quando el veneno pestilencial encuentra una 



FIE 123 

reacción proporcionada , se produce la disposición inflamatoria con 
un tiro violento á la cabeza y á otras entrañas vitales, caminando 
precipitadamente á una desorganización por exceso de acción, resul- 
tando las calenturas violentas, acompañadas de mucho calor, dolor 
de cabeza , encendimiento de los ojos y de la cara, delirio feroz &c. , 
manifestando las disecciones de los cadáveres las pruebas indubita- 
bles de las congestiones, ingurgitaciones, y los derrames sanguino- 
lentos y serosos en varias cavidades. ( V. la historia del tifo icte- 
rodes,^ la de la especie 10 del género remitentes en la clase 6 
artículo calentura.) Suelen notarse, así en las varias epidemias 
como en una misma, todas las modificaciones, desde la mas benig- 
na hasta la mas maligna y pestilencial , preponderando unas á otras; 
ni debe suponerse que estas varias formas distintas existen realmente 
en un estado simple, no siendo mas que resultados de la abstracción 
mental por hallarse estas formas combinadas de diversas maneras, 
mezcladas y confundidas entre sí , sin dar otro lugar á distinciones 
que el predominio de una ú otra forma, que imprime un carácter 
peculiar á la constitución , siendo mas funesta y maligna en una épo- 
ca que en otra , en tanto grado, que los remedios que se han acredi- 
tado de eficaces en una constitución han sido infructuosos y débiles 
en otra. Unas veces se asemeja al causón en su carrera y progresos; 
otras se presenta inflamatoria al principio para degenerar luego en 
tifo, constituyendo el sinoco maligno de Catrall, el sinoco ictero- 
des de Currie 6 el sinoco atrabilioso de Escote, ó se manifiesta co- 
mo remitente, biliosa inflamatoria en el primer período para dege- 
nerar en pútrida en el segundo, ó se presenta desde el principio con 
toda la postración y falta de reacción en forma de tifo, ó de calen- 
tura maligna ó pestilencial. 

Hiciéramos un discurso muy dilatado si hubiésemos de exponer 
aquí las pruebas y fundamentos harto poderosos de los que dan á la 
fiebre amarilla un carácter pestilencial , sin embargo de que los secta- 
rios de la opinión contraria no dexan de presentar innumerables ra- 
zones en apoyo de ella. De todos los hechos, dicen , se infiere con 
bastante probabilidad, ó por mejor decir con evidencia, que la fie- 
bre tiene su origen de causas locales puestas en acción por un grado 
de calor excesivo. Quando este pase de los veinte y ocho grados de 
la escala de Reaumur en lugares en que hay qualquiera foco de pu- 
trefacción, se debe temer la fiebre amarilla , y quanto mas alto sea el 
grado de calor, su marcha será mas violenta y sus síntomas mas ani- 
mosos. Se infiere también que no es contagiosa , ni por la atmósfera 
del enfermo, ni por contacto con él , siempre que se ponga fuera de 
la esfera de la actividad del foco de la infección. Así unos y otros 
se afirman en las observaciones, y dexan siempre en un estado de 
confusión é incertidumbre á los que no han podido hacerlas por sí 



124 FIE 

mismos. Nosotros, examinando los autores clásicos con una crítica 
imparcial y despreocupada, creemos que puede adoptarse un juíto 
medio, y conciliarios en los principales artículos. La liebre amarilla 
será ciertamente producida muchas veces por las causas topográficas, 
atmosféricas &c. mas activas y enérgicas de k> común , al modo que, 
no siendo tales, solo alcanzan á producir calenturas intermitentes ó 
remitentes biliosas simples, pero exaltadas á cierto grado; y una vez 
capaces de dar origen á una enfermedad tan terrible, ¿quién duda 
que podrán engendrar miasmas, estos agentes desconocidos, que por 
una emanación de un cuerpo infectado pasan á otro , y modifican y 
alteran su economía con los mismos síntomas ó con algunas variacio- 
nes accidentales dependientes del temperamento del individuo y de- 
mas circunstancias individuales? ¿que trasladados como los de te pes- 
te levantina de un pais á otro sin descomponerse, causarán los mis- 
mos estragos siempre que las causas locales favorezcan á su desarro- 
llo y acción? Cada cuerpo infectado, en llegando á cierta época, 
debe considerarse rodeado de una atmósfera propia, en que vagan 
innumerables gérmenes del mal , y que fácilmente se comunican por 
el simple contacto ó por la corriente del ayre á una corta distancia. 
Muchos autores ingleses han considerado la fiebre amarilla baxo tres 
aspectos: como endémica en parages en que las causas topográficas y 
demás bastan á producirla : como epidémica en aquellos en que á es- 
tas se agregan otras muchas, y principalmente las estacionales, para 
fomentarla por cierto tiempo ; y como contagiosa quando sin su con- 
curso se propaga de unas personas á otras: aunque también algunos 
han querido limitar algún tanto esta idea, llamándola en vez de con»- 
tagiosa infecciosa ó infectante. 

Si por otra parte atendemos á los felices resultados de las fumi- 
gaciones minerales en nuestra España, dispuestas por el Gobierno, 
como destructoras de los miasmas, tendremos una nueva prueba del: 
carácter contagioso de esta dolencia ; pero sobre todo> no intenta- 
mos que nuestro juicio se tenga por decisivo en una materia contro- 
vertida por los Profesores de mejor nota , cuya lectura recomendamos 
á nuestros lectores. {En el artículo desinfección hemos expuesto 
las noticias que hemos podido adquirir.) Un temperamento que no 
pase de veinte y siete grados de calor en el termómetro de Reaumur, 
el aseo y la extinción de pantanos ú otros manantiales de miasmas son 
los mejores preservativos. Los que pasan una vida alegre , usan de bue- 
nos alimentos y bebidas, y evitan los ardores del sol, tanto como 
la atmósfera húmeda de las madrugadas y de las noches , se libertan 
generalmente de ella, y con mas seguridad si durante la epidemia to- 
man la buena quina en substancia diariamente. Las modificaciones 
particulares y los diferentes aspectos que ha tomado la fiebre amari- 
lla han hecho que se multipliquen extraordinariamente los métodos 



FIE 12$ 

curativos , recomendando cada qual el sayo como el mas eficaz. 
Rush prefiere las sangrías copiosas y repetidas, el uso de los calo- 
melanos y de la xalapa á todos los demás remedios farmacéuticos, 
apoyando esta opinión en su propia experiencia y en las observacio- 
nes de otros muchos. En quanto al uso del emético discrepan casi 
toctos los Prácticos , sin embargo de que muchos ensalzan sobrema- 
nera el bejuquillo dado en el principio. La quina, cuyos buenos efec- 
tos se han preconizado generalmente, ha hallado en retorno una 
gran contradicción de parte de otros, que consideraron á la calen- 
tura amarilla como inflamatoria ; y no estamos lejos de creer fundada 
su ¡opinión , porque pudiera muy bien haber manifestado entonces 
este carácter : lo mismo diremos del virio y de todos los estimulan- 
tes , la corteza de angustura , el capsicum canadiense y otros mil 
pretendidos específicos que han debido su reputación al deseo de en- 
contrar un remedio universal y directo contra esta terrible enferme- 
dad. El baño trio ha sido muy útil en varios casos, mientras en otros 
ha producido funestos efectos. Omitimos innumerables remedios, 
como el zumo de limón caliente, el elixir ftbrífugo de Crutton, la 
cerveza , las lavativas de agua de mar, los vexigatorios , el éter sul- 
fúrico &c. , que han tenido la misma suerte, y para cuya aplicación 
no debe ningún Práctico dexarse arrastrar de un sistema caprichoso, 
sino de los fenómenos que presente la fiebre , de su estado y progre- 
sos, de la constitución del paciente y demás circunstancias. Desde 
que el Dr. Mitchill publicó su Teoría sobre la calidad acida del 
septon ó ácido séptico , han usado muchos de los remedios al- 
calinos contra la liebre amarilla con resultados felices si hemos de 
creer á Barker, Vaughan, Harris y Warchewits. {Véase des- 
infección.) 

Pero ateniéndonos ahora á la historia de esta enfermedad en 
nuestra España y á las observaciones de los mejores Prácticos que 
la han examinado en todas sus épocas, parece que el uso de la quina 
en grandes y repetidas dosis ha sido el medicamento mas seguro , y 
el que quasi pudiera llamarse específico » , según puede verse en el Tra- 
tado del Sr. Lafuente. Y á la verdad la naturaleza de esta calentura 
y de las causas que la producen, sus diferentes grados, sus efectos y 
terminaciones indican que d^sde el principio se halla atacada la vita- 
lidad y la masa humoral en un estado de tendencia á la putrefacción, 
y que por consiguiente exige la administración de los tónicos mas ac- 
tivos y todos los antipútridos; si bien habrá muchos casos en que 
sea necesario combinar otros diversos remedios en razón de las va- 
riedades que presente , ó de los auxilios que pidan ciertos síntomas 
particulares y extraordinarios. 

En estos últimos tiempos se ensalzó como un preservativo pro- 
digioso el uso de las friegas de aceyte; pero recorriendo la. historia 



126 



FIM 



de la Medicina, pareee que desde Próspero Alpino y Oribasio hasta 
nuestros dias las han empleado muchos Médicos, entre ellos Juan 
Ferreyra de Rosa, Scheell , Davidson, Miller, y varios Españoles, 
como Francisco Franco , Jayme Ferrer, Porcel Sardo y Rosell ; y 
aunque debamos diferir á su autoridad con respecto á sus observa- 
ciones, no parece que sus ventajas hayan sido tan generales ni su 
eficacia tan segura como han querido deducir de varios hechos par- 
ticulares. (V. aceyte. ) 

FIGUEROA (Francisco de) (Biog.), Sevillano, Doctor en 
Medicina : dio á luz una obra con el título de Luxus in judicium 
vocatos , et ad recta evocatus; gélida salutífera , sive de innoxio 
frígido potu. Otra obrita con este título Aciam , de qua loquitur 
Celsus capite vigesimosexto libri quinti filum semper, acum num- 
quam significare : in fibulationem et suturam utramque ex acia 
molli non nimis torta, sive ex molli jilo non nimis torto ser ico t 
lineo, vel ex alia materia molli , non autem aereo , férreo , ar- 
génteo, aut áureo , secundum ejusdem Celsi mentem semper fieri 
deberé. Sevilla 1633 » 4*° ^ os Tratados: uno de las calidades y 
efectos de la aloja , y otro de una especie de garr Otilio ó esqui- 
nencia mortal. Lima 16 16, 4. 0 , donde estuvo de Médico del Mar- 
ques de Montesclaros , Virey. 

FILAMENTOSO , adjetivo que pertenece á filamento. 

FILTRACION Y FILTRO. ( Mat. Méd. ) Se emplea para 
obtener líquidos transparentes y separados de los cuerpos sólidos que 
los alteran: la filtración es necesaria para hacer los medicamentos 
compuestos ó las preparaciones medicinales mas puras , ménos des- 
agradables á los enfermos , y freqüentemente mas ó ménos activas 
de lo que serian sin esta operación. 

FIMOSIS. (Cir.) Se da este nombre á una enfermedad del miem- 
bro viril, en la qual el prepucio se halla muy estrechado , en térmi- 
nos que no puede descubrirse el glande ó balano, estando por lo 
regular muy alterado, con inflamación, hinchazón &c. Esta palabra 
es griega , y significa ligadura ó atadura con cuerda. Muchas veces 
los fimosis ocultan las úlceras que se hallan en el glande , y algunas 
veces son tan violentos , que producen fuertes inflamaciones de estas 
parres , y aun la gangrena. 

Se diferencian los fimosis en naturales y accidentales : los pri- 
meros vienen de nacimiento, y por lo regular no son peligrosos. Los 
accidentales son benignos ó malignos: los benignos suelen ser produ- 
cidos por una causa externa, que irrita el prepucio, ocasionando en 
él una inflamación , hinchazón &c. El maligno es parecido al prece- 
dente ; pero es causado por un vicio venéreo, y suele ser conseqüen- 
cia de las gonorreas , úlceras y demás enfermedades locales vené- 
reas. El fimosis natural puede exigir alguna vez la operación cruenta 



FIS 127 

aunque no haya inflamación ; pues si la abertura del prepucio no 
corresponde á la de la uretra, en este caso no sale bien la orina, la 
que se derene; y derramándose entre el prepucio y el glande , cau- 
sa varios daños, como concreciones petrosas en estas partes &c. ; y 
también están inhabilitados por este vicio de conformación los que la 
padecen para la generación. 

Quando el fimosis es accidental, es preciso tratar al enfermo con 
un plan antiflogístico interior y exteriormente siempre que sea de un 
carácter inflamatorio, valiéndose de baños, vapores, cataplasmas, 
inyecciones anodinas y resolutivas, las sangrías proporcionadas, dieta 
tenue y bebidas acídulas &c. Si fuese de causa venérea , se entabla- 
rá una curación metódica para combatir al mismo tiempo la causa. 
(V. venéreo. ) Si no alcanzasen todos los medios propuestos , y se 
teme gangrena , y no se puede vencer por ningún otro medio esta 
enfermedad , será preciso recurrir á la operación ; para la qual se co- 
locará el enfermo echado en el borde de la cama; el Cirujano toma 
el miembro con la mano izquierda, y con la derecha unas tixeras rec- 
tas y de punta roma; introduce una de sus puntas entre el prepucio 
y el glande hasta mas allá de la corona; se levanta un poco la hoja 
de la tixera introducida, y en seguida se corta toda la porción de 
prepucio que comprehenden las dos: esta incisión debe hacerse en 
medio de la parte superior á la opuesta del frenillo : si el prepucio 
estuviese cancroso ó como gangrenoso, es necesario quitarlo todo, 
juntando los labios obliqüamente para terminar en el frenillo, y 
esto se hace 6 con las tixeras ó con el bisturí : después se detiene la 
sangre con hilas secas; y luego que viene la supuración , se trata co- 
mo una úlcera. ( V. Úlcera. ) 

FISIOLOGIA. Este nombre es formado de dos palabras grie-i- 
gas yúnf natura , y hoyos sermo, que quiere decir Discurso ¿Tra- 
tado de la naturaleza y pero esta voz tiene una acepción mas li- 
mitada: significa el estudio del hombre; y así es que se define la Fi- 
siología en una ciencia práctica, que tiene por objeto el conocimiento 
de Jas cosas naturales que constituyen el cuerpo, y son necesarias 
para el exercicio de sus funciones. El sugeto es el cuerpo humano; 
su objeto es la consideración del estado natural del cuerpo, de la 
naturaleza de los fluidos y del exercicio de las funciones. Este objeto 
no se limita á la Anatomía ; pues supone aun conocimientos accesorios 
6 auxiliares, que estriban en el conocimiento de toda la naturaleza. 
Se puede concebir por lo expuesto la diferencia que hay entre la Fi- 
siología y la Anatomía, pues la primera se dirige á conocer al hom- 
bre vivo en su estado natural, y conocer mejor en qué consiste la 
vi ja y la salud ; y la segunda solo enseña lo que es el hombre muer- 
to y ^indiferentes órganos. (V. anatomía.) 

FISÓMETRA, ( Med.) Es un tumor de corta extensión y elás- 



FIS 



tico que se halla en la región hipogástrica de las raugeres. (V. el gé- 
nero xvi de la clase de caquexias.) 

FISTULA. ( Cir. ) * Es una úlcera , cuya entrada es estrecha 
y el fondo regularmente ancho, acompañada por lo regular de 
durezas y callosidades: su denominación proviene de que hay en. 
ella una cavidad larga y estrecha como si fuera una -flauta , que en 
latin se llama fístula. Casi todos los autores admiten la callosidad 
por carácter específico de la úlcera fistulosa ; pero la experiencia ha 
comprobado que hay fístulas sin estar acompañadas de callosidades, 
y que también se encuentran muchas cuya callosidad no es mas que 
un accidente consecutivo , del qual se debe prescindir en la curación. 
Hay en efecto fístulas que se curan perfectamente por medio de la 
destrucción de las causas particulares que las habían originado, y 
cuya callosidad subsiste aun después de verificada la consolidación 
completa. 

Las fístulas se presentan en todas las partes del cuerpo ; provie- 
nen en general de tres causas, que es muy importante distinguir 
bien si se quieren reducir fácilmente á la curación: estas son: i.° la 
trasudación de un fluido qualquiera por la perforación de un con- 
ducto exterior ó de un receptáculo destinado á contener qualquiera 
líquido: 2. 0 la presencia de un cuerpo extraño: 3.°las carnes duras 
y con callosidades en una herida ó en una úlcera. 

Las señales de la trasudación de un fluido al través de las partes, 
cuya continuidad dividida le permite salir, son sensibles por la sola 
inspección , á la que se añaden ios conocimientos anatómicos. La in- 
dicación curativa de estas clases de fístulas consiste en determinar el 
curso de los humores por sus vias naturales y ordinarias , quitando 
los obstáculos que se opongan á él, ó en formar por el arte un nue- 
vo rumbo para dicho fluido. Se satisfacen estas indicaciones genera- 
les por procedimientos diferentes y relativos á la diversa estructura 
de los órganos afectados , ó á las diversas complicaciones que pue- 
den tener lugar. Esto es lo que yo veo exponen en la descripción 
del método curativo que conviene á muchas especies de fístulas com- 
.prehendidas baxo este primer género..... 

La fístula salival consiste en una trascolacíon de saliva por cau- 
sa de una herida ó de una úlcera en las glándulas, que están destina- 
das á la secreción de este humor, 6 en los canales excretorios, por 
los quales pasa. Se lee en las Memorias de la Academia Real de Ci- 
rugía de las Ciencias en el año de 17 19 que un soldado, á quien le 
dieron un sablazo en el carrillo, habiéndole dividido el conducto 
salival de estenon , se le formó una fístula pequeña , por la que ca- 
da vez que masticaba salia una abundancia prodigiosa de saliva, has- 
ta llegar á empapar muchas servilletas quando dormía, aunque el sue- 
no no era muy largo. Se observa también el mismo síntoma en la 



FIS 129 

fístula de la glándula parótida. Esta observación es de grande conse- 
qüencia para la práctica; porque los medios que se emplean para cu- 
rar esta segunda fístula salival , serian enteramente nulos para la 
curación de la que ataca el canal del estenon. Pareo , Cirujano cé- 
lebre, refiere la historia de un soldado herido de una cuchillada re- 
cibida en la mandíbula superior; aunque se tomaron todas las pre- 
cauciones para la reunión de esta solución morbosa , quedó sin em- 
bargo un agujero pequeño , en el qual apénas se podia meter con tra- 
bajo la cabeza de un alfiler, por donde salia una excesiva cantidad 
de agua muy clara quando el enfermo hablaba ó masticaba. Pareo 
llegó á curar radicalmente esta fístula , habiéndola cauterizado hasta 
su fondo con agua fuerte , y habiendo aplicado en ella alguna vez 
los polvos de vitriolo quemado. La situación de la fístula, y los su- 
cesos de esta curación , que hubieran sido insuficientes y al mismo 
tiempo perjudiciales en la perforación del canal salival, manifiestan 
que la trascolacion de la saliva venia en este caso de la glándula pa- 
rótida. Mr. Ledran , habiendo abierto un absceso en el cuerpo de di- 
cha glándula, no pudo conseguir terminar la curación ; pues quedaba 
un agujero pequeño , por el que salia una grande cantidad de dicho 
vehículo, principalmente quando el enfermo mascaba. Mr. Ledran 
aplicó sobre el orificio de esta fístula un pequeño tapón de hilas em- 
papado en aguardiente; le sostenia con quatro compresas graduadas, 
y lo mantenia todo puesto por medio de un vendaje bastante com- 
presivo: levantando este aparato al cabo de cinco ó seis dias, duran- 
te los quales el enfermo no se alimentaba mas que con líquidos, el 
agujero fistuloso se llegó á cicatrizar. La compresión exacta habia 
borrado el punto glanduloso , cuya ulceración proveía esta grande 
cantidad de saliva. Se sigue de estos resultados que la trascolacion de 
la saliva no es un síntoma particular ni propio de la perforación 
del canal salival, y que se puede agotar quando proviene de la 
glándula parótida con la aplicación de los remedios desecantes , ó de 
los cateréticos; y asimismo estos y la simple compresión son los me- 
dios capaces de consolidar la úlcera perfectamente. 

La curación del canal salival no se consigue tan fácilmente; es 
necesario recurrir á medios mucho mas eficaces. En una herida que 
habia interesado el canal superior, y que quedaba fistuloso, Mr. le 
Roí , Cirujano de Paris, juzgando que seria inútil el emplear los de- 
secantes mas poderosos y los consuntivos mas eficaces, discurrió que 
era menester abrir un nuevo camino, por el qual la saliva pasase á 
la boca como en el estado natural. Echó mano de un cauterio actual 
para penetrar el carrillo desde el fondo de la úlcera hasta la boca, 
con el deseo de ocasionar una pérdida de substancia , á fin de que la 
saliva pudiese pasar libremente, sin que se hubiese llegado á rezelar 
la obstrucción de este canal artificial antes de la perfecta consolida- 

TOMO IV. B. 



130 F IS 

cion de la úlcera externa; y en efecto la abertura externa fistulosa 
se curó en muy poco tiempo, y sin la menor dificultad. En esta 
curación, la primera que conocemos de este género, se ve que la 
Cirugía ha creado, por decirlo así, un nuevo conducto, y ha mu- 
dado la fístula externa en interna con grande alivio de los enfermos. 

Según estos mismos principios, aunque con un procedimiento un 
poco diferente, es como Mr. Monró, Profesor de Cirugía en Edim- 
burgo, ha curado una úlcera de la misma naturaleza; pues el enfer- 
mo en cada comida empapaba una servilleta puesta en ocho doble- 
ces, por causa de la saliva que salia de un agujerito que habia en la 
parte media del carrillo, en conseqüencia de la aplicación de un cáus- 
tico. En la inspección de esta enfermedad Mr. Monró juzgó que era 
necesario hacer verter la saliva en la boca por medio de una abertura 
artificial, y aconseja se execute esta operación dirigiendo la punta 
de una gruesa lesna de zapatero en la abertura del conducto obli- 
qüamente hacia dentro de la boca y hácia adelante. Se pasa un cor- 
don de seda por esta abertura, y se atan los dos cabos hácia el án- 
gulo de la boca sin apretar esta asa. El tránsito, por el qual se halla 
el cordón, se pone calloso, lo que se conoce, dice Mr. Monró, en 
la libertad que se encuentra para mover el sedal en dicha abertura 
sin ocasionar dolor al enfermo. Al cabo de tres semanas se quita el 
cordón , y se cura la úlcera en muy poco tiempo. He aquí los recur- 
sos que hasta el presente ha conocido la Cirugía moderna para curar 
las fístulas del canal excretorio de estenon. La precisión en que yo 
me he visto , sigue Mr. Luis , de responder á algunas consultas sobre 
esta enfermedad , me ha dado motivo á hacer algunas reflexiones , que 
me han recordado un método mas sencillo, mas suave, y mucho mas 
natural. La operación propuesta , á pesar de los sucesos que ha teni- 
do , me parece hallarse muy distante de la perfección que se debe 
buscar. El orificio superior de la abertura artificial , que se executa, 
se encuentra mas separada del manantial de la saliva, que la misma 
fístula que proponemos curar; el humor debe pues hallar menos di- 
ficultad en salir por el agujero fistuloso que por la abertura interna; 
y no era nada de extrañar si después de esta operación , el enfermo 
se quedaba con un agujero fistuloso en el carrillo, y que vertiese la 
saliva igualmente por el carrillo que por la boca. Mr. Contavoz, 
miembro de la Academia Real de Cirugía , me ha comunicado un 
hecho, que comprueba la verdad de esta reflexión, y de la que yo he 
usado en una disertación sobre esta materia en el tercer tomo de las 
Memorias de la Academia. Yo he tratado en el año de 1753 con un 
vecino de Paris, que tenia una úlcera fistulosa en el conducto salival 
de estenon; salia por ella una considerable cantidad de saliva, prin- 
cipalmente quando hablaba ó tomaba algún alimento; su constitu- 
ción se iba mudando por la excesiva pérdida que experimentaba de 



FIS 131 

e<te humor salival. Yo sondeé el canal desde la fístula basta la boca, 
y le hallé perfectamente libre. La saliva se conducia en este conduc- 
to hasta cerca de su orificia en la boca, desde donde era arrojada 
por el recodo que el conducto salival de estenon formaba en su 
extremidad ; porque comprimiendo ligeramente el carrillo desde la 
comisura de los labios hacia la fístula, le hacia salir una determina- 
da cantidad de saliva. La resistencia de la embocadura del canal en 
la boca, determinaba la expulsión constante de la saliva por la aber- 
tura de la fístula , que no ofrecia obstáculo alguno. Yo me determi- 
né á restablecer el uso natural del conducto dilatándole con una me- 
cha compuesta de seis hebras de seda. Pasé un hilo en forma de asa 
por medio de una aguja de plata flexible por el orificio de la fístula 
á la boca , el que me servia para tirar de dicha mezcla. Esta opera- 
ción no ocasionó el mas leve dolor. Desde el mismo dia en que se 
puso este sedal, sirvió para que filtrase la saliva, y no se trascolase 
ya sobre el carrillo sino algunas gotas miéntras el enfermo mascaba. 
Los dias siguientes pasé ligeramente la piedra infernal sobre las car- 
nes de la úlcera, porque se hallaban demasiado blandas. Para abre- 
viar la relación , se pusiéron en muy poco tiempo comprimidas y 
roxas. Al dia décimo quité al sedal dos hilos porque notaba un 
poco de tensión á lo largo de dicho canal. A la mañana siguiente 
quité los otros hilos restantes de seda. La saliva continuó pasando 
por la rotura natural, y se llegó á conseguir la perfecta consolida- 
ción al cabo de algunos dias. El sedal habia aumentado el diámetro 
de dicho conducto y enderezado su extremidad: la dilatación de los 
orificios de los canales excretorios es suficiente para procurar una 
trascolacion abundante del humor expresado al tiempo de pasar para 
servirse de él. La lectura de esta observación á la Academia Real de 
Cirugía ha llamado de nuevo la atención de Mr. Morand quien 
habia tratado á un hombre quince años antes, el qual, en conse- 
qüencia de un absceso en el carrillo, tenia hacia ya un año una 
fístula en el canal salival de estenon. Mr. Morand ensayó el son- 
dear dicho conducto desde la fístula hasta llegar á la boca; y ha- 
biéndole encontrado libre, pasó por él algunas hebras de hilo ar- 
rolladas en forma de sedal : esta práctica ha tenido los mas felices 
efectos. Este hecho confirma mas la doctrina que yo habia esta- 
blecido. 

Las fístulas urinarias provienen ó consisten en la trascolacion 
morbosa de la orina. 

La perforación preternatural de las partes, que sirven para su 
morada ó para su tránsito; las piedras detenidas en los ríñones oca- 
siona alguna vez abscesos en la región lumbar, cuya abertura permite 
paso á la orina. La extracción de la piedra es absolutamente nece- 
saria para poder curar estos conductos fistulosos. Mr. Verdir, anü- 



132 FIS 

guo Profesor y Demostrador Real de Anatomía en las escuelas de 
Cirugía, refiere en una Memoria sobre las hernias de la vexiga, que 
un Cirujano de un lugar pequeño habia abierto la vexiga por la 
ingle creyendo abrir un absceso. La salida continuada de la orina 
por la herida no dexaba duda alguna sobre el verdadero carácter de 
la enfermedad primitiva. Para curar una fístula de esta naturaleza , es 
suficiente el determinar el curso de dicho fluido excretorio por la via 
natural por medio de una algalia. La experiencia ha demostrado que 
es útil en este caso hacer acostar al enfermo del lado opuesto á 
la herida de la ingle. El uso de la sonda es absolutamente necesario 
en las soluciones morbosas del cuerpo de la vexiga, para impedir la 
estancación de la orina en la cavidad del vientre, lo que ocasionaría 
la muerte... 

La fístula del perineo es una úlcera en el canal de la uretra, y 
el tegumento que la cubre, la que da salida á la orina. Las solucio- 
nes hechas para la extracción de la piedra quedan alguna vez fistulosas 
por la mala disposición del enfermo, que incurre en una consunción 
extremada ; la robustez hace que se regenere y consolide fácilmente 
estas fístulas ; alguna vez provienen del mal método de curarlas , quan- 
do nos servimos indiscretamente de bordones , tientas , cánulas u 
otros dilatadores. Si la fístula proviene de esta causa , se halla entre- 
tenida por estar las carnes callosas; se curará esta consumiendo estas 
durezas morbosas por el uso de trociscos hechos con el minio ó con 
algún otro escarótico. La causa mas freqüente de las fístulas en el 
perineo son los depósitos gangrenosos producidos por la retención 
de orina quando hay carnosidades en la uretra &c... (V. carnosi- 
dad y RETENCION DE ORINA.) 

Las fístulas urinarias no vienen solamente al perineo por la 
causa que acabamos de citar. La abertura que se forma en la uretra, 
entre el obstáculo y la vexiga , dexa pasar á la orina, que se difun- 
de por el texido celular, y ocasiona abscesos gangrenosos en dife- 
rentes partes del perineo. Dichas fístulas urinarias se manifiestan en 
el escroto, en las ingles, hácia las nalgas, y alguna vez por encima 
y aun hasta por debaxo del ombligo. En este caso es necesario hacer 
una abertura en todos los tumores que producen fístulas. Se ven 
muchos enfermos que se han libertado del riesgo de semejantes acci- 
dentes; pero la orina brotaba por todas estas aberturas siempre que 
se comprimían. El objeto principal para la curación de estas fístulas 
es procurar dar salida al fluido urinario por una parte solamente , sea 
restableciendo el conducto natural para sus funciones , lo que se puede 
conseguir con el uso metódico de las candelillas apropiadas para el 
caso [V. candelilla y carnosidad.) , sea haciendo una incisión 
en el perineo para conducir una cánula á la vexiga, á fin de que la 
orina salga directamente, y dexe de difundirse por todos los senos 



FIS 133 

fistulosos. El primer partido es mas suave; es por consiguiente pre- 
ferible si la disposición de la fístula permite que se cure por esta via. 
Luego que , según el principio general , que debe servir de regla en 
la curación de toda fístula , que se halla formada por la perforación de 
un conducto excretorio nuevo que establezca una via única para la 
salida de la orina , todas las fístulas que no estén entretenidas mas 
que por un tránsito morboso de este fluido , se curarán casi por sí 
mismas. Las callosidades , si es que las hay , no son mas que acciden- 
tales, y no impiden el que se consoliden los senos. Se hallan asimis- 
mo exemplares de enfermos que estaban resueltos á llevar por todo 
el resto de su vida una cánula en el perineo, y habiéndosela quitado 
porque les incomodaba para sentarse, han experimentado que la ori- 
na, que se trascolaba por la fístula, y en parte por la uretra, no salía 
ya después masque por su via natural; porque la fístula se fué cer- 
rando ella misma poco á poco, y el conducto artificial vino por úl- 
timo á obliterarse sin emplear recurso alguno. 

Hay exemplares de fístulas del abdomen en la región del hí- 
gado por la abertura de la vexiga de la hiél, que estaba adherida al 
peritoneo. Estas fístulas no se curan de otro modo mas que estable- 
ciendo el curso natural de la bilis por el canal , que la va á deposi- 
tar al intestino duodeno. Si las piedras formadas en la vexiga de la 
hiél impiden que esta pase del modo dicho, se puede hacer la extrac- 
ción de ellas. (V. sobre esta operación la Memoria de Mr. Petit 
sobre los tumores de la vexiga de la bilis en el primer vohímen 
de la Academia Real de Cirugía.) 

El segundo género de fístulas, que hemos establecido con rela- 
ción á sus causas, comprehende aquellas que se han formado por la 
presencia de un cuerpo extraño ; tales son las balas de fusil y los pe- 
dazos de vestidos que se llevan por delante: en fin todos los cuerpos 
que se introducen de afuera, ó bien una esquirla, una porción de 
hueso cariado, de membrana <5 aponeurosis, que debe desprenderse. 
(V. cuerpos extraños, caries y exfoliación. ) Quedándose 
todas estas cosas contra el orden natural en el fondo de una herida 
ó de una úlcera, mantienen las carnes blandas y fungosas, propor- 
cionan un material sanioso, que impide la consolidación externa, y 
constituye la fístula. Si la úlcera fistulosa llega á cicatrizarse exte- 
riormente, esto es, mas que por una temporada, el material forma 
depósitos por su acumulación , y la abertura de estas clases de abs- 
cesos conduce freqiientemente al Cirujano al foco del tumor , en 
donde le descubre la causa de la duración de la enfermedad. No se 
curarán jamas las fístulas producidas por la presencia de un cuerpo 
extraño qualquiera sin hacer antes la extracción de ellos, y no pue- 
de haber aquí otra indicación. Para satisfacerla es necesario hacer las 
incisiones convenientes, ó unas contraaberturas, de las que no se 



134 FIS 

puede determinar generalmente la dirección y la extensión por nin- 
gún precepto. Se sabe que estas incisiones están sujetas á muchas va- 
riedades que no se pueden determinar; pero exigen mucha habilidad 
de parte del Cirujano: un juicio sano es el que le hace distinguir el 
camino mas conducente , y un gran cúmulo de conocimientos ana- 
tómicos para penetrar hasta el fondo de estas fístulas al través de las 
partes delicadas que es menester manejar. 

Baxo el tercer género de fístulas se hallan comprehendidas aque- 
llas, que son producidas por la presencia de carnes fungosas, duras 
y callosas, que la detención de la supuración las hace ser tales, co- 
mo sucede en las fístulas del ano; ó que el descuido, el mal trata- 
miento , y el uso de bordones metidos los unos sobre los otros lle- 
gan á ocasionarlas: en general estas fístulas se curan con la extirpa- 
ción de las callosidades, ó el instrumento cortante, ó la aplicación 
de remedios cauterizantes. 

La fístula del ano es una iílce*a cuya entrada es estrecha, 
situada cerca de su margen, con salida de una supuración fétida, y 
casi siempre acompañada de callosidades. Esta es siempre la conse- 
qüencia de un absceso mas ó menos considerable en el texido adipo- 
so que rodea al intestino recto. Las causas del absceso que ocasiona 
esta fístula son internas ó externas. La inflamación que produce la 
obstrucción de los vasos hemorroidales es la causa interna mas ordi- 
naria; de este mismo modo todo lo que pueda causar las almorra- 
nas , debe ser colocado en el número de las caasas remotas de la fís- 
tula del ano. Las causas externas son los golpes, las caídas y las con- 
tusiones de estas partes. Las personas que montan á caballo treqüen- 
temente están muy sujetas á padecerla: el exceso en los placeres ve- 
néreos; y en fin todo lo que puede retardar é impedir el curso de la 
sangre en esta parte, ocasionan inflamaciones, las quales terminan 
fácilmente en supuración , por no haber en el texido celular de esta 
parte bastante resorte ó energía para resistir á la acumulación de los 
numores. Por el contrario , los movimientos del diafragma y de los 
músculos del vientre, tan necesarios para las principales funciones na- 
turales, se oponen al retroceso de los fluidos, y es la causa principal 
de la dilatación de las venas hemorroidales. Las fístulas del ano pro- 
vienen alguna vez de los huesos ó de los cuerpos extraños que se han 
tragado, o que se han detenido en su fondo. 

La diferencia de las fístulas del ano se toma de su antigüedad, 
de su extensión, de su composición y de su salida: por su antigüe- 
dad, en que las unas son antiguas, y las otras recientes: por su ex- 
tensión, en que su trayecto es mas o menos profundo: por su com- 
plicación , en que pueden constituir un solo seno , ó bien están acom- 
pañadas de madrigueras ó huecos, de muchos senos, de muchas ca- 
llosidades, de abscesos, y también caries de huesos, de putrefacción, 



FIS 135 

de intestino &c. "Las fístulas se diferencian por el sitio de su salida; 
y con relación á esta diferencia las hay completas é incompletas. La 
fístula completa tiene una abertura en el intestino , y otra exterior- 
mente. Las fístulas incompletas ó tortuosas son internas ó externas; 
aquellas son las que solo tienen una salida á la margen del ano, y no 
penetran nada al intestino recto ; estas solo tienen una abertura ex- 
terna, y la materia purulenta sale por el orificio fistuloso abierto en 
la extremidad del recto. 

Los signos diagnósticos de estas fístulas son fáciles de percibir. 
Por el examen de la parte se distingue el sitio por donde se trasco- 
la la supuración, y se ve si hay un orificio exterior. No se puede 
juzgar de la profundidad de las fístulas, sino es sondeándolas quan- 
do son externas; sin embargo los rodeos de los senos fistulosos pue- 
den estorbar que el estilete penetre por toda la longitud de su tra- 
yecto. La altura de las fístulas internas en el recto se distingue in- 
troduciendo en el ano un lechino de hilas cubierto de algún ungüen- 
to , y bastante largo ; entonces se verá á qué altura se impregna de 
pus, de la que se va trascolando del 2giijero fistuloso. El pronósti- 
co se toma de la causa productora de la enfermedad , de sus dife- 
rencias, y de la buena ó mala constitución ó disposición del sugeto. 

La curación exige desde luego un tratamiento preparatorio con 
relación á dicha disposición. La enfermedad tópica presenta diferen- 
tes indicaciones según sus diversas circunstancias. Un simple seno, 
que no es muy antiguo, y que no ataca en nada al intestino recto, 
no tiene necesidad mas que de otra abertura. Luego que se haya mu- 
dado la disposición de la úlcera, que se haya dilatado su entrada, y 
que se haya detergido su fondo con los remedios convenientes, se 
hará una sólida cicatrización. Si la fístula es completa, será necesa- 
rio hendir todo lo que se halle comprehendido entre los dos orificics, 
y hacer escarificaciones en su fondo para formar de un seno anti- 
guo una úlcera reciente ; pero si tiene durezas y senos, no se puede 
lograr la curación radical sino extirpando todo lo que haya allí de 
callosidades, sea por medio del instrumento cortante, ó con los 
cáusticos. Cúrese por uno ú otro método, se prefiere, generalmen- 
te hablando, el instrumento cortante, porque se hace en uno ó dos 
minutos lo que no se conseguirá con la aplicación reiterada de los 
cauterios, que atormentan cruelmente al enfermo por espacio de al- 
gunas horas cada vez que se hace uso de ellos. Un Práctico consu- 
mado puede hallar razones de preferencia para la elección de uno ú 
Otro de estos métodos. Después de haber preparado al enfermo con 
los remedios generales y con los medicamentos particulares, si su es- 
tado lo exige , es necesario tener la precaución de que no tome el 
enfermo alimento sólido por la noche , echándole una lavativa dos 
horas antes de operar, á fin de limpiar el intestino recto de las ma- 



136 FIS 

terias fecales , que el enfermo podría arrojar á la cara del Cirujano al 
tiempo mismo de la operación ; lo qual seria capaz de impedir el que 
se concluyese como se debía; ó bien estos materiales podrían dar 
al enfermo conatos de obrar en el acto mismo de efectuarse la ope- 
ración , lo que obligaría á levantar el aparato y lavar en seguida la 
herida , inconveniente que es muy útil precaver. 

Para hacer la operación es menester colocar al enfermo á la ori- 
lla de su cama, en la que se tendrá el cuidado de poner un paño con 
muchos dobleces, tomando la misma situación y en los mismos tér- 
minos como si fuese á recibir una lavativa; de manera que la nalga 
del lado enfermo esté apoyada sobre la cama. Un ayudante se pondrá 
de rodillas sobre la cama ; aplicará la una contra el enfermo en un án- 
gulo que formará con su cuerpo y sus muslos para que no pueda des- 
viarse del operador: este ayudante levanta la nalga sana; debe haber 
otros ayudantes para que sostengan los muslos y las espaldas del en- 
fermo. Estando todo dispuesto de esta manera , y el aparato conve- 
niente , el Cirujano coloca una de sus rodillas en tierra , y pasa á 
executar la operación. Si la fístula fuese completa, se introduce en 
su centro el dedo índice de la mano izquierda untado en aceyte ó* 
manteca; se tiene en la mano derecha un estilete de plata flexible, 
ó una aguja, ó una sonda plana destinada para este uso; se introduce 
suavemente hasta que su punta toque al dedo, que se halla dentro 
del intestino recto, hasta donde se mete solo después de tener intro- 
ducido el estilete por el trayecto de la fístula ; la extremidad de 
dicho dedo dobla el estilete, y sirve para llamarle hácía afuera: en 
este caso forma una asa , que abraza la fístula y la porción de intes- 
tino que la corresponde. En la fístula completa externa se recomien- 
da el llevar la extremidad del estilete por encima de las callosidades, 
y apretando un poco, horadar el intestino para formar el asa: en esta 
ocasión es en la que es necesario servirse con preferencia de la aguja 
puntiaguda, porque el estilete de botón seria ménos conveniente. 

Si la fístula es tortuosa é interna, es necesario hacer con la lan- 
ceta una abertura externa en un punto blando , que manifiesta el saco 
que constituye el seno; quando este sitio no es muy manifiesto , se 
mete en el ano por espacio de doce ó quince horas, ó por mas tiem- 
po si las circunstancias lo exigen , una tienta , la que tapando el orificio 
de la fístula , impide que se derrame la supuración entonces ; se acu- 
mula allí lo suficiente para formar exteriormente una tumorosidad, 
que indique el lugar en que se debe hacer la incisión. Luego que se 
ha pasado el asa por la fístula, se cogen con los dedos de la mano 
izquierda las dos extremidades del estilete, y tirando con cuidado se 
sostienen las partes, y con un bisturí recto, que tendrá asido de la 
otra mano, se extirpa todo lo que se halla comprehendido en el es- 
tilete; de suerte que después de verificada la extirpación, las callo- 



FIS 137 

sidades sé encuentran libres. Tres ó quatro golpes de bisturí dados 
con tino son suficientes por lo regular para esta operación. Si el ori- 
ficio exterior de la fístula está tan distante del centro, que haciendo 
la operación del modo que acabamos de describir, es indispensa- 
ble el ocasionar una grande pérdida de substancia , entonces se po- 
drá pasar una sonda acanalada por el conducto fistuloso, y en segui- 
da se abrirá con el bisturí. Este es el método que acabamos de ex- 
poner como conveniente para los casos mas sencillos, y en los que 
se echa mano con provecho de una especie de faringotomo. Si en 
las fístulas muy prolongadas y complicadas no fuese suficiente el ha- 
ber abierto el seno por la parte anterior, es decir, por el lado ex- 
terno, será indispensable cortar posteriormente en toda su exten- 
sión , teniendo cuidado de tocar las partes antes de escarificarlas con 
la extremidad del dedo índice de la mano izquierda. Las callosida- 
des que no hayan podido ser comprehendidas en esta incisión , de- 
ben quitarse de los dos lados con el bisturí ó las tixeras: se esca- 
rifican aquellas que la prudencia dicta que no se pueden cortar, ó 
se aplican en el curso del tratamiento curativo remedios caute- 
rizantes. 

La curación de la úlcera consiste en meter en todo el hueco unas 
hilas informes y suaves; se introduce en seguida una tienta gruesa, 
y de la longitud del dedo pequeño, por el intestino recto; se cubre 
todo esto con tres ó quatro compresas, lengüetas estrechas y gra- 
duadas sostenidas con un vendage de T, cuya rama transversal an- 
cha de quatro dedos forma un circular alrededor del cuerpo por 
encima de las caderas, y comprime la cintura , y la rama perpendi- 
cular está hendida desde su extremidad hasta ocho dedos de la cin- 
tura: el centro de ella se coloca sobre las compresas, y los dos ca- 
bos pasan cada uno por las partes laterales de los órganos de la ge- 
neración , para no estorbar la acción de estos , viniendo después á su- 
jetarse en la parte anterior de la cintura. 

Si durante la operación se llega á interesar algún vaso, que des- 
pida mucha sangre, para poder precaver la cantidad de ella, que 
pueda perder el enfermo , convendrá tomar las precauciones de apli- 
car el aposito; porque se ha visto salir la sangre del intestino mien- 
tras que no se suponia hemorragia alguna, porque el aposito no lle- 
gaba bien allí. Se puede cuidar de precaver este accidente aplicando 
el agárico, y haciendo una compresión con método: será necesario 
desde luego reconocer la situación precisa del vaso, que da la san- 
gre, apoyando el dedo alternativamente en diferentes puntos de la 
cortadura, hasta que se llegue á comprimir el manantial de la he- 
morragia. Es muy prudente mantener el dedo puesto sobre el orifi- 
cio del vaso por mucho tiempo , para dar lugar á que se oblitere: en 
lugar del agárico se puede emplear con utilidad una compresa pe- 
tomo ív. s 



138 FIS 

quena empapada en agua de rabel ; se sostiene allí por algunos minu- 
tos; se cubre después con unas hilas informes, y se aplica lo restan- 
te del aposito del modo que viene ya descrito. 

No se levanta este aparato hasta haber ya pasado quarenta y 
ocho horas, si no hay cosa alguna que obligue á hacerlo antes; sin 
embargo no se deben desprender las hilas que estén en el fondo, prin- 
cipalmente si ha ocurrido el haber hemorragia ; á la supuración es á 
quien pertenece el dexarlas caer. En seguida de esto, las curaciones 
deben ser muy simples; nos serviremos desde luego de los remedios 
digestivos, después de los detergentes, y se termina la curación con 
los desecantes según las reglas generales del arte para la curación de 
las úlceras. (V. úlcera.) Se disminuye el lechino de dia en dia según 
los progresos que se vayan advirtiendo en la consolidación de la he- 
rida; y según los últimos tiempos, se cura con una porción de hilas 
ó un lechino plano introducido en el intestino recto. Una conside- 
ración, que es esencial quando se introduce el lechino en el recto, es 
la de introducirle á lo largo de la parte sana de su fondo del lado 
opuesto á la incisión : por este medio no se comprime pues el ángu- 
lo de la abertura del intestino, y se evita el dolor, que se haria sufrir 
al enfermo inútilmente ; y sin esta precaución habría el riesgo de al 
pasar el lechino hacer un camino falso en la gordura al lado del in- 
testino. Algunas personas se han propuesto refutar el uso del lechino 
en el recto; pero la experiencia ha manifestado que es seguido de 
una constricción del ano, que es muy incómoda para los enfermos, 
que después se ven obligados á emplear muchos esfuerzos para arro- 
jar los materiales por una abertura demasiado estrecha... * 

En estos últimos tiempos se ha simplificado infinito la curación 
de la fístula del ano; y apénas se echa mano del cuchillo para ope- 
rar en los términos que hemos expuesto anteriormente , quando mas 
se dividen simplemente los senos fistulosos; pero es de mucha mas 
utilidad, y se producen ménos dolores, y aun se logra mas pronta- 
mente la curación , pasando un hilo de plomo por los orificios de la 
fístula , el que lentamente y sin incomodidad va destruyendo una 
enfermedad tan molesta; método que han adoptado en el dia la ma- 
yor parte de los Prácticos. 

Para curar la fístula del ano por el método del hilo de plomo, es 
preciso examinar antes si la fístula es completa ó no ; sí es incompleta 
se hace completa , rompiendo el intestino para que pueda pasar el 
estilete; después se toma un hilo de plomo como de una línea de diá- 
metro, y de una longitud proporcional, y se acomoda á lo largo de 
un estilete flexible ; y si este está acanalado, se introduce mejor el esti- 
lete y el hilo juntos por el orificio exterior, los que se conducen hasta 
el interior, penetrando el intestino; y con un dedo que se introducirá 
por el ano, se coge la punta del estilete, y se sacará fuera de dicha 



FIS 139 

abertura ; se toma solo el extremo del hilo de plomo , y se saca el 
estilete de suerte que quede introducido solo el hilo de plomo y en 
términos que con el otro extremo de dicho hilo queda como un asa; 
se retuercen estos dos cabos hasta formar una ligera compresión , la 
que se irá graduando sucesivamente, pues todos los dias se apretará 
un poco aumentando una vuelta ó dos al retorcido , hasta que no 
quede nada que comprimir en el círculo que forma el hilo , el qual se 
cae espontáneamente , dexando curada una enfermedad tan rebelde, 
que por otro medio cruento causa infinitos dolores. ínterin está pues- 
to el hilo es preciso tener limpieza y aseo, procurándolo por los me- 
dios ordinarios, proporcionando una compresión que no sea incó- 
moda. Son muchos los casos que refieren los autores curados con el 
hilo de plomo en los términos que se ha descrito; y muchos mas 
hemos visto curar en esta Corte, propagándose este método á las 
provincias de España , en donde ha sido igualmente feliz el resultado. 

FISURA. (Ctr.) * Se llama así la fractura longitudinal de un 
hueso , ó la solución de continuidad de un hueso que está solamen- 
te cortado ó serrado. Mr. Petit , en su tratado de enfermedades 
de los huesos , prueba con razón y experiencia , que los huesos de 
las extremidades no pueden fracturarse á lo largo como creian los 
antiguos: no admite esta especie de fractura mas que en las heridas 
de armas de fuego , en las que se advierte á cada paso que partido 
el hueso por su parte media se arroja hasta sus extremidades. Las 
fracturas á lo largo de los huesos grandes de las extremidades son 
muy difíciles de conocer, porque no ocasionan deformidad alguna 
en la parte; sin embargo pueden ocasionar accidentes, como la ca- 
lentura, la inflamación del periostio, los abscesos, que pueden ser 
seguidos de caries &c. Las sangrías, el régimen, las cataplasmas emo- 
lientes y resolutivas, ayudadas de la buena situación de la parte, son 
los medios que pueden emplearse para precaver estos accidentes, ó 
combatirlos en sus principios. La inutilidad de estos recursos debe 
obligarnos á recurrir á la amputación del miembro : este es un par- 
tido que no se ha de tomar con ligereza; pero el enfermo puede ser 
muy bien víctima de la dilación como de la precipitación. (Véase 

AMPUTACION.) 

Los huesos del cráneo están sujetos á padecer estas hendeduras 
ó fisuras. Las de la cabeza son de dos especies ; las que son aparen- 
tes se llaman por los latinos scisura; y la fisura, que es tan peque- 
ña que se escapa de la vista, rima capillaris> hendedura capilar. Las 
fisuras se forman ordinariamente en el parage donde se ha recibido 
algún golpe, ó sobre la parte opuesta; estas se llaman contrafisura, 
ó contragolpe. Las personas de una edad ya avanzada, en razón de 
la sequedad de sus huesos, están mas dispuestos á padecer las fisuras 
que las jóvenes. 



140 



FLA 



Las fisuras son muy difíciles de percibir. Para no exponerse al 
engaño de tomar por una fisura una pequeña gotiera causada natu- 
ralmente sobre la superficie del hueso para el transito de algún vaso, 
se echa tinta en el parage que se presume fracturado; en seguida se 
raspa con una legra, y si la mancha negra permanece después que 
se ha raspado el hueso, se está ya seguro de que es una hendedura. 
Se puede con este mismo procedimiento conocer si se limita solo á 
la lámina externa del hueso , y de aquí se toman las indicaciones para 
trepanarle , ó para abstenerse de hacer la operación del trépano. 
(V. trepanar.) Las fisuras del cráneo son dañosas como todas las 
fracturas de esta parte. Se puede decir también que en circunstan- 
cias iguales una fisura del cráneo es mas perjudicial que una fractura: 
i.° porque es muy difícil de conocer: 2° porque la conmoción es 
tanto mas violenta, quanto hay ménos resistencia de parte de la ac- 
ción percuciente: 3. 0 en fin, porque las materias que pueden formar- 
se entre el cráneo y la dura-mater, no pueden proporcionarse paso 
al través de una fisura para indicar, como acaece en las fracturas 
aparentes , indicando la necesidad de la pronta aplicación del trépa- 
no para dar libre salida á los materiales estancados. Muchos enfermos 
han llegado á sufrir la trepanación útilmente, porque esta trasuda- 
ción ha precedido á la manifestación de los accidentes consecutivos, 
que alguna vez sobrevienen muy tarde, para que el enfermo pueda 
ser socorrido eficazmente. En general se deberían mirar todas las 
fracturas del cráneo, no solamente como una causa, que puede dar 
lugar á la operación del trépano, sino también como una señal que 
indica actualmente esta misma operación con independencia de^.odo 
accidente. * 

FIZES. (Antonio) {Biog.) Célebre Médico de Mompeller, 
murió en esta ciudad en 1765 á los setenta y cinco años de su 
edad. La facultad de Medicina le cuenta entre uno de los Profesores 
que mas la han hecho florecer. Ilustró la práctica de su arte con una 
teoría luminosa , y nos ha dexado varias obras que le han dado fama 
en Europa. Las principales son: i.° Opera Médica, 1742 en 4. 0 : 2. 0 
Lecciones de Química de la Universidad de Mompeller , 1730 en 
12. 0 : 3, 0 Tractatus de jloribus, 1749 en 12. 0 Esta excelente obra 
ha sido traducida al francés en 1757 en 12. 0 : 4° Tractatus de phi- 
siologia, 1750 en 12. 0 : 5. 0 Varias diversiones sobre diversas ma- 
terias de Medicina, ciencia que el autor poseia á un grado supre- 
mo. Era el Hipócrates de Mompeller , y reunia una gran senci- 
llez de costumbres, con unos conocimientos muy extensos y muy 
variados. Su vida ha sido escrita por Mr. Esteve, 176)' en 8. 3 

FLACIDEZ. (Patol.) Se usa esta voz para manifestar el esta- 
do de relaxacion de la fibra , porque ha perdido «u resorte , y así esta 
palabra se debe tener como sinónima de laxitud. Se usa también 



esta voz para designar el estado laxó del miembro viril , y quando 
no hay erecciones. (V. impotencia ) 

FLATO Y FLATUOSIDAD. ( Med.) Se ha creído, y algu- 
nas personas piensan aun que los flatos que se despiden por el ano 
son el mismo ayre atmosférico que se desenvuelve en el estómago y 
los intestinos. La Química moderna enseña que la flatuosidad no es 
otra cosa sino gases que se desprenden en la detención que hacen los 
alimentos , y la disolución que sufren con los sucos biliarios , gástri- 
cos, salivales &c. , sea en el estómago ó en los intestinos; y así estos 
fluidos elásticos ó flatos de ningún modo los forma el ayre atmosfé- 
rico. Se sabe también que en el estómago de los animales sanos se halla 
siempre mas ó ménos ácido carbónico , el qual parece se desprende en 
la primera digestión; y así es que los regüeldos debaxo de recipi.ntes 
ó campanas con agua de cal forman en ellas inmediatamente un 
precipitado carbonoso. Los flatos que salen por el ano , según la aná- 
lisis que se ha hecho de ellos, parece que sen formados de gas infla- 
mable, teniendo mas ó ménos gas hidrógeno sulfurado, carbonado, 
y algunas vece? gas ázoe. 

Se ha observado que en conseqüencia de las digestiones trabajo- 
sas y lentas de substancias harinosas y otros vegetales , se desenvuelve 
el gas ácido carbónico en el estómago y los intestinos delgados; las 
materias animales, y principalmente los pescados, dan el gas ázoe en 
las indigestiones que causan. Todo lo que se expondrá con mas ex- 
tensión en el género xxxiv de la clase de Fluxos , donde se tratará 
de los varios síntomas que producen las flatuosklades &cc. , y cómo 
deben tratarse. 

Flato. El vulgo llama flato comunmente á los parosismos his- 
téricos , hipocondriacos &c. (V. el género xxxiv de la clase de 
Fluxos.) 

FLATULENTO, FLATOSO. (Hig.) Adjetivos que se apli- 
can á los alimentos , que la experiencia enseña que producen gases 
ó substancias aeriformes en las primeras vias, como son las legum- 
bres en general, algunas verduras y frutas, las que en el acto de la 
digestión producen un desenvolvimiento bastante considerable del 
ayre que contienen naturalmente estas substancias. (V. flato.) 

FLEBOTOMÍA. ( Cir.) Esta voz , que se compone de dos pala- 
bras griegas , significa abertura de vena ó sangría. ( V. este articulo.) 
También se llama flebotomía un libro pequeño ó cartilla que trata 
del modo de hacer la sangría. 

FLEMON {Cir.) * Se llama así una inflamación sanguínea , que 
se presenta con elevación exteriormente , extendiéndose profunda- 
mente en la parte que ocupa. Se detiene ordinariamente el flemón 
en un tumor circunscripto con rubicundez, calor, dolor y pulsa- 
ción *. En quanto á sus causas, curación &c. (V. el articulo in- 



142 FLO 

flamacion.); y con respecto á las terminaciones que suele tener 
esta enfermedad quirúrgica , esto es , la resolución , supuración , en- 
duracion y mortificación ó gangrena, se consultarán todos estos ar- 
tículos. 

FLEXION. (Anat.) Es la acción de doblar alguna parte por 
medio de los músculos que se llaman flexores, como la flexión ó 
dobladura del brazo , la pierna , los dedos , la cabeza &c. Este mo- 
vimiento es opuesto al de extensión. [V. músculo y articulación.) 

FLEXORES, (músculos) [Anat.) Son varios ios músculos que 
se emplean en la flexión de algunos órganos, por lo que toman el 
nombre de flexores ; como son los flexóres comunes de los dedos, 
los propios del pulgar, los flexóres de la pierna &c. (V. músculo, 

MANO , PIERNA y PIE.) 

FLEXURA. ( Anat.) Es lo mismo que dobladura; pero se lla- 
man así también los mismos dobleces que se forman en las articu- 
laciones ; pero con mas freqüencia se dice de la del brazo y ante- 
brazo. 

FLICTENAS, phlyctenas. (Cir.) Se da este nombre y el de 
ampollas (V. este artículo.) á unas pústulas ó vesículas que se pre- 
sentan en la piel con bastante picor , y algunas veces escozor , que 
se hallan llenas de serosidad mas ó ménos acre. Suelen formarse es- 
pontáneamente quando hay cierta acrimonia ó vicio en los humores; 
otras veces acompañan á varias enfermedades, y son como sintomá- 
ticas, como sucede en las quemaduras , en la gangrena &c. (V. que- 
madura, VEXIGATORIO / GANGRENA.) 

FLOGISTO ó FLOGÍSTICO. (Fis. Méd.) Los Químicos 
adoptáron , según Stahl , el que habia un fuego fixo en los cuerpos, 
ó un principio de combustión , que llamáron flogisto ó Jiogístico , de 
Qhvya, que significa quemar. Macquer ha confundido este principio 
con la luz. Los que creian en este principio hipotético pensaban que 
siempre que una substancia combustible ardia perdía su flogisto ; y que 
quando se rectificaban los oxides metálicos por medio del carbón, 
pensaban que este les suministraba el flogístico que habian perdido, 
haciéndoles pasar por este medio á su primitivo estado metálico. Se- 
gún estos principios explicaban una porción de fenómenos , que en 
el dia se han desechado , siguiendo enteramente otra teoría , esto es, 
la de la atracción del oxigeno &c. (V. combustión, oxígeno &c.) 
En la Medicina se ha conservado aun la palabra flogístico, y de ahí 
nacen los antiflogísticos , el régimen antiflogístico , enfermedades 
flogísticas &c. ; pero verdaderamente , si hemos de apetecer la exac- 
titud, estas voces se deben desechar de la Medicina, del mismo modo 
que se van desterrando de la Química , por vagas , y porque expre- 
san una cosa que no existe, ó al ménos nuestros sentidos no la per- 
ciben, ni se comprehende por el raciocinio. 



FLO 143 

FLORES. {Mat. Méd.) [Las partes del vegetal en que obra la 
fecundación , y que las investigaciones de los Botánicos modernos 
nos hacen ver como una especie de lecho nupcial , no serán conside- 
radas en el presente artículo baxo el aspecto risueño que presentan á 
los naturalistas, porque en la Farmacia apénas se emplean sino quan- 
do están desecadas, y por consiguiente privadas de una parte de sus 
perfumes y de sus vivos colores. Para formar una idea de su acti- 
vidad , es preciso notar que en ellas se halla por lo regular el princi- 
pio odorífero y aromático , conocido con el nombre de espíritu rec- 
tor , y que contienen muchas variedades que se extraen en Química 
por la destilación. Estas partes activas , en que principalmente resi- 
den sus virtudes, no solamente se diferencian según los géneros y 
especies, sino también según la constitución, ó para hablar con mas 
exactitud, según el estado de vigor de la planta. ¿Qué diferencia, 
por exemplo, no hay entre las virtudes de hs flores, de las plantas 
que crecen en su suelo nativo , expuestas libremente á las influencias 
del ayre y de la luz, y entre las de las plantas de la misma especie 
que se crian en estufas? Se ve claro que no se deben esperar propie- 
dades medicinales de las flores , sino miéntras que las plantas á que 
pertenecen han sido alteradas lo menos posible por los gustos y los 
caprichos del hombre. 

Para hacer la recolección de las plantas enflores titiles en la Me- 
dicina , es preciso dirigirse á los parages en que crecen con mas li- 
bertad y lozanía. Las plantas cultivadas en los jardines son mas cra- 
sas; mas vigorosas las que espontáneamente crecen en los campos; 
mas odoríferas las que se encuentran en las montañas; mas acres las 
que nacen en los parages aquáticos; las que durante el invierno se 
logran por artificio tienen poca virtud , se resienten del riego y del 
abono con que se les ha beneficiado. El momento á propósito para 
la recolección de las flores es aquel en que empiezan á abrirse; pa- 
sando este período, van perdiendo diariamente de sus partes voláti- 
les , y por consiguiente de sus virtudes. Se cogerán en un dia claro 
hácia las diez de la mañana , tiempo en que ya el rocío se ha desva- 
necido. Ya que están bien desecadas se meterán en una vasija: algu- 
ñas, como las violetas, los claveles y rosas se conservarán en botellas 
bien tapadas--: para otras bastan caxas de madera forradas de papel, 
y expuestas en un parage seco para que no se humedezcan. Otras, 
como las rosas amarillas y muscadas , pierden su olor secándolas al 
ayre libre. Las de borraxa y de buglosa, ó lengua de buey &e. , se 
ponen pálidas y pierden su color enteramente con la desecación. 
Para evitar este inconveniente basta hacer de ellas unos paquetes pe- 
queños con papel, y exponerlos á un calor moderado, ya sea al so], 
ó ya en las estufas. Las plantas cruciferas son las únicas que deseca- 
das pierden su virtud. 



144 FLO 

Sabida cosa es que las flores tienen sus estaciones, lo que lia dado 
motivo á una disertación que se halla en las Ama nit ates Academice 
JLinnai con el título de C al endarium flora. Pero así como no to- 
das las plantas florecen en la misma estación y en el mismo mes, del 
mismo modo no todas las que florecen en el mismo dia y en el mis- 
mo lugar se abren y se cierran á la misma hora. Unas se abren por la 
mañana como las lechugas y las labiadas; otras al medio dia como 
las malvas; otras por la tarde ó por la noche: de las que se abren 
por la mañana hay unas que también se cierran por la mañana , mién- 
tras que otras lo hacen por la noche. Y así hay una gran variedad, 
cuya causa principal depende del calor , de la luz y de otras muchas 
circunstancias de la atmósfera, que no se pueden terminar ó sujetar 
á un cálculo general. Sea lo que quiera de estas variedades , es cier- 
to que todas las flores deben ser cogidas en el momento que empie- 
zan á abrirse. 

Para que las flores puedan conservarse , serán desecadas muy rá- 
pidamente; porque el movimiento de fermentación que se excita du- 
rante una desecación lenta destruiría su texido delicado alterando su 
virtud y color ; digo su color , porque de él depende no solamente la 
elegancia de la droga, sino porque es una buena señal para conocer 
las propiedades activas y la perfección del medicamento. Pierden 
casi del todo su color expuestas al sol las flores que tienen un olor 
delicado, como la malva, las rosas amarillas, la centaura menor, la 
violeta &c ; pero no sufren la menor alteración de color, si entre 
la flor y los rayos del sol se interpone un papel por delgado que sea: 
hecho d^gno de notarse, y por el qual se distingue el calor de los 
rayos del sol , y los efectos de su luz.] 

Flores. ( Mit. Méd. Farm.) Se da este nombre en Medicina 
y Farmacia á todas las materias secas que se obtienen ó purifican 
por la sublimación; tales son los productos volátiles mas ó menos, 
regularmente cristalizados por su condensación después de haberse 
elevado en vapores. Ya esta denominación no se emplea mas que en 
las recetas farmacéuticas. 

Flores amoniacales marciales. Se llama así el muríate amo- 
niacal sublimado con una décimasexta parte de su peso de hierro, 
que tiene un color amarillo por razón del muríate de hierro que se 
formó en la sublimación. F. 

Flores de antimonio. Se da este nombre al oxide de antimo- 
nio quando se sublima , y á todas sus preparaciones. ( Véase anti- 
monio.) F. 

Flores de benjuí. Quando se calienta el benjuí en vasos cer- 
rados, se sublima en agujas blancas una sal olorosa volátil y ácida, 
que. se llama en la nueva nomenclatura ácido benzoico , y en otro 
tiempo flores de benjuí. (V. benjuí.) Esta preparación es un exce- 



FLO 



lente expectorante y muy corroborante del pulmón , y parece que 
tiene una acción específica sobre dicha entraña, muy apropiada para 
los catarros crónicos y otras enfermedades del pecho F. 

Flores de bismut. El bismut bien calentado en un crisol da un 
oxide amarillento sublimado, que se ha empleado alguna vez con el 
nombre de flores de bismut. (V. bismut.) F. 

Flores de azufre. Esta preparación no es otra cosa mas que 
el azufre sublimado: se ha acostumbrado prescribirlas en las recetas, 
porque el azufre sublimado es mucho mas puro que el fundido; pero 
es preciso cuidar de usarle lavado, á fin de separar de él la porción 
de ácido sulfúrico ó vitriólico que suele contener , y que se forma ín- 
terin la sublimación , el que obraría de distinto modo en la econo- 
mía animal. (V. azufre.) F. 

Flores de zinc. Se llama así el oxide de zinc sublimado, o 
mas bien elevado miéntras la combustión rápida 6 deflagración del 
zinc, y esta es la misma sublimación que en la nueva nomenclatura 
se llama oxide ó sublimado de zinc. Es necesario observar que este 
oxide no es volátil por él mismo , sino por una especie de fusión 
ínterin la inflamación de este metal, que se eleva en el ayre, con- 
virtiéndose en él en una especie de copos blancos y muy ligeros. 
Este oxide se emplea con suceso como antiespasmódico en las en- 
fermedades convulsivas , y particularmente en las de los niños , que 
se da en la dosis de un grano ó dos; pero esta última dosis suele 
producir el vómito. F. 

Flores blancas. (Med.) Se suele llamar así á la leucorrea. 
( Véase este articulo descrito en el género xxix de la clase de 
fluxos.) 

FLOYER. (Juan) {Biog.) Médico ingles nacido en Hintes en 
la Provincia de Staftbrd por los años de 1649, y después de haber- 
se graduado en filosofía en la Universidad de Oxfford, estudió en 
ella la Medicina, y recibió el grado de Doctor en 168c. Después 
pasó á Lichfield á estudiar la naturaleza entre los enfermos. Adqui- 
rió inmediatamente la confianza de los principales habitantes: sus ta- 
lentos le grangeáron una brillante reputación; y el Rey le distinguió 
con el título de Caballero. Este Médico, siendo un grande partidario 
de los baños frios , no omitió medio alguno para restablecerlos, y 
dar á conocer su utilidad y seguridad. Los alaba mucho para las en- 
fermedades de nervios, para el reumatismo, las varices &c. Sus obras 
son las siguientes: The tonchstone of medicines , Londres 1687, 
1691 en octavo, ó Piedra de toque délos medicamentos sacados 
de los reyhos vegeta 1 , mineral y animal; esta piedra de toque, con 
relación á las plantas, es el gusto y el olfato. 

The preternatural state of animal humors described by their 
sensible qualities , ó Estado no natural de los humores animales 
tomo iv. T 



14S FLU 

demostrado por sus qualidades sensibles. Lóndres 1669, 169S en 
octavo. En esta obra establece la doctrina de los fermentos. 

An enquiry into the right use ofba'hs, ó Investigaciones so- 
bre^ el uso y abuso de los baños calientes , fríos y templados. 
Lóndres 1697. 

A treatise of the asthm.t, ¿Tratado del asma. Lóndres 1696, 
17 10, 1726 en octavo, y en francés en París 1761 en 12. 0 

The Physicians pulce-ivatch , ó Relox medicinal para to- 
mar el pulso. Lóndres 1707, 17 10. El autor determina en esta obra 
el número de pulsaciones que se sienten en un tiempo dado , y que 
son propias á los sugetos de diferentes edades, sexós , tempera- 
mentos &c. 

En otra obra intitulada Medicina gerónica of preserviny oíd 
mens healtd, Lóndres 1725 en 8.°, propone diferentes medios saca- 
dos del régimen para poner á los enfermos al abrigo de las exhala- 
ciones que emanan de sus cuerpos, y que pueden ser muy perjudi- 
ciales quando no se cuida de purificar las habitaciones (Mr. Gaulin.) 

FLUCTUACION. (Cir.) Llamamos así el movimiento que im- 
primimos á los fluidos derramados en un tumor , aplicando encima 
uno ó dos dedos de cada mano á alguna distancia unos de otros, 
apoyándolos alternativamente de modo que los unos aprieten un 
poco mientras que los otros están aplicados ligeramente; aquella 
presión obliga á la columna de materias sobre que se hace, á que 
cargue sobre los dedos que están aplicados ligeramente, y la sensa- 
ción que de ahí resulta anuncia la presencia de un fluido derramado. 
Quando el foco de un absceso es muy profundo , la fluctuación mu- 
chas veces no se percibe: en tal caso nos podremos determinar por 
los signos racionales, que anuncian la formación del pus, ó que indi- 
can el pus ya formado. ( V. supuración ^absceso.) 

También es bastante común sobrevenir un edema en las partes 
exteriores que cubren una supuración profunda. Quando la materia 
está debaxo de alguna aponeurosis , se siente la fluctuación con dificul- 
tad , y el dolor va continuando por la tensión de aquella parte: lo 
que sucede es que el dolor muda de carácter y dexade ser pulsativo; 
entonces los signos racionales son los que deben indicar al buen Ci- 
rujano el partido que debe tomar ; y la experiencia es de un gran 
socorro en semejantes circunstancias. 

FLUIDOS. Se llaman así en la Fisiología Ja sangre y todos los 
humores que salen de ella; en una palabra, todos los líquidos que se 
hallan en el cuerpo humano. (V. humores.) 

FLUXION. (Med.) Voz vaga y vulgar con que se suelen 
expresar , ó la acumulación de un líquido con caracréres de inflama- 
ción , edema &c. , ó la evacuación de algún líquido seroso , ó de otra 
naturaleza , por alguno de los órganos del cuerpo humano. Es muy 



FLU 147 

común decir fluxión de ojos, muelas, gangrena &c. ; pero la des- 
cripción científica de estas enfermedades se hallará en los artículos 

ENFERMEDADES DE OJOS , MUELAS , ANGINA , CATARRO Y REUMA. 

FLUXO. {Med.) Se da este nombre á la salida 6 evacuación 
de los distintos humores y otras substancias que se arrojan fuera del 
cuerpo por diversos sitios. Las varias evacuaciones morbosas á que 
está sujeto el hombre , las expondremos con arreglo á la clasificación 
de la Nosología de Sauvages. 

Exposición de la clase ix de Jluxos 6 enfermedades 
evacuatorias. 

Si los materiales que deben retenerse en el cuerpo humano para 
los usos á que están destinados se expelen con mas prontitud , con 
mas freqüencía, ó en mayor cantidad de lo que es natural, consti- 
tuyen una evacuación viciosa. 

Debe pues considerarse una evacuación como morbosa si se ex- 
pele intempestivamente en mas abundancia , mas presto y con mas 
incomodidad el material , cuya retención contribuye á conservar la 
salud, ó cuya evacuación debe ser mas tarda, mas rara y en épocas 
determinadas. Estos materiales son ó sólidos como los fetos ó las 
secundinas, ó extraños como cálculos ó insectos, ó fluidos natu- 
rales como sangre úotro humor, ó viciosos como pus y sanies: son 
ademas excrementicios como las materias fecales , la orina , el sudor, 
ó recrementicios como la saliva, la bilis, ó restaurantes como el 
quilo, la leche, el semen , ó en fin aeriformes &c. 

Las vias por donde se verifican estas evacuaciones son ó natura- 
les como la boca , las narices , la uretra , el ano , ó preternaturales 
como una herida ó una úlcera. Estas divisiones generales podian 
variar infinitamente la de las enfermedades pertenecientes á esta cla- 
se; pero atendiendo á la naturaleza del humor expelido , y aun á la 
parte, pueden dividirse en Jluxos sanguíneos , Jluxos serosos , Jlu- 
xos de vientre , y Jluxos aéreos. 

Pueden asimismo considerarse los fluxos como activos y pasivos: 
los primeros son aquellos en que las fuerzas de la naturaleza parecen 
aumentadas, y se determinan por un exceso de tono: los segundos 
sobrevienen en un estado de relaxacion y atonía. 

Los fluidos contenidos en nuestro cuerpo salen siempre que la 
fuerza expulsiva , qualquiera que sea , supera las fuerzas que los re- 
tienen en sus receptáculos ó vasos. Esta fuerza expulsiva depende de 
los mismos fluidos ó cuerpos contenidos , 6 de los vasos y partes 
adyacentes ; porque en efecto aquellos pueden buscar su salida por 
su fuerza de gravedad, quando la parte se halla en una situación de- 
clive, como se ve salir la saliva en los que tienen un ptialismo; por 



148 FLU 

su rarefacción al modo que se verifica el eructo , 6 en parte por su 
propia fuerza quando están animados como los fetos del útero , los 
insectos del ano , del esófago &c. 

Las partes continentes pueden obrar sobre las contenidas , y ex- 
pelerlas por la fuerza muscular ó voluntaria, así como la lengua y 
labios arrojan fuera la saliva, ó por una fuerza natura!, pero invo- 
luntaria ó espontánea, que viene á ser la contractilidad orgánica 
sensible inherente en los órganos , como quando la saliva fluye por la 
acción de un estímulo puesto en la boca , ó en fin por la elasticidad 
vital de las partes, ó contractilidad orgánica insensible, al modo que 
salen las agua-s en la puntura del abdomen de un hidrópico aun des- 
pués de la muerte. 

Las causas ó principios de los fluxos son muy numerosos, como 
i.° haberse aumentado la mole del material contenido: así aumenta- 
da la cantidad de la orina en la vexiga, excita las fuerzas expulsivas 
de esta con su peso: 2° la acrimonia particular del humor, así el 
semen algún tanto degenerado ó mas activo , es un estímulo para su 
emisión: 3. 0 el hábito que acostumbra á los órganos al movimiento 
necesario en sus respectivas evacuaciones: 4. 0 las pasiones de ánimo, 
cuya impresión produce el mismo fenómeno en diversas partes; pot 
exemplo, la tristeza, que hace derramar lágrimas ; la ira, que produce 
el vómito: 5.° el estado espasmódico , como en los epilépticos que 
arrojan espuma por la boca , ó en las histéricas /que orinan con fre- 
qüencia: 6.° el aumento de sensibilidad en los órganos, agregándose 
la presencia de un estímulo qualquiera , como de la inflamación del 
estómago resulta el vómito. 

Los fluxos pasivos reconocen por principio: i.° todo lo que di- 
lata los orificios naturales ; así los excrementos se evacúan por la pa- 
rálisis ó relaxacion del esfínter del ano: 2° la formación de orificios 
preternaturales como una herida , una úlcera &c. , la qual se conside- 
ra en la Patología de cinco modos , á saber , por diabrosis ó cor- 
rosión, por rixis ó rotura producida por las partes contenidas, por 
diéresis ó solución de continuidad ocasionada por agentes externos, 
por anastomosis ó dilatación , y por diapedesis ó separación de 
las fibras , que dan lugar á una trasudación. 

Todos los fluxos son ó simplemente evacuatorios , ó juntamente 
revulsivos, y nunca derivativos : llámanse evacuatorios en quanto 
disminuyen la cantidad de fluidos del cuerpo humano ; revulsivos 
quando los acompaña una constricción de otras partes distintas de 
aquellas por donde se presenta el fluxo, y así en los vasos contrai- 
dos de este modo es menor la cantidad de fluido de la que cabe en 
su diámetro natural. 

El fluxo evacuatorio de qualquiera fluido disminuye poco á poco 
la masa de las demás por la comunicación de los vasos, por el au- 



FLU 149 

mentó de sensibilidad , en los que se presenta el fluxo , o por su situa- 
ción, ó en fin por el espasmo de las demás partes. Así es útil en los 
pletóricos ; pero en los sanos produce una floxedad viciosa , debilidad , 
languidez en el espíritu , palidez de la piel , sensación de frió , y de 
aquí otros muchos males. 

El fluxo revulsivo se verifica qnando una parte contraída se 
descarga de sus fluidos , y de este modo recibe otros nuevos en mé- 
eos proporción de la que admite la capacidad regular de sus vasos. 
Así en el vómito habitual se estrechan de tal manera los intestinos, 
que quedan en un diámetro quatro veces menor , y sobreviene un 
pertinaz estreñimiento de vientre. 

Si atendemos á la práctica, los fluxos son saludables y críticos, 
ó" perjudiciales; en cuya distinción deben los Médicos poner el ma- 
yor cuidado, porque no se han de tener por perniciosos los fluxos, 
aunque quiren fuerzas al enfermo, mientras no le priven de las ne- 
cesarias para superar el mal. En general la sequedad de la lengua, ei 
ruido de oidos, la postración, el abatimiento &c. anuncian el ca- 
rácter debilitante y nocivo de un fluxo; y en general conviene con- 
tener los fluxos pasivos, intempestivos y copiosos , y abandonar á la 
naturaleza los que son moderados, activos, críticos, difíciles y ha- 
bituales en sugetos robustos. Excitan un fluxo todos los principios 
expuestos anteriormente , y por lo mismo deben elegirse los medios 
de destruir estos, ó desvanecer sus efectos, los quales ofrecen la 
gimnástica, la dietética, la Cirugía y la Farmacia. Con la quietud 
mental y corporal se suspenden todos los fluxos que promueve la 
contracción muscular ; pero son mas abundantes en el sueño el su- 
dor y menstruación. Asimismo contribuye no poco la postura del 
cuerpo para suspender un fluxo quando se opone á la gravedad 
del líquido. 

En los fluxos en que hay una plétora general deben usarse ali- 
mentos poco nutritivos y en corta cantidad, y en los de quaíquier 
género debe huirse del uso de los estimulantes espirituosos &c. En 
Jos pasivos son muy útiles las ligaduras, faxas, lechinos, tornique- 
tes, si alcanzan al origen del mal; y los medicamentos astringentes 
aplicados interior y exteriormente con mas ventajas, puesto que á 
veces, hallándose aumentada la sensibilidad é irritabilidad del estó- 
mago, excitan el vómito, y es necesario combinarlos con los calman- 
tes. En los fluxos activos internos son preferibles estos á los astrin- 
gentes , y por lo común en el principio de qualquiera fluxo son mas 
eficaces usando al mismo tiempo los medicamentos externos y loca- 
les , con particularidad el frió actual. 

No nos detendremos en exponer aquí la semeyótica de los fluxos 
que deduxo Solano del pulso, pues por desgracia los Prácticos de 
nuestro tiempo no la han visto en general comprobada en la prác- 



FLU 

tica. Solamente añadiremos que todos los fluxos, excepto la gonor- 
rea, galactirreay leucorrea son periódicos, y por consiguiente podrá 
haber varias alteraciones en el pulso, ó en ciertos órganos que anun- 
cien la inmediación del paroxismo. 

Orden primero. Fluxos sanguíneos. 

Son aquellos cuyo principal síntoma es la evacuación de un ma- 
terial sanguinolento. Para verificarse estas evacuaciones es necesario 
que se aumenten las fuerzas impulsivas , ó se disminuyan las resis- 
tencias de parte de la sangre y de los vasos, ó se combinen ambas 
circunstancias. Los principios excitantes de la fuerza impulsiva del 
corazón son i.° la plétora: 2. 0 los infartos y estancaciones de la 
sangre en ciertas partes: 3. 0 la disposición acre ó las varias degene- 
raciones de que es susceptible este fluido: finalmente el movimiento 
aumentado ya sea en todos los órganos circulatorios, ya en ciertas 
partes determinadas. 

Por otra parte las causas externas é internas, capaces de debili- 
tar los vasos, los disponen particularmente para dar libre salida al 
humor que contienen, según queda expuesto en la descripción clásica 
de estas enfermedades: debe verse con toda atención el artículo de 
la plétora para no confundir los diversos estados diametralmente 
opuestos , que pueden dar lugar á los fluxos sanguíneos. 

De estas consideraciones generales se deducen las indicaciones 
correspondientes, debiéndose anteponer siempre aquellos auxilios 
que satisfagan al mayor número de ellas; pero no puede prescribirse 
una curación general, atendiendo á los diferentes principios y estados 
que los acompañan ; así quando la plétora universal es el agente pri- 
mario de un fluxo desangre, convendrán especialmente las sangrías, 
ia dieta ténue de substancias vegetales, las bebidas refrescantes, la 
quietud de ánimo y cuerpo, y la habitación en parages frescos y 
templados: si proviene de la supresión de alguna evacuación, es ne- 
cesario restablecer esta por los medios oportunos con respecto á su 
especie: si solamente se observa una relaxacion y atonía en el sistema 
muscular de la parte afecta, serán muy eficaces los remedios astrin- 
gentes y tónicos: si al mismo tiempo hay un aumento de acción, un 
exceso de irritabilidad, deberán combinarse con estos los anodinos y 
calmantes: finalmente si reyna en toda la masa humoral una de- 
generación específica, habrá de combatirse con los auxilios direc- 
tos, según que sea escorbútica, venérea &c. ; pero en la exposición 
de las especies presentarémos con ménos incertidumbre los métodos 
curativos , pues su variedad es tanta como la de las causas que pue- 
den producirlas; y por lo mismo se halla en algunos autores Prác- 
ticos recomendado, como un remedio eficacísimo en la hemotísis de 



FLU 151 

cierta especie, el emético, por ser efecto entonces de un aparato 
gástrico. 

Género 1. Hemorragia , aymatismos del Diccionario universal^ 
hemorragia de narices. 

Baxo la voz hemorragia se ha comprehendido solamente entre 
los antiguos el fluxo de sangre por las narices, denominación que 
conservamos, como lo han hecho los demás autores hasta el dia: la 
membrana pituitaria, los senos frontales y esfenoidales reciben arte- 
rias de la maxilar interna, volviendo la sangre por las venas á la 
yugular externa, no solo de las arterias congéneres , sino también de 
los senos orbitarios y de los de la dura- madre, con los quales co- 
munica; por consiguiente quando las causas que determinan un fluxo 
obran particularmente sobre estas partes, resulta la hemorragia de 
nariz, cuyos síntomas son la pesadez de cabeza, cefalalgia, vaidos, 
soñolencia , y la picazón de las narices; y quando es activa la pre- 
cede ademas un movimiento febril. Este género consta de 7 especies. 

1. Hemorragia fasiva. Es la que producen las caidas , los gol- 
pes en la nariz , en la frente, en toda la cabeza, ó la introducción 
de cuerpos agudos ó estimulantes dentro de la misma nariz , en cuyo 
caso viene por lo común acompañada de estornudos: se cura con la 
compresión mecánica , por medio de lechinos de lienzo ó de hilas, 
ó con los astringentes introducidos ó sorbidos por la naiiz en forma 
líquida ó en polvos, coxno el agua arterial, el alumbre, el vitriolo 
verde , el agua de nieve &c. , extrayendo ademas los cuerpos extraños. 

2. Hemorragia pletórica. Esta sobreviene á los jóvenes por lo 
común en la primavera y principio del estío, y la primera vez re- 
gularmente por la mañana; pero después se renueva en qualquiera 
época con motivo de una insolación ó de otro exceso en el exercicio 
ó en la comida: la preceden pesadez de cabeza, entorpecimiento, 
cefalalgia , vaidos y otros síntomas semejantes , que se alivian á me- 
dida que va saliendo la sangre; si estos subsisten, á pesar de la eva- 
cuación, se debe recurrir a la sangría, y en seguida á los remedios 
refrescantes y ácidos, y por último á los astringentes. (F. plétora.) 

3. Hemorragia febril. (V. la sintomatologia febril.) Esta 
ó es esencial ó sintomática: á la primera acompaña un movimiento 
febril intermitente, que observa el tipo de una cotidiana, y que aco- 
mete con calosfríos, calor y pesadez de cabeza: la sintomática so- 
breviene por lo común en la declinación de las enfermedades febri- 
les, y se llama crítica si es saludable, 6 morbosa si es nociva. 

4. Hmorragia crítica. Así se denomina la que en una enfer- 
medad aguda sobreviene con alivio de los síntomas mas graves ya 
des-pues de su estado. 



i$2 FLU 

5. Hemorragia nociva. Esta se presenta en el aumento de la$ 
enfermedades agudas sin alivio del enfermo, con delirio , sopor, mo- 
vimientos espasmódicos, y pulso blando, pequeño ó desigual; con 
arreglo al aumento y gravedad de los síntomas es mayor ó menor su 
malignidad. 

6. Hemorragia de las enfermedades crónicas. Es freqüente 
en los hidrópicos, quartanarios, hipocondriacos, caquécticos y otros 
en quienes obstruidas las entrañas del vientre se halla embarazado el 
círculo en ellas, y aumentado en las partes superiores: se cura con 
los desobstruentes y con los medicamentos propios para combatir la 
enfermedad principal: la hemorragia suprimida inoportunamente en 
los jóvenes pletóricos produce dolores, inflamaciones, calenturas 
agudas, la apoplegía y la epilepsia. 

7. Hemorragia causada por sanguijuelas. Es la que se sigue 
á la introducción de una sanguijuela en las narices; es muy freqüente 
en los que beben aguas cenagosas en el mismo manantial : es necesa- 
rio ante todas cosas extraerla con la mano ú otro instrumento si se 
halla á su alcance , ó haciéndola desprenderse por medio de los olo- 
res fuertes y virosos como de la asafétida &c. 

Género n. Hemoptysis, hemoptce de los griegos, esputo de sangre 
de los latinos , hemotísis. 

El fluxo de sangre por la boca producido por qualquiera afección 
del pecho, con una tos mas ó ménos considerable, encendimiento en 
las mexillas, sensación incómoda y dolorosa en el pecho, y parti- 
cularmente de calor en la extremidad inferior del esternón, y á ve- 
ces con disnea y prurito en la garganta, saliendo ademas la sangre 
encendida, y regularmente espumosa, constituye la hemotísis. Los 
vasos sanguíneos de los pulmones son mas abundantes que los de 
ninguna otra parte del cuerpo de igual tamaño. Estos vasos que son 
muy gruesos , á su salida del corazón se subdividen mas pronto que 
los de ninguna otra parte en vasos de un volumen muy pequeño; 
y estos últimos se ramifican cerca de las superficies internas de las ca- 
vidades bronquiales, y están situados en un texido celular floxo, y 
cubiertos solo de una membrana delgada; así basta considerar con 
quanta facilidad y freqüencia se llenan de sangre, p ra compre- 
liender por qué su hemorragia es la mas freqüente de todas después 
de la de la nariz , y en particular por qué qualquier choque ó golpe 
violento que se dé á todo el cuerpo ocasiona con tanta facilidad la 
hemotísis. 

La hemotísis puede resultar de una impresión violenta externa en 
qualquier período de la vida ; y es evidente que en los adultos puede 
resultar en todo tiempo por el estado pletórico de los pulmones desde 



FLU 153 

diez y seis hasta treinta y cinco años: no obstante las mas veces es 
efecto de una falta de proporción entre la capacidad de los vasos del 
pulmón y la de los demás del cuerpo ; por esto es comunmente enfer- 
medad hereditaria dependiente de una conformación particular y de- 
fectuosa, la qual consiste en la debilidad de estos órganos, manifies- 
ta por la voz afeminada, por la elevación de las escápulas, estrechez 
del pecho, rubicundez de las mexillas, pulso lleno y freqüente, cue- 
llo largo y respiración difícil: si estas circunstancias se hallan unidas 
á un temperamento sanguíneo, en que domina la plétora arterial, ó 
en sugetos endebles, delicados, muy sensibles é irritables, de espíri- 
tu vivo , que padecen con freqüencia hemorragias de nariz , ó en quie- 
nes se han suprimido otras evacuaciones sanguíneas periódicas, ó se 
les ha amputado algún miembro considerable , es enfermedad muy 
común. 

Habiendo pues esta disposición, contribuyen á producirla dife- 
rentes causas ocasionales, como son principalmente el calor externo, 
la disminución repentina del peso de la atmósfera, el exercicio vio- 
lento de la respiración, y en una palabra qualquier grado de vio- 
lencia externa: entonces se anuncia por los síntomas indicados, y 
á veces se experimenta antes de manifestarse un sabor salado en la 
boca. 

Poco antes de aparecer la sangre se advierte cierto grado de irri- 
tación en la parte superior de la laringe: á fin de moderarla hace el 
enfermo esfuerzos para escupir, y arroja un poco de sangre de color 
encendido y algo espumoso; así continúa saliendo cada vez que se 
renueva la irritación , produciendo algún ruido en la tr?quearteria; 
algunas veces viene desde luego la sangre al tiempo de toser, y otras 
en poca porción, y desaparece luego del todo. Es indispensable dis- 
tinguir quando la sangre viene de la misma superficie interna de la 
boca , de lo interior de la garganta ó de las cavidades vecinas de la 
nariz, del estómago, de los pulmones: para esto, ademas de los sín- 
tomas característicos, importa saber que quando la sangre dimana de 
la superficie interna de la boca viene sin ningún esfuerzo ni tos; que 
el esputo de sangre de la garganta es mas raro que el de los pulmo- 
nes, y las mas veces nos podemos asegurar de su origen , examinando 
lo interior de la boca y garganta ; que quando se vierte del estóma- 
go se arroja en mayor porción casi siempre, y tiene por lo común 
un color mas obscuro, es mas grumosa, y está mezclada con otros 
materiales contenidos en esta entraña; y por último que la hemateme- 
sis tiene sus síntomas y circunstancias particulares. 

Esta enfermedad carece alguna vez de riesgo, como quando es 
resultado de la supresión de la menstruación en las mugeres, ó de 
alguna videncia externa, sin ninguna señal de disposición primitiva, 
ó no se sigue tos, dificultad de respirar ú otra afección de los pul- 

TOMO IV. V 



i§4 FLU 

mones: no obstante, aun en estos casos puede hacerse peligrosa si 
la rotura de los vasos es considerable; si queda estancada cierta por- 
ción en los bronquios, y particularmente si se determina la circula- 
ción con mayor fuerza á estas partes, por cuya razón siempre es 
preciso moderarla con los medios oportunos. 

El principal es evitar la impresión de las causas determinantes,- 
como el calor externo &c. , calmar la tos y la irritación, que for- 
zosamente impide se cicatrice la rotura de los vasos , cerrar esta , y 
•fortalecer todo el sistema de aquella parte; por tanto no parece 
muy útil el uso de los tónicos, como los herrumbrosos y la quina, 
que contribuyen á aumentar la acción si antes no se ha moderado, ó 
si no se combinan con los calmantes: el diascordio de Fraicatorio en 
cantidad de un escrúpulo con la quarta parte de un grano de ipeca- 
cuana es en este fluxo como en otros un medicamento muy eficaz, 
en quanto disipa el espasmo y calma la irritabilidad excesiva; el opio 
en dosis repetidas, y aun los vexigatorios aplicados al pecho ó á la 
espalda, que desvanecen el espasmo de los vasos capilares, deben 
por lo mismo preferirse para esta indicación : en seguida , ó ya al 
mismo tiempo, pueden aplicarse los medicamentos astringentes, con 
•particularidad el agua fria, los ácidos minerales, como el ácido sul- 
fúrico dilatado en agua ó en la tintura de quina, el alumbre , la agua 
vulneraria astringente, que llaman del Papa &c. : durante la cura- 
icion se ha de evitar cuidadosamente toda agitación mental y todo 
movimiento , sin embargo de que algunas especies de exercicio pasi- 
vo, como la navegación estando el mar en calma , y en ruedas por 
caminos llanos, se cuentan como remedios muy oportunos para esta 
enfermedad. Este género constituye diez y ocho especies. 

1. Hemotisis accidental. Es la que proviene de sola la pléto- 
ra , sin disposición hereditaria , por la excesiva agitación , por la de- 
clamación, el canto &c. : ataca con particularidad á los jóvenes des- 
tinados á estos exercicios. Se cura con el plan calmante y refrescan- 
te. (V. el género. ) 

2. Hemotisis habitual. Es la que depende de la debilidad del 
pulmón, natural ó adquirida, y de ciertas degeneraciones humora- 
les, y viene acompañada de una calentura leve aufimerina: por lo 
común termina en la tisis. En esta especie es útilísima sobre todo la 
mudanza continua de clima y el plan tónico. 

3. Hemotisis por diapedesis. Se distingue por el color rosado 
de la sangre, por salir regularmente sin tos, y por las señales que 
anuncian su disolución. Es necesario recurrir desde luego á los as- 
tringentes, dieta analéptica y tónicos para curarla. 

4. Hemolisis periódica. Sobreviene de resultas de la supresión 
de las almorranas según un caso que refiere Sauvages. El principal 
remedio es restablecer esta evacuación. 



FLU i 5S 

{. Hemotísis catamenial. Proviene de la supresión de la mens- 
truación antes del término acostumbrado, y guarda sus períodos sin 
notable daño en la salud. Se cura restableciendo la evacuación su- 
primida. 

6. Hemotísis escorbíitica. Acompaña á la caquexia escorbúti- 
ca. ( V. escorbuto y su curación. ) 

7. Hemotísis variolosa. Acomete á los de constitución débil, 
las mas veces antes de la completa erupción de las viruelas en la es- 
pecie de confluentes, y por lo común es síntoma funesto. Están in- 
dicados en ella , con preferencia , los ácidos minerales. ( Véase el 
género. ) 

8. Hemotísis catarral. Es la que se observa en la tos ferina , en 
la pleuresía , y con mas freqüencia en la pulmonía y otras afeccio- 
nes catarrales. Convienen en ella los calmantes, antiespasmódicos y 
sudoríficos , no olvidándose de la enfermedad principal que acompa- 
ña. ( V. CATARRAL. ) 

9. Hemotísis tísica. Proviene de un tubérculo ó escirro del 
pulmón , y suele ser síntoma de una vómica : al romperse esta arro- 
jan los enfermos regularmente pus y sangre con tanta dificultad y 
sufocación, que perecen repentinamente. Es incurable por lo común. 
( V. tisis. ) 

10. Hemotísis por tubérculo de los pulmones. ) Viene á ser 
una variedad de la anterior. 

ir. Hemotísis por esfacelo del pulmón. Por esfacelo se debe 
entender la floxedad y blandura del pulmón , que le hacen parecer 
casi gangrenado; en tales circunstancias suele presentarse la hemotí- 
sis, cuya sangre es negra y disuelta, exprimida, digámoslo así, de la 
misma substancia del pulmón: para curarla es menester atender á las 
causas morbosas , que han reducido á este estado aquel órgano. 

12. Hemotísis traumática. Es consiguiente á una herida exter- 
na ó interna por haberse tragado algún cuerpecillo agudo y punzan- 
te , de donde resulta una tos violentísima y expectoración de sangre 
muy copiosa: á veces es necesario para su extracción recurrir á la 
faringotomia. Quando es consiguiente á una herida de los pulmones 
se expectora la sangre en abundancia, y sale al mismo tiempo de 
la herida mezclada con ayre, y causando cierto silbido. 

13. Hemotísis por una sanguijuela. Es semejante á la hemorragia 
de esta especie , y Sauvages la funda en la siguiente historia. Quatro 
soldados, en el mes de Agosto y Setiembre, expectoraban sangre 
con tos ó sin ella , opresión é impedimento en las fauces , habiéndo- 
seles mudado la voz , y tenido algunos una sensación de cosquilleo y 
de movimiento vermicular en el esófago, y otros en la parte pos- 
terior de las narices: se halló que todos tenian una sanguijuela traga- 
da en otro tiempo en la bebida , y que nutrida en el esófago, y su- 



156 FLU 

biendo desde allí á las fauces, se habia adherido á ellas: verificada la 
extracción , cesó la hemotísis. 

Í4. Hemotísis calculosa. Esta resulta de la introducción de al- 
gunos cálculos en la acción de reir, de cantar, de estornudar &c. , ó 
de su formación en la misma substancia de los pulmones , como se 
observa en los asmáticos y en los que padecen otras afecciones pul- 
monales. En esta especia es ante todas cosas muy importante , si es 
posible, el atenuar, desprender y expeler los cálculos , administran- 
do al mismo tiempo los calmantes. 

15. Hemotísis indiana. La causa de esta es el ayre frió y hú- 
medo, ó el dormir en habitaciones recien hechas; y es común á los 
indios: sus señales son la tos fuerte con silbido, el catarro, los ca- 
losfríos, movimientos febriles, aridez, calor y cierta sensación de 
peso en el pecho. Se cura con los baños tibios, la triaca ú otros nar- 
cóticos. 

16. Hemotísis ascítica. Rara vez mueren los hidrópicos sin pa- 
decer por algún tiempo antes una tos violenta , á que suele seguirse 
Ja hemotísis , regularmente incurable. 

17. Hemotísis esf Unica. Así se llama, según Sauvages, la que 
sobreviene en las obstrucciones y escirros del bazo y otras entrañas 
del vientre, como diximos que se producia la hemorragia de las 
enfermedades crónicas. Los remedios mas eficaces contra esta espe- 
cie son los desobstruentes , como el xabon <ie Venecia , las aguas mi- 
nerales ferruginosas , la cicuta y el mercurio dulce &c. 

18. Hemotísis de Helxoig. El manantial de esta parece que 
existe en la misma boca : en efecto la sangre sale de las fauces ó de la 
nariz, precediendo cierta titilación y ardor cerca de la campanilla, 
sin acompañarla tos ni salir la sangre espumosa. Para curarla se admi- 
nistran los remedios astringentes en la forma de enxuagatorio ó de 
gárgaras. 

Género ni. Estomacace. 

Es un género de enfermedad , en que no solo sale la sangre de 
las encías reblandecidas y sórdidas, sino que se halla en general tan 
disuelta , que con facilidad brota de diversos parages del cuerpo. Es- 
te género consta de quatro especies. 

1. Estomacace escorbútica. Se distingue por el hedor intolera- 
ble de la boca, por la expulsión espontánea de sangre de las encías, 
la erosión y podredumbre de estas, la caida de los dientes, su ero- 
sión y ennegrecimiento , la caries de los huesos maxilares, la lividez 
de las mexilias, tendencia á la gangrena y el tialismo fétido; el pul- 
so apénas se altera, y el apetito y las demás funciones permanecen 
en el mismo estado: las mas veces proviene del abandono y desaseo, 
y es freqüente en los muchachos mal nutridos , criados con miseria 



FLU 157 

y sordidez, y en los adultos que adolecen de escorbuto: debe consi- 
derarse como contagiosa , y su curación consiste, á mas de las ope- 
raciones quirúrgicas necesarias para la extirpación de las partes esfa- 
celadas, en el uso de los antiescorbúticos, 

2. Estomacace universal. En esta no solo brota la sangre de la 
boca , sino de todo el cuerpo ; y de ella murió Carlos IX, Rey de 
Francia. 

3. Estomacace por la mordedura del curucucú. La mordedu- 
ra de esta serpiente venenosa produce vaidos, temblor, retortijones 
de vientre, desmayos y calentura ardiente, á que se sigue un sudor 
frió y la muerte en el término de un dia; pero es síntoma peculiar 
de su veneno una especie de erosión de las venas, y una inflamación 
y ardor tal , que sale sangre de las narices y oidos, y aun de los de- 
dos de manos y pies. El xugo de la yerba , llamada colubrina coá- 
cica, embebida y aplicada á la herida, se tiene por un medicamento 
especílico ; asimismo se usan con ventaja los sudoríficos. 

4. Estomacace purulenta. Sobreviene en varias enfermedades 
de la dentadura. ( V. el artículo correspondiente. ) 

Género iv. Hematemesis : ¿¡y matos eccrisis del Diccionario 
universal ; vomito de sangre. 

Caracterizan á este género las náuseas ó conatos al vómito, con 
expulsión de materiales sanguinolentos mezclados con substancias ali- 
menticias, quedando al parecer desembarazado el estómago; la san- 
gre sale grumosa y negruzca. Las personas que han contraído el há- 
bito de los vómitos de sangre padecen en todo tiempo contracciones 
espasmódicas en la región precordial , tanto por el exercicio activo 
ú otros excesos, como por afecciones morales muy vivas, principal- 
mente hacia la época de esta evacuación. Si la cantidad es excesiva, 
y se prescriben los astringentes sin moderación, puede sobrevenir el 
vómito negro, la hidropesía, la hipocondría y la calentura hética: sus 
causas por lo común son la supresión de otras evacuaciones, los gol- 
pes violentos en la región epigástrica; y es mas freqüente en las mu- 
geres que en los hombres. Su curación debe arreglarse á las causas que 
le producen. Este género consta de catorce especies. 

X. Hematemesis pletórica. A esta la preceden la disposición pic- 
tórica , la supresión de la menstruación ó de las almorranas , la agi- 
tación excesiva y el abuso de licores espirituosos. Su curación exige 
moderar primeramente la plétora con los auxilios oportunos, resta- 
blecer la evacuación suprimida, y usar de las bebidas astringentes, 
de substancias vegetales ó minerales , de los embotantes y calmantes. 
Es muy útil en estos casos el agua de nieve. 

2. Hematemesis por aneurisma. La compresión de los aneuris- 



158 FLU 

mas formados en arterias inmediatas al estómago ha producido algu- 
na vez este vómito de sangre, que debe mirarse como incurable. 

3. Hematemesis traumática. Las heridas del estómago constitu- 
yen esta especie; por consiguiente pertenece su curación mas bien á 
la Cirugía. 

4. Hematemesis por una sanguijuela. Se produce del mismo 
modo que la hemorragia y hemotísis de esta especie. Para curarla es 
necesario ó expeler el insecto por medio de un emético, ó matarle 
con los antielmínticos amargos, la sal marina en grandes dosis, la asa- 
fétida, el opio &c, y después contener el fluxo con los astrin- 
gentes. 

5. Hematemesis menstrual. Este vómito observa el mismo pe- 
ríodo que la menstruación, y suple por ella regularmente sin grave 
incomodidad aun en los primeros meses de la preñez. Su curación 
consiste únicamente en restablecer la menstruación en las que no es- 
tan embarazadas, siendo su supresión la causa de la enfermedad. 

6. Hematemesis del páncreas. Resulta de la ulceración del pan- 
creas , de donde la sangre viene á parar al estómago , y sale por la bo- 
ca mezclada con algún pus , y parte también por el ano , precedien- 
do un dolor lumbar gravativo hacia la región del páncreas. Su cura- 
ción está cifrada en la de la enfermedad principal. 

7. Hematemesis del bazo. La preceden y acompañan la hincha- 
zón y dureza del bazo y las pulsaciones hacia las espaldas en el lado 
izquierdo: la sangre, no pudiendo pasar libremente por el bazo, se 
acumula en los ramos de la arteria esplénica, y por consiguiente en 
los vasos del estómago ; los quales , dilatados por qualquier esfuerzo 
natural, la vierten dentro de esta entraña, y sale por el vómito, dis- 
minuyéndose entonces algún tanto el tumor del bazo. Se cura con 
los desobstruentes , que no exciten demasiado , el exercicio modera- 
do , y todo quanto pueda contribuir á curar el infarto del bazo. 

8. Hematemesis escorbiítica. {V. la estomacace. ) 

9. Hematemesis colérica. Se ha observado en los adultos biliosos 
pletóricos de resultas de un acceso de ira ó de haber tomado algún 
veneno corrosivo: es las mas veces mortal, y los medicamentos mas 
seguros son los oleosos, los calmantes, los embotantes, y el anti- 
emético de Riverio. 

10. Hematemesis fingida. Algunas personas por intereses parti- 
culares han fingido esta enfermedad, bebiendo antes una porción de 
sangre de qualquiera animal, y excitándose después el vómito. Esta 
ficción , que no debe en realidad formar una especie patológica , exi- 
ge mucha penetración y sagacidad de parte del Médico. 

t r. Hematemesis carnosa cruenta. Por un caso particular deter- 
mina esta especie Sauvages. 

12. Hematemesis atra 6 enfermedad negra. En esta sale la san- 



FLU 

gre de color negro, y en gran cantidad al parecer por trasudación del 
bazo , y se ha visto curar con los diluentes , laxantes y resolutivos. 

13. Hematemesis del hígado. Acompañan á esta especie los sín- 
tomas de la hepatalgia ó de la hepatitis, y por lo mismo su cura- 
ción depende de la de qualquiera de estas enfermedades que la pro- 
duzca. 

14. Hematemesis por veneno. Se ha observado esta especie á con- 
seqüencia de haberse aplicado tabaco á diversas partes para curar la 
sarna; con mas razón pudiera decirse que provenia del retroceso de 
la misma sarna, aunque es probable que puedan también ocasionarla 
ciertas substancias venenosas, particularmente corrosivas, aplicadas 
exteriormente y absorvidas á lo interior. ( V. venenos.) 

Género v. Hematnria : orina de sangre. 

Se caracteriza por el fluxo de sangre, de orina ó sémen sangui- 
nolento por la uretra en ambos sexos: puede traer su origen de un 
vicio en los ríñones ó en la vexiga. Si sale la sangre pura en abun- 
dancia y sin dolor, se debe presumir que viene de los ríñones: si tie- 
ne un color negro, mezclado ó no con materia purulenta, principal- 
mente si el fluxo es con dolor y ardor en el pubis, ó se halla mez- 
clada con la orina, ó bien sucede á esta excreción, entonces debe 
considerarse como señal de lesión ó exulceracion de la vexiga , por- 
que los ríñones tienen poca sensibilidad ; quando la sangre, al abrir- 
se paso al través de las túnicas de la vexiga , que son muy sensibles, 
puede causar los dolores mas crueles, siguiéndose síntomas gravísi- 
mos, como síncopes, respiración difícil , pulso obscuro, pequeño y 
acelerado, algunas veces náuseas, congojas y sudores frios. Si se pre- 
senta simplemente la orina poco teñida de sangre, y á esto se agrega 
dolor agudo en la región lumbar, siendo dificultosa y con sedimen- 
to calculoso la excreción de la orina, entonces no se puede dudar de 
ningún modo que un cálculo voluminoso ó cubierto de asperezas se 
halla detenido en uno de los dos uréteres. Las demás señales de la 
presencia de un cálculo en la vexiga no permiten equivocarse en 
quanto á la verdadera causa de otra especie de fluxo por las vias de 
la orina. Para su curación deben distinguirse sus especies. Este géne- 
ro consta de quince especies. 

1. Hematuria espontanea. Es la orina de sangre pura por con- 
gestión en los riñones: en esta no precede dolor agudo en la región 
renal; es común en los viejos y pletóricos, y la preceden pesadez 
de cuerpo y cierta incomodidad en la vexiga. Si fluye en corta can- 
tidad con lentitud, suele adquirir la figura de un gusano en los uré- 
teres. Se cura disminuyendo la masa humoral con evacuaciones gene- 
rales ó tópicas. 



i6o FLU 

2. Hematuria violenta. Resulta de una agitación excesiva, del 
abuso de las cantáridas ó de diuréticos fuertes, de las caídas violen- 
tas, contusiones en los lomos y otras causas semejantes, como las 
faxas y vestidos estrechos en los niños. La preceden el lumbago, el 
dolor en la región hipogástrica , y particularmente en la vexiga al 
arrojar la sangre grumosa : quando la causa ha sido local exige una 
curación tópica; si viene de las cantáridas ó diuréticos, el uso del al- 
canfor en grandes dosis , y en general los refrescantes y antiespas- 
módicos: las leches suelen surtir buen efecto. 

3. Hematuria falaz. Resulta de haber comido ciertas frutas, 
que dan un color de sangre á la orina , y por consiguiente no necesi- 
ta remedio alguno. 

4. Hematuria purulenta. Se distingue de las demás por el pus, 
que sale mezclado con la sangre, y haber precedido las señales de su- 
puración en los riñones. Su curación depende de la de esta afección 
primitiva. 

5. Hematuria calculosa. Resulta de la presencia de un cálculo 
de los riñones ó de la vexiga. ( V. cálculo. ) 

6. Hematuria exantemática. Sobreviene en enfermedades exan- 
temáticas , y entonces es un síntoma de ellas. 

La hematuria variolosa es una variedad de esta , que si proviene 
de la actividad del virus varioloso es por lo común mortal : entonces 
debe usarse el plan antipútrido y corroborante en toda su exten- 
sión. ( V. viruelas. ) 

7. Hematuria eyaculatoria. Es la eyaculacion de semen san- 
guinolento en los jóvenes que usan desenfrenadamente de los place- 
res del amor , aunque también se ha observado en un sugeto bastan- 
te continente. La abstinencia y los calmantes , particularmente el al- 
canfor , son sus principales remedios. 

8. Hematuria destilaticia. Se diferencia esta especie de las de- 
mas en que la sangre sale de la uretra y 110 de la vexiga, y por con- 
siguiente no se orina sino que se expele gota á gota. Se cura con las 
inyecciones calmantes ó astringentes según el estado de la irritación 
6 atonia que la acompaña. 

9. Hematuria hemorroidal de Celio Aureliano. Viene de la 
vexiga ó de su esfínter, ó de los vasos de la uretra, que se han 
puesto varicosos. Ataca por lo común á los viejos ; se hace fácilmen- 
te periódica , y entonces carece de dolor y de iscuria. Pueden ser 
útiles en este caso las inyecciones astringentes después de desahoga- 
dos aquellos vasos. 

10. Hematuria espuria. Es la evacuación de orina muy encen- 
dida , que parece sangre; pero se distingue de esta en que el sedi- 
mento no es grumoso, y toda ella es igualmente encarnada quando 
en la de sangre sobrenada siempre la orina clara y limpia. Es síntoma 



FLU 



de la ascitis , de la disentería , de las calenturas intermitentes y de 
las remitentes biliosas; y su curación se reduce á la de su enferme- 
dad respectiva. Una variedad suya es la hematuria latericia , ea 
que la orina parece cargada de ladrillo molido; pero en los demás 
puntos no debe distinguirse. 

11. Hematuria negra. También pudiera esta considerarse co- 
mo una variedad, puesto que solo se caracteriza por el color diver- 
so ó mas intenso. Es asimismo síntoma de la obstrucción de los hi- 
pocondrios , de la disenteria maligna, de la hidropesía, de la retro- 
pulsion de la sarna &c. 

12. Hematuria menstrual. Es la que suple mensualmente por 
la evacuación natural periódica. 

13. Hematuria por transfusión. El Doctor Denis observó que 
de cincuenta animales, á quienes transfundió sangre de otros, á vein- 
te les sobrevino una hemorragia; y un maniaco que sufrió la misma 
operación, tuvo una hemorragia negra, que le alivió. En estas obser- 
vaciones funda Sauvages esta especie. 

14. Hematuria traumática. Se ha visto provenir de resultas 
de golpes ó contusiones en la región lumbar. Es necesario entonces 
combinar los diuréticos con los astringentes. 

15. Hematuria verminosa. Se refiere un caso de esta especie en 
que después de aplicados en vano muchos remedios, cesó la hematu- 
ria arrojando el enfermo con la orina una lombriz pequeña de una 
pulgada de largo; pero el observador no refiere ningún síntoma ca- 
racterístico de esta especie, ni otra señal fuera de la resistencia á los 
demás remedios. 

Género vi. Menorragia , apheedros del Diccionario universal; 
jlux de sangre. 

El carácter de la menorragia consiste en dolores de la espalda, 
caderas y vientre, á veces semejantes á los del parto, con fluxo ex- 
cesivo de sangre , regularmente del útero, ó también de la vagina. 
La causa próxima parece que es el aumento de acción de los vasos 
uterinos, ó la relaxacion preternatural de las extremidades arteriosas. 
• Las remotas son todas las que aumentan el estado pictórico de aque- 
llos vasos, las que determinan á ellos el círculo mas que á las demás 
partes &c. El método curativo varía con arreglo á estas causas. Este 
género consta de nueve especies. 

1. Menorragia difícil. Es la que sobreviene periódicamente en 
cada mes con lumbagos , dolores vagos en el hipogastrio y de cabe* 
za , cardialgías, vaidos é insultos epilépticos, síntomas que subsisten 
.aun después del fluxo. Se observa con freqüencia en las jóvenes pic- 
tóricas, sanguíneas, de carácter voluptuoso; y se cura con los .baños 

TOMO IV. X 



i6% FLU 

de pies, friegas en las extremidades inferiores, ligaduras á los mus- 
los, exercicio y dieta; usando principalmente de estos medios algu- 
nos dias antes de la época de su repetición. 

2. Menorragia estilaticia. Es un fluxo de la sangre menstrua, 
en que sale esta á gotas, dura mucho tiempo, y ocasiona algunos 
dolores. La acompaña el histerismo, y por su continuación llega á 
producir una debilidad general. Se cura con los marciales y la qui- 
na , combinados con los antiespasmódicos , los baños frios &c. 

3. Menorragia inmoderada. Consiste esta especie en el exceso 
de la evacuación mensual anunciado por una debilidad y languidez 
que la acompaña y la sigue, y puede depender de una constitución 
pletórica, ó de una afección local del útero, contraida por los acci- 
dentes de la preñez 6 de los malos partos. Todas las mugeres están 
expuestas á ella por las varias causas ocasionales que pueden afectar- 
las durante la menstruación, como un violento rapto de cólera, un 
apetito venéreo desenfrenado, excesivo exercicio &c. ; pero es mas 
común en las que ya llegan á la época de cesar la menstruación. El 
exceso puede depender tanto de la cantidad de sangre evacuada en 
cada mes , durante cierto número de dias , como de la inmediación de 
los períodos. El habito del fluxo se va haciendo inveterado de dia 
en dia ; puede producir diversos males , con respecto á la fecundi- 
dad, á la preñez y al parto. Sauvages distingue justamente esta es- 
pecie de menorragia en aguda y crónica , pues según esta circuns- 
tancia ha de ser el método curativo refrescante y calmante , ó tónico 
y astringente. 

4. Menorragia errónea. Es la excreción de la menstruación por 
parages distintos de sus vias naturales. Así se ha visto salir de los 
ojos, de las narices, del alveolo de un diente, de los oídos, de los 
pezones , por vómito, por el ano, por la orina, del ombligo, de un 
dedo, de la cutis. Es menester recurrir á los medios indicados en la 
especie primera de hemorragia difícil para determinar la plétora 
uterina , y relaxar sus vasos á fin de restablecer la evacuación natural. 

5. Menorragia por procidencia deliitero. Sus síntomas son una 
sensación de peso en la pelvis, dificultad de orinar ó estangurria, 
lumbago violento hacia los ligamentos anchos, fluxo copioso san- 
guinolento ó blanco de la vagina, y la salida de una mole carnosa 
ensangrentada fuera de la vagina. Esta procidencia puede ser per- 
fecta si el útero sale fuera de la vagina, ó imperfecta si no llega á 
salir de ella. (V. procidencia, del útero y de la vagina.) Su 
curación exige primeramente la reposición y retención del útero en 
su situación natural por medio de la operación manual de los pesa— 
rios , introduciendo una esponja empapada en alguna substancia cor- 
roborante y astringente, y administrando interiormente los tónicos 
y ferruginosos. 



FLU 163 

6. Menorragia de las preñadas. Si antes de llegar á su tér- 
mino le sobreviene á una embarazada la menorragia por plétora, por 
una calentura, una caida ó una pasión de ánimo, es de temer que 
aborte, y por consiguiente deben prescribirse las sangrías, dieta re- 
frescante , y quietud de ánimo y cuerpo , los quales auxilios suelen 
ser suficientes para contenerla en los primeros meses de la preñez. Si 
subsiste, es menester recurrir , según Puzos, á una operación manual, 
que consiste en dilatar con los dedos el orificio del útero, y romper 
las membranas del corion para dar salida á las aguas , y expeler el 
feto , á fin de que contraído el útero se suspenda la menorragia. Esta 
puede sobrevenir en los primeros tres meses de la preñez , ó en los 
tres últimos, y exige diferentes socorros en estas dos épocas. ( Véase 
el articulo parto.) 

7. Menorragia descolorida. Es en la que aparece la sangre po- 
co encarnada, semejante á las lavaduras de carne; suele ser princi- 
pio de la clorosis, y siempre anuncia una debilidad general del sis- 
tema de la sanguificacion. Se cura con ios marciales, la quina, el 
exercicio activo, y una dieta analéptica. 

8. Menorragia loquial. Se llama así quando la hemorragia que 
se sigue al parto es mas copiosa de lo regular, ó por haber sido el 
feto muy corpulento, ó por ser la muger demasiado pletórica. Pe- 
ro sí resulta de la retención de las secundinas dentro del útero, es 
peligrosa, é igualmente si debilita demasiado á la paciente. En el 
primer caso es preciso valerse de la operación manual (V. secundi- 
nas ó parias.), y en el segundo aplicar paños empapados en agua 
de nieve á las caderas y vientre, usar de los astringentes y del dias- 
cordio en dosis de un escrúpulo combinado con medio grano de ipe- 
cacuana repetidas veces al dia. 

9. Menorragia ulcerosa. Es la que resulta del útero , y viene 
acompañada con una leucorrea purulenta, y á veces la preceden do- 
lor fixo en el pubis, lumbago, histerismo, y evacuación de un hu- 
mor ¡coroso. Convienen para su curación el ácido sulfúrico dilatado 
en agua, la tintura de quina, las inyecciones antipútridas astringen- 
tes, la cicuta &c. 

Género vil. Aborto, ambliosmos, ectresmos , y apophtora 
de los griegos ; mal parto. 

Es la expulsión del feto fuera del útero quando aun no se halla 
en estado de vivir. Se deben colocar entre las causas del aborto to- 
do lo que aumenta el ímpetu de la circulación de la sangre, como 
el exercicio violento y las pasiones vivas; y todo lo que puede dis- 
minuir el tono de los vasos uterinos, como sucede en las que tienen 
menstruaciones muy abundantes , ó fluxos blancos; de suerte que las 



i6 4 F L U 

causas del aborto son las mismas que las de la menorragia; pero la 
gran dificultad consiste en determinar si el aborto depende del ím- 
petu de la circulación ó de la relaxacion de los vasos. Los síntomas 
que le anuncian son la menorragia , horripilación con ráfagas de calor, 
inapetencia , náuseas , lasitud , lumbago , palpitación , desmayos, 
síncope , tristeza continua , histeralgia gravativa hacia las ingles, 
frió en las partes genitales, tenesmo ó pujo, ciertos esfuerzos espon- 
táneos del útero, su elevación visible algunas veces en el hipogastrio, 
la repentina depresión ó extenuación de los pechos, con una galac- 
tirrea serosa; los quales van creciendo por grados, sobreviene do- 
lor vivo de cabeza, se aplana el hipogastrio, se expelen las aguas del 
amnios, y finalmente el feto ya inmoble. Luego pues que aparecen 
«stos síntomas, se debe poner á dieta á la paciente, colocarla en una 
postura horizontal, y mandarla guardar quietud. Si es pletórica le 
convienen las sangrías ; pero si hay señales de relaxacion y debilidad, 
son útilísimos los apositos fríos y astringentes. (V. aborto.) Quan- 
do una hemorragia violenta precede al aborto, pueden ser necesarios 
los astringentes y tónicos , mas es muy importante para administrar- 
los distinguir sus causas; y quando proviene de otras enfermedades, 
como de una tos fuerte y pertinaz, de una convulsión &c, se debe 
curar con los remedios adequados para estas enfermedades. En fin 
si proviene de la separación de la placenta , de la muerte del feto, 
exige el auxilio manual. Debe advertirse por último que el exercicio 
en ruedas ha sido generalmente útil para precaver el aborto antes 
de que le anuncie ningún síntoma. Este género consta de una sola 
especie , y es la siguiente : 

i. Aborto simple. Sauvages señala esta especie en el primer mes 
después de la concepción, y por variedades suyas los que sobrevie- 
nen en los tres primeros meses de la preñez, desde el quarto hasta 
el séptimo, y en el octavo , que ya se llama parto prematuro. Con 
arreglo á estas distintas épocas, son los síntomas mas ó menos consi- 
derables. ( V. el artículo feto.) Su método curativo se halla ya in- 
dicado en la exposición del género. 

Orden segundo. Fluxos de -vientre } rhoodes de Hipócrates. 

Por dos partes únicamente se verifican estas evacuaciones , á sa- 
ber, por la boca, desde el esófago, ó por el ano, pudiendo prove- 
nir de tantas partes quantas los Médicos comprehenden baxo la 
denominación de primeras vias, ó se hallan inmediatas á ellas. Con- 
viene tener presente, para la inteligencia de este orden de enferme- 
dades», los principios fisiológicos relativos á las propiedades virales 
del estómago é intestinos , á sus funciones , secreciones y excrecio- 
nes. Ademas puede obrar el estímulo morboso sobre los diferentes 



FLU 165 

sistemas que componen estos órganos , ó excitando la acción de sus 
glándulas, ó debilitando las membranas mucosas, ó aumentando ex- 
cesivamente su contractilidad orgánica sensible é insensible , y dis- 
minuyendo su tono. Finalmente importa conocer sus diversas sim- 
patías con otras partes, por exemplo, con la piel, y el infiuxo que 
reciben de los diferentes estados de la atmósfera , como de su se- 
quedad ó humedad &c. Según estas consideraciones generales, es cla- 
ro que los fluxos de este orden varían en quanto á su cantidad, 
qualidad, estado de los sólidos, y conseqüencias que produzcan, y 
por lo mismo el plan curativo debe admitir innumerables variaciones. 

Uno de los principales objetos de la atención del Médico ha de 
ser el régimen dietético, pues los alimentos se han de prescribir en 
mayor ó menor cantidad según el estado de las fuerzas digestivas , y 
elegirse según el carácter de las evacuaciones , de la degeneración hu- 
moral &c. En general los remedios mas eficaces son los calman- 
tes y antiespasmódicos combinados con los tónicos , ó administrados 
antes que estos, como el diascordio , el opio, el éter, ti licor ano- 
dino mineral de Hoífman , y la quina, el hierro, y todos los amar- 
gos leñosas. Á veces es necesario recurrir á los vexigatorios , á la 
nieve, y á los ácidos y astringentes mas enérgicos; cuya utilidad 
respectiva se indicará particularmente en cada espacie. 

Género viii. Hepatirrea , aimatera del Diccionario universal, 
afonía del hígado de G aleñó , jluxo hepático. 

Baxo este nombre comprehendiéron los antiguos la diarrea , di- 
senteria y pasión celiaca, producidas por vicio del hígado; pero los 
modernos le han limitado á la deposición de sangre , por lo común 
disuelta y semejante á las lavaduras de carne , qualquiera que sea la 
parte de donde provenga. Este género consta de siete especies. 

1. Hepatirrea verdadera. Es un fluxo de vientre seroso , san- 
guinolento, purulento, bilioso , con señales de afección en el h gado, 
como de un absceso ó una disolución pútrida. Es difícil de curar; 
y los remedios mas eficaces son los ácidos minerales, con preferen- 
cia el sulfúrico, los antipútridos, la infusión de árnica montana y 
demás remedios antisépticos. 

2. Hepatirrea intestinal. Es el fluxo de vientre semejante álas 
lavaduras de carne, y también sin dolores, cuyo material sale de los 
vasos secretorios de los intestinos dilatados por anastomosis , ó de- 
bilitados en sus extremidades. Es enfermedad rara, cuyas conseqüen- 
cias son la atonia de todo el tubo intestinal , la diarrea perpetua y 
la extenuación. El método curativo consiste en el uso de substancias 
astringentes y tónicas, y de inyecciones de la misma naturaleza. 

3. Hepatirrea por herida. En esta especie hay vómitos y de- 



i66 



FLU 



posiciones de sangre , aun quando la herida no haya pasado del hí- 
gado. Se distingue de la disenteria, porque no la acompañan retor- 
tijones, y de la hepatirrea legítima, por el color vivo de la sangre, 
aun prescindiendo de la causa que la ha producido , y su curación 
depende de la misma herida. 

4. Hepatirrea mesentSrica. La inspección anatómica ha mani- 
festado un absceso en el mesenterio en un sugeto que habia muerto 
de hepatirrea, cuya causa era desconocida, y no tenia síntoma nin- 
guno particular. En esta observación funda Sauvages la presente 
especie; pero en la inspección cadavérica ¿no se confunden muchas 
veces los productos secundarios con las causas? 

5. Hepatirrea escorbútica. Es la que sobreviene sin retortijo- 
nes, sin calentura, sin almorranas, y aun sin cursos en el principio, 
según Sauvages; pero con mas razón debia llamarse así á la que 
acompañan los síntomas de escorbuto. 

6. Hepatirrea cruenta. Se distingue de las demás por salir la 
sangre pura sin retortijones. Los embotantes , astringentes y tónicos 
del sistema sanguíneo , como el hierro , son los principales remedios. 

7. Hepatirrea intermitente. Es síntoma de algunas calenturas 
intermitentes perniciosas , y aparece en su invasión ó en su termina- 
ción. Si subsiste en el dia de apirexía, anuncia gran riesgo para la ac- 
cesión siguiente : se cura con la quina , ácidos &c. 

Genero ix. Fluxo hemorroidal , almorranas , sangre 
de espaldas. 

El fluxo hemorroidal se distingue por fluir la sangre del ano, apa- 
reciendo exteriormente en aquella parte unos tumorcillos encarna- 
dos, duros y dolorosos, que á veces también están ocultos dentro 
del recto. Se distingue de la hepatirrea , de la disenteria y del pujo 
por la ausencia de las señales características de estas enfermedades, 
y la presencia de otras, que manifiestan la existencia del mal en 
el ano. 

Sus causas, ya generales, ya locales, son muchísimas, según la 
enumeración que hace Haen. ( Ratio med. tom. 4. ) Las mas comu- 
nes son la obesidad, la distensión general de las venas, el regalo, la 
vida sedentaria, la disposición hereditaria, el uso muy repetido de 
los purgantes acres, las afecciones tristes, el exercicio á caballo muy 
continuado &c. Síntomas que preceden al jluxo hemorroidal ex- 
cesivo. Ligeros calosfríos con constricción espasmódica de lo exte- 
rior del cuerpo, dolor gravativo en las espaldas y lomos, algunas 
veces torpeza en las extremidades inferiores , pulso duro y compri- 
mido, sequedad en lo interior de la boca, orinas poco abundantes y 
descoloridas, debilidad de estómago, flatos en los intestinos , fre- 



FLU 167 

qüentes ganas de orinar, y exonerar el vientre, una especie de pre- 
sión desde el ano hasta el periné , alguna vez con fluxo de mucosi- 
dad blanca, generalmente variado, tanto en la cantidad de la san- 
gre que fluye, quanto en la duración del fluxo. Los efectos de 
esta evacuación, si es excesiva, son postración de fuerzas, marasmo, 
pesadez en los muslos , sueño trabajoso , presión en la región precor- 
dial , inflamación del vientre con borborismos y pulso débil. Si esta 
evacuación prosigue inmoderadamente , sobreviene hinchazón en los 
pies, ojos y cara, siendo el color de esta cárdeno y aplomado, res- 
piración anhelosa, hidropesía, calentura lenta y tabes; es presagio 
todavía mas funesto que el hígado ó el bazo estén abultados, que 
haya estreñimiento, caquexia incipiente é hidropesía. Su curación 
debe arreglarse á las causas que la producen ; en general conviene 
desembarazar el círculo del sistema de la vena porta por medio de 
los desobstruentes , aguas minerales &c. , y aplicar á la parte los emo- 
lientes y anodinos para calmar la irritación local. (V. hemorroides 

Ó ALMORRANAS.) 

1. Fluxo hemorroidal moderado. Es el que sale en una canti- 
dad moderada , que por lo común alivia al paciente. 

2. Fluxo hemorroidal inmoderado. Se distingue por ser la eva- 
cuación mas abundante. Después de calmar la irritación tópica apli- 
cando, por exemplo, el ungüento de populeón mezclado con el 
aceyte de yemas y el Láudano líquido, suele ser necesario recurrir á 
los astringentes sin olvidarse de la curación metódica ó radical. 

3. Fluxo hemorroidal poliposo. Sauvages funda esta especie en 
el caso siguiente, que refiere Lieutaud: un joven desde la edad de 
quatro años padecia un fluxo de sangre por el ano , que habla ya lle- 
gado á extenuarlo; arrojó al fin un pólipo del tamaño de una pera, 
evacuando entonces una porción de sangre, y se curó perfectamente. 

4. Fluxo hemorroidal por procidencia del ano. {Véase este 
artículo.) 

Género iv. Disenteria i dificultas intestinorum : formina 
de los latinos j disenteria. 

Las cámaras freqüentes acompañadas de muchos retortijones, y 
seguidas de tenesmo, constituyen la disenteria. Estas cámaras, aun- 
que f eqüentes por lo general , son escasas , y la materia evacuada 
consiste mas en un material mocoso mezclado alguna vez con sangre. 
Mientras que subsiste la enfermedad, rara vez salen verdaderos ex- 
crementos, y si salen algunos tienen por lo regular una figura com- 
pacta y dura, ksta enfermedad reyna mas en el estío y en el otoño, 
al mismo tiempo que las calenturas otoñales intermitentes y remi- 
tentes ; y alguna vez se reúne ó complica con estas mismas calenturas. 



i68 



FLU 



La disenteria se anuncia alguna vez por calosfríos y otros sínto- 
mas de pirexia, pero los de afección local se manifiestan por lo co- 
mún primero: el vientre está estreñido, y los intestinos muy llenos 
de ayre: un grado de diarrea es alguna vez el primer síntoma de la 
disenteria; sin embargo esto es raro , pues las mas veces principia por 
retortijones y ganas continuas de salir al servicio: el enfermo arroja 
muy poco humor cada vez que quiere evacuar ; pero se queja de pu- 
jo: las cámaras se hacen por grados mas freqüentes, los retortijo- 
nes mas violentos , y el pujo mas considerable. A estos síntomas se 
junta la inapetencia; con freqliencia la displicencia, la náusea y el 
vómito atormentan también al enfermo. Al mismo tiempo hay siem- 
pre mas 6 ménos pirexia , que es alguna vez del género de las remi- 
tentes , ú observa el período tercianario. Otras veces la calentura es 
inflamatoria , y en muchas ocasiones de un género pútrido. Estos es- 
tados febriles acompañan á la enfermedad por toda su carrera, con 
especialidad quando se termina con precipitación por la muerte. En 
otros casos el estado febril desaparece casi del todo, y no obstante 
permanecen largo tiempo después los síntomas propios de la di- 
senteria. 

Sea la que fuese su duración , la materia evacuada por las cá- 
maras mientras su carrera varía mucho. Alguna vez es solo una 
materia mucosa , en la que no hay sangre , la que constituye la en- 
fermedad que Roederer ha llamado morbus mucosus , y otros di- 
senteria alba. No obstante, en las mas ocasiones el moco eva- 
cuado está mas ó menos mezclado con sangre. En algunos casos no 
se registran en él sino unas hebrillas mezcladas con la materia mo*- 
cosa; pero otras veces la sangre es mas abundante, y tiñe toda la 
materia evacuada. En otros se depone una porción considerable 
de sangre pura y sin mezcla. También varían el color y consis- 
tencia de la materia evacuada : por lo común su olor es fuerte y 
de una hediondez extraordinaria. Es probable que alguna vez se ar- 
roja verdadero podre, y casi siempre una sanies pútrida, que viene 
de las partes agangrenadas. Muchísimas veces la materia líquida j está 
mezclada con otras materias viscosas , que tienen la apariencia mem- 
branosa , y no en pocas ocasiones con pelotillas, que se parecen á 
una materia sebosa. 

Este mal sobreviene por lo general en el estío ó en el otoña, 
-quando han dominado algún tiempo calores considerables , y^ espe- 
cialmente en los climas calientes; por consiguiente su principio es 
la irritabilidad excesiva del canal intestinal , y mas exaltada en su 
síntoma mucoso y sanguíneo. Muchas veces se produce por la apli- 
cación del frió , resultando de la simpatía entre los intestinos y la 
piel: siempre es contagiosa, con especialidad quando los vapores 
de las cámaras de qualquier disentérico obran directamente sobce 



FLU 16*9 

el ano de una persona sana, como quando usan de un mismo servi- 
cio &c. Su curación ha estado también confiada á varios específicos; 
pero el método mas seguro es cambiar la acción de los órganos afec- 
tos por medio de los eméticos, calmar el exceso de irritación , y 
moderar la impresión de los estímulos por medio de los calmantes 
y mucilaginosos, como la disolución de la goma arábiga, el diascor- 
dio solo ó combinado con la ipecacuana, los semicupios, las lavati- 
vas de filonio Romano, de almidón y yema de huevo, y aun á ve- 
ces es necesario recurrir á la aplicación al vientre de los estimulan- 
tes, vexigatorios &c. Se ha ensayado con algunas ventajas en las di- 
senterias la raiz de la planta llamada yalhoy , dada á conocer por 
D. Hipólito Ruiz en una Memoria publicada el año de 180 Este 
género comprehende veinte especies. 

1. Disenteria benigna espontánea. Es la que sobreviene sin 
ningún síntoma grave, y que al parecer es útil en quanto evacúa una 
porción de bilis redundante: en los niños de pecho suele ocasionar 
la procidencia del ano. [V. procidencia ó c aida del amo.) 

2. Disenteria catamenial. Es la que proviene de la supresión 
de la menstruación , ó de otro fluxo habitual periódico , y se cura 
restableciendo la evacuación suprimida. {V. clorosis.) 

3. Disenteria Parisiense. Juncker llama así á la que acomete 
á los forasteros que van á Paris por la mudanza de aguas ; pero es 
aplicable á todos los paises donde se produzca por esta causa ; y en- 
tonces conviene guardar cierto régimen en la comida, bebida y elec- 
ción de los alimentos. 

4. Disenteria de las preñadas. Es consiguiente á la revolu- 
ción que experimenta el sistema circulatorio del vientre de resultas 
de la preñez; y así su curación es mas bien paliativa que radical. 

5. Disenteria atrabiliaria. Es la que acomete á los sugetos 
hipocondriacos y melancólicos , que padecen obstrucciones en las en- 
trañas del baxo vientre. Sus síntomas son mas graves, y por lo co- 
mún febriles, y su curación difícil; porque á los remedios generales 
es necesario agregar los que puedan combatir aquella disposición 
primitiva , y ademas la calentura degenera con facilidad en una pú- 
trida nerviosa. 

6. Disenteria epidémica. Es la que proviene de una constitu- 
ción epidémica con calentura remitente biliosa , y todos los síntomas 
de un aparato gástrico: se cura con los eméticos, las bebidas acidas 
y la quina. 

7. Disenteria castrense. Es la que se desenvuelve en los cam- 
pamentos militares por la corrupción ó escasez de los víveres, por 
el desabrigo en la inclemencia de las estaciones, por la exposición al 
viento húmedo de la noche: sus síntomas anuncian una degeneración 
pútrida en toda la economía; la acompaña una calentura del mismo 

TOMO IV. Y 



lyo FLXX 

carácter , y se propaga con rapidez por medio del contagio ; por con- 
siguiente exige un método preservativo , que consiste en la separa- 
ción y aislamiento de los enfermos, en la abundancia y buena cali- 
dad de los alimentos &c. , y otro curativo, que es el antipútrido y 
corroborante en toda su extensión , sin omitir los eméticos, con pre- 
ferencia la ipecacuana : su principio suele ser epidémico. 

8. Disenteria fingida. Tomando un cocimiento de la- rubia de 
tintoreros con agua del mar, han fingido algunos una disenteria, que 
no debe tener lugar en nuestras Nosologías como afección morbosa. 

9. Disenteria de los ganados. Esta especie perteneced la Ve- 
terinaria. 

10. Disenteria blanca. Solo se distingue porque en ella no se 
evacúa sangre, sino solo un moco blanquecino; parece que en este 
caso el estímulo obra únicamente sobre el texido mucoso de los in- 
testinos. 

11. Disenteria mesentérica. (Véasela hepatirrea mesen- 
térica. ) 

12. Disenteria por abuso de los catárticos. Es la que resulta 
del uso excesivo de coloquintidas ú otros purgantes , y su remedio 
mas seguro es el opio. 

13. Disenteria sifilítica. Es la que está sostenida por un vicio 
venéreo: únicamente puede distinguirse por su resistencia á los me- 
dicamentos generales, y por las señales de infección sifilítica. Enton- 
ces toda su curación consiste en el uso de los mercuriales. 

14. Disenteria de los países cálidos. Ataca á los europeos en 
los climas cálidos: la debilidad que contrae el órgano cutáneo por la 
transpiración excesiva, ocasiona simpáticamente la consunción, ó mas 
bien desecación de todo el sistema digestivo; los medios mas opor- 
tunos para precaver este accidente deben ser dar resorte al órgano 
cutáneo , y oponerse á las excreciones debilitantes: los naturales, por 
una experiencia hija de la desgracia y del tiempo, usan de varios mas- 
ticatorios , y con mayor ventaja del betel , yerba que preparan con 
cal viva , y sazonan sus alimentos con las especias mas estimulantes. 
Esta higiene tan provechosa indica desde luego el método curativo 
mas oportuno para esta especie. 

1 5. Disenteria verminosa. Es aquella á que acompañan las se- 
ñales de lombrices existentes en primeras vias, y se cura con los an- 
tihelmínticos: alguna vez ha sido epidémica y muy mortífera. 

16. Disenteria carnosa. En esta se observan con las deposi- 
ciones mucosas y sangrientas ciertas porciones carnosas, formadas por 
la linfa y sangre, coaguladas dentro de los intestinos. Esta particula- 
ridad no debe hacer variar el método curativo. 

17. Disenteria intermitente. Es la que acompaña como sínto- 
ma á las calenturas intermitentes, y cede al método curativo de estas. 



FLIT 171 

18. Disenteria escorbútica. Ciriglí , qae describe esta especie, 
no da de ella un carácter particular mas que la presencia de los sín- 
tomas escorbúticos, la qual determina principalmente su curación. 

19. Disenteria polónica. Sauvages se refiere á Stabel en esta 
especie. 

20. Disenteria miliar. Es síntoma de las calenturas exantemá- 
ticas, y por lo mismo se ha de curar siguiendo las indicaciones que 
presente la varia índole de los exantemas. 

Genero xi. Melaena, malaina nousos de Hipócrates-, enfermedad 
negra ; jiuxo negro. 

La melaena es una freqüente deposición de líquidos nigricantes 
sin fetor pútrido, con debilidad repentina, notable dolor y náusea. 
Algunos creen que este humor proviene del bazo; pero es mas pro- 
bable que su causa principal sea la atonia del sistema vascular sanguí- 
neo de los intestinos, complicado con la disolución humoral en todo 
el sistema circulatorio del vientre: quando sobreviene en las calen- 
turas pútridas anuncia el peligro de muerte. Su curación debe diri- 
girle á entonar el sistema sanguíneo general y localmente por media 
de los ácidos minerales , el cocimiento de simarruba , de Campeche ó 
de llantén , las preparaciones del hierro , la quina &c. Este género 
consta de siete especies. 

1. Melaena esplenética. Es la que ataca á los melancólicos, 
principalmente en la convalecencia de una enfermedad aguda , y se 
manifiesta con una debilidad y postración general, el pulso débil y 
la cara aplomada ; es necesario para curarla usar al momento de los 
antipútridos , tónicos y astringentes. 

2. Melaena escorbútica. Es la que se complica con el escor- 
buto. (V. este artículo.) 

3. Melaena atrabílis. Es la que aparece en las enfermedades 
agudas, en que hay grave lesión en alguna entraña del vientre, y 
por lo común es mortal. 

4. Melaena hemorrágica. Es un fluxo de vientre sanguinolento 
negro por haberse roto algún vaso sanguíneo en primeras vias, sin 
señal de almorranas , y resulta por lo común de un esfuerzo violen- 
to : se cura con los astringentes. 

5 . Melaena primaria de Hipóc rates. ( V. la descripción que 
hace de ella este observador.) El enfermo vomita bilis negra seme- 
jante á las heces: algunas veces como sangre ó heces de vino, ó tin- 
ta de pólipo: algunas veces ácida corno el vinagre; y quando lo que 
vomita es negro y sanguinolento parece que anuncia la muerte: con 
el vómito se inflaman las fauces y la boca. Le sobreviene dentera, 
y lo que arroja levanta la tierra; se alivia con el vómito; apetece la 



i 7 2 FLU 

comida, y si la toma en alguna mayor cantidad se halla incómodo; 
si está en ayunas le suenan las entrañas, y se pone la saliva aces- 
cente. Se cura con los purgantes repetidos; después con suero y le- 
che &c. de Mor bis hb. 2. 

6. Melaena febricosa. Es la que observa el tipo de una tercia- 
na con deposiciones negras y encarnadas. Se cura con la quina. 

7. Melania hepatirraica. Se diferencia de la anterior en que 
las deposiciones son semejantes á las lavaduras de carne. 

Genero xii. Náusea ; náusea de los griegos ; náusea; arcada. 

Es un deseo y esfuerzo inútil para vomitar, sin que por él sal^a 
material alguno, ó en muy corta porción, ó solamente ayre, con 
fastidio é inapetencia. ( V. el artículo náusea y la sintomatologia 
febril.) Este género consta de doce especies. 

1. Náusea por una tenia. Es la que viene con señales que anun- 
cian la presencia de lombrices, y se cura con los antihelminticos. 

2. Náusea de las preñadas. Es la que sobreviene en los pri- 
meros meses de la preñez, con fastidio y apetitos extraordinarios 
por la mudanza que en aquel estado experimentan las entrañas del 
vientre, y por lo común se desvanece antes del quinto mes; si llega 
á ser muy violenta puede ocasionar el aborto. 

3. Náusea por escirro del páncreas. Esta especie es produci- 
da por el endurecimiento escirroso del páncreas: se distingue por su 
resistencia á los calmantes y demás remedios, y la extenuación: son 
útiles en este caso las fricciones mercuriales en la región epigástrica, 
é interiormente la cicuta con el mercurio dulce , la miel y las aguas 
minerales. 

4. Náusea por gastrocele. Proviene de la introducción del es- 
tómago en la cavidad del pecho, por haberse roto el diafragma en 
las heridas de este gran músculo: pertenece á la Cirugía. 

5. Náusea por compresión del estómago. Esta resulta ó de 
causas externas como los vestidos muy estrechos hacia la región epi- 
gástrica , ó de los tumores preternaturales en alguna de las entrañas 
inmediatas al estómago. En el primer caso es fácil su curación; pero 
en el segundo difícil, según la naturaleza del tumor. 

6. Náusea biliosa. Se conoce por las señales de una saburra 
biliosa , como el amargor de boca, el sarro amarillo en la lengua &c, 
y entonces el remedio principal es el emético. 

7. Náusea nefrítica. Es síntoma de la nefralgia calculosa. [Vea' 
se este artículo.) 

8. Náusea por corrupción del semen. La inspección anatómica 
ha demostrado esta causa en el cadáver de un sugeto, que habiendo 
abusado en extremo de los placeres del amor , pasó después á la mas 



FLU 173 

rigurosa continencia, y empezó á padecer una náusea , que le duró 
seis meses; habiendo muerto al fin epiléptico. 

9. Nausea por una apostema junto al cardias. También esta 
especie se ha distinguido por la inspección de los cadáveres; pero 
antes de la muerte pueden sin duda darla á conocer las señales que 
anuncian la formación de un absceso. 

10. Nausea por gastritis. ( V. gastrÍtts.) 

i 1 . Nausea por cacoquilia. Esta especie es la mas freqüente: 
proviene del exceso en la comida; y sus síntomas son la sensación 
de peso en el epigastrio , principalmente hacia el cardias . pesadez de 
cabeza y vaidos , fastidio á la comida, acedía &c. ; y se cura con los 
eméticos y purgantes: alguna vez se nota en el principio de las ca- 
lenturas malignas. 

12. Nausea marina. Es la que padecen los que se embarcan 
por la vez primera. (V. vómito marino en el siguiente género.} 

Género xiii. Vómito ; hemetos de los griegos ; anatropha, 
de Gilbert. 

Es el movimiento peristáltico de! estómago, que se hace por un 
movimiento retrógrado, estoes, principiando en el duodeno y en el 
piloro , y dirigiéndose hácia el esófago , lo qual hace expeler los ma- 
teriales contenidos en la primera cavidad. (V. vomito.) Este géne- 
ro consta de veinte y nueve especies. 

1. Vómito por exceso en comida y bebida. Es el que se sigue á 
esta causa harto freqüente. (V. la náusea por cacoquilia.) 

2. Vómito por saburra. (V. la nausea biliosa.) 

3. Vómito lácteo. Los niños de pecho, llenándose demasiado de 
leche, la vomitan con mucha freqüencia; y aunque este vómito es 
útil en quanto los liberta de los males que ocasionaría su coagulación 
ó putrefacción , también llega á debilitarles el estómago con mucha 
facilidad: la lactación moderada es el mejor remedio. 

4. Vómito por dentición. Es el que proviene en esta época de 
la niñez. ( V. dentición.) 

5. Vómito verminoso. Es el que resulta de la presencia de lom- 
brices én primeras vias , y se cura con los antihelmínticos. {Véase 
lombrices.) 

6 Vómito : ruminacion. Se han visto algunos sugetos que, pasado 
algún tiempo después de la comida , la volvían á la boca al modo que 
los animales rumiantes. Esta enfermedad tiene un carácter convulsi- 
vo, en que puede tener algún influxo el hábito. 

7 Vómito por veneno. Es consiguiente al uso de ciertas subs- 
tancias venenosas , que deben examinarse en sus respectivos artículos 
para conocer sus contravenenos. 



i 7 4 FL U 

8. Vómito por callosidad del piloro. De resultas de los es- 
pasmos violentos y permanentes en esta parte llega á ponerse callo- 
sa, y producir un vomito rebelde con estreñimiento de vientre , que 
al fin , impidiendo absolutamente la nutrición , acarrea la extenuación 
y la muerte. Es muy difícil de curar; y los únicos remedios en que 
se puede confiar algún tanto, son las fricciones mercuriales, la miel 
y enemas irritantes, administrándolas al mismo tiempo nutritivas. 

9. Vomito hipocondriaco. Es común en los escorbúticos, quar- 
tanarios y caquécticos, y se cura según la afección principal que le 
produce. 

10. Vómito por úlcera del estómago. Preceden á esta especie 
un dolor agudo y constante del estómago, inflamación de este órga- 
no, é introducción en él de algunos cuerpecillos punzantes; de suer- 
te que sobreviniendo la supuración se alivia el dolor, pero queda 
el vómito , y en él aparecen algunos vestigios del pus : se cura con 
los ácidos minerales, los antipútridos &c. pero difícilmente. 

11. Vómito por mi esteatoma del estómago. Regularmente no 
se ha conocido esta especie sino por la inspección anatómica. El 
esteatoma puede ocupar el fondo del estómago , el piloro ó el car- 
dias , y viene á ser semejante en sus efectos á la callosidad. 

12. Vómito de las preñadas. Es el que sobreviene en las pre- 
ñadas , y observa un período constante (V. la náusea de esta es- 
pecie.)', algunos cuentan por una variedad suya el que guarda el 
tipo de las calenturas intermitentes. 

13. Vómito bezodrdico. En la colección de la Academia Fran- 
cesa se lee el caso de una joven de veinte y un años , que por espa- 
cio de dos estuvo vomitando unas concreciónes calculosas, cuya pre- 
sencia en el estómago se percibía por el ruido y por el tacto, tal vez 
sobrevendría por haber comido yeso ú otras substancias semejantes, 
vicio común en algunas cloróticas; en otros se ha visto que prove- 
nia de haber usado con exceso de medicamentos absorventes para 
curarse una pirosis: parece que en esta especie están indicados los 
medicamentos embotantes y eméticos usados sucesivamente. 

14. Vómito rabioso , vómito negro , vómito prieto ó chapetona' 

da. (V. TIFO HICTERODES J FIEBRE AMARILLA.) 

1 5 . Vómito atrabiliario. Se distingue esta especie por el color n¡- 
grícante del material , y recae en sugetos melancólicos. Se cura con los 
calmantes, sin olvidar la afección ó disposición particular del individuo. 

16. Vómito por obstrucción del hígado. Es el que resulta de la 
obstrucción de esta entraña, que hace refluir la bilis al estómago en 
mayor cantidad. Su curación consiste en disipar la obstrucción por 
medio de los desobstruentes. 

17. Vómito del páncreas. (V. náusea por escirro pan- 
creas.) 



FLU 175 

1 8. Vómito gastrocilico. Es un vómito habitual , que resulta por 
la hernia del estómago formada entre los músculos del abdomen, ó 
por haber pasado á la cavidad del pecho en las heridas del diafrag- 
ma. (V. GASTROCELE.) 

19. Vómito gastrítico. (V. gastrÍtis.) 

20. Vómito nefrítico. (V. nefr algia calculosa.) 

21. Vómito por obstrucción del esófago Esta especie rara es 
consiguiente á la obstrucción y tumefacción de una ó muchas glán- 
dulas en el mismo esófago ó en las partes inmediatas , capaz de com- 
primirle y cerrarle enteramente, ó también por haberse introducido 
y atascado en él algún cuerpo extraño : los enfermos de esta especie 
mueren forzosamente de hambre. 

22. Vómito por la distorsión ó dislocación del cartílago xi- 
foides , vulgarmente por haberse caído la paletilla. Aunque mu- 
chos han tenido por fabulosa esta especie, se ha visto alguna vez en 
los gallegos y asturianos, que son los que con freqüencia se quejan 
de padecerla: la debilidad que contraen por sus alimentos escasos y 
poco nutritivos, y la actitud penosa que tienen en sus trabajos cam- 
pestres, puede muy bien provenir esta torcedura ó dislocación del 
cartílago, y á conseqüencia el vómito; pero sin duda deberá distin- 
guirse semejante afección al tacto ; y el remedio mas eficaz será la 
aplicación de vexigatorios al epigastrio, la quina y el buen alimento. 

23. Vómito cef alálgico. Es un vómito pasagero y momentáneo 
consiguiente á un dolor intenso de cabeza, á su contusión ó heridas, 
á los raptos de ira &c. Depende de sola la afección nerviosa simpá- 
tica entre estas partes , y se cura cesando la causa , por sí solo , ó con 
los calmantes. 

24. Vómito iliaco. Es el que acompaña al vólvulo y á las her- 
nias. (V. estos artículos.) 

25. Vómito marino. Es el que acomete á los navegantes con 
cardialgía, náusea y postración de fuerzas: es una afección puramen- 
te nerviosa, por el vaido que produce el movimiento de la nave; pa« 
ra contenerle se debe colocar el enfermo sobre el puente , y en un 
parage que diste igualmente de la proa y de la popa; ha de comer 
con abundancia , para que en el vómito se fatigue ménos el estóma- 
go , y estar mas bien acostado que en pie derecho : algunos aconse- 
jan también el uso de los narcóticos de tiempo en tiempo : muchos 
se han curado por' este medio de la hipocondría y de la dispepsia, 
ya por las evacuaciones que producia , y ya por la mudanza de ac- 
ción que resultaba en las entrañas del vientre. 

26. Vómito pituitoso. Se observa con freqüencia en los viejos 
glotones, que algunas veces vomitan una gran cantidad de moco 
viscoso é insípido , regularmente por la mañana , precediéndoles do- 
lor de estómago y abundante salivación : se cura con la ipecacuana 



176 FLU 

en dosis capaz de excitar el vómito, y después en la proporción ne- 
cesaria para que obre solo como un antiespasmódico ó un tónico. 

27. Vómito urinoso. Resulta de la supresión de la orina, ó por 
su retención. (V. los artículos nefralgia é iscuria vesical.) 

28. Vómito hemorrdgico. Sauvages forma esta especie por un 
caso particular, en que sobrevenia diariamente un vómito complicado 
con hemorragia de nariz en una calentura sinoca , sin señales de sa- 
burra en primeras vías; y le atribuye á los esfuerzos de la naturale- 
za para promover aquella hemorragia crítica. 

29. Vómito febricoso. Es síntoma de las calenturas intermiten- 
tes, y cede como ellas al uso del emético y de la quina. 

Género xiv. Ileon de los griegos ; chordapsos de Celso; pasión 
iliaca', miserere; vólvulo. 

Sauvages considera á este género como distinto del cólico, aun- 
que en realidad no se distingue sino por su mayor grado de inten- 
sión , y le coloca impropiamente en la clase de los fluxos de vientre. 
El síntoma característico es la expulsión por la boca de materia- 
les excrementicios , hallándose invertido el movimiento peristáltico 
del canal alimenticio en toda su extensión. Se ha observado en algu- 
nos cadáveres que se había formado una intususcepcion de los intes- 
tinos; pero no se ha determinado todavía con certeza si esto sucede 
siempre en todas las especies de vólvulo. (V. cólico en el géne- 
ro xxiJ de la clase séptima en el articulo dolores.) Este género 
consta de catorce especies. 

1. Vólvulo infamatorio. Es el que resulta de la inflamación de 
uno de los intestinos delgados, y se conoce por la presencia de los 
síntomas inflamatorios locales y generales juntos con los del vólvulo. 

( V. ENTERÍTIS.) 

2. Vólvulo por las heces endurecidas. Se caracteriza por pre- 
cederle estreñimiento de vientre sin dolor agudo, pesadez y tensión 
en el vientre, percibiéndose al tacto el intestino abultado por las he- 
ces, con eructos, vómitos biliosos y pituitosos, que al ñn llegan á 
ser estercoráceos , y casi nunca hay calentura. Esta especie es mucho 
ménos peligrosa y aguda que la anterior. Se cura con los fomentos 
emolientes, con las bebidas diluentesy enemas emolientes é irritantes. 

3. Vólvulo espasmódico. Es el que únicamente proviene de un 
espasmo en algún punto del canal intestinal: se complica alguna vez 
con los insultos epilépticos , y suelen arrojar los enfermos por la 
boca hasta el líquido de las lavativas. Se cura con el opio, el éter, 
el baño tibio y demás antiespasmódicos. 

4. Vólvulo por compresión de los intestinos. Una compresión 
permanente puede producir esta especie ; cuya curación está princi- 



FLU 177 

pálmente cifrada en remover la causa de la compresión. Se cuentan 
por variedades suyas el que nace de la existencia de un tumor escir- 
roso en el páncreas, que comprime el colon , de un cancro en el cie- 
go , de hallarse comprimido un intestino en el hipocondrio derecho 
debaxo de las costillas falsas , de una mola , de un escirro en el me- 
senterio, de una constricción del recto, de su ligadura y de un abs- 
ceso. Esta variedad pertenece al vólvulo inflamatorio , y las demás 
reducen á un estado crónico esta enfermedad. La curación debe ser 
igualmente varia según estas diferentes causas. 

f . Vólvulo por un infarto de pituita en el colon. Los síntomas 
que asigna Sauvages á esta especie son muy equívocos , pues la can- 
tidad que llena y obstruye el colon > reconocida por la inspección 
Anatómica , puede ser un producto de la muerte , ó á lo ménos de la 
misma enfermedad. Así por su carácter y por las principales indica- 
ciones que ofrece podría mas bien ser una variedad del vólvulo pro- 
ducido por las heces endurecidas. 

6. Vólvulo hernioso. Es el que sobreviene en las hernias estran- 
guladas. ( V. hernia.) Sus variedades son tantas quantas son las es- 
pecies de las hernias. 

7. Vólvulo por intususcepcion de un intestino en otro. Como 
este fenómeno puede verificarse en qualquiera de las especies del vól- 
vulo quando llega á cierto grado el espasmo ó convulsión de los in- 
testinos, parece que debe considerarse solo como una variedad Ade- 
mas no hay signos característicos que anuncien determinadamente es- 
te estado. 

8. Vólvulo indiano. Esta especie se observa con freqiiencia en 
Goa, y la acompañan, á mas de sus síntomas generales, vehementes 
retortijones de tripas y ofuscación de los sentidos. Acostumbran cu- 
rarle los naturales aplicando un cauterio actual á lo c pies. 

9. Vólvulo fisodes. Se distingue por el rugido de tripas , freqüen- 
tes eructos en lugar de vómitos , y meteorismo. Se cura con los car- 
minantes y antiespasmódicos. 

10. Volvido calculoso. Se ha visto alguna vez un vólvulo vio- 
lento y rebelde á todos los remedios, que cedió luego, deponiendo 
el enfermo un cálculo de una pulgada de largo y media de grueso. 
Si es que esta especie puede distinguirse , no habiendo un síntoma 
característico, convendrá usar de los embotantes litontrípticos y 
drásticos. 

11. Vólvulo por una constricción callosa del colon. Sola la ins- 
pección cadavérica es la que ha manifestado esta causa : ¿ no debería 
tenerse por una variedad de la especie de vólvulo por compresión de 
los intestinos? 

12. Vólvulo de los imperforados. Resulta de la imperforacion 
del recto y retención del meconio en los recien nacidos. Se cura des- 

TOMO IV. Z 



178 FLU 

truyendo la membrana, que forma su cerramiento con el faringoto- 
mo ó con el trocar, dirigiéndolo con el dedo índice. (V. imper- 
foracion.) 

13. Vólvulo verminoso. El que producen las lombrices, cuyas 
señales le caracterizan , y se cura con los antihelmínticos. 

14. Vólvulo por veneno. Es el que se ha observado á conse- 
qüencia de haber tomado interiormente una porción de arsénico : en- 
tonces aparecen todos los síntomas del envenenamiento , y es necesa- 
rio recurrir al momento á los oleosos y mucilaginosos en gran can- 
tidad. 

Género xv. Cólera; pasa cólica; cólera morbo. 

La cólera morbo está caracterizada por vómitos de materia bi- 
liosa y por cursos freqüentes de la misma naturaleza, acompañados 
de anxíedad , retortijones y calambres en las extremidades inferiores. 
Reyna en los calores mas fuertes en los meses de Julio y Agosto, 
aunque en los climas muy calientes puede manifestarse en todos los 
tiempos del año. Por todas sus circunstancias parece que esta enfer- 
medad es efecto del calor de la atm Esfera , que hace mas irritables 
los órganos secretorios y excretorios de la bilis y todo el canal in- 
testinal junto con la degeneración y secreción abundante de la mis- 
ma bilis. Todas las partes expuestas entonces á su acción inmediata- 
mente se hallan en un estado de espasmo, que desde los intestinos se 
comunica á los músculos del abdomen , y con mucha freqüencia á los 
de las extremidades. 

La enfermedad recorre sus períodos con la mayor violencia y 
rapidez, hasta que las fuerzas del enfermo se abaten en extremo, y 
las mas veces repentinamente. Quando sobrevienen sudores frios, sín- 
copes, frialdad de las extremidades y todas las señales de una debili- 
dad general, suele perecer el paciente en el espacio de un dia ó an- 
tes: en otros casos es menos violenta, continúa uno ó dos dias , y 
entonces se disipa por grados; pero rara vez desaparece de este mo- 
do sin el socorro de los remedios: los mas seguros , y que casi pue- 
den mirarse como específicos , son el opio y el agua de nieve interior- 
mente, y aun la misma nieve aplicada al abdomen, executado todo 
con la mayor prontitud. Este género consta de diez especies. 

1. Cólera morbo espontánea. Es la que sobreviene sin otra cau- 
sa conocida mas que el inrluxo de una estación calorosa á principios 
ó fines del estío: sus síntomas y curación quedan comprehendidos en 
la exposición del género. 

2. Cólera morbo seca de Sidenham, ó flatulenta. Resulta del 
desprendimiento de gases consiguiente á un cúmulo de bilis degene- 
rada en primeras vias: hay rugido de tripas, meteorismo y dolor 
hacia los costados y lomos sin ninguna deposición de vientre: se cu- 



FLU 179 

ra con los carminantes &c. Una variedad de esta especie es la cólera 
morbo que resulta de haber comido hongos venenosos ; y en quanto á 
su curación véase el artículo hongos. V ogel reduce esta especie á la 
afección hipocondriaca y al dolor cólico; advirtiendo juiciosamente, 
que no siendo la cólera morbo seca , antes bien todo lo contrario, de 
ningún modo le conviene el nombre de cólera morbo. 

3. Cólera morbo por los venenos minerales. {Véase el vólvulo 
por un veneno en el género anterior, especie 14.) La producen 
igualmente el vitriolo t los antimoniales y las preparaciones de arsé- 
nico y mercurio. 

4. Cólera morbo por un veneno animal. Se ha visto alguna vez 
resultar la cólera morbo por haber comido huevos del pez lucio ó 
la tinta de la xibia; pero tal vez esta observación carece de exac- 
titud. 

j. Cólera morbo intermitente. Es la que acompaña á los paro- 
xismos de las calenturas intermitentes malignas. Se cura con la qui- 
na en grandes dosis, y el opio. 

6. Cólera morbo indiana. Se observa con freqiiencia esta espe- 
cie en las Indias orientales , y sus síntomas son sed ardiente, cefalal- 
gia , inquietud, calentura, delirio , fluxo de vientre y vómitos, pul- 
so fuerte y desigual , orinas encendidas y blancas , pero siempre cla- 
ras: los naturales usan empíricamente, pero con feliz suceso, para 
curarla de la aplicación del cauterio actual al talón en su parte mas 
callosa , hasta que los enfermos sienten dolor. 

7. Cólera morbo inflamatoria. Es la que sobreviene en la ente- 
ritis ó en la gastritis. (V. estos artículos. ) 

8. Cólera morbo verminosa. La ocasionan las lombrices en orí- 
meras vias , cuyos síntomas la caracterizan , y se cura con los anti- 
helmínticos. 

9. Cólera morbo artrítica. Es la que resulta de la retropulsion 
ó mala situación de la materia artrítica. ( V. artritis en el géne~ 
ro i, en la clase séptima de dolores. ) 

10. Cólera morbo por exceso en comida y bebida. Esta especie, 
cuyo carácter indica su misma denominación , es pasagera y saluda- 
ble en quanto liberta á las primeras vias de su infarto. 

Cullen reduce las mas de estas especies á la diarrea. 

Genero xvi. Diarrea; reuma gastros de Galeno; 
cursos; diarrea. 

El carácter de la diarrea consiste en las deposiciones freqüentes de 
vientre, de materiales recrementicios, por lo común líquidos: se dis- 
tingue de la pasión celiaca y de la lienteria, en que no se arrojan los 
alimentos crudos ó convertidos en quilo : del tenesmo ó pujo , en que 



iSo FLU 

á los esfuerzos para deponer se sigue evacuación ; de la hepatirrea y de 
la disenteria en que el material no es sanguinolento, y de la melaena, 
en no ser negro. Parece que esta enfermedad proviene del aumento 
de irritabilidad y de movimiento peristáltico en el canal intestinal 
junto con la atonía de las membranas mucosas. Este estado particu- 
lar de los órganos puede provenir de diferentes causas, que es fácil 
reducir á dos claves generales: la primera incluye las enfermedades 
de ciertas partes del cuerpo, que ya por razón de la simpatía de los 
intestinos con estas partes, ó de la relación de los intestinos con to- 
do el sistema, producen un aumento de acción, sin que ninguna ma- 
teria estimulante se transporte á ellos de la parte primitivamente 
afecta: la segunda clave de las causas del aumento de acción de los 
intestinos contiene los estimulantes de diferentes géneros, que obran 
en derechura sobre los mismos intestinos. Según esto es claro que no 
puede determinarse una curación general, puesto que es necesario re- 
mover las causas ocasionales, ó mudar el diverso estado morboso pa- 
ra curarla. Nos limitaremos pues á indicar el me'todo curativo en ca- 
da una de las especies. Sin embargo son útiles en general los cáusti- 
cos, y principalmente la ipecacuana en quanto á cambiar la acción 
de los intestinos, los calmantes y antiespasmódicos , los ácidos, y 
con particularidad todos los que llaman directamente á la piel. Este _ 
género consta de veinte y una especies. 

1. Diarrea estercorosa. Es la que resulta del exceso en la co- 
mida y bebida ó de su indigestión: es útil, y debe promoverse con 
los purgantes , á no llegar á ser excesiva ó demasiado duradera. 

2. Diarrea vulgar. Se diferencia de la anterior en ser mas gra- 
ve y de mas duración , y en que no se excretan solamente la materia 
excrementicia, sino también los varios humores gástricos segregados 
en mas abundancia, por el exceso de irritación y la atonia. Se cura 
con los ácidos, astringentes, tónicos, la triaca, el diascordio solo, ó 
con dosis cortísimas de ipecacuana &c. 

3. Diarrea febril. [Véase la sintomatologia febril ¡ artícu- 
lo CALENTURAS. ) 

4. Diarrea pituitosa. Es freqüente entre los indios , y se atri- 
buye á la supresión de la transpiración ; acomete mas bien en el tiem- 
po lluvioso de invierno que en el estío: se usa para curarla de la ipe- 
cacuana con buen éxito en cocimiento. 

5 . Diarrea carnosa. Es aquella en que se expelen algunas por- 
ciones como membranosas, y así pertenece á la disenteria ó es resul- 
tado de ella. (V. disenteria.) 

6. Diarrea variolosa. Es la que sobreviene en las viruelas, no- 
civa en las discretas y útil en las confluentes ; por lo qual no se la de- 
be contener, sino impedir únicamente que llegue á debilitar por me- 
dio de los cordiales y corroborantes. 



FLU 181 

7. Diarrea involuntaria 6 incontinencia de -vientre. Se verifi- 
ca en los muchachos y aun en algunos adultos , que intespestivamen- 
te y por descuido 'deponen en la cama: debiera omitirse esta espe- 
cie , puesto que solo es un vicio y no una enfermedad. 

8. Diarrea biliosa. Es producida por un aparato bilioso en pri- 
meras vias, cuyos síntomas la caracterizan, como son el calor au- 
mentado hácia los hipocondrios, la sed y la sequedad de la boca , la 
lengua amarillenta y amarga , el color amarillo de los excremen- 
tos &c. Siendo en una estación cálida y en sugetos de constitución 
biliosa, se cura con los eméticos, principalmente con la ipecacuana, 
y suele ser terminación de una terciana ó de una calentura remiten- 
te del mismo carácter. 

9. Diarrea artrítica. Es la que resulta del virus de la materia 
artrítica retropulsa ó mal situada: la primera indicación es resta- 
blecer el paroxismo artrítico en las partes que ataca regularmente. 
( V. artritis en la clase de dolores. ) 

10. Diarrea serosa. Se distingue por ser el material seroso; á 
veces es útil en varias afecciones del cerebro , ó quando sobreviene 
en las hidropesías; y si es perjudicial, se modera con los calmantes 
y tónicos. 

Una variedad de esta es la diarrea urinosa t que sobreviene en 
la iscuria. (V. este articulo.) 

11. Diarrea purulenta. Es consiguiente á una supuración en el 
mesenterio : aparece periódicamente á medida que se va formando y 
acumulando la supuración: la preceden los síntomas de esta en aque- 
lla parte; y en las excreciones se advierte una porción de pus , algu- 
na vez mezclado con sangre ; por lo común los enfermos sienten con 
ella algún alivio de su principal dolencia. 

12. Diarrea de los chilenos. Es endémica en Chile. Su causa 
parece ser una inflamación del intestino recto , y sus síntoma* son 
calentura aguda, tensión en el ano y deposiciones freqüentes. Se cu- 
ra con las enemas emolientes , anodinas &c. 

13. Diarrea coliquativa. Es la que acompaña á las calenturas 
agudas de mal carácter, ó á las anfimerinas lentas: en ella se expelen 
los materiales muy líquidos, de color negro ú obscuro, fétidos, pú- 
tridos y oleosos, de donde se sigue gran postración de fuerzas y ex- 
tenuación. Casi siempre es incurable, como lo es la enfermedad prin- 
cipal que la produce. 

14. Diarrea verminosa. Se conoce por las señales de las lom- 
brices. ( V. lombrices. ) 

15. Diarrea por la dentición. Es la que acomete á los ni- 
ños en la época de la dentición , y los liberta por lo regular de 
las convulsiones: muchas veces se complica entonces con las lom- 
brices. 



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16. Diarrea por hipercatarsis. Es la que se origina del uso 
excesivo ó intempestivo de medicamentos purgantes , quales son el 
diagridio, las coloquíntidas &c, y desaparece con el uso de los cal- 
mantes. 

17. Diarrea coleriodes. Acompañan á esta especie retortijones 
y dolores vehementes, y aun calentura: es común en las recien pari- 
das por un rapto de ira ó por supresión de los loquios. Se cura con 
los calmantes y diluentes, la ipecacuana en cortas dosis &c. 

18. Diarrea adiposa. Es aquella en que sale el material oleoso, 
parecido á la manteca derretida , y se distingue de la coliquativa en 
que no viene con la calentura lenta. A un hombre le sobrevino una 
diarrea, cuyo material era semejante al esperma de ranas, y en can- 
tidad de diez libras, de resultas de haberse cortado unas almor- 
ranas. 

La diarrea adiposa se cura con los incrasantes y tónicos com- 
binados con los calmantes. 

19. Diarrea de los lactantes. Es una deposición propia de los 
niños de pecho, y mas líquida de lo regular: resulta por lo común de 
darles alimentos todavía indigestos para ellos , como las papillas muy 
crasas, frutas &c: se distingue de la que viene por la dentición por- 
que faltan las señales de esta ; y se cura dándole al niño algunas cu- 
charadas de xarabe de chicorias con ruibarbo , ó el agua emetizada, 
y absteniéndose del uso de semejantes alimentos. 

20. Diarrea fe tricosa. Es la que acompaña ó se sigue á las ca- 
lenturas intermitentes, que, si en vez de aliviar al enfermo, como al- 
guna vez sucede , le debilita , se debe curar con la quina. 

21. Diarrea de los pleuríticos. Generalmente tienen todos por 
perniciosa la diarrea que sobreviene en las pleuresías ; pero es induda- 
ble que si no produce debilidad , y hay al mismo tiempo un aparato 
bilioso , ó la enfermedad participa de este carácter , será provechosa. 

Género xvii. Celiaca ; pasión celiaca. 

La acumulación de substancias alimenticias ó de otras materias, 
que los diferentes manantiales de que hemos hablado mas arriba vier- 
ten en los intestinos , puede ocasionar con particularidad la diarrea 
quando la absorción que se debe hacer por los vasos lácteos , ó por 
los otros vasos absorventes, no se puede efectuar por razón de la obs- 
trucción de sus oriíicios ó de las glándulas mesentéricas , que pueden 
solas dar paso á los fluidos que se han absorvido. Hay un caso de es- 
ta especie, en que el quilo, preparado en el estómago y el duodeno, 
no se absorve, atravesando los intestinos, y sale en gran porción 
por el ano: se ha llamado esta enfermedad morbus coeliacus, 6 sim- 
plemente ó con mas propiedad cceliaca , que por consiguiente mira- 



FLU 183 

mos como una especie de diarrea. Macbiide dice que son tan pocos 
los exemplos bien circunstanciados , que con razón podemos tenerla 
por variedades de una diarrea inveterada; ni es necesario proponer 
curación particular de ellas , porque no se diferencia en nada de la 
que hemos recomendado para la diarrea que sobreviene á la disente- 
ria. Este género consta de quatro especies. 

x. Ce Haca quilosa. Es la deposición del alimento líquido y sin 
cocer , y por lo común degenerado en quanto á su olor , color y 
consistencia, blanquecino, fétido y fangoso, con eructos, dolor ob- 
tuso en el estómago , o con latidos , debilidad y extenuación. Es en- 
fermedad crónica , muy larga y difícil de curar. Parece que en su 

Eroduccion tiene parte alguna afección del órgano excretorio de la 
ílis , la qual no fluye para elaborar el quilo , y sostener la acción 
intestinal. 

2. Celiaca purulenta. Se han visto evacuarse tumores forma- 
dos en las caderas, en el codo y otras partes por fluxos de vientre; 
y esta circunstancia es la que constituye esta especie, que se distin- 
gue de la diarrea coliquativa en el color blanquecino del pujo y en 
la falta de peligro , ó mas bien en su salubridad. 

3. Celiaca mucosa. Es en la que se evacúa una porción de inoco 
intestinal, que alguna vez se ha confundido con el pus: se cura con 
los incrasantes, tónicos &c. 

4. Celiaca láctea. Mas bien parece una variedad , pues solo se 
diferencia por ser el humor semejante á la leche. 

Genero xviii. Lienteriaj laxitas intestinorum de Celso. 

Decimos de este género lo mismo que del anterior. Los mas de 
los Nosologistas le colocan en la diarrea. Su carácter consiste en 
evacuar los alimentos, casi sin ninguna alteración, inmediatamente 
después de haber comido ó á muy poco rato ; por lo qual se cree 
que el estado de relaxacion y exceso de sensibilidad orgánica empie- 
za en el estómago , y se propaga á todo el canal intestinal. Este gé- 
nero consta de cinco especies. 

1. Lienteria por ulcera del estómago. Se conoce por las seña- 
les de esta afección primitiva , y se cura con los detergentes y dese- 
cantes. 

2. Lienteria espontanea. Es la que proviene de la irritación del 
estómago , y se manifiesta apénas toma el enfermo algún alimento. 
La triaca y la quina ó el cocimiento de menta piperita son los reme- 
dios mas eficaces en este caso. 

3. Lienteria escorbútica. Resulta en los que padecen escorbuto 
de la irritación que produce el humor sanioso de sus encías, tragado, 
en el estómago. Se cura procurando no tragar la saliva, y usando de 



i8 4 FLU 

los antiescorbúticos. ( Véanse los artículos escorbuto y anties- 
corbúticos. ) 

4. Lienteria a/tosa. Se origina de la formación de aftas en el 
mismo estómago. ( V. aftas. ) 

5. Lienteria secundaria. Es la que sobreviene á una disenteria 
ó diarrea inveterada. Su curación se cifra en la de la enfermedad pri- 
maria. 

Genero xix. Tenesmo : pujos. 

El carácter de este género consiste en la deposición mucosa y es- 
casa, con grandes y continuos estímulos á deponer el vientre y es- 
fuerzos proporcionados á estos. Su principio ó la irritación morbosa 
existe en el mismo intestino recto, y por tanto debe dirigirse mas 
bien localmente la curación. Este género consta de diez especies. 

x. Tenesmo espontaneo. Pende del mismo material excrementi- 
cio ó de un humor acre segregado en las glándulas del ano. Es sín- 
toma constante de la disenteria , y cede con los enemas y apositos 
oleosos, emolientes , anodinos , como las lavativas de leche, almi- 
dón , yemas de huevo y filonio romano , usando al mismo tiempo 
algún purgante suave. 

2. Tenesmo por cálculo de la vexiga. Es el que resulta de la 
inflamación del cuello de la vexiga , que se comunica al esfínter del 
ano. Se calma con los semicupios tibios y narcóticos ; pero su cura- 
ción radical depende de la del cálculo. (V. este articulo. ) 

3. Tenesmo indiano. Es endémico en las Indias, y crónico: vul- 
garmente se llama per se , y en el Brasil bicho. 

4. Tenesmo por ascárides. Se distingue por los síntomas, que 
manifiestan la presencia de las lombrices de esta especie en el ano, 
qual es la picazón , que cede después de deponer el vientre , ó ven- 
toseando; y repite todos los dias regularmente por la tarde y en la 
cama. ( V. ascárides. ) 

5. Tenesmo hemorroidal. Esta especie resulta de la irritación 
excitada en el ano por las almorranas; es la misma que padecen las 
mugeres preñadas. Los enfermos sienten cierta incomodidad como si 
tuviesen un hueso de abridor en aquella parte. ( V. hemorroides. ) 

6. Tenesmo ulceroso. Según los antiguos el tenesmo proviene de 
una exulceracion del ano ; pero se han visto fístulas de esta parte sin 
sobrevenir el tenesmo. Tal vez el moco degenerado se ha tenido por 
pus entre los patronos de esta opinión. 

7. Tenesmo por carcinoma. Trae su origen esta especie de los 
carcinomas formados entre la vexiga y el recto , y cuyo humor ico- 
roso estimula el recto. (V. carcinoma.) 

8. Tenesmo disentérico. Es el que acompaña á la disenteria , y 
ademas trae como ella su origen de los intestinos delgados. El ca- 



FLU 185 

rácter de esta especie es muy antiguo, y apénas debe distinguirse de 
la disenteria. 

9. Tenesmo por durezas. Se observa en los hipocondriacos, y 
otros sugetos naturalmente estreñidos, que usan de la leche por co- 
mún alimento, o sudan con exceso, cuyo excremento , figurado en 
bolitas duras, irrita al intestino recto á su salida , y á veces es nece- 
sario recurrir á alguna operación manual para desalojarlas. 

10. Tenesmo orienta/. Fué este antiguamente endémico en An- 
gola , y después se propagó al Brasil. Es secundario, esto es, efecto 
de la disenteria mal curada, ó primario. El dolor en esta especie es 
atroz , con estreñimiento de vientre, ó saliendo los excrementos tan 
endurecidos, que atormentan cruelmente al enfermo, de donde se 
siguen vigilia, calentura, postración, náuseas, dolor y ardor de ca- 
beza. Á veces se anuncia de antemano con laxitud , dolores genera- 
les , inapetencia , picazón al ano , y algún conato á deponer el vien- 
tre; el orificio del ano se abre en extremo, y aparece de color aplo- 
mado y cárdeno, arrojando después sangre y aun algunas lombrices 
pequeñas , que son muy comunes entre los naturales del Brasil. 

Se precave con los continuos lavatorios de agua fria en el ano, 
enemas , baños &x. Suele corregirse en un principio con el vapor del 
cocimiento de limones recibido en el ano, ó introduciendo en él al- 
gunas rajas de limón; y se cura con las enemas calmantes, con los 
eméticos, diluentes, subácidos &c. En Angola, á mas de los sínto- 
mas referidos, se observa una hinchazón tan grande de los ojos , que 
parece van á salirse de sus órbitas, y una profunda tristeza; y suele 
seguirse la convulsión llamada beriberia. 

Orden tercero. Fluxos serosos. 

Baxo esta denominación se comprehenden los fluxos que no son 
sanguinolentos ni de vientre, sino mucosos, urinosos, purulentos, 
lácteos , aquosos ó linfáticos; de los quales unos salen del órgano cu- 
táneo, como la efidrosis ; otros de las narices, como el romadizo, 
la flegmatorragia ; otros de los ojos, como la epifora ; algunos de la 
boca , como el tialismo ; del pecho , como la anacatarsis ; ó de las 
partes genitales, como la leucorrea, la gonorrea, la enuresis y la 
diabetes. 

Es imposible explicar en una misma teoría los fluxos que Sauva- 
ges comprehende en esta clase, porque á veces dependen de partes 
diversas, por su organización y naturaleza; ni las causas que tantos 
autores han inventado para explicar sus diferentes afecciones pueden 
ser en una parte las mismas que en otra, ú obrar de un modo idén- 
tico. Así nos proponemos en la explicación de cada género ilustrar 
algún tanto sobre esta teoría. 

TOMO IV. A A 



i86 FLU 

Baste pues recordar aquí que las membranas mucosas y serosas 
gozan de una vida aislada , por decirlo así , que solo tienen una sensi- 
bilidad orgánica , y que reciben fácilmente las impresiones morbosas 
de otros órganos , con los quales pueden tener comunicación por 
una simpatía de texido , ó por la de sus propiedades vitales, ó en fin 
por las correspondencias de su sistema nervioso. Así qualquier estí- 
mulo , que directa ó simpáticamente aumente con exceso su sensibili- 
dad orgánica , disminuyendo juntamente su fuerza tónica , debe con- 
siderarse como el principio de las enfermedades de este orden ; pero 
es sobre todo necesario conocer quál es la parte que primitivamente 
padece y produce el fluxo, para restablecer su curación radical. Los 
efectos de este principio son mas enérgicos y manifiestos por el con- 
curso de otras causas ocasionales , como las pasiones de ánimo , los 
malos alimentos &c. En general están indicados los tónicos, astrin- 
gentes y antiespasmódicos. 

Género xx. Efidrosis : sudor excesivo. 

La efidrosis es una evacuación de sudor preternatural , y notable 
por su quantidad y qualidad , y por sobrevenir intempestivamente. 
Para conocer el exceso de cantidad en esta evacuación es necesario 
tener presente la naturaleza del paciente , las causas que obran en él, 
y distinguir los efectos que produce, y los 1 síntomas que la acompa- 
ñan : asimismo, por medio de los sentidos, podemos reconocer su 
qualidad viciosa, comparando todos sus fenómenos con los que pre- 
senta en el estado natural. 

Es claro que en las enfermedades de este género se combina cier- 
to grado de atonía del sistema exhalante cutáneo con un aumento 
de acción y de contractilidad en lo restante del capilar y de los ra- 
mos mayores ; pero á veces también sale el sudor sin otro impulso 
que el de las fuerzas naturales del sistema vascular, habiendo una 
gran relaxacion en los orificios de la periferia. Es también indudable 
que algunas veces están atacados de espasmo los órganos destinados 
á otras evacuaciones análogas, por lo qual se hallan estas suprimidas, 
y sus humores dirigidos con mayor energía á otros puntos diferen- 
tes. Todas estas consideraciones indican que, á mas de fortificar el 
sistema exhalante cutáneo, es indispensable moderar la acción au- 
mentada de los vasos y el espasmo de otras partes. La primera in- 
dicación puede desde luego satisfacerse con las friegas secas, los ba- 
ños frios &c; pero en quanto á las demás debemos examinar en ca- 
da especie los diversos estados morbosos en que se fundan. I os que 
habitan en regiones calurosas se untan todo el cuerpo conaceyte, y 
después entran en baños frios , cuyos auxilios son sin duda eficaces 
para evitar el sudor. Este género consta de veinte especies. 



FLU 187 

t. Efidrosis espontánea. Sauvages refiere haber observado esta 
especie en tres 6 quatro sugetos , que sin causa manifiesta y sin ca- 
lentura padecían sudores copiosos, que les duraban por espacio de 
algunos meses, y acometían particularmente por la noche, de donde 
resultaba la inapetencia , la debilidad y la extenuación. Se cura coa 
la tintura de quina mezclada con el ácido sulfúrico , poniendo un es- 
crúpulo de este en cada libra de aquella, con los baños frios, y tam- 
bién con el opio dado en la corta dosis de la tercera ó quarta parte 
de un grano. 

2. Efidrosis escorbútica. Es síntoma del escorbuto. {Véase 
este artículo.) 

3. Efidrosis febril. Esta especie sobreviene en la termina- 
ción de las calenturas, con alivio de todos los síntomas, ó duran- 
te su vigor, y entonces es un síntoma febril. ( V. la sint ornato- 
logia febril, artículo calentura, y también la efémera su- 
datoria. ) 

4. Efidrosis sincóptica. Es un síntoma del síncope. ( V. este ar-* 
tic u lo. ) 

5 . Efidrosis hética. Esta especie acompaña como síntoma á la 
tisis, á la tabes y á las calenturas lentas anfimerinas. Se manifiesta por 
lo común en las madrugadas en la cabeza, cuello y pecho: el mejor 
medio para moderarla es salir de la cama al ayre fresco. 

6. Efidrosis exantemática. Es la que acompaña al sarampión, 
á la escarlata , á las calenturas miliares y á otras enfermedades exan- 
temáticas: en la miliar tiene el sudor un olor ácido. 

7. Efidrosis febricosa. Triteofia elodet de los griegos. Así se 
llama el sudor que aparece en las calenturas intermitentes y remiten- 
tes , y que en vez de aliviar el mal trae tras sí otros síntomas gra- 
ves: anuncia regularmente la duración de la enfermedad. 

8. Efidrosis lateral. En la Colección Académica se lee la ob- 
servación de una muger, que sudaba siempre por el lado izquierdo, 
excepto en el tiempo de la preñez. Las especies 9. Efidrosis lác- 
tea, 10. Efidrosis melosa f 11. Efidrosis vinosa, 12. Efidrosis 
verde t 13. Efidrosis negra , 14. Efidrosis lucida, 15. Efidrosis 
urinosa , 16. Efidrosis sanguinolenta y 17. Efidrosis azul de- 
ben considerarse como variedades , sin embargo que Sauvages las dis- 
tingue específicamente, pues su diferencia solo consiste en la seme- 
janza que tiene con la leche, con la miel&c, ó en su color, y siem- 
pre es necesario atender á los demás síntomas para establecer su cu- 
ración. 

18. Efidrosis por saburra. Es la que sobreviene á conseqiiencia 
de haber comido ó bebido con exceso ; por lo qual se cura con un 
emético ó un purgante. 

19. Efidrosis ácida. Es síntoma de la calentura miliar, de la 



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raquialgia vegetal , de la efémera láctea y de la anfimerina verminosa. 
(V. los artículos respectivos de estas enfermedades.) 

20. Efidrosis arenosa. En esta se presenta en el sudor una es- 
pecie de arenillas, que sin duda depende de la cristalización de algu- 
na sal predominante. 

Genero xxi. Epifora; Reuma ophtalmon de Galeno; lagrimeo. 

El carácter de este género es un fluxo constante y copioso por 
los ojos de un humor por lo común seroso : fluye regularmente de la 
glándula lagrimal. (V. enfermedades de ojos.) Este género cons- 
ta de trece especies. 

1. Epifora por pasión de ánimo. Esta especie acompaña al his- 
terismo, y proviene también de la tristeza , de la conmiseración ó de 
otras pasiones análogas; por lo qual cesa ó disipado el histerismo con 
una bebida antihistérica , ó excitando la pasión contraria. 

2. Epifora por rhyades. ( V. este artículo. ) 

3. Epifora oftálmica. (V. oftalmía.) 

4. Epifora de las viruelas. Es la que sobreviene en las virue- 
las , que obstruye el conducto nasal. 

5 • m Epifora por una fístula lagrimal. ( V. el artículo corres- 
pondiente d esta enfermedad. ) 

6. Epifora por distorsión del parpado. ( V. ectropio en las 
enfermedades de los ojos.) 

7. Epifora por anchilope. ( V. anchilope en las enfermeda- 
des de los ojos.) 

8. Epifora fría de Senerto. Es un fluxo involuntario de lágrimas 
serosas , sin picazón , dolor ni calor , á lo ménos notables : es con- 
siguiente á las oftalmías crónicas, aun después de curadas, de resul- 
ta también de la aplicación excesiva al estudio. Acomete por lo co- 
mún hácia la edad de cincuenta años; se propaga en el invierno, y 
con dificultad se cura ; aunque se alivia considerablemente abstenién- 
dose del estudio, y resguardándose del viento, del humo, de los 
manjares salados y de los licores espirituosos, y aplicándose algunas 
fomentaciones corroborantes. 

9. Epifora calida de Senerto. Es una destilación de humor se- 
roso dé los ojos, acompañada de calor mordaz, picazón, rubicun- 
dez y dolor ; y así es síntoma de varias especies de oftalmia , y prin- 
cipalmente de la ulcerosa y fistulosa: son útiles en este caso los pur- 
gantes repetidos, y aun los eméticos en dosis nauseabunda; los ve- 
xigatorios aplicados á la nuca ó detras de las orejas ; destilar dentro 
del ojo algunas gotas de una disolución de opio y goma arábiga en 
agua de rosas, y poner paños con aguardiente por fuera del ojo, con 
•el fin de hacer un desprendimiento de calórico. 



FLU 189 

10. Epifora sanguinolenta. Esta especie por lo comun ha sido 
efecto de una supresión de la menstruación. (V. menorragia er- 
rónea en el género vi , orden primero de esta clase.) 

11. Epifora sebácea. Es el fluxo copioso del humor sebáceo, 
que separan las glándulas sebáceas situadas en la margen de los pár- 
pados, que en el estado sano sale en muy corta cantidad; el mejor 
remedio para esta especie es la pomada de Stoll , que se compone del 
precipitado roxo y la manteca fresca. 

12. Epifora artrítica. Es la que proviene de la retropulsion del 
humor artrítico: ademas de los remedios directos, que son los mis- 
mos que hemos indicado en la especie nueve, es necesario renovar 
el paroxismo artrítico en la parte correspondiente con los pedilu- 
vios de ácido sulfúrico dilatado en agua, vexigatorios &c; igual- 
mente convienen los eméticos. 

13. Epifora láctea. Se ha observado esta especie en un niño 
recien nacido; pero no consta su curación ni otra particularidad por 
la historia del observador. 

Género xxn. Coriza de Hipócrates \ catastagmo de otros auto- 
res ; catarro de las narices ; jluxion ; destilación ; romadizo. 

Es un fluxo por las narices de un humor diáfano, mucoso ó visco- 
so, que viene de la membrana pituitaria, que reviste los senos fron- 
tales esfenoidales y maxilares, y suministra en el estado natural un 
liumor de poca consistencia y en corta cantidad , que pasa á la parte 
posterior de la nariz y al esófago, y un moco viscoso, que barniza 
continuamente la misma membrana. Se cura moderando el espasmo 
y la irritación de la misma membrana pituitaria con los vahos calien- 
tes y emolientes , ó tomando interiormente algún antiespasmódico, 
la quietud &c. Este género consta de seis especies. 

1. Romadizo catarral ; destemple de cabeza. Resulta de las 
alteraciones de la atmósfera , y principalmente de la impresión del 
frió estando el cuerpo caliente; sus síntomas son dolor gravativo de 
la frente, estornudos, pérdida pasagera del olfato, la voz gangosa, 
tos, y alguna vez dificultad de respirar; la destilación del humor, 
que al principio era claro, se vuelve después mucosa y viscosa, con 
lo qual termina la enfermedad : es mas incómoda quando ataca la 
parte posterior de la nariz: se cura con la dieta, bebidas teiformes, 
sudoríferas, vapores de leche tibia &c. (V. catarro.) 

2. Romadizo jlematorragia. Se distingue del anterior en que 
no le acompañan los síntomas generales del catarro. 

3. Romadizo virulento. Esta especie pertenece á la Veterinaria. 

4. Romadizo varioloso. Esta especie aparece en la invasión de 
las viruelas y sarampión , y aun es uno de sus síntomas precursores 



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la acompañan estornudos, dificultad de tragar, tos y lagrimeo. 

5. Romadizo purulento Es en el que el humor, que fluye de la 
nariz , sale mezclado con pus. Si proviene de una úlcera de los senos 
frontales deben usarse las inyecciones detergentes, y aun desahogar- 
los del foco purulento por medio de una operación quirúrgica; y 
si este se halla en uno de los senos maxilares, se le da salida arrancan- 
do el colmillo correspondiente. 

6. Romadizo febricoso. Se ha observado este fluxo periódico, 
y guardando el tipo de una calentura intermitente cotidiana , el qual 
en efecto se curó con el uso de la quina combinada con los pur- 
gantes. 

Genero xxiii. Ptialismo anabexh de Galeno j anacrompsis 
de Hesychio'y salivación \ babeo. 

Es un fluxo de saliva ó de un humor mucoso por la boca , sin ex- 
pectoración ni vómito: es necesario tener presente, para Conocer el 
carácter de este género, que á la boca fluyen diferentes humores, 
quales son: i.° la saliva: 1° el humor claro y mucoso que de las na- 
rices pasa á las fauces; y 3. 0 el moco viscoso, que suministran las aga- 
llas y las glándulas sebáceas de las fauces. Así un estímulo aplicado 
á qualquiera de estas partes excita simpáticamente las demás , y pro- 
duce una excreción mas abundante de sus humores. Considerando 
pues el origen primitivo del mal, y las causas que hayan determina- 
do particularmente esta afección, se hallará el método curativo, que 
por lo mismo no puede establecerse en general. Este género consta 
de veinte especies. 

1. Ptialismo nauseoso. Es el que resulta de las náuseas , ya ex- 
citadas por un aparato saburroso de primeras vias , ya por la acción 
de un emético , ó por qualquiera substancia de sabor nauseoso , como 
el acónito &c. Su curación consiste en desvanecer la causa que exci- 
ta la náusea. (V. el género xii de esta misma clase.) 

2. Ptialismo por pirosis 6 rescoldera. Se distingue de la ante- 
rior por la sensación de ardor y erosión que sube desde el estómago 
á la boca. (V. pirosis.) 

3. Ptialismo lapónico. Es síntoma del cólico de los lapones , y 
se distingue por los dolores atroces al rededor del ombligo. 

4. Ptialismo por laxitud. Esta especie se observa en los estú- 
pidos, en los paralíticos, y en los que padecen una relaxacion de la 
mandíbula inferior. 

5 . Ptialismo mercurial. Es el que sobreviene en el uso de las 
fricciones mercuriales , ó de qualquier otra preparación del mercurio, 
por la acción que este «tiene sobre las glándulas salivales: se evita 
usando de los calmantes al tiempo de las fricciones , y purgando á 



FLU 191 

los enfermos con freqüencia, y en general evitando todas las causas 
que puedan influir en la supresión de la transpiración. Se modera con 
los enxuagatorios emolientes, espasmódicos y calmantes, suspendien- 
do el uso del mercurio, empleando los mismos medios preservati- 
vos que hemos indicado, y aumentando su dosis. 

6. P tialismo -varioloso. Es el que sobreviene en las viruelas. 

( V. VIRUELAS.) 

7. P tialismo escorbútico. Esta especie es síntoma del escorbu- 
to, cuyas señales la caracterizan. (V. escorbuto.) 

8. Ptialismo hipocondriaco. Se observa en los hipocondriaeos 
y melancólicos, sin duda por hallarse embarazado el círculo en el 
vientre por los espasmos y obstrucciones que padecen. {Véase hi- 
pocondría.) 

9. Ptialismo artrítico. Se distingue esta especie por haberse ob- 
servado alguna vez en los gotosos; tal vez resulta de la debilidad del 
estómago, propia de los artríticos. 

10. Ptialismo tísico. Es la excreción abundante de un material 
viscoso, salado y acre, principalmente por las madrugadas, en los 
sugetos que tienen una disposición constitucional á la tisis : suele ma- 
nifestarse muchos años antes que esta, y en su último grado vuelve 
á aparecer en mayor abundancia. 

1 1. Ptialismo verde. Se funda esta especie en el caso que refie- 
re Huxham de un hombre de quarenta años , que se curó de una ic- 
tericia y un cólico, con un ptialismo muy copioso de color verde, 
resultado tal vez de los remedios que le habian suministrado. 

12. Ptialismo purulento. Sauvages forma esta especie por la 
observación de un muchacho que por espacio de mas de tres años 
estuvo arrojando por la salivación un pus sanioso, que provenia de 
los senos maxilares , cariados y abiertos en la cavidad de la boca. 
(V. para su curación la especie quinta del género xxit coriza.) 

13. Ptialismo a/toso. Es el que resulta de las aftas. (V. este 
artículo.) 

14. Ptialismo de las preñadas. Consiste en la excreción abun- 
dante de saliva viscosa, con alguna sensación de acidez, dolor de 
estómago ó náusea común en los tres ó quatro primeros meses de la 
preñez. 

15. Ptialismo catarral. Es el que sobreviene en la odontalgia 
ó en la angina catarral, y se cura como estas enfermedades. 

16. Ptialismo por caries. Es el que se sigue á la caries de los 
huesos maxilares ó de los dientes, y alguna vez llega á producir una 
consunción héciica. Parece que en esta especie hay una perforación 
del seno de Hygmoro ó de los maxilares; se ha observado este mis- 
mo ptialismo en un trismo. 

17. Ptialismo por cálculo. Se ha visto resultar esta especie de 



19a FLU 

la presencia de ün cálculo en el conducto salival , ó de su forma- 
ción debaxo de la lengua; la acompañan al principio una ligera difi- 
cultad de tragar, dolor vivo debaxo de la lengua y calentura, sín- 
tomas que cesan con la extracción del cálculo. 

18. P tialismo febril. Es el que se ha observado alguna vez en 
ciertas calenturas remitentes epidémicas, según refiere bidenham en 
su tratado de la Calentura variolosa. 

19. Ptialismo sifilítico. Aparece en los que tienen úlceras ve- 
néreas en la garganta sin haber usado del mercurio. (V. el artículo 
correspondiente en las enfermedades venéreas.) 

20. Ptialismo urinoso. En esta especie la saliva es semejante por 
algunas circunstancias ála orina; pero no tenemos una historia exac- 
ta de ella. 

Genero xxiv. Anacatarsis; anaptysis de Hipócrates; 
tos húmeda; expectoración. 

Es una expectoración constante y notable de moco, linfa , ú otro 
qualquier humor, con tos; rara vez es una enfermedad esencial, y las 
mas es síntoma de la tisis , del asma húmeda ó del catarro. Así su 
curación depende de la de estas enfermedades. Este género consta 
de cinco especies. 

1. Anacatarsis biliosa. Esta especie fué observada por Hu- 
xam, y en ella la saliva tenia el color y sabor de la bilis; sin duda 
habia algún espasmo en el duodeno, que impedia su tránsito por los 
intestinos, porque al mismo tiempo salían los excrementos de color 
gris: convienen en esta especie los xabonosos, purgantes, amargos, 
el tártaro soluble &c. 

2. Anacatarsis tísica. (V. la tisis húmeda en la clase de 

CAQUEXIAS.) 

3. Anacatarsis por vómica. {V. vómica.) 

4. Anacatarsis puriforme. Consiste en la expectoración de un 
material viscoso de color gris semejante al pus, y suele sobrevenir 
en la terminación de la perineumonia , en cuyo caso es útil la leche 
con los tónicos, ó después de las calenturas pútridas; y entonces 
debe continuarse el plan corroborante y antipútrido hasta que des- 
aparezca. 

5. Anacatarsis asmática. (V. asma húmeda.) 

Género xxv. Diabetes ; dipsacus de Galeno ; fluxo de orina. 

Baxo este nombre comprehende Sauvages los fluxos de orina , en 
que se evacúa inmediatamente toda la bebida, y a>in mas', coa exte- 
nuación, calentura lenta y sed insaciable; aunque modernamente los 



FLU 193 

nías de los autores entiendan por diabetes solamente una de las es- 
pecies de que hablaremos inmediatamente; las causas comunes de 
estas evacuaciones superabundantes son la debilidad ocasionada por 
grandes hemorragias y supuraciones , por sangrías freqüentes , ó por 
haber precedido largas enfermedades; el abuso de los licores espi- 
rituosos, ó de bebidas aquosas calientes ó tibias; el vivir en parages 
húmedos y trios; la vida sedentaria; los alimentos mal sanos ó poco 
nutritivos, y las vehementes pasiones del ánimo, que producen una 
melancolía habitual : para producirla se reúne la debilidad y exceso 
de irritabilidad en los órganos destinados á la secreción y excreción 
de la orina, con la falta de asimilación en la masa humoral, atonia y 
espasmo de otros órganos; y así estas consideraciones suministran des- 
de luego las ideas relativas al plan curativo. Este género consta de 
siete especies. 

1. Diabetes legítima. Es la necesidad continua é incorregible 
de orinar; y siendo la evacuación mayor en su cantidad que el líquido 
que se bebe , resulta la extenuación , la sed , el fastidio , y á veces 
una hidropesía urinosa , si por algún accidente llega á haber una re- 
tención , ó por lo ménos produce la tabes , calentura lenta &c. : con- 
vienen para su curación, que es difícil , las aguas ferruginosas, el al- 
canfor, y en general todos los tónicos. 

2. Diabetes inglesa sacarina. La orina está siempre muy clara 
en esta especie, y á la primera vista parece del todo sin color; pero 
si se mira con atención , y á una cierta luz, se percibe casi siempre 
en ella un ligero matiz de un verde amarillento , lo que hace habér- 
sela comparado con mucha razón á una disolución de miel en una 
gran porción de agua. La orina por lo general es mas ó ménos dul- 
ce al paladar , y se ha reconocido por muchas observaciones hechas 
poco ha en diferentes personas afectas de diabetes, que esta orina 
contenia una cantidad considerable de materia azucarada, y que pa- 
rece ser de la naturaleza del azúcar común ; puede considerarse en 
ella tres períodos: en el ademas de los síntomas generales, sale la 
orina clara, sin olor, y casi sin sabor ni sedimento: en el 2.° se au- 
meutan los síntomas, aparece la desecación en todo el cuerpo, y las 
orinas salen ya blanquecinas, ya amarillentas , y semejantes al agua- 
miel, de sabor dulce y azucarado, con sedimento copioso cenicien- 
to , y alguna vez se alternan la hinchazón del vientre y el excesivo 
fluxo de orina: en el 3. 0 el marasmo es completo; y el pulso peque- 
ño, irregular é intermitente, junto con las demás señales de la ato- 
nia, y lesión de todas las entrañas, anuncia la muerte mas ó ménos 
próxima. 

La experiencia manifiesta que la materia azucarada es uno de los 
elementos que recibimos con el quilo; y que depositándose en todas 
partes con el albumen, gelatina y sales neutras , contribuye á la asi— 

TOMO IV. BB 



194 FLU 

milacion y nutrición , según las proporciones necesarias al estado de 
salud. Luego si por una superabundancia de esta materia azucarada, 
<5 por un desvio particular , se dirige hácia los órganos secretorios de 
la orina , puede determinar el fluxo excesivo de un líquido sabroso, 
que constituye el carácter de los diabetes, y ocasiona el aniquila- 
miento y el marasmo. Las indicaciones curativas que se han propues- 
to hasta aquí son relativas á las diferentes teorías que se han admiti- 
do; pero como la enfermedad es efecto casi siempre de la falta de 
asimilación, deben ser en todo caso provechosos los alimentos nutri- 
tivos y de fácil digestión, la quina y los marciales, el exercicio ac- 
tivo , la mudanza de clima , los baños &c. ; advirtiendo que quando 
la diabetes está sostenida por otra afección particular , no se debe 
olvidar la curación de esta , como que es la enfermedad primitiva. 

3. Diabetes histérica. Esta especie es freqüente en las mugeres 
histéricas ; y en los raptos de ira la orina sale como agua clara , y á 
veces ha durado por espacio de algunos dias ; pero por lo común se 
calma con qualquier antiespasmódico. 

4. Diabetes artificial. Sauvages establece esta especie inoportuna 
é infundadamente; pues solo se verifica quando se ligan los vasos del 
bazo en un perro , como lo executó Malpighio en sus experimentos. 

5. Diabetes por el abuso del vino y licores espirituosos. Esta 
especie se ha observado en los sugetos que habian abusado del vino, 
de los licores y de las substancias aromáticas: la abstinencia, los 
buenos alimentos y los ferruginosos son sus remedios mas seguros. 

6. Diabetes artrítica. Es síntoma de la artritis inveterada : aco- 
mete fuera del paroxismo, en que la orina siempre es en corta can- 
tidad y con color; pero fuera de ellos es abundante y aquosa. Su 
curación consiste en la de la enfermedad principal. 

7. Diabetes febricosa. Esta especie es consiguiente en los vie- 
jos á las tercianas intermitentes y cotidianas curadas con método de- 
bilitante , por lo que exige el uso de los tónicos en general. 

Género xxvi. Ennresis ; perirrhea de Hipócrates ; paresis de 
Areteo ; est angarria de Galeno ; fluxo de orina ú incontinencia 

de orina. 

Consiste este género de enfermedad en la excreción involun- 
taria é intempestiva de orina , sin estímulo alguno de la vexiga , y 
las mas veces sin sentirlo los enfermos: se distingue de la diabetes en 
que la cantidad de orina no es mayor de la regular, ni el color di- 
verso del estado sano; y de la disuria, en que se verifica sin estímu- 
lo ni ardor: en la ennresis, ya las fuerzas expulsivas estén aumen- 
tadas por un exceso de la contractilidad , ya no salgan del tono 
natural, siempre suponemos relaxacion en el esíinter de la vexiga; 



FLU 19$ 

y muchas veces suele también depender de haberse achicado la ve- 
xiga por un tumor ú otra qualquiera causa &c. Baxo esta conside- 
ración será siempre una indicación directa en las enfermedades de 
este género el entonar el esfínter de la vexiga, y remover las causas 
que determinan la excreción freqüente del líquido que contiene; pe- 
ro debiendo ser diferentes los remedios, con arreglo á la variedad 
de estas causas , nos remitimos á la exposición de las especies. Este 
género consta de nueve. 

1. Enuresis de los niños. Esta especie no es una enfermedad, 
pues el orinar con freqüencia, y á veces sin sentirlo, ó en sueños, 
es un vicio de omisión en los niños. (V. la diarrea acrasia en 
el género xvi del orden 11 de esta clase.) 

2. Enuresis de los paralíticos. Consiste en la parálisis del 
esfínter de la vexiga en los apoplécticos, hemiplécticos , y las mas 
veces en los que padecen la paraplegia, ó han recibido una com- 
presión, contusión ú herida de los nervios sacros y lumbares: en es- 
ta especie está goteando la orina continuamente y sin sentirlo el en- 
fermo : se cura con los mismos remedios que las enfermedades que 
las ocasionan. [V. sus respectivos artículos.) En los hombres no es 
tan incómoda , porque pudiendo usar orinales de vidrio portátiles, 
se evita la escoriación y el hedor que produce el derrame de la orina; 
pero en ambos sexós es muy difícil de curar. 

3. Enuresis de los quebrados. Es la que resulta de qualquiera 
hernia, capaz de dilatar con exceso el esfínter de la vexiga, é impe- 
dir su constricción: se cura según la enfermedad principal. 

4. Ennresis de las preñadas. Es la que se observa en las pre- 
ñadas, no solo en los últimos meses de la preñez , por la presión que 
hace el útero en la vexiga , y que se alivia sosteniendo el vientre con 
una faxa , sino también en las que han parido ya muchas veces , por 
la mas leve inflexión del cuerpo, por un esfuerzo de risa ó de tos, y 
en las recien paridas por la relaxacion de las partes. En estos casos 
convienen los baños de vapores aromáticos , como del romero , de 
la manzanilla &c. 

5. Ennresis de las puérperas. Esta especie depende de la lar- 
ga detención del feto al pasar por el orificio del útero, que compri- 
me y contunde el cuello de la vexiga, resultando una inflamación y 
perforación de la misma vexiga: es incurable. 

6. Ennresis catamenial. Se funda en un caso particular de una 
doncella de veinte y ocho años, que desde su nacimiento hasta la pu- 
bertad padeció una incontinencia de orina , y habiendo comenzado á 
menstruar , estuvo libre de aquella dolencia por espacio de tres años; 
pero suprimida al fin de ellos la menstruación , padecía todos los me- 
ses la enuresis, que le duraba tres dias, siempre en las horas de la 
noche, con pervigilio , habiendo precedido cefalalgia, hinchazón de 



196 FLU 

los hipocondrios y de los pies, y aun hemotísis. Parece que esta en- 
fermedad depende de la detención de la sangre menstrua en el sis- 
tema vascular del vientre, que produce mayor excreción de orina, 
y determina una excesiva irritación en este órgano. Debe curarse res- 
tableciendo la menstruación con los remedios oportunos. 

7. Enuresis calculosa. Es la que sobreviene por la presencia de 
un cálculo de la vexiga ; y también puede reducirse á esta especie 
la que proviene de la sección ó debilidad del esfínter de la vexiga 
en la operación de la litotomia , ó también del encanecimiento de la 
vexiga por el cálculo. 

8. Enuresis por fístula. Esta especie trae su origen de las fís- 
tulas que interesan á la vexiga ó á su esfínter , y son consiguientes á 
la supuración de las almorranas, á las gonorreas virulentas , á los cál- 
culos de la vexiga, ó á ciertas operaciones quirúrgicas, como de la 
fístula del ano &c. Esta especie se cura del mismo modo que la 
fístula. 

9. Ennresis láctea. Es la que acomete á las recien paridas , por 
haberse suprimido la leche; y se cura con los catárticos suaves y diu- 
réticos, como el arcano duplicado; y restableciendo la secreción de 
la misma leche en los pechos , con los baños locales calientes. 

Genero xxvii. Disuria; est angurria de Paulo de Eginetaj 
ardor de orina. 

Su carácter consiste en salir la orina con dificultad y dolor, y las 
mas veces con una sensación de ardor muy incómoda: se llama estan- 
gurria de la voz griega strangos gota , porque no fluye la orina li- 
bremente sino á gotas. En las enfermedades de este género el esta- 
do morboso es opuesto á las del anterior, pues se nota un exceso de 
sensibilidad y de irritación espasmódica desde la vexiga hasta la ure- 
tra ; por eso convienen con preferencia los refrescantes, antiespasmó- 
dicos y calmantes , como los semicupios , particularmente el alcanfor; 
la emulsión arábiga es un buen remedio. Este género consta de diez 
y siete especies. 

1. Disuria histérica. Es la que acompaña al histerismo; y al- 
guna vez la irritación ha sido tan violenta y constante , que no han 
faltado Profesores que la hayan confundido con la disuria calculosa. 
Se cura con qualquier antiespasmódico. 

2. Disuria hermética. Resulta de las herpes de la vexiga: se 
conoce por haber precedido el retroceso de herpes cutáneas, ó por 
su existencia en la vagina, y por salir la orina mezclada con una 
substancia furfurácea: es muy rebelde y dolorosa; y se cura con los 
baños, aguas acídulas, y mejor diremos con los remedios capaces 
de restablecer la antigua afección cutánea. 



FLU 197 

3. Disuria nefrdlgica. Es la que resulta de la nefralgia calcu- 
losa , ó de la acrimonia de la orina , que estimula los riñones , pro- 
pagándose la iiritacion por los uréteres hasta la vexiga. (V. nefral- 
gia y CÁLCULOS.) 

4. Disuria venérea. Esta especie es la mas freqüente en adultos 
y viejos: en ella el caño de la orina sale ahorquillado; la preceden 
siempre gonorreas virulentas mal curadas, y la acompañan varios 
síntomas venéreos locales. (V. gonorrea.) Una variedad de esta 
especie es la disuria que producen las carnosidades de la uretra , con- 
siguientes á las gonorreas inveteradas, ó al abuso de ciertas inyeccio- 
nes. En este caso es muy recomendable el uso de las candelillas y 
bordones. (V. estos dos artículos.) 

5 . Disuria primaria. Es la que se origina por la impresión de 
varios agentes estimulantes en la economía, como los alimentos muy 
picantes y salados, y el uso inmoderado de licores fermentados y de 
cerveza, y aun la aplicación de las cantáridas. Se cura con los ene- 
mas emolientes, simicupios, alcanfor, la emulsión arábiga de Fuller, 
y otros remedios de esta clase. 

6. Disuria hemorroidal. Es la que ocasionan las almorranas 
hinchadas, y particularmente estando dislocadas. (Véase hemor- 
roides.) 

7. Disuria ardiente. Esta especie se observó hacia el siglo xiv, 
principalmente entre los ingleses que cohabitáron con mugeres lepro- 
sas, ó que habían cohabitado anteriormente con un leproso. (V.para 
su curación el artículo elefantiasis.) 

8. Disuria por cistocele ó hernia de la vexiga. Se conoce por 
el tumor blando de la vexiga, como en el escroto, en el perineo &c, 
y resulta de su compresión ; no se distingue de la enuresis de los que- 
brados , sino porque en esta hay irritación y exceso de sensibilidad. 

9. Disuria por la injlamacion del útero. Á veces basta para 
producirla una ligera inflamación en algún punto del útero, y se 
cura principalmente con los baños tibios, inyecciones emolientes &c. 

10. Disuria por hister algia. Acompaña á esta especie un con- 
tinuo conato á orinar y deponer el vientre; pero no es constante. 

(V. H1STER ALGIA.) 

xi. Disuria raquidlgica. Es síntoma de la raquialgia. (V. este 
Artículo.) 

12. Disuria calculosa. Se conoce por el deseo de orinar fre- 
qüente, periódico, continuo y doloroso; por el dolor vivo en la ex- 
tremidad de la glande , que se recrudece al tiempo de orinar ; por el 
endurecimiento freqüente y desagradable del miembro, sin erección 
ni tumefacción; por la sensación continua de un peso en el perineo; 
por la supresión repentina de la orina, á veces en el momento de 
evacuarla ; por la facilidad de orinar abriendo las piernas, ó estando 



i 9 3 FLU 

en postura supina; por el tacto ó por la introducción del catéter; y 
por la exacerbación de los dolores con el exercicio , y principalmen- 
te en ruedas por parages empedrados. (V. los artículos cálculos 

DE LOS RIÑONES Y DE LA VEXIGA, Y LITOTOMIA.) 

13. Disuria de las preñadas. No se distingue de la enuresis 
de esta especie sino por la irritación , ardor y freqüencia de orinar: 
también puede provenir de la histerostosis &c. 

14. Disuria de las recien casadas. Resulta del uso desenfre- 
nado de los placeres del amor en las jóvenes casadas con hombres 
muy vigorosos , sobreviniéndoles un ligero encendimiento de la vulva 
y de las ninfas; y se disipa con la continencia y el uso de fomentos 
emolientes : suele acometer también á los hombres , pero es mas pa- 
sagera. 

15. Disuria por insectos. Se ha visto cesar alguna vez una di- 
suria rebelde , arrojando el enfermo una lombriz por la uretra. ( Véase 

LOMBRICES.) 

16. Disuria de las imperforadas. Es la que se observa en las 
que tienen imperforacion de la vagina en la época de la menstrua- 
ción , por la compresión que produce la sangre allí acumulada ; y se 
cura dividiendo verticalmente con el bisturí la membrana que oca- 
siona la imperforacion. (V. imperforacion.) 

i 7. Disuria diabética. Esta especie , es respecto de la vexiga, 
lo que la lienteria en el vientre; acomete inmediatamente después 
de haber tomado qualquiera alimento, sin que se aumente la canti- 
dad de orina , ni sea mas freqiiente su excreción ; sale aquosa, cruda, 
y alguna vez ha durado muchos meses: se cura con tónicos, como 
las aguas ferruginosas y los antiespasmódicos , con preferencia el 
alcanfor. 

Género xxviii. Piuría. 

Es la evacuación de un material purulento , blanco , amarillo ú 
viscoso, mucoso, mezclado con la orina; se distingue de la gonor- 
rea , en que no fluye como en esta continuamente de la uretra y á 
gotas ; y así parece que depende de un foco de supuración existente 
en la vexiga , en los uréteres ó en los ríñones, y por lo mismo debe 
atenderse siempre á la afección primitiva , tanto para su conocimien- 
to , como para su curación. Este género consta de doce especies. 

1. Piuría renal. Proviene de una supuración en los ríñones, y 
se conoce por salir la orina de color gris amarillento, crasa y muy 
fétida , y por haber precedido las señales de la nefritis ó de la ne- 
fralgia calculosa. Es mas peligrosa , sí la supuración de los ríñones 
nace de algún cálculo, 6 de una degeneración humoral, que si se 
origina de otras causas mecánicas de una herida ó de una contusión. 
(V. ¿os artículos nefritis / nbfralgia calculosa.) 



FLU 199 

2. Piuría vesical. Depende de la ulceración del cuello de la 
vexiga , ó de su mismo cuerpo; si está en el cuello preceden una di- 
suria muy incómoda, estangurria, dolor atroz hácia el periné con 
hinchazón y calor, y el pus sale en abundancia mezclado con un 
moco viscoso y tenaz ; si ocupa lo restante de la vexiga , hay dolor 
hácia el hipogastrio, y la preceden las señales de la cistitis, fluyen- 
do juntamente con la orina, que es sanguinolenta, purulenta y féti- 
da, un material craso , furfuráceo y laminoso. Es muy difícil de cu- 
rar , porque la disuria que acompaña á esta especie impide el uso de 
las inyecciones , mayormente si en la vexiga se ha formado una car- 
nosidad fungosa, en cuyo caso son los dolores mas crueles. 

3. Piuría del corazón. Consta por dos observaciones de Bonet, 
que en los cadáveres de los sugetos que habian padecido una piuría 
crónica, con nefralgia tenida por ulcerosa, no se vio mas que un 
absceso y ulceración del corazón con muchos cálculos. 

4. Piuría del pecho. Es la que sobreviene en los empiemáticos. 

( V. EMTIEMA.) 

5. Piuría viscosa. Acomete á los de edad avanzada que han 
padecido gonorreas , y por lo común está sostenida por un vicio ve- 
néreo, ó solamente por la atonia de la membrana mucosa de la ve- 
xiga. En el primer caso exige el uso de los mercuriales , y en el se- 
gundo el de inyecciones tónicas. 

6. Piuría mucosa ; catarro de la vexiga. Todavía no está bien 
determinada esta especie ; pero parece que la afección de la membra- 
na mucosa de la vexiga que la produce, no se distingue de la que 
padecen las demás membranas mucosas en el catarro. Sauvages la 
funda en un caso particular; pero es claro que su carácter es mas ge- 
neral: que su excreción depende de una irritación tópica, y que esta 
puede explicarse muy bien por las simpatías de la piel , con las de- 
mas membranas mucosas , bien demostradas por las dolencias que es- 
tas padecen de resultas de suprimirse la transpiración. 

7. Piuría láctea. Es el fluxo de un material lácteo ó quiloso por 
las vías de la orina; puede considerarse como una variedad, mayor- 
mente quando los autores no han explicado bien su carácter específico. 

8. Piuría oxilosa. Puede considerarse igualmente como una va- 
riedad. Se observa en los muchachos , y consiste en la evacuación de 
orina turbia y blanquecina , que por lo común se disipa espontánea- 
mente. Vieusens cree que este color proviene del quilo , que pasa á 
la vexiga, por estar sus conductos secretorios muy dilatados. 

9. Piuría artrítica. Se observa esta especie en los que tienen 
una disposición artrítica; la orina sale blanquecina, turbia y muco- 
sa, é indica la descomposición de la materia calcárea: los mejores 
remedios son los corroborantes usados interiormente con energía, y 
los baños fríos. 



200 



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10. Piuría del tnesenterio. Se ha visto sobrevenir 4 esta especie 
en una supuración del mesenterio , en que una porción de pus pasó á 
los riñones , y segregándose en ellos salia juntamente con la orina. 

11. Piuría negra. Sauvages toma esta especie de la observación 
de Denis , inserta en las Transacciones filosóficas , en que refiere ha- 
berse notado la orina de color negro , por haber transfundido sangre 
de ternera á un maniaco ; pero la causa de este fenómeno se halla 
exactamente explicada en los experimentos que cita Bichat en las in- 
vestigaciones fisiológicas sobre la vida y la muerte. 

12. Piuría verdosa. Se ha visto en los que comen tortuga ma- 
rina expeler inmediatamente la orina verdosa y como aceytosa. No 
siendo realmente una enfermedad , debe excluirse esta especie de la 
Nosología. 

Género xxix. Leucorrea ; fiuxo blanco ; flores blancas. 

Se caracteriza esta enfermedad por la evacuación de un humor 
seroso, amarillento, que sale del útero ó de la vagina. Sin embargo, 
estos fluxos pueden ser varios, y venir de diferentes manantiales , que 
no están todavía bien determinados; pero nos limitamos á tratar solo 
del que se puede presumir viene de los mismos vasos , que en su esta- 
do natural suministran la sangre menstrual. El fluxo de la vagina es 
de este género: i.° quando acomete á las mugeres sujetas al fluxo 
inmoderado del menstruo, y en las que este se origina de las cau- 
sas que debilitan los vasos del útero: i.° quando aparece en parti- 
cular , y las mas veces un poco antes del fluxo menstrual , ó poco 
después: 3. 0 quando el fluxo menstrual se disminuye, á proporción 
de lo que se aumenta el fluxo blanco: 4* quando los fluxos blancos 
continúan después que ha cesado del todo el menstruo , y parecen 
observar en algún modo un retorno periódico: 5. 0 quando están 
acompañados de los efectos de la menorragia: 6.° quando el fluxo 
no está ni precedido ni acompañado de síntomas que indican algunas 
afecciones locales del útero: 7. 0 quando la leucorrea de ningún mo- 
do ha parecido inmediatamente después de haber tenido comercio 
con alguno, que se podria sospechar haber comunicado la infección, 
y que no ha estado acompañada en sus principios de ninguna afec- 
ción inflamatoria de las partes de la generación. 

La materia que sale en la leucorrea varía mucho en quanto á sa 
consistencia y á su color ; pero no siempre es posible determinar por 
estas exterioridades qual es su naturaleza , quai su manantial parti- 
cular , y de donde trae su orfgen. 

La leucorrea caracterizada por las diferentes circunstancias indi- 
cadas , parece dimanar de las mismas causas que la especie de me- 
norragia, que se supone proviene de la relaxacion de la extremidad 



FLU 



2CI 



de los vasos del latero ; por consiguiente las mas veces signe ó acom- 
paña á esta menorragia. Sin embargo, aunque la leucorrea depende en 
particular de la relaxacion indicada, se puede producir por irritacio- 
nes capaces de motivar esta relaxacion ; y parece aumentarse siempre 
por toda especie de irritación , que obra en el útero. 

Algunos autores han defendido que diferentes circunstancias, en 
que se hallaban las otras partes del cuerpo, podían contribuir á pro- 
ducir y mantener esta afección del útero; pero no se puede asegurar 
la realidad de estas causas, y parece que quando esta leucorrea no 
depende de la debilidad general del sistema, es siempre una afección 
primitiva del útero ; y las afecciones de las otras partes del cuerpo, 
que pueden acompañar á los fluxos blancos, deben considerarse co- 
mo sus efectos mas bien que como sus causas. 

Los efectos de la leucorrea se parecen mucho á los de la menor- 
ragia: acarrean una debilidad general, que se manifiesta mas en las 
funciones del estómago. Sin embargo, si la leucorrea es moderada, y 
no está acompañada de un grado considerable de menorragia , pue- 
de muchas veces continuar largo tiempo sin producir un alto grado 
de debilidad , y solo quando el fluxo ha sido muy copioso y continuo 
son muy notables sus efectos en este género. 

Pero se puede suponer , aun quando los esfuerzos de la leucorrea 
en todo el cuerpo no son muy considerables, que debilita el sistema 
de la generación; y parece bastante probable que este fluxo contri- 
buye en muchas ocasiones á producir la esterilidad. 

La materia evacuada en la leucorrea es al principio casi siempre 
dulce; pero quando la enfermedad ha continuado algún tiempo, es- 
ta materia alguna vez se pone ácre , y puede irritar y aun corroer la 
superficie de las partes por donde pasa, y producir diferentes altera- 
ciones acompañadas de dolor. 

Suponemos que la leucorrea se produce por las mismas causas que 
la especie de menorragia , que en particular depende de la relaxacion 
de los vasos uterinos ; y por consiguiente se debe dirigir y tentar su 
curación por los medios indicados para la de la menorragia , y tener 
ménos reserva en el uso de los astringentes. 

Como la leucorrea depende por lo general de una pérdida consi- 
derable de tono en los vasos del útero, se ha conseguido moderarla 
y curarla alguna vez con ciertos medicamentos estimulantes , que 
obran en las vias de la orina, y que por razón de la proximidad de 
estas partes comunican con freqüencia su acción al útero. Estos me- 
dicamentos estimulantes son las cantáridas, la trementina, y otros 
bálsamos de semejante naturaleza. Los remedios generales son el aza- 
frán de Marte astringente, el diascordio con la ipecacuana, la quina, 
las aguas ferruginosas, las del oro en Extremadura , y todas las de su 
especie; las inyecciones del cocimiento de quina, y otros tónicos y 

TOMO IV. CG 



202 



FLU 



astringentes suaves se recomiendan con utilidad; pero á pesar de esto 
se resiste infinito esta enfermedad, siendo pocos los casos en que se 
consigue su total curación. Este género consta de ocho especies. 

1. Leucorrea ulcerosa. Es un fluxo seroso mucoso muy escaso, 
casi sin ningún dolor, que sobreviene, después de las señales de una 
herida ó qualquiera inflamación ligera en el útero : regularmente las 
causas primitivas de estas afecciones son las pústulas formadas en el 
útero, las operaciones obstetricias en los partos, y la expulsión vio- 
lenta del feto &c. Se cura con las inyecciones detergentes. 

2. Leucorrea fungosa. Depende de una úlcera fungosa del úte- 
ro, la qual se conoce por el fluxo casi continuo de una linfa diáfana 
gomosa ó sanguinolenta , mezclada á veces con algunas carúnculas , pe- 
ro sin mal olor , por la dureza y desigualdad del cuello del útero en 
todo su ámbito, como se percibe al tacto, é igualmente por la si- 
tuación de la úlcera fungosa &c. Esta especie tiene dos variedades: 
la primera es la incrustación y adherencia del hongo con el cuello del 
latero; y la segunda es su vegetación, creciendo su cabeza en la va- 
gina sin adherirse al útero. La primera es fácil de curar en sus prin- 
cipios; pero siendo inveterada, presenta mas dificultad, y general- 
mente hay mas esperanzas si no sostienen la enfermedad el virus sifi- 
lítico ó algún carcinoma. ( V. el artículo hongo en la Cirugía. ) 

3. Leucorrea sifilítica. Es la que resulta del contagio venéreo; 
y por consiguiente se cura con los mercuriales. ( V. enfermedades 

VENÉREAS. ) 

4. Leucorrea cancrosa. Se distingue por las señales que anun- 
cian la existencia de un cancro del útero, y es como él las mas veces 
incurable. ( V. cancro. ) 

5. Leucorrea americana. Tiene los mismos principios que la 
astenia americana. Se cura con los baños frios , los astringentes y tó- 
nicos, como el azafrán de Marte. 

6. Leucorrea indiana. Es endémica en la isla de Borbon 6 de 
jMascareñas , y se atribuye al uso continuo de los baños aun en tiem- 
po de la menstruación, y al continuo riego de sus casas: regular- 
mente no padecen esta enfermedad las vírgenes y las casadas que son 
estériles. 

7. Leucorrea escirros a. Es la que resulta de una dureza escir- 
rosa del útero, y en las que menstruan aparece en los intervalos de 
su menstruación: algunas veces produce una menstruación vaga en 
las de edad avanzada, y muy abundante en las jóvenes, que se lla- 
ma sangre lluvia. Se anuncia con las señales de la clorosis , y se cu- 
ra con sus mismos remedios , añadiendo el uso de la cicuta quando es- 
tá bien reconocido el escirro del útero. 

8. Leucorrea de las preñadas. Así se llama el fluxo del humor 
contenido en el amnios,ya sea repentinamente, ya con lentitud, por 



FLU 203 

qualquiera causa externa , de donde se sigue el aborto ó un parto di- 
fícil y peligroso: para evitar este inconveniente los Comadrones bar- 
nizan con manteca fresca todas aquellas vias (V. los artículos abor- 
to y parto.) ; pero si la leucorrea proviniese de las glándulas del úte- 
ro , por su debilidad ó por la mala constitución de la paciente, no 
son tanto de temer ni el aborto ni el parto laborioso , y pueden evi- 
tarse con el uso de los corroborantes y astringentes. 

Género xxx. Gonorrea , propiamente blenorragia; 
purgaciones. 

Los autores han hecho mención de esta enfermedad baxo los di- 
versos nombres de gonorrea virulenta , gonorrea maligna, gonor- 
rea venérea , aunque esta voz por sí sola no indique mas que el Jlu- 
xo de semen', pero aunque esta significación impropia sea capaz de 
inducir á error en quanto á la naturaleza y curación del mal , la con- 
servaremos en la exposición de este género; entendiendo por ella 
el fiuxo de un material puriforme por el orificio de la uretra 6 
del prepucio en los hombres, y por el de la vagina en las muge- 
res, con ardor 6 escozor, dolor punzante y quemante, principal- 
mente al orinar, producido por la acción del vicio sifilítico 6 de 
qualquier otro agente irritante aplicado d estas partes. La di- 
versidad de estas causas es generalmente la que constituye sus dife- 
rentes especies. 

Estos síntomas, también con arreglo al principio de la enferme- 
dad, varían en quanto á su violencia, extensión y progresos. En al- 
gunas personas se hinchan las glándulas inguinales , se ponen dolori- 
das , y sobreviene una calentura sintomática : en otras la hinchazón 
ocupa todo el miembro, y se perciben al tacto varias durezas nudo- 
sas en todo el canal de la uretra : algunos sienten al mismo tiempo 
una tensión dolorosa en los cordones espermáticos y en los testes, 
disminuyéndose algún tanto el fluxo: en otros la inflamación alcan- 
za hasta el perineo, con una titilación incómoda hácia el cuello de la 
vexiga, mucho dolor al expeler la orina, y un continuo pujo á eva- 
cuarla : las excreciones entonces son freqiientes , y suele sobrevenir 
la disuria : muchos arrojan filamentos de sangre ó sangre pura por 
la uretra , y aparecen señales evidentes de la ulceración de la uretra: 
en una palabra, los síntomas varían y se acrecientan según que el es- 
tímulo se propaga mas ó ménos á las partes inmediatas. 

Por este orden duran los síntomas una, dos ó tres semanas, y al 
cabo de este tiempo comienza poco A poco á disminuirse, adquirien- 
do el humor mas consistencia hasta desaparecer enteramente : en otros 
casos, que son los mas freqiientes, la inflamación va desapareciendo 
por grados; pero el fluxo subsiste todavía por algunas semanas ó me- 



ao4 FLU 

ses y aun años, resultando de aquí la gonorrea llamada benigna 6 
habitual. Á veces también se disipan poco á poco los síntomas in- 
flamatorios, quedando una úlcera de la -uretra, que mantiene el flu- 
xo de un humor purulento y sanioso , y es la causa de la infección 
general: en fin otras veces, por la misma enfermedad ó por el mal 
método curativo , queda una estrechez, callosidad ó protuberancia de 
la uretra , y no son raros los exemplares de haber sobrevenido sorde- 
ra, oftalmías violentas é infección de toda la constitución aun sin el 
caso de úlcera. 

El foco principal de la gonorrea ó blenorragia es la fosa navicular 
en los conductos excretorios de una ó de dos glándulas mucosas , lla- 
madas lagunas mucosas de Morgagni^ según la han demostrado los 
experimentos y la inspección Anatómica : su causa es el virus vené- 
reo ó qualquier otro agente irritante ó estimulante, que, aplicado á 
la superficie de la membrana mucosa ó á los orificios de las glándulas 
mucosas , las irrita , aumenta su secreción , y altera al mismo tiempo 
la consistencia y el color del fluido segregado, produciendo una in- 
flamación local. Las causas predisponentes son el abuso de los licores 
espirituosos y de substancias estimulantes, el exceso de los placeres 
venéreos &c. 

Podemos deducir de las exactas observaciones del célebre Swe- 
diaur las siguientes proposiciones como otros tantos principios incon- 
testables sobre las enfermedades de este género: i. a la blenorragia es 
una enfermedad local, que rara vez afecta todo el sistema: 2. a es un 
error creer que el fluxo provenga de una úlcera de la uretra , pues 
esta solo se forma en algunos casos , y siempre después de unos sín- 
tomas inflamatorios muy violentos: 3. a el material del fluxo, aunque 
purulento en la apariencia , no es verdadero pus , y ménos un semen 
corrompido , sino solo el moco natural segregado en mayor canti- 
dad que en el estado natural , y alterado en su color y consisten- 
cia : 4. a el estímulo que produce la blenorragia no siempre es el vi- 
rus sifilítico ; puede producirla qualquier otro agente irritante. 

El pronóstico de esta enfermedad es favorable quando los sínto- 
mas de la irritación no son muy violentos ni duraderos; y adverso 
quanto mas fuertes son estos , y mas se propagan por la uretra y las 
demás partes ; pero es muy difícil y al mismo tiempo muy intere- 
sante el decidir quánto tiempo conservará el fluxo el carácter con- 
tagioso , y por lo mismo es mas acertado asegurar que toda comu- 
nicación es expuesta miéntras dure todavía el mas leve vestigio del 
fluxo. 

En las mugeres se diferencia esta enfermedad por ser los sínto- 
mas menos violentos , á veces levísimos, y por esta razón sin graves 
conseqüencias: ni existe en la cavidad de la uretra, como algunos han 
creído, sino en el clitoris, al rededor del orificio de la ureira, en las 



FLU 20$ 

ninfas, en la cavidad de la vagina , ó mas abaxo hacia la comisura in- 
ferior de los grandes labios. 

Para establecer el método curativo debe examinarse: i.° si la en- 
fermedad trae su origen de una blenorragia precedente , ó si es una 
simple relaxacion de los vasos de la superficie secretoria de la uretra 
o de la vagina , ó si la acompaña escoriación ó úlcera : 2. 0 si la enfer- 
medad es puramente local: si está acompañada de los síntomas 
de una infección venérea en "todo el sistema. 

Quando el mal es puramente local puede curarse con los tópi- 
cos astringentes, ó con el uso interior de los corroborantes y balsá- 
micos después de calmados los síntomas de irritación. El mejor tópi- 
co es una disolución saturada de óxido de cobre en amoniaco, mez- 
clando algunas gotas de este con una onza de agua, é inyectándose 
con ella seis ó siete veces al dia, ó siempre que orine el enfermo: 
también es útil para inyección nuestro colirio de Fernandez. 

Si la enfermedad es universal, es necesario ademas recurrir al 
mercurio, usando en seguida dos ó tres veces al dia una inyección 
de una disolución del muriate oxigenado de mercurio y de oxide 
de plomo en vinagre diluido con suficiente cantidad de agua. 

En la blenorragia ó gonorrea reciente deben administrarse las in- 
yecciones tibias ; pero en las blenorragias ó gonorreas inveteradas no 
es necesario esta precaución. En estas se han prescrito, á mas de las 
inyecciones tónicas , las de otras sumamente estípticas, ó del aceyte 
de trementina: se ha aplicado exteriormente un vtxigatorio al para- 
ge afecto ; se ha inyectado con una tintura de la fsychotria emética t 
y aun se ha empleado felizmente en algunos casos una ligera conmo- 
ción eléctrica al través de la uretra. También han sido útiles alguna 
vez los baños frios generales ó locales de agua pura ó mezclada con 
aguardiente. En el principio de las gonorreas son útilísimas las inyec- 
ciones de la disolución de opio y goma arábiga en agua destilada , 6 
de alcanfor disuelto en aceyte común. 

Entre los remedios internos se cuentan los mercuriales , los balsá- 
micos, la emulsión arábiga de Fuller, los corroborantes &c. Mas sin 
duda es imposible enumerar aquí con exactitud todos los medicamen- 
tos, puesto que en las gonorreas habituales la variedad de causas, ca- 
paces de sostenerla, exige muy diferentes auxilios. Debe consultarse 
con particular atención la obra de Swediaur , la mas completa y re- 
comendable que conocemos , sobre las enfermedades venéreas , y de 
Ja qual hemos extractado esta doctrina. De este género hemos for- 
mado once especies, añadiendo á las que trae Sauvages algunas que 
hemos tomado de la división de Swediaur. 

1. Gonorrea simple. Esta especie no está acompañada de sínto- 
mas de irriracion : es por lo común benigna , y muchas veces habi- 
tual : á ella se reduce el fluxo preternatural ó habitual de verdadero 



206 



FLU 



semen , del humor de las vexiguillas seminales 6 del moco de la pros- 
tata, regularmente sin sensación agradable de resultas de la mastur- 
bación , del continuo exercicio á caballo &c. Su curación queda ya 
indicada en el género. 

2. Gonorrea libidinosa. Puede considerarse esta como una va- 
riedad de la anterior , pues solo se distingue por la falta de erección, 
y sobreviene, aun fuera del sueño, con sensación voluptuosa. 

3. Gonorrea oneirogonos. Igualmente es esta especie una varie- 
dad , cuyo carácter consiste únicamente en verificarse la eyaculacion 
de semen involuntaria en los sueños voluptuosos. El hábito abomina- 
ble de la masturbación da por lo común fomento á esta enfermedad; 
debe leerse cuidadosamente el Tratado del onanismo por Tissot. 

4. Gonorrea sifilítica. Es la que produce el virus sifilítico, ya 
comunicado por el coito con una persona infestada , ya aplicado por 
un contacto qualquiera, ó depositado de la masa de los humores en la 
uretra por las vias de la circulación: exige, ademas de los remedios 
generales, el uso del mercurio interiormente, y aun en fricciones al 
rafe, al perineo ó á las glándulas inguinales. Se llama gonorrea seca 
quando la irritación es tan fuerte , que la superficie interna y el ori- 
ficio de las glándulas, que la entapizan, no segregan nada. No se 
puede determinar el tiempo que tarda en manifestarse el mal después 
del contagio, pues depende de la actividad de este y disposición del 
sugeto. 

5. Gonorrea espuria. Se observa esta especie quando el virus si- 
filítico > ocupando la corona de la glande, excita en ella una secre- 
ción abundante de moco puriforme. Son muy útiles en este caso los 
lavatorios con una disolución del sublimado corrosivo. 

6. Gonorrea del batano. Se distingue por no ocasionarla el vi- 
rus venéreo, sino solo la degeneración del humor que vierten las 
glándulas sebáceas de la glande: suele escoriar y aun ulcerar toda es- 
ta parte si se abandona; pero se corrige fácilmente con los lavato- 
rios del agua de vejeto- mineral , y la aplicación de hilas secas. 

7. Gonorrea leprosa. El vicio leproso y herpético ataca con 
freqüencia el sistema uterino , produciendo una verdadera gonorrea 
herpética ó leprosa, contagiosa por el coito: entonces es menester 
combatir el virus específico que la produce. 

8. Gonorrea artrítica, (de Swediaur) Proviene del humor ar- 
trítico, que á veces ataca la uretra. (V. artritis.) 

9. Gonorrea por substancias acres, (del mismo autor) Resul- 
ta del uso interior ó exterior de substancias capaces por su acrimonia 
ó propiedad estimulante de irritar determinadamente la uretra. 

10. Gonorrea de los niños. ( del mismo) Es la que se observa 
en algunos niños en la época de la dentición, por extenderse la irri- 
tación de la membrana mucosa de la boca hasta la de la uretra. 



FLU 207 

11. Gonorrea por un estímulo mecánico, (del mismo) Es efec- 
to de un esfuerzo violento en el coito , y tal vez de la masturbación. 

Genero xxxi. Dispermatismo. 

Es la eyaculacion lenta, difícil ó nula del licor espermátíco; y 
puede dimanar de diferentes vicios orgánicos, que expondremos en 
la enumeración de las especies. Por lo general es conseqüencia de la 
debilidad de las partes por el abuso de los placeres del amor; y los 
principales remedios son los analépticos, los fomentos aromáticos, el 
exercicio corporal, los tónicos y excitantes, agregando unas costum- 
bres mas arregladas , y oponiendo á la sensualidad la continencia. 
Este género consta de nueve especies. 

1. Dispermatismo de la uretra. El carácter de esta especie se 
deduce de las señales genéricas y del conocimiento del vicio de la 
uretra , que puede ser una hinchazón de su mismo texido , ó de sus 
glándulas , la existencia de varices ó de úlceras callosas , de cicatrices, 
de pliegues membranosos y bridas, ó una contracción de los vasos 
eyaculatorios. Muchos de estos vicios se conocen por la introducción 
del catéter ó de una candelilla , y por la inspección de la orina. Los 
mas se curan por medio de una operación quirúrgica , como la intxo- 
duccion de candelillas, de sondas de plomo &c. (V. candelillas.) 

2. Dispermatismo nudoso. Resulta de la formación de ciertas 
eminencias, semejantes á los ganglios, duras é indolentes, en los cuer- 
pos cavernosos; aunque en las erecciones fuertes suele sentirse algún 
dolor, pero no impiden el fluxo de la orina Se di: tinguen fácümtn- 
te en el estado de erección , y se curan con las embrocaciones repe- 
tidas y con los desobstruentes tópicos; y si su origen es venéreo, 
con el mercurio. 

3. Dispermatismo prepucial. La extremidad del prepucio pue- 
de tener el orificio tan estrecho por un vicio natural ó adquirido , que 
no solo impida descubrir la glande, sino también estorbe á la eya- 
culacion del semen: es necesario para curar este vicio recurrir á la 
circuncisión. 

4. Dispermatismo mucoso. Resulta de la excesiva cantidad y 
espesor del moco que barniza la uretra , y por lo común es conse- 
qüencia de una gonorrea habitual. (V. este artículo.) 

5. Dispermatismo hipertónico. Depende algunas veces de un 
exceso de vigor y tensión del miembro viril; como en el caso de un 
joven veneciano que cita Sauvages, el qual se curó con la dieta te- 
nue, algunas evacuaciones ligeras, y un método refrescante y hu- 
mectante. 

6. Dispermatismo epiléptico. Se ha observado alguna vez so- 
brevenir el dispermatismo á causa de un insulto epiléptico en el mis- 



208 



FLU 



mo acto venéreo. Sauvages refiere el caso de uno que le padecía , y 
se curo con los remedios generales, y guardando continencia por al- 
gún tiempo. 

7. Dispermatismo apractodes. Es la excreción demasiado tar- 
da del semen por debilidad de las partes de la generación. Hay dos 
variedades de esta especie: la una quando la emisión del semen se 
hace con lentitud , aun quando el miembro se mantenga en erección; 
y la otra quando esta es nula ó débil, ó cesa antes de completar el 
acto. Se cura con los tónicos; pero es muy difícil conseguirlo quan- 
do se manifiesta de resultas del vicio de la masturbación y en sugetos 
de edad avanzada. 

8. Dispermatismo seroso. Es la eyaculacion de un semen aquo- 
so é inepto para la generación: principio muy común de esterilidad 
ó de impotencia: sus causas son las mismas que en la anterior, y su 
pronóstico y curación semejantes. 

9. Dispermatismo refluente. Aspermatismo. Es un refluxo del 
semen de la uretra á la vexiga ó á las vexiguillas seminales; de suer- 
te, que no expeliéndose nada en el acto venéreo, se arroja des- 
pués con la orina: sobreviene por hallar una resistencia en el veru- 
montano, como unos escirros, carúnculas &c. ; efectos todos de go- 
norreas inveteradas ó mal curadas. Deidier refiere la historia de un 
sugeto enfermo de cálculos de la vexiga, el qual padecía una fístula» 
que desde las vexiguillas seminales comunicaba con el recto , por 
donde se verificaba la emisión del semen. 

Género xxxii. Graldctirrea. 

Es el fluxo lácteo espontáneo de los pezones , que depende unas 
veces de la abundancia de la leche, y otras de sola la relaxacion de 
sus órganos secretorios y excretorios ; por lo común es necesario pa- 
ra curar este fluxo mover otras evacuaciones, como de la orina, del 
vientre &c. : es muy útil el uso del arcano duplicado en dosis cor- 
tas, pero repetidas, con qualquier cocimiento aperitivo. Este géne- 
ro consta de ocho especies. 

1. G-alactirrea de las recien paridas. Sobreviene en estas por 
la abundancia de la leche , quando la criatura rehusa tomar el pecho, 
de donde resulta la hinchazón de los pechos, la inflamación y otros 
males. Se cura con el plan indicado y con la lactación. 

2. Galactirrea errónea. Es el fluxo de leche por otras vías di- 
versas de las destinadas á su excreción, como por la boca en forma 
de saliva, por el ombligo, por la cutis de los pechos semejante al su- 
dor, por las vías de la orina, por los ojos, constituyendo una epi- 
fora láctea , por una sajadura en el fémur, por la cisura de una ve- 
na y otros parages, según puede verse en los autores. 



FLU 209 

3. Galactirrea Varonil. Se leen muchas historias de hombres 
que por los pechos vertian leche pura , á veces por mucho tiempo, 
haciendo el oficio de nodrizas; casi todos los recien nacidos vierten 
de los pechos un suero blanquecino parecido á la leche. 

4. Galactirrea purulenta. En esta especie sale la leche mez- 
clada con pus, y proviene de la ulceración de los orificios lácteos ú 
otra afección semejante: las especies 5. a , 6. a y 7. a , que Sauvages cita 
de la galactirrea negra, lútea y verde , deben considerarse como 
variedades, dependientes solo de una diferencia accidental. 

8. Galactirrea serosa. Es la excreción abundante de una le- 
che aquosa, que se observa en las preñadas quando se les muere la 
criatura en el útero, aplanándose al mismo tiempo los pechos: en 
algunas nodrizas resulta esta enfermedad de su mala constitución; y 
se corrige con los buenos alimentos y el plan tónico. 

Género xxiii. Otorrea ; Jluxo de los oidos. 

Es un fluxo por lo común seroso , purulento y fétido de la ca- 
vidad de la oreja, y á veces de su ámbito ó de la parte posterior; 
pueden producirle , ó ciertas lesiones del oido interno , como una su- 
puración, ó una alteración particular de las glándulas que segregan 
el cerumen , ó una mala constitución sostenida por algún virus par- 
ticular: en el primer caso se cura con las inyecciones detergentes, y 
en el segundo se debe corregir el virus específico con los remedios 
acomodados á su naturaleza. Este género consta de tres especies. 

x. Otorrea serosa. Es la humedad que en los muchachos caco- 
químicos fluye de las criptas situadas en la inmediación de la oreja; 
su repercusión puede producir mayores males, como la oftalmía ó la 
transmutación al oido interno: alguna vez ha resultado de una con- 
tusión ; los mejores remedios son los analépticos , los corroborantes 
y los purgantes. 

2. Otorrea purulenta. Es la que proviene de la otalgia infla- 
matoria , de una supuración de la parótida, ó de una cefalalgia. 
( V. los artículos otalgia^ otitis.) 

3. Otorrea menstrua. Sauvages refiere el caso de un hombre que 
todos los meses padecía un fluxo por el oido de un humor azafrana- 
do y algo fétido; pero esta historia particular no puede darnos ideas 
exactas sobre el carácter particular de semejante fluxo; tal vez se 
originaria de la supresión de otra evacuación periódica. 

Orden quarto. Fluxos aéreos. 



Consiste su carácter en la expulsión preternatural de flato 6 de 
ayre por diversas vias de nuestro cuerpo; las mas veces con algún 

TOMO IV. DD 



aio FLU 

ruido y con ímpetu. Parece que su causa inmediata es el desprendi- 
miento de varios gases de los humores ó substancias contenidas en 
las cavidades, y es preciso suponer, para que se verifique, cierta re- 
laxacion de las partes continentes, mala elaboración de aquellas 
substancias, ó una degeneración particular. Así los flatos que se ex- 
pelen de primeras vias traen casi siempre su origen de la dispepsia. 
Para curar estos males son muy á propósito los éteres y los aromá- 
ticos que evaporan una porción del calórico, los antiespasmódicos y 
los corroborantes. También son útilísimas las bebidas heladas por 
quanto el frió reduce al ayre á menos volumen, é impide su enrare- 
cimiento. 

Género xxxiv. Flatulencia. 

La flatulencia consiste en la distensión del estómago, que sobre- 
viene poco después de haber comido, y se produce por la explosión 
del ayre que contienen los alimentos. Este fenómeno depende de la 
calidad de ciertos alimentos, que dan mas ayre que otros, ó que es- 
tan dispuestos á la fermentación; pero las mas veces es efecto de un 
vicio del mismo estómago, que permite este desprendimiento de ga- 
ses : si el ayre se desliza en gran porción, una parte se dirige hacia la 
boca superior del estómago, y produce un regüeldo; no solo se nota 
la flatulencia como síntoma de la dispepsia, sino también se advierte 
en las enfermedades agudas y pútridas. Las causas principales de la 
flatulencia, á mas de la debilidad de los órganos de primeras vias, 
son los movimientos espasmódicos de estas partes, los errores dieté- 
ticos que han originado las crudezas y los espasmos , la falta de la 
cólera y la obstrucción del vientre: algunas veces la acompaña la pi- 
rosis (y. flatulencia.) ; se cura con los antiespasmódicos , corro- 
borantes, aromáticos, combinados como la tintura de quina mezcla- 
da con el espíritu de canela , el licor anodino mineral y el xarabe 
de cidra y otras composiciones de esta especie , en que se pueden 
mezclar los corroborantes, antiespasmódicos y carminantes. ( V. es- 
tos artículos.) Este género consta de siete especies. 

1. Flatulencia acida. Proviene de la crudeza ácida de los ali- 
mentos vegetales mal digeridos: conviene para curarla usar de subs- 
tancias animales, de los purgantes absorventes, como la magnesia, y 
de los tónicos. 

2. Flatulencia nidorosa. Los eructos en esta especie tienen el 
olor y sabor de huevos podridos; sus síntomas son la inapetencia, 
náusea, cardialgía y el sarro blanquecino de la lengua: resulta de la 
indigestión de los alimentos de substancias animales; son muy útiles 
en su curación los eméticos, la miel y los purgantes subácidos antes 
de administrar los tónicos. 

3. Flatulencia hipocondriaca ; flato. Es síntoma de la hipo- 



FLU 211 

condría y del histerismo. (Véanse estos dos artículos.) 

4. rlatulencia accidental. Es la que depende de ciertas causas 
accidentales y pasageras, como de los alimentos fermentantes, de 
ciertas legumbres &c. Se cura con los carminantes, como el te y el 
café, el agua de torongil &c. 

<j. rlatulencia infantil. Es la que se advierte en los niños por 
la acescencia de la leche: se cura con el xarabe de chicorias con rui- 
barbo, ó el agua emetízada, entonando el estómago con el agua de 
yerbabuena. 

^ 6. Flatulencia loquial. Sobreviene en las preñadas y en las re- 
cién paridas , por la alteración que en ambos estados experimentan 
los órganos de la digestión; por lo común se disipa por sí misma. 

7. Flatulencia convulsiva. Es la que guarda un período cons- 
tante , y proviene de una convulsión del estómago, ó de los intesti- 
nos. Se cura con los antiespasmódicos. 

Género xxxv. Edopsofia. 

Es la emisión de ayre por las partes de la generación , con ruido, 
común en ambos sexos, y dependiente del desprendimiento del ayre 
por varias alteraciones de aquellas partes. Para su curación véanse 
las especies siguientes: 

1. Edopsjia de la uretra. Se ha visto expeler ayre de la ure- 
tra á algunos que padecían una perforación del recto y de la vexiga 
por una úlcera: esta especie casi es incurable. Zacuto observó á un 
sugeto que arrojaba por el pene ayre en el acto venéreo, y dice se 
curó con el uso de catárticos, sudoríficos y baños caseros: también 
HofTman cita el caso de una edopsofia de la uretra que sobrevenía 
en el coito , saliendo el ayre juntamente con el semen. 

2. Edopsofia uterina.. Se nota esta especie en ciertas mugeres 
quando sufren alguna compresión en el vientre, ó al dobiar el cuer- 
po, y suele provenir de la procidencia de la vagina. Bianchi hace 
mención de otra que en el rapto de unos zelos ó de una ira vehemen- 
te padecía esta enfermedad. 

Género xxxvi. Disodia j hedor. 

Es una exhalación de vapores fétidos del cuerpo , que proviene 
de las narices, de la boca, del estómago, de los sobacos, de los pies, 
de la vulva ó de las íi¡gles. Las diferentes degeneraciones que puede 
padecer cada uno de nuestros humores son específicas , y por lo 
mismo el olor del sudor de los pies se distingue absolutamente del 
de los sobacos , del de las ingles &c. Por lo común son síntomas de 
otras enfermedades, y á veces dependen de una lesión de las partes 



212 



FLU 



sólidas; por consiguiente para establecer su curación es necesario 
desde luego indagar estas causas primarias. 

1. Disodia ozena. Es el hedor de las narices acompañado de 
un flnxo de humor icoroso pútrido por una úlcera existente en la 
membrana pituitaria, la qual puede ser producida, destar sostenida 
por un virus canceroso sifilítico ó escorbútico, llegando á producir 
la caries de los senos frontales y maxilares, y aun á ser con el tiem- 
po peligrosa. Su curación depende de la de la úlcera por medio de 
inyecciones detergentes , y de la corrección del virus específico. 

2. Disodia de los chatos. Es el hedor de las narices por su es- 
trechez , que hace se estanque el moco , y padezca una degeneración 
pútrida. La estrechez de las narices puede provenir de su mala con- 
formación, de un pólipo, de un sarcoma, ó de ser el moco mas es- 
peso de lo regular. En el primer caso es incurable, y solo puede 
mitigarse , sorbiendo todos los dias por las narices qualquiera agua 
de olor tibia ú otras substancias olorosas; en el último convienen las 
inyecciones y lavatorios de agua de malvas y el uso del tabaco de 
polvo; quando proviene de un pólipo ó de un sarcoma exige el au- 
xilio de la Cirugía. ( V. sus respectivos artículos.) 

3. Disodia estomática j hedor del aliento. Es la que proviene 
de la caries de los dientes, del escorbuto, ó de las úlceras simples, 
gangrenosas ó sifilíticas de la garganta. Para curarla es necesario des- 
truir estas causas, según se expone en sus correspondientes artículos. 

4. Disodia estomacal. Es la que proviene de una indigestión. 
{V. el género flatulencia.) 

5. Disodia pulmonar. En esta especie el hedor trae su origen 
de los pulmones, y se observa en la tisis y en la anacatarsis. (Véanse 
estos artículos.) 

6. Disodia por otorrea. Es el mal olor que resulta del flux© 
seroso ó purulento de los oidos. (V. otorrea.) 

7. Disodia por tina. Es la que proviene no solo de la tiña, 
sino de qualquier otra erupción ó enfermedad cutánea de la cabeza; 
y debe curarse según la enfermedad primitiva que la produce. 

8. Disodia de los sobacos. Es un olor específico, acre, propio 
de los trabajadores, y dependiente por lo común del mucho sudor 
y del desaseo: no debe comprehenderse entre las enfermedades, 
puesto que en nada perjudica á su salud. 

9. Disodia hircina j olor chotuno. Es el que naturalmente se 
exhala en las partes genitales; y por lo mismo debe también excluir- 
se esta especie del número de las enfermedades. 

10. Disodia urinosa. Resulta del derrame de orina en las ro- 
pas, y de su degeneración en los que padecen una incontinencia de 
orina. (V. enuresis.) 

11. Disodia de los pes j mal olor de pies. Es el que exhalan 



FOM 213 

los pies con el sudor, ocasionado particularmente por el desaseo; no 
conviene cortar esta excreción con remedios astringentes ú otros se- 
mejantes ; pero puede moderarse con los pediluvios de infusiones aro- 
máticas. [V. la erudita disertación de Puckner sobre esta materia.) 

FOLÍCULO. (Cir.) El folículo es un saco ó kiste semejante á 
una membrana que encierra la materia de los abscesos impropios 6 
enkistados , tales como el esteatoma , el ateroma y el meliceris. 
(V. estas voces y el artículo kiste.) 

FOMENTACION. (Mat. Míd. externa) * La fcmentacion 
es una especie de epítema caracterizada por la circunstancia de apli- 
carse caliente, la qual es líquida ó seca; la primera se compone de 
los cocimientos ó infusiones de diversas partes de los vegetales; tam- 
bién se hace alguna vez con el vino , el oxícrato, la leche tibia , los 
aceytes sacados por expresión, el aguardiente, la orina &c. 

Todo el mundo sabe que la mayor parte de los medicamentos 
externos se pueden aplicar baxo la forma de fomentos: así es que se 
pueden hacer emolientes, resolutivos, fortificantes , estupefacientes 
&c. , usándose con bastante freqüencia en su curación para los afec- 
tos externos ; y aunque se desprecian en las enfermedades internas, 
sin embargo se usan algunas veces en la inflamación del vientre y en 
la retención de orina &c. Los fomentos aplicados en el vientre en 
las heridas penetrantes de esta parte , ó después de las operaciones 
quirúrgicas executadas en las visceras contenidas en dicha cavidad, 
como la de la talla, la reducción de las hernias &c, están destinados 
para precaver las afecciones internas. La fomentación mas puesta en 
uso en este caso se compone de aceyte rosado y vino. 

El método de aplicar los fomentos líquidos consiste en empapar 
lienzos ó paños , y aplicarlos suavemente sobre la parte. Las fomen- 
taciones secas, que son muy poco usadas, se conocen mas bien baxo 
la denominación de epítema seca , y mas aun baxo aquellas que lle- 
van las especies particulares de epítemas (V. epítema.) *. 

Á este artículo pertenecen las fomentaciones , colirios , baños 
y lociones. La fomentación ó epitima fluida; es un medicamento 
externo líquido que se aplica á varias partes del cuerpo empapado 
en lienzos, bayetas ó franelas. Á la fomentación le pertenece mejor 
que á ninguna de sus especies el nombre de aposito. Para poder or- 
denar y recetar bien la fomentación, se debe tener presente: i.° que 
todos los remedios fluidos, y con especialidad el agua simple, las 
destiladas, las infusiones, los cocimientos, la leche, el vino, vinagre 
y espíritu de vino son proporcionados para esta composición : 2. 0 
que se pueden admitir para el mismo fin sin adición de correctivo 
las cosas de sabor, olor y color ingrato, siempre que tengan virtud 
medicinal : que quando se quiera alterar y remediar las afeccio- 
nes de las entrañas y partes colocadas en parages profundos , y se 



2i4 FOR 

ponen las epítemas en los sitios inmediatos á ellas, se les deben echar 
y preferirse los medicamentos tenues, volátiles y penetrantes: 4. 0 que 
se debe tener presente quando se ordenan como tópicos por fomen- 
taciones las plantas narcóticas, los remedios heroycos, los mercuria- 
les y saturninos , ó remedios sacados del plomo , respecto á que toda 
la superficie del cuerpo consta de vasos vibulos y absorbentes. La 
dosis general de los apositos varía según la parre á que se aplican; 
la proporción mutua de los ingredientes de las fomentaciones se ha 
de limitar á las indicaciones y á ta virtud conocida de los remedios 
que la componen ; y por último, aunque ios vehículos de las fomen- 
taciones son los lienzos ó bayetas , en algunas ocasiones se echa ma- 
no de una vexiga, en la que se introduce la fomentación: por este 
medio se impide la disipación del licor, y se conserva por mas tiem- 
po el calor; pero se debe tener cuidado que no se comprima dema- 
siado á las partes , ni las moleste , principalmente en las enfermeda- 
des doloríficas. 

FONTANELA (Anat.) Fontanella , fons pulsatilis , fonti- 
citla. Se llama así la grande abertura que se halla en el feto en for- 
ma de un rombo , situada entre el coronal y los parietales en el cen- 
tro de la cruz , que forman las suturas sagital y transversal. Como 
en este sitio se halla tapada la abertura , ó con una membrana ó con 
una substancia cartilaginosa en los niños recien nacidos, se sienten en 
esta misma parte, quando se aplica la mano, los latidos de las arte- 
rias de la dura-mater y el cerebro. La fontanela se va borrando 
poco á poco, y con el tiempo queda esta abertura perfectamente 
osificada. 

FORESTO. (Pedro) ( Biog.) Médico sabio, nació en Alemania 
en 1522, de una familia noble. Estudió y practicó la Medicina en 
Francia, Italia y en los Países Baxos, donde murió el año 1597. ^ a 
dexado varias obras de Medicina impresas en seis volúmenes en 8.° 
Francfort 1623 , junto con otros varios escritos muy estimados en su 
tiempo. D. H. 

FORMULA. (Terap.) Es lo mismo que receta (V. este artícu- 
7o.); y así usamos indiferentetmnte de la palabra fórmula como la de 
receta , así como decimos formulario lo mismo que recetario , que 
una y otra palabra son sinónimas y también la de Farmacopea. 
(V. este artículo.) 

FORTIFICANTES, (remedios) {Mat. Méd.) Se llaman así 
todos ios medicamentos que pueden aumentar las fuerzas de la vida 
fortaleciendo la economía animal , lo que se consigue con los ana- 
lépticos , corroborantes, tónicos &c. ( V. to ios estos artículos.) 

FORÚNCULO ó DIVIESO. {Cir.) Se llama así á un tumor 
de carácter inflamatorio , duro , de bastante extensión , aunque cir- 
cunscrito, con bastante calor y muy doloroso, principalmente quan- 



FOS 215 

do se va á supurar; se eleva en punta, y su volumen no suele exce- 
der del tamaño de un huevo. Este tumor se forma en diferentes par- 
tes del cuerpo en uno ó en varios puntos á la vez. Se ha tenido al 
divieso como el producto de un trabajo de la naturaleza para des- 
cartarse de un humor extraño que pudiese causar una enfermedad 
peligrosa; pero sin embargo vemos con freqüencia que á las perso- 
nas sanas les salen forúnculos. Estos suelen presentarse con freqüen- 
cia después de una grande enfermedad , al fin délas viruelas &c; de 
donde se ha creido producir una depuración de los humores, loque 
no es muy violento en creer. La curación del forúnculo ó divieso 
consiste en apaciguar los dolores y disminuir la tensión inflamatoria; 
lo primero se consigue con las cataplasmas y otros apositos anodinos 
y emolientes, y el uso interior de algún ligero calmante ó demul- 
cente; lo segundo con los mismos tópicos, la dieta y las sangrías si 
la inflamación lo exige. Después se tratará de acelerar la supuración 
con los medios propios para ello. (V. supuración y supurantes.) 
Por lo regular se abren varios agujeros después de supurado por don- 
de sale un humor sanioso que se procura limpiar; después se forma 
una especie de escara, que el vulgo llama la raiz , que desprendién- 
dose esta suele quedar una úlcera simple qne se curará como tal ; otra 
porción del tumor se va resolviendo insensiblemente , que es la que 
forma la areola ó circunferencia del forúnculo: por lo regular lo 
hace espontáneamente; pero si se quiere se pueden poner algunas 
compresas empapadas en algún resolutivo fortificante , como el vino 
ó aguardiente &c. 

FOSA. (Anat.) Es una de las cavidades que hay en los huesos. 

(V. HUE^O.) 

FOSFATE. Se da este nombre á la combinación del ácido fos- 
fórico con las tierras y los álcalis. (V. fósforo.) Estas sales no tie- 
nen ningún uso en la Materia Médica, y su exposición pertenece 
excluMvamente á la Química. 

FOSFORO. (Mat. Méd.) Se llama así un cuerpo simple que no 
se ha podido descomponer aun, que tiene mucha analogía con el 
azufre; la naturaleza no le presenta jamas aislado, pero sí combinado 
con el oxígeno y la cal en los huesos de los animales, ó como mi- 
neralizador de algunos metales, hallándose también en muchas subs- 
tancias vegetales; es sin duda la substancia mas combustible de la 
naturaleza; tiene un olor particular desagradable; pesa dos veces 
mas que el agua; su color es amarillo naranjado semitransparente; 
algui is veces está cristalizado en laminitas; es fusible á los veinte y 
ocio givdns de calor; es luminoso en la obscuridad Si se conserva 
en agua tii.i 3 ia comunica un olor fétido, y se pone al mismo tiempo 
ácida, lo que prueba que arde en parte en el agua, y que absorve 
una porción ae oxígeno de la atmósfera contenida en ella: tiene una 



2l6 



FRA 



gran tendencia á combinarse con el oxigeno, y pasar al estado de. 
ácido. Expuesto al ayre libre, á la temperatura de diez y ocho i 
diez y nueve grados, absorve el oxígeno de la atmósfera, y forma 
el acido fosforoso , y ¿s lo que se llama combustión lenta. Si al 
contrario se le expone í un calor de veinte y ocho grados debaxo 
de una campana ó recipiente lleno de ayre, arde con mucha vivaci- 
dad, desprendiendo una luz y un calor considerable, que se con- 
vierte en un vapor blanco , que se condensa , y forma el ácido fosfó- 
rico. El fósforo se une también al hidrógeno, y forma el gas hi¿iro- 
geno fosforado. Este gas exhala un olor como de pescado podrido; 
se inflama espontáneamente, y se halla con abundancia en las letri- 
nas , en los cementerios y otras partes : quando se inflama en estos 
lugares, les llaman fuegos fatuos. En la Medicina no tiene uso 
hasta ahora: es muy útil para conocer la salubridad del ayre; pues 
si consiste, como creen en la cantidad de oxígeno, por el fósfo- 
ro se puede determinar exactamente. Si se desease una descripción 
mas circunstanciada, puede recurrirse á las obras de Química, á que 
con mas propiedad pertenece, pues aquí solo hemos indicado algu- 
nas generalidades. Sin embargo, algunos Prácticos investigadores han 
ensayado este cuerpo como medicamento, y han sacado por conse- 
qüencia que es un poderoso excitante y muy afrodisiaco; pero esta 
práctica no se ha generalizado, y puede ser muy arriesgada. 

FRACASTORIO. (Gerónimo) {B'og.) Nació en Verona por 
el año de 1483 con los dos labios tan pegados, que fué preciso si- 
parárselos con un bisturí. Dicen que en su niñez atravesó un rayo á 
su madre sin hacerle á él el menor daño , aunque le tenia en brazos. 
Sus progresos en las ciencias y bellas artes fuéron muy rápidos; pero 
á lo que se dedicó con mas esmero fué á la Poesía y Medicina. Que- 
riendo el Papa Pablo ni trasladar á Italia el Concilio de Trento , que 
estaba en Alemania, se sirvió de Fracastorio para persuadir á los 
Padres presagiando una epidemia ; y entonces fué quando se tras- 
ladó á Bolonia. Murió de apoplegía en Casi, cerca de Verona, el 
año de 1523 y á los setenta y un años de su vida; y seis años des- 
pués sus paisanos le elevaron una estatua. Fracastorio se correspon- 
día con los mayores literatos de su tiempo , y particularmente con 
el Cardenal Bembo. Se hacia muy apreciaba por las qualidades de 
su corazón; exento de ambición, contento con poco, tuvo una vida 
sana y risueña. Mas inclinado á alabar que á vituperar, trataba el 
amor propio de los otros. Hablaba poco: quando se hallaba en so- 
ciedad con sus amigos, su conversación era tan alegre como anima- 
da. En la Medicina se dedicaba á la curación de las enfermedades 
extraordinarias. Fracastorio es conocido principalmente por la ele- 
gancia con que escribía el latin: su Poema intitulado Siphylis sive 
de morbo gallico y obra por el gusto de las Qeórgicat de Virgilio , 



\ 



FRA 217 

lio es indigno del autor que ha imitado: su versificación es rica y 
armoniosa; sus imágenes vivas y sus pensamientos nobles. Aunque la 
materia es delicada, el autor la ha tratado de un modo muy decen- 
te ( Mr. Macquer y la Combe han dado en 1 753 , en 1 2. 0 , una Tra- 
ducción en trances con notas.): este poeta Médico nos ha dexado 
orras muchas obras: se ha hecho una compilación de todas ellas en 
Padua en 1735 en dos tomos en 4.° Las Poesías habían sido impresas 
separadamente en la misma ciudad en 17 18 en 8.° 

FRACTURA. (Cir.) * Es una solución de continuidad, 6 
una división hecha rápidamente en el hueso por la violencia de una 
causa qualquiera externa y contundente. Se llaman heridas de tor 
huesos las divisiones que se hacen en ellos por medio de un instru- 
mento cortante. Las fracturas son transversales, obliqüas ó longitu- 
dinales. Los Prácticos no admiten la fractura simple del hueso según 
su longitud; porque tampoco hay golpe alguno capaz por sí de hen- 
dir un hueso á lo largo, que no pueda romperle al través con mucha 
mas facilidad. Se encuentran sin embargo, en conseqiiencia de las he- 
ridas de armas de fuego, hendidos los huesos, según su longitud, 
hasta las articulaciones ; pero estos exemplos no prueban bastante la 
posibilidad de la fractura longitudinal simple. 

Casi todas las fracturas tienen figuras diferentes. Las transversa- 
les vienen á veces con desigualdad , ó bien los huesos se quiebran lim- 
piamente como un rábano. Alguna vez una de sus extremidades se 
rompe solamente de un golpe, y forma una especie de pico, que se 
parece al de una flauta. Las fracturas obliqüas son de dos clases: las 
unas son obliqüas en toda su extensión ; y las otras son transversales 
en algunas líneas, y después obliqüas en lo restante de su longitud. 
Hay también fracturas en las quales los huesos se quiebran por mu- 
chas partes, y no es posible determinar aquí todas sus diferentes fi- 
guras, que pueden variar sin duda hasta el infinito. Las fracturas se 
diferencian entre sí por la distancia de las piezas fracturadas: la se- 
paración es mas considerable en las unas que en las otras; ó bien se 
suelen desviar según su grueso: acontece freqüentemente esto mis- 
mo en el desorden transversal , en que los extremos son llevados en 
sentido contrario, sin dexar de tocarse por algunos puntos de las su- 
perficies de la fractura. 

Con relación á los accidentes se dividen las fracturas en simples, 
compuestas y complicadas. La fractura es simple quando no hay mas 
que un solo hueso roto, sin otro accidente contrario á la indicación 
curativa general, que consiste en la reunión de las partes divididas. 
La fractura es compuesta quando al mismo tiempo se encuentran dos 
ó tres huesos rotos , sin que por eso se advierta accidente alguno. 
La fractura complicada es aquella que viene acompañada de enfer- 
medades ó de accidentes, que multiplican las irdicaciones , y exigen 

TOMO IV. EE 



21$ 



FRA 



el que se empleen diferentes remedios , 6 que se hagan diversas ope- 
raciones para conseguir su curación, como son las dislocaciones, las 
heridas, los apostemas acompañados de calentura, de dolor, de con- 
vulsión &c. Entre estos accidentes hay algunos que piden socorros 
mas prontos que los de la fractura. Si la herida con que se complica 
la fractura viniese con hemorragia , seria necesario principiar dete- 
niendo la efusión de sangre , la qual constituye el accidente mas ur- 
gente. Quando se encuentra á un mismo tiempo fractura y dislocación , 
debe reducirse esta la primera , á ménos que la fractura se halle pró- 
xima á la articulación , ó haya una tumefacción considerable, y otras 
circunstancias que no lo permitan. Por poco inconveniente que halle- 
mos en estos casos para reducir primeramente la dislocación, se aten- 
derá antes á la fractura , porque nada se puede adelantar en la reduc- 
ción de una dislocación antigua. (V. dislocación.) 

Se distinguen también las fracturas en completas é incompletas. 
La fractura es completa quando el hueso está enteramente roto; y 
la incompleta es quando su continuidad se conserva aun en parte por 
medio de alguna porción huesosa, que no ha llegado á experimentar 
su división : esta fractura no se suele observar mas que en los huesos del 
cráneo , en los de las caderas y en los omoplatos. Sin embargo pue- 
de verificarse también en los huesos largos en los niños muy jóvenes 
ó raquíticos , ó en los adultos en los casos de heridas hechas por ar- 
mas de fuego , que pueden ofender el hueso. 

Los golpes, las caídas, los esfuerzos violentos, de qualquier na- 
turaleza que sean , son las causas mas comunes de las fracturas. Se 
llaman fracturas de causa interna las que suelen suceder por una 
causa muy ligera en razón de las disposiciones internas , que ponen 
los huesos muy frágiles; tales son la caries, el exóstose, la blandura, 
y otros estados preternaturales, que estriban en diferentes deprava- 
ciones de la linfa y de la sangre, como las viruelas, el escorbuto, el 
virus escrofuloso y el canceroso. 

Las señales de las fracturas son el dolor, la imposibilidad de mover 
el miembro, su mala configuración y la crepitación de las piezas frac- 
turadas. Todas estas señales, tomadas con separación, pueden ser equí- 
vocas; el dolor y la imposibilidad dicha , siendo efectos ordinarios de 
muchos males , nada dan á entender por sí mismos. La mala configu- 
ración del miembro es freqüentemente un vicio orgánico de la con- 
formación, y se sabe que hay también fracturas sin disformidad apa- 
rente. En fin los tumores enfisemáticos hacen que se perciba una es- 
pecie de crepitación quando se les comprime, que podría engañar á 
los que no fixasen en ellos una grande atención. Un Cirujano , que 
pregunta si la deformidad que percibía en un miembro confrontado 
con la parte sana es natural, muy poco puede engañarse á simple 
YÍsta en una fractura simple sin hinchazón; hay asimismo muy pocos 



FRA 219 

Casos en que esta pregunta no se tenga por ridicula. Si la mala confi- 
guración del miembro no fuese bastante manifiesta para distinguir que 
allí hay una fractura, se podrá reconocer por el tacto, sintiendo las 
desigualdades que forman las piezas de los huesos divididos. Es me- 
nester para este efecto que el enfermo se sujete á sufrir algo, por el 
rezelo de que , abandonado á sí mismo, el dolor no le permitiría des- 
pués hacer los movimientos, los que podrian serle muy perjudicia- 
les. Para reconocer mejor las desigualdades de las piezas fractura- 
das se elegirán los sitios en que el hueso roto se halle menos cubierto 
de carnes; y resbalando los dedos de un lado al otro, se distinguirá 
la una de las crestas ó de las superficies del hueso en toda su longitud. 
Se atenderá también, á fin de precaver los efectos de la sensibilidad, 
el no tocarlos mas que con mucha suavidad y circunspección en los 
sitios en que se percibe hay esquirlas ó puntas huesosas, y tumor ; por- 
que comprimiendo fuertemente las partes muy sensibles contra las 
puntas y divisiones de los huesos, se le haria sufrir infinito. La crepita- 
ción ó ruido que hacen los extremos de los huesos rotos, chocando el 
uno contra el otro quando se mueve el miembro, es una de las prin- 
cipales señales de la fractura. Para hacer con menos sensación dolo- 
rosa esta prueba, casi siempre inevitable, es indispensable mantener 
fixa la parte superior del miembro fracturado, á fin de que movien- 
do suavemente la parte inferior , ella pueda ocasionar una ligera cre- 
pitación: el Cirujano lo distingue por las vibraciones que el choque 
ó frotación de los huesos fracturados comunican á sus manos. 

El pronóstico de las fracturas se saca de su naturaleza, de las di- 
ferencias de sus síntomas , y los accidentes que las acompañan. Las 
fracturas obliqüas, aquellas que son en pico de flauta, aquellas en 
que hay muchas piezas separadas, son mas dañosas que las fractu- 
ras transversales , no solamente porque las puntas y los cortes de los 
huesos pueden herir las carnes, y en conseqüencia producir muchos 
accidentes , sino también porque son mas difíciles de mantenerlas 
exactamente reducidas. Los vicios internos, que acompañan á las 
fracturas, las constituyen mas perjudiciales, porque el xugo huesoso 
no tiene siempre las condiciones que se requieren para la formación 
del callo. (V. este artículo.) La mayor ó menor separación de las 
piezas huesosas, y los diferentes accidentes con que se complican las 
fracturas, hacen que la curación sea mas ó ménos fácil. 

La curación de las fracturas consiste primeramente en reducir los 
huesos fracturados á su situación natural ; en segundo lugar en man- 
tenerlos reducidos por medio de los aparatos convenientes, y por 
último en corregir los accidentes, y precaver aquellos que puedan 
acontecer. 

La dificultad de reducir las fracturas proviene solo de que los 
extremos del hueso no se toquen por los lados; es necesario pues, pa- 



220 



FRA 



ra quitar este inconveniente , el valemos de las extensiones suficien- 
tes. Su grado debe medirse según la extensión para la colocación , y 
según las fuerzas de los músculos, que tiran de los extremos del hue- 
so fracturado , y que los tienen separados. Las manos solas no son 
siempre suficientes para hacer las extensiones necesarias; es indispen- 
sable á veces el recurrir á los lazos aplicados con método. ( V. la- 
zos.) Hay ocasiones en que un solo ayudante hace al mismo tiempo 
las extensiones y contraextensiones: la fractura de la clavícula es un 
exemplo de esta verdad. 

La segunda indicación en la curación de las fracturas es el man- 
tener los huesos reducidos; lo que se consigue por medio del aposi- 
to y la buena situación. El aparato es diferente según la parte frac- 
turada y la especie de fractura. En las fracturas simples de los hue- 
sos grandes de las extremidades , que son el muslo y la pierna , el 
brazo y el antebrazo, se aplica desde luego sobre la parte una com- 
presa sencilla , hendida en dos ó quatro cabos. Esta compresa debe 
estar empapada en algún vehículo resolutivo , como lo es el aguar- 
diente alcanforado , no solamente para que produzca efecto el medi- 
camento, sino también á fin deque se aplique con mas exactitud so- 
bre la parte , sin formar pliegue alguno. En seguida se coge una ven- 
da arrollada en un globo y empapada en el mismo vehículo: se prin- 
cipia haciendo tres circulares iguales con ella sobre la parte fractura- 
da^ se continúa empleándola, dando vueltas sobre dicho sitio, vol- 
viendo á subir con la venda hasta la atadura de los músculos, que pue- 
den hacer mover la parte. Después de esta primera venda se aplica 
otra segunda, que tenga una longitud conveniente según para lo que 
sirva , con la que se forman desde luego dos circunvoluciones igua- 
les sobre el sitio de la fractura; se continúan estas hasta llegar á la 
parte inferior de la fractura, y se vuelve á subir á lo mas alto con 
dichas vueltas. Las diferentes circunvoluciones de venda no de- 
ben dexar á descubierto mas que una tercera parte del rodeo prece- 
dente, á fin de que se mantenga reducida con mas exactitud la frac- 
tura. El vendaje demasiado floxo no comprime nada; permite á los 
músculos la perniciosa facilidad de contraerse; el callo es disforme, 
y el miembro puede consolidarse en una dirección que no sea natu- 
ral: por otra parte el vendaje demasiado apretado, quando lo está 
con exceso , produce la gangrena ; y sin estar á punto de ocasionar 
este formidable accidente, puede sin embargo comprimir , y poner 
obstáculo á la libre circulación de los humores, y resultar la falta 
de nutrición y la atrofia. 

Aplicadas las dos primeras vendas, se colocan las compresas y 
lengüetas metódicamente. En la curación de la pierna fracturada 
algunos Prácticos ocupan la parte inferior , desde lo mas delgado de 
la pantorrilla hasta los maléolos, con la aplicación de una compresa 



FRA 



221 



graduada igual. Otros prefieren el dar mas grueso á la extremidad in- 
ferior de las lengüetas ; lo que se hace doblándolas á lo largo en to- 
do lo que se juzgue conveniente con un simple lienzo, antes de hacer 
los pliegues según su anchura, que determinan lo que se quiere dar 
á eada una de las compresas ó lengüetas. Se mantienen en seguida 
con una tercera venda, cuyas circunvoluciones pueden hacerse en 
circulares mas anchos para emplear toda la longitud de la venda. Se 
puede sostener todo este aposito entre dos gotieras de hoja de lata ó 
de cartón , atadas con unas cintas de hilo: en seguida se aplica la 
charpa para la extremidad superior, y los fanones en las fracturas 
de la extremidad inferior. (V. charpa * fanón.) Una ligera tu- 
mefacción , sin dolor ni rubor , que se distinga por encima y por de— 
baxo del vendaje, da á entender que este no se halla ni demasiado 
apretado, ni muy floxo. Luego que está ya puesto el aparato conve- 
niente, es necesario procurar toda la comodidad del fracturado, que 
es muy del caso, y que todo el mundo debe conocer fácilmente; 
aunque pocos Facultativos procuran indagaren los libros del arte de 
curar. En los primeros dias los enfermos es preciso que guarden ca- 
ma: entonces es necesario que se coloquen con la mayor comodi- 
dad posible en una dirección , que presente todos los músculos rela- 
xados, y sobre una almohada blanda: la pierna estará un poco le- 
vantada del lado del pi; para favorecer el regreso de la sangre, y se 
apoyará sobre un parage seguro y blando: se sostendrá en una al- 
mohada igual puesta sobre unos colchoncitos , que él mismo debe 
igualar bien: para este efecto la cama debe estar cubierta de col- 
chones solamente, sin que sean de pluma; y asimismo es bueno in- 
troducir entre el primero y el segundo una tabla, que ocupe desde 
el pie hasta mas arriba de las caderas ; pero como la precisión de es- 
tar siempre acostado hace que esta postura sea insoportable al cabo 
de mucho tiempo, se deb¿n tomar las precauciones necesarias para 
precaver esta incomodidad en quanto sea posible : se pondrá una 
cuerda, que baxe del cielo de la cama , y que venga á parar á la ma- 
no del enfermo: esta cuerda lesera muy útil para manejarse con fa- 
cilidad, y desempeñar sus diferentes necesidades. Se ata al pie de la 
cama una tabla, que debe estar firme , y sobre laque se manda cla- 
var un colchoncillo ó almohadas , que servirán al enfermo de punto 
de apoyo en el pie sano para levantarse en sus necesidades , ayuda- 
do de la cuerda , y para mudar la postura de tiempo en tiempo, 
quando se resbala hácia la parte inferior de la cama. Para evitar que 
se escorien las nalgas, aconseja Mr. Petit el que esté agujereado el 
primer colchón , á fin de poder pasar cómodamente una vacinilla 
entre el primero y segundo colchón quando el enfermo tenga ganas 
de executar sus necesidades: en este caso la sábana de abaxo debe 
estar partida, ó componerse de dos piezas, que se puedan separar 



222 



FRA 



para dicho acto en el sitio en que corresponden las nalgas: a pe- 
sar de esta precaución se verifica el que la rabadilla se escoria , y en- 
tonces es necesario registrarla á menudo, y fomentar esta parte con 
el agua vulneraria ó el aguardiente alcanforado para evitar el que re- 
sulte una gangrena: pero si se verifica, se remediará este accidente 
con la aplicación del ungüento estoraque &c. 

En las fracturas complicadas la necesidad de curar á menudo las 
heridas exigen grandes movimientos con el uso de los vendajes cir- 
culares; y estos movimientos constituirán un grande obstáculo pa- 
ra que se verifique la reunión del hueso, la que pide mucha quie- 
tud , tanta quanta se pueda procurar. En este caso se halla indicado 
el uso del vendaje de diez y ocho cabos. Esto conviene no solo en 
esta clase de fracturas de las piernas, sino también en todas las de las 
extremidades, siempre que sean complicadas, en las que debe servir, 
y asimismo en los casos en que no haya herida alguna. En las gran- 
des contusiones, por exemplo, quando no hay necesidad de hacer 
incisiones para dar salida á la sangre extravasada, se emplea al prin- 
cipio el vendaje de diez y ocho cabos, y después se echa mano de 
una venda circular. En estas circunstancias es en las que conviene le- 
vantar á menudo el aposito, contra lo que nos enseña la regla gene- 
ral, para observar lo que sucede en la fractura, y también con el 
objeto de apretar el vendaje á proporción que se resuelve la sangre, 
y que se deshincha la parte. 

Las fracturas, que vieien con herida, son mas o ménos perjudi- 
ciales según la naturaleza de esta y sus accidentes. Algunas veces la 
misma causa, que fractura el hueso, ocasiona la herida, como una 
rueda de coche, una bala, un casco de bomba &c. Los huesos mis- 
mos, que están quebrados, pueden herir las carnes y horadar el te- 
gumento : estas heridas están acompañadas de mas ó ménos contu- 
sión , y pueden complicarse con hemorragia , cuerpos extraños &c. 

Los antiguos echaban mano en estas especies de casos de un ven- 
daje abierto , que les permitia curar la herida sin tocar al resto del 
aparato. Según Pablo Egineta y Guido de Chauliac nos podemos 
servir de vendas arrolladas en la curación de las fracturas complica- 
das con soluciones externas, cuidando de no cubrir con las circun- 
voluciones de ellas las partes próximas á la herida: esta queda mani- 
fiesta y á descubierto á fin de poderla curar todos los dias , y apli- 
car los medicamentos convenientes, sin levantar las vendas, ni tocar 
á la fractura. Ambrosio Pareo desaprueba mucho esta clase de ven- 
daje : si la herida no está comprimida suficientemente, los humores 
acudirán allí, dice él, de las partes circunvecinas, que están apreta- 
das, y de aquí sobrevendrá después la inflamación y la gangrena. 
Marque, célebre Cirujano de París , ha escrito una Disertación muy 
sabia sobre Ios-inconvenientes que tiene el uso de este vendaje hendi- 



FRA 223 

do: hace mención de un precepto de Pareo, que quiere que se eche 
mano de una venda en dos ó tres dobleces á modo de compresa , que 
no forme masque una sola vuelta: esta compresa, tres veces dobla- 
da, está cortada para formar tres cabos á cada lado, y es como 
constituye nuestro vendaje de diez y ocho cabos, tan recomendado 
en la práctica: comprime con igualdad toda la parte, y se puede, 
sin moverle ó levantarle, reiterar las curaciones quanto sea necesa- 
rio: Guilleman parece que es su inventor. Cada compresa será de 
seis cabos, que no servirá mas que para las fracturas que están en la 
mitad de un miembro; y en este caso se pueden mantener quietos los 
cabos superiores y los inferiores, contentándose con levantar para 
cada curación los cabos del medio para descubrir la herida. Si la frac- 
tura se halla pr )xíma á la articulación , será suficiente que cada pie- 
za del lienzo esté hendida de cada lado para formar solo quatro ca- 
bos, á menos que sirviendo del vendaje con compresas de seis cabos, 
no se atan los superiores ó los inferiores por encima ó por debaxo de 
la articulación ; es decir , que valiéndose del vendaje de diez y ocho 
cabos para una fractura con herida en la parte inferior del muslo, 
los seis cabos inferiores se pondrán por debaxo de la rodilla, ó los 
superiores por encima de ella en la aplicación que se haga de este 
vendaje para una fractura complicada en la paite superior de la pier- 
na, lo que me ha parecido muy útil. Mr. Petit describe la curación 
y el aposito de las fracturas complicadas de la manera siguiente: se 
coloca sobre la herida, cubierta de planchuelas de hilas, una com- 
presa, puesta en quatro dobleces, para impedir que los materiales 
purulentos no ensucien lo restante del aposito; después dos compre- 
sas ó lengüetas, bastante gruesas, una de cada lado; y en lugar del 
vendaje de diez y ocho cabos, cosidos juntos, se pueden aplicar mu- 
chos cabos de venda separados, los que harán el mismo efecto que 
el vendaje ordinario, y tienen la ventaja de poder ser mudados con 
separación según las necesidades. Para mantener fixo este vendaje nos 
podemos servir de unas gotieras de hoja de lata, atadas con tres la- 
zos 6 cintas de hilo; en seguida se pondrá el miembro en la situación 
conveniente. 

El mismo Mr. Petit ha corregido los fanones para las fracturas 
complicadas con herida en la parte posterior del miembro; haciendo 
envolver dos porciones de paja en dos pedazos separados de tela, de 
manera que quedase hueco en el parage que corresponde á la heri- 
da. Este intervalo puede contribuir para facilitar las curaciones, pues 
que se puede con el auxilio de estos fanones aliviar al miembro , y 
curar la herida después que se han descubierto las compresas. 

En las fracturas complicadas del muslo Mr. Petit aconseja que 
el primer colchón se halle dividido en muchas piezas, las que se pue- 
den ajustary separar según las urgencias que ocurran. Una gran pie- 



224 FRA 

za se extiende desde la mitad de las nalgas hasta la cabecera de lá ca« 
ma, lo restante se reparte en quatro pedazos, dos á cada lado : el 
uno del lado enfermo debe comenzar al fin del primero, y extender- 
se quatro dedos por debaxo de la fractura: el otro pedazo del mis- 
mo lado principia donde aquel acaba, y se extiende hasta los pies de 
la cama : los otros dos pedazos de colchón , sobre los que se apoya 
el lado sano, estarán puestos de la misma manera, pero con la di- 
ferencia de que serán mas largos: la cama ha de estar colocada de 
manera que un tercio de su ancho presente solamente aquellas por- 
ciones que sostienen el lado enfermo: cada una de estas quatro por- 
ciones de colchón estará cubierta de una tela fina para que sirva de 
sábana: también se pueden mudar de este modo fácilmente para que 
haya limpieza: la parte superior del colchón se vuelve á cubrir con 
un lienzo ó una sabanilla, la que no tendrá comunicación alguna con 
las piezas de abaxo. He aquí las comodidades que se siguen de estas 
diferentes piezas de colchón separadas. Quando se quiere poner el 
vaso para que obre el enfermo, se quita la pieza del medio, que cor- 
responde ai lado sano. Una parte del muslo y de la nalga se pone 
entonces en falso; y el espacio que ocupaba la porción del colchón, 
que se ha quitado , dexa sitio para el vaso que se le presenta al en- 
fermo , y se saca con facilidad luego que ha depuesto sus excrecio- 
nes. Para poder volver á meter fácilmente esta parte de colchón, con- 
viene tener cosidas á él dos correas estrechas ó dos cintas de hilo, que 
pasen por debaxo de la porción del colchón del lado enfermo. Estas 
correas se tiran por qualquiera, de manera que no puedan mudar de 
situación, ni remover la porción del colchón sobre la que se apoya 
la extremidad fracturada. El enfermo podrá de este modo recibir fá- 
cilmente algún alivio si se quitan las dos porciones inferiores que sos- 
tienen el lado sano. 

Para curar la herida se tira la porción del colchón que está deba- 
xo de la fractura, y queda la libertad de pasar las manos por todos 
lados para levantar el aparato , y volverle á aplicar sin riesgo de mo- 
ver la fractura. 

Con respecto á la fractura complicada del muslo Mr. Petit ha 
inventado una caxa particular: esta tiene una plantilla, que sostiene 
la planta del pie, é impide que cargue sobre la extremidad fractura- 
da el peso de la ropa de la cama. En las fracturas simples estamos 
obligados á poner una soleta de madera, cubierta de un lienzo, pa- 
ra que sirva de punto de apoyo á la planta del pie. Una cinta de hi- 
lo abraza á esta soleta, que estará adherida á su parte media : los dos 
cabos se cruzan sobre el pie, y se asegurarán á los fanones con unos al- 
fileres : estas cintas se dirigen en seguida alternativamente de un lado 
y de otro , cruzándolas para formar con igualdad un enlace hasta 
la parte superior ; se fixan los fanones oon los alfileres antes de dar 



FRA 225 

las vueltas para poder pasar los cabos de uno y otro lado: se coloca 
la parte sobre una almohada suave, de modo que el talón no cons- 
tituya apoyo alguno; si no, podría sobrevenir la inflamación y la 
gangrena. 

Por medio del arco de fractura, que es un medio círculo, ó de 
un medio aro de tambor, se forma una especie de habitación para la 
extremidad y el pie , con lo que se Ies defiende del peso de las sá- 
banas y demás ropa de la cama. En el invierno, para mantener el ca- 
lor de la pierna es preciso cubrirla con servilletas y otros paños ca- 
lientes , para suplir la falta de calor que daría la aplicación de las cu- 
biertas de la cama. 

Después de haber colocado la parte en situación , es necesario 
satisfacer la tercera indicación de las fracturas , la qual consiste en 
precaver los accidentes, y combatirlos si sobrevienen. En las frac- 
turas simples basta prescribir algunas sangrías para procurar la reso- 
lución de la sangre extravasada en lo interior , ó al rededor de los 
extremos del hueso fracturado. Se hacen fomentaciones resolutivas y 
espirituosas, y se manda observar un régimen conveniente por es- 
pacio de algunos días. Las fracturas complicadas exigen atenciones 
mas seguidas y variadas, según las circunstancias. 

Se debe continuar con el aposito dicho sobre las partes fractura- 
das hasta que se verifique la perfecta consolidación de las piezas ro- 
tas; se suele verificar con mas ó menos prontitud , según la naturaleza 
diferente de cada hueso. Hay que tomar algunas precauciones en 
quanto mover el miembro por sus articulaciones; por el rezelo de 
que si no, después de mucho tiempo , incurrirán en la inacción , y aca- 
so no se llegada á espesar la sinovia; lo qual daría lugar á que se 
formase un anquilose *. 

Hemos expuesto las ideas generales de las fracturas, incluyendo 
en ellas las que pertenecen también á la curación , según lo hace Mr. 
Luis en su Diccionario , que es el que hemos adoptado para el ramo 
de Cirugía ; pero en la exposición de las fracturas en particular lo 
hacemos extractando la obra del célebre Desault , publicada y escri- 
ta porBichat; y aunque están en contradicion muchos de los prin- 
cipios, hemos creído sea esto de alguna utilidad, para que puedan 
comparar nuestros lectores los distintos métodos, y seguir el que les 
parezca mas útil, y el que en su práctica les presente mas hechos 
favorables &c. 

Fractura de los cóndilos de la mandíbula inferior. 
(Cir.) La exposición anatómica y la estructura de dichos cóndilos, 
como también de las partes que los rodean, se tratarán en el artículo 

MANDÍBULA. 

La fractura del cóndilo de la mandíbula puede sobrevenir por 
un contragolpe, como quando la violencia externa, habiendo sido 

TOMO IV. FF 



226 



FRA 



aplicada de adelante á atrás, 6 de abaxo á arriba sobre el sinfi- 
sis de la barba , y empujando entonces contra los bordes salientes de 
su cavidad glenoídes, produce precisamente la rotura. Qualquiera 
que sea el modo de hacerse esta división, regularmente se observa 
en la parte mas estrecha, que sostiene al cóndilo, y por debaxo de 
la inserción del músculo pterigoideo externo. Se conoce su existencia 
por un dolor mas ó ménos vivo, efecto inevitable del rompimiento 
que experimenta el hueso ; por la dificultad mas ó ménos considera- 
ble en los movimientos de dicha parte ; por una crepitación mas ó 
ménos sensible, quando estando comprimido hácia adelante el ángu- 
lo maxilar, y subiendo y baxando alternativamente la mandíbula, 
las superficies divididas se rozan mutuamente; por una desigualdad 
á veces sensible en la región del cóndilo fracturado ; por la facilidad 
con que se hunde en la fosa cigomática empujándola por delante; 
por su inmovilidad en los movimientos de la mandíbula inferior, de 
la que está separado: señales en general características; pero ademas 
una hinchazón mas ó ménos grande puede añadir un grado mayor ó 
menor de certeza. Una separación casi constante es producida en esta 
ocasión por la acción muscular; porque implantado en el cóndilo, el 
músculo pterigoideo externo violentado hácia adelante, y arriba hácia 
la ala externa de la apofise pterigodea , que es el punto fixo de su 
inserción. Por otro lado el cuerpo del hueso retirado hácia atrás es 
sostenido por el músculo masetero y el pterigoideo externo , cuya 
dirección se opone á semejante separación; de suerte que entre las 
dos piezas de hueso siempre queda un hueco mas ó ménos sensible. 
De aquí resulta que si un medio qualquiera no restituye el contacto 
que han perdido los fragmentos huesosos: i.° su consolidación será 
mas prolongada , pues que en todo hueso se halla en razón inversa 
de la separación de las superficies divididas: 2. 0 tal vez no tendrá 
ya lugar , si los movimientos del hueso han hecho una impresión 
considerable , como lo he visto en un caso particular en que el cón- 
dilo, no habiéndose podido reunir, se exfolió, y salió en parte hácia 
afuera: 3. 0 en el caso en que se forme el callo vecino á la articula- 
ción , y hecho disforme por la separación de las partes , impedirá la 
acción muscular, y las funciones peculiares de la mandíbula. 

No siendo todo aposito mas que una resistencia pasiva opuesta á 
las potencias activas de la separación , se sigue lo que ya queda di- 
cho, que el vendaje está destinado para impedirla, y para preca- 
ver por consiguiente los accidentes propuestos , y que debe , ó bien 
llevar hácia atrás el cóndilo que está violentado hacia adelante, ó 
empujar en esta última dirección el cuerpo del hueso fixado hácia 
atrás para ponerle en su postura ordinaria, á fin de atraerle, por de- 
cirlo así, al enlace con el cóndilo. El primer método es imposible, 
con relación á la situación de los cóndilos , que están cubiertos de mu. 



FRA 227 

chas partes, y que ofrecen muy poca coyuntura, para que se pueda 
maniobrar en ellos. Solo queda pues el segundo medio, que es tanto 
mas fácil, quanto el ángulo saliente del maxilar está siempre descu- 
bierto debaxo de los tegumentos, y se puede dirigir sin trabajo de 
atrás á adelante con una tuerza qualquiera. Los dedos del Cirujano re- 
presentan momentáneamente esta fuerza en el instante en que se hace 
la reducción ; pero es necesario sostenerla continuamente por medio 
del aposito. Se consigue esto del modo siguiente. 

Se colocarán por detras del ángulo maxilar empujado hacia ade- 
lante unas gruesas compresas, que llenen la escotadura donde está 
la glándula parótida, formando una pirámide, cuyo nivel exceda al 
de las partes circunvecinas; después se pasarán sobre estas compre- 
sas las vueltas obliqüas del vendaje que se suele emplear ordinaria- 
mente en las fracturas laterales de dicho hueso, y cuya aplicación 
debe siempre en tal caso principiar por el lado opuesto al enfermo. 
(V. VENDAJES.) 

Las compresas mas salientes que las inmediatas estarán mas com- 
primidas, pues que la compresión de un vendaje está en razón de la 
prominencia del lugar en que se aplica. Mantenidas sólidamente por 
todas partes, sostendrán el cuerpo del hueso en la línea que corres- 
ponde al cóndilo. Es necesario añadir á todas las precauciones y 
consideraciones el descanso absoluto del hueso fracturado', porque 
sino como los músculos pterigodeo interno y masetero permanece- 
rán contrayendo el ángulo hácia atrás; sobrepujarán la resistencia 
del aposito, y precisamente reproducirán la separación, y dará 
lugar á que sobrevengan accidentes. 

La mandíbula inferior aproximada exactamente á la superior, no 
se separa los primeros dias mas que para la introducción de un pistero, 
cuyo pico aplanado dexará pasar á la boca las bebidas alimenti- 
cias, ¿cómo se ha de suplir esto? El espacio que él ocupa da lu- 
gar , sin perjudicar al hueso , para poder alimentar bien al enfermo; 
el que debe evitar el hablar, reir, y todo lo que pueda mover el 
cuerpo del hueso, porque se separa el cóndilo. Las descripciones 
ulteriores del tratamiento se incluyen en las que son generalmente 
aplicables á todas las fracturas de este hueso ; y no hay aquí nada de 
particular que añadir. 

Fractura del cuerpo de la clavícula. (Cir.) El hombre 
tiene la ventaja sobre ciertas clases de quadrúpedos, que la natura- 
leza les ha negado á muchos de ellos enteramente, los movimientos de 
la extremidad superior. La clavícula, especie de arco, situada entre 
el pecho y el hombro, es el centro movible , pero sólido , de ellos ; los 
que faltan en el momento mismo en que perdida su continuidad de- 
xa de ofrecer un punto de apoyo. Pocas enfermedades de este gé- 
nero se encuentran con mas íreqüencia que esta. Las corvaduras na- 



223 



FRA 



turales del hueso; su situación inmediata debaxo de los tegumentos; 
la falta de apoyo en su parte media; la proporción excesiva de su 
texido esponjoso con respecto al compacto; la salida del hombro 
freqüentemente empujada con la acción de los cuerpos externos , todo 
contribuye á multiplicarla, sobre todo en la clase de hombres, ex- 
puestos por instituto á los movimientos violentos de las extremida- 
des superiores. Para presentar aquí con exactitud este punto prác- 
tico , examinaremos las causas, variedades y señales de la fractura de 
la clavícula , los accidentes de que es susceptible , el modo y causas 
de la constante separación de sus piezas, y el modo también de com- 
ponerlas, sea después ó en el acto de la reducción. La acción de 
cuerpos externos es casi la única causa que conocemos de esta frac- 
tura, los quales aplicados al hombro la hieren violentamente; ó sea 
que comprimiendo contra el acromion chocan violentamente. De 
qualquiera manera que se verifique , la fractura es obliqüa ó trans- 
versal, simple ó doble, por la mitad ó por sus extremos, simple ó 
complicada. 

La fractura obliqüa es mas freqüentemente efecto de un contra- 
golpe; la transversal es el resultado mas constante de la acción inme- 
diata de causas externas; de un contragolpe se origina casi siempre 
una fractura simple; á un golpe directo se deben comunmente las 
complicadas. El uno las produce á la mitad del hueso ; y el otro 
por lo regular en sus extremidades. La fractura doble se debe atri- 
buir mas bien á un golpe que á un contragolpe; es muy obvio el in- 
dagar la razón de estas diferencias , que no me detengo á explicar. 
El conjunto de los fenómenos de estas fracturas no dexan motivo 
de duda sobre su existencia , sobre todo quando son obliqüas. Como 
en casi todas las demás hay dolor agudo , á veces siente el enfermo 
como un estallido; se imposibilitan al instante los movimientos de 
rotación ; quedan solo los que se efectúan de adelante á atrás, pero 
son difíciles y dolorosos. Al momento pierde su nivel el hombro, y 
se deprime mas ó menos, y se le ve claramente irse hacia adelante y 
adentro. En lo alto y al lado interno del hombro se percibe en casi 
todos los casos una eminencia formada por la porción externa del 
hueso dividido. Sin embargo , el dolor continúa , las tiranteces pe- 
nosas, ocasionadas por el peso del brazo, obligan al enfermo, para 
evitarlas , á que incline el tronco y la cabeza hácia el lado afecto. En 
esta situación faltan los dolores regularmente , y el brazo se encuen- 
tra apoyado. 

A estas señales, casi todas racionales, se añaden aquellas que 
son sensibles , como la movilidad de las piezas del hueso ; la crepi- 
tación de ellas ; la tumefacción en el parage de la fractura al pasar 
los dedos por la cara superior de la clavícula; la facilidad en ponerla 
en su dirección natural llevando el hombro arriba , afuera y atrás, 



FRA 229 

con loque será difícil el equivocarse sobre su naturaleza ; quandoes 

obliqiia ofrece mas claridad el diagnóstico , y ademas de esto una tu- 
mefacción muy considerable al rededor del sitio fracturado acaba de 
quitar toda duda. Quando la fractura es transversal á veces es 
difícil su diagnóstico ; las desigualdades recíprocas de las superficies 
divididas pueden encaxarse las unas en las otras, é impedir su sepa- 
ración; y si hay todavía duda, se colocan los dedos en la extremi- 
dad external y en la escapular , y se manda á un ayudante que 
mueva el brazo en todas direcciones; los movimientos se comunica- 
rán á la clavícula, y mas á la porción externa. 

Del examen de las causas de la separación , tan común en esta 
fractura , resulta que en casi todos los casos , la extremidad externa 
de la porción humeral es arrastrada desde luego hácia abaxo, y des- 
pués adentro y adelante, por una doble potencia. De aquí resultan 
estas conseqüencias tan sencillas: i. a que la resistencia que opongan á 
aquella los medios de la reducción, y los apositos propios para man- 
tenerla , deben obrar en dirección opuesta á la que siguió la causa: 
2. a que estas, el peso y la acción muscular, teniendo una tendencia 
permanente á ponerse en exercicio, y que por otra parte los movi- 
mientos del brazo tienden siempre á separar las piezas fracturadas, 
el aparato debe estar obrando constantemente como en el acto de la 
reducción ; precepto general aplicable casi á todos los casos, y que 
debe ser el término de comparación para juzgar de las diferente* 
ventajas ó perjuicios de los vendajes . y de los procedimientos en re- 
ducir esta fractura. 

Para esta ningún método nuevo nos distingue de la Cirugía de 
los árabes; en ellos encontramos el medio casi umversalmente adop- 
tado hasta nuestros dias , que consiste el colocar un ayudante sus 
rodillas entre las escápulas, y con sus manos tirar fuertemente el 
hombro hácia atrás. Desault decia que para reducirla metódicamen- 
te era necesario no solo tirar la espalda hácia atrás y arriba , como 
regularmente se practicaba, sino también hácia afuera > y que la po- 
tencia destinada á arrastrarla en esta última dirección, debia obrar 
horizontalmente según la situación de la clavícula , del mismo modo 
que se practica en la fractura obliqüa del muslo. Hallado ya el mo- 
do de reducirla, resta inferir qué vendaje será apropiado para ase- 
gurar su permanencia. Desault piensa que se podría reducir y man- 
tener reducida la clavícula á la vez. 

Un principio general parece haber dirigido sobre este punto á 
todos los autores. Mantener la espalda del lado enfermo: i.° tirán- 
dola fuertemente hácia atrás: 2° aproximándola á la del lado sanoj 
tal era la práctica de los Médicos griegos en emplear una especie de 
espica muy variada , según la separación de la fractura á que se ha- 
bían de oponer. Una aplicación de este principio se encuentra prin- 



23° FR A 

cipalmente en el vendaje de ocho en cifra , que es otro modo parti- 
cular de espica recomendada desde la antigüedad. 

Pero baxo qualquiera forma que se presente este vendaje, su ac- 
ción siempre es la misma, esto es, insuficiente; pues comparándole 
con el principio general de todo aposito de la clavícula, se verá que 
no puede llenar las tres indicaciones de fixar la porción humeral há- 
cia arriba, atrás y afuera. Para llevar el hombro hácia atrás, pierde 
Ja mitad de su eficacia ; pues que descompuesto por la obliqüidad 
de su dirección, su fuerza se divide en dos, una paralela entera- 
mente inútil, la otra perpendicular á la eminencia del hombro, que 
es solo la eficaz, de suerte que para obtener un resultado como cinco, 
es menester comprimir como ciento. Lejos de llenar el vendaje, la in- 
dicación de llevarle hácia afuera obra diametralmente opuesto. Apro^ 
ximado el omoplato al del lado opuesto acerca también al tronco 
^este pedazo de hueso, y le hace sobreponer sobre el interno, y así 
el ocho en cifra obra hácia -atrás. El hombro no está sostenido en 
■alto, porque la dirección muy obliqüa de los rodeos de la venda es 
un obstáculo para conseguirlo; el brazo no teniendo un punto fixo, 
puede moverse á cada instante, perjudicarle, y comunicar sus fu- 
nestos movimientos á las piezas rotas; y he aquí uno de los princi- 
pales inconvenientes de todos los vendajes, porque no es fácil el evi- 
tar estos movimientos. Debo añadir aquí á estas desventajas la de 
comprimir con todas las vueltas de la venda arrugadas y magullan- 
tes los bordes salientes del hueso del sobaco , ocasionando por esto 
incomodidades y dolorosas escoriaciones. 

De esta relación, entre las indicaciones y el modo de obrar del 
ocho en cifra , se deduce que no es útil para satisfacerlas convenien- 
temente, y de lo que se pu?de juzgar de los pocos progresos que 
en esto ha hecho nuestro arte; la cruz de Heister, la compresa de 
Petit , puesta transversalmente sobre las circunvoluciones obliqüas de 
la venda, el corsé, con el que Brasdor rodeaba el pecho de sus en- 
fermos, y el aparato de cuero, últimamente propuesto por un Prác- 
tico alemán , medios variados en su forma , pero idénticos en sus 
efectos como puras modificaciones del ocho en cifra , tienen , como 
él , el defecto fundamental de no ofrecer á la acción muscular y al 
peso del hombro una resistencia diametralmente opuesta á ellas. Pec- 
ceti parece haber satisfecho esta indicación quando aconseja en su 
Cirugía el dexar una pelota debaxo del brazo ínterin se cura la 
fractura ; pero el ocho en cifra, unido á este recurso , contrabalanza 
su efecto , le hace nulo , y no ha conseguido con esto mas que 
los otros. 

Por lo regular hay en esta fractura una sobreposicion mas ó me- 
nos sensible , que acompaña i la consolidación , y aquí, como en otros 
casos, se quiere explicar lo que no se sabe precaver. La imposibilidad 



FRA 231 

de rodear, como en otras fracturas, el miembro con circulares, pa- 
reció á Heister , á Petit y á Duverney ser la causa de este accidente. 
Se supone un callo estancado donde no habia mas que piezas rotas; 
vanas hipótesis, que se llegan á desvanecer quando un aposito me- 
tódico impide la separación. 

Desault busca para esto , como para los otros vendajes suyos , el 
multiplicar la aplicación de los medios conocidos sin crearlos de nue- 
vo. Las piezas que componen su vendaje son las siguientes : tres ven- 
das de tres dedos de ancho , las dos primeras de seis varas de largo, 
y la otra de ocho , puestas cada una en un globo ; una almohadilla 
en forma de cono hecha con unos pedazos de lienzo usado, de una 
longitud igual á la del húmero, de quatro ó cinco pulgadas de ancho, 
y cerca de tres de grueso hacia íu base ; dos ó tres compresas en 
forma de lengüetas; una pequeña charpa, y un pedazo de lienzo de 
un ancho suficiente para envolver todo el vendaje. 

Estando todo dispuesto se pasa á aplicarle del modo siguiente , el 
que al mismo tiempo sirve de reducción: estando el enfermo en pie, 
ó si no puede de este modo sentado en un banco sin respaldo , un 
ayudante levanta el brazo del lado enfermo, y le sostiene hasta for- 
mar con él un ángulo casi agudo con el cuerpo, entre tanto que ei 
Cirujano coloca la parte superior de la almohadilla en la axila , la 
que baxa por el lado del pecho , y la que otro ayudante que está al 
lado opuesto la sostiene por los dos ángulos superiores. Toma des- 
pués el Cirujano una de las primeras vendas; coloca su extremo en 
la parte media de la almohadilla, para sujetarla con dos circulares al 
rededor del cuerpo. En llegando á la parte posterior del pecho sube 
obliqüamente el circular, como se ha hecho anteriormente, por en- 
cima, delante y debaxo del hombro sano; cruzando el circular se 
lleva la venda por detras del pecho, y concluye con circulares, coa 
los que queda enteramente cubierta la almohadilla. La aplicación de 
la primera venda tiene solo por objeto el fixar firmemente la almoha- 
dilla en dicho parage. En este estado el Cirujano la sostiene con una 
mano colocada en su cara externa, y la sostiene en alto, mientras 
que la otra mano agarrando el codo después de poner el antebrazo 
en media flexión, baxa aquella extremidad, la coloca á lo largo de 
la almohadilla, aprieta fuertemente contra el pecho su extremo infe- 
rior, entre tanto que se dirige un poco hacia atrás su parte superior. 

El tiempo de aplicar el vendaje pertenece todo al acto de la re- 
ducción. El húmero, palanca entonces de primera especie, se pro- 
longa en lo alto del hombro, á proporción que baxando se aproxi- 
ma al pecho. La porción escapular, arrastrada con aquel , se dirige al 
mismo tiempo hácia arriba y atrás , se pone en contacto con la es- 
ternal, y al momento desaparece la desigualdad del miembro. Es- 
tando en esta disposición el brazo sostenido por un ayudante , com- 



232 FRA 

primiéndole con una mano, y sosteniendo con la otra el antebrazo 
puesto en media flexión, y horizontalraente delante del pecho, se 
aplica la segunda venda ; se coloca su extremo debaxo del sobaco 
sano; se lleva por delante del pecho, sobre la parte superior del 
brazo enfermo, detras de aquel, y por debaxo de la axila; se hacen 
así dos circulares iguales; después se baxa hasta la parte inferior del 
hombro para ir haciendo espirales pequeños, apretándolos un poco 
por la parte superior , y aumentando tanto mas la constricción quan- 
to nos acerquemos mas á la extremidad inferior; cuya venda sirve 
para suplir con ella lo que hacia la mano del ayudante , conserván- 
dole en esta posición. Esta compresión, aumentada por grados, 
por una parte es mas eficaz , pues obra por mas puntos de superficie; 
y por otra es menos incómoda, porque está mas extendida, y es 
menos sensible. 

Una tercera indicación hay que satisfacer , que consiste en soste- 
ner en alto el hombro , y ayudar así á la extensión de las piezas, 
que ya se anticipan á baxarse; para esto un ayudante levanta el codo 
de una mano , y sostiene con él el del enfermo delante del pecho, 
miéntras que el Cirujano llena de hilas los huecos que hay al rede- 
dor de la clavícula , y pone en el parage fracturado dos compresas 
en forma de lengüetas empapadas en agua vejeto- mine ral, ó en otro 
vehículo resolutivo qualquiera; en seguida se toma la última venda, 
se pone su extremo debaxo del hombro sano , se conduce obliqüa- 
mente por delante del pecho sobre las lengüetas , desciende por de- 
tras del hombro , y á lo largo de la parte posterior del brazo ; vi- 
niendo á pasar por debaxo del codo, sube con obliqüidad por de- 
lante del pecho hasta debaxo de la axila ; después por detras al dor- 
so, y se vuelve á repetir lo mismo para cubrir la vuelta anterior, y 
desde donde se parte para recorrer aun el camino que acabo de des- 
cribir; de lo que resulta un segundo circular, que circunda en parte 
al anterior, y una especie de doble triángulo colocado delante del 
pecho sobre los circulares. El resto de la venda va de atrás adelante, 
haciendo circulares al rededor del brazo y pecho, para impedir la 
separación de las otras vueltas de venda ; y para asegurar mejor su 
permanencia se ponen unos alfileres en diferentes puntos. Se mete 
después la mano en la charpa , unida superiormente á las vueltas que 
suben, y no á los circulares, que el peso de la mano haría que se 
baxasen. Basta examinar la disposición de esta tercera venda y de la 
charpa, para inferir que debe ser muy útil para sostener al nivel las 
piezas rotas, que el peso del hombro intenta deprimir, y que suple 
el esfuerzo que un ayudante emplea para levantar el codo y sostener 
la mano del enfermo, del mismo modo que lo hace la segunda venda 
comprimiendo contra el pecho la parte inferior del húmero. Por 
otra parte, los circulares que se hacen con el resto de la última 



FRA *33 

venda , dirigidos de adelante atrás, empujan en esta dirección el bra- 
zo y el hombro , que ya están colocados, y los mantienen así. De 
aquí se sigue la verdad de la proposición que he querido demostrar, 
á saber.: que el vendaje de Desault , conforme con el principio ge- 
neral establecido para las fracturas del cuerpo de la clavícula, man- 
tiene constantemente, la extremidad externa de la pieza humeral ha- 
cia arriba , afuera y atrás. 

El conjunto de las circunvoluciones de venda que envuelven el 
pecho, aunque ajustadas fuertemente, pueden descomponerse, prin- 
cipalmente quando el enfermo está en cama ; lo que se precave cu- 
briéndolo todo con una servilleta, sin dexar descubierto mas que el 
brazo sano para que execute con él toda clase de movimiento. 

El brazo enfermo , unido enteramente al pecho, sigue sus movi- 
mientos sin ocasionar su separación. De esto se sigue en esta fractura 
la ventaja de no tener que guardar cama, y de evacuar asimismo sus 
negocios durante la curación. No me detendré en referir las nume- 
rosas objeciones que contra este vendaje han puesto diferentes au- 
tores. 

Hay pocas observaciones particulares relativas á las diversas com« 
plicaciones, que pueden acompañar á esta fractura. La curación es 
entonces variada según las circunstancias, comprehendiéndose en las 
indicaciones comunes á todas las fracturas de esta especie. 

Quando se separan las esquirlas en diversas direcciones, y están 
adheridas al hueso , irritan las partes blandas; y si se manifiestan al 
exterior, entonces la mayor parte de los Prácticos aconsejan levan- 
tarlas , y cortar el extremo excedente del hueso roto antes de la re- 
ducción: precepto fundado en los dolores agudos, que en este caso 
acompañan á su tratamiento , y que aumentan mas los vendajes de 
ocho en cifra, llevando el hombro hácia adentro, y comprimiendo 
por consiguiente las partes blandas contra la salida de la pieza rota, 
ó de las esquirlas ; pero si estas , adheridas aun entre sí ó al hueso me- 
diante el periostio, no se hacen cuerpos extraños, siempre está indi- 
cado el reponerlas ; solo aquí conviene en el tiempo de la reducción, 
llamado de conformación , que será siempre inútil en los otros caso?. 
Una esquirla sale al través de las partes blandas; y si no ha estado 
mucho tiempo expuesta al contacto del ayre, se vuelve á meter, y 
se coloca por medio de las extensiones dirigidas convenientemente. 
Mantenida en seguida en una extensión continuada , no se pueden se- 
parar, ni irritar las partes, ni ocasionar dolores; inevitable resulta- 
do del vendaje de ocho en cifra. 

Fractura de la extremidad escapular de la clavícula. 
(C/r. ) Esta fractura, que parece merecer la atención de los Ciruja- 
nos, presenta en su diagnóstico una incertidumbre , que freqüente- 
mente me ha hecho desconocer su existencia. Así como hay cuer- 

TOMO IV. GG 



234 FR A 

pos que con dificultad se escapan del ojo ménos atento , del mismo 
modo , aunque es verdad que es mucho menos freqüente que lo pri- 
mero , parece fácil que otros engañen al Práctico mas exacto. Esta 
obscuridad corresponde alguna vez á una tumefacción de las partes 
blandas vecinas, la qual es originada del choque mismo, que ha pro- 
ducido la fractura. Tal es en efecto la disposición del hueso en este 
sitio , que su división casi jamas es aquí el resultado de contragolpes, 
cuyo influxo se exerce principalmente en su parte media, ó sea á cau- 
sa de su corvadura. Siempre es indispensable, para romper el extremo 
escapular, la acción inmediata de cuerpos exteriores; ademas se con- 
cibe muy bien que, por poco fuerte que sea esta, la afección de los 
tegumentos y del texido celular debe coincidir con la del hueso. Du- 
verney, en su Tratado de las enfermedades de huesos , cita el exem- 
plo de un descuido debido á esta causa; pero hay alguna otra causa, 
también mas constante y real , unida siempre á la primera , quando 
esta existe, siendo suficiente para determinar la incertidumbre del 
diagnóstico quando es aislada. La mayor parte de los autores han ob- 
servado este carácter de dicha fractura como opuesto al de la del 
cuerpo de la clavícula , á la que acompaña siempre mas ó menos se- 
paración; de lo que nadie ha manifestado el motivo de un modo 
exacto y riguroso. Petit , Brasdor , Duverney y otros muchos repi- 
ten aun hoy dia que el músculo trapecio arrastra con igualdad hacia 
arriba la pieza externa y la interna , y opone resistencia al peso del 
hombro, que intenta deprimir la primera: esta explicación es vaga é 
inadmisible. En efecto, ¿por qué en la fractura de la parte media 
del hueso el músculo no sostiene con igualdad al hombro? No hay 
entonces proporción alguna entre estas dos fuerzas opuestas, siendo 
la primera claramente mas débil para levantar el hombro, que la se- 
gunda para arrastrarle á abaxo. ¿El encaxe recíproco de los extre- 
mos rotos es una causa mas real? Tampoco, porque la experiencia 
ha manifestado muchas veces fracturas obliqüas, cuya pieza externa 
era inferior, que debiendo por conseqiiencia estar separadas, supo- 
niendo exclusivamente la realidad de esta causa, sin embargo que- 
daban puestas en contacto. 

La estructura anatómica de ks partes explica este fenómeno. Se 
sabe que la clavícula toca al omoplato en dos sitios : i.° en la apofi- 
se coracoides por el doble ligamento coracobraquial : 2° á la apofi- 
se acromion por una cápsula y fibras accesorias, que son en parte el 
enlace de las aponeuroses, de la inserción del deltoides y del trape- 
cio : entre estos dos puntos queda un espacio de cerca de pulgada y 
media, que comprehende este toda la superficie, en donde se ingie- 
re el ligamento coracoclavicular : espacio que forma casi la quarra 
parte externa de la clavícula. Esto supuesto , es evidente que la frac- 
tura se escapará á todas las causas de su separación todas las vecei 



FRA 235 

que ocupe un punto qualquiera de este espacio, como se infiere me- 
ditando atentamente la estructura , situación y disposición de todas 
las partes que la rodean. Estas consideraciones, que me parecen evi- 
dentes, deducidas de estos principios, producen otras inducciones 
relativas á las descripciones de su tratamiento curativo. Supuesto que 
el peso del hombro y la acción de los músculos pectoral, subcla- 
vio &c. no pueden tener mas que un influxo muy débil en su sepa- 
ración, es evidente que el vendaje de Desault, dirigido principal- 
mente contra estas dos causas , debe modificarse para el caso de que 
se trata; que, por exemplo , la forma de cono que tenia la almoha- 
dilla, y que está destinada principalmente para llevar el hombro há- 
cia afuera, contrabalanceando la acción muscular, se hace casi sin 
utilidad, yes molesto para el enfermo; que la segunda venda, dis- 
puesta triangularmente al rededor del tronco para sostenerle, parece 
ser excesiva en el aparato. 

¿Pues qué piezas deben componerlo? Para determinarlo, obser- 
vemos que la causa mas real de la falta de consolidación parece ser 
en esta fractura los movimientos del brazo , que comunicándose ai 
omoplato y á la porción escapular, determinan una frotación en los 
extremos rotos, sin separarlos, la qual es perjudicial para la forma- 
ción del callo. De aquí nace una inducción bien sencilla, á saber: 
que el objeto esencial y casi único del vendaje debe ser el mantener 
inmóvil el extremo superior. Ademas, para esto bastarán: i.° una 
almohadilla, uniforme en su grueso, destinada solo para punto de 
apoyo del brazo, y no empujarle hacia afuera: 2.° una venda para 
fixarla al rededor del tronco , y sujetar en seguida el brazo sobre 
ella : 3.°una charpa para mantener inmóvil el antebrazo. Modifica- 
do de esta manera el aposito de Desault, basta para hacer una sola 
cosa casi del tronco y del miembro superior del lado enfermo , para 
hacer así comunes á este los movimientos del primero, y evitar por 
consiguiente todo movimiento solo de cada uno , cuyo influxo se 
propagaría inevitablemente á la fractura. El enfermo se libertará así 
de esta molestia, soportable á la verdad, pero siempre incómo- 
da , que ocasiona sobre todo en los primeros dias la aplicación del 
aposito ordinario. La experiencia confirma lo que se ha adelantado 
sobre el tratamiento de la fractura de dicha parte. Yo he tenido 
ocasión de ver á un hombre, y muchos discípulos de Desault han 
observado lo mismo , á quien se habia aplicado el vendaje ordinario 
para una fractura vecina al acromion , y que constantemente habia 

{mesto la almohadilla, durante toda la curación, de tal manera, que 
a parte mas gruesa correspondía al brazo , y la mas delgada hácia 
arriba; de suerte, que el principio mas evidente de este vendaje se 
encontraba claramente manifiesto ; sin embargo la consolidación era 
exacta. Alguna vez puede suceder que la porción externa se separe 



236 FRA 

un poco hacía abaxo por el movimiento de contrapeso del omopla- 
to, cuyo ángulo inferior se dirige adentro y arriba, entre tanto 
que el anterior ó humeral, llevado hacia afuera y abaxo, arrastra en 
esta dirección la pieza clavicular: entonces la segunda venda del apo- 
sito de Desault, añadida al que queda expuesto, remediará este in- 
conveniente. 

Fractura del acromion. (CVr. ) Ninguna porción del omo- 
plato está mas dispuesta á fracturarse que la apofise acromion. Pocas 
partes blandas la cubren: la especie de apéndice que representa no 
tiene un sólido punto de apoyo en todas las posturas del húmero. 
Una fuerza muscular muy grande obra freqüentemente sobre ella 
con una energía extremada. Prolongada antes, ofrece mucha resis- 
tencia á la acción de cuerpos externos. De aquí se sigue que, si no se 
rompe con mas freqüencia, es necesario atribuirlo ménos á su dis- 
posición natural que á la postura que tiene en la mayor parte de las 
caldas. Casi siempre es transversal esta fractura, sea en su punta ó 
en la base de dicha apofise , efecto el mas ordinario , ó de un choque 
violento de un cuerpo que cae sobre el hombro, ó de un golpe que 
se recibe en este sitio &c. ; pero qualquiera que sea el lugar que ocu- 
pe , guarda una manifiesta relación con la fractura de la extremidad 
humeral de la clavícula , de la que solo parece ser continuación el 
acromion; así es que tiene una grande analogía en los fenómenos, las 
conseqüencias, y el tratamiento curativo de ambas. 

Se distingue esta: i.° por el dolor agudo que experimenta el en- 
fermo en el sitio fracturado , el que se aumenta levantando el brazo, 
el que comunmente queda inmóvil á lo largo del pecho: 2 ° si se se- 
para el brazo del tronco , aplicando la mano en el acromion , se no- 
ta como se hunde la extremidad de esta apofise , y dexa una depre- 
sión decidida: 3. 0 por lo regular las dos piezas pierden voluntaria- 
mente su unión; y sin la precaución que acabo de indicar, se siente 
su separación , lo que es producido principalmente con el peso del 
brazo y la contracción del músculo deltoides 5 4. 0 la cabeza está in- 
clinada sobre el lado enfermo. 

El arte tiene hace ya mucho tiempo dos procedimientos diferen- 
tes para reducir las fracturas dichas: el uno consiste en colocar el bra- 
zo en un ángulo casi recto con el tronco, á fin de poner en relaxa- 
cion el músculo deltoides, como lo indica Heister, para poder en 
seguida hacer la conformación de las piezas con los dedos : emplean- 
do el otro, se dexa el húmero en la situación que tiene, es decir, 
puesto junto al pecho ; se le empuja , cogiéndole el codo vertical- 
mente de abaxo á arriba , de manera que su cabeza, comprimida 
contra el acromion, se levanta, y se vuelve á colocar. Petit parece 
adopta indistintamente estos dos métodos , da los quaks el uno , sin 
embargo, presenta ventajas mucho mas reales.. En efecto es evidente, 



FRA 237 

que si se separa del tronco el brazo , su cabeza se hunde en la cavi- 
dad glenoides, prolonga la apofise rota, debaxo de ella dexa un hue- 
co , en el qual se meterá el pedazo si las circunvoluciones de venda 
pasan por él: entonces la aplicación del aposito se comprimirá preci- 
samente. Por el contrario, si el brazo está fixo junto al pecho, será 
empujado hácia arriba, y ofrecerá al acromion un sólido punto de 
apoyo , que durante la aplicación del aparato , evitará su separación 
hácia abaxo: consideración sin duda útil para la reducción; pero que 
debe mas particularmente fixar la atención de un Práctico en la elec- 
ción de los medios destinados á mantenerla reducida. 

Como la desunión de esta fractura es por lo común hácia abaxo, 
es menester que una resistencia continuada se oponga á este resulta- 
do. De esto se sigue, que la indicación precisa de todo aposito, des- 
tinado para mantener las fracturas de la apofise acromion , es: i.° el 
tener constantemente levantada la cabeza del húmero: 2° el preve- 
nir con cuidado todos los movimientos del brazo y del hombro. Si 
se examinan los medios hasta aquí empleados en esta fractura , se ve- 
rá que ninguno satisface estas dos indicaciones. 

Una compresa puesta en el parage de la división, una venda arro- 
llada al rededor de ella para sostenerla , una pelota puesta en la ma- 
no, el antebrazo puesto en su charpa; este es el aposito recomenda- 
do por Petit. Duverney añade á esto el juicioso precepto de tener 
levantada la charpa , para aplicar sobre las piezas fracturadas la ca- 
beza del húmero: también se emplea el vendaje espica , tan alabado 
deHeister; pero en estos casos , no estando sujeto el brazo contra el 
tronco, puede moverse con facilidad, y separar las piezas, y baxo 
esta condición no satisface la segunda indicación. La primera ¿será 
suficiente? No, pues la charpa inmediatamente se desordena por los 
movimientos freqüentes involuntarios del brazo, que le permite des- 
cender de nuevo; y entonces, no estando sostenidas por mas tiem- 
po las piezas rotas, se separan. Se evitarán estos inconvenientes fixan- 
do el brazo de un modo invariable contra el tronco , como lo reco- 
mendaba Desault , no haciendo , por decirlo así , mas que una sola 
pieza de ambas; de manera, que no teniendo el húmero mas movi- 
mientos que los que son comunes al pecho, no pueden imprimir nin- 
guno á las piezas que se apoyan sobre su cabeza: ventaja , que es fá- 
cil conseguir por medio del vendaje propuesto para la fractura de la 
clavícula, pero modificado según vamos á exponer. 

Se coloca debaxo del sobaco una almohadilla , de un grueso igual 
en todos sus puntos: el brazo se sujeta contra ella como diximos an- 
tes; se cubre la apofise fracturada con dos compresas; la una se ex- 
tiende desde la. clavícula hasta las apofises espinosas de las vertebras^, 
la otra se pone encima, y viene con una dirección contraria á cruzar- 
se en ei sitio de la fractura: todo esto se sostiene después con un ven- 



238 FRA 

daje, que pasando desde la axila sana á la enferma , sigue casi el tra- 
yecto del vendaje descrito para la clavícula , para mantener el hom- 
bro en alto. Por este medio hallamos claramente satisfecha la doble 
indicación de la inmovilidad del húmero , y de su dirección hácia 
arriba , con lo que se podrá obtener una consolidación sin deformi- 
dad alguna , como lo comprueba, la observación. 

Fractura del ángulo inferior del omoplato. {Cir.) El 
ángulo inferior del omoplato es, después del acromion, la porción 
de él , que se fractura con mas facilidad. Una caida en el lado y un 
golpe recibido en este sitio son sus causas comunes: se caracteriza 
siempre por una separación sensible. Por una parte la porción carno- 
sa considerable, que viene á implatarse en la pieza inferior, pertene- 
ce al 2¡ran serrato, y le tira directamente hacia adelante, entre tan- 
to que es arrastrada hácia arriba por el músculo gran redondo y por 
algunas hebras del gran dorsal. Por otra parte el cuerpo mismo del 
hueso queda hácia atrás, sostenido por el músculo romboideo. De 
aquí nace una separación, que indica claramente la fractura. Si que- 
dasen aun después de esto algunas dudas, se lleva el hombro hácia 
atrás , y también el omoplato; y colocando al mismo tiempo los de- 
dos sobre dicho ángulo inferior , se examina si este obedece á los mo- 
vimientos del hueso, y en este caso no hay fractura; pero si, por 
el contrario, queda inmóvil , es evidente su existencia. 

Los medios de reducción, debiendo ser calculados aquí como en 
todas las fracturas según las causas de la separación , es evidente la 
necesidad, ó de empujar hácia atrás y abaxo el ángulo separado en 
dirección contraria, á fin de atraer hácia el cuerpo del hueso, ó bien 
conducirá este hácia adelante y arriba, para que se aproxime á su 
ángulo roto: á poco tiempo después, como en la fractura del cóndi- 
lo , se atrae el cuerpo de la escápula para colocarle con la pieza. El 
primer modo de reducirla es difícil ; los medios de mantenerla redu- 
cida son imposibles: es indispensable pues recurrir al segundo, cuya 
execucion es tanto mas fácil, quanto el hueso sigue todos los movi- 
mientos del brazo; y que llevando el miembro hácia adelante, y se- 
parándole del codo , se prolonga este hueso de las apofises espinosas, 
y se dirige con el objeto de reunirse con su pieza inferior : situación 
tanto mas favorable por otra parte, quanto que por ella los múscu- 
los que tienden á separarla se hallan en un estado de relaxacion. De 
aquí se sigue: i° que en esta fractura, como en la de la clavícula , no 
es sobre el mismo hueso roto sobre el que debe obrar , sino sobre 
el húmero: 2. 0 que durante el tratamiento curativo debe permanecer 
enteramente inmóvil, porque sus movimientos, comunicados al omo- 
plato , desordenarían inmediatamente el contacto de las piezas rotas, 
tan necesario para efectuaise la consolidación. 

Baxo estos principios estriba el aposito de Desault , y su modo 



FRA 239 

de reducirla , que consiste: i.° en llevar el brazo delante del pecho, 
separándole de él un poco : 2. 0 en poner el antebrazo en flexión, 
formando un ángulo agudo, para que la mano venga á parar sobre 
la eminencia del hombro opuesto: 3. 0 á executar en seguida la con- 
formación entre las piezas que este primer movimiento habia desarre- 
glado. Es necesario, para mantenerla reducida, fixar el brazo y el an- 
tebrazo en esta posición ; se coloca una almohadilla en forma de co- 
no entre el pecho y el brazo , de manera que su punta corresponda 
al sobaco, para que ofrezca la doble ventaja de separar el codo del 
tronco , y de hacer menos incómoda la postura del brazo , á la que 
servia de punto de apoyo : algunas compresas empapadas en un vehí- 
culo resolutivo, se aplicarán sobre el sitio correspondiente á la frac- 
tura : todo esto se sostiene con una venda puesta en un solo globo, 
de seis á siete varas de largo , cuyas primeras circunvoluciones se di- 
rigirán sobre el hombro sano: la mano , que estaba aplicada durante 
la reducción , y que iba después de adelante á atrás para pasar sobre 
el sitio fracturado, á fin de sujetar las compresas , se mantiene junto 
al pecho , y con dos circulares se abraza la almohadilla dicha \ pues 
que pasando por debaxo de la axila sana, después de haber hecho los 
circulares , se conduce obliqüamente sobre el hombro del lado enfer- 
mo á lo largo de la parte anterior del brazo , por debaxo del codo 
y detras del pecho, desde donde pasa obliqüamente para venir á pa- 
sar de nuevo por debaxo de la axila sana;, vuelve en seguida á subir 
anteriormente sobre el hombro enfermo, á lo largo de la parte pos- 
terior del brazo sobre el codo, y llegar otra vez debaxo del soba- 
co ; y por ultimo se concluye haciendo circulares al rededor del tron- 
co y del brazo , que deben estar unidos. 

De aquí se infiere: i.° que impedidos enteramente los movi- 
mientos del brazo , no pueden ocasionar los del hombro , y que baxo 
este primer motivo las piezas rotas permanecen en contacto : 2° los 
músculos gran serrato y gran redondo, sostenidos habitualmente 
en flexión, no pueden llevarse mas hácia adelántela porción inferior, 
que entonces no se separaría del cuerpo del hueso: 3. 0 sostenida 
constantemente en esta dirección , este no podrá alejarse mas de la 
pieza inferior , y por esta doble razón se evita aun la separación , re- 
sultando una triple ventaja, que no ofrecen los diversos apositos has- 
ta aquí propuestos, como la charpa y «l vendaje quadriga de Petir, 
que siempre tienen el inconveniente de permitir los movimientos del 
brazo hácia atrás , de dexar al omoplato la libertad de separarse de 
solo su ángulo , de retardar por esta causa la curación , y por lo mis- 
mo impedirla enteramente, entre tanto que con el método indica- 
do ordinariamente se completa la curación en el término de trein- 
ta dias. 

Fractura, del cuello del humero. (G'r. ) El lenguage qui- 



240 FRA 

rurgico no guarda en este punto relación con el anatómico , pues ba- 
xo la denominación de fractura del cuello del humero se entiende, no 
la de aquella depresión ciicular , apenas sensible, que separa la cabe- 
za del hueso de sus tuberosidades, sino la estrechez, sobre la que se 
elevan estas, y de la que continúa el cuerpo del hueso, debaxo de 
la qual se implantan los tendones de los músculos gran pectoral, 
gran dorsal y gran redondo, y que muchos Prácticos extienden 
también hasta la inserción del deltoides. La acción de ios cuerpos 
externos, activa quando son empujados contra el hombro, pasiva 
guando este ó el brazo tropiezan contra ellos, es la causa constante 
de esta especie de fractura , cuyo mecanismo representa ya una solu- 
ción directa, ya un verdadero contragolpe: la una sucede casi siem- 
pre en una caida sobre la eminencia del hombro; y entonces el movi- 
miento debe s¿r muy grande para obrar en suficiente cantidad mas 
alia de lo que permite el grueso colchón que ofrece el deltoides, el 
qual á veces es contundido, y constituye un equimosis, porque U 
sangre se puede escapar de algunos vasos, y formar una extravasa- 
ción , que ocurre siempre en el instante de abrirse : la otra es el re- 
rultado de una caida sobre el codo , separado del tronco en el mo- 
mento de verificada aquella, ó sobre la mano, quando por un ins- 
tinto natural dirigimos hácia delante las extremidades para no hacer- 
nos daño quando nos caemos. 

Las variedades de esta especie de fractura íe sacan: i.° del lugar 
que ocupa, esto es, el medio, la parte mas baxa, y rara vez lo alto 
del cuello del húmero: 2. 0 del estado de las partes blandas circun- 
vecinas , ya queden en el estado que «es es natural , ó hinchadas y en- 
tumecidas: circunstancia que añade siempre para su diagnóstico un 
grado mayor ó menor de incertidumbre: 3. 0 de la dirección de la 
fractura, pues alguna vez es transversal, pero regularmente es obli- 
qüa: 4. a con relación á sus piezas rotas, las que pueden quedar en 
contacto, lo que es raro, ó separarse hácia adentro ó hácia arri- 
ba: 5 .° de las diferentes complicaciones que pueden acompañarla. 

El conjunto de las señales de esta fractura caracteriza eviden- 
temente su existencia; pero no es siempre fácil el deducirle; y en es- 
ta fractura, mas que en ninguna otra, se hallan mayores dificultades 
para su diagnóstico. En el momento de recibir el golpe se percibe un 
dolor agudo, y alguna vez se nota una crepitación ó ruido sensible. 
Siempre hay una pronta imposibilidad de mover el miembro , que 
abandonado á su suerte, le hace inmóvil; pero si en seguida una 
fuerza externa qualquiera obra sobre él, cede á su impulso sin resis- 
tencia, yes llevado con suma facilidad hácia todas partes. En estos 
movimientos siempre hay un vivo dolor ; y si se ,hacen con exce- 
so , pueden producir accidentes peligrosos , como se ha observado en 
muchos enfermos, en quienes esta fractura ha sido tenida por una 



FRA 2 4 r 

luxación. Por debaxo del acromion se advierte un hueco, situado 
siempre mas abaxo que loque se observa en este último accidente. Si 
se pone una mano en la cabeza del húmero, y con la otra se mueve 
el hueso por abaxo en diversas direcciones , ó poniendo el brazo en 
extensión un ayudante, hace una especie de rotación: i.°se per- 
cibe que la cabeza está inmóvil: 2.° la frotación de los dos extre- 
mos divididos produce una crepitación mas ó menos manifiesta: se- 
ñal doble , que siempre es característica , pero que la hinchazón arti- 
cular no dexa bien el distinguirla. 

Alguna vez quedan en contacto las piezas rotas : entonces no se 
divisa la mayor parte de estas señales, y el diagnóstico es difícil, 
aunque no es lo regular que suceda así, sino el que se separen , obran- 
do sobre ellas las potencias musculares. La separación es en general 
muy poco sensible según su longitud , á no ser que la fractura, muy 
obliqiia, presente puntas , que irriten los músculos, determinando su 
contracción, y multiplicando sus fuerzas, ó que un golpe muy vio- 
lento, obrando en el hueso después de roto, haga que se sobrepongan 
los extremos; pero regularmente, como lo observa Petit , el peso 
del miembro, puesto á lo largo del tronco, opone á la acción mus- 
cular una resistencia bastante grande, y entonces existe la separación 
según el grueso del hueso ; y en este caso la pieza inferior se dirige 
solo por lo común hacia adentro ó hacia afuera. 

La fractura del cuello del húmero presenta un aspecto poco fa- 
vorable , no tanto por la naturaleza y lugar de la enfermedad, co- 
mo por razón de la dificultad en mantener en contacto las piezas di- 
vididas. La experiencia ha confirmado que rara vez se observan acci- 
dentes en conseqüencia de esta fractura, pero que su consolidación 
es mucho mas tarda que en todas las demás; pero está observado co- 
munmente que necesita para reunirse de veinte y seis á treinta dias. 
Es menester evitar estos accidentes y sus incomodidades , porque si 
no se forma el callo con uniformidad, ó impide los movimientos del 
brazo, ó manteniendo la tumefacción habitual del miembro, for- 
ma una eminencia en el hueco del sobaco , que impide en parte la 
abducción. 

La reducción presenta ordinariamente aquí pocas dificultades , y 
la abundancia de medios, varias veces empleados para conseguirla, 
no sirve mas que de comprobar la inutilidad de los recursos del arte. 
La mayor parte de las máquinas destinadas para la luxación del hú- 
mero sirven para su fractura ; así es que la escala, la puerta, el bas- 
tón , puestos debaxo del sobaco, sirven al mismo tiempo para la con- 
traextension y la conformación , miéntras que se hace la extensión 
por el codo, y rara vez por la muñeca. Así es que Hipócrates reco- 
mendaba el uso del travesaño de madera , cuyo efecto y modo de 
obrar son casi los misinos: medios en general, á los quales, ademas 

TOMO IV. HH 



242 FR A 

de su inutilidad , se debe atribuir la desventaja de obrar sobre los bor- 
des de los músculos referidos, los que arrastrando hacia arriba la 
pieza á que están adheridos, impiden la reducción. (V. ambi. ) A las 
máquinas sucedió el uso de los lazos, de los pesos suspendidos del 
miembro , y otros : procedimientos inútiles , que solo tienen por ob- 
jeto el aumentar las fuerzas naturales, pero siempre ineficazmente. 
Petit propone reducirla, colocando desde luego el brazo en un án- 
gulo recto con el cuerpo, aplicando después para la extensión sobre 
el codo las manos de un ayudante y las de otro en el hombro para 
hacer la contraextension : método al que se debe atribuir ademas el 
tercer inconveniente de fatigar mucho, y hacer sufrir al enfermo, 
disminuir las fuerzas extensivas, acercándolas al punto movible, de 
dirigir hácia arriba los músculos que tiran de la pieza inferior, y de 
determinar su contracción : de aquí alguna vez las dificultades para 
la reducción, siempre sencilla, quando estando fixo el tronco se ha- 
cen ligeras extensiones por el antebrazo en media flexión. 

Desault hacia esta reducción del modo siguiente: el enfermo se 
sentaba indiferentemente , ó en un banquillo ó á la orilla de Ja cama; 
separaba un poco el brazo del tronco, llevándole ligeramente hácia 
adelante: un ayudante se encargaba de fixar el cuerpo del enfermo, 
llevándose hácia sí la extremidad sana, que cogia con su mano, y 
que mantenia en una dirección perpendicular al exe del cuerpo : mo- 
do de hacer la contraextension, preferible en general al que se em- 
plea vulgarmente, que consiste en aplicar la maco en la parte supe- 
rior del hombro enfermo: en efecto, por una parte mas distante de 
la resistencia no hay necesidad de que la potencia sea tan considera- 
ble ; por otra parte el cuerpo , puesto del todo al descubierto , dexa 
al Cirujano la facilidad de aplicar el vendaje, sin disipar las extensio- 
nes. Un segundo ayudante forma la extensión por el antebrazo en 
media flexión , del que se sirve como de una palanca , en donde una 
mano, puesta por detras de la muñeca, forma el punto de apoyo; la 
otra se coloca en la parte anterior y media del antebrazo, la que re- 
presenta la potencia , comprimiendo de arriba á abaxo. La relaxacion 
de los músculos, producida por la media flexión dicha, y la postura 
del brazo un poco separado del tronco, favorecen mucho á este mo- 
do de hacer las extensiones. Una corta cantidad de fuerza es suficien- 
te quando está metódicamente dirigida , según que la separación sea 
hácia adentro ó hácia afuera, para obtener la reducción, que se efec- 
túa ella misma empleando este método. Si el Cirujano coloca las dos 
manos en el sitio fracturado, es mas bien para reconocer el estad» 
de las piezas, que para ayudar á su reunión. 

No siendo todos los apositos de fractura mas que unas resisten- 
cias opuestas por el arte á las potencias que la ocasionan , se sigue 
que todos deben obrar precisamente en un sentido inverso al de sus 



FRA 243 

causas , que será : 1 .° mantener inmóviles el brazo y el hombro : 2. 0 se- 
gún la dirección de la fractura llevar el extremo de la pieza inferior 
hacia afuera ó hacia adentro: 3. 0 arrastrar esta hacia abaxo. Estas son 
las tres indicaciones que debe satisfacer todo vendaje destinado para 
esta fractura: la tercera merece mas atención que las otras, porque, 
como he dicho ya, el peso solo del miembro casi es suficiente para 
executarlo. 

Si las circunstancias de esta obra me lo permitiesen, me detendría 
con sumo gusto en manifestar la inutilidad de la mayor parte de los 
vendajes propuestos para esta fractura desde la remota antigüedad; 
pero los sucesos felices obtenidos con el vendaje inventado por De- 
sault comprueban su utilidad , que satisface nuestros deseos. Las pie- 
zas de que se compone son : dos vendas, una de cinco áseis varas de 
largo , otra de ocho á diez , y ambas de tres dedos de ancho ; tres 
fuertes lengüetas, desiguales en su longitud, de tres dedos de an- 
cho; una almohadilla de lienzo, de tres á quatro pulgadas de grueso 
en uno de sus extremos, que termine en cono por el otro, de una 
longitud suficiente para que se extienda desde la axila hasta el codo; 
una charpa para sostener el antebrazo , y una servilleta para envol- 
ver todo el aposito. Estando todo dispuesto, y hecha la reducción 
como queda dicho , los ayudantes continúan sosteniéndolo todo del 
modo propuesto. El Cirujano toma la primera venda , empapada en 
agua vejeto-mineral, la fixa con dos circulares en la parte superior 
del antebrazo, para subir á lo largo del brazo , haciendo circulares 
desiguales pequeños, medianamente apretados: en llegando á lo al- 
to de la extremidad se hacen unos inversos, para evitar que los plie- 
gues molesten al enfermo; se hacen pasar después dos vueltas por de- 
baxo de la axila opuesta , y volviendo con la venda al hombro , se 
le confia á un ayudante que la sostenga: la primera de las lengüetas 
se coloca por delante desde el pliegue del brazo hasta el nivel del 
acromion; la segunda hacia afuera , desde el cóndilo externo hasta el 
mismo nivel ; la tercera por detras , desde el olecranon hasta por en- 
cima del pliegue del sobaco: la almohadilla, interpuesta entre el bra- 
zo y el pecho , hace oficio de la quarta.,,Un ayudante lo sostiene to- 
do , abrazándolo con la mano hacia el pliegue del codo , á fin de no 
servir de estorbo para el resto de la aplicación del vendaje. El Ciru- 
jano vuelve á coger la venda, y con circulares é inversos un poco 
apretados se baxa, sujetando las lengüetas, para concluirla en el ante- 
brazo en el mismo sitio donde comenzó. Los ayudantes continúan 
siempre con las extensiones; pero la almohadilla se coloca con la 
precaución de que si la fractura es hacia adentro , la extremidad mas 
gruesa ha de estar hacia arriba , y al contrario si fuese al revés , lo 
que es mas común ; y dos alfileres le sujetan después al extremo de la 
venda superior : se aproxima el brazo contra el tronco y la almona- 



244 FRA 

dilla, y se afianza por medio de la segunda venda, puesta como se 
hizo en la fractura de la clavícula; pero con la diferencia de que las 
circunvoluciones deben estar mas apretadas por abaxo que por arriba 
si la separación fuese hacia adentro, y vice versa si fuese al contrario: 
se sostiene el antebrazo con una charpa , y en seguida se envuelve to- 
do el aparato con una servilleta, con la que se impide que no se des- 
arreglen las vueltas de venda. 

Los dolores cesan al momento en que se aplica el aposito, por- 
que tocándose exactamente las piezas, no pueden irritar las partes. 
Es raro el que sobrevenga accidente alguno en conseqüencia de esta 
fractura; y entre los numerosos casos que ha visto Desault, casi ja- 
mas se ha visto en precisión de tener que combatirlos; así es que me- 
nospreciaba en general todos los remedios internos, ordinariamente 
combinados con los externos: freqiientemente no se mudaba nada del 
régimen habitual. En el caso solamente de que una tumefacción con- 
siderable ocupase la parte superior de la articulación , síntoma que se 
ofrece alguna vez en la práctica , una ó dos sangrías , una dieta mas ó 
ménos exacta y el uso de algunas bebidas diluentes componían el plan 
interno. 

Las fracturas complicadas del cuello del húmero entran en la cla- 
se de todas las enfermedades análogas; y seria dificultoso delinear 
aquí las reglas jue son generalmente aplicables. Las circunstancias de- 
ciden al Práctico, obligado á veces á procedimientos árduos, pero 
calculados sobre las fuerzas de la naturaleza, y que comprobando los 
recursos del arte , honran el ingenio del que le exercita. 

Fractura de la extremidad inferior del húmero coit 
separación de los cóndilos. (Cir.) Las fracturas del húmero, con 
separación de los cóndilos , parecen haberse ocultado á la mayor par- 
te de los autores que han escrito de las enfermedades de huesos. Los 
antiguos nada nos han dexado sobre este punto: entre los modernos 
Petit , Duverney y Bell no hacen mención alguna de ellas: Heister 
solo habla de ellas para formar un pronóstico funesto ; pero entre 
todos Desault en particular ha tenido mas ocasiones de observar- 
las. Estas fracturas rara vez son el resultado de un contragolpe; 
casi siempre la acción aplicada inmediatamente de cuerpos externos, 
las producen, por exemploen una caida sobre la articulación del bra- 
zo, la tueda de un carruage que pase sobre esta parre &c. Qualquiera 
que sea su causa , ella se verifica regularmente de tal manera , que una 
fractura longitudinal, separada la una de la otra en sus dos cóndilos, 
y propagándose mas ó ménos hacia arriba, se limita por alguna otra 
división transversal ú obliqüa, que ocupa todo el grueso del cuerpo 
del hueso, de suerte que entonces hay tres piezas y dos fracturas. Al- 
guna vez la fractura es simple ; y entonces, dirigida hácia afuera ó hacia 
adentro, atraviesa obüqüamente de alto abaxo la extremidad inferior 



FRA 245 

del húmero, y viene á terminar en la articulación, y solo queda sepa- 
rado uno de los dos cóndilos; el otro permanece continuo. En el pri- 
mer caso la deformidad es mas considerable en la extremidad fractura- 
da del hueso, y se observa allí mas movilidad. Si colocados los dedos 
por delante ó detras comprimimos el miembro en su trayecto y en 
ia dirección de la fractura longitudinal, los dos cóndilos se separan, 
yéndose el uno hacia afuera y el otro hacia adentro, dexan entre sí 
una ranura: el antebrazo está casi siempre en pronacion. Quando se 
coge con una mano cada uno de los cóndilos, y se percibe que se 
mueven en sentido contrario , se pueden llevar alternativamente ha- 
cia adelante ó hácia atrás; y si se tocan sus superficies, hay una cre- 
pitación manifiesta con estos movimientos. En el segundo caso la se- 
paración de los cóndilos es mas difícil; pero se puede conseguir siem- 
pre la crepitación, indicio de la fractura, cogiendo lo que se separa 
del cuerpo del hueso, y moviéndole de adelante á atrás. Un dolor agu- 
do , tfecto casi inevitable de los movimientos de flexión ó de exten- 
sión del antebrazo, la media flexión habitual de este miembro, algu- 
na vez su tumefacción consecutiva , y una hinchazón mas ó ménos 
crnsider.ible al rededor de la articulación , se observan en una y otra 
especie de fractura , la que se puede complicar también con heridas, 
esquinas &c. , quando el golpe ha sido muy fuerte, ó que una pieza 
puntiaguda sale al través de las carnes &c. 

El conjunto de estas señales precedentes dexan en general poco 
que dudar sobre el diagnóstico de esta fractura; pero ¿es también 
fácil establecer un sólido pronóstico? Si se consulta á los autores, to- 
dos están acordes en considerar , como una funesta complicación de 
las fracturas, el que se propaguen hasta la articulación: la hinchazón 
de las partes inmediatas, su inflamación , los dolores prolongados des- 
pués de hecha la reducción , la gangrena misma de las partes blandas, 
los grandes abscesos, la caries del hueso; tres son las conseqüencias 
casi inevitables de tales fracturas , pues el solo anquilose es la ménos 
mala terminación. 

La separaciones en general en este caso poco considerable, por- 
que tirada en dirección contraria, ya por los músculos del brazo, ó 
por los del antebrazo, los cóndilos solos del hueso quedan inmóviles 
entre estas dos fuerzas. Una caida, una percusión y toda otra causa 
externa podrían por sí hacer la separación , imprimiendo un movi- 
miento qualquiera á las piezas rotas. Por otra parte, después de lo 
que queda dicho antes , los cóndilos pueden entonces irse hácia ade- 
lante ó hácia atrás, ó bien separarse el uno del otro, dexando entre 
ellos un hueco ; luego el ap5sito debe oponer una resistencia en es- 
tos quatro sentidos: hácia adentro, afuera, adelante, y atrás: resis- 
tencia, que será fácil conseguir con quatro lengüetas puestas de este 
modo , y sostenidas con un vendaje circular. Es inútil que el aposito 



246 FRA 

ascienda tanto como en la fractura del brazo. ¿Qué servirían , en efec- 
to, para contener las piezas las circunvoluciones de venda colocadas 
sobre el cuerpo del hueso ó por encima de su división? Limitar, com- 
primiéndolas, la acción del músculo braquial y del tríceps seria su 
única ventaja. Por otra parte es necesario que se prolongue sobre el 
antebrazo , sea á fin de que la articulación corresponda á la mitad 
del vendaje mas sólido en general en su parte media que en ningún 
otro sitio, sea quizá también para exercer una ligera compresión 
sobre los músculos , que están atados á los cóndilos. 

Las piezas que componen el aposito son : una venda de cinco va- 
ras de largo y de tres dedos de ancho , hecha de un lienzo medio 
usado, y puesta en un solo globo; quatro lengüetas, de las quales 
dos son flexibles en su parte media , la que debe corresponder la fle- 
xura del brazo y al codo , y las otras dos son mas fuertes é inflexi- 
bles, destinadas á colocarlas lateralmente. Estando todo dispuesto, 
se hace la reducción del modo siguiente: un ayudante se encarga 
de hacer la contraextension por la parte superior del brazo, cogién- 
dole con las dos manos; otro hace la extensión por el antebrazo, 
puesto en media flexión , del que se sirve como de una palanca de se- 
gunda especie , y en donde una de las manos , puesta sobre la mu- 
ñeca, forma el punto de apoyo; la otra, aplicada hacia el pliegue 
del brazo, representa la potencia. La aproximación de los cóndilos 
corresponde entre tanto al Cirujano; restablece su nivel, sea entre 
ellos, ó sea con el cuerpo del hueso, y se pasa á poner el vendaje, 
conservando el miembro su postura en media flexión. Se fixa por uno 
de sus extremos, hácia el tercio inferior del antebrazo, la venda, em- 
papada en agua vejeto- mineral , lo que facilita su aplicación , y pre- 
cave la hinchazón de la parte , y se sube con ella dando circulares é 
inversos hasta llegar á la articulación : después hace que pase de la 
parte anterior y superior del antebrazo á la parte posterior é inferior 
del brazo, y vuelve á baxar con un circular obliqüo, opuesto al de 
antes , sobre el antebrazo , y volviendo también á repetir lo mismo, 
forma una especie de ocho en cifra al rededor de la articulación para 
cubrirla enteramente; después asciende de nuevo hasta llegar á la par- 
te media del brazo , en donde se confia la venda á un ayudante: la 
primera lengüeta se pone anteriormente sobre el brazo y antebrazo; 
y si no la hay á mano encorvada para acomodarla á la flexura, se 
llena esta de compresas , puestas las unas sobre las otras , á fin de ha- 
cer una compresión uniforme: la segunda se pone en la parte poste- 
rior , y se amolda á la eminencia del codo ; las otras dos ocupan las 
partes laterales ; y un ayudante las sujeta por abaxo , miéntras que 
el Cirujano, cogiendo" de nuevo la venda, pasa á cubrirlas por me- 
dio de circulares hechos en el brazo y antebrazo. El miembro se co- 
loca después sobre una almohada , dispuesta de manera , que la mano 



FRA 247 

esté mas levantada que el codo, á fin de precaver la tumefacción se- 
cundaria , que suele causar la fractura. El efecto de este vendaje es sen- 
cillo , y calculado siempre según las direcciones que puede tomar la 
separación. Las dos lengüetas laterales se oponen á la desunión de los 
cóndilos: la anterior y la posterior impiden que no se vayan hácia 
adelante ó hácia atrás, como lo executan alguna vez ; los músculos es- 
tan comprimidos, la articulación carece de todo movimiento, y por 
lo común la consolidación no es muy tarda. 

Fractura del antebrazo. (Cir.) El antebrazo consta de dos 
huesos , cada uno poco resistentes, cubiertos por abaxo con una por- 
ción de partes blandas, y expuestos, aun mas que el húmero, á la 
acción de los cuerpos extraños. Pasaremos en silencio Ja disposición 
de ellos, su forma irregularmente prismática, su grueso desigual, su 
dirección diferente, sus movimientos diversamente combinados &c. : 
todo esto supuesto, nos contentamos con saber que las fracturas del 
antebrazo pueden estar, ó en los dos huesos á la vez, ó en cada uno 
separado, tres especies de soluciones, mas ó ménos diferentes según 
sus fenómenos, conseqüencias y tratamiento curativo, de las que tra- 
taremos separadamente según el orden propuesto. 

La fractura de ambos huesos del antebrazo puede acaecer ó en 
los extremos, ó en su parte media: estas son mas freqüentes, las in- 
feriores son también bastante comunes ; pero las superiores ocurren 
rara vez, en donde las numerosas faxas de músculos y su grueso 
considerable resisten á la impresión de los cuerpos que intentan rom- 
perlos. Es bastante común el que los dos huesos se rompan en una 
misma línea, aunque también suelen á veces estar en distintas direc- 
ciones ; casi siempre la fractura es simple, aunque hay también casos 
en que se ha visto la compuesta. Como todas las demás enfermedades 
análogas, pueden complicarse con heridas, esquirlas &c. : circunstan- 
cias en que no nos detendremos , porque están incluidas en la regla 
generaL Acontecen en general de dos maneras, y son el resultado 
ya de la acción de cuerpos externos aplicados inmediatamente , ya 
como efecto de un contragolpe. La percusión de un cuerpo qualquiera 
sobre el antebrazo forma el exemplo del primer caso, mucho mas 
freqüente, generalmente hablando, que el otro que ocurre regular- 
mente en una caida sobre la muñeca j pero como entonces la mano 
corresponde mas bien á la unión del radio, con quien se articula por 
la mayor parte de su superficie , este hueso solo es el que principal- 
mente sufre toda la violencia deL golpe , y el que por lo común se 
rompe. 

Es difícil equivocarse en el diagnostico de las señales que carac- 
terizan estas fracturas. La movilidad del miembro, en donde antes 
no la había; la crepitación , casi siempre fácil de percibir; la depre- 
sión , alguna vez bien decidida en el sitio de la fractura ; la salida po- 



248 FRA 

co freqüente de las piezas rotas por dtbaxo de la piel ; el dolor pro- 
ducido por los movimientos , que se imprimen en la parte ; el chas- 
quido que alguna vez percibe el mismo enfermo al ocurrir la fractu- 
ra ; la imposibilidad de los movimientos de pronacion y supinación, 
y su situación casi constante en media flexión, son las señales que, con 
las demás propias de toda fractura, caracterizan la existencia real de 
esta , y las que quitan todas las dudas que la extrema tumefacción del 
miembro podrían producir. Sin embargo ocurre la circunstancia de 
que la proximidad á la articulación del carpo pueda aparentar una 
luxación de esta parte en lugar de la fractura; pues entonces se con- 
funden en tener una convexidad hacia atrás , una depresión hácia ade- 
lante, ó se perciben recíprocamente en ambos lados; pero las apofi- 
ses estiloides, examinadas atentamente, y registradas por encima ó 
por debaxo de la deformidad , indicarán desde luego á quál de estas 
dos causas se debe esta: por otra parte, la movilidad mayor en una 
enfermedad que en otra y la crepitación deben disiparnos el error en 
que pudiéramos caer. 

La mayor parte de los fenómenos qne acompañan á estas fracturas 
son el resultado evidente de la separación de las piezas, la que en ge- 
neral es bien poco sensible quando se verifica según su longitud , por- 
que en esta dirección pocas son las fuerzas musculares que pueden con- 
tribuir á producirla; y quando llega á verificarse de este modo , por 
lo regular proviene de un golpe. No es lo mismo la fractura según el 
grueso del hueso : aquí la causa de la separación de los extremos rotos 
puede ser la misma que la de la división ; así es como se verifica al pa- 
sar por encima de él una rueda , en las caídas ó golpes , y entonces 
las piezas se desunen de adelante atrás , ó ai contrario ; por eso hay 
una eminencia en un lado del miembro, y una depresión en el otro, 
ó bien son empujados el uno contra el otro extremo; y de aquí la 
desigualdad que ofrece el miembro de afuera adentro en el sitio frac- 
turado , el ligero hundimiento que se presenta en sus partes laterales, 
y el grueso de sus caras anterior y posterior, por la masa de músculos, 
que procuran la aproximación de las piezas. 

Una reducción metódica hace que desaparezca la primera especie 
de separación según el grueso del hueso; y á no ser que se aplique 
allí otra nueva tuerza externa, no se desune jamas; por el contrario, 
por muy exacta que haya sido la reducción en la segunda especie, 
inmediatamente se ve de nuevo el que se separa: por arriba el mús- 
culo redondo pronador, comprimido contra la pieza superior del cu- 
bito y radio , y por abaxo los dos extremos fracturados se aproxi- 
man mutuamente por las contracciones del quadrado pronador; y 
de este modo se verifica la separación , como lo comprueba la expe- 
riencia. 

Resulta de lo que acabamos de decir sobre la desunión de las 



FRA 249 

piezas , y sobre las causas que constantemente tienden á desunirlas, 
que las fuerzas extensivas , destinadas á hacerla desaparecer , deben 
ser en general menores que en la mayor parte de las otras fractu- 
ras, porque tienen por objeto principal el volver al miembro su lon- 
gitud natural , la que en este caso está muy poco viciada. Antes de 
executar esto es necesario poner el antebrazo en un estado medio en- 
tre la pronacion y la supinación, la flexión y la extensión: posición 
muy favorable para la relaxacion de los músculos , y la que se puede 
conservar por mucho tiempo sin grave incomodidad. Colocado en 
esta disposición un ayudante, forma la extensión agarrando los qua- 
tro últimos dedos: Petit manda que se tire por la muñeca ; pero no 
es tan útil , supuesto que siempre la fuerza de una potencia es en 
razón inversa de su distancia á la resistencia: al mismo tiempo otro 
ayudante hace la contraextension , sosteniendo el brazo, cogiéndole 
con ambas manos, puestas de modo que los dedos pulgares corres- 
pondan á la parte posterior , y los demás dedos vengan á cruzarse 
por delante. Se sigue también de lo que acabamos de decir , que la 
conformación , tan regularmente inútil y aun perjudicial en las otras 
fracturas, es aquí necesaria para restablecer á las piezas el exacto 
contacto que han perdido según su grueso ; y después el Cirujano, 
enterado de la disposición y dirección que tiene la fractura, debe 
hacer la reunión, caminando en sentido opuesto al que tenia. 

Nuestros apositos no son mas que unos medios de mantener por 
mucho tiempo lo que en el acto de la reducción han producido mo- 
mentáneamente las extensiones y la conformación: principio general- 
mente reconocido , pero olvidado en particular en esta clase de frac- 
tura hasta el tiempo de Petit. Pasaremos en silencio , en obsequio de 
la brevedad, el número de vendajes inventados para esta fractura 
desde el tiempo de Hipócrates, como la mayor ó menor ventaja ó 
perjuicio de los unos con respecto á los otros; y solo nos contenta- 
remos con referir el de Desault , porque este , después de haber cor- 
regido los inconvenientes que tenían los de los demás , y reunido una 
gran facilidad en su execucion para el enfermo, con mucha sencillez, 
como le ha manifestado la experiencia de los muchos enfermos que ha 
tratado, ha visto que es ventajoso para restablecer los libres movimien- 
tos del miembro. Las piezas de que se compone son ; dos compresas 
graduadas igualando en longitud, la una el espacio que media desde el 
codo hasta la muñeca, la otra la extensión desde esta hasta la doblez 
del brazo , formada cada una de un solo pedazo de lienzo , doblado 
sobre él mismo siete ú ocho veces; de manera que el pliegue inferior 
tenga una pulgada de ancho , y que los otros vayan cada vez en dis- 
minución, aumentándose mutuamente hasta llegar al último: su grue- 
so debe ser menor para las personas muy obesas , en los que las par- 
tes anterior y posterior del antebrazo son mas convexas ; una venda 

TOMO IV. II 



250 FRA 

de poco mas de quatro varas de largo y de quatro pulgadas de an- 
cho; quatro tablillas de una madera delgada, pero resistente, para 
ponerlas, la primera desde el doblez del brazo hasta la muñeca, la 
segunda desde el intervalo del olecranon y el cóndilo hasta la misma 
parte % la tercera desde el cóndilo interno del húmero hasta la apofi- 
se estiloides del cubito , y la quarta desde el cóndilo externo de di- 
cho hueso hasta la apofise estiloides del radio : el ancho de las dos 
primeras debe ser doble que el de las restantes. 

Estando todo dispuesto , y hecha la reducción del modo dicho, 
el Cirujano empapa en un vehículo qualquiera resolutivo, como en 
el agua vejeto-mineral , las compresas dichas , y las pone en su res- 
pectivo lugar, mantenidas constantemente entre la pronacion y la su- 
pinación , de manera que su parte mas ancha corresponda al miem- 
bro; se sujetan después estas con la venda, embebida en el mismo 
líquido, la que principia con vueltas en el parage fracturado, y lue- 
go va baxando con circulares hasta llegar á la mano ; se pasa entre 
el pulgar y el índice para venir á cruzarse sobre su dorso, y se vuel- 
ve á subir hasta llegar al parage mismo por donde se comenzó, ha- 
ciendo los inversos que sean necesarios según las desigualdades del an- 
tebrazo: allí suelta la venda el Cirujano, y se la entrega á un ayu- 
dante; coloca las tablillas en los parages indicados; un ayudante las 
mantiene sujetas , abrazándolas todas por su parte inferior cerca de 
la muñeca ; y tomando de nuevo la venda , baxa con ella haciendo 
circulares hasta llegar á la mano , en donde se concluye. En la apli- 
cación de este vendaje hay una precaución esencial , y es que á cada 
vuelta de venda que pasa sobre una de las compresas graduadas, el 
Cirujano debe apretarlas con los dedos pulgar é índice de la mano 
izquierda, á fin de que, hendidas entre los huesos, los músculos se 
opongan á que se junten estos, lo que podria resultar de la compre- 
sión desigual del vendaje. Aplicado ya el aposito, si el enfermo de- 
be guardar cama , pondrá el antebrazo extendido sobre una almoha- 
da , con la precaución de tenerle siempre en media flexión , y se le 
defiende, de que le toquen las ropas por medio de un arco de fractu- 
ra; pero si no sobreviene accidente alguno, si no acaece ningún tras- 
torno en la constitución , es inútil sujetarle á una postura molesta, á 
veces insoportable para muchas personas: en este caso se coloca el 
miembro en una charpa , la que por lo común es suficiente para man- 
tenerle fixo. El tratamiento que debe seguirse es sencillo y fácil , pues 
se rociará todos los dias en los primeros tiempos el aparato con el agua 
vejeto-mineral; combatiendo con los medios apropiados los accidentes 
que pueden sobrevenir ; renovando cada ocho dias la aplicación del 
vendaje, ó mas ó ménos tarde según el grado de su relaxacion; reite- 
rando dos ó tres veces, durante todo el tiempo de la curación , esta 
renovación j no permitiendo al principio mas que alimentos ligeros, 



FRA 251 

después darlos ya mas consistentes, y aumentar también su cantidad. 
Alguna vez, después de la aplicación de este vendaje, se presenta 
una tumefacción considerable en el dorso y palma de la mano ; tam- 
bién se observan flictenas éntrelos dedos; el enfermo experimenta do- 
lores á todo lo largo del antebrazo, y aun otras flictenas en varios 
puntos de él. Entonces es necesario levantar el aposito, curarle con 
unos paños cubiertos de cerato; se abren las flictenas, desprendien- 
do la epidermis , volviendo á poner las piezas del aposito , apretán- 
dolas mucho ménos que antes, cuidando de renovarlas, hasta que no 
quede indicio alguno de escoriación. Este accidente , poco grave en 
sí mismo , es demasiado freqüente en la práctica, aun quando el ven- 
daje no estuviese muy apretado desde el principio. 

La consolidación se verifica por lo común entre los veinte y qua- 
tro á treinta dias : á este tiempo suele tener el miembro alguna rigi- 
dez , efecto de haberle tenido inmoble ; pero los movimientos de pro- 
nacion y supinación se executan , aunque no con toda perfección. 
Esto se disipa exercitándole freqüentemente, ya sea por su unión 
con el húmero, ya en sus propias articulaciones; y generalmente ha- 
blando, al cabo de quince ó veinte dias de haber levantado el aposi- 
to, todo queda en el mismo estado que tenia antes de verificarse la 
fractura. 

Fractura del radio. {Cir.) El radio movible, y casi el úni- 
co que sostiene la mano , recibe en los golpes una cantidad de movi- 
miento mucho mayor que el cúbito, el que no la toca mas que por 
una pequeña superficie; de aquí sin duda el ser mas freqiientes en él 
las fracturas, lasque en tales circunstancias son el resultado evidente 
de un contragolpe. Por eso regularmente la acción de cuerpos exter- 
nos rompen al instante este hueso, que por abaxo se halla cubierto 
de unos músculos muy delgados. Qualquiera que sea el modo de divi- 
dirse el radio, suele verificarse en su parte media ó en sus extremos; es 
bastante rara en las inmediaciones de su articulación con el húmero, 
mas común en su mitad , y mas freqüente aun en su parte inferior: di- 
ferencia, que consiste probablemente en que en una caida sobre la 
muñeca se pierde el movimiento á medida que se propague mas arri- 
ba. En este caso se observa una separación casi constante según el 
grueso del hueso: efecto el mas común de la acción de los músculos 
pronadores, que tienden aproximando las piezas rotas á disminuir el 
espacio interhuesoso. 

El diagnóstico de esta especie de fractura en general es fácil 
quando ocupa la parte media ó la inferior del radio. En estos dos 
casos el hundimiento mas ó ménos sensible es en la parte externa del 
antebrazo , la imposibilidad en la pronacion y supinación por medio 
de las fuerzas musculares , un dolor vivo , inevitable resultado de los 
movimientos que se imprimen al hueso en esta acción ; tales son las 



2$2 FRA 

señales particulares, que indican desde luego la existencia y shio de 
esta fractura, la que ademas confirman las señales generales de esta 
enfermedad, como la flexibilidad del hueso, la crepitación de las pie- 
zas en el acto de mover el cubito &c. Desault encargaba que no se 
confundiese esta última señal con una especie de ruido que se perci- 
be alguna vez en la vayna de los tendones de los músculos largo y 
corto, extensores y largo abductor, sea que resulte de una infiltra- 
ción de sinovia en ella , ó que lo ocasione otra causa qualquiera ; pe*- 
ro por otra parte este fenómeno es bastante raro; es siempre fácil el 
distinguirle de la crepitación , porque lo uno se consigue comprimien- 
do las partes, y para lo otro es necesario mover las superficies hue- 
sosas la una contra la otra; ademas que el oido no es fácil que se 
equivoque en estos sonidos. Si la fractura es superior, el número 
grande de músculos que allí se encuentran confunden en parte su 
diagnóstico, sobre lo qual Petit tomó algún dia el precepto juicioso 
de colocar una mano en la extremidad superior del radio , y con la 
otra hacer unos movimientos de rotación : si en este acto la cabeza 
del hueso permanece inmóvil, es evidente la existencia de la fractura. 

La reducción de esta fractura se hace con corta diferencia del mis- 
mo modo que se propuso para la de los dos huesos del antebrazo , so- 
lo que en esta las extensiones deben ser menores, porque no hay mas 
que una separación según la longitud. Para remediar la que es según 
su grueso, el ayudante, encargado de hacer la extensión, pone la 
mano en la abducción , á fin de separar hácia afuera la pieza inferior 
por una especie de movimiento de contrapeso: precepto, cuyo resul<- 
íado es poco sensible si la división es superior á causa del ligamento 
interhuesoso. Al mismo tiempo el Cirujano cuida de poner en un con- 
tacto inmediato los extremos del hueso , empujándolos en una direc- 
ción opuesta á la de su separación; y quando se ha logrado esto, se 
hace la aplicación del vendaje propuesto anteriormente; pero con 
esta diferencia, de que, estando intacto el cúbito, hace el oficio de 
una tablilla: por tanto es inútil poner una artificial en el espacio corn» 
prehendido entre el cóndilo interno del húmero y la apofise estiloí- 
des del cúbito. La consolidación es aquí siempre mas pronta que en 
el caso precedente, donde la naturaleza, con el mismo cúmulo de 
medios, tiene un trabajo duplicado para conseguirlo, y donde ella 
suple por la potencia , que la falta el tiempo que emplea. Regular- 
mente está curada entre los veinte y veinte y quatro dias. Quando 
la fractura ocupa la parte superior del radio , es esencial, después que 
se ha levantado el aposito , el imprimir al miembro unos movimien- 
tos reiterados á menudo, para que no se infarten las partes, ó so- 
brevenga el anquilose del antebrazo , como lo observó Ambrosio Pa- 
reo , el que dice en su libro de fracturas haber visto muchos acciden- 
tes de esta especie. 



FRA 253 

Fractura del cubito. (Cir.) El cubito, por lo común mo- 
rios expuesto á fracturarse que el radio, no acontece esto en él sino 
en el acto de una caida sobre la muñeca: lo mas común es que su ro- 
tura sea directa; y acontece principalmente quando cayéndose sobre 
el antebrazo , extendido para sostenernos , su parte media choca con 
un cuerpo resistente. Se observa en general en todas las partes del 
hueso; sin embargo acaece con mas freqüencia en su extremidad in- 
ferior, donde hay menos masa carnosa con relación á la superior: una 
situación mas saliente y unas cubiertas ménos gruesas son sus causas 
predisponentes. Qualquiera que sea el lugar que ocupe esta fractura, 
el tacto la distingue fácilmente, quando pasando los dedos por la ca^ 
ra interna del cubito, casi inmediatamente pegado á los tegumentos, 
se llevan en diversas direcciones las piezas rotas, y de este modo se 
manifiesta su movilidad y su crepitación. Se nota en la parte interna 
del antebrazo una depresión mas ó ménos sensible , efecto de la se- 
paración de las piezas que se dirigen hácia el radio; y principalmen- 
te lo hace así la inferior, como lo observó muy bien Petit; la de 
arriba queda casi inmóvil. 

La reducción no se diferencia de la del radio sino en que el ayu- 
dante , encargado de hacer las extensiones , debe llevar la mano en 
dirección opuesta , es decir, hácia la abducción , á fin de que un mo- 
vimiento de contrapeso, semejante al anterior, ponga en contacto las 
piezas fracturadas, entre tanto que el Cirujano ayudará á esta acción 
llevándolas en dirección opuesta. En esta fractura, del mismo modo 
que en la del radio, se necesitan solo para el aposito tres tablillas, 
porque este hueso, estando entero, hace el oficio de quarto. El exer- 
citar el miembro, después de hecha la consolidación , no es de me- 
nor necesidad que en la fractura del radio, porque el cubito, punto 
fixo de apoyo en sus movimientos de rotación, no concurre á ellos 
mas que pasivamente. 

Fractura del olecranon. ( Cir. ) El cubito tiene en su ex- 
tremidad superior un apéndice considerable, que corresponde á la 
articulación del antebrazo, encorvada hácia adelante y convexa por 
detras , adonde se adhiere íntimamente el tendón del músculo trí- 
ceps , cuya eminencia se llama olecranon 6 punta del codo , la que 
tiene una grande analogía con la rodilla en su estructura , forma y 
uso; de modo que no se notaría diferencia alguna si , osificado el li- 
gamento inferior de esta, estableciese una continuidad entre ella y 
la tibia. Dicha eminencia está expuesta á fracturarse como la otra, 
en lo que también son análogas , y se diferencian esencialmente de las 
demás fracturas; por tanto merece el que se trate de ella con separa- 
ción. Los antiguos parece que no conociéron esta fractura , pues que 
nádanos han dexado escrito: la mayor parte de los modernos han 
hablado de ella de un modo vago; ninguno ha descrito con exactitud 



2$4 FRA 

las señales que la caracterizan, siendo así que se pueden presentar 
ideas satisfactorias, pues no es una enfermedad tan rara que merezca 
tanto silencio: -su tratado merece por otra parte atenciones, que son 
superfluas en la mayor parte de otros males de esta especie. 

£1 olecranon se fractura en su base ó en su punta ; lo primero es 
mas freqiiente que lo segundo: su división casi siempre es transversal, 
y alguna vez obliqüa. Las causas que la producen son : ó la acción 
muscular, lo que no es freqiiente; ó la acción de cuerpos externos 
aplicados directamente sobre él. El codo, separado del cubito en el 
momento en que una piedra es arrojada con fuerza, ha dado en algu- 
nas ocasiones un exemplo del primer caso , cuyo agente inmediato es 
evidentemente entonces el músculo tríceps extensor. El segundo mo- 
do se verifica quando un golpe violento cae sobre el codo, ó princi- 
palmente en una caida sobre esta parte: por exemplo, si deslizándo- 
se sobre el talón, nos caemos hacia atrás al baxar una escalera, y po- 
nemos el brazo hacia arras para defender el cuerpo, el olecranon, 
chocando violentamente contra un escalón , se encuentra comprimi- 
do entre él y el peso del cuerpo , que sostiene , y se rompe ; y esta 
es la manera mas común como se verifica esta fractura. 

Acontece en este caso que, no encontrando ya el tríceps exten- 
sor en la continuidad del cubito la resistencia para sus contracciones, 
arrastra hacia arriba la pieza corta á que está adherido, ydexa entre 
ella y la parte inferior un intervalo mas ó ménos sensible, y da lugar 
á un gran número de señales características, que son: este intervalo, 
que puede aumentarse ó disminuirse, permite el que el antebrazo for- 
me una flexión mayor que antes : la imposibilidad del movimiento 
espontáneo del antebrazo sobre el brazo resulta necesariamente de la 
separación del músculo tríceps de con el cubito ; la media flexión 
constante del antebrazo , efecto de las contracciones del bíceps y 
del braquial interno , á los que no se opone entonces ningún antago- 
nista ; la elevación mas ó ménos sensible del olecranon por encima de 
los cóndilos, lo que estaba en una situación inversa en el estado na- 
tural quando el antebrazo se hallaba en media flexión; la facilidad 
de mover la pieza superior hacia todas partes , sin que contribuya á 
ello el cúbito; una especie de sensación que tiene el enfermo, al que 
le parece que se desprende del codo un cuerpo para caminar hácia 
arriba quando se esfuerza en extender el brazo. Se puede asegurar la 
uniformidad de esta señal comparando lo que se experimenta quando 
se quiere extender dicha parte en dirección opuesta estando en la 
misma posición. Si á estas señales añadimos las circunstancias que 
acompañan á este accidente, del dolor vivo que siempre se experi- 
menta , el chasquido que á veces percibe el enfermo , la posibilidad 
de hacer una crepitación manifiesta , llevando recíprocamente las pie- 
zas , cada una en dirección opuesta al tiempo de frotarlas , será muy 



FRA 255 

dificultoso el equivocarse sobre la existencia de una fractura , que so- 
lo U tumefacción de la parte podría engañar á un Práctico; pero en- 
tonces se disipa esta espontáneamente , ó por la acción de los reso- 
lutivos, dexando desde luego á descubierto la parte para que se pue- 
da distinguir este conjunto de señales. Á la hinchazón se allega, con 
sobrada freqüencia , un equimosis mas ó menos considerable quando 
la fractura ha sido producida por un golpe en el codo; pero por esto 
no muda sus caracteres, ojie la distinguen siempre de una luxación 
hácia atrás, con lo que se ha confundido alguna vez. 

No hay fractura alguna cuyo tratamiento curativo ofrezca mas 
á menudo mas dificultades que la del olecranon. Aquí el arte no 
puede nada, ni como en otras oponer al poder, siempre activo, de 
los músculos naturales. Los medios de mantener reducida esta frac- 
tura son tan variados como los Prácticos que han tratado de ella: 
unos han propuesto el de una media flexión del brazo para que for- 
me el antebrazo un ángulo recto; pero entonces, chocando el prin- 
cipio general de la reunión de las partes que deben estar en un con- 
tacto mutuo, se expone al doble inconveniente de no conseguirla al 
cabo de mucho tiempo; y si se consigue,, el que el miembro pierda, 
una gran pane de su movimiento , porque el callo es tanto mas lento 
en su formación, quanto ocupa un espacio mucho mayor: por tanto¿ 
entre este extremo y el opuesto, que siguen otros, se puede tomar un 
medio , y será la situación mas ventajosa para eL antebrazo eL tener- 
le entre la media flexión y la extensión ; de este modo , puestas pa- 
ralelamente las piezas , no sufren obstáculo alguno para su reunión ; la. 
que será pronta y uniforme; pero seria inútil dar al miembro una. 
posición conveniente si ninguna cosa le obliga á conservarla : sujeto 
al influxo de un cúmulo de causas, la perderá ; y desordenado el tra- 
bajo de la naturaleza, se retardará la consolidación. De aquí resulta 
la necesidad de un cuerpo sólido , colocado por delante de toda la 
extremidad para oponerse á la flexión , y la ineficacia de todos los 
apositos propuestos hasta aquí para este objeto , como, por exemplo, 
del de Duverney, que recomendaba poner encima de la fractura una 
gruesa compresa, envolver después el codo con un circular para te- 
nerlo todo con una especie de vendaje de ocho en cifra , y de colo- 
car eL miembro sobre, una almohada sin otra precaución. 

Desault buscó un medio , que siendo mas eficaz que los otros, 
pudo satisfacer mejor esta indicación. Estando el antebrazo puesto 
en la situación indicada, dos ayudantes le mantienen así sujeto, en- 
tre tanto que el Cirujano, aplica en su parte inferior el extremo de 
una venda , de cinco varas de largo y quatro dedos de ancho, em- 
papada en un líquido resolutivo qualquiera, y se hacen uno ó dos 
circulares; después se sigue con ellos de abaxo á arriba, cubrien- 
do todo el miembro con ellos , haciendo los inversos medianamente. 



256 FRA 

compresivos. En llegando á la articulación , se manda á un ayudan- 
te que tire el tegumento del codo, el que, arrugado y relaxado en 
la extensión, podría, metiéndose entre las piezas rotas, perjudicar 
mas ó menos á su consolidación: se coge el olecranon , inclinándole 
hacia el cubito; se hace pasar una vuelta de venda por detras de ella 
para sujetar loque los dedos sostenían con firmeza; se conduce á la 
parte anterior del antebrazo , y se vuelve á repetir lo mismo hasta 
cubrir así toda la articulación con una especie de ocho en cifra: en 
seguida continúa el Cirujano con las vueltas hasta llegar á la parte 
superior del antebrazo; y después de haber hecho allí un circular, 
alarga la venda un ayudante para poner á lo largo de toda la extre- 
midad una tablilla muy fuerte, pero un poco encorvada, en donde 
corresponde la articulación , á fin de evitar que haga una grande ex- 
tensión ; y 'después , volviendo á coger la venda , se hacen con ella 
circulares hasta abaxo para sujetarla. Hecho esto, se pone el miem- 
bro sobre una almohadilla , que ofrezca un apoyo igual , y se cubre 
con un arco de fractura para que no incomode la impresión de la ro- 
pa. Las ventajas que presenta este aposito no son nada dudosas; el 
miembro se mantiene constantemente fixo en la extensión por la ta- 
blilla anterior, y por este motivo no puede verificarse la separación 
de parte de la pieza inferior: el vendaje, que envuelve exactamente 
todo el miembro , impide la acción de los músculos comprimiéndo- 
los ; precave en parte las contracciones del músculo tríceps ; las vuel- 
tas del ocho en cifra, aplicadas exactamente, mantienen abaxo la 
pieza inferior, y de aquí resulta que esta no se puede separar. 

El tiempo en que se llega á consolidar el olecranon varía según 
que el vendaje ha estado mas ó ménos exactamente sostenido ; pero 
la experiencia ha enseñado, que por un término medio se verifica en- 
tre los veinte y seis á treinta dias. Conseguido esto, el principal pun- 
to es hacer al miembro los movimientos de flexión y extensión, au- 
mentados graduadamente por dia , para evitar de este modo que re- 
sulte el anquilose ó la rigidez. El exercicio comunicado al brazo pa- 
rece obrar principalmente, procurando el desinfarto de las par- 
tes blancas, que rodean la articulación, y que desde luego, irri- 
tadas con la fractura, se entumecen consecutivamente, disipando 
también una especie de tumefacción, en que se encuentran los mús- 
culos como producto del mucho descanso ; pero al fin , qualquiera 
que sea su acción, se debe siempre aumentar por grados según que 
las partes estén mas ó ménos sensibles, y continuar así por veinte 
dias.: tiempo al que por lo común el miembro ha recuperado ya sus 
movimientos naturales; y guardando este método, es muy raro que 
el sugeto llegue á padecer el anquilose. 

Fractura del cuerpo del fémur. (Cir. ) El fémur, apoyo 
movible del peso de todo el tronco en el hombre, parece estar mas 



FRA 2 $7 

defendido que ningún otro hueso de las enfermedades que dañan su 
continuidad. Los numerosos colchones musculares puestos al rede- 
dor de él, las láminas gruesas del texido compacto forman en su 
parte externa un firme envoltorio; una articulación vaga, pronta á 
ceder en todas direcciones á los movimientos que recibe, todo pare- 
ce contribuir á defenderle; pero por otra parte, encorvado en su 
parte media, torcido superiormente en un ángulo casi recto, mas 
largo proporcionalmente en el hombre que en los quadrúpedos , co- 
locado en la mayor parte de las caidas entre el suelo que resiste , y 
el peso del tronco que gravita sobre él , debe ofrecer por estos mo- 
tivos ménos resistencia; y si á estas consideraciones añadimos las de 
las causas, que tienen sobre él una acción inmediata, será fácil con-' 
cebir que en el cálculo comparativo de los huesos el mas expuesto á 
fracturarse después de los de la pierna es el fémur. 

Este hueso puede indiferentemente romperse en todos los puntos 
intermedios desde el cuello hasta sus cóndilos. Sin embargo, donde 
ocurre con mas freqüencia es en el tercio medio de su longitud. Qual- 
quiera que sea el lugar que ocupe esta fractura , su dirección unas ve- 
ces es perpendicular; lo mas común es que sea obliqüa : variedad 
accidental á la naturaleza del mal , pero que tiene mucho influxo so- 
bre sus conseqüencias. Ya sea solo el hueso el interesado como en to- 
das las enfermedades de la misma especie, ya á su lesión simple 6 
oompuesta, con diversas esquirlas, se una la de las partes blandas 
circunvecinas , y se hagan entonces las fracturas complicadas , varían 
según la naturaleza de las partes afectas, la extensión y el modo de su 
lesión. Sin embargo este hueso se rompe comunmente en ménos pie- 
zas que los que están situados superficialmente, como lo observa 
Petit. 

Qualquiera que sea el modo como esté dicha fractura , en ella se 
presentan las señales siguientes, que son las que caracterizan su exis- 
tencia; dolor tópico y agudo en el instante de ocurrir esta enferme- 
dad, pronta imposibilidad de mover el miembro, movilidad preter- 
natural existente en una de sus partes, crepitación á veces percepti- 
ble frotando un extremo de la fractura contra el otro, y una disfor- 
midad , que se puede mirar baxo tres aspectos según su lor gitud , su 
grueso y su dirección. Las señales comunes á la mayor parte de las 
fracturas ofrecen en la del fémur pocas particularidades, si se excep- 
túala deformidad, sobre la que es esencial tener ¡deas exactas, por- 
que estando constantemente dispuesto á reproducirse, principalmente 
en las fracturas obliqüas , es la que sobre todo debe estar á la vista en 
la curación. Se puede establecer como principio general que todas las 
fracturas del fémur vienen con deformidad, como lo comprueban la 
mayor parte de los casos. Si se considera esta deformidad con rela- 
ción á su longitud, se ve que en las fracturas obliqüas es siempre ei 

TOMO IV. KK 



258 FRA 

miembro mas corto que el del lado opuesto: fenómeno que acredita 
claramente una sobreposicion de las piezas. 

Las fracturas transversales están menos expuestas á la separación 
según la longitud del hueso, porque una vez puestas en contacto las 
piezis,se sostienen mutuamente: retirada por los músculos la infe- 
rior, encuentra una resistencia en la superior, y esta, empujada há- 
cia abaxo por el peso del tronco, quiere ir delante de la otra, y de 
este modo las dos mantienen su situación. La deformidad del fémur 
fracturado, considerado con relación á su grueso, le acompaña siem- 
pre en quanto á su Longitud, y aun alguna vez se le ve existir solo, 
esto es, quando en una fractura transversal los dos extremos hueso- 
sos pierden su mutuo contacto, dirigiéndose el uno hácia adentro y 
el otro hácia afuera, ó quedándose el uno colocado miéntras se se- 
para el otro. 

Estas fracturas rara vez son peligrosas en los casos ordinarios; pe- 
ro por los accidentes que las acompañan, y la incomodidad que se si- 
gue quando son obliqüas, pueden serlo. La mayor parte de los anti- 
guos dixéroncon Celso que el acortamiento del muslo era el resulta- 
do de esta fractura; pero la autoridad de otros Prácticos y la expe- 
riencia confirman , que este accidente es producto á veces de la mala 
disposición del vendaje , y que también se puede establecer un equi- 
librio tal, que queden bien en contacto las piezas: luego al uso bien 
combinado de estos dos medios para la extensión y compresión de los 
músculos es á quien se debe este suceso. Los accidentes relativos á 
las complicaciones de esta fractura, como las esquirlas, las heri- 
das &c, entran en la clase general de las complicaciones, y por tan- 
to no hablamos aquí de ellos. 

Dos grandes indicaciones dividen en general el tratamiento de las 
fracturas, y el de la del fémur en particular; reducir las piezas, y 
mantenerlas reducidas. Examinemos aquí cada una con separación. 
Para lo primero tenemos desde la remota antigüedad las extensiones, 
contraextensiones y conformación, tres medios, que ha establecido 
ía costumbre, pero que no siempre son necesarios en la práctica, 
como diremos después. Antes de todo esto es necesario poner al en- 
fermo en buena situación, la que varía: la mayor parte, siguiendo 
el uso antiguo, adoptan la postura horizontal, de modo que la nal- 
ga esté extendida sobre el tronco, y la pierna sobre aquella: prácti- 
ca muy recomendada en Francia. Pott es de opinión contraria , esto 
es, que se ponga en media flexión el miembro: los músculos , estan- 
do mas relaxados, se prestan con mas facilidad á la acción de las ex- 
tensiones; propone pues doblar la pierna sobre la nalga, y esta sobre 
el vacío, y acostar al enfermo de lado: situación que, usada ya pa- 
ra la reducción , debe continuarse con ella en todo el tiempo de la 
curación. Bell adopta este mismo método , que parece ser admitido 



FRA 259 

de los Ingleses ; pero estando colocado el miembro en semejante dis- 
posición; la dificultad para hacer las extensiones y contraextensio- 
nes ; la necesidad de aplicarlas entonces sobre el mismo hueso roto, 
y no en un parage distante de la fractura; la imposibilidad de com- 
parar exactamente la nalga enferma con la sana para juzgar de la re- 
gularidad de la conformación; el obstáculo que ocasiona esta postu- 
ra continuada largo tiempo , aunque á primera vista parezca la mas 
natural ; la compresiou incómoda y dolorosa de una parte del tron- 
co sobre el gran trocánter del lado enfermo ; los desarreglos á que 
el miembro está expuesto quando el enfermo va á mudarse la ropa; 
la dificultad de fixar sólidamente la pierna para evitar el efecto de 
sus movimientos sobre el fémur; la evidente imposibilidad de este 
método quando están fracturados ambos muslos; y en fin la expe- 
riencia poco favorable, fuéron los motivos que determinaron á De- 
sault á no recurrir á tal postura, después de haberla ensiyado en dos 
enfermos, de los quales el uno tenia un acortamiento considerable, 
á pesar de haberlos cuidado escrupulosamente. Por otra parte, lo que 
se gana con la relaxacion de algunos músculos, se pierde con la ten- 
sión de otros muchos; pues la rodilla no puede estar en flexión sin 
que el músculo triceps flexor esté violentado: inconveniente tanto 
mas real , quanto que su acción se exerce inmediatamente sobre las 
dos piezas rotas; y por consiguiente el método de los Ingleses ofre- 
ce siempre un cúmulo de inconvenientes mayor que el de sus ven- 
tajas; por tanto es mas útil el que seguían los antiguos. Determinada 
ya la postura, se pasa á hacer las extensiones y contraextensiones se- 
gún la dirección que tenga el miembro en el estado de fractura, y 
después se siguen según la que es natural al muslo. Ha habido dispu- 
tas sobre el parage por donde se han de hacer las extensiones : unos 
quieren que por encima de la rodilla, y otros que por los maléolos; 
esto último es mas ventajoso, porque haciéndolo del otro modo, la 
presión que experimentan los músculos irritan y determinan su con- 
tracción, multiplicando los obstáculos de la reducción, al paso que 
es menester emplear una fuerza mayor : luego para las extensiones 
nos valdremos mejor del pie como una palanca de primera especie; 
pues abrazando las dos manos de un ayudante al pie , de modo que 
sus dedos se crucen sobre el dorso, miéntras que los pulgares corres- 
ponden á la planta, y representan la potencia, la articulaciones el 
centro del movimiento, y la pierna con la pieza inferior es la resis- 
tencia. Un movimiento de contrapeso en el pie de abaxo á arriba 
arrastra en dirección contraria á esta resistencia; y así se hace la ex- 
tensión , método mas útil que el que regularmente se usa, poniendo 
las manos en el extremo inferior de la pantorrilla , porque la fuerza 
de las potencias extensivas es en general en razón inversa de su dis- 
tancia al centro. Lo mismo es aplicable al acto de las contraextensio- 



26o 



FRA 



nes; para las que Desault se contenta con hacer sostener el tronco 
por unos ayudantes , ya sea por las caderas, ya sea al mismo tiempo 
por debaxo del sobaco de cada lado. La sujeción con la palma de la 
mano, tan recomendada de los Griegos , es aquí un recurso muy dé- 
bil para la reducción ; y si acaso tiene alguna ventaja , es en el acto 
de una fractura según el grueso del hueso, y que esto ha de ser diri- 
giendo bien las extensiones , y calculando las fuerzas musculares pa- 
ra llegar á poner paralelas las piezas fracturadas. 

Si la pieza inferior ha experimentado sobre su exe un movimien- 
to de rotación hacia afuera ó hacia adentro , el ayudante , encar- 
gado de las extensiones, debe llamar "poco á poco el miembro en 
una dirección inversa al tiempo de executarlas. En el dia de hoy no 
hay ya las dificultades que antiguamente presentaban á veces las ex- 
tensiones. 

Hay casos en que , irritados los enfermos por las puntas huesosas, 
por los esfuerzos que han sufrido y por la dislaceracion de los ner- 
vios, los músculos aumentan su contracción hasta el punto de no 
encontrarse potencia alguna capaz de poner paralelos los extremos 
fracturados. ¿Qué medios se emplearán entonces? Todos los que en 
general disminuyan la irritabilidad , variándolos según las circunstan- 
cias, como la dieta, las sangrías &c. En este caso Desault conseguía 
los mas felices efectos poniendo el miembro en una extensión conti- 
nuada : los músculos, molestados por el estado permanente de tensión 
en que entonces se encontraban, se relaxaban poco á poco, su fuer- 
za se disminuía, cedian por último, y se lograba la reducción. 

Hasta aquí no hemos hecho mas que dar un paso en quanto á la 
reducción de la fractura; pero en esta, mejor que en ninguna otra, 
hay causas poderosísimas, que intentan destruir lo que ha hecho el 
arte: luego aquí es principalmente donde se debe tratar de los me- 
dios de mantenerla reducida. 

El primero de estos medios será la situación conveniente; para 
esto se acostará el enfermo horizontalrnente sobre un plano exacto, 
y poco susceptible de baxarse por el peso del cuerpo: inconveniente 
que se evita poniendo unos colchones un poco duros, y que resistan 
bastante á la presión que sufren. El segundo medio , no menos eficaz 
que el anterior, consiste en los apositos en que se coloca el miem- 
bro, y los que, variados según los diferentes autores que los han in- 
ventado, ofrecen un conjunto de tablillas, fanones, compresas &c. 
Para apreciar exactamente sus ventajas ó inconvenientes , establecien- 
do desde luego las indicaciones curativas, que deben satisfacer, com* 
pararemos en seguida su modo de obrar para ellas , y de aquí nace- 
rán, como otras tantas conseqüencias , los objetos que buscamos. 

Siendo el intento de qualquier aposito el evitar la separación de las 
piezas rotas con un mecanismo, debe calcularse según las causas que 



FRA 261 

roduzcan esta desunión. Estas son aquí la acción muscular, tirando 
ácu arriba la pieza inferior; el peso del tronco, empujando abaxo la 
superior; de lo que se sigue que todo aposito destinado á este intento 
debe arrastrar y mantener hácia abaxo el extremo inferior; llevar 
arriba, y tener así el extremo superiormente: principio generalmen- 
te aplicable, y sujeto solo á algunas excepciones en las fracturas 
transversales, en las que la fractura es según su grueso: es necesario 
también que en el aposito se encuentre una resistencia, que impida 
la rotación de la pieza inferior, y que asegure la inmovilidad del 
miembro, que los sacudimientos podrian desarreglar. 

Si comparamos , con relación á lo dicho , el modo de obrar de 
diferentes piezas, que entran en los aparatos ordinarios, sin una ex- 
tensión permanente, como los vendajes, las tablillas, las compre- 
sas &c. , se verá que son poco eficaces para completar nuestros de- 
seos: que se emplea el vendaje circular , el de diez y ocho cabos, ó 
los vendoletes, y todos tienen un modo común de obrar, que es aña- 
dir un segundo envoltorio al muslo sobre el cutáneo y aponeurótico 
que él tiene ya; de comprimir contra la fractura los músculos, que 
la forman entonces una especie de eaxa natural en que encerrarla, y 
de aumentar con esta presión la resistencia lateral de las partes: lue- 
go de este modo evitaremos muy bien la desunión por los lados, y 
baxo este respecto estas vendas serán muy ventajosas en las fracturas 
transversales. Pero ¿qué impedirá que los dos planos inclinados de la 
división obliqüa no obren el uno sobre el otro ? ¿ Qué fuerza se opon- 
drá á que el miembro no experimente el efecto de los sacudimientos, 
que accidentalmente se le imprimen? La acción muscular ¿no encon- 
trará una resistencia? La fuerza muscular ¿no se disminuirá con la 
presión exercitada sobre ellos mismos? Esta no es la ventaja princi- 
pal de los vendajes. Pero esta compresión ¿será eficaz para precaver 
la separación según la longitud del hueso, principalmente si no se 
aprietan mucho las vendas, como lo encargaban ciertos Prácticos, 
que creian que con la constricción muy fuerte venia la hinchazón del 
periostio, único agente, según ellos, de la formación del callo? En- 
tonces valdria mas no usarlos, pues su acción solo es útil por la com- 
resion que exercen sobre el miembro , cuya tumefacción evitan so- 
re los músculos, cuya contracción disminuyen un poco, y esto no 
lo hacen si no se aprieta contra el hueso roto. Esto mismo se aplica 
igualmente al uso de las compresas, que forman un recurso mas pe- 
queño para estas circunstancias; pero que sin embargo los Cirujanos, 
que son ciegos imitadores de lo que aprenden, como serviles de lo 
que viéron en un arte, que debían ilustrar mas, ponen en execucion 
su uso sin reparo alguno. Como la aplicación de un vendaje circular 
proporciona que cada circunvolución de venda sea un nuevo motivo 
¿q la desunión de la fractura, se inventó el ingenioso medio de aplicar 



2Ó2 



FRA 



en las fracturas simples de las extremidades inferiores el vendaje de 
diez y ocho cabos, como también en todas las que son compli- 
cadas. 

Las tablillas y los fanones, segunda parte de las piezas de aposito, 
cuya descripción se ha hecho en su lugar propio, usados en las fractu- 
ras del fémur, tienen la ventaja de fixar con solidez el miembro, de 
mantenerle resguardado de la perniciosa separación, que podian pro- 
ducir los sacudimientos extraños, ó la contracción muscular debida á 
la inadvertencia de los enfermos: evita también esto quando es según 
el grueso de la parte, y por esto son suficientes para las fracturas 
transversales , y pueden con preferencia las tablillas oponerse á la ro- 
tación del muslo hacia afuera ó hácia adentro ; pero si la división es 
obliqüa, no evitarán el que una pieza cavalgue sobre la otra, y so- 
brevenga el acortamiento del miembro, pues esto solo se evitaria 
apretándolas contra él, que podría detener el círculo, y ocasionar 
la muerte de la parte; finalmente, ellas no sirven mas que de evitar 
la separación según el grueso del hueso , y asegurar mejor que los 
vendajes La inmovilidad del miembro. Antiguamente se usáron mu- 
cho los fanones , los que , colocados á los lados del sitio fractura* 
do , solo se tocan por un punto de su longitud , y le aseguran bien 
poco ; por lo que se da la preferencia á las tablillas , y como que son 
de madera, son mas sólidas y muy resistentes. De lo expuesto hasta 
aquí se sigue que los vendajes y tablillas, con lo demás que entra en 
los apositos ordinarios, solo pueden obrar quizá en los casos bastante 
raros de que las fracturas sean transversales; pero siempre se consti- 
tuyen inútiles quando son obliqüas, porque no llenan las dos indica- 
ciones, de llevar hácia abaxo la pieza inferior, y de mantener ea alto 
la superior. 

¿Qué medio pues será eficaz para producir una extensión conti- 
nuada? Este será aquel que sostenga los medios de la reducción du- 
rante todo el tratamiento ; que á la potencia , siempre activa de los 
músculos, oponga una constante resistencia; que formando al exterior 
del muslo una especie de músculo artificial, se haga antagonista de los 
naturales , y neutralice sus esfuerzos obrando en sentido inverso. 
Á dos clases generales se pueden reducir estos medios propuestos por 
diversos autores: en la una se incluyen los medios simples propuestos 
desde la antigüedad, como los lazos, tablillas, compresas &c. ; y 
en la otra se comprehenden los que son mas complicados , y cons- 
tan de diferentes máquinas. Con una simple ojeada que se dé sobre 
todos estos medios , se ve sin duda alguna la preferencia que se debe 
dar á los medios sencillos, pues una ligera resistencia, continuada 
por largo tiempo , es suficiente para vencer la potencia , desde luego 
mas activa, de los músculos, prescindiendo de las ventajas particu- 
lares que tiene cada máquina, las que es imposible referir aquí , y 



FRA 263 

viéndolas, nos convenceremos de ello, y solo nos contentaremos 
con reflrir el de Desault , el que se compone de un pedazo de fanón 
falso, doblado en su ángulo superior é interno, para acomodarle á 
la grande di tancia de las tablillas, un vendaje de cuerpo y un ven- 
dolcte para asegurarle al lado opuesto de la fractura; tres tablillas 
firmes, de pulgada y media de ancho, de las que la externa, mas 
sólida que las otras, debe ser tan larga, que coja desde la cresta del 
hueso íleon hasta quatro pulgadas mas abaxo de la planta del pie: en 
su parte inferior tendrá una escotadura , y un poco mas arriba una 
muesca: la superior ocupa el espacio intermedio entre el pliegue de 
la ingle y la parte superior de la rodilla; y la interna desde el pliegue 
interno y superior del muslo hasta la planta del pie; tres colchonci- 
llos llenos de paja de avena, uno externo, otro interno, y otro su- 
perior; un vendaje formado de un número incierto de vencfoletes 
sueltos, de tres pulgadas de ancho, de una longitud doble de lo que 
es el grueso del miembro, puestos de abaxo á arriba, y forrados en 
cada tercio de su longitud; una compresa lengüeta y dos circulares 
para envolver inmediatamente la extremidad ; dos vendas fuertes, 
destinadas á la extensión y contraextension, de vara y media lo me- 
nos de largo, y una compresa gruesa ó lengüeta, y un número su- 
ficiente de vendoletes. Estando todo dispuesto, y colocado todo 
el aparato en la cama del enfermo, en el lado que corresponde al 
muslo fracturado , y con el orden sucesivo con que se han de apli- 
car , situado también ya el enfermo, se levanta el miembro con pre- 
caución; y haciendo la extensión , se mete con suavidad, por deba- 
xo de él, cada pieza del aposito, dexándolo en la misma disposición 
con que se ha de cubrir la fractura. Después se pasa á efectuar las ex« 
tensiones del modo propuesto : se pone el Cirujano al lado externo 
de la fractura; y un asistente se encarga de ayudarle desde el otro 
lado para aplicar el vendaje. Primeramente se ponen las compresas,, 
lengüeta y circulares bien extendidas sobre la parte para que no for- 
men arruga alguna, y empapadas antes en agua vejeto-mineral ; al 
rededor de ellas se aplican sucesivamente y de abaxo arriba cada ven- 
dolete , medianamente comprimidos por el vendaje; el extremo de la 
pierna se envuelve con una gruesa compresa, para evitar la impre- 
sión de la venda , que se fixa de manera que su mitad se pone por en- 
cima del talón; los dos rollos se cruzan después sobre el pie ; van la- 
teralmente á la planta; vuelven á cruzarse de nuevo, y no se sueltan 
hasta que esté aplicado todo el aposito; se ponen lateralmente á lo 
largo del muslo dos almohadillas, cuyo grueso pueda aumentarse ó 
disminuirse, y se amoldan en las desigualdades del miembro; al re- 
dedor de las dos tablillas laterales, entre el Cirujano y el ayudante,, 
se arrollan los dos bordes del fanón hasta que el uno y el otro com- 
priman uniformemente toda la parte ; la tercera almohadilla se pone 



264 FR A 

en la parte anterior del miembro, y sobre ella una tablilla; los ven- 
doletes, en número de quatro para el muslo y tres para la pierna, se 
anudan sobre la tablilla externa para que no incomoden los nudos 
con su contacto; se principia por el que está próximo á la fractura, 
apretándole todo lo posible , sin perjudicar demasiado al enfermo; 
después se pone por encima de las caderas el vendaje de cuerpo , su- 
jetándole lateralmente en la tablilla externa, y se extiende por enci- 
ma del muslo: una gruesa compresa, colocada debaxo de la tubero- 
sidad esciática, sirve como de colchón contra la compresión que ha- 
ce la venda, la que pasada desde luego por debaxo del aposito, se 
lleva obliqüamente de adentro á afuera y de alto á abaxo, para que 
forme su punto de apoyo, por una parte sobre la tuberosidad del ís- 
quion , y por la otra sobre la extremidad superior de la tablilla ex- 
terna , y se anuda en el pliegue de la nalga. 

Si se compara el modo de obrar de este vendaje con las indica- 
ciones generales establecidas anteriormente para todas las fracturas 
obliqüas del fémur, será fácil comprehender que, según ellas, sirve 
para llevar hácia abaxo la pieza inferior , sostener en alto la superior, 
evitar la rotación de la inferior, y asegurar la inmovilidad del miem- 
bro: finalmente, no hemos de perder de vista el que no quede disfor- 
midad; y si acaso fuese inevitable, el segundo objeto del arte es el 
disminuirla quanto sea posible. 

Fractura del gran trocánter del fémur. ( Cir. ) Las 
fracturas del extremo superior del fémur comprehenden la del gran 
trocánter, y las del cuello. Ya se verifiquen á un tiempo ó con sepa- 
ración, siguen proporciones muy diferentes: la una es muy rara, y 
ha merecido poco la atención de los Prácticos, al paso que la otra 
ha tenido muchos observadores, principalmente en estos últimos 
tiempos. 

Las fracturas del gran trocánter son el efecto ó de caldas sobre 
esta eminencia, ó de la acción de un cuerpo agitado sobre ella: son 
obliqüas ó transversales, situadas unas veces en la punta, y otras en 
la base de esta eminencia; pueden ser simples ó complicadas, ya con 
esquirlas ó hinchazón, como acontece quando la produce una bala, ya 
con la división del cuello de este hueso, como se ha observado alguna 
vez. Qualesquiera que sean estas variedades, se caracteriza esta frac- 
tura por la facilidad con que se mueve en todas direcciones el gran 
trocánter del fémur , entre tanto que la parte inferior del cuerpo y 
el muslo permanecen inmóviles ; por la crepitación , efecto del cho- 
que que experimentan en estos movimientos las superficies divididas; 
por el defecto del acortamiento del miembro qnando la fractura 
existe sola ; por la aproximación de las piezas en la abducción , y 
por su prolongación en ella ; y por la postura freqüentemente mas 
alta y mas adelante del gran trocánter , como lo comprueba la expe- 



FRA 26$ 

rienda. La presencia de estas señales son tanto mas fáciles de conce- 
bir, quanto que esta eminencia, situada superficialmente, puedes er 
cogida con facilidad , y seguir los movimientos que entonces se le 
imprimen. 

La reducción de esta fractura se efectúa comprimiendo la pieza 
separada en sentido opuesto al de su separación, atrayéndola á su ni- 
vel ordinario, llevando en ocasiones el muslo un poco hácia afuera: 
se mantiene de este modo por medio de algunas compresas puestas 
por los lados, y sujetas con un vendaje obliqüamente desde la cade- 
ra sana hácia la parte de la nalga á que corresponde la fractura, re- 
presentando una verdadera espica. La fractura, producto de una ar- 
ma de fuego, necesita siempre de que se hagan grandes incisiones, ya 
para extraer cuerpos extraños, ya para desbridar la aponeurosis de la 
fascialata, muy tensa en este parage, y que podria producir un fu- 
nesto resultado si no se dilatase. La fractura con esquirlas, pero sin 
herida externa, y producida por un cuerpo común contundente, ra- 
ra vez exige un aposito particular , porque aunque estén adheridas al 
periostio las porciones solas del fémur, pueden reunirse, sea entre sí 
ó con las dos piezas. 

Fractura del cuello del fémur. (Cir.) El cuello de este 
hueso, rodeado de una gran cantidad de partes biandas, defendido 
por el gran trocánter, que le termina por afuera, está casi siempre 
libre de la acción inmediata de los cuerpos externos, y por conse- 
qüencia de las fracturas directas. Siempre que se llegue á romper el 
hueso es efecto de un verdadero contragolpe por una caida, ya sobre 
el gran trocánter, ya sobre la planta del pie ó la rodilla. El primer 
modo se observa en la práctica con mas freqüencia que el segundo, 
acaso porque en este el movimiento es débil por razón de las partes 
en que se distribuye antes de llegar al cuello del fémur. 

Esta fractura puede ser en la parte media, sitio donde se ha- 
lla un mediano grueso, y donde la naturaleza no amontona una gran 
cantidad de substancia compacta , como lo hace en la parte media del 
hueso, que tan expuesta es á romperse; en su extremo alto, donde 
se suelda con la cabeza del fémur; y en su reunión con el gran tro- 
canter : circunstancia, en que la solución de continuidad puede estar 
fuera de la articulación , lo que sin duda acaece con mas freqüencia 
de lo que se habia creído. Esta división es siempre transveisal , rara 
vez obliqüa; alguna vez queda el cuello del hueso como encaxado en 
el cuerpo de este, fracturado de manera, que representa una escota- 
dura mas ó ménos profunda, de lo que se citan algunos casos: la hay 
simple por lo común, y se complica á veces con la del gran tro- 
canter. 

Qualquiera que sea , ya el modo y ya el lugar de esta fractura, 
su diagnóstico presenta dificultades, que la experiencia y la costum- 

TOMO IV. 



FRA 



bre la allanan sin duda , pero que con demasiada freqüencia dexan en 
una gran incertidumbre al Práctico mas diestro: por tanto describa- 
mos por su orden sucesivo los síntomas que la caracterizan. 

En el momento en que se verifica el golpe se percibe un dolor agu- 
do; alguna vez se percibe un chasquido sensible ; hay una pronta im- 
posibilidad al movimiento, y el enfermo no puede levantarse; aunque 
esta circunstancia no siempre se verifica. El quarto volumen de las 
Memorias de la Academia de Cirugía ofrece un caso en que el enfer- 
mo se echó él mismo después del golpe, y él mismo se levantó al dia 
siguiente, pero esto es muy raro. Casi siempre se advierte el acorta- 
miento del miembro fracturado, según que el extremo de las piezas 
esté contenido en la cápsula, ó que estando la división fuera de la 
articulación, no ofrezca resistencia alguna á su separación. La acción 
muscular arrastra arriba la pieza inferior, el peso del cuerpo empu- 
ja hácia abaxo la superior , y esta es la doble causa de dicho acorta- 
miento; y se observa que en esta tiene mayor influxo la fuerza mus- 
cular , porque es mucho mas larga , y el extremo inferior da atadu- 
ra á un crecido número de fibras musculares. Un ligero esfuerzo es 
suficiente para disipar este acortamiento , pero que luego vuelve á 
comparecer inmediatamente. Se manifiesta una tumefacción en la par- 
te anterior y superior del muslo , la que casi siempre es proporciona- 
da al acortamiento del miembro, y del que parece ser resultado. Des- 
aparece casi del todo la salida del gran trocánter, cuya eminencia, 
dirigida hácia arriba y atrás , se acerca á la cresta del íleon ; pero si 
toma una dirección inversa, obedece fácilmente, vuelve á tomar su 
nivel, y permite al enfermo que mueva el muslo. La rodilla está un 
poco en flexión. Al tiempo de efectuar con el miembro los movi- 
mientos de la abducción hay siempre un dolor agudo. Si apoyando 
la mano sobre el gran trocánter se le hace á la extremidad inferior 
que execute algún movimiento de rotación sobre su exe, se advierte 
que la salida huesosa gira sobre ella misma como sobre su exe, en lu- 
gar de describir como en el estado natural un arco de círculo, del 
que el cuello del fémur es el rayo; pero esta señal, observada prin- 
cipalmente por Desault, es muy manifiesta quando la fractura está 
en la base del cuello ; ménos si está en su parte media , y muy poco 
quando existe hácia la cabeza del hueso. En los movimientos de ro- 
tación la pieza inferior roza contraía superior, produciendo una cre- 
pitación clara; pero este fenómeno no es siempre constante. La pun- 
ta del pie está regularmente vuelta hácia afuera; la opinión común 
atribuye esta postura á los músculos rodadores; pero si eso fuese 
cierto , debería encontrarse siempre esta señal , que no se verrfica así: 
todos los músculos, que desde el tronco baxan al trocánter, se ha- 
llan, a excepción del quadrado, en un estado de relaxacion por apro- 
ximarse el fémur con el punto de su inserción , y los músculos con- 



FRA 267 

traídos no permiten con tanta Facilidad el llevar la punta del pie ha- 
cia adentro : luego ¿ no será mas probable que el peso mismo de esta 
parte la arrastrará en esta postura , en que regularmente la hallamos? 
De lo que acabamos de manifestar se evidencia , que ninguna de las 
señales de esta fractura nos proporciona su carácter exclusivo, por- 
que ellas, separadas, nada indican; pero, reunidas, pueden propor- 
cionar algunas luces á los Prácticos para deducir su diagnóstico , pues 
al fin es necesario, en caso de duda, tomar el partido mas seguro, y 
aplicar el aposito inútil , pero no perjudicial, si no existe tal fractu- 
ra; pero indispensablemente es necesario si la hay. 

Para que podamos dar á entender quál es el pronóstico de este 
mal , bastará el que resolvamos brevemente estas qiiestiones particu- 
lares. ¿Qué accidentes acompañan á esta fractura en su principio? 
¿Qué fenómenos se manifiestan en el acto de su reunión? ¿Qué in- 
convenientes resultan para la progresión después? 

Si se consulta á lo que han escrito los autores sobre esta fractu- 
ra , se verá que pocas se presentan con unos caracteres tan funestos, 
pues los mas graves accidentes son su inevitable resultado. La infla- 
mación de las partes circunvecinas; los abscesos numerosos, que se 
propagan al exterior, y se comunican á lo interior de la articulación; 
la gangrena misma, observada una vez por Morgagni; los movimien- 
tos convulsivos del miembro; el edema que sobreviene, y la calen- 
tura lenta que se apodera poco á poco del enfermo ; estos son en ge- 
neral los accidentes exagerados sin duda alguna por la opinión que 
se ha tenido por largo tiempo de las fracturas en lo interior de las ar- 
ticulaciones ; pero tratadas metódicamente estas fracturas, no tienen 
los resultados tan funestos como se ha creido hasta aquí. 

La reducción presenta aquí en general pocas dificultades: tendido 
el enfermo de espaldas , unos ayudantes hacen las contraextensiones 
por la axila y la cadera, sin necesidad de pasar lazos por el muslo sano 
como se ha recomendado; otro ayudante hace la extensión del modo 
dicho anteriormente, llevando poco á poco la punta del pie en una 
dirección inversa á la que tenia, y haciendo que el muslo execute 
un pequeño movimiento de rotación sobre él mismo: el menor es- 
fuerzo es suficiente , estando todo dispuesto , para poner en contacto 
las piezas rotas, y dar al miembro su configuración natural, al paso 
que esta facilidad en reducirse es uno de sus caractéres ; pero hemos 
de advertir, que lo que el arte hace sin trabajo en un instante, es 
muy difícil el mantenerlo así con constancia , y regularmente nues- 
tros procedimientos curativos son insuficientes , ios quales se pueden 
reducir en general á tres clases, á saber: á la situación, á los venda- 
jes y á los apositos para la extensión continuada. 

En la primera clase se comprehende sobre todo el método em- 
pleado desde la antigüedad , que consiste en poner al enfermo sobre 



268 



FRA 



un plano horizontal ; la extremidad sujetada con unos simples fano- 
nes, y el pie con una suela; pero inmediatamente la acción muscu- 
lar, á la que nada se resiste, arrastra hacia arriba la pieza inferior, y 
el peso del cuerpo inclina abaxo la superior; entonces es necesaria 
una nueva reducción ; se vuelve á verificar la separación , y así acae- 
ce sucesivamente ; pero sin embargo estaba generalmente adoptado 
en estos últimos tiempos: mas de todos modos, qualquiera que sea 
la situación , por sí sola de nada sirve si no entran á contribuir los 
otros dos medios. 

La segunda clase de medios curativos incluye los diferentes apo- 
sitos simplemente extensivos: unos, como Petit, aconsejan la espica 
del ano como la mas ventajosa ; pero esta, si está floxa , de nada sir- 
ve , y si está muy apretada, los músculos se comprimen desigualmen- 
te , se determina su contracción, y esto será causa del acortamiento 
del miembro. Por estos motivos pues se hallan sin la menor duda 
ventajas mas reales en la gotiera de hoja de lata guarnecida de algo- 
don, en que Fabricio Hildano colocaba la parte externa del muslo; 
la que después se ha renovado por los ilustres Prácticos alemanes, en 
los cartones propuestos por Duverney, en el escudo de búfalo em- 
pleado por Arnaud , en las tablillas adoptadas por el mayor número 
de los Prácticos, y en otros ; pero ya en el artículo anterior hicimos 
ver que todos estos medios no resistían suficientemente á la acción 
muscular, ni satisfacían completamente las indicaciones, porque eran 
ineficaces , lo que estriba en que no atienden bien á aquel principio 
general de toda fractura, á saber: que los medios destinados á pre- 
caver la separación deben arreglarse según las causas que la produ- 
cen ; estas son la acción muscular , que tira hácia arriba la pieza su- 
perior; el peso del cuerpo que empuja abaxo el resto de la máquina; 
la gravedad, y la dirección del pie y de la pierna, que se inclinaa 
á volver su punta hácia afuera, con un movimiento de rotación: lue- 
go las tres indicaciones, que tiene que llenar todo vendaje, son las 
que se oponen á dichas tres especies de motivos; y esta primera con- 
seqüencia nos conduce á sacar esta otra: luego los medios destinados 
á conseguirla deben estar obrando sin cesar, supuesto que las causas 
que combaten están siempre puestas en acción ; y de aquí la necesi- 
dad de los aparatos para la extensión permanente, cuyo mecanismo 
es el mismo que para la fractura del cuerpo del hueso- La extremi- 
dad se sujeta en una fuerte tablilla ; á los dos extremos de ella hay 
dos vendoletes, de los quales el uno va á atarse fuertemente á las ca- 
deras , y el otro al pie ,■ de este modo , sosteniendo el primero en al- 
to, y tirando el 'segundo hácia abaxo» se satisfacen las dos prime- 
ras indicaciones: la tercera lo es también por la extensión misma del 
miembro, que impedirá su rotación hácia afuera con la tablilla exter- 
na, que pasa al nivel del pie>y ie sostiene. Los vendoletes y las com- 



FRA 269 

presas , que en las fracturas del cuerpo del hueso servían primera- 
mente de envolver el miembro , y se oponian mas ó menos á los mo- 
vimientos laterales, son aquí enteramente inútiles, porque solo sir- 
ven para comprimir los músculos , y disminuir así la fuerza de su 
contracción; pero solo la extensión consigue por sí esto mismo. Aquí, 
mejor que en las fracturas del cuerpo del fémur, debe sostenerse 
exactamente la extensión, porque, como ya hemos observado, el nu- 
mero mucho mayor de músculos, que baxan á la pieza inferior, du- 
plica y triplica las potencias que ocasionan la separación; de aquí 
la necesidad de registrar cada dia los apositos, de ver si acaece al- 
gún ligero acortamienro, de volver á apretar las vendas á propor- 
ción que se afloxen , y renovar la aplicación del aposito luego que 
esté ya un poco descompuesto. 

Fractura de la extremidad inferior del fémur. (Cir.) 
La extremidad inferior del fémur, mas ancha que el resto del hueso, 
y prolongada de agentes externos mediante una buena masa de par- 
tes blandas, se halla, no obstante esto, mas defendida de poderse 
fracturar que otras partes; porque los contragolpes, modos tan co- 
munes de romper su cuerpo y cuello, rara vez tienen poder para ha- 
cerlo en esta parte, pues siendo mas movible el fémur á medida que 
se aleja del centro de sus movimientos, cede con mas facilidad á los 
que se le imprimen ; y porque los movimientos, distribuidos por una 
masa mas grande , tienen ménos fuerza para destruir su continuidad. 
Quando llegan á ocurrir estas fracturas, pueden ofrecer dos estados 
muy diferentes; ya estén por encima de los cóndilos del hueso, que 
no hacen mas que separarlos de su cuerpo; ya interesen estas emi- 
nencias, entonces penetran su articulación» De esto último solo tra- 
taremos, porque lo otro está sujeto á las reglas generales de toda 
fractura. La mayor parte de los autores han hecho un artículo parti- 
cular de estas dos especies de fracturas , persuadidos á que su comu- 
nicación con la articulación debia colocarse 'entre las mas complica- 
das, y que necesitaban un tratamiento del todo diferente; pero no- 
sotros diremos después lo que es necesario saber de esta opinión con- 
sagrada desde la antigüedad. 

La fractura se presenta aquí , generalmente hablando , baxo dos 
modos diferentes; dirigida obliqüamente de arriba abaxo , de dentro 
afuera , 6 vice versa, y puede comprehender del resto del hueso una 
porción mas órnenos grande de uno de los cóndilos: estas dos salidas 
huesosas pueden estar desunidas por una fractura longitudinal , reca- 
yendo sobre alguna otra fractura obliqüa d transversal , que cogien- 
do todo el diámetro del hueso, les separa en dos partes, oque, li- 
mitándose á la mitad de su grueso, no aparenta mas que una solución : 
en el primer caso la división es simple , en el segundo es doble ; esta 
ocurre en la práctica con mas freqüencia que la otra, y ambas son el 



270 FRA 

resultado ordinario de una acción de cuerpos extraños aplicados in- 
mediatamente. Sin embargo también hay la probabilidad de que pue- 
de provenir de un contragolpe. 

Qualquiera que sea el mecanismo de esta fractura, sus señales son 
fáciles de percibir: freqüentemente se encuentra entre los dos cóndi- 
los una sensible separación; de aquí la figura de la rodilla mas pro- 
longada transversalmente. En esta separación se hunde la rótula ; y de 
aquí la forma mas aplanada de adelante á atrás que lo que está en su 
estado natural. Los cóndilos se alargan con ventaja el uno del otro: 
si se apoyan , por el contrario , de cada lado sobre la parte inferior 
del fémur , los cóndilos se aproximan , y la rodilla vuelve á recobrar 
su figura ordinaria. Si se coge con una mano cada una de estas emi- 
nencias , será muy fácil el moverlas alternativamente la una sobre la 
otra , y de hacer una crepitación evidentemente característica de es- 
ta fractura. Si la división superior es obliqüa, resulta siempre un 
acortamiento mas ó ménos manifiesto; y aquí es donde principalmen- 
te parece que el peso del cuerpo empuja hácia abaxo la pieza supe- 
rior, y que la acción muscular sube á las inferiores. Se ha visto en 
este caso inclinarse la pieza superior hácia los tegumentos, pasar al 
través agujereándolos , y producir algún desorden. Desault ha publi- 
cado un exemplo análogo á esto. Un efecto semejante se observa en 
la pieza inferior, pero no es tan freqüente, y entonces el ayre entra 
en la articulación, produciendo una funesta comunicación. Alguna 
vez, quando la fractura superior interesa todo el cuerpo del hueso, 
la extremidad del fémur se pone redonda , el cóndilo externo se in- 
clina hácia atrás, y el interno hácia adelante, la rótula hácia afuera, 
como también la punta del pie. Hundido en la separación de los cón- 
dilos el cuerpo del hueso, puede impedir su reunión empujándolos 
hácia afuera , y ocasionar de este modo diferentes accidentes. La ma- 
yor parte de estos fenómenos no tienen lugar quando la división su- 
perior, limitándose á la mitad del grueso del hueso, no dexa solo 
mas que un cóndilo, ó que comprehendiendo todo su diámetro, es 
exáctameute transversal; aunque estos dos casos son bastante raros en 
la práctica. 

•Poco tenemos que añadir aquí del pronóstico de esta fractura si 
hacemos mención de lo que dexamos dicho de la de los cóndilos del 
húmero , pues todo ello es aplicable á estas circunstancias ; como que 
en estas especies de fracturas las opiniones de los autores han estado 
demasiado exageradas por una falsa doctrina , que se ha seguido sobre 
las lesiones articulares ; pero la razón y la experiencia se hallan uná- 
nimes para disiparlas. 

Quando la fractura superior es obliqüa, el aposito debe estar 
arreglado según estas mismas causas ; es decir , arrastrar hácia abaxo 
los cóndilos, y sostener en alto la cadera, y con ella la pieza supe- 



FRA 271 

rior : doble indicación , que no tiene claramente relación mas que 
con la división superior en quanto aquella que separa los cóndilos; 
y es necesario oponerse á la tendencia que podrian tener de separar- 
se. La extensión constante , hecha del modo propuesto, satisface am- 
bas indicaciones : las dos tablillas laterales y el vendaje de vendole- 
tes llenan la tercera. Desault habia pues aplicado á este caso particu- 
lar su aparato de extensión , modificado solamente ; de manera , que en 
lugar de que el vendaje de vendoletes concluyese en la rodilla, se 
prolongaba hasta el tercio superior de la pierna , á fin de que su acción 
fuese mas eficaz: se sabe en efecto que la mayor solidez y firmeza 
de un vendaje está en su parte media, porque las vueltas de las ven- 
das superior é inferior afianzan las del medio: la tablilla superior, 
visto que es inútil, se debe suprimir. 

Si la fractura superior es transversal , los cóndilos encuentran con- 
tra el cuerpo del hueso una resistencia, como ya queda dicho, y 
ellos mismos le oponen otra, que impiden el que se baxe, empujado 
por el peso del cuerpo, sobre el plano inclinado, que cruzan las nal- 
gas. Aquí pues en general es inútil la extensión permanente, pues es 
suficiente que una compresión lateral detenga á los cóndilos, y pre- 
venga su separación: entonces se echa mano del mismo aposito, pe- 
ro con la precaución de suprimir las dos vendas que sirven para ex- 
tender el miembro. Si la fractura está complicada con una herida de 
las partes blandas, sea que provenga del mismo motivo , sea que re- 
sulte de la acción de una de las piezas, que se ha abierto camino at 
través de los tegumentos , que se comunique ó no á la articulación,, 
es indispensable , quando está hecha la supinación , reiterar todos los 
dias ó cada dos dias esta curación , con la precaución de suplir con 
las manos de un ayudante la falta de extensión que hacía el aposito, 
mientras que se compone este. 

Luego que está ya concluida la consolidación de las piezas , se 
empieza á mover el miembro con prudencia y graduación , emplean- 
do en esta maniobra dos ó tres horas cada dia , mudando todos los 
dias la dirección de la pierna. Es necesario también mover la rótula en 
todas direcciones; y luego que el enfermo se pueda levantar, que la 
exercite: precauciones mas necesarias en esta fractura que en ninguna 
otra, porque la mucha quietud del miembro ocasiona por último in- 
evitablemente la rigidez de las partes vecinas. Y sin duda ninguna los 
autores no hubieran mirado al anquilose como la mas feliz termina- 
ción de estas fracturas, si hubieran conocido bien el efecto del des- 
canso y del exercicio en este caso particular. 

Fractura de la rodilla. (CYr. ) La rótula, especie de pro- 
ducción huesosa del género de los sesamoideos , sostenida por el ten- 
don del extensor común de la pierna, polea movible destinada á des- 
lizarse, sobre la que la forman la separación que hay entre, los con- 



272 FRA 

dilos del fémur, y defender la articulación que cubre, presenta las 
relaciones mas inmediatas de estructura , usos y posición con el ole- 
cranon, del quedólo se diferencia en no constituir una continuidad 
con la tibia, como aquel lo está con el cubito, pues no tiene mas que 
un ligamento fuerte y grueso, que va á insertarse en la tuberosidad 
de este hueso para estar sostenida. De aquí se sigue que debe exis- 
tir una grande analogía entre la lesión de una parte y la de la otra; 
y en efecto, la mayor parte de las señales características de las frac- 
turas de la una lo son igualmente de las de la otra, y el tratamien- 
to curativo que en este caso conviene á la primera se diferencia muy 
poco del que conviene á la segunda. 

La fractura de la rótula puede en general seguir toda clase de di- 
rección, como transversal, longitudinal úobliqüa, aunque la prime- 
ra se observa con mucha mas freqüencia que las demás en la prácti- 
ca; y tal es su disposición, que casi ella sola ha merecido la atención 
dejlos autores |por los apositos numerosos imaginados para sostener 
sus piezas divididas. 

El magullamiento del hueso, producto de un golpe violento ; una 
contusión; un equimosis; una estancación sanguínea en las partes 
blandas inmediatas; una ó muchas heridas de estas mismas partes, in- 
teresando ó no la articulación; un infarto, cuyo grado varía al in- 
finito según el modo de la fractura y la disposición del sugeto , pe- 
ro que se observa aquí constantemente ; una doble división del hue- 
so , de la que la longitudinal corresponde al ángulo de la otra , que 
se dirige transversahnente; la fractura simultánea de los cóndilos del 
fémur ó de los de la tibia ; tales son ya las variedades , ya las com- 
plicaciones de que es susceptible la fractura de que tratamos. Por 
otra parte puede verificarse por dos motivos, ó por la acción de cuer- 
pos externos, ó por la de los músculos extensores. El primer modo 
de fractura acontece en una caida sobre la rodilla, ó quando , puesto 
en movimiento un cuerpo qualquiera, viene á chocar con ella, y en 
este caso jamas hay en ella un contragolpe; la rótula ofrece poca ex- 
tensión, y siempre se rompe por el sitio en donde se recibió el golpe. 
En el segundo caso la caida no es mas que una conseqüencia de la 
fractura, ó por mejor decir en algunas, es por lo regular su resulta- 
do. Por exemplo , la línea de gravedad de cuerpo se inclina hacia 
atrás por una causa qualquiera; los músculos anteriores se contraen 
para atraerle hacia adelante ; los extensores obran sobre la rótula ; es- 
ta se rompe verificada la caida: la pierna se ve repentinamente en 
una extensión muy fuerte , los extensores se contraen violentamente, 
se verifica la fractura , y se cae el enfermo. La acción sola de cuerpos 
externos puede ocasionar una fractura longitudinal, como quando 
nos damos un golpe contra el ángulo saliente de una viga , aunque de 
esto se puede seguir la fractura transversal. Por el contrario, la acción 



FRA 273 

muscular no puede producir esta última, porque su dirección está en 
ángulo recto con el de los extensores. La fractura de lo uno es fre- 
qüentemente con herida , contusión y magullamiento : la que provie- 
ne de lo otro , viene siempre con una hinchazón casi al rededor de 
la articulación. Esta puede, en lugar de producir la división del hue- 
so, ocasionar la rotura del tendón común de los extensores, ó, lo 
que es lo mismo , la del ligamento inferior. Petit habia observado 
ya esto. 

El d ¡agnóstico de las fracturas longitudinales presenta siempre 
mayores ó menores dificultades , porque en sus contracciones los 
músculos extensores , tirando igualmente hácia arriba las dos piezas, 
que mantiene baxas el ligamento inferior , se dirigen á ponerlas pa- 
ralelas , y evitar su separación. Alguna vez también la producción li- 
gamentosa, que cubre la rótula, queda intacta, y sirve de medio de 
unión: por último, quando viene acompañada de herida, lo que aquí 
es bastante común , el diagnóstico es ménos incierto. Si la fractura es 
transversal, las señales son mas obvias que en el caso anterior. En- 
tonces hay una separación considerable entre las dos piezas, la que es 
sensible al tacto quando se coloca la mano sobre la rodilla. En ella 
las piezas se separan de la misma manera , abrazada la superior por 
los extensores , estirada en alto por una fuerza extremada por los mis- 
mos músculos , que se adhieren á ella , la qual , según el cálculo de 
Camper, es muy considerable. La pieza inferior, abrazada solo por 
el ligamento inferior, ningún músculo la mueve, y solo se puédese- 
parar mediante los movimientos de la pierna , á la que queda contigua. 
De esto se sigue : i.° que en la extensión se separa la fractura todo 
lo ménos posible , pues que solo el extremo superior de ella es el que 
entonces ocasiona la separación: 2. 0 que en la flexión es en la que se 
dividen todo quanto es dable, concurriendo las dos igualmente para 
ello : 3 ; ° el aumentarlas ó disminuirlas variando los grados de la fle- 
xión. A esta separación se añade aquí para este diagnóstico la posi- 
bilidad de mover las piezas en dirección inversa y transversalmente, 
y sentirse por este medio una crepitación mas ó ménos manifiesta , si 
de antemano se mantienen aproximadas : el dolor que acompañará á 
estos movimientos; la tumefacción regular de toda especie de fractu- 
ra de la rótula, la que, unida á las demás señales, puede establecer 
mas ó ménos grados de certeza; la dificultad en moverse; la imposi- 
bilidad casi total para la progresión , y los extensores, casi no pue- 
den comunicar movimiento alguno á la pierna , á no ser que, no obs- 
tante esto, la fractura no se halle muy baxa hácia el ángulo inferior. 
El tacto distinguirá siempre qué parte del hueso ocupa la solución , y 
que si es obliqiia , participará mas ó ménos de los caractéres de la 
longitudinal ó de la transversal según que ella se aproxime ó se 
separe. 

TOMO IV. MM 



274 FRA 

Muchos autores han pretendido que las fracturas de la rótula nó 
se podian curar , cuya doctrina parece haber sido admitida por la 
Academia de Cirugía, según se ve en una Memoria que presentó un 
Médico flamenco, cuyas conclusiones apoyaron Pibrac y Luis, y en 
donde las muchas observaciones se dirigieron á comprobar esto mis- 
mo; pero todos estos autores han asegurado funestamente en gene- 
ral el pronóstico de las fracturas de la rótula, las que se incluyen en 
las reglas generales que corresponden á las demás enfermedades de 
esta especie. 

Supuestas ya las causas que ocasionan la separación de esta frac- 
tura , sin necesidad de volverlas á repetir , se deduce que los medios* 
de contacto entre las piezas rotas son: i.° todos los que sean ade- 
quados para sobrepujar á la acción muscular: 2. 0 los que puedan 
mantener inmóvil la pieza en extensión ; y de aquí dos grandes indi- 
caciones curativas en el vendaje destinado para esta división : la se- 
gunda rara vez ofrece dificultades, y es lo mismo que la otra. Para 
satisfacerla es necesario desde luego debilitar la fuerza contráctil de 
los músculos, y con ella disminuir el esfuerzo que estos emplean pa- 
ra arrastrar en alto la pieza superior, pues se opone una resistencia 
mecánica , que obrando en dirección diametralmente opuesta , vuel- 
ve inútil su esfuerzo. Por otra parte se disminuye la fuerza de con- 
tracción poniendo en relaxacion las hebras musculares , lo que es fá- 
cil de conseguir doblando el muslo sobre la cadera y las partes que 
están intermedias , y exerciendo sobre todo el miembro una com- 
presión por medio de un vendaje circular, que constriña á los mús- 
culos , y los debilite , como se puede observar quando se hace una 
igual sobre los gemelos. En este caso efectivamente están menos li- 
bres los movimientos del pie : por otra parte se sabe que la utilidad 
del vendaje , actualmente empleado para reunir las heridas transver- 
sales, está en dicha compresión , que impide la retracción de sus bor- 
des , disminuyendo la fuerza muscular. Alguna otra utilidad resulta 
también en este caso , y es el de oponerse á la tumefacción , que pro- 
viene de que las vendas no formen una presión igual. En quanto á la 
resistencia mecánica que debe obrar en dirección opuesta de la con- 
tracción de los músculos , y por la que se impide la separación de la 
pieza superior, puede ser la misma que se usa en otras fracturas. Es- 
ta resistencia será pues un cuerpo qualquiera colocado y sostenido 
por debaxo de dicha pieza con una fuerza suficiente para impedir que 
vuelva á subir. No nos detendremos en hacer una explicación exten- 
sa de la disposición y aplicación de los muchos vendajes que los au- 
tores han inventado para esta fractura , como ni tampoco de la ma- 
yor ó menor inutilidad de todos ellos por no dilatar demasiado este 
artículo, y pertenecer esto mejor á una obra difusa: por tanto nos 
contentaremos aquí con insinuar el que inventó Desault. 



FRA 27$ 

El vendaje que este autor empleaba era muy análogo con el que 
usaba para la fractura del olecranon, y el que se compone de una 
tablilla larga , suficiente para comprehender con ella desde por deba- 
xo de la tuberosidad del ísqulon hasta por encima del talón, de dos 
pulgadas de ancho; dos vendas de quatro á cinco varas de largo y 
tres dedos de ancho ; y una venda hendida en su parte media , de 
una longitud suficiente para seguir con ella un poco mas allá de la 
extremidad inferior , por delante de la que debe extenderse. 

Estando todo debidamente dispuesto para aplicarlo , un ayudan- 
te sujeta la extremidad como en las demás fracturas de estas partes, 
otro se encarga de mantener la pierna en una extensión perfecta so- 
re el muslo, y este sobre la cadera. El Cirujano, colocado al lado 
del miembro fracturado, extiende la venda hendida en la parte an- 
terior de la pierna y muslo, empapada en agua vejeto-mineral, con 
la precaución de que correspondan las dos aberturas á las partes late- 
rales de la rótula , á fin de que se amolde mejor á su figura , y no for- 
me pliegue alguno. Principia á sujetarla por el dorso del pie con tres 
circulares ¡guales, de modo que pase por encima de tres ó quatro 
pulgadas de la extremidad, formando después ranversos de abaxo 
arriba ; y entre tanto que un ayudante mantiene por arriba la com- 
presa , se sigue cubriendo toda la pierna con circulares ó ranversos 
según las desigualdades de la parte. En llegando á la parte inferior de 
la rodilla, se empuja la pieza de abaxo para unirla con la superior ; y 
ara sujetarla se forman en ella dos ó tres circulares; entrega el glo- 
o de la venda á un ayudante , manda al que tiene la compresa len- 
güeta que tire fuertemente hácia arriba , retirando en la misma direc- 
ción los tegumentos de la rodilla, para que no se interpongan entre 
la fractura, é impidan la reunión; y pasados los dedos de la mano 
izquierda por las aberturas de la compresa, los coloca detras de la 
pieza superior, de la que empuja fuertemente hácia abaxo. 

Quando la reunión es exacta , sin quedar hueco alguno interme- 
dio , toma de nuevo la venda , pasa con ella obliqüamente por deba- 
xo de la corva, sube por detras de la pieza superior, retira los de- 
dos, que la mantenían baxada, lo que se suple con dos ó tres circu- 
lares apretados; se sigue formando un ocho en cifra sobre la rodilla 
hasta cubrirla toda, y luego se sube por el muslo haciendo circulares 
hasta concluir la venda. 

Quando llega á la parte superior del miembro, el ayudante, que 
sostiene la venda, la tira hácia arriba con fuerza, dobla después el 
extremo sobre los circulares , el que sujeta el Cirujano con varios cir- 
culares ; baxa de nuevo á todo lo largo del muslo , se vuelve á cu- 
brir la rodilla con nuevas vueltas obliqüas, y se concluye la venda 
sobre la pierna. Esta primera parte del vendaje satisface evidente- 
mente la tercera y quarta indicación: la compresión efectuada con la 



FRA 



venda sobre los músculos, debilita su acción, impide sus movimien- 
tos, disminuye y previene su tendencia á arrastrar en alto la pieza su- 
perior : por otra parte los circulares colocados detras de esta se opo- 
nen á los efectos de las contracciones musculares, impidiendo que 
ellas se opongan en acción. La venda larga , extendida por delante 
del miembro, le sujeta desde luego hacia abaxo; y retirada fuerte- 
mente hácia arriba, comprime sus vueltas unas con otras, impidien- 
do que las que corresponden al muslo se sobrepongan , y de este mo- 
do abandonen la pieza superior, y que las aplicadas sobre la pierna 
se baxen, y por consiguiente no afiancen la inferior. No queda hue- 
co alguno al través de los circulares; su compresión es por todas par- 
tes uniforme, y por tanto no puede resultar tumefacción alguna; pe- 
ro queda aun que cumplir con la primera y segunda indicación : es 
necesario evitar la separación de la pieza inferior con la extensión de 
la pierna sobre el muslo, y obtener la relaxacion de los músculos, y 
mantener continuamente con el aparato esta doble porción , que el 
ayudante sostiene por un momento. 

Para conseguir el primer efecto recomiendan los autores el po- 
ner la extremidad en unos fanones falsos; y Petit empleaba una es- 
pecie de bastidor de cuero de Hungría cubierto de gamuza ; pero 
ningún medio es seguro, ni proporciona mejor la inmovilidad del 
miembro en la extensión que una larga y fuerte tablilla, puesta, co- 
mo lo hacia Desault después de aplicar la primera parte del venda- 
je, en la parte posterior del muslo. Un ayudante sostiene la extre- 
midad, entre tanto que el Cirujano le sujeta por medio de la segun- 
da venda puesta al rededor del miembro, y de este modo se hace la 
extensión perfecta de la pierna. Para conseguir la del muslo se ponen 
dos ó tres almohadillas llenas de paja de avena , las unas encima de 
las otras, dispuestas de manera que resulte un plano inclinado, mas 
levantado hácia el talón por encima del plano horizontal de la ca- 
ma; y que viniendo insensiblemente á confundirse con ella hácia la 
tuberosidad esciática, forma un punto de apoyo, sobre el que des- 
cansa uniformemente todo el miembro. Por esta doble extensión de 
la pierna y muslo, la pieza inferior se fixa en alto , sin movimiento, 
y los músculos están relaxados; y de aquí se ¡-igue que este vendaje 
satisface muy bien las indicaciones propuestas , por lo que debe pre- 
ferirse á los demás que se han inventado para este caso, por incluir 
todos alguna imperfección. 

Fractura de la pierna. (Cir.) Habiendo ya tratado con 
toda extensión de la fractura del antebrazo, considerada, ya la de los 
dos huesos á la vez , ya la de cada uno con separación , poco hay 
que añadir ya para trarar de la de la pierna, pues si atendemos á su 
diagnóstico, poco se puede decir de mas, ó por mejor decir, es mas 
obvio aquí que en el antebrazo ; ambas reconocen unas mismas cau- 



FUA 277 

sas : el método de reducirla, y mantenerla reducida , los medios que 
se emplean para esto, como la atención que merecen los accidentes, 
que pueden ser consecutivos, son casi idénticamente los mismos en 
uiu que en otra clase de fractura: por tanto solo insinuaremos aquí, 
como de paso, alguna cosa de ella para seguir el orden que hemos 
establecido. 

Viene esta fractura con un dolor vivo en el sitio fracturado, el 
que es menor en el descanso, y mas fuerte en los movimientos que 
experimenta el miembro; una imposibilidad absoluta de sostenerse 
sobre aquella pierna, ni moverla para nada desde el momento que 
ocurre la fractura ; desigualdades en ella perceptibles por el recono- 
cimiento sobre la cara anterior de la tibia; un acortamiento de la ex- 
tremidad, de cerca de media pulgada; una movilidad preternatural 
en el sitio de la solución; una crepitación manifiesta, efecto del ro- 
ce que las dos piezas experimentan entre sí , dirigidas en sentidos 
opuestos, y una mudanza de dirección en la pieza inferior quando es 
conducida hácia afuera. El conjunto de estas señales, reunidas á las 
circunstancias del suceso , caracterizan evidentemente una solución 
de continuidad simple ó de ambos huesos. La reducción se efectúa 
del modo siguiente: un ayudante hace la contraextension abrazan- 
do la parte inferior del muslo, con las manos cruzadas en su parte 
posterior, y los dedos pulgares por delante: otro executa las exten- 
siones, no, como lo encargan los autores, por la parte inferior de la 
pierna , sino por el mismo pie , abrazado de manera , que los dedos se 
reúnan sobre el dorso, y los pulgares vayan á cruzarse en la planta. 
De este modo resulta la potencia de una palanca de primera especie, 
cuya resistencia está en colocar la pieza inferior y el centro del mo- 
vimiento en la articulación. Las extensiones , dirigidas desde luego se- 
gún el sentido de la separación hasta que la pierna adquiera su longi- 
tud ordinaria, hacen que ellas vayan á buscar la dirección que les es 
natural. De este modo se ponen paralelas las piezas, se reúnen con 
exactitud , sin necesidad de sujeción ; y antes de poner el aposito, es 
menester prevenir este sobre una almohada por el orden siguiente: 
quatro lienzos fuertes, y dispuestos con igual distancia los unos de 
los otros ; un fanón falso, de una extensión suficiente, que coja des- 
de la rodilla hasta la planta del pie; un vendaje de vendoletts, pa- 
recido al que sirve para la fractura del muslo , y cada venda superior 
se cubrirá por la inferior en dos tercios de su ancho ; dos compresas 
largas, una mayor que otra; tres almohadillas, formadas del conjun- 
to de muchos pedazos de lienzo usados, añadidos los unos á los otros, 
y de u-edia pulgada de gruesas; la una, destinada á ponerla ante- 
riormente, debe ser la mas larga; las otras dos, laterales, son mas 
e^tre:has, pero un poco mas largas, á fin de que se doblen sobre ellas 
miMnas, y se puedan aplicar á las desigualdades del miembro} y por 



278 FRA 

último dos tablillas, de una pulgada de ancho, tres líneas de grueso, 
y de una longitud igual á la del fanón falso. 

Estando todo dispuesto de esta manera, manteniendo siempre los 
ayudantes las extensiones, y levantando la pierna, se mete debaxo 
de ella la almohada, que le servia de un punto de apoyo uniforme 
en toda su extensión , y sobre la que se coloca de manera, que corres* 
ponda exactamente á la mitad del aposito, el que se humedecerá con 
agua vejeto- mineral. Se principia en seguida á aplicar en. la parte an- 
terior del miembro una compresa lengüeta, extendida desde la rodi- 
lla hasta la garganta del pie: sobre ella misma se redoblan , cruzándo- 
se por sus cabos, las otras dos dispuestas ya en el aparato: se mantie- 
nen así con el vendaje de vendoletes , cuya aplicación. principia por 
el vendolete inferior, y se hace sucesivamente lo mismo con los de- 
mas , cruzándolos á la parte anterior de la pierna: por los lados se 
colocan las almohadillas, dobladas hacia los maléolos, para evitar la 
compresión que podrían estos sufrir de lo contrario. Envuelto todo 
después en el fanón falso, de manera que comprima ligeramente las 
almohadillas , se aplican las tablillas á lo largo de su cara externa : por 
delante de la pierna se extiende la mas larga de todas, y todo esto se 
sostiene con quatro vendoletes , anudados sobre la tablilla externa , y 
apretados lo suficiente para asegurar la inmovilidad de las piezas 
fracturadas : una compresa empapada en agua vejeto-mineral envuel- 
ve el pie, y se sostiene con una venda, cuyo plano se aplica debaxo 
de la planta; los cabos vienen á cruzarse sobre el dorso, y pasan 
después lateralmente á fixarse en cada tablilla. La pierna, fixada só- 
lidamente con este aposito, y- colocada en una ligera flexión por me- 
dio de una almohada , se la defiende del roce de la ropa de la cama 
con un arco de fractura , y desde entonces , unidas paralelamente las 
piezas, no irritarán las partes, ni producirán dolor. De este modo, 
descansando el enfermo en cama , pasa el resto de los días necesarios 
para la curación. 

Este método es sin duda simple para la práctica , pues nos ofrece 
en los casos mas comunes el modo de hacer la reducción, y los me- 
dios de mantenerla reducida. El vendaje de muchos cabos , ventajo- 
so en quanto persiste el poner el sitio fracturado á descubierto , sin 
menearle ni desarreglarle , está hoy dia generalmente recibido para 
las fracturas de las extremidades inferiores. Las anchas y fuertes ta- 
blillas, substituidas en el aposito á los fanones de los antiguos y de 
los modernos, tienen sobre estos un cúmulo de ventajas: i.° el de 
aplicarlas en el miembro por un número mayor de puntos de con- 
tacto: 2. 0 el de mantener por consiguiente con mas firmeza los dos 
extremos rotos en una mutua relación: 3. 0 el precaver la rotación 
del pie hacia afuera ; accidente muy común en las fracturas comple- 
tas de la pierna: 4. 0 de conservarla constantemente fixa, sin permi- 



FRA 279 

tir que el miembro se vaya adelante ó atrás, como se verifica con 
sobrada freqüencia con los fanones, los que, por su forma redonda, 
no permiten que el miembro esté en contacto con ellos mas que por 
un solo punto. Petit recomienda, para sostener el pie, el uso de una 
suela de madera aplicada inmediatamente á la planta del pie , y sos- 
tenidas con dos cordonetes atados á las tablillas: práctica bastante 
generalmente adoptada hoy dia; pero, para satisfacer esta idea, es 
suficiente una simple venda dispuesta del modo dicho, al paso que 
jamas es tanta la tendencia del pie á torcerse , que ella no pueda re- 
sistir su fuerza: por otra parte, por poco que esté verticalmente co- 
locada la suela, esta se adhiere al pie, formando una flexión incó- 
moda para este, y al mismo tiempo dolorosa. 

Fractura del calcáneo. (Cir.) El calcáneo, que es un hueso 
corto y grueso, ofrece tal resistencia, que casi siempre está defendí-- 
do de padecer fracturas. Sin embargo suele verificarse alguna vez, y 
quando llega á acaecer, se puede producir por una de estas dos cau- 
sas: i. a Ja acción de cuerpos externos, lo que no es freqüente: 2. a la 
contracción de los gemelos y el solar, lo que se observa mas comun- 
mente. La acción de los extensores en la rótula, mejor que los gol- 
pes recibidos sobre este hueso, determinan sin duda la solución de 
continuidad; sin embargo hay esta diferencia entre los efectos de la 
contracción muscular en uno y otro caso: que en lo primero la ro- 
tura del tendón de Aquiles es común, siendo muy rara la fractura 
del calcáneo: en el segundo, por el contrario, la rótula se rompe 
por lo común , quedando casi siempre intacto el tendón de los exten- 
sores: fenómeno que explica la diferencia de grueso entre los dos 
huesos , de longitud entre ambos tendones, y de intensidad entre las 
dos causas. Qualquiera que sea la causa de esta fractura , acontece 
regularmente en esta porción del calcáneo, que se llama su gruesa 
tuberosidad, el que se halla sobresaliente por detras del astrága- 
lo, y en donde se encuentra por arriba y por abaxo mucho texido 
celular, por dentro la grande muesca del hueso, por fuera algu- 
nas ataduras ligamentosas , y por detras la inserción del tendón de 
Aquiles. 

Esta fractura se distingue por una desigualdad manifiesta debaxo 
del talón ; por la elevación sensible al tacto de la pieza posterior por 
encima de su nivel ordinario; por la imposibilidad casi absoluta de 
la progresión, y el movimiento; por los vivos dolores, causas inevi- 
tables de ellos los movimientos que se imprimen en el pie ; por la 
imposibilidad de aumentar la separación, forzando los movimientos 
de la flexión, y de disminuirla, dirigiendo el miembro hácia la ex- 
tensión ; por la facilidad en mover en todas direcciones la pieza pos- 
terior , cogiéndola por un lado con la mano, entre tanto que por 
el otro se sujeta el pie ; y por una tumefacción mas ó ménos con- 



FRA 



siderable, que se manifiesta con sobrada freqüencia al rededor de las 
superficies divididas. 

Los antiguos hacían en general un pronóstico bastante infausto 
de esta especie de fractura. Hipócrates temia la lesión de las partes cir- 
cunvecinas. Pareo reputaba este caso por mortal con relación á los 
muchos vasos que se dislaceran al romperse el hueso. La mayor par- 
te de los modernos adoptan estos principios, no por las razones pre- 
cedentes , sino por causa de la vecindad de la articulación del pie; 
y aunque la práctica de Desault no pueda establecer aquí una gran- 
de autoridad, porque solo ha tenido una ó dos veces la ocasión de 
tratar de estas divisiones , sin embargo la analogía de otras fracturas, 
que están próximas á estas articulaciones; y aunque las llegan á pene- 
trar, nos conduce á presumir, que tratada debidamente la solución 
del calcáneo , no ofrecerá un aspecto tan funesto como las otras, ni 
como nos pintan. 

Si atendemos á las señales propuestas, se verá que casi todas son 
el resultado de la separación de las piezas. Por otra parte, ¿ de dón- 
de se origina esta separación? Para la porción superior los movimien- 
tos de flexión del pie son los que la producen ó aumentan ; para la 
posterior la contracción de los músculos que se adhieren al tendón 
de Aquiles, implantados al mismo tiempo á dicha pieza. De aquí re- 
sulta, que el aposito destinado á impedir la separación debe: i.° su- 
jetar el píe en una extensión perfecta sobre la pierna; 2. 0 precaver el 
estuerzo de los músculos, sea manteniéndolos en una relaxacion con- 
tinuada , y fácil de conseguir aquí con la flexión de la pierna sobre el 
muslo; sea exerciendo sobre ambos, de los que resultaban las con- 
tracciones, una compresión metódica, que impida estas, las dismi- 
nuya ó disipe; sea en fin colocando por debaxo de la pieza poste- 
rior una resistencia qualquiera, que se oponga á su subida. 

Si se compara para estas indicaciones el vendaje que expondre- 
mos quando tratemos de la rotura del tendón de Aquiles, será fácil 
el observar: i.° que satisface completamente la que es relativa á la 
pieza anterior: 2.°que las que respetan á la posterior, toserán igual- 
mente satisfechas , ya con la media flexión de la pierna , ya con la 
compresión exercitada sobre los músculos , ya con una compresa 
gruesa, poco ancha, colocada transversalmente por encima de esta 
pieza, sujetada con el vendaje largo, y en seguida con el circular, el 
que debe formar aquí , como en la fractura de la rótula , unas espe- 
cies de ocho en cifra al rededor de esta división. Esta compresa es la 
sola modificación del aparato para el caso particular de que tratamos 
aquí : en lo demás es lo mismo. 

Sin embargo, aquí nos podríamos contentar como en la de la ró- 
tula , para estorbar la subida de la pieza, con las vueltas que consti- 
tuyen el ocho en cifra, que se debe aplicar siempre, con la principal 



FRE 



2S1 



precaución de tirar por arriba y por abaxola fractura los tegumen- 
tos, pues pueden meterse entre las piezas, y manteniéndolas sepa- 
radas, impedir su reunión. 

FRAGOSO (Juan) (Biog.), natural de Toledo, y gran Ciru- 
jano, muy estimado de Felipe II: dio á luz un libro de Cirugía, 
Antidotarlo délas Evacuaciones : Madrid 15 81, folio: Cirugía 
universal, enmendada y añadida. Alcalá 1601 , folio: esta obra 
fué traducida en italiano, y salió á luz con tres Tratados del joven 
Fragoso: i.° Suma de ciertas proposiciones quirúrgicas contra 
algunos avisos de un Doctor de la Facultad, el año 1 5 84 : 2. 0 Las 
declaraciones ó pronósticos que deben hacer los Cirujanos sobre 
diversas enfermedades ó muertes que suceden: 3. 0 Aforismos de 
Hipócrates , que tocan día Cirugía , con declaración breve. De 
succedaneis medicamentis , cum animadver sionibus in quam plu- 
ra medicamenta composita , quorum est usus in his pañis ofpci- 
nis. Ibid. 1575 , 8.°, y 1583, 4. 0 : Sevilla 1632 , 8.° De medicamen- 
torum compositione. Ibid. 1575, 4. 0 : Discursos de las cosas aro- 
máticas , árboles, frutas y medicinas simples de la India. Ma- 
drid 1572, 8.°: Erotemas quiritrgicas , en que se enseña lo mas 
principal de la Cirugía, con su glosa. Madrid 1570. Los Por- 
tugueses aseguran que es de su nación. 

FRANCO (Francisco) (Biog.), Valenciano: aprendió y en- 
señó la Medicina en Alcalá por los años de 1593. Habiendo pasado 
á Portugal , el Rey Juan III le confió el cuidado de su salud. Algu- 
nos años después vino á Sevilla; y en la Universidad , erigida por 
Rodrigo de Santaella, obtuvo la primera cátedra. Por este tiempo 
escribió el libro de Enfermedades contagiosas, y de la preserva- 
ción de ellas y con un Apéndice De la Nieve, y del uso de ella, 
Sevilla 1 569 , 4. 0 

FRAXINELA. ( V. díctamo blanco. ) 

FREILAS ( Alfonso de ) , Doctor y Médico de Cámara del Ar- 
zobispo de Toledo D. Bernardo deSandoval: escribió Conocimien- 
to , curación y preservación de la peste; y juntamente un Tratado 
Del arte de descontagiar las ropas de seda , oro, plata, tapice^ 
rías y otras cosas. Un Discurso: Si los melancólicos pueden saber 
lo que está por venir con la fuerza de la imaginación. 1606, 4. 0 

FRENILLO. (Anat.) Se llama así un ligamento pequeño cu- 
táneo, que ata interiormente la lengua (V. este artículo.) ; llamán- 
dose igualmente así otro ligamentillo , que ata el prepucio al glan- 
de. (V". MIEMBRO VIRIL.) 

La Cirugía tiene muchas veces que cortar estos dos ligamentos: 
el primero quando impide mamar á los niños, y quando de este vi- 
cio de conformación se teme que puedan quedar también balbucien- 
tes: en este caso se toman unas tixeras bien cortantes; y haciendo 

TOMO IV. NN 



282 



FRI 



llorar al niño, se aplican las puntas al frenillo, y con un golpe da- 
do con ligereza y cuidado se corta la parte excesiva de dicho liga- 
mento, sin necesidad de mas diligencia, pues aunque vierten una cor- 
ta cantidad de sangre, después se detiene espontáneamente, y se ci- 
catriza la solución. El frenillo del miembro viril hay que cortarlo al- 
gunas veces, porque suele ser un impedimento para el uso del matri- 
monio: la sencillez con que se hace esta operación no exige descrip- 
ción alguna. 

FRENTE. ( Anat. ) Es la parte superior de la cara. ( V. este 
artículo.) 

FRICCIONES. (F. venéreo y mercurio, y asimismo el ar- 
tículo siguiente. ) 

FRIEGAS Ó FRICCIONES. ( Mat. Méd. é Hig. ) [Se en- 
tiende por estas palabras un frotamiento voluntario de todas ó de al- 
gunas partes del cuerpo para abrirlos poros, conseguir mayor trans- 
piración , y aumentar el calor. Algunas veces se pretende solamente 
suavizar, por medio de fricciones muy suaves, ciertas partes, y se 
hacen con substancias untuosas y emolientes. Los atiguos usaron las 
fricciones del mismo modo que los modernos. Hipócrates observa 
que una fuerte fricción aquieta , y que una ligera resuelve. Con efec- 
to , sí reflexionamos sobre el mecanismo y efecto de las fricciones, 
advertiremos que producen una especie de relaxacion y de compre- 
sión alternativas, cuyas ventajas son relativas al modo mas ó menos 
fuerte de emplearlas. Una friega ligera comprime las venas ; una al- 
go mas fuerte comprime ademas las arterias; la irritación producida 
en la piel se comunica inmediatamente á los vasos , y atrae hacia ella 
los fluidos mas viscosos: un movimiento, que precipita su circula- 
ción, irrita el sistema de la sensibilidad por la acción que se imprime 
á los nervios. 

El calor y las fuerzas vitales se aumentan seguramente con el au- 
xilio de las friegas, sin que haya necesidad de recurrir á la Farma- 
cia. Se ha observado que es posible evitar por este medio una calen- 
tura en los hidrópicos. 

Se ve quán útiles son las fricciones quando en las enfermedades 
crónicas se trata de producir, por decirlo así, artificialmente la ca- 
lentura, para destruir las hinchazones, y promover excreciones sa- 
ludables á la naturaleza débil y lenta. Quando el designio es de 
dar fuerza á ciertas partes débiles , se consigue haciendo las friegas 
con un paño nuevo y caliente, con esponjas, ó, lo que es mejor, con 
una bayeta ó franela ; y tienen mas fuerza y energía quando se les 
impregna de vapores , de substancias resinosas aromáticas, como el 
ámbar amarillo, la almáciga, el benjuí, el estoraque &c. ; porque 
abriendo los poros de la parte que se frota, se introduce mas fácil- 
mente este vapor aromático y corroborante. No pocas veces se ha 



FRI 283 

empleado útilmente este medio en ¡os reumatismos rebeldes, en las 

ciáticas y en los reumatismos gotosos. 

Se debe tener cuidado de no frotar con mucha fuerza, no sea 
que se originen irritaciones dolorosas ; y se hará con mucha delicade- 
za y suavidad, para poder continuar este exercicio mas tiempo, no 
excitar prontamente demasiado calor , y no exponerse á romper al- 
gunos vasos. 

Las Centurias de Ribera presentan el exemplo de una ascitis cu- 
rada con friegas fuertes hechas al sol , después de haberse tentado en 
vano otros remedios. Se podrían referir otros efectos felices produci- 
dos por las fricciones en diferentes circunstancias de debilidad ó de 
atonia , de espasmo, de obstrucción, y de condensación de los flui- 
dos. Á vista de esto no debe causar admiración de que los antiguos 
hiciesen tan gran caso de las friegas, no solamente para la cura- 
ción de las enfermedades , mas también para la conservación de la 
salud. 

Uno de los casos en que son mas útiles las fricciones quando uno 
se halla con mucho frió, y principalmente con humedad, entonces 
son un excelente medio para oponerse á una repercusión casi segura 
y á un cerramiento inevitable de los poros de la piel , de que se ori- 
ginan males cuya causa apénas se puede adivinar: sirven también pa- 
ra evitar reumas, fluxiones, males de garganta &c. 

La fricción, uno de los exercicios mas saludables á la salud, y 
que ha sido llamada impropiamente por algunos no natural baxo el 
nombre de movimiento, ha sido muy descuidada en nuestros dias, de- 
biendo ser empleada freqüentemente en las personas que , por razón 
de las circunstancias particulares, no pueden andar, correr, montar 
á caballo, ni jugar á la pelota &c. ; en una palabra , en las que se ha- 
llan imposibilitadas de hacer exercicios convenientes á su salud. 

En las Efemérides de los observadores de la naturaleza se lee, 
que habiendo sospechado un Médico no estar muerto un hombre pri- 
vado de respiración y de pulso , le frotó la planta de los pies , por 
espacio de tres quartos de hora, con una tela hecha de orin y un sa- 
humerio muy fuerte, con lo qual le volvió á la vida. Las friegas da- 
das con un lienzo caliente en la superficie del cuerpo de los ahogados 
son uno de los mas poderosos auxilios que se pueden emplear para 
volverlos de una muerte aparente al exercicio de las funciones vita- 
les. En este caso calientan, y llaman el movimiento desde el centro á 
la circunferencia. (V. asfixia.) Los mas acreditados Facultativos 
aconsejan para la curación del letargo friegas sobre el occipital y el 
cuello, dirigidas de alto á baxo, las quales serán tanto mas fuertes, 
quanto mas profundo sea el entorpecimiento. 

Las friegas suaves son útiles para reblandecer y suavizar la piel, 
quando algunos miembros están debilitados por la incomodidad , ó 



284 FPvI 

opresión ó inacción que experimentan á causa de los vendajes duran- 
te la curación de las fracturas y de grandes heridas. La< personas se- 
dentarias, y las que se aplican al estudio, se hallan ordinariamente 
muy bien, haciéndose frotar diariamente por mañana y noche con 
un cepillo suave para abrir los poros de la piel, facilitar la transpi- 
ración , y suplir por este medio á los ejercicios exteriores. 

Para llamar la sangre, excitar el movimiento y el calor en las par- 
tes atróftcas se emplean friegas un poco mas fuertes , las quales dan 
alimento á las partes, como deuan los antiguos: se ha logrado tam- 
bién rixar la g >ta que andaba errante en las extremidades inferiores, 
frotándolas sucesivamente desde los muslos hasta las extremidades in- 
feriores con una franela de tres en tres horas, y por espacio de un 
quarto de hora cada vez. Las friegas moderadas hechas con lienzos 
calientes sirven para preparar útilmente á la eficacia de la prepara- 
ción de las ventosas, vexigatorios, cauterios potenciales, á la de los 
fomentos resolutivos, de los emplastos de la misma virtud, y de to- 
dos los remedios incisivos ó estimulantes que se aplican sobre los tu- 
mores edematosos , ú otras congestiones de materias frias é indolen- 
tes, para darles el calor y movimiento. 

Petit en su tratado de las enfermedades de los huesos dice ha- 
blando del anquilose, que las friegas con lienzos calientes pueden 
usarse para suplir con utilidad al movimiento de las articulaciones; 
y que si ellas solas no bastan para resolver la sinovia y disipar la 
hinchazón , sirven por lo menos para asegurar el efecto de los otros 
remedios, que por esta causa obran con mas eficacia. 

En las calenturas continuas y crónicas, en que los enfermos tie- 
nen casi siempre frias las extremidades , ademas de los lienzos ca- 
lientes que se renuevan con freqüencia se hacen friegas suaves con 
lienzos, y después se dan unturas con aceytes de lirio, de manzani- 
lla , de almendras dulces &c. para evitar el calor. 

En los sudores que sobrevienen , ya sea espontáneamente, ya 
por la acción de los remedios sudoríficos, ó bien por un exercicio 
violento, como el juego de pelota, conviene antes de mudar de 
camisa hacerse frotar moderadamente con lienzos calientes: esta frie- 
ga no solamente limpia el cuerpo absorviendo su humedad, sino que 
ademas da resorte á las partes que lo han perdido. Por este medio 
precave la lasitud que es el efecto ordinario del descaecimiento. 

En general las friegas para ser administradas con cordura exigen 
las mismas precauciones que los otros exercicios: conviene por tan- 
to atender al tiempo, á la duración, á la fuerza de los que la reci- 
ben , y á las substancias que al mismo tiempo se pueden aplicar so- 
bre la piel.] 

FRIO. (Hig. y Med. Prdct.) [Se puede considerar al frió, ó 
como una modificación particular de la sensibilidad de nuestros ór- 



FRI 



ganos , ó como una propiedad accidental de la materia que excita en 
nuestros sentidos una sensación opuesta á la del calor ( V. este arti- 
culo.) ; de suerte, que se puede mirar el frió como una diminución 
relativa del calor, pues no se conoce de ninguna manera la ausencia 
total del calor ó frió absoluto. Los cuerpos en general se enrarecen 
calentándose, esto es, que el calor aumenta su volumen y disminu- 
ye su peladez específica ; el frió al contrario , los condensa, ó lo que 
es lo mismo , los pone mas compactos y mas pesados, según los gra- 
dos de intensidad. Los cuerpos mas compactos y pesados, como los 
metales , las piedras duras , según se van enfriando se reducen como 
los otros cuerpos á menor volumen ; el agua y los líquidos aquosos 
siguen esta ley hasta el momento que precede la congelación ; pero 
en helándose parece que se apartan de esta regla; se dilatan sensi- 
blemente, y disminuyen de peso, con relación al espacio que ocu- 
pan: su dilatación es tanto mas fuerte, según que experimentan un 
grado de frió mas violento. Los aceytes, las grasas, la cera se con- 
densa también por el frió; de suerte que el frió da firmeza y consis- 
tencia á ciertos cuerpos aumentándoles la solidez, disminuyendo la 
fluidez en otros, haciendo algunos de estos últimos enteramente sd- 
lidos. El frió sin duda detiene el movimiento intestino de los líqui- 
dos , disminuyendo su acción del mismo modo que su fluidez: con 
respecto á la evaporación de los cuerpos no produce en ellos sino 
la disminución, porque estos están enteramente privados de calor. 
Lo que hemos dicho en el artículo calor explica en parte lo que 
se puede decir del frió, que es precisamente lo contrario, cuyos 
efectos mecánicos son directamente opuestos. 

Si examinamos el frió relativamente á la economía animal , vere- 
mos, según hemos dicho, que no es otra cosa mas que una modifi- 
cación de los cuerpos; y aunque no se quiera conceder la ausencia 
del fuego , á lo ménos se percibe la diminución de sus efectos. La 
acción del frió en el cuerpo humano es ó mecánica ó relativa á la 
sensibilidad: se ha visto, tratando del calor, las diferencias que de- 
be haber entre la acción mecánica y la que obra en los cuerpos sen- 
sibles: con respecto al frió sus efectos varían según sus diferentes 
grados, que dividiremos en tres, sin embargo que entre los quales 
se pueden distinguir otros muchos intermediarios. El primer grado 
de frió será el que se puede mirar como absolutamente relativo , co- 
mo el de una noche fresca del estío, el de un sitio sombrío, en don- 
de no penetra nunca los rayos del sol, ó el que en invierno designa 
por encima del grado de congelación en el termómetro. El segundo 
será el de una fuerte congelación, como acontece en los inviernos 
rigurosos. El tercero debe comprehender el frió mas violento, sea 
en una impresión pasagera ó constante. 

Las causas generales del frió exterior que afecta á los hombres en 



a86 



FRI 



su estado de salud , se reducen á la obliqíüdad de los rayos del sol 
que nos ilumina y calienta, las nubes que interceptan los rayos de 
este astro , los vientos trios &c. y otras causas que corresponde ex- 
plicar mas bien á la Física. 

Los efectos repentinos y sensibles del primer grado del frió fon 
una especie de temblor y calosfríos que se excita en todo el cuerpo, 
y que parece que penetra de lo exterior á lo interior: cesa inmedia- 
tamente quando se expone por mucho tiempo al ayre. La sensación 
que excita es viva y picante , mezclada de trio y calor; este último 
es bien manifiesto después, pero se ha de estorbar el choque del 
ayre exterior. Si el frió es seco, aunque sea grande su pesadez, á ex- 
cepción de la sensación que es viva y dolorosa, todo el resto de la 
economía animal parece que aumenta su vigor, y que adquiere una 
fuerza ó una acción tónica mas grande, mas vibrátil y activa en to- 
dos los nervios, la cara como que toma un ayre de alegría, los 
miembros mas actividad; el espíritu parece que está mas pronto y 
mas dispuesto á su exercicio ; esto se entiende con las personas sanas 
y bien constituidas; pero los sugetos delicados se resienten del frío, 
y suele ser este un estimulante nocivo. El frió repentino produce los 
fenómenos que hemos expuesto; pero si es continuado pierde sus 
efectos agradables , y conserva su acción mecánica. 

La acción física del frió en los cuerpos es la constricción ó estre- 
chamiento que produce en los sólidos y en los fluidos, que como mé- 
nos densos se condensan mas prontamente y con mas fuerza ; pero 
la contracción general del diámetro de una infinidad de vasos capi- 
lares cierra á la sangre una parte del camino que halla mas libre con 
el calor; pero también la resistencia que hallan los líquidos para ca- 
minar por sus vasos capilares , es mayor el roce ó choque mas con- 
siderable, y la generación del calor efectiva. Si al constreñimiento ó 
compresión mecánica se añade la acción tónica aumentada por el 
frió, ¿no se hallará en su acción sobre la piel los elementos de la in- 
flamación ? La cara de los que han estado expuestos al frió quema y 
no puede sufrir la acción del fuego. Estos dos excesos opuestos re- 
corren rápidamente en las fibras , pues pasan de la contracción á la 
relaxacion. El temblor que se sigue al frió y los calosfríos dependen 
de la intercepción de la circulación de los vasos pequeños, sobre 
quienes el frió obra vivamente. Si se disminuye la causa de la cons- 
tricción vuelve á tomar su curso con vivacidad; por causa de la 
constricción resulta el calor aumentado por razón del choque de la 
sangre &c. Esta es la teoría por que se excita el frió y el calor en 
las fibras , aunque sea en una atmósfera fria y seca. Se sabe también 
que la transpiración disminuye por la constricción de los vasos; el 
peso real del cuerpo aumenta, aumentándose también la fuerza de 
las fibras, y disminuyéndose la gravedad específica; la orina arrastra 



FRI 2S7 

el residuo de la transpiración; el apetito es mayor; la primera di" 
gestión se hace mejor &c. Algunas veces este frió , al parecer salu- 
dable , proporciona cierta plétora que ocasiona algunas hemorragias 
de narices y fluxos hemorroydales , y otros males. 

Estos principios que hemos establecido nos darán sin duda luces 
para establecer un método dietético qual conviene, incluyendo en 
él el abrigo, exercicio &c, y nos servirán igualmente para hacer 
aplicaciones útiles en su práctica. 

El segundo grado de frió que debemos examinar es el de una 
fuerte congelación ó hielo que solemos experimentar en un invierno 
riguroso. Este frió es siempre seco, respecto que congela y hace 
los cuerpos sólidos, aunque sean aquosos. El primer efecto de este 
frió es fruncir é irritar las fibras nerviosas. Todos estos fenómenos 
son sin duda contrarios á los del calor; si este las relaxa, el frío las 
irrita y entorpece violentamente. Según Hipócrates el calor es el 
amigo de los nervios , el frió es el enemigo mortal ; quando su inva- 
sión es repentina excita una sensación dolorosa como de quemadura 
mezclada de cierto entorpecimiento y de inacción. La acción mecá- 
nica del frió considerada en este grado sobre los sólidos y los flui- 
dos, es la misma que la del frió mediano, de que ya hemos tratado; 
siu embargo la condensación es mas considerable, la contracción de 
los vasos mayor, y el espacio en donde ha de correr la sangre mas 
limitad© ; en fin todos los fenómenos expuestos anteriormente en un 
grado mayor de energía. Sin embargo de todo lo dicho es necesario 
distinguir los efectos relativos de los absolutos y el hábito, pues sa- 
bemos que los habitantes del norte , aunque viven con un frió muy 
considerable, son muy fuertes y de muy buena estatura, sufren mé- 
nos enfermedades , y aun se puede añadir que viven mas años; pero 
todo esto es debido al poder del hábito, pues es preciso convenir 
con Santorio, que en general el frió es el enemigo de la debilidad, 
pues esta tiene que combatir con los efectos violentos de este irri- 
tante que entorpece los nervios &c. , por lo que los enfermos deben 
defenderse del frió en el invierno: compárense los enfermos crónicos 
que mueren en esta estación con los del verano , se hallará una no- 
table diferencia: estos hechos responden á los teóricos. Por esta ra- 
zón los antiguos han dicho siempre que los robustos están mas fuer- 
tes en el invierno, y los débiles al contrario. Las reglas de precau- 
ción que han de servir para defenderse de esta intemperie son bas- 
tante conocidos, que estriban principalmrnte en dormir en una ha- 
bitación abrigada , defender el pecho y las vias de la respiración de 
la impresión violenta , el exercicio modera-do, la comida y bebida 
que vaya acompañada de substancias aromáticas &c, que puedan 
mantener la transpiración libre, y corrientes las demás excreciones. 
£1 último grado del frió es el extremo , tal como el que expe- 



a88 



FRI 



rimentáron los Holandeses en su navegación al norte en 1556, ó 
como el que se ha experimentado algunas veces en los paises septen- 
trionales de la Europa. Este frió tan violento puede dividirse tam- 
bién en diferentes grados termométricos; pero sus efectos siempre 
son violentos y destructores. La condensación de los fluidos y la 
constricción de los sólidos llegan á un punto tan considerable, que 
se sigue precisamente una incapacidad de obrar extremadamente, 
pues no se puede ni escribir ni tener las armas &c. Este entorpeci- 
miento, esta inacción puede llegar hasta la gangrena, lo que sucede 
con bastante freqüencia en muchos paises del norte, donde los pies, 
las manos y las narices se gangrenan con mucha facilidad estando 
expuestos algún tiempo á riguroso frió. (V. el artículo gangrena.) 
Todo cesa en la naturaleza con este frió excesivo, la que se halla 
como entorpecida matando los vegetales y destruyendo otros seres: 
efectivamente, los Holandeses no halláron ninguna planta en su vía- 
ge , ni aun vestigios de vegetación ni de putrefacción , ni fermenta- 
ción en aquellos paises inhabitados. Los cadáveres aun después de 
algunos años parece que conservaban su frescura y su figura. En 
estos paises desgraciados no se hallaban mas que zorras y osos de 
una altura y una fuerza extraordinaria, que al abrigo de una gruesa 
piel y del calor que engendra su cuerpo, podian soportar su vida. 
Sin este rigor hay muchos pueblos en el norte que no son fértiles; 
sus habitantes son pequeños, los animales son flacos &c. (V. lo que 
hemos dicho sobre este punto en el artículo atmosfera.) Todos 
estos defectos son compensados con algunas ventajas, pues no se co- 
nocen allí las enfermedades contagiosas; los viejos suelen conservar 
su actividad en la edad mas avanzada. 

Todo quanto hemos dicho de los demás grados del frió se debe 
referir aquí ; y se puede añadir que quanto mas extremado es el frió, 
es mayor la constricción de los vasos capilares , y los humores están 
mas dispuestos á la coagulación &c. ; y así para oponerse á todos 
estos efectos, es necesario evitar la impresión, actividad del ayre 
libre, y que este no afecte mucho tiempo, usando de un método 
alimentario correspondiente. 

Si el agua , el ayre ó qualquiera otro cuerpo frió, se aplica repen- 
tinamente á la superficie de qualquiera parte del cuerpo que esté mas 
caliente, se produce en él una sensación viva de trio, que causa 
una constricción espasmódica, no solo en el sitio del contacto , sino 
también en lo interior, en las visceras &c. Se sabe también que las 
mugeres que están con la menstruación , que pasan de un lugar ca- 
liente al frió, se les suprime, y que á estas y á ios hombres también 
les acomete las afecciones catarrales y otros males por las mismas 
causas. (V. catarro j' catarral.) No trataremos aquí del frió 
que proviene de algunas causas internas, como el de la calentura, 



FRU ac>9 

por haberse explicado en la sintomatológia febril (V. calenturas.); 
ni el de los viejos, que es la conseqüencia de los espasmos internos 
por el influxo irregular de los nervios, ni tampoco el que se sigue á 
las pasiones de ánimo, y otros que se han explicado en sus respecti- 
vos artículos. Ext. J 

Se ha suscitado en estos últimos tiempos una disputa, principal- 
mente por la escuela de Brown, sobre si el frióse debe tener por un 
debilitante ó por un tónico. Se alegan razones por una y otra parte, 
que al parecer decidan la materia; pero aunque el frió en cierto gra- 
do es un destructor &c, como hemos dicho anteriormente, en otro 
fortifica ; y creemos que estas disputas consisten en que forman los 
argumentos por los extremos: consúltese el artículo Doctrina de 
Brown , adonde nos remitimos , y á las obras de dicho autor, por- 
que ocuparíamos muchas páginas , y acaso no aclararíamos la materia. 

FRONDA. (Cir.) Palabra francesa, que se ha introducido en la 
Cirugía, que equivale á La castellana honda, con la que se suele llamar 
una venda de quatro cabos muy semejante á la honda, la que se usa 
con mucha freqüencia en la Cirugía para contener compresas, medi- 
camentos &c. Este sencillo vendaje se aplica á varias partes del cuer- 
po, como á los labios, la quixada , axila &c. El medio ó centro de 
la honda se aplica regularmente sobre las compresas y la parte enfer- 
ma, y los quatro cabos se atan en la parte opuesta , dándoles la di- 
rección mas oportuna. 

FRONTAL, (hueso) Se da este nombre también al hueso co- 
ronal. ( V. este articulo.) 

FRUGALIDAD. {Hig.) [Se entiende por frugalidad la sobrie- 
dad ó la templanza, no solamente en la comida y en la bebida, sino 
también en las costumbres del hombre , de quien es el mas firme 
apoyo, fundando su felicidad así física como moral; porque con la 
frugalidad asegura su salud, arrostra una infinidad de males que pro- 
vienen de la intemperancia , conserva toda la presencia de espíritu y 
la pureza de corazón que distinguieron á los grandes hombres , cu- 
yas virtudes nos dexó la antigüedad por modelos. Los Curdos, los 
Camilos, los Sócrates, los Fociones y los Lacedemonios tenían tan- 
ta fuerza corporal y vigor de espíritu á causa de vivir habituaimente 
con frugalidad. Ella es la virtud de los hombres sencillos, que la nue- 
va so-iedad no ha podido corromper. Á los que no siguen las reglas 
de la templanza, ni limitan sus deseos á lo necesario, castiga siempre 
la naturaleza con melancolías , achaques , enfermedades , y no pocas 
veces con una muerte prematura. ] 

FRUTAS. ( Hig.) [Se da el nombre de fruta ó fruto con par- 
ticularidad á una parte pasagera de los vegetales , producida por el 
germen encerrado en el ovario de las flores, fecundada por el polvo 
seminal de los estambres, engruesada y desenvuelta hasta cierto pun- 

TOMO IV. CO 



290 FRU 

to, prescrito por la naturaleza, para ponerse en estado de germinar 
y de reproducir otra planta. Así toda grana es un verdadero fruto, 
aun quando no esté cubierta de substancia mole y pulposa. 

Se notan en las frutas las mismas partes esenciales que en las plan- 
tas, á saber: una corteza ó película, membranas, pulpas ó carnes, 
y un cuerpo leñoso. Se distinguen los frutos de pepita como las na- 
ranjas y los melones; los de hueso como los albérchigos y cerezas, 
los de cascara como las nueces y avellanas, y los de vayna espinosa 
como las castañas. Se da el nombre de frutas de estío á las que se 
cogen en esta estación y en el otoño, y de invierno á las que se con- 
servan en él y aun para la primavera. Se mantienen los frutos en los 
parages llamados fruterías , tal es una cueva ó sótano quando no 
está húmedo, es decir, quando el termómetro de Reaumur se man- 
tiene invariablemente entre los diez y once grados. Las grandes va- 
riaciones de la atmósfera los alteran , descomponen y corrompen 
muy freqiientemente. Se colocan del modo que mejor parece en ta- 
blas, con un borde de hoja de lata , sostenidas por dos escalas do- 
bles ; y se visitan con freqiiencia para examinar los que se pudren. 
No siendo muy comunes las buenas cuevas, conviene buscar otros 
lugares á propóíito para conservar la fruta. En el norte es temible 
la humedad y el frió , y en el mediodía la humedad pasagera, pero 
excesiva por algunos momentos, y los inviernos muy blandos y ven- 
tosos. En general el lugar donde se coloca la fruta debe estar exac- 
tamente cerrado por todas partes ; expuesto al mediodia y á levan- 
te; al abrigo de toda humedad y de las variaciones atmosféricas; dis- 
tante de los parages donde hay estiércol, caballerizas, olores fuer- 
tesó licores en fermentación; últimamente, que se cierre la puerta 
inmediatamente que se entre en él. Cada fruto pulposo debe eítar 
aislado, ó separado uno de otro, colocándole en suelos de madera, 
en caxones ó en armarios: el suelo ó pavimento estará cubierto de 
esteras, de junco ó de paja, no debiéndose jamas dexar fruto algu- 
no amontonado para hacerle sudar, porque es un método detes- 
table. 

Antes de colocar las frutas en el parage en que se quieren con- 
servar se enxugarán perfectamente, y á las que se hayan de cuidar 
con mas esmero se les ata por el rabo, cuyo extremo se ata con 
un hilo, que se cuelgan después de haberlos cubierto de papel: de 
este modo se conservan largo tiempo. Los que tienen mucha fruta, 
h cubren de heno ó de paja quando temen los hielos. En Paris los 
fruteros ponen sóbrela paja un paño mojado, que intercepta el ay- 
re, recibe la helada , y liberta el fruto, que se visita después para se- 
parar el que se ha corrompido: también se dice que se conserva muy 
bien en caxones cubiertos y llenos de salvado lecho por lecho, ó en 
heno bien seco. Para tener en ciertas ocasiones frutas , que por los 



FUE 291 

medios indicados no se conservarían, se secan al horno. Así es como 
se guardan en todas las estaciones uvas, albérchigos, albaricoques, 
ciruelas, cerezas, peras, manzanas, higos, castañas &c. , que son de 
un gusto exquisito. También se confitan con azúcar las frutas pulpo- 
sas , y de ellas se hacen dulces , conservas y pastas , que son de un 
grande recurso, ó bien se las coloca en grandes vasos de vidrio con 
aguardiente, y así duran años enteros sin sufrir alteración. 

Hemos hecho aquí estas reflexiones sobre el modo de conservar 
los frutos, porque sirviendo al alimento del hombre, no se debe des- 
cuidar nada que pueda dar luz sobre los medios de velar en su con- 
servación , para poderlos comer en épocas mas distantes, y conser- 
var al mismo tiempo sus qualidades. Por lo que hace á las distincio- 
nes generales de frutas y á sus qualidades no repetiremos en este ar- 
tículo lo que ya se dirá en otros, y se ha tratado en ia palabra ali- 
mento. 

Se sabe que las frutas, si se comen con exceso, especialmente si 
no están bien maduras, si se crian en malos terrenos, habitualmente 
húmedos, pueden causar indigestiones, ñatos, diarreas, calenturas 
intermitentes, obstrucciones, disenterias &c. Se debe cuidar de que 
no comai mucho los niños, y que no c e permita la venta de las que 
no estén maduras, y de las podridas. Si se cuecen las frutas, aunque 
estén inmaduras, no son del todo malas; lo mismo si se echan en 
azúcar 6 almíbar, porque se suple lo que debía darles la naturaleza 
para la madurez , y se impiden todos los efectos de la crudeza. ] 

FUEGO. (Fís. Méd. Hig. y Mat. Méd.) Se da este nombre 
por ios Físicos á una materia sutil, que con su acción produce á lo 
menos calor (V. calórico.), incendio y otros fenómenos, los qua- 
les , y el examen de su naturaleza , pertenecen á la física , adonde 
nos remitimos, contentándonos con exponer los que tienen relación 
con la Medicina. 

[El fuego, con respecto á la Higiene, comprehende todas las 
materias en combustión en su estado de incendio ó ignición, pues- 
tas cerca del hombre para defenderse de las impresiones de un ayre 
demasiado frió. Hasta ahora no se ha podido fixar el grado preciso 
del ayre exterior, que produzca una sensación dolorosa de frió 
( V, este artículo.) , porque depende del 'hábito, del vigor indivi- 
dual de la vida activa &c. ; pero se puede decir en genred que el ca- 
lor humano ofrece un punto hxo, ó á lo menos poco variable, sien- 
do así que en los paises que comprehende la Zona templada y gla- 
cial el ayre de la atmósfera experimenta grandes variaciones de ca- 
lor y de frió , por lo que era preciso que el hombre se precaviese de 
semejantes impresiones violentas, que solo lo logra en una atmósfera 
caliente, que se consigue quemando varias materias, y manteniendo 
un incendio, para que por este medio haya un gran desprendimienti 



292 FUE 

de calórico. De aquí ha nacido la invención de chimeneas y estufas 
para calentar las habitaciones, y disfrutar de esta calefacción los hom- 
bres mismos: estas invenciones, con respecto á la salud, tienen sus 
ventajas é inconvenientes. El fuego de las chimeneas produce por su 
acción inmediata y demasiado violenta sobre ciertas partes del cuer- 
po, como son las piernas, la cara&c, un calor demasiado ardiente, 
que las marchita y deseca , y á veces las pone en un estado de caute- 
rización , particularmente en los sugetos frioleros, que se arriman de- 
masiado al fuego: se sigue pues que unas partes, demasiado calientes 
por este medio, al paso que otras experimentan una sensación opues- 
ta, ponen sin duda por esta causa á los que hacen abuso de esto llenos 
de fluxiones, afecciones catarrales &c. Las estufas, al contrario, ca- 
lientan las habitaciones uniformemente, distribuyéndose el calórico 
con igualdad, no afectando en una parte del cuerpo mas que en otra, 
por lo que no nos exponemos á recibir las dos sensaciones opuestas 
de frió y calor; pero por otra parte el ayre de las habitaciones, ca- 
lentado por las chimeneas, es mas sano, porque se renueva continua- 
mente, en lugar de que el ayre , que se calienta por las estufas, está 
estancado y cargado de vapores poco saludables (V. ayre y atmos- 
fera. ) , siendo por consiguiente poco saludable para la respiración, 
como lo enseña la experiencia, particularmente en los paises del nor- 
te, que tanto uso se hace de las estufas. 

Los que deseen conservar una salud robusta, deben siempre sa- 
ber que el hombre no ha de tener una vida sedentaria y abrigada , 
pues debe pasar una gran parte de la vida al ayre libre y á las vicisi- 
tudes de las estaciones para endurecerse y habituarse á sus impresio- 
nes, aunque sean algo violentas, pues de otro modo estará expuesto 
á cada paso á enfermar, principalmente quando no pueda defenderse 
de las inevitables alteraciones de la atmósfera. Aunque el calor pare- 
ce ser el principio que anima toda naturaleza orgánica, sin embargo 
hay muchos grados del que pueden perjudicar , y no se debe por di- 
cho principio conceder que el frió ha de ser lo opuesto , pues algu- 
nos grados de él son sumamente provechosos. (V. frió.) 

Del fuego con respecto á la Materia Médica. 

La Física considera en general los fenómenos que ofrece el fuego 
quando se dirige su acción á los diversos cuerpos de la naturaleza; 
pero la Med'cina, suponiendo estos fenómenos conocidos, se limita 
á exponer los que el fuego produce por su impresión inmediata en el 
cuerpo humano. Si se compara la práctica antigua del arte de curar 
con la moderna, se percibirá inmediatamente una gran diferencia en 
la aplicación del fuego, que con tanta freqüencia se usaba antes. 

(V. CAUTERIZACION y CÁUSTICOS.) 



FUE 293 

Al gunos autores modernos han hecho en los Tratados generales 
de Cirugía que han publicado varias descripciones de las diferentes 
formas de cauterios, indicando su uso en la caries, en el escirro, en 
el cancro, las excrecencias, los carbunclos, la gangrena, para abrir 
las fuentes , para detener las hemorragias &c. ; por lo que se ve que 
apenas se apartan de la práctica de los antiguos, sin embargo que ex- 
presan el terror que este remedio imprime en los enfermos , y los do- 
lores que produce , lo que manifiesta claramente que solo han copia- 
do libros, y no han raciocinado ni han consultado la experiencia. Otros 
autores, y entre ellos Gerengeot, han descrito y aun han hecho gra- 
bar muchas especies de cauterios, y apenas se servian de ellos. Seria 
muy largo referir las varias opiniones sobre la aplicación del fuego ó 
los cáusticos actuales ; pero el resultado de todo es que , si se excep- 
túa la moxa, los demás medios de cauterizar se van desterrando 
enteramente. La razón de esto es que la doctrina fundamental del 
arte de curar ha recibido grandes mudanzas desde que se ha descu- 
bierto la circulación de la sangre, desde que se conocen mejor las le- 
yes de la sensibilidad y la irritabilidad, y también el sistema glandu- 
íoso y linfático. Estos sublimes conocimientos no solo han desterra- 
do la práctica cruel de los cáusticos, sino también la antigua gerigon- 
za fisiológica del calor innato, húmedo radical, restos de la anti- 
gua filosofía. Los Cirujanos han cultivado la anatomía; el arte de 
operar se ha perfeccionado , porque se conoce mejor el cuerpo hu- 
mano y las enfermedades que le acometen, para las que se han in- 
ventado muchos instrumentos útiles ; y como el fuego inspira tanta 
repugnancia , se suelen valer con preferencia de cauterios potenciales 
en todos los casos donde no puede servir el instrumento cortante; 
ademas los progresos de la Química han contribuido á la preferencia 
de los cáusticos potenciales, porque ha multiplicado estos remedios. 
Sin embargo expondremos los casos en que se debe preferir el caute- 
rio actual. 

i.° Se debe preferir el cauterio actual quando hay necesidad de 
quemar inmediata y prontamente, por exemplo quando hay una he- 
rida infectada de veneno, ó quando la salida de la sangre y de la lin- 
fa es muy freqiiente por la extremidad de los vasos, y no se puede 
detener de ningún modo por los estípticos &c: 2° quando es nece- 
sario disipar humores aquosos, y excitar al mismo tiempo la acción 
de los vasos para proporcionar una laudable supuración, por lo que 
es útil esta especie de cauterio en los tumores aquosos y gelatinosos: 
3. 0 quando es necesario prescribir límites exactos á la cauterización, lo 
que no se conseguirá con los cáusticos potenciales, porque se extiende 
siempre mas de lo que se desea. De todo esto se debe deducir que el 
cauterio actual no se debe proscribir enteramente , pues hay casos en 
que es aun útil 3 pero no se ha de generalizar, ni se ha de hacer abu- 



294 FUE 

so; y que para usarlo es preciso muchas veces conducirlo por una 
cánula para evitar el terror al enfermo, y disminuirle la incomodi- 
dad. Ext. ] 

FUENTE. (Cir.) * Se llama así á una úlcera pequeña, que se 
hace artificialmente por la Cirugía en diferentes partes del cuerpo , ya 
sea para precaver una enfermedad, ó para curarla. Los Cirujanos, 
quando abren una fuente, se proponen imitar á la naturaleza, la que 
produce algunas veces ella misma úlceras de esta especie , por las qua- 
les salen las materias abundantes y viciosas, que si no fuera por su 
evacuación, causarían males funestos. Las partes donde suelen abrir- 
se estas úlceras artificiales, y que pueden soportar con menos inco- 
modidad , son : i. a la parte superior de la cabeza : 2. a el cuello : 3. a los 
brazos, eligiendo lo mas baxo hacia la extremidad inferior del deltoi- 
des y del bíceps, buscando siempre los intersticios de los músculos: 

4. a sobre la rodilla hácia la parte inferior é interna del músculo , don- 
de se percibe como un hoyo con la simple vista y con los dedos: 

5. a debaxo de la misma rodilla al lado interno y superior de la pier- 
na, donde se observa otra especie de cavidad , que forman los inters- 
ticios de los gemelos y el solar, esto es , entre el borde del principio 
de la pantorrilla y la elevación de la tibia. 

El método mas sencillo y mas pronto para formar la fuente 6 úl- 
cera artificial es aquel por el qual, después de haber elegido el sitio, 
se coge un pliegue de los tegumentos con los dedos de un ayudante, 
y con los del Cirujano se hace una incisión con un bisturí , que inte- 
rese solo la piel hasta el texido celular, en términos que pueda co- 
locarse después un guisante, un garbanzo ó una bolita de cera; des- 
pués que 5e ha colocado qualquiera de estos cuerpos se cubre con' 
un empLsto, y encima una compresa y una venda: á los tres ó quatro 
días la ulcerita se halla ya formada; se limpia, y se vuelve á poner 
la bolita ó guisante , y se hace esta curación diaria y sucesiva por to- 
do el tiempo que se ha de tener abierta la fuente, la que destilará 
un humor purulento ó sanioso. También se abren estas úlceras artifi- 
ciales por medio de un cauterio actual, y también el potencial. (V. cau- 
terio potencial. ) Este último medióse prefiere al primero, que 
apenas se usa ; pero siempre se deberá preferir el método de la incisión. 

Desde que se ha extendido el uso de las moxas y las cantáridas, 
y se ha simplificado su método curativo, esto es, que no se hace con 
tanta crueldad (V. cantáridas ) , se va proscribiendo el uso de las 
fuentes; sin embargo se hallan recomendadas por muchos autores 
para la epilepsia, la tisis y otras muchas enfermedades de cabeza, 
ojos, oídos &c. Pero si examinamos los admirables efectos de la moxa 
(V. este artículo y el de cáustico actual.), hallaremos la preferen- 
cia que merece este remedio, aunque en algún caso puede convenir la 
fuente, principalmente quando haya necesidad de verter humores. 



FUE 295 

FUERZA. {Hig.) [ La fuerza es el primer móvil de la exis- 
tencia , la que sobrepuja á todos los obstáculos , resiste ¿ las injurias 
de las estaciones, y á los efectos de la intemperancia, luchando con 
el trabajo, y combatiendo con el sueño: la fuerza es la que sostiene 
el entusiasmo del hombre para la guerra y otros actos de valor, sien- 
do sin duda uno de los mas bellos atributos de todos los animales. 
En quanto al hombre se observa en general, que quanto mas civil, es 
menos vigoroso, pero al mismo tiempo tiene mas talento; pero aun- 
que la fuerza corporal no es lo que le hace distinguirle mas en so- 
ciedad , sin embargo no se debe despreciar esta propiedad , la que 
contribuye á mantener la salud , concurriendo á su felicidad. Como 
el número de los que se ocupan en los trabajos intelectuales es infi- 
nitamente menor que los que se ocupan en los trabajos corporales, 
es preciso convenir que una de las riquezas de un Estado es el que 
haya hombres robustos y vigorosos. Es difícil en general medir la 
fuerza humana, pues es relativa siempre á varias circunstancias que 
la hacen variar infinito. Se sabe que depende de los músculos y de la 
posición del que obra, por lo que se sigue que las palancas y puntos 
de apoyo aumentan ó disminuyen la fuerza individual. Des^guller y 
otros Físicos han construido varias máquinas para computar la fuer- 
za del hombre por cálculos , por aproximación , y de lo que es sus- 
ceptible de mover; pero dexemos á los Físicos estas investigaciones, 
y tratemos de saber, que los sugetos de temperamento bilioso y 
melancólico son en general los mas fuertes, porque sus músculos son 
mas robustos por estar sus fibras mas reunidas, teniendo mas resorte y 
elasticidad ; y así los que tienen las carnes blandas , como los hom- 
bres gruesos Scc. tienen mucha ménos fuerza y energía para todo gé- 
nero de trabajo. 

Para adquirir la fuerza y conservarla nada hay mas á propósito 
que el exercicio activo y repetido alternado de un moderado des- 
canso. (V. exercicio.) El movimiento disipa los humores excesivos, 
deseca las fibras aumentando su resorte. El hábito de exercitar los 
músculos hace que se fortifiquen y que adquieran energía; de este 
modo la fuerza no puede perder, y la debilidad puede disminuirse, 
y el hábito puede ser para los músculos lo que estos serán para los 
hombres. En la niñez es quando se ha de preparar esta riqueza in- 
agotable á los hombres, preparándoles por este medio, esto es, con- 
vidándolos al exercicio, y por consiguiente el que tengan una larga 
y robusta existencia; pero se ha de tener presente que no se toque 
en el exceso, porque entonces en lugar de adquirir fuerzas se con- 
seguirán debilidades. Ext. ] 

Fuerza, vital. Es la que resulta del conjunto y equilibrio de 
todas las propiedades vitales, que rige y ordena la forma, la composi- 
ción , la proporción , la textura , y el movimiento de todas las partes. 



296 FUN 

FUMARIA. (Mat. Méd.) [Se da este nombre á una planta de 
las que tienen mas uso en la Medicina, que Linneo llama f tonaría offi' 
cinalis , y á la que se le atribuyen una porción de propiedades para 
curar varias enfermedades. Su amargor manifiesta sus propiedades 
tónicas y antiescorbúticas ; y así es que se suele prescribir en la ca- 
quexia , en el escorbuto, la ictericia, y en casi todas las afecciones 
cutáneas; pero no solo se ha de usar este vegetal para curarlas, es 
necesario añadir el buen régimen dietético &c. Para lo que parece 
tiene mas uso esta planta es para las enfermedades cutáneas dada en 
infusión ó su xarabe en suero &c. El autor de este artículo refiere 
la curación de una herpe rebelde en un brazo, con solo el uso de la 
infusión de fumaria tomada en leche por espacio de seis meses, y la- 
vando la parte con la misma preparación. El suco de esta planta se 
suele prescribir para el escorbuto , mezclándole con el de codearía 
y los demás remedios antiescorbúticos. Se hace un xarabe con el su- 
co de esta planta, que lleva el mismo nombre, entra también la fu- 
maria en el de chicorias compuesto y en otras preparaciones farma- 
céuticas, como en el electuario depsyllium, las pildoras angélicas &c.J 

FUMIGACION. [Hig. y Mat. Méd.) La fumigación ó sahume- 
rio es una emanación ó volatilización de alguna substancia activa y 
olorosa, cuyos vapores sean húmedos ó secos, los recibe el hombre 
para precaverse de algún mal ó para curarle. La Medicina emplea 
las fumigaciones, ó para corroborar ciertas partes, ó para dar al 
ayre , que debemos respirar, propiedades que no poseía , ó acaso cor- 
regir alguna mala qualidad. (V. desinfección, donde se explican 
los varios medios de fumigar.) 

Hemos dicho que hay fumigaciones húmedas y secas ; las prime- 
ras consiste en hacer hervir al fuego vinagre solo ó con algunas subs- 
tancias ó tinturas aromáticas &c. ; en las segundas solo se reduce á 
quemar azúcar, benjuí, estoraque, espliego, romero y otras subs- 
tancias aromáticas, y también fétidas, como el papel, la lana, plu- 
mas &c. , principalmente en caso de histerismo. Los varios simples 
ó substancias de que se echa mano para las fumigaciones, lo indicarán 
las enfermedades para que se aplican, el estado de la atmósfera y de 
los hombres que las han de recibir. (V. epidemia, peste y fiebre 
amarilla y otros artículos de Medicina practica , donde pres- 
cribimos sahumerios y fumigaciones deidas, aromáticas &c. 

FUNCION. (Fisiol.) Se da este nombre en Fisiología al exer- 
cicio de una acción que se exeree en conseqüencia de la extructura 
y de la disposición particular de las partes que componen al hombre. 
En toda función hay que considerar la facultad y la acción. La fa- 
cultad es la disposición mecánica para que los órganos obren; y la 
acción es el resultado del movimiento particular de las partes en 
conseqüencia de su disposición; por lo que se sigue que toda función 



FUN 297 

supone una facultad, la que produce una acción. Las funciones, se- 
gún algunos Fisiologistas , se diferencian en vitales, naturales y ani- 
males. 

Las funciones vitales son aquellas que mantienen la vida , sin las 
quales no se podria existir, y se cuentan tres, la acción del cerebro, 
la del corazón , la circulación de la sangre, y la acción de los pulmo- 
nes y la respiración. Las funciones naturales son aquellas que no son 
necesarias para la conservación del individuo en todos los instantes 
de su vida; pero sin embargo le son esenciales para su conservación 
en general , para crecer y propagar su especie. Se cuentan siete: i.° 
digestión y quilificacion: 2. 0 sanguificacion : 3.°las secreciones: 4. 0 la 
nutrición: 5 .° el crecimiento: 6.° la generación: 7. 0 el parto. Las 
funciones animales son las que dependen del sensorio común; y ver- 
daderamente no son absolutamente necesarias para vivir, pues sub- 
sisten muchos con su razón depravada, y turbadas las funciones in- 
telectuales. 

Los Fisiologistas modernos hacen otras varias divisiones de las 
funciones, clasificándolas ya en orgánicas y animales, ó ya en in- 
ternas y externas , ó según se cuentan los sistemas , esto es , funciones 
del sistema nervioso, muscular &c. : nosotros , aunque conocemos 
todas estas divisiones, dexamos á nuestros lectores la libertad de 
que hagan las que gusten, consultando las obras de Dumas, Gri- 
maud , Richerand &c. , omitiendo la división antigua de vitales , ani- 
males y naturales, que aunque falte algo á la exactitud, está sin 
embargo mas generalizada hasta ahora. 

FUNDENTES. ( Mat. Méd.) Se da el nombre de fundentes 
de la linfa á los atenuantes que tienen la facultad de obrar de un mo- 
do particular sobre este humor, y de resolver con facilidad sus 
concreciones. Existe un gran número de enfermedades crónicas en 
que la linfa se altera con especialidad. La mayor parte de estas al- 
teraciones depende , según se cree , de una acrimonia diversa con- 
traída por xugos alimenticios mal elaborados, por la detención que 
experimenta en sus vasos, ó por un virus extraño introducido en el 
sistema absorvente. Esta acrimonia va constantemente acompañada 
de una condensación notable que da nacimiento á los infartos de los 
vasos y las glándulas linfáticas, los quales se observan por detras y 
por baxo de las orejas , baxo las quixadas , en el cuello , baxo los so- 
bacos, en las ingles, en conseqüencia de las afecciones vene'reas, es- 
crofulosas, raquíticas &c. Se sabe por la observación que ciertos me- 
dicamentos tienen la propiedad de disolver esta linfa engruesada y 
como coagulada, y de destruir las obstrucciones que produce. 

En esta clase se colocan particularmente los álcaíis puros 6 cáus- 
ticos; las mismas sales suavizadas por el ácido carbónico ó los car- 
bonates alcalinos; el muríate amoniacal, el azufre de antimonio, ó 
TOMO iv. pp 



298 FUN 

antimonio crudo, el kermes, el tártaro estiviado , el antimonio dia- 
forético no lavado ó fundente de Rotron. También pertenecen á 
esta clase el mercurio, los precipitados mercuriales, el etiope mine- 
ral, los hígados de azufre, las aguas minerales alcalinas, las raices y 
leños sudoríficos, la raíz de china, la zarzaparrilla, el guayaco ó 
palo santo, las gomas, resinas, fundentes, elgdbano, la goma amo- 
niaca, el sagapeno, el asafétida y los xabones medicinales. Estos 
remedios, que son los mas activos de los atenuantes, se administran 
Gon mucha precaución, empezando por dosis muy moderadas; y se 
les asocian los suavizantes y calmantes, para que sus efectos sean 
mas benignos. Se aplican con fruto en las enfermedades de la piel y 
de las glándulas producidas por la degeneración de algún humor ó 
de algún virus ya radicado: son por lo regular muy cálidos, y per- 
judican á los temperamentos secos y melancólicos, á las personas que 
padecen debilidad de pecho, á las de una debilidad y sensibilidad 
extremas , y á las que tienen una disposición á la diátesis inflamatoria. 

Los enfermos se preparan con los relaxantes, los baños, el régi- 
men dulce y refrigerante un poco antes de prescribirles el uso de los 
remedios citados. Es preciso que los vasos estén bien abiertos y pe- 
netrables, á fin de que los fundentes, después de exercer su acción 
en los órganos, puedan salir fácilmente del cuerpo: no olvidando que 
estos medicamentos son muy perjudiciales á nuestra naturaleza por 
tener grande actividad; y conviene que no estén detenidos mucho 
tiempo en nuestro cuerpo. Estas observaciones son relativas princi- 
palmente á la administración del mercurio, el mas poderoso y enér- 
gico de todos los fundentes de la linfa; por lo qual se conoce que 
un uso inconsiderado ó muy continuo de estos medicamentos pro- 
duce todos los males que dependen de la disolución de los humo- 
res, y especialmente la debilidad, la palidez, hidropesías, escorbu- 
to, hemorragia &c. 

Ultimamente, administrando los fundentes de la linfa para des- 
truir la viscosidad y la condensación de los xugos, es preciso alterar- 
los, y agregarles de quando en quando los evacuantes, y especial- 
mente los purgantes suaves diuréticos, á fin de que se expelan del 
cuerpo los humores atenuados y disueltos, y no perjudiquen por la 
acrimonia que adquieren, no aument ando por esta razón los ate- 
nuantes activos. 

Tal es el fundamento de las ideas que han formado los Médi- 
cos acerca de la naturaleza y efectos de los fundentes; las quales, s¡ 
bien parecen sencillas y naturales, no están demostradas de un mo- 
do que satisfaga del todo á los Físicos exactos. No se sabe positi- 
vamente si en muchas afecciones existe en realidad una coagulación 
ó condensación de la linfa, como se asegura en las obras de prácti- 
ca y en las consultas: así la teoría no está probada exactamente; pero 



FUS 299 

no hay duda , que los fundentes activos hacen desaparecer las hin- 
chazones de las glándulas y las obstrucciones de los vasos linfa - 
ticos: de este principio es necesario partir para aconsejar su uso en 
las enfermedades en que la experiencia ha demostrado su eficacia. F. 

FUNGO. (Cir.) * Excrecencia en forma de hongo que sobre- 
viene en qualquier parte del cuerpo, y particularmente en el ano. 
A esta enfermedad se la llama también higo. (V. esta voz.) El fun- 
go es unas veces esquirroso y otras carcinomatoso. La curación de 
los fungos consiste en destruirlos con algún instrumento cortante, 
con los cáusticos, ó por medio de la ligadura. (V. excrecencia, 

LUPIA, CONDILOMA, SARCOMA &C.) *. 

FUNGOSO. (Cir.) * Llamamos carnes fungosas á las que son 
blandas, babosas, superfluas, y que sobresalen á manera de hongos 
en las partes ulceradas. (V. hipersarcosis.) *. 

FUROR. (Hig.) [ Es el último grado de colera, y que conduce 
á la pérdida de la razón, independientemente de los excesos funes- 
tos á que arrebata la violencia de las pasiones, degenerada en furor; 
produce ademas en las personas poseídas de él una agitación fe- 
bril momentánea, que estira las fibras de toda la máquina, y causa 
transpiraciones forzadas, espasmos y eretismos, seguidos siempre 
de una fatiga mas incómoda que la que puede causar el violento 
exercicio. 

Las personas de una constitución biliosa y melancólica son las 
mas expuestas á las pasiones vivas, y se enfurecen con facilidad. No 
son á propósito para resistir largas fatigas, porque su vivacidad les 
consume; y si no se acostumbran á moderar , desfallecen , porque 
conducidas al exceso, la transpiración forzada, la exaltación de los 
fluidos y la tensión de los sólidos, causada por una pasión tan violen- 
ta, pone la máquina humana semejante á la cuerda de un instrumen- 
to, la qual por haber estado muy tirante se rompe ó se afloxa de- 
bilitándose. Así las personas furiosas están expuestas á hemorragias, 
á vértigos y aun á demencia. 

Los que están muy próximos, 6 tienen disposición á la cólera y 
al furor, es necesario que observen un régimen refrescante, usando 
de alimentos ligeros, bañándose con freqüencia , y bebiendo agua 
con abundancia mezclada con un poco de vino ó con ácidos.] 

Furor uterino. (Med.) (V. ninfomanía.) 

FUSION. ( Mat. Méd.) Se llama así el ablandamiento y li- 
quidación producida en los cuerpos salinos, sulfurosos y metálicos,, 
por la fixacion del calórico. (V. este artículo.) Esta operación es 
muy freqüente en la Farmacia para la preparación de varios medi- 
camentos. F. 



300 GAL 

GALACTIRREA. (Mea/.) Se da este nombre al fluxo invo- 
luntario de leche. Esta enfermedad constituye el género xxii de la 
Nosología de Sauvages. (V. fluxos.) 

GALACTÓFORO. (Anat.) Adjetivo yahxKTocpofos- de y*K* f 
leche, y de ?íf« llegó, esto es, que conduce leche. Este epíteto se 
da á los canales ó vasos, que parece conducen la leche á los pechos, 
ó mas bien á los pezones. (V. techos ó mamas.) 

GALANGA. (Mat. Méd.) [ Se da este nombre á una raíz que 
viene de la isla de Java y de las costas del Malabar, que Linneo lla- 
ma mar anta galanga , de la qual hay dos especies, la pequeña lla- 
mada galanga minar , ó sinensis ojjicinarum , y la grande, que se 
llama galanga mayor , 6 jabanensis officinarion. Estas dos especies 
tienen en Medicina las mismas propiedades; pero la primera en un 
grado menor , por lo que se prefiere la segunda. Los indios se sir- 
ven de esta raiz como condimento en sus comidas; nuestros vina- 
greros la usan pira aumentar la tuerza y el vigor al vinagre. Se cree 
que este medicamento facilita la digestión y fortifica el estómago, 
hace que se despidan los flatos , y que promueva la regla. En caso de 
disposición inflamatoria, la raiz de galanga, del mismo modo que los 
demás remedios cálidos y estimulantes será dañosa ; pero vendrá 
bien esta raiz estomacal quando hay debilidad en el estómago, y el 
suco gástrico no tiene energía. La dosis en que se administra esta raiz 
es desde doce granos hasta treinta y seis tomada en substancia, y 
media dracma hasta dos infundida en vino ó agua. La raiz de galan- 
ga entra en varios electuarios como en el cr bit ano, la benedicta 
laxativa &c. Ext.] 

GALBaNISMO. ( Fisiol. y Mat. Méd.) La propiedad que 
se ha observado tienen los nervios de los animales de irritarse con 
las substancias metálicas ó carbonosas, ofrece una serie de fenómenos 
que se llaman galbanic&s , y á esta propiedad de excitar movimien- 
tos espasmódicos en los nervios y en los músculos , en que parecia que 
estaba extinguido el principio vital han llamado galbanismo: algu- 
nos llaman también á esta propiedad irritación metálica 6 galbá- 
nica , usando de la voz qalbanizar para expresar la acción que pro- 
duce. La excitabilidad es en general una propiedad de las substan- 
cias animales y vegetales, prerogativa de que goza la materia orga- 
nizada. La irritación galbánica no obra manifiestamente mas que so- 
bre las partes orgánicas dotadas de fibras sensibles ; supone la reac- 
ción de la fuerza vital, y pertenece á lo que Hufeland llama acción 
vital. Quando esta irritación se exerce en los nervios, que se distri- 
buyen por los músculos ú órganos dotados de fibras musculares, 
excita en estos contracciones y movimientos muy notables: en los 
nervios destinados á ciertos sentidos produce impresiones semejantes 
á las sensaciones : aumenta también las secreciones alterando la na- 



GAL 301 

turaleza de los fluidos segregados, y produciendo otras mudanzas 
que veremos mas adelante. 

Galbani, Profesor de Medicina en Bolonia, fué el primero que 
experimentó la existencia y fuerza de naturaleza eléctrica en la ac- 
ción muscular ; descubrimiento, que repetido en otras partes, recibió 
nuevo impulso que aceleró la propagación de tan importante descu- 
brimiento, debido sin duda al Profesor de Bolonia, cuyo nombre 
conserva ; y aunque su teoría no está conforme con la de otros sabios 
que han ilustrado mucho mas esta materia, sin embargo se pueden 
conformar los principios á pesar de que Galbani tiene la electricidad 
por fundamento como observaremos mas adelante. 

El galbanismo , que tuvo el humilde origen en la observación 
de unas convulsiones de la rana , mereció la atención de los sabios, 
y un distinguido lugar entre los mas sólidos conocimientos , pues que 
los brillantes fenómenos que de ellos pueden deducirse, nos condu- 
cen al conocimiento de la animalidad y de la vida ; dándonos á co- 
nocer que las acciones musculares se propagan , y actúan mucho 
tiempo después de la muerte. Una casualidad dió á conocer el pri- 
mer impulso al conocimiento de los fenómenos que nos ofrece el 
galbanismo. En el gabinete de Galbani estaban sobre la mesa de una 
máquina eléctrica al tiempo de hacer varios experimentos unas ranas 
desolladas: un discípulo acercó por casualidad la punta de un escal- 
pelo á una rana, que al momento se convelió fuertemente. La esposa 
de Galbani, que observó con sorpresa este fenómeno, dió inmedia- 
tamente parte de él á su marido, quien lo repitió y varió de muchos 
modos, observando que la rana se convelia siempre que se sacaban 
chispas del conductor de la máquina eléctrica, á pesar de la distan- 
cia que mediaba entre la rana y el expresado conductor. El espíritu 
indagador de Galbani no se contentó con esto, y quiso averiguar la 
causa de tan portentosos efectos , lo que le empeñó en un laberinto 
de disputas, y en una multitud de experimentos. Creyendo, como 
luego diremos, que una electricidad animal, desigualmente repartida 
entre los órganos, era la causa de tan admirables fenómenos, pensó 
en establecer entre ellos una comunicación que restableciese el equi- 
librio de electricidad , para lo qual se valió de un arco de metal ho- 
mogéneo ; y tocando con un extremo el nervio crural de una rana , y 
con el otro la pierna correspondiente á dicho nervio, vió con admira- 
ción que se convelia la pierna: substituyó al arco de metal otro ar- 
co de materia idioeléctrica , ó no conductora: estableció la misma 
comunicación ; mas las convulsiones no se verificaron. Alentado con 
estos sucesos , quiso ver el efecto que podria producir su arco forma- 
do de dos metales; y hecho el mismo experimento, observó que su 
acción era mas valiente que con uno solo; y habiendo combinado 
de varias maneras los diferentes metales, pudo apreciar la diferente 



302 GAL 

virtud de que gozaban unos respecto de los otros, en excitar mas ó 
ménos la fibra animal, y producir mas ó ménos enérgicas convulsio- 
nes. Ya tenemos pues aquí, sin el concurso de las maquinas eléctri- 
cas, los miembros de un animal muerto, y separados del todo á que 
pertenecen, que se ponen en acción y en movimiento mucho tiempo 
después de la muerte por solo el contacto de los metales: fenómeno 
asombroso que admiró y excitó la curiosidad de los mayores Físicos 
de la Europa, como que parece conducía á descubrir el gran secreto 
de la vida : así es que se afanaron á repetir á porfía los experimentos 
de Galbani , á variarlos, y á hacer otros nuevos según los resultados; 
y las ideas diferentes que cada uno concibió acerca de sus causas y 
naturaleza. No solamente la acción de los metales obra sobre los ór- 
ganos del movimiento, sino también se extiende á afectar los de las 
sensaciones. Mucho antes del descubrimiento de Galbani , habia ob- 
servado Sulcer, que juntas una lámina de zinc y otra de plata, y 
aplicadas así unidas á la lengua, se producia en esta una sensación que 
no causaban separadas ni la lámina de plata ni la de zinc; pero esto 
se miró como mero divertimiento, y no se pensó en deducir conse- 
qúencia alguna de este hecho: mucho ménos se sospechó la grande 
acción de los metales sobre la economía animal ; pero después del 
descubrimiento del galbanismo , se repitió con otros conocimien- 
tos este experimento, y se vió que los metales no solo afectaban 
el órgano del gusto, sino también el de la vista; produciendo ráfagas 
luminosas; y el de la sensibilidad, excitando sensaciones dolorosas 
en las partes de sus epidermis á que se aplicáron los metales, aumen- 
tando considerablemente sus secreciones, y aun alterando de un mo- 
do singular y pronto la naturaleza de los fluidos segregados. La re- 
petición de los experimentos ha manifestado después que no eran 
exclusivas de los metales las referidas propiedades, siéndolo igual- 
mente también por medio de substancias carbonosas , y aun en algu- 
nos casos solo por el contacto de otros órganos vivientes. 

Son varias las teorías que los Físicos han formado para explicar 
los fenómenos del galbanismo: expondremos brevemente algunas de 
ellas, principiando por las de Galbani, quien supone los nervios y 
músculos vivientes enteramente semejantes á las botellas eléctricas 
diferentemente cargadas: suposición que con ulteriores experimen- 
tos se ha falsificado, pues se ha hecho ver que un cuerpo excitador, 
puesto solamente en contacto con la armadura de un nervio, excita 
también contracciones en los músculos. La teoría de Volta , fundada 
en la tendencia que tiene la electricidad contenida en los cuerpos que 
componen la cadena galbánica á equilibrarse entre ellos, se refuta con 
otro experimento y por consiguiente homogéneo , por exemploel 

I Estos experimentos se describen en la obra de HumbolJt, intitulada Experi- 
mentas acerca del galbanismo, que se halla traducido a nuestro idioma. 



•GAL 303 

mercurio puesto en contacto con un nervio y con el músculo en 
que se distribuye puede ocasionar en este contracciones muy mani- 
fiestas. Humboldt pretende que sin metales hay galbanismo , y que 
estos solo sirven para aumentar la eficacia galbánica, quando la ir- 
ritabilidad escasea. Para probar su modo de pensar supone que la 
materia gslbánica acumulada en los músculos se desprende de ellos 
en razón directa de los obstáculos que encuentra en la cadena, de io 
que deduce varios corolarios. Creve opina que los metales por la 
mayor afinidad que tienen con el oxígeno que con el hidrógeno del 
agua, la descomponen, lo que produce una irritación en las fibras 
musculares, seguida de movimientos convulsivos. Alargaríamos de- 
masiado este artículo si nos ocupásemos en exponer todas las teorías 
y las discusiones que se han suscitado sobre este objeto ; y así solo 
nos contentamos con indicarlas , remitiendo á nuestros lectores á 
la obra de Humboldt y otras que se han escrito sobre esta materia; 
y para abreviar este artículo y concluirlo trasladaremos algunos tro- 
zos de los nuevos elementos de Física que ha publicado el Dr. Civar, 
en donde reúno lo mas interesante de la doctrina del galbanismo. 

,, La electricidad, enriquecida por los trabajos de los Físicos dis- 
tinguidos, es quizá aquella parte de la ciencia natural, que goza de 
la mayor influencia por su general y útil aplicación. La pura curio- 
sidad en que consistiéron los primeros ensayos de los Físicos elec- 
tricistas , se ha tran; formado en un objeto interesante de meditacio- 
nes profundas , de aplicaciones útiles , y en una larga serie de hechos, 
que nos pueden conducir al gran conocimiento de la causa de la 
vitalidad física y movimiento muscular. Las partes de nuestro cuer- 
po, al paso que son formadas por la combinación de los principios 
siempre tales como el calórico, lumínico, fluido eléctrico, oxígeno, 
ázoe, carbone , fósforo y cal, reciben por ella una vida química, 
efecto de la equiponderancia, 6 justa proporción de los principios 
combinados : la vida química dexaria de seguir con aquel orden cons- 
tante á ella esencial, siempre que el oxígeno, el calórico, lumínico 
y fluido eléctrico no modificaran á la materia de un modo á noso- 
tros desconocido, que organizándola le dan una vida física; y pues- 
tas en dicho estado las propiedades vitales, se exercen con libertad 
las funciones materiales de los seres orgánico- físicos. Al tratar del 
lumínico, calórico y oxígeno, ya diximos el influxo decidido que 
estos fluidos tienen en la organización , vegetación y sensación de 
los animales y vegetales que pueblan el universo; y puesto que es 
igual, si no mayor que la influencia y poderío que tiene en ellas el 
fluido eléctrico modificado por la animalizacion y vitalidad, debe- 
mos exponer los conocimientos y conjeturas que fundadamente se 
pueden aventurar sobre el particular. En las ciencias de observación, 
como la Medicina y Física, hay leyes fundamentales que indican la 



304 GAL* 

relación de los fenómenos con las causas que los producen ; pero al- 
gunas veces solo podemos deducirlas por analogía : por exemplo, 
vemos que los miembros torpes se alivian en sus acciones por los 
baños, chispas, corrientes y conmociones eléctricas. Observamos que 
un miembro que se extenúa engorda por los citados medios: que 
los infartos de las articulaciones y las induraciones, efectos de infla- 
mación, se corrigen por la electricidad y galbanismo; y por analo- 
gía decimos, que si se logra corregir estas dolencias, aplicando el 
fluido eléctrico ó galbánico á las partes que lo habían perdido, ten- 
dremos autoridad para afirmar que goza una influencia ó poderío de- 
cidido en el exercicio de las funciones de los animales, puesto que 
les hace cobrar el estado de vitalidad que les corresponde y es ne- 
cesario para exercer libremente las funciones á que la naturaleza les 
destinó. Sabemos igualmente por la experiencia que el fluido eléc- 
trico estimula é irrita los órganos sensibles. ¿Por qué razón pues he- 
mos de creer que está desposeído de la misma propiedad el que hace 
parte constitutiva de nuestro cuerpo, quando está modificado por 
los procederes orgánico- físicos , ó sea por la vitalidad? Las arma- 
curas de dos metales, y las de uno solo, vemos que hacen pasar á 
los músculos que conservan el poder orgánico, del estado de quie- 
tud al de movimiento, esto es, que se contraen, y que los nervios 
de los órganos de la vista y tacto se excitan para aquellas sensacio- 
nes á ellas propias y particulares; y si se aplican armaduras de me- 
tales diferentes, que comuniquen entre una parte cubierta de los te- 
gumentos comunes, y otra que por una cantárida ú otro medio esté 
descubierta, se promueve en los vasos, que en ella se distribuyen, 
la secreción de unos líquidos de índole particular. Los Físicos dis- 
putan quál sea el estimulante que produce estos fenómenos. Unos 
piensan que es una substancia extraña á los órganos, que se une á 
ellos quando practicamos los referidos ensayos. Otros creen que es 
uno de los principios de que se componen , modificados por los pro- 
cederes orgánico- químicos ; pero nosotros nos inclinamos á que es 
una materia eléctrica animal , ó una materia eléctrica modificada por 
los procederes de la vitalidad, por quanto vemos que las corrientes 
eléctricas no producen efectos iguales á los del fluido galbánico. 
Conocemos muy bien que seria arriesgar nuestro concepto si decla- 
rábamos nuestro modo de pensar sin reserva alguna acerca de las 
causas del movimiento muscular, sensibilidad é irritabilidad de los 
animales, por quanto parecen en algún modo enigmáticas y desco- 
nocidas; pero por lo que nos ha enseñado nuestra atenta observa- 
ción, creemos poder sostener que el fluido eléctrico animal es la 
causa de estos efectos , y esperamos que la sucesión de los tiempos 
y 1¿ aplicación de los sabios corroborará nuestra opinión. Nuestro 
modo de pensar acerca de la causa del movimiento muscular, sen- 



GAL 3°$ 

sibilidad é irritabilidad de la fibra sensible tiene toda la apariencia 
de estar bien fundado, por ser una conseqüencia inmediatamente de- 
ducida de los experimentos generales y particulares expuestos. Si el 
estado de nuestros conocimientos en física y en historia natural per- 
mitiera remontarnos á la averiguación de la combinación intrínseca 
de los principios constitutivos de nuestro cuerpo , de su organismo y 
de la influencia de sus excitantes directos, podríamos deducir un gran 
numero de corolarios los mas exactos , que darian á conocer al hom- 
bre en estado de salud y de enfermedad. Mas por desgracia de las 
ciencias, desviados los hombres de la analogía, se ocuparon inútil- 
mente en fingir hipótesis, y dieron crédito á varias teorías en vez de 
observar y experimentar. Unos espíritus animales ó un fluido etéreo, 
á quien atribuían todas las qualidades posibles é imposibles, un hú- 
mido innato y un cálido animal , ó ciertos mecanismos , á que atri- 
buían otros las funciones de los animales , fueron los juguetes ó sue- 
ños en que se ocuparon nuestros mayores. Quando la física de los 
cuerpos organizados haya hecho los adelantamientos que ha conse- 
guido la de la naturaleza muerta, podremos simplificar nuestras ideas, 
y dar explicaciones satisfactorias acerca de las fuerzas orgánicas y del 
exercicio de las funciones de los animales: entre tanto nos limitare- 
mos á decir que es ya cosa probada que los órganos de los animales 
ó los músculos y nervios contienen un fluido de la naturaleza del eléc- 
trico, acumulado con desigualdad en sus dos superficies, ó que son 
unos órganos desigualmente cargados de fluido eléctrico animal , 6 
sea galbánico. 

Esta desigualdad de carga y difusión de fluido eléctrico animal 
es muy conforme y compatible con la conexión orgánica que existe 
entre las fibras sensibles é irritantes durante la vida. Los procedi- 
mientos físico-químicos de la vitalidad de estos órganos se modifican 
en cada uno de ellos de un modo diferente: en ellos son continuadas 
las combinaciones y descomposiciones; sus superficies exteriores se 
hallan cubiertas de unas membranas eléctricas, que aislan el fluido 
galbánico que se acumula en las anteriores: razón por qué se distri- 
buye con desigualdad dicho fluido, que al pasar por el imperio de la 
voluntad, ó por otra causa, desde una de las superficies délos mús- 
culos á la otra, es decir de la interiora la exterior, se contraen y 
mueven. La ciencia físico-química, borrando las hipóteses y vagas 
teorías de nuestros mayores, ha dado nuevo será los conocimientos 
humanos: por ella tenemos ideas mas exactas del oxígeno y del ayre 
atmosférico en los pulmones. ( V. respiración.) Á ella se debe igual- 
mente el conocer los efectos de vitalidad, que reciban los alimentos 
puestos en el estómago; la animalizacion del xugo blanco, que co- 
nocemos con el nombre de quilo, que contrae, al separarse en los 
intestinos, y entrar en los vasos quilíferos, la asimulacion de dicho 

TOMO IV. QQ 



306 GAL 

humor en sangre puesto en el torrente de la circulación : los princi- 
pios de que consta esta , y cada uno de los humores y demás partes de 
los animales , en qué proporciones se combinan los elementos necesa- 
rios para formar huesos, músculos, membranas, cartílagos &c. &c. 

El celebro creemos que es el disco de la máquina eléctrica ani- 
mal , y los nervios los conductores: su capacidad para acumularlo se 
aumenta al llegar estos á los músculos , cuya superficie interior tiene 
tanta afinidad con el fluido galbánico, que en el actual estado de co- 
nocimientos físicos no está decidido quál de los dos es el que contie- 
ne habitualmente mayor cantidad de dicho fluido, esto es, si el mús- 
culo, ó el nervio. Cargados naturalmente los nervios y músculos del 
referido fluido, y puesto el celebro por la voluntad en acción, trans- 
mite por los nervios, con la velocidad que es natural al fluido gal- 
bánico , las cantidades suficientes y necesarias para vencer el poder 
aislante de la membrana propia de los músculos, y verificarse por la 
tendencia que este tiene al equilibrio de las debidas descargas galbá- 
nicas, y contracciones y movimientos musculares. Continuando á 
obrar la voluntad , siguen igualmente las citadas descargas y movi- 
mientos , hasta tanto que cansada la máquina , ó empobrecida del 
fluido eléctrico animal, pierde la aptitud de accionar. Este modo de 
concebir los procederes de la naturaleza en el movimiento muscular, 
abre un nuevo campo para reflexionar acerca de los estados fisiológi- 
cos y patológicos de los nervios. Como el principio vital no acaba 
con la muerte de los animales, á diferencia del animalizante, que es 
destruido luego que falta la vida, sucede que los músculos de los ani- 
males se contraen después de la muerte por las excitaciones galbáni- 
cas. Esta reflexión, y otras muchas que omitimos, nos obligan á 
creer que en los fenómenos galbánicos tiene mucho imperio la vita- 
lidad, al paso que nos evidencia el cómo puede la voluntad producir 
movimientos musculares por medio del fluido galbánico; porque si la 
acción de la voluntad puede producir en la máquina animal un pro- 
cedimiento, por el que se manifieste una grande secreción de fluido 
galbánico , que, transmitida del celebro por los nervioso los múscu- 
los en que se distribuyen, recibiéndola estos por comunicación, sus 
contracciones serán mas ó ménos fuertes según sean mayores ó me- 
nores las cargas y descargas de dicho fluido. Si el imperio de la vo- 
luntad continúa en sus designios , y el celebro sigue segregando y 
conduciendo por los nervios á los músculos el fluido galbánico, se 
prolongará su movimiento , hasta tanto que , volatilizado el fluido gal- 
binico, y empobrecida la electricidad animal, se relaxarán los mús- 
culos, y por último llegarán á extinguirse, conforme lo observamos 
en las convulsiones. La voluntad obra con imperio en los movimien- 
tos musculares, regulares y ordenados de la economía animal; pero 
sin su arbitrio y por unas causas extrañas á ellas , se excitan á veces 



GAL 3°7 
los músculos , y se mueven sin orden y tumultuosamente , cerno su- 
cede en los casos en que adolece la máquina animal de convulsiones. 
Las contracciones musculares son á veces seguidas de laxitudes ; pero 
á veces es constante y perenne la contracción , por cuya razón los 
físicos han dividido las convulsiones en clónicas y tónicas. 

De los varios modos de galbanizar. 

Los remedios mas heroycos son los que mas prontamente han 
decaido del concepto que se merecen, por haberse generalizado sin 
orden y método, ó sin conocimiento de causas y efectos: buena 
prueba tenemos de ello en la aplicación de la electricidad para la cu- 
ración de varias enfermedades. Nació el galbanismo ; y no bien co- 
nocida la naturaleza de este fluido, se aplicó indiscretamente para 
curar á todas las parálisis, mudeces, disfagias &c; y muchos de los 
que han hecho uso de él no sabian lo que se habia escrito de la ma- 
teria en qiiestion , ni conocian los respetos con que deben mirarse las 
causas de las dolencias, los estados de constitución, edad, sexo, 
temperamento y susceptibilidad de los sugetos que les confian la cu- 
ración de sus males. Creemos que el galbanismo es un remedio j pero 
no debemos precipitarnos en hacer uso de él quando se nos pida si 
conviene ó no el galbanizar, para que los Profesores del arte de cu- 
rar y los pacientes no se desalienten, y desconfien de sus efectos. 
Analizados debidamente los estados morbosos de los pacientes y sus 
causas, y comparando lo conocido por las análisis con los efectos 
que puede producir el galbanismo, no desacreditaremos un remedio 
que por todas razones merece distinguidos elogios. El que quiera ha- 
cer uso del galbanismo debe saber su modo de obrar, y conocer los 
varios medios de galbanizar, para que comparando las circunstancias 
de los casos que estén confiados á su cargo con los felices resultados 
que en otros iguales se habrán logrado , pueda aliviar á sus semejan- 
tes , y ver coronados de laureles sus deseos y afanes. En este artícu- 
lo no explicaremos los casos en que convenga galbanizar; pero sien- 
do el fluido galbánico de la naturaleza del eléctrico, y obrando de 
la misma manera , bien que con mas fuerza y eficacia según lo ha 
acreditado la experiencia, aconsejaremos á nuestros lectores que lean 
antes de decidirse á su aplicación lo que diximos acerca de los efec- 
tos del fluido eléctrico (V. este articulo.) aplicado á la economía 
animal, y los varios modos de electrizar. Tampoco referiremos la 
historia de hechos maravillosos y curaciones desesperadas que los au- 
tores nos refieren del galbanismo, y nos contentaremos con decir 
que hemos hecho todos los experimentos de Humboldt, Volta, Al- 
dini y demás que se han publicado, y llegado á nuestra noticia: he- 
mos aplicado el galbanismo con feliz éxito para sorderas, y nos he- 



308 GAL 

mos visto con la plausible satisfacción de haber dado á muchos sor- 
dos un oido fino ; mereciendo entre ellos contarse el caso de Eulalia 
Poc , labradora de Cornelia , á quien no pudiendo confesarla los Pár- 
rocos de su villa en la sacristía quando habia gente en la iglesia , en 
el día la confiesan en el confesonario estando rodeado de gentes , por 
tener un oido tan fino como los demás. Un oficial de correos de Bar- 
celona era tan sordo , que sentía los cañonazos mas por los pies que 
por los oídos , y hoy día se halla en disposición de conversar sin que 
sea necesario levantar mas la voz de lo regular. Por ahora no hemos 
curado á ningún sordo-mudo de nación ; hemos logrado sí el librar 
de una mudez accidental , por medio del galbanísmo, á una señora con 
solo galbanizarla una vez. Podríamos dar razón de dos disfagias que 
hemos curado completamente por medio del galbanismo, otras tan- 
tas parálisis incompletas y un infarto de articulación. No nos atreve- 
remos á explicar las causas de los fenómenos que observamos duran- 
te la curación de dichas dolencias : nos proponemos que las conse- 
qüencias que se deducian de las teorías y conocimientos que nos fa- 
cilita la ciencia del fluido eléctrico animal ó galbánico correrán el 
velo de las confusas ideas que tenemos de los procederes de la na- 
turaleza en el exercicio de sus funciones en estado de salud y en el 
de enfermedad, y que podremos dar auxilios á la humanidad afligí- 
da por sus dolencias. Esta dulce esperanza , animada por los hechos 
que dexamos referidos , al paso que nos hará trepar por jas sendas 
mas escabrosas, aliviará los sinsabores del desagradecimiento con 
que algunos pagan los favores y desvelos de aquellos que consagran 
sus talentos á la felicidad pública. 

En las historias de los progresos del galbanismo apénas se ha- 
lla un solo observador que no haya conseguido curaciones de enfer- 
medades por medio del galbanismo. Nuestros nacionales se han de- 
dicado muy poco á su aplicación. La envidia ha sufocado los deseos 
con qne algunos habían emprendido esta importante obra. La in- 
acción de estos miserables rivales les condena á negar los hechos que 
tienen delante de sus propios ojos ; y su indolencia de no querer au- 
mentar conocimientos , de que se hallan escasos , les hace despreciar 
lo mismo que ignoran, contentándose de no ver por no tener el tra- 
bajo de abrir los ojos. El galbanismo está indicado en la debilidad de 
vista y gota serena, quando dichas dolencias son efectos de falta de 
debilidad nerviosa en ciertas especies de tinnitus aurium, en la ron- 
quera y afonía , en las disfagias, asfixias , mudeces esenciales y acci- 
dentales, demencias, parálisis de las extremidades, clorosis, infartos, 
tumores blancos de articulaciones ; en una palabra , obrando el flui- 
do galbánico como el fluido eléctrico , convendrá galbanizar en to- 
dos aquellos casos que dexamos dicho que era útil electrizar. Basta el 
aparato galbánico simple , que consiste en dos planchas , una de pla~ 



GAL 3 C 9 
ta , y otra de zinc , y un excitador ó conductor de uno de dichos 
metales para curar algunas de dichas dolencias ; pero si se resisten á 
este medio , debemos valemos de la columna ó pila de Volta , cu no 
número de planchas debe graduarse en razón de todas las circunsta - 
cias que ocurran en el paciente ; es decir , de las causas de la enfer- 
medad , de su estado , y de la fuerza que ella exija se aplique el re- 
medio. En la parálisis de las extremidades se aplicarán los conduc- 
tores sobre la piel, simplemente humedecida, ó quitada la epidermis 
por medio de un vexigatorio , haciendo que el polo superior de la 
columna de zinc corresponda al tronco nervioso , y el inferior de 
plata á las principales ramificaciones. En la demencia el arco debe 
formarse con la cabeza : en la asfixia , causada por un gas deletéreo 
ó por el rayo, después de levantada la epiglotis, se aplica el arco á 
la laringe; y si esto no basta, se aplican los conductores, el que cor- 
responda al polo de zinc á la laringe , y el inferior de plata al ano. 
Sabiéndose la simpatía que hay entre el nervio nasal y el nervio ópti- 
co , para estimular este último , el polo de plata se pone en contacto 
con las narices, y el polo de zinc en la parte por donde se distribuye 
el nervio frontal, pudiendo igualmente aplicarse sobre la córnea, 
usando de las precauciones que exige la delicadeza de este órgano. 
En la parálisis de la vexiga el conductor del polo de zinc debe colo- 
carse en los hombres en el recto , y en las mugeresen la vagina, y 
el otro sobre el pubis. En las sorderas de ambos oidos se pone el 
primer conductor en uno , y el segundo en el otro , aislándolos de- 
bidamente con un tubo de vidrio, y se dexan por espacio de algunos 
minutos, repitiendo este ensayo algunas veces al día; y si solo un oído 
es el sordo , se pone un conductor en el oido , y el otro en la trompa 
de Eustaquio. Por último las circunstancias de las partes que se han 
de galbanizar , y sus simpatías inmediatas , son las que deciden del mé- 
todo y de la fuerza con que deben dirigirse las corrientes galbánicas; 
de manera , que si creemos suficiente el aparato simple , no debemos 
valemos de la batería ó columna si podemos pasar sin vexigatorio; 
no debemos aplicarlo , pues que la prudencia exige que , de lo mas 
fácil y ménos sensible , pasemos á lo mas difícil y mas doloroso , te- 
nida razón de las alteraciones que puede causar el galbanismo en los 
diferentes principios de la vida." 

GÁLBANO. (Mat. Méd.) [Se da este nombre á una goma- 
resina que se extrae de un arbusto de África , que Linneo y otros Bo- 
tánicos llaman bubón galbanum. Esta substancia, reducida á masa, 
es tan dúctil como la cera , pegándose á los dedos como las resinas: 
su color es ceniciento , y sus pedazos relucientes como los de la co- 
lofonia. El gálbano tiene un olor fuerte, muy semejante al de la go- 
ma amoniaco; tiene un ligero amargor; arde si se aproxima á un 
cuerpo inflamado, produciendo una llama blanca y mucho humo 



3 1 o GAL 

aromático , dexando después una substancia carbonosa. Se disuelve 
en el espíritu de vino , en el agua y el vinagre ; pero en los acey tes 
el mejor modo de disolverlo es ponerlo en un menstruo dedos partes 
de espíritu de vino y una de agua. Este medicamento se emplea co- 
mo las demás gomas- resinas, para las afecciones histéricas; disipa las 
flatuosidades, y calma los dolores de los intestinos, que provienen 
de ellas. Se tiene también el gálbano como un remedio atenuante 
para el asma y la tos inveterada, empleándose asimismo como un 
tónico en las afecciones nerviosas.] 

GALENO (Claudias Galenas) (Biog.), Médico célebre del 
tiempo de Antonino, Marco Aurelio, y de algunos otros Emperado- 
res: nació en Pérgamo hacia el año 131 de la era de Jesucristo: era 
hijo de un famoso arquitecto: no se omitió nada en su educación. 
Cultivó igualmente las bellas letras, las Matemáticas y la Filosofía; 
pero en la Medicina tuvo su gusto y talento principal : recorrió todas 
las Escuelas de la Grecia y del Egipto para perfeccionarse baxo la 
dirección de los mas hábiles ó sobresalientes maestros. Se detuvo en 
Alexandría, punto de reunión de todos los sabios, y la mejor délas 
Escuelas que se conocía entonces. De Alexandría pasó á Roma, 
donde se hizo admirar ; sin embargo tuvo algunos envidiosos. Sus 
contemporáneos, sentidos de su gloria en el arte de pronosticar, atri- 
buyeron sus aciertos á la mágia. Toda la mágia de Galeno era un es- 
tudio profundo de los escritos de Hipócrates , y sobre todo de la na- 
turaleza. Una peste cruel, que asoló una parte del mundo, le obligó 
á volver á su patria; pero fue llamado por cartas muy corteses y 
obligatorias de Marco Aurelio. Este Emperador tenia una ciega con- 
fianza en él; lo que prueba un hecho que el mismo Galeno cuenta 
de si. „ Habiendo sido atacado, dice, este Príncipe improvisamente 
una noche de grandes dolores de vientre , de una grande indigestión ó 
ahito , del que le sobrevino ó resultó calentura , sus Médicos le or- 
denaron que estuviera quieto, y no le diéron en el espacio de nue- 
ve horas mas que un poco de caldo. Estos Médicos se juntáron 
de nuevo en el palacio del Emperador , donde me encontré con ellos, 
y por su pulso juzgáron que entraba en una accesión de calentura; 
pero yo quedé sin decir nada , y aun mas sin tomarle el pulso , hasta 
que llegó mi turno. Esto obligó al Emperador, volviéndose á mí, á 
preguntarme ¿por qué no me acercaba? A lo que yo respondí, que 
habiéndole ya sus Médicos tomado dos veces el pulso , me atenia á 
lo que habian dispuesto , no dudando que juzgasen mejor que yo del 
estado del pulso ; pero este Príncipe, habiéndome presentado su ma- 
no , le tomé el pulso ; y habiéndole examinado con mucha atención, 
sostuve que era una entrada de accesión, y que su estómago, estan- 
do cargado de algún alimento, que no se habia digerido bien, era 
sin duda la causa de la calentura. Lo que acababa de referir persua- 



GAL 311 

dio tanto á Marco Aurelio , que exclamó ó prorumpió en alta voz, 
diciendo: ¡eso mismo es! vos habéis conocido el mal; siento que 
tengo el estómago cargado, repitiendo por tres veces las mismas pa- 
labras. Y después me preguntó, ¿qué habia de hacer para su alivio? 
Si fuese otra persona , respondí , el que se hallase en el estado en que 
se halla el Emperador, le daria un poco de pimienta en vino , como 
lo he practicado en muchas ocasiones ; pero como no se ha acostum- 
brado á dar á los Príncipes sino remedios muy suaves, será útil poner 
sobre el estómago del Emperador lana mojada ó empapada en acey- 
te de nardo caliente. Marco Aurelio (continúa Galeno ) no dexó de 
hacer uno y otro remedio; y dirigiéndose después á Pitholoni , ayo 
de su hijo , díxo , hablando de mí: no tenemos sino un Médico ; es el 
único hombre de bien. ,, Después de la muerte de este Príncipe, Ga- 
leno volvió á su patria, donde murió en una edad avanzada hacia el 
año de 210 de la era cristiana de Jesucristo: debió su larga vida á 
su frugalidad , á pesar de que era de un temperamento delicado; tenia 
máxima, y la que debe ser de qualquiera que aprecia su salud, que 
era levantarse de la mesa con algún apetito. Sus costumbres y ca- 
rácter correspondían á su ciencia, lo que aumentaban su reputación, 
pues su freqüente asistencia á los enfermos , su atenta observa- 
ción , examen de su estado , y el cuidado que tenia en que no se ma- 
lograsen los socorros que prcscribia á los enfermos , son los grandes 
exemplos que ha dexado á los que exercen su profesión. Á mas de 
los principios de la Medicina habia profundizado los de todas las sec- 
tas filosóficas. Este grande hombre erró , faltó ó se engañó en las 
ideas que habia formado de los cristianos: los confundía con los ju- 
díos, á quienes acusaba de ciegos y obstinados , creyentes de las fá- 
bulas mas absurdas, y fue su enemigo declarado. Una parte de los 
escritos de este ilustre Médico pereció en un incendio que sucedió en 
su tiempo en Roma * : los que nos han quedado han sido publica- 
dos en Basilea en 1 5 38 , seis tomos , que se hallan impresos en quarto: 
esta edición fue seguida de otra en Venecia en el año de 162 5 , en seis 
tomos impresos en griego y en latin ; y ella ha sido eclipsada por la 
de Chatier con Hipócrates en Paris año de 1639 , tres tomos en nueve 
volúmenes en folio. (V. el artículo medicinar el de antigüe- 
dad.) D. H. 

GALLEGO DE LA SERNA. (Juan) Natural de Málaga, 
Médico de Cámara de Felipe 111 y iv. Dió á luz Opera Physica, 
Medica , Ethica, quinqué tractatibus comprehensa, á saber: De 
generationis principiis omnium vhentium. De conserva time in- 
f antis in útero , et de bono et malo pariendi modo , ac de summo 
naturce artificio, quod servat inpartu: necnon de obstetrkis of- 



* Este incendio consumió el templo de la Paz, donde se hallaban depositados. 



312 GAN 

ficto. De piterorum alendi ratione , et sanitate tuenda , ubi et de 
calculiy et epilepsia preecautione et curatione. De communi pue- 
rorum educandi ratione. León de Francia 1634, en folio. De na- 
turali animar um origine invectiva adversus Danielem Senner- 
tur. Brusélas 1640, en 4° De principiis generationis. Venecia 1636. 

GANGLIO. (Anat.) Se da este nombre á cierta reunión de ner- 
vios, que producen en varios sitios una especie de nudos ó tumorcitos 
regularmente oblongos , de los quales salen otros ramos. Todos los 
nervios que nacen de la medula espinal, excepto el accesorio, luego 
que sus filamentos nerviosos atraviesan la dura-mater , se unen y 
forman ganglios; pero después en todo su curso no tienen ganglio 
alguno, como tampoco le tienen, ni el nervio frénico , ni los de las 
extremidades superiores é inferiores. De los nervios que vienen de 
la medula celebral algunos forman ganglios, y sobre todos tiene 
muchísimos el intercostal. Los ganglios son la parte mas dura del 
nervio. La estructura de los ganglios espinales es algo diferente de la 
que tienen los demás ganglios del cuerpo humano. Estos son mucho 
mas compuestos que aquellos; por lo que á los espinales llama Scar- 
pa ganglios simples, y á los demás compuestos. Los espinales tie- 
nen una figura mas constante y mas parecida á la de una aceytuna, 
y están vestidos de la dura-mater, como veremos quando se trate 
de los nervios espinales. A los ganglios compuestos los envuelven dos 
telas celulares. La externa, que viene de las partes vecinas, al paso 
que sujeta á los ganglios en su sitio, los envuelve floxamente, junto 
con los nervios que entran y salen de ellos. La interna, que es pro- 
pia del ganglio, es sutil, mas fina, mas pegada al ganglio, y sem- 
brada de vasos sanguíneos , que penetran la substancia del ganglio, 
y suministran el vapor que humedece ambas túnicas. Del diferente 
espesor de estas túnicas pende la mayor ó menor densidad y firme- 
za que tienen los ganglios , según la necesitan por razón del sitio que 
ocupan. Lancisio creyó que esta vayna era muscular y tendínea; pe- 
ro los experimentos de Mekel y del Barón de Haller desmienten se- 
mejante estructura. Quitadas las membranas que visten los ganglios, 
se presenta una substancia blanda, xugosa, de color como ceniciento 
ó amarillento, que llena todos los intersticios que dexan entre sí los 
filamentos en que se separan los nervios que entran en el ganglio. 
Macerada esta substancia en agua clara, se ve que es enteramente ce- 
lular , y que sus celdillas están llenas en los sugetos extenuados de 
un humor tenue y ceniciento ; pero en los obesos contienen un hu- 
mor oleoso, craso, algo amarillo, y que algunos es una verdadera 
gordura. Si se continúa la maceracion del ganglio hasta destruir en- 
teramente este texido celular pulposo, se descubre entonces un cú- 
mulo de innumerables estambres nerviosos sutilísimos, que son otros 
tantos filamentos en que se han dividido los nervios que entráron en 



GAN 313 

el ganglio, los quales filamentos corren por el interior del ganglio 
en diferentes direcciones, y forman diversas combinaciones, para 
componer los nervios que salen de él según el distinto parage de su 
salida y su diferente número^ que siempre suele ser mayor que el de 
los nervios que concurren á formar un ganglio compuesto. La sepa- 
ración de estos nervios en filamentos , cuyos intersticios ocupa el te- 
xido celular pulposo, hace que el volumen de los ganglios'sea cons- 
tantemente mayor que el de los nervios que los formaron. B. 

Ganglio. (Cir. ) * Se llama ganglio un tumor circunscripto 
movible sin dolor, y sin mudanza de color en la piel, que suele 
salir eu las partes membranosas sobre las articulaciones de los huesos 
del carpo y del tarso. Estos tumores son del género de los enkista- 
dos , y comunmente se forman sin que haya precedido ningún acci- 
dente. Si no se desvanecen por sí mismos, como sucede algunas ve- 
ces, ó que no los destruyamos con los socorros convenientes, quan- 
do todavía están recientes, llegan á hacerse de un tamaño conside- 
rable: entonces incomodan mucho, estorbando el movimiento de la 

f>arte, ó haciéndolo penoso. La causa de estos tumores suele ser una 
infa detenida en las celdillas del tejido foüculoso que está entre los 
tendones y los huesos del carpo. Las contusiones , las distensiones 
violentas, los golpes ó las caídas son regularmente sus causas ocasio- 
nales. La movilidad del tumor demuestra bien que en su origen no 
está adicto ni á los huesos ni á los tendones. 

Los remedios resolutivos discucientes y fundentes no son de 
grande utilidad en la curación de esta enfermedad, aunque varios 
autores aseguran haberles producido buenos efectos en los ganglios 
recientes: la compresión suele tener comunmente mejor éxito: las 
personas que tengan semejantes tumores deben frotarlos, haciendo 
alguna fuerza con el dedo pulgar varias veces al dia, y con aque- 
llas frotaciones repetidas se irá gastando el kiste, y probablemente 
se disipará del todo el tumor; para favorecer la abertura del kiste y 
la evacuación del humor linfático , se suele poner una plancha de 
plomo , bien apretada sobre el tumor: por el lado que toca á la piel 
se le da de azogue; pero esto no parece pueda comunicarla mas ni 
menos virtud. Hay exemplos de haberse curado repentinamente va< 
rios ganglios solo con una fuerte compresión, que ha roto ó hecho re- 
ventar el kiste. Muís queria que esta frotación se hiciese con el dedo 
pulgar; Job de Meechren dice que la mano debe estar puesta fobre 
una mesa, y que se deben dar varias puñadas sobre el ganglio; hay 
otros que se han servido con buen suceso de un martillo de palo para 
esta operación: Solin^er, famoso Cirujano de Llolanda, propone la 
extirpación de ¡os ganglios; otros autores desechan aquella operación 
que no dexa de tener sus inconvenientes respecto de las partes inme- 
diatas ; pero como es constante por todas las curaciones que han he- 
tomo IV. RR 



3 í4 GAN 

cho comprimiendo, que basta que la membrana esté abierta en un 
punto qualquiera de su circunferencia para que salga el humor que 
contiene, creo que no haya riesgo ninguno en picar el kiste con una 
lanceta, como se hace en una vena para sangrar. Mr. Warnet ha pu- 
blicado en una colección de observaciones de Cirugía la historia in- 
dividualizada de dos curaciones de ganglios muy considerables que 
creyó conveniente extirpar. Aquelios tumores se habían llegado á 
hacer adherentes á los tendones de los dedos, y por consiguiente se 
vio precisado á cortar el ligamento transversal del carpo, con lo qual 
los enfermos que ya no podian cerrar la mano, ni mover los dedos, 
recobraron perfectamente el uso de aquellas partes al cabo de los 
quarenta dias que duró la cura. El autor conviene en que aquellas 
operaciones pueden ser seguidas de inflamaciones y de abscesos ; pero 
añade que hasta ahora no se ha verificado una sola vez que hayan 
terminado mal. * 

GANGRENA. (Cir.) * Se llama así la muerte de una parte, 
esto es, la extinción ó la abolición perfecta de sentir y de toda la 
acción orgánica de la parte gangrenada. Los autores colocan comun- 
mente la gangrena entre los tumores preternaturales, aunque haya 
gangrena sin tumefacción , como lo ha observado Ambrosio Pareo; 
por lo que los modernos han dividido la gangrena en húmeda y se- 
ca, y también se ha confundido con la putrefacción, por lo que las 
partes pueden estar muertas sin haber putrefacción ; es verdad que 
esta en muchos casos sucede inmediatamente á la mortificación. La 
putridez tiene signos muy ciertos y sensibles , que son su disolución 
pútrida, y el olor cadaveroso que no se halla en todas las especies 
de gangrena ; y así es muy interesante examinar estos varios estados 
tan diferentes, que traen por lo regular origen de distintas causas; 
siendo por consiguiente distintos los efectos, y las indicaciones cura- 
tivas deberán variar también. La causa próxima de la gangrena es la 
extinción del principio vital en el sitio que se presenta. Si hay infar- 
to 6 tumefacción, la gangrena es húmeda. La abundancia de humo- 
res detenidos en las partes que están afectadas de mortificación, es 
el carácter distintivo de esta gangrena, y el infarto que le hace sus- 
ceptible de putrefacción es el principal origen de las indicaciones 
particulares que exige este género de gangrena. Las causas remotas 
de la gangrena húmeda son la inflamación, la estrangulación, la in- 
filtración, las contusiones, la mordedura de animales venenosos, el 
frió excesivo, las quemaduras y la putrefacción. La gangrena seca 
viene ordinariamente por falta de sucos nutricios. 

Con respecto á la gangrena por inflamación es preciso saber que 
la vida no subsiste si los fluidos no corren por las arterias y las ve- 
nas. Toda inflamación supone un obstáculo en los vasos, que impide 
el iibre tránsito de líquidos que deben correr por ellos. Quando este 



GAN 315 

obstáculo se halla en todos los vasos de una parte, el movimiento 
vital de ella está enteramente abolido, y por consiguiente cae en 
gangrena; los signos que caracterizan esta especie son bastante fáci- 
les de percibir. La inflamación, que era el estado primitivo de ia 
enfermedad , se disminuye á proporción que el atascamiento é infar- 
to se hace excesivo ; y así es que el calor se va disminuyendo, el tu- 
mor se aplana, el color roxo se vuelve lívido, los fluidos estancados 
se pudren, exhalando la parte un olor fétido y cadaveroso (que es 
especílico ) , que suele ser efecto de la putrefacción que destruye las 
partes sólidas. 

La curación que exige una inflamación (V. este artículo ), que 
amenaza gangrena por la mucha repleción de los vasos &c, se redu- 
ce á la dieta , las sangrías y demás medios conocidos ;, pero si, á pe- 
sar de esto va degenerando en gangrena, las sangrías ya son inúti- 
les, porque los vasos han perdido entonces toda su acción, y no son 
capacesde hacer que tomen su curso ordinario los humores detenidos; 
y así es que las escarificaciones producen entonces un desahogo ó 
desembarazo eflcaz; los tópicos resolutivos y antipútridos dan á los 
vasos el tono necesario para desprenderse las partes mortificadas, si- 
guiéndose después en las partes vivas una supuración purulenta ; las 
carnes animadas se deterguen y siguen los demás tramites de la úl- 
cera. (V. este articulo.) 

Mr. Quesnay cree que no siempre debe seguirse la gangrena por 
un exceso de inflamación; y así piensa que esta se verifica mas bien 
por la malignidad que suele acompañará dicha inflamación, ó las 
compresiones que produce, principalmente si hay partes nerviosas en 
las inmediaciones. Con respecto á la malignidad que acompaña á las 
inflamaciones , se observa muchas veces que se declara inmediata- 
mente por haberse extinguido el principio vital , como sucede en 
muchas afecciones nerviosas. Los enfermos en este caso pierden casi 
de repente la sensibilidad, el pulso es pequeño y débil, hay una 
postración y debilidad general &c La indicación que se presenta en 
estos casos, la mas natural es fortificar y reanimar el principio vital 
para que pueda hacerse una reacción saludable, y resistir al princi- 
pio mortífero, que gangrena y extingue el principio de la vida, y así 
tienen tugarlos tónicos, estimulantes , corroborantes &c. Las sangrías 
y el plan debilitante no conviene, porque disminuyen la fuerza de 
la acción orgánica, y aumentan la enfermedad; y así Quesnay y 
Boerhaave dicen que en ciertas inflamaciones epidémicas morían los 
enfermos luego que se sangraban. 

La estrangulación es una de las principales causas de la gangre- 
na, y es la que ha sido ignorada hasta que Quesnay ha tratado sa- 
biamente de ella: se entiende por estrangulación todas las causas ca- 
paces de comprimir y estrechar los vasos en términos que pueda 



3 i6 GAN 

detenerse el libre curso de los fluidos en ellos; y así se puede te- 
ner presente toda clase de hinchazones , contusiones, heridas, aneu- 
rismas &c. (V. todos estos artículos y el de obstrucciones.) Aun 
después de curadas qualesquiera de las enfermedades que producen la 
estrangulación, suele quedar la gangrena, que es necesario tratar con 
el método ya indicado. Si la mortificación ha hecho progresos irre- 
parables, y que todo un miembro está atacado, esto es, que ha in^ 
teresado la gangrena todas las partes, siendo una muerte completa, 
entonces se llama esf arelo , y no hay mas remedio que la amputación. 

El estupor es un efecto de los cuerpos contundentes que hieren 
con mucha violencia. Este accidente se verifica con mas freqüencia 
en las heridas de armas de fuego, al qual suele seguirse la gangrena, 
la que exige remedios mas penetrantes y fortificantes. ( El opio se ha 
dado con grandes ventajas en estos últimos tiempos combinado con 
los cordiales.) La mordedura de animales venenosos produce tam- 
bién la gangrena por la facultad deletérea del veneno. ( V. el artí- 
culo venen os.) El frió causa igualmente la gangrena, coagulando 
los sucos en los vasos; y así es que no es necesario mas que una 
parte se exponga á un frió excesivo para que los líquidos se detengan. 
Los repercusivos usados indiscretamente sobre una parte inflamada 
causan en ella la gangrena. En las regiones muy frias , como la Rusia 
y otros países del Norte, se gangrenan las orejas y las narices, como 
ya hemos dicho antes. Las quemaduras, siendo algo profundas , suelen 
á veces causar la gangrena por haber producido un trastorno funesto 
en la circulación. Por último, las úlceras escorbúticas y las hernias 
suelen terminar en gangrena, como se puede ver en los artículos de 
cada una de estas enfermedades, que hemos indicado son causa de ella. 

La gangrena seca es aquella que no viene acompañada de infar- 
tos , y que es seguida de cierta sequedad , que preserva la parte 
muerta de incurrir en disolución pútrida: la parte se pone fria, ce- 
sando casi enteramente el calor y la acción de las arterias, cerrán- 
dose estos vasos por su propio resorte ; las carnes mortificadas se 
ponen mas duras, mas correosas, y mas difíciles de cortar que las 
vivas. Las partes se mortifican antes que se secan. Los enfermos no 
sienten nada, hallándose las carnes sin putrefacción, como las de un 
hombre recien muerto, quando mas sale alguna sangre nigricante. 
Alguna vez sienten los enfermos una sensación de calor quemante, 
aunque la parte esté fria, y otras un frió doloroso, y á veces ni uno 
ni otro, sintiendo solo como una pesadez ó estupor. Los progresos 
de la gangrena seca por lo común son lentos; pero alguna vez son 
muy rápidos. Las causas que producen la extinción de la acción or- 
gánica de los vasos arteriales producen también esta especie de gan- 
grena; el uso de pan de trigo con tizón parece que causa esta enfer- 
medad , como también el virus venéreo y el escorbútico j y en fin 



GAR 317 

todas las enfermedades agudas pueden terminar en gangrena seca, 
como se ve freqüentemente en la práctica, sin ningún infarto ni in- 
flamación. 

Esta enfermedad presenta tres indicaciones generales, que son 
precaver el mal , detener los accidentes, y curar la gangrena quando 
se veriñca. En la gran debilidad é inercia que suele haber en los 
viejos, no puede de ningún modo emplear la Medicina otros auxi- 
lios, para precaverlos de la gangrena seca, que algunos fortificantes, 
que casi siempre son inútiles. El vicio venéreo se puede corregir con 
su específico, y evitar de este modo la gangrena. También se pueden 
combatir con ventaja las causas que dependen de otros vicios que 
pueden debilitar la acción de los vasos, valiéndonos de la quina, 
remedio que no solo precave sino también cura, pues su uso en el 
acto de la gangrena está recomendado por todos los prácticos. 
Ext. *. 

GARCÍA (Marcos), (Biog.) Cirujano del hospital general de 
Madrid , y Maestro de este arte. Dio á luz Honor de la Medicina, 
y aplauso de la Cirugía castellana , y la flema de Pedro Her- 
nández , obra joco-seria. Madrid 1657, en %° 

García (Matías), (Biog.) Médico Doctor de Valencia, Pro- 
fesor en aquella universidad de teórica, y después de Anatomía: es- 
cribió Disputaíiones Medicina selecta, es decir: De venenis. De 
antidotis. De opio. De compositionibus opiatis. De venenis in 
particulari. De motu cordis. De motil arteriarum. De motu san- 
guinis. León de Francia 1677 , en (olio. Disputaiiones fisiología. 
Valencia 1681, en folio. 

García carrero (Pedro), de Calahorra, Doctor de Medi- 
cina, célebre profesor de ella en Alcalá, y Médico de Felipe ur, 
dió á luz las obras siguientes: Disputaiiones Medica , et commen- 
íaria in uno fen. libri 4. Avicena , in quibus non solum qua per- 
tinent ad theoricam , sed etiam ad praxim, locupletissime repe- 
riuntur. Disputationes Medica , et commentaria ad fen. j, li- 
bro i. Avicena, hoc est , de febribus. Alcalá 1612 , en folio. Dis- 
putationes Medica , et commentaria in omnes libros Q-aleni de 
locis afectis. Alcalá 1605 y 1612, en folio. 

GARGARIZAR. (Cir.) Es la acción de lavarse la boca y la 
entrada del esófago con algún líquido: se suele gargarizar con el agua 
común para limpiar los materiales limosos ¿kc. que se forman de no- 
che en la cámara anterior y posterior de la boca: otras veces se ha- 
ce para curar algunas enfermedades del fondo de la boca; entonces 
se suele poner la cabeza inclinada atrás , habiendo tomado en la bo- 
ca el líquido apropiado, y se le agita con el ayre para formar gor- 
goritos: esta práctica la suelen reprobar algunos prácticos, porque 
el movimiento del ayre con el del agua puede irritar las partes y 



3 i8 GAR 

dañar á la acción del medicamento, el qual obrará nías eficazmente 
si se mantiene en la boca, bañando la parte enferma sin agitarse. 

GARGARISMO. {Mat. Mecí.) Se da este nombre y el de 
gárgaras á un medicamento líquido mas ó menos compuesto, des- 
tinado para lavar la boca y las fauces en las diferentes afecciones de 
estas partes. Los autores suelen dividir este medicamento en enjua- 
gatorio y gargarismo, llamando al primero quando solo sirve para 
enjuagar sin gargarizar (V. este artículo.), y al contrario para nom- 
brar al segundo. La división mas interesante es por razón á sus pro- 
piedades, esto es, en emolientes, resolutivos, detergentes, anties- 
corbúticos &c. , que se suelen formar de cocimientos de las plantas 
y otras substancias de las mismas propiedades, que se emplearán se- 
gún las diversas indicaciones que se presenten en las varias afecciones 
á que se aplican. (V. angina, aftas, escorbuto &c.) Se debe 
evitar en la composición de las gárgaras el que entren substancias, 
que seria peligroso el tragar, y también los medicamentos nauseosos, 
porque excitan el vomito. Son varias las fórmulas ó recetas de los 
gargarismos que se bailan en los libros de Materia Médica y en las 
Farmacopeas, que nos parece inútil trasladar aquí, porque el facul- 
tativo sabrá elegir de las plantas emolientes y otras substancias de 
esta especie, las que le parezcan mejor, y disponer un cocimiento 
con algún xarabe ó miel &c. si la indicación es laxar; valiéndose de 
los resolutivos, antisépticos &c. si las enfermedades los exigen. ( V. 
el articulo inyecciones, cuyos medicamentos pueden servir de 
gargarismos .) 

£1 gargarismo compuesto de berros ó antiescorbútico de la His- 
pana , que es el único que trae, se reduce á una onza de raiz de ru- 
bia de tintoreros, de berros, salvia, becabunga, aquilegia, raiz de 
pelitre y corteza winteriana, de cada cosa dos dracmas; agua re- 
ciente de cal , libra y media. Se cuece todo á lumbre mansa en una 
vasija bien tapada por espacio de un quarto de hora, y después de 
colado se añade media onza de alcohol ó espíritu de codearía, y 
quatro onzas de miel rosada. 

GARROTILLO. (Cir. y Med.) Voz castiza castellana que 
se expresa con ella la hinchazón ó inflamación de las fauces, y que 
se suele usar indistintamente esta, y la de angina (V. este artículo.), 
para nombrar dicha enfermedad. Nuestros Médicos antiguos han 
escrito mucho del garrotillo, y los extrangeros han tenido á esta 
enfermedad como una modificación particular de la angina, y entre 
ellos es muy célebre el garrotillo español, sin duda porque esta en- 
fermedad ha sido freqüentemente epidémica en algunas provincias 
de España. Nuestros escritores antiguos no están muy acordes so- 
bre la naturaleza del garrotillo maligno; unos quieren que sea un 
carbunco en las fauces, otros una ulceración, y otros una inflama- 



GAS 3 J 9 

cion gangrenosa; pero todos convienen en que vienen síntomas ge- 
nerales de malignidad ó nerviosos acompañando á esta enfermedad 
local; ¿pero s'eria extraño pensar que el garrotillo, según se ha pre- 
sentado en varias epidemias, fuese un síntoma accidental de la ca- 
lentura maligna ó nerviosa que le acompaña, como los bubones y 
carbuncos en la peste? De qualquiera manera el garrotillo español, 
sea epidémico y aun contagioso como quieren algunos, sea una en- 
fermedad local, esencial ó sintomática, se tratará siempre como una 
angina maligna gangrenosa (V. angina.); y si se presentase con ca- 
rácter actuoso ó con úlceras ó con inflamación, se seguirán las indi- 
caciones adjuntas á estas enfermedades. {V. aftas y úlceras.) La 
quina interiormente , y en los remedios locales, es el principal re- 
medio ; el que han usado siempre nuestros Médicos antiguos , á pesar 
de carecer de las ideas patológicas del dia; y los que han escrito de 
esta enfermedad antes del descubrimiento de la quina, recomiendan 
los cordiales y alexífarmácos, reprobando las sangrías muchos de ellos. 
Los que quieran instruirse mas por menor, y adquirir una erudición 
prolixa del garrotillo, que no es de este lugar, pueden ver las obras 
de Juan de Sotoca, las de Gerónimo Gil, de Nuñez, Pérez, Fon- 
techa &c. 

GAS. ( Mat. Méd.) Habiendo influido el conocimiento de los 
fluidos elásticos ó de los gases en la Materia Médica, y sobre todas 
las otras partes de la Física, es indispensable considerar las propie- 
dades de estos cuerpos baxo el aspecto que dice relación con la Me- 
dicina. Se sabe ya que el gas es una disolución de un cuerpo simple 
ó compuesto en el calórico, que el carácter esencial de esta disolu- 
ción es de ser perfectamente transparente ó invisible, y muy elásti- 
co ó compresible; siendo cierto que este estado, que muda y modi- 
fica la mayor parte de las propiedades de los cuerpos , se debe al di- 
solvente ó calórico. Quando por las leyes de las atracciones se se- 
paran los cuerpos disueltos en el calórico, se desaparece la forma 
gaseosa, y el calórico libre se reconoce por la sensación de calor 
que produce. Así es como calentando los cuerpos, introduciendo 
entre sus moléculas masó ménos calórico , se consigue darles la for- 
ma de "as; así es también como se hace tomar el estado gaseoso al 
amoniaco, á los ácidos carbónico, fluórico, sulfúreo y muriático; 
por esta razón siempre que se forma gas se emplea el calórico, y por 
consiguiente el enfriamiento, consideración importante para la Ma- 
teria Médica. Hay con efecto substancias medicinales, que recibidas 
en el estómago , ó aplicadas en la piel , toman prontamente la forma de 
gas, substrayendo á los órganos una parte mas ó ménos considerable 
del calórico, que contienen por el enfriamiento que se ocasiona, por 
lo que se concibe que pueden disminuir el calor muy fuerte , y calmar 
iodos los síntomas que de él provienen; así aplicando en la piel lo 



32o GAS 

licores alcohólicos producen en ella una sensación de frió debido á 
su evaporación; el éter también debe tener un efecto análogo en el 
estómago. (V. la palabra Éter.) Otra consideración no menos 
importante, por !o que hace á las acciones medicinales debidas á la 
forma gaseosa de los medicamentos, es que los remedios suscepti- 
bles de tomar esta forma deben obrar de una vez sobre una gran 
superficie , y llevar su energía por casi todo el sistema nervioso , vas- 
cular, irritable &c. Por esta razón sin duda la clase de los remedios 
volátiles, perteneciendo por otra parte á diferentes órdenes de ac- 
ciones medicinales, como los narcóticos, los cordiales, los anties- 
pasmódicos, los estimulantes &c, ofrecen á los Médicos efectos tan- 
to mas prontos y menos durables, quanto mas fácilmente se reducen 
á vapores. Tales son los puntos principales que deben considerar los 
Médicos en la historia de los medicamentos, con relación á la pro- 
piedad gaseosa de ellos. Por lo que hace á los pormenores pertene- 
cientes á las propiedades de los diversos gases, conocidos y emplea- 
dos en su estado gaseoso, hablaremos alguna cosa en los artículos 
siguientes F. 

Gases ácidos. [Mat. Méd.) Los gases ácidos en general (pues 
hay muchas de estas sales que pueden tomar la forma de gas) son 
irritantes, acres, y aun corrosivos quando pertenecen á minerales po- 
derosos. Los del reyno vegetal y del animal, que freqüentemente 
aparecen baxo la forma de vapores ó de gas no permanentes, pueden 
ser disueltos en el ayre, y comunicarle algunas propiedades medici- 
nales útiles, señaladamente la qualidad antipútrida: así el vinagre en 
vapor se emplea generalmente con suceso para corregir los malos olo- 
res y oponerse al 'efecto de los vapores pútridos, y aun también 
produce el efecto cordial , pero no se debe confiar demasiado en este 
medio. No esá propósito, como se cree comunmente, para destruir 
el virus contagioso, la peste y las viruelas, ni ménos opone, co- 
mo se ha dicho sin razón, una barrera tan insuperable á la actividad 
deletérea de estos miasmas , que no se deban temer efectos peligrosos, 
ni tomar contra ellos las mayores y mas seguras precauciones. [Véase 
desinfección.) También debemos saber que para volatilizar ó va- 
porizar el ácido acetoso ó qualquiera otro vegetal y animal, no 
se deben echar en palas hechas ascuas ó en brasas. Por este me- 
dio se descomponen , se queman , y se les quita la mayor parte de 
su virtud antiséptica. Para volatilizarlos sin destruirlos, y sin que to- 
quen en el estado empireumático, se calentarán en vasijas de vidrio 
ó tierra lo necesario para reducirlos á vapor, y mantenerlos en la 
ebullición ligera, que basta para ellos. Freqüentemente se toma pa- 
ra este fin vinagre, que tiene en disolución la parte aromática y- ex- 
tractiva de las plantas odoríferas ó cordiales, creyendo hallar en- 
tonces dos medios juntamente para opone/se al riesgo de los vapo- 



GAS 321 

res pútridos ; pero esto es solo cierto en los casos en que se dexan 
vaporizar los vinagres compuestos á la temperatura delayre, que los 
disuelve con mas ó ménos eficacia: si se les calienta, se queman mu- 
cho mas fácilmente que el vinagre puro, en razón del extracto que 
este ácido tiene en disolución F. En el artículo fumigación y des- 
infección se trata de los efectos de los gases ácidos. 

Gas ácido carbónico. {Mat. Méd.) Sabido es ya que el gas 
ácido carbónico quando es puro sufoca con mucha prontitud los ani- 
males , y les causa la mas peligrosa de todas las asfixias ; pero nada 
de esto produce , y aun puede dar un movimiento muy útil quando 
se mezcla con el ayre atmosférico en la proporción de una octava 6 
de una séptima parte (V. atmósfera.); fuera de esta dosis el ayre 
empieza á ser de muy difícil respiración. Los ingleses son los prime- 
ros que imaginaron mezclar con el ayre atmosférico porciones pe- 
queñas del gas ácido carbónico para hacerle medicinal , cuya mezcla 
se ha recomendado, especialmente en las afecciones de pecho, y se 
pretende que sea uno de los mas poderosos remedios en la tisis pulmo- 
nal ; y no es inverosímil que el ayre mezclado de gas ácido carbónico 
obre como antiséptico, y pueda producir buenos efectos en todas 
las enfermedades pútridas. Pero no se debe olvidar que hay ciertas 
personas cuyos pulmones muy sensibles no pueden soportar la mez- 
cla de gas ácido carbónico en el ayre , y que para ellos se debe dis- 
minuir la dosis de este ácido gaseoso: llegando á la proporción indi- 
cada poco á poco , y por grados insensibles, se ignora de qué mane- 
ra obra en el cuerpo humano la adición de este gas; si es después de 
haber sido absorvido por las venas pulmonales y en lo interior del 
sistema vascular, ó si la proporción menor de ayre vital y la mayor 
de gas no respirable es de la que se deduce la verdadera razón de estos 
efectos en la economía animal. En Francia no se han adoptado las 
propiedades medicinales delayre mezclado de ácido carbónico, y los 
ensayos hechos en Inglaterra no han correspondido á todas las espe- 
ranzas que se habían concebido F. En el artículo respiración se 
indicarán algunas ideas fisiológicas de este gas, como lo hemos he- 
cho también en el de ayre y atmósfera. 

Gas ácido fluórico. (Mat. Méd.) No es de uso ninguno en 
Medicina este gas, pero es muy notable por la propiedad de tener al 
pedernal en disolución líquida ; como disuelve el vidrio , se puede 
emplear para hacer escalas de diferentes instrumentos útiles á la Far- 
macia &c. F. 

Gas Ácido müriÁtico. {Mat. Méd.) El ácido muriático que 
tiene la propiedad de adquirir fácilmente la forma de gas , aunque 
baxo de ella no ha sido empleado en Medicina, puede no obstante 
servir de un estimulante muy activo en el caso de desfallecimiento 6 
de asfixia. Por los experimentos que Bucquet ha hecho sobre diver- 

TOMO IV. SS 



322 GAS 

sos animales asfixiados, se ve que se les puede volver á la vida por 
el vapor del ácido muriático aplicando á sus narices un frasco lleno 
de este ácido concentrado, del que sin cesar se desprende el gas 
ácido muriático. Un largo contacto de este gas en la piel la pone 
roxa, caliente, y excita todos los fenómenos de inflamación: podría 
servir para producir en algunas regiones exteriores una irritación rá- 
pida para llamar un humor extraviado, concentrar la acción ner- 
viosa, y hacer desaparecer los espasmos en la misma proporción. F. 

Gas Ácido muriático oxigenado. (Mat. Mé¿L y Med. 
Prdct.) El descubrimiento de este cuerpo ha influido en casi todas 
las ciencias físicas, y se espera que algún dia sacará de él la Medici- 
na grandes ventajas. El gas ácido muriático oxigenado , descubierto 
por Scheele, se prepara poniendo el ácido muriático líquido en con- 
tacto con el óxíde de manganesa , y destilando su mezcla á un fue- 
go manso. También se puede obtener calentando con un aparato 
conveniente muriate de sosa ó sal marina, ácido sulfúrico concen- 
trado, y óxíde de manganesa; ó bien calentando ligeramente una 
mezcla de ácido nítrico y de ácido muriático. En todos estos casos 
el ácido muriático quita el oxígeno al oxide de manganesa ó al áci- 
do nítrico, y pasa al estado de gas ácido muriático oxigenado. Este 
gas es notable por el color amarillo verdoso * por el olor acre y 
fuerte muy particular, y por la singular energía que tiene sobre la 
economía animal, como veremos en el párrafo siguiente. Inflama el 
fósforo, el azufre y los metales muy divididos; destruye los colores 
vegetales, á lo ménos los amarillos ; apénas toca á los colores anima- 
les , y convierte los blancos en amarillo. Todos los efectos que le ca- 
racterizan provienen del oxígeno que contiene , y que se desprende 
para unirse á los cuerpos combustibles, y para quemarlos con mas ó 
ménos energía: después de producir estos efectos, vuelve á tomar 
los caracteres de ácido muriático ordinario. 

Una de las. consideraciones mas importantes para la Medicina es 
relativa á la energía con que obra este gas en los animales. Recibién- 
dole en las narices y en la boca excita una sensación de compresión y 
de astricción, que comprimiendo las fibras parece desecar las mem- 
branas. Esta sensación se hace inmediatamente una especie de estran- 
gulación , una sufocación seguida de una tos al principio seca , después 
acompañada de salivación. Semejante acción se desvanece después 
que se ha mezclado con el ayre el gas ácido muriático oxigenado; 
porque si se obligase á los animales á respirarle solo y s¡n mezcla de 
ayre atmosférico, como quando se les mete en una campana llena 
de este gas, serian prontísimamente asfixiados y muertos. No hay 
un Químico que no conozca por experiencia el efecto del gas ácido 
muriático oxigenado. Después de la compresión en las narices y en 
la garganta, el efecto consecutivo de esta acción es un verdadero- 



GAS 323 

romadizo muy fuerte , que se fixa ya sea en los agujeros de las narices, 
ya sea en la traquiarteria , ó bien en Jos bronquios , á proporción de 
la energía con que ha obrado el gas en qualquiera de estos órganos. Se 
separa por el estornudo ó por la tos un humor espeso, blanco , ama- 
rillento , verdoso , semejante al que se produce en los romadizos; y se 
siente una calentura local, un dolor y una fatiga análogos á los que 
se experimentan en las enfermedades conocidas con este nombre; los 
quales accidentes duran y terminan como los que provienen de qual- 
quiera otra causa. Por esto he pensado que los romadizos pueden pro- 
venir de la acción del oxígeno atmosférico muy concentrado y muy 
acre , por decirlo así , como sucede en las estaciones en que sobre- 
viene el frió repentinamente, y en que pasa el ayre rápidamente á 
un estado de condensación muy considerable. La condensación pro- 
ducida en los humores animales por el contacto del gas ácido muriá- 
tico oxigenado, anuncia que es efecto de la fixacion del oxigeno; y 
por un mecanismo semejante parece que se condensan el moco, la 
cera de los oidos, las légañas, el pus, las materias catarrosas, y to- 
das las evacuaciones críticas. De estas primeras observaciones sobre 
el efecto del gas ácido muriático oxigenado , parece que se ha debi- 
do concluir que goza de las propiedades astringente y antiséptica ; y 
es muy verosímil que así sea; pero aun no se ha verificado. Por un 
número bastante considerable de experimentos, se ha administrado 
por consejo mió en las úlceras envejecidas, % y en los cancros ulcera- 
dos en los pechos , y ha producido en algunos días de aplicación ex- 
terior una calma bastante sensible, espesando el humor de las úlce- 
ras, avivando las carnes, y condensando su fondo demasiado blan- 
do ; pero no habiéndose sostenido este alivio , mis esperanzas no han 
quedado satisfechas enteramente. Ya se ha empezado á dar este cuer- 
po interiormente, pero baxo la forma líquida, como se debe presu- 
mir, porque no se puede introducir con seguridad este gas en el es- 
tómago. 

Es difícil de poder fundar una grande esperanza en las propieda- 
des medicinales del ácido muriático oxigenado; y aunque en el pre- 
sente artículo no debe tratarse mas que del gas, se ha hablado tan 
poco sobre este punto en la palabra ácido, que me veo en la obli- 
gación de comunicar aquí las ideas que de él he formado. No es 
permitido dudar que el oxigeno no sea la materia activa de un gran 
número de preparaciones farmacéuticas, y que este principio tenga 
en la economía animal una energía y un poder medicinal muy con- 
siderable. Si consideramos el conjunto de las mas importantes con- 
sideraciones químicas para la práctica de la medicina, veremos que 
casi todas consisten en oxigenar los cuerpos combustibles. Los áci- 
dos no son otra cosa que' materias quemadas; las quales sin la pre- 
sencia del oxígeno tendrán poco ó ningún sabor y virtudes ; los me- 



324 GAS 

tales que suministran tantos medicamentos preciosos, se logra única- 
mente después de haber sido mas ó ménos oxidados. Una gran dosis 
de oxígeno los hace también tomar el estado de cáusticos: estas con- 
sideraciones son igualmente aplicables a la plata, al hierro, al anti- 
monio y al mercurio. En estas substancias oxigenadas á diferentes 
grados se hallan tónicos, disolventes, eméticos, purgantes acres y 
cáusticos venenosos. Los metales no tienen pe r sí mismos ninguna ó 
casi ninguna de estas virtudes; pero absorviendo el oxigeno , las ad- 
quieren en grados, tanto mas fuertes, quanto son cargados de ma- 
yor cantidad de este principio. Parece pues que se puede atribuir al 
oxígeno la virtud emética, purgante, disolvente, tónica, y aun la 
acritud ó la fuerza de los cáusticos: si esto es así , como lo estable- 
cen tantos hechos para los hombres igualmente instruidos en los fe- 
nómenos de la economía animal, y en los de las atracciones quími- 
cas, se concibe quantas esperanzas se pueden fundar de una substan- 
cia que contiene oxígeno en tanta abundancia , y tan próximo al es- 
tado elástico: se ve que los Médicos y los Químicos no solamente 
hallarán un agente muy poderoso en el gas ácido muriático oxige- 
nado para el tratamiento de muchas enfermedades, y señaladamente 
de las crónicas, sino también un medio para adelantar la teoría de la 
Terapéutica ó de las acciones medicinales. Ya se divisa que la pro- 
piedad antivenérea pertenece en el oxígeno fixado en el mercurio, 
puesto que este metal exerce semejante virtud , tanto mas pronta- 
mente, quanto está mas cargado de él , así no es imposible hallar el 
mas poderoso de los antivenéreos en el gas ácido muriático oxigena- 
do , ó en el agua que le tiene en disolución ó en algunos compuestos 
de este ácido. 

Hay una propiedad medicinal mucho mas probada , y por con- 
siguiente mas inmediata ó mas propiamente útil en el gas ácido mu- 
riático oxigenado : esta es la de oponerse á los arriesgados efectos del 
virus contagioso, de los miasmas pútridos , de los efluvios infestados, 
y de purificar en general, destruyendo ó mudando enteramente el 
orden de composición de este virus. Así es como he concebido y 
expuesto esta idea en mi Diario de los descubrimientos en Medicina 
tomo 2, pág. 89. El arte de precaver los males que producen los 
lugares infestados por materias animales en putrefacción , es uno de 
los beneficios que la Medicina debe agotar en los recursos que le 
ofrece la Química. Sabido es ya que el vapor del ácido muriático des- 
prendido del muríate de sosa ó sal marina por el ácido sulfúrico 
concentrado ha llenado este objeto, y que ha salido perfectamente 
bien á Mr. Morbeau. Hoy se posee un agente mucho mas poderosa 
en el ácido muriático oxigenado, ó ácido marino deflogisticado de 
Scheele. Este instrumento tan útil en las manos de los Químicos mo- 
dernos tiene la propiedad de destruir los olores, y de aniquilar las 



GAS 325 

impresiones desagradables ó incómodas que causa en las personas 
nerviosas y sensibles. Es pues de esperar que el ácido muriático oxi- 
genado podrá servir ventajosamente para purificar los cementerios^ 
las bóvedas para enterrar, los establos habitados por animales afec- 
tados de entermedades contagiosas &c. Es muy sencillo el medio de 
obtener este ácido , y se halla descrito en todas las obras moder- 
nas de Química; pero para desinfestar los lugares indicados, basta 
un solo procedimiento ménos compuesto que el que se emplea para 
obtener el ácido muriático líquido. Quatro onzas de oxide de man- 
ganesa cristalizada y pulverizada; una libra de sal marina; media 
de ácido sulfúrico concentrado, mezclado con otra media de agua 
( V. desinfección.); tales son las materias necesarias para producir 
el deseado efecto. Se pondrán secas en una olla ó en un plato hondo 
colocado en un hornillo, y se verterá sobre la mezcla el ácido: se 
desprenderá gas ácido muriático oxigenado , que se esparcirá en el 
lugar infestado , y manifestará su acción en el vapor dañoso. 

En fin , el gas ácido muriático oxigenado puede ser también útil 
á la Medicina, ya sea como un medio de conocer las propiedades 
de las materias animales (lo qual puede servir para ilustrar la Fisio- 
logía), ó ya sea suministrando un instrumento precioso para reco- 
nocer la naturaleza de las materias minerales, vegetales ó animales 
medicamentosas. Casi no hay parte en la Medicina que no pueda 
sacar algunas ventajas del gas ácido muriático oxigenado: por cuya 
razón los Médicos deben dedicarse á conocer exactamente todas sus 
propiedades. F. 

Gas ácido sulfuroso. (Mat. Méd.) Como en el artículo de 
los ácidos se ha tratado de las principales propiedades del ácido sul- 
furoso, dexaremos de repetir lo que en él se ha dicho; y nos con- 
tentaremos solamente con anunciar lo que puede ser particular á su 
forma gaseosa. El ácido sulfuroso toma con prontitud, y fácilmente 
la forma fluida y elástica: para desprenderle del agua y reducirle á gas 
basta un calor moderado, ó se recoge sobre el mercurio. Es nota- 
ble por su olor vivo y sofocante, por su propiedad colorante, que 
obra aun en las substancias animales; por la de asfixiar los animales 
quando se hallan expuestos al contacto de este gas puro: haciéndose 
por el contrario un estimulante pronto y activo quando forma vapor, 
mezclado con el ayre, da súbitamente en las narices, y lleva la irri- 
tación hasta en el diafragma , cuyas contracciones excita. Bucquet 
ka hecho volver en sí á animales asfixiados con el contacto del va- 
por del azufre ardiendo ó del gas ácido sulfuroso. Tal es el único uso 
medicinal que hasta ahora se ha hecho de este gas. Se podrá emplear 
por el medio sencillo y fácil de una pajuela encendida , colocada á 
alguna distancia de la nariz para reanimar á los animales asfixiados. 
( V. la palabra ácido sulfuroso.) F. 



326 GAS 

Gas alcalino. (Mat. Méd.) (V. gas amoniaco.) 

Gas amoniaco. (Mat. Méd.) El gas amoniaco ó gas amonia- 
cal es el vapor del amoniaco ó álcali volátil. Esta especie de álcali, 
derritiéndose en el calórico se hace un fluido elástico comprensible &c; 
toma la forma de gas por una pequeña dosis de calórico: para disol- 
ver una parte de él , y hacer que tome el estado de gas ó de vapor 
basta el contacto del ayre : esto es lo que acontece quando el amo- 
niaco líquido se pone en contacto con la atmósfera , ó quando se abre 
un frasco lleno de esta especie de álcali. Este gas es el que al abrir 
los frascos irrita las narices de un modo fuerte y picante , como sa- 
ben todos, desde que se ha introducido la costumbre de llevar con- 
sigo frasquitos llenos de álcali volátil fluido ó amoniaco. Sus propie- 
dades y usos han sido tratados en las palabras álcalis y y en uno de 
estos artículos se ha hablado también del gas alcalino ó amoniaco. 
Nos contentaremos con referir aquí que la acción estimulante del 
gas amoniaco, mezclada con el ayre, es muy á propósito para volver 
en sí á los asfixiados; y seria de desear que no se emplease mas que 
el gas ; que no se expusiese tan generalmente como lo está para cau« 
sar males mas ó ménos graves , porque es peligroso hacer tragar á 
algunos enfermos amoniaco líquido. Para evitar los inconvenientes 
causados por la ignorancia , convendría llevar consigo solamente es- 
ponjas impregnadas de gas amoniaco, ó de un poco de amoniaco lí- 
quido ; estas esponjas metidas en braserillos metálicos muy bien cer- 
radas bastarían para reanimar á los asfíticos , y no permitir el 
amoniaco líquido á las personas que caen en desfallecimiento por 
qualquiera causa que sea. El mismo medio serviria ventajosamente 
para precaver los efectos violentos del gas ácido muriático oxigena- 
do, si este se emplease en Medicina. Se sabe que estos dos gases se 
descomponen uno con otro; que el ácido muriático oxigenado vuel- 
ve al estado de ácido muriático ordinario ; que se forma del agua , y 
que el amoniaco privado de su hidrógeno por esta formación de agua, 
se reduce á gas ázoe otro principio de esta especie de álcali. F. 

Gas Ázoe. (Mat. Méd. é Hig.) El gas ázoe es uno de los que 
componen la atmósfera, y constituye la 37 centésima parte de ella. 
Es mas ligero que el ayre vital ; no puede servir para la combustión ni 
para la respiración, como se ha dicho mas por menor en el artículo 
ayre atmosférico. La base de este gas interesa á la historia de la 
Materia Médica , únicamente porque entra en la composición del ácido 
nítrico y del amoniaco. El ázoe debe ser conocido de los Médicos 
como uno de los que componen las materias animales , y no se dife- 
rencian de las substancias vegetales, cuya presencia los hace sus- 
ceptibles de dar amoniaco por la destilación , de podrirse prontamen- 
te, dando con abundancia el mismo producto, y de suministrar tam- 
bién por la putrefacción ácido nítrico. F. 



GAS 327 

Gas hidrógeno. (Mat. Méd.) Se ha dado este nombre al 
gas inflamable doble puro , porque es uno de los principios que com- 
ponen el agua. Los fenómenos y las propiedades de este gas puro in- 
teresan únicamente la Materia Médica, porque es uno de. los princi- 
pios del agua, y porque se separa de ella siempre que el oxígeno,, 
otro principio de este cuerpo , se fixa en una materia combustible 
que se descompone. (V. el articulo agua.) F. 

Gas hidrógeno carbonado. {Mat. Méd.) El gas hidrógeno, 
teniendo carbono en disolución , es uno de los principios que se ob- 
tienen con mas freqüencia y abundancia en la análisis de las substan- 
cias vegetales, y también en las de las materias minerales, así por- 
que el carbono se contiene en muchos cuerpos, como porque se di- 
suelve fácilmente en el gas hidrógeno; y esta disolución hace muy 
pesado á este gas, y susceptible de dar ácido carbónico durante su 
combustión. Esio es lo que debe tener presente un Médico con res- 
pecto a la naturaleza del gas hidrógeno carbonado, porque su his- 
toria influye muy poco en la Medicina. Debe sin embargo saber que 
el gas hidrogeno carbonado mata á los animales con mas prontitud 
que el gas hidrógeno puro; que este gas peligroso se desprende, se- 
ñaladamente en los tiempos de la combustión del carbón , quando 
este cuerpo mas ó ménos penetrado de humedad empieza á descom- 
poner el agua; cuyo hidrógeno separándose de ella baxo la forma de 
gas, lleva consigo en disolución una cantidad bastante grande de 
carbono; por lo que es tan peligroso el carbón en los parages po- 
co espaciosos y cerrados, especialmente en el principio de su infla- 
mación. ( V. las palabras ayre inflamable, carbón, hidró- 
geno &c.) F. 

Gas hidrógeno fosforado. (Mat. Méd.) El fósforo es diso- 
luble en el gas hidrógeno , así como el carbono y el azufre. De esta 
disolución resulta un gas singular de un olor muy fétido, notable por 
la propiedad de inflamarse espontáneamente con el contacto del ayre 
•viul y del atmosférico, y de arder con una llama blanca muy bri- 
llante. Este gas no interesa á la Medicina, sino porque algunas veces 
se forman y desprenden en corta cantidad de las materias animales 
que se pudren, especialmente peces en putrefacción. A su desprendi- 
miento y putrefacción se puede atribuir la fosforescencia de los pe- 
ces, de las carnes, y en general de todas las substancias animales; 
pero esto necesita ser confirmado por experiencias exactas. F. 

Gas hidrógeno sulfurado. ( Mac. Méd.) Es uno de los flui- 
dos elásticos que tienen mas relación con la Materia Médica; que ya 
se ha empleado en ella freqinntemente , y que lo será mucho mas en 
lo sucesivo, porque Bergman ha hecho ver, que se puede obtener 
este gas con grande abundancia de los azufres sólidos tratados por 
los ácidos, y disolverle después en agua; imitando de manera por 



328 GAS 

esta disolución las aguas minerales sulfurosas , que ya se barí emplea- 
do muchas de estas artificiales, así interior como exteriormente ; el 
arte de prepararlas es muy sencillo, y se ha indicado en el artículo 
aguas minerales artificiales. Baste decir aquí , con relación 
al gas hidrógeno sulfurado, que su disolución en agua presenta la 
ventaja de poder hacerse muy fuerte ó débil ; por manera que cor- 
responda á todas las indicaciones y casos que puedan ofrecerse en la 
práctica. Conviene observar que este gastan útil disuelto en agua es 
un veneno muy peligroso baxosu forma gaseosa; que mata á los aní- 
males con mucha energía; que esparcido aun en el ayre afecta los 
nervios muy fuertemente, y que produce desfallecimiento y debili- 
dad de nervios muy molesta, como muchos Químicos han obser- 
vado F. 

Gas nitroso. {Hig. y Mat.Méd.) El gas nitroso es una com- 
binación de ázoe y de oxigeno , igualmente que el ácido nitroso , del 
qual se diferencia por una proporción menor del principio acidifi- 
cante ; á este defecto de oxigeno debe la pérdida de su acidez, y no 
es mas que un óxido que proviene de la descomposición del ácido 
nítrico por cuerpos combustibles que le han substraído una parte de 
su oxigeno. Lo que particularmente caracteriza este gas es la pro- 
piedad de hacerse ácido quando se le presenta gas oxigeno , ó un gas 
que le contiene, como el ayre atmosférico y el gas ácido muriá- 
tico oxigenado. Mr. Priestley, que descubrió esta propiedad en el 
gas nitroso, creyó que podría ser útil para conocer la pureza ó el 
estado respirable del ayre. Si se mezcla ayre común con gas nitroso, 
este absorve todo el ayre vital ú oxigeno que contiene aquel; se con- 
vierte inmediatamente en un vapor roxo disoluble en agua , de mo- 
do que una porción de la mezcla de los gases desaparece conden- 
sándose en el agua ; y se juzga de la pureza del ayre examinándolo 
por la quantidad de gas nitroso que absorve, ó por el volumen de 
los gases disminuidos. Se debe saber que es defectuoso el procedi- 
miento del gas nitroso si se hacen ensayos eudiométricos: i.° porque 
este gas no es siempre el mismo, y contiene proporciones diferentes 
de gas ázoe, según el estado de descomposición del ácido , del nitro, 
de la naturaleza y de la cantidad del cuerpo combustible, que ha 
servido para descomponer este ácido la temperatura á que se ha hecho 
esta descomposición, y el tiempo que ha durado: 2° porque aun 
quando fuese posible conseguir siempre un gas nitroso idéntico , la 
manera de obrar, y todas las circunstancias que puedan variar en esta 
operación , son otros tantos medios de hacer diferenciar los resulta- 
dos de las mezclas. Mr. Fontana, que ha perfeccionado maravillo- 
samente el instrumento eudiométrico de Priestley, por la exactitud 
que ha observado en apreciar las cantidades de gas mezclado , y del 
resto que dexan después de su mezcla, anuncia 24 principales fuentes 



Je errores en la operación ; por manera que muchos de estos reuni- 
dos, como casi siempre, es imposible evitar puedan producir dife- 
rencias muy notables en los resultados. Por lo qual se ha preferido 
el eudicmetro de Volta , que consiste en quemar gas hidrógeno con 
el ayre que se quiere examinar en un aparato cerrado destinado á 
medir exactamente no solo las cantidades mezcladas de gas, sino 
también la que resta después de la combustión. En fin, subsistiendo 
igualmente en el aparato de Volta una parte de las mismas difi- 
cultades, los Químicos han adoptado para sus procedimientos eu- 
diométricos ó el fósforo, ó la acción de un azufre alcalino líquido 
en el ayre. 

Fuera del uso del gas nitroso en la Eudiometría, se han fundado 
algunas esperanzas en la propiedad astringente y en la virtud anti- 
séptica de este gas; pero sus usos se limitarán siempre á la conser- 
vación de algunas preparaciones anatómicas , porque no se puede 
emplear este gas en el estómago ni en la piel, visto que encontran- 
do ayre en las dos partes, es de temer que forme ácido nitroso, y 
por consiguiente que se haga un cáustico arriesgado. F. 

Gas oxígeno. [Hig. y Mat. Méd.) Es lo mismo que ayre 
vital : le han dado este nombre los Químicos modernos , porque la 
base de este gas, unida al cuerpo combustible, forma ácidos, exis- 
tiendo siempre en el ayre comunmente en la dosis de veinte y siete 
centésimas: es uno de los principios de la vida de los animales. El 
mantiene su calor por la respiración ( V. este artículo.), y se preci- 
pita en sus fluidos, á los quales parece dar la propiedad plástica y con- 
crescible. Se ha creído hallar en él un medicamento contra la tisis 
pulmonar y las úlceras cancrosas; pero ha salido frustrada la e.'pe- 
ranza de los Médicos, y parece que el ayre vital respirado será 
mas bien útil en las enfermedades, donde hay debilidad, inercia, y 
resfriamiento de las afecciones febriles; por lo que hace á su apli- 
cación exterior como antiséptico en las úlceras viejas , en los cánceres, 
y en las caries no es inverosímil que podrá producir ventajosos efec- 
tos. ( V. AYRE VITAL Y OXIGENO.) F. 

GASTRICO Ó GASTRICA. (Anat.) Adjetivo que se aplica 
á varias partes que tienen relación con el estómago; trae origen de 
la voz griega y*?»? , que significa estómago. 

Las arterias gástricas son ramas de la hepática y de la esplénica; 
se distribuyen en el estómago , se las distingue en derecha é izquierda, 
y en grande y pequeña. Las glándulas gástricas son unos pequeños 
granos glandulosos que se hallan colocados en el estómago. (V. este 
artículo.) En el texido celular de su tercera túnica se cree que fil- 
tran el licor gástrico. La vena gástrica derecha viene del tronco in- 
ferior de la vena porta , y algunas veces de un ramo que sale de una 
rama de la vena meseraycaj esta vena se distribuye principalmente 

I TOMO IV. TT 



33o GAS 

en la parte derecha del estómago. Las dos venas gástricas izquier- 
das que se distinguen en grande y pequeña forman con la gástrica 
superior derecha la coronaria estomática que rodea el estomago. 

Gástrico, (xugo ó licor) (Fisiol.) Sin embargo que hemos he- 
cho ya descripción de este interesante humor en el artículo diges- 
tión , adonde nos remitimos , expondremos en este su análisis quí- 
mica. Es un xugo claro, que secretan las arterias en la cavidad del 
estómago su órgano secretorio , son las boquillas exhalantes de las' 
numerosísimas arterias, que riegan todos los puntos del estómago al 
modo de una especie de rocío. Se mezcla continuamente con los ali- 
mentos; pero quando el estómago está vacío es impelido á los intes- 
tinos delgados, y absorvido por las boquillas de los vasos lácteos: 
otras veces regurgita por el esófago á la cavidad de la boca si el 
cuerpo se dobla mucho hácia adelante. En el estado sano no tiene 
olor alguno ; el sabor es algo salado ; el color tan claro como el 
agua , á menos que regurgitando la bilis al estómago no le tiña al- 
gún tanto de su color amarillo. La gravedad específica es menor 
que la de la sangre , pues mezclando con ella sube luego hácia la 
superficie. La consistencia es algún tanto plástica por la mezcla del 
moco estomacal; pero por sí sola es meramente aquosa. La cantidad 
parece ser considerable, si atendemos á la amplitud de la superficie 
del estómago y á su continua secreción. Mas esta secreción parece 
ser mayor quando el estómago es estimulado por la presencia de los 
alimentos. El xugo gástrico de los animales rumiantes, fitófagos, y 
de quatro estómagos , principalmente de los adultos , se corrompe 
muy pronto, y tiñe de verde el xarabe de violetas. El xugo gástrico 
de los animales carnívoros y herbívoros, pero de un solo estómago, 
es ácido, y tiñe de encarnado al xarabe de violetas. El xugo gástrico 
de los animales omnívoros y del hombre es neutro, y no muda el 
color del xarabe de violetas. Se une facilísimamente con el agua ; pe- 
ro de ningún modo con la sangre. Ni los ácidos ni los álcalis lo 
coagulan ; pero el alcohol precipita una pequeña porción en forma 
de una masa albuminosa. Abandonado á sí mismo no se corrompe, 
antes bien se opone á la putrefacción animal y á la fermentación 
acida de los vegetales, por cuya propiedad se diferencia principal- 
mente de la saliva. Todo xugo gástrico coagula la leche. Esta fuer- 
za ó potencia de coagulación es propia del estómago, no solo de los 
fitófagos, sino también de los sarcófagos, ruminantes y no rumban- 
tes. De ella también goza el estómago humano, y basta el del feto 
abortivo. La parte caseosa de la leche misma ó cuajo, habiendo es- 
tado por algún tiempo en el estómago del ternero, coagula leche; 
y lo que es todavía mas particular , el mismo estómago húmedo , ó 
secándolo con precaución sin el socorro de ningún calor artificial , ó 
lavado en lexia de potasa, la coagula también. Seis granos de la 



GAS 331 

membrana interna de un estómago infundidos en agua coagulan mas 
de cien onzas de leche ; pero en los animales rumiantes solo el xugo 
del quarto estómago goza de esta facultad de coagular la leche. £1 
buche ó papo de las aves , que no parece contener sino un xugo sa- 
lival, carece de esta facultad coagulante. 

Los principios constitutivos del xugo gástrico son: i.° el agua 
que constituye su mayor parte: 2° el principio albuminoso , que es 
precipitado por el alcohol: 3. 0 el muriatede sosa, que se extrae por 
la análisis química: 4. 0 el ácido gástrico, que se cree ser un ácido de 
su especie única, y según otros el ácido fosfórico mezclado con un 
poco de álcali volátil. No falta quien asegura , que poniendo un poco 
de carne fresca en maceracion con muriate de sosa en agua se puede 
sacar un xugo gástrico artificial semejante al natural. El xugo gástri- 
co destilado hasta su desecación da un agua que ni es ácida ni alca- 
lina: alguna vez un poco de álcali volátil y de aceyte empireumáti- 
co , que parecen ser productos del albumen. La masa restante cons- 
ta de muriate de sosa y muriate amoniacal. Los usos del xugo gástri- 
co son: i.° gozar de la facultad admirable de digerir ó mudar en 
quimo los alimentos, tanto animales como vegetales, recibidos en el 
estómago. En un cisne recien muerto se encontró una culebra atra- 
vesada parte en el esófago, y la otra parte en el estómago; la que 
correspondía al garguero estaba todavía cruda; pero la contenida en 
el estómago se halló digerida como una masa pultácea. Los alimen- 
tos, aunque estén metidos entre láminas de oro son digeridos en el 
estómago, y por consiguiente no es el estómago, sino el xugo gás- 
trico, el agente verdadero de la digestión : 2° mas la facultad mens- 
trua ó disolvente del xugo gástrico es adaptada á la diversidad de los 
alimentos convenientes á cada clase de animales; de manera que la 
de digerir en los carnívoros carnes solamente y no vegetales , es diver- 
sa de la de digerir en los herbívoros vegetales tan solo , y no carnes; 
pero en el hombre, que vive de vegetales y animales, puede obrar 
sobre ambas clases de alimentos. El xugo gástrico de los perros llega 
á disolver poco á poco hasta los mismos huesos que tragáron. No 
obra sobre el estómago mientras que este goza de fuerza vital , ni 
sobre las lombrices vivas; mas en el cadáver parece macerar y casi 
digerir esta entraña misma privada ya de su vitalidad: 3. 0 resiste por 
una virtud antiséptica peculiar á la putrefacción de los alimentos 
animales. De aquí es que los hombres y algunos animales han toma- 
do ó comido algunas veces carnes ya podridas sin peligro de indi- 
gestión: 5.° después de coagulada la leche ligeramente en el estóma- 
go , la disuelve insensiblemente de nuevo. El xugo gástrico extraído 
del estómago, y mezclado con los alimentos, los reduce también á 
quimo mediante el calor del horno: 6.° el xugo gástrico, ácido ó 
alcalino dado interiormente, ha curado la dispepsia y algunas calen- 



332 GAS 

turas intermitentes; pero en la calentura pútrida el ácido fué el in- 
eficaz , y el alcalino dañoso Aplicado exteriormente el ácido en forma 
de fomento cura las úlcera pútridas, y particularmente las escrofu- 
losas, como he visto algunas veces con admiración. Algunas ocasiones 
también disipa felizmente los tumores frios é inflamatorios. Al prin- 
cipio de su uso ó aplicación irrita un poco y aumenta los dolores de 
las úlceras; pero el alcalino en la curación de las úlceras, ó ha sido 
ineficaz, ó las ha puesto de peor calidad. Plenk. 

GASTRÍTIS. ( Med. ) Se da este nombre á la inflamación del 
estómago. (V. el género gastritis en la clase de inflamaciones.) 

GASTROCOLICO. (Anat.) Adjetivo que tiene relación con 
el estomago y el colon , y así se llama una parte del omento ó re- 
daño, que se extiende desde el estómago hasta el intestino colon. 

Gastrof.piployco. (Anat.) Adjetivo que tiene relación con el 
estómago y el epiploon ó redaño. Las arterias gastroepiploycas sa- 
len de la rama derecha de la celiaca, y se distribuyen en el estóma- 
go y el epiploon. Las venas gastroepiploycas vienen de la esplénica,. 
y se distribuyen en el epiploon y el estómago. 

Gastrodinia. (Mea.) Se llama así el dolor notable y cons- 
tante en la región del estómago, que no está acompañado de sínco- 
pe &c. Constituye esta enfermedad el género xxi de la clase de Do- 
lores. (V. este artículo.) 

Gastronemios. (Anat.) Se llaman así también los músculos ge- 
melos de la pierna , porque tienen dos vientres. 

Gastrorafia. (Cir.) * La gastrorafia es una sutura que se 
hace para reunir las heridas penetrantes de vientre ; esta voz es 
griega y significa costura del vientre. La reunión de las heridas pe- 
netrantes de vientre no es practicable , hasta haber hecho la reduc- 
ción de las partes contenidas en él, en caso de haberse salido. Para 
aquella reunión se hacen tantos puntos como se juzgue necesario, 
según la extensión de la herida: es menester preparar para cada pun- 
to dos agujas corvas enhebradas con un mismo torzalito, compuesto 
de varias hebras de hilo encerado , unidas y achatadas, de modo que 
estén en forma de una cinta de pie y medio ó dos pies de largo. Una 
de las agujas estará en medio de aquel hilo , y los dos cabos estarán 
enhebrados en la otra , que es la que se debe tener en la mano , y con 
la qual debe principiarse cada punto. 

Para practicar la gastrorafia , el operante pone el índice de su 
mano derecha baxo el labio mas distante del centro de la herida: 
este dedo estará contra el peritoneo para apartar y levantar todas las 
partes continentes , juntamente con el pulgar que apoya exterior- 
mente sobre la piel. Con la otra mano introduce una de las agujas 
en el vientre, llevando su punta sobre el dedo índice para evitar el 
que pique los intestinos ó* el epiploon : se pasará después de dentro 



GAS 353 

para fuera del borde de la herida á cosa de una pulgada de distan- 
cia mas ó ménos , según el grueso de las partes, apretando la aguja 
con los dedos de la mano derecha, mientras el pulgar de la mano 
izquierda, apoyado en la parte exterior, facilita el paso de la punta. 
Quando ha salido ya lo bastante se acaba de tirar con la mano de- 
recha; para esto dexa la parte del ojo y toma la de la punta. Sin 
quitar del vientre el índice de la mano izquierda, se le vuelve hacia 
el otro lado de la herida; con la mano derecha se toma la aguja que 
contiene la asa del hilo , y se conduce aquella aguja á lo largo del 
dedo índice , pasando con ella el otro labio de la herida desde den- 
tro hacia afuera , y á la misma distancia que se hizo con el primero, 
mediante el dedo pulgar que apoya exteriormente la piel contra la 
punta de la aguja. Quando el hilo ha pasado por ambos labios de la 
herida se quitan las agujas. Entonces el ayudante ó practicante aprie- 
ta con los dedos los labios de la herida para que se unan, y el ope- 
rador anuda los dos hilos. No debemos detenerlos á uno de los labios 
de la herida por medio de un nudo simple, sostenido de una roseta, 
pues esto formaría una sutura entrecortada , y porque la acción con- 
tinua de los músculos del vientre podria rasgar las partes compre- 
hendidas en lo que coge el hilo, mayormente en el labio opuesto á 
la parte en que se hiciese el nudo , reuniendo las dos extremidades 
del torzalito. Es mejor dividir en dos cada uno de los cabos de la 
ligadura, poniendo entre uno y otro un rodillo de tafetán encera- 
do ó lienzo engomado, que se sujeta con otro nudo á cada lado de 
la herida: de este modo no hay peligro que falte la sutura ; pues la 
acción de los músculos no puede violentarla , haciendo el hilo toda 
la fuerza contra las clavijas de tafetán ó lienzo engomado. 

Esta sutura se llama enclavijada , y fué muy usada de los anti- 
guos; pero en lugar de los rollitos flexibles que nosotros empleamos, 
tenían ellos unas verdaderas clavijas de palos, á los quales se substi- 
tuyen después unos cañoncitos de pluma. Es evidente que aquellos 
cuerpos podian producir contusiones y otros accidentes por razón 
de su dureza y falta de flexibilidad. 

La cura consiste en la apli ación de los remedios y del aparato: 
sobre la herida se pone un lechino mojado en un bálsamo vulnerario; 
y se hace una embrocación de aceyte rosado tibio en todo el vien- 
tre. Se tienen tres compresas del largo de la herida , y que tengan de 
ancho la distancia que hay entre las dos clavijas; dos de ellas deben 
ser algo mas gruesas que las clavijas para ponerse á cada lado en la 
parte de afuera, y la tercera ha de tener un poco ménos de grueso 
para ponerse entre las dos. Se aplican una ó dos compresas de un pie 
quadrado sobre la herida , y una mas larga y mas ancha , que llaman 
ventrera; todo sostenido por el vendaje de cuerpo y por el escapu- 
lario. La cura exige diferentes atenciones, según las complicaciones. 



334 GAS 

diversas de la herida. Qnando el enfermo quiera mudar de situación 
en la cama , para estar con mas comodidad , no debe hacer el menor 
esfuerzo por su parte, sino dexarse mover por hombres que tengan 
bastante fuerza y destreza. Hecha ya la reunión, se quitan los pun- 
tos de sutura cortando con unas tixeras los hilos que cogen una de 
las clavijas, y se quita el asa sostenida por la clavija opuesta. Algu- 
nas veces se forma una hernia ventral en seguida de aquellas heridas 
penetrantes, porque las partes continentes no pueden resistir tanto 
en aquel parage como en otros en razón del peritoneo, que no se 
cicatriza consigo mismo, y cada labio de la herida contrae adheren- 
cia con las partes musculares mas inmediatas. Regularmente se hace 
la gastrorafia después de la operación cesárea. * 

Gastrotomia. (CYr.) * La gastrotomia es una abertura que 
hacemos en el vientre con una incisión que penetra en su capacidad, 
ya para extraer algún cuerpo, ó para hacer entrar otra vez en él al- 
guna parte que se habia salido. Esta operación se ha practicado con 
buen suceso para dar salida á la sangre derramada en el vientre de 
resultas de alguna herida penetrante en aquella parte. La operación 
cesárea y la litotomia son dos especies de la gastrotomia- En el pri- 
mer caso se hace la abertura del vientre para que se pueda hacer 
incisión en la matriz, y sacar de ella un feto que no ha podido pa- 
sar por las vias regulares. (V. operación cesárea.) En el segundo 
caso se penetra la vexiga por cima del hueso pubis, y se extrae de 
ella la piedra. (V. litotomia.) 

La gastrotomia se ha usado para sacar por medio de una inci- 
sión en el estomago algunos cuerpos extraños detenidos en aquella 
viscera. La historia de Prusia y varios autores refieren que un labra- 
dor de aquel pais sintiéndose con dolor de estómago , se introduxo 
muy adentro del esófago el mango de una navaja para excitar el vo- 
mito ; la navaja se le escapó de los dedos y se le introduxo en el 
estómago. Todos los Médicos y Cirujanos del pais creyéron que 
para evitar los accidentes á que se hallaba expuesto aquel hombre 
era preciso hacer una incisión en las partes continentes del vientre y 
en el estómago para sacar de allí aquel cuerpo extraño: efectiva- 
mente Daniel Schwaben, Cirujaao litotómico, hizo aquella opera- 
ción , y el enfermo sanó dentro de muy poco tiempo. En la biblio- 
teca Electoral de Konisberg se conserva la navaja y el retrato del 
paisano á quien le sucedió aquel accidente. Hay otros varios exem- 
plares de haber sido practicada felizmente la gastrotomia. Mr. He- 
vin , después de haber establecido la posibilidad y la necesidad de 
aquella abertura , fundado en varias experiencias, da reglas sacadas del 
mecanismo del estómago para asegurar el buen éxito de la opera- 
ción. Las observaciones juiciosas que hace sobre el estado de pleni- 
tud , ó de vaciedad del estómago , son muy importantes , y el mé- 



GEL 335 

todo que prescribe es de la mayor seguridad. (V. el primer tomo 
de las Memorias de la Real Academia de Cirugía de París , ar- 
tículo de los cuerpos extraños detenidos en el esófago.) La inci- 
sión del vientre puede tener uso también para extraer algún cuerpo 
extraño detenido en los intestinos. * 

GAUBIO. (Gerónimo David ) (Biog.) [Discípulo del célebre 
Boerhaave , que él mismo le hizo Doctor y Catedrático de Medici- 
na en la Universidad de Leyden , donde tomó Gaubio la borla el 
año de 1725. Este Médico escribió varias obras que han merecido 
mucho aprecio, y que su Maestro no hubiera desaprobado, y son 
las siguientes: 1. a Disertatio inauguralis de solidis humani cor- 
poris partibus. Leyden 1725 , en 4. 0 : 2. a Libellus de methodo 
concinandi formulas medie amentar um. Leyden 1739 y 1767, en 
8.°, en francés. Paris 1749, en 12. 0 : 3. a De regimine mentís quod 
Medicorum est. Leyden 1747: 4- a Institutiones palhologice medi- 
cinalis. Lugduni Batavorum 1758, 1767, 1775 en 8.° Mr. Sue el 
joven, Cirujano de Paris, ha traducido esta obra en francés, y la ha 
impreso en dicha ciudad en 1770, en 8.°: 5. a Adversarium varii 
argumenti líber unus. Leyden 1 77 1 , en 4. 0 ] 

GELATINA. (Mat. Méd.) Se llama así en Química una subs- 
tancia que se extrae de las materias animales por medio del agua hir- 
viendo , y que disuelta en este líquido caliente le comunica la propie- 
dad de convertirse por el enfriamiento en una masa homogénea de una 
consistencia blanda mas ó ménos transparente , de un sabor insípido 
ó dulce derretible por el calor y disoluble en agua, especialmente 
caliente, formando lo que se llama jalea quando está blanda, aunque 
coerente , y lo que se llama cola quando está espesa y desecada. Es- 
ta gelatina se agria espontáneamente al ay re caliente, da poco amo- 
niaco en la destilación, y al contrario cierta cantidad de ácido piro- 
mucoso; pero su carácter mas interesante, así para la Medicina co- 
mo para la Materia Médica , es de ser alimenticia, y de convertirse 
pronto y fácilmente en nuestra substancia. Baxo este punto de vista 
la gelatina y todas las substancias animales que la contienen y sumi- 
nistran en gran abundancia, se emplean ventajosamente como ali- 
mento dulce, relaxante &c. Este conocimiento ilustra al Médico 
acerca del uso y la prescripción de las carnes blancas de los anima- 
les tiernos acerca de la preparación de los caldos medicinales, y de 
la relación de propiedades entre estos diferentes medicamentos. 
(V. las palabras alimentos, animales, caldos, carne &c.) F. 
Las gelatinas medicinales que se hallan en nuestra Farmacopea son 
las siguientes. 

Gelatina de cuerno de ciervo. ly Raspaduras muy finas 
de cuerno de ciervo y lavadas, media libra; agua quatro libras. Se 
cuecen en un vaso de barro vidriado, hasta que el vehículo referido 



33^ GEL 

se pegue á los dedos. A cada libra de este líquido colado por ex- 
presión, se añade onza y media de azúcar blanca , y un escrúpulo de 
tartrite acídulo de potasa. Se clarifica con clara de huevo. 

Gelatina de grosella. ly. Azúcar blanco dos libras; agua 
diez libras. Se clarifica y cuece hasta que tome la consistencia de 
trociscos. Se añade del xugo de las bayas de grosella recien expri- 
mido, y de agua pura, de cada cosa una libra. Se vuelve á cocer de 
nuevo hasta que tenga la dureza de gelatina, y secuela. Del mi«mo 
modo se hacen las gelatinas de los frutos de la sangüesa , de los mem- 
brillos , de la fresa y otras semejantes. 

Gelatina animal. ( Fistol.) Se da este nombre á un xugo 
plástico disoluble en el agua, que llena los intersticios de todas las 
fibras , así en las partes blandas como en las duras ; pues la gelatina 
animal puede sacarse por medio de la cocción fuerte, no solamente 
de los cuernos, huesos y cartílagos, sino también de las carnes, ten- 
dones, ligamentos, cút ; s, membranas, vasos, nervios, glándulas, y 
todas las visceras. También se encuentra en el suero de la sangre, en 
la linfa de los vasos linfáticos y otros humores no excrementicios. 
Quando está en forma fluida se le da el nombre de caldo, quando 
en forma seca cola , y quando ha ido preparada esta por la cocción de 
las vexiguillas y otras partes de los pescados mayores, se llama iztio- 
cola, cola de pescado ó cola de peces. Las propiedades de la gelatina 
animal son, olor ninguno: sa-bor blando , simple: color blanquecino: 
su consistencia quando la gelatina todavía es algo fluida , puesta al 
ambiente se reduce á una masa plástica, espesa, trémula y transpa- 
rente. Es enteramente soluble en el agua , y también en los ácidos; 
pero no en el alcohol ó espíritu de vino. Los ácidos la espesan algún 
tanto; pero sin embargo queda mezclada con el agua. Los álcalis 
puros la disuelven; pero descomponiéndose al mismo tiempo, exhala 
una gran porción de álcali volátil. Al grado de calor del agua hir- 
viendo no se coagula como el albúmen del suero , y no se inflama 
al fuego seco. No contrae combinaciones con los aceytes y resinas. 
La cola ó gelatina seca atrae precipitadamente el agua de la atmós- 
fera, y se reblandece, como lo prueban en el tiempo húmedo las 
tablillas de los escritorios pegadas con cola. Hay degeneración es- 
pontánea con el caldo y la gelatina puestos al ayre atmosférico, prin- 
cipalmente en verano, pues principian desde luego á acedarse un po- 
co , á causa del principio azucarado que contienen ; pero después se 
corrompen, y despiden un fetor insoportable. 

Los principios constitutivos parecen ser: i.°el agua, de 20 onzas 
de este líquido salen por la destilación 18 de agua insípida que se 
corrompe fácilmente: 2, 0 el azúcar, pues la gelatina seca cocida con 
dos partes de ácido nitroso da el ácido oxálico y el málico: 3. 0 el 
gluten gelatinoso , pues mezclándola con el ácido nítrico exhala 



GEN 337 

una gran cantidad de ázoe; y la cola da por la destilación seca los 
productos ígneos del gluten animal, á saber, el álcali volátil, el 
aceyte empireumático, y el carbón animal, que consta de tierra ani- 
mal y carbón: 4. 0 el muríate de sosa y la cal fosfórica: el carbón 
dexa estos dos principios por la incineración. 

Los usos de esta gelatina son suministrar el xugo nutritivo á to- 
do el cuerpo ; por cuya razón es llevada por las arterias mínimas 
con la sangre á todas las partes del cuerpo, así duras como blandas, 
y depositada en los intersticios de las fibras, que constituyen el pa- 
renquima propio de cada parte: á los huesos llega impregnada de 
tierra animal. La circulación de esta gelatina es lenta, pero conti- 
nua, como lo prueba el tinte encarnado que adquieren los huesos de 
los animales que pastan la rubia, cuyo color desaparece insensible- 
mente si se interrumpe el pasto de esta raiz. Plenk. 

GELATINOSO. {Mat. Méd. ) Esta palabra se emplea para de- 
signar los medicamentos que contienen gelatina , ya sea naturalmente 
como en los alimentos de naturaleza animal, las carnes y todas las 
partes blandas de los animales jóvenes, ya sea por una preparación 
artificial , como en los caldos , la jalea , los extractos de carnes &c. F. 

GEMELOS, (músculos) (Anat.)So, da este nombre á dos mús- 
culos bastante parecidos el uno al otro, que forman la mayor parte 
de la pantorrilla, que ios griegos llaman gastroenemia , y por lo que 
se suelen llamar por los Anatómicos también á estos músculos gas- 
tronemios. Están situados debaxo de los tegumentos uno al lado del 
otro, y se extienden desde los cóndilos del lémur hasta la parte pos- 
terior del calcáneo. Sus ataduras son á las impresiones musculares, 
que están un poco mas arriba de la parte posterior de ambos cóndi- 
los del fémur, y después terminan con un tendón común en la tu- 
berosidad del calcáneo. Sus usos son extender rectamente la pierna. 

GENCIANA. ( Mat. Méd.) Llamada por Linneo gentiana. lú- 
tea. [Esta planta, que se cria con abundancia en los Alpes y en otras 
partes, es una de aquellas cuyas virtudes son ménos dudosas: su raiz, 
que es la parte de que se hace uso en Medicina , es cilindrica del 
grueso de un dedo ó de una pulgada , y su parenquima es de un roxo 
amarillento, su olor baxo, y su sabor muy amargo. 

Le sirven de disolvente el agua, el vino, la cerveza y el espíritu 
de vino , pero un menstruo espirituoso es mas á propósito para obte- 
ner su extracto, que entonces sale mas acre que el que se obtiene por 
medio del agua. Las virtudes tónicas, vermífugas y antisépticas de 
3a genciana son muy conocidas , y hay muy pocos vegetales de Eu- 
ropa que se asemejen en sus propiedades á la quina como este; y así 
es que se puede emplear con utilidad en la atonía, las enfermedades 
caquécticas, la gota, la ictericia, las calenturas intermitentes &c] 

GENERACION. (Fisiol.) Damos este nombre á una función 

TOMO IV. VV 



33 8 GEN 

por la qual un animal produce á otro semejante suyo; y para veri- 
ficarse se hace absolutamente precisa la cópula 6 unión del macho 
con la hembra, y el nuevo ser resulta de los agentes y operaciones 
de uno y otro sexo. Por estoserá necesario, para conocer mejor lo 
que pasa en la generación , tener á lo menos una tintura de las par- 
tes, que el autor de la naturaleza ha dado á uno y otro sexo para 
perpetuar la especie, sin entrar en grandes pormenores; contentán- 
donos con exponer brevemente de cada una de las partes que sirven 
para la generación lo mas preciso de su estructura, á fin deque esta 
leve descripción pueda facilitar el conocimiento de la importante 
función de que vamos á tratar. 

De las partes del hombre que sirven para la generación. 

Estas pueden dividirse en las que separan el semen , las que lo 
conservan después de separado, y las que están destinadas á trans- 
mitirlo afuera. Algunos las dividen en cinco clases: en las que re- 
ciben y llevan la materia del semen; en las que lo separan; en las 
que lo conducen quando está separado; en las que lo conservan al- 
gún tiempo, y finalmente en las que lo conducen afuera. Las arte- 
rias espermáticas están en la primera clase; la segunda pertenece á 
los testículos ; la tercera al canal deferente ; la quarta á las vesículas 
seminales; y finalmente el miembro viril es el que compone la quin- 
ta clase. 

Los testículos están reconocidos generalmente como los órganos 
secretorios del licor seminal. Estos cuerpos ovales, achatados por los 
lados, que regularmente son dos, algunas veces tres, y rara vez uno 
solo, están situados en la parte inferior del abdomen, y mantenidos 
en su lugar por el cordón espermático, y por diferentes túnicas, que 
las unas sirven á los dos testículos juntos, y las otras están destina- 
das para cada testículo en particular. El escroto y el dartos están 
en la primera clase. El escroto es aquella bolsa formada por la pro- 
longación del cutis y texido celular , y dividido en parte derecha y 
en parte izquierda , por una línea llamada rafe , que se siente y per- 
cibe fácilmente. El dartos , situado baxo del escroto, es una membra- 
na carnosa, ó un músculo cutáneo, que es susceptible de contrac- 
ción en las diferentes circunstancias , arruga la piel á que se halla unida. 
Estas arrugas se notan particularmente con el frió, que lo condensa 
todo, y en el acto venéreo, en que el músculo se pone en contrac- 
ción. Esta tela da á cada testículo una casilla particular, lo que no 
hace el escroto. ( V. escroto y dartos.) 

Las túnicas propias de los testículos son: i.° la musculosa for- 
mada por la expansión del músculo cremaster (V. este artículo.) , y 
destinada á comprimir el testículo: 2. 0 la túnica vaginal así llamada, 



GEN 339 

porque envuelve el cordón espermático y el testículo á modo de 
una vayna: está formada por la prolongación del peritoneo : 3. 0 la 
túnica albugínea, así llamada por su blancura, cubre inmediatamen- 
te el testículo y el epidídimo sin extenderse mas allá. 

La substancia de los testículos se compone de unos vasos peque- 
ños doblados y amontonados á manera de un ovillo, separado sin em- 
bargo por unas membranas que salen de la túnica inmediata del tes- 
tículo. Estos vasos pequeños son la continuación de las arterias es- 
permáticas, y de esto se puede juzgar de su delicadeza. Aquellos fi- 
lamentos y los vasos se distinguen mejor en un testículo macerado; 
y la preparación anatómica prueba, por un cálculo sencillo, que to- 
da la substancia de un testículo regular puede dar un hilo de cien 
leguas de largo. La reunión de aquellos pequeños vasos forma en 
cada testículo unos doce vasos mayores, que llegando á la cabeza 
del epidídimo se reúnen en un solo conducto , y este va á formar 
de cada lado el conducto ó canal deferente. Este se une al cordón 
espermático, y lo acompaña hasta después de haber pasado el ani- 
llo del músculo grande obliqüo , que es donde se separa, y de allí 
baxa á la parte posterior de la vexiga. El canal deferente de cada 
lado va finalmente á las vesículas seminales donde deposita el licor 
prolífico , y continúa luego hasta en medio de la próstata , donde for- 
ma un conducto» eyaculatorio. 

Las vesículas seminales deben mirarse como depósitos, cuya fi- 
gura imita bastante á una pera achatada, cuya punta va á atravesar 
la próstata por un conducto bastante estrecho que se une al canal 
eyaculator, y va á parar en medio del veru-montano. 

Si por el canal deferente inyectamos las vesículas seminales , ve- 
mos que las circunvoluciones de aquellos pequeños depósitos no imitan 
mal las circunvoluciones de nuestros intestinos; aquellos contornos 
favorecen mucho la detención del semen , que llegando á las vesícu- 
las puede ir adelante , pero no tiene la libertad de retroceder. 

La próstata es una glándula situada en el cuello de la vexiga, 
que toca la parta posterior de la uretra, y sirve para separar de la 
sangre un humor grueso y blanquecino destinado á moderar la acti- 
vidad del semen, con el qual no dexa de unirse en la eyaculacion. 

Solo nos falta hablar de las partes destinadas á transmitir el se- 
men hácia fuera, esto es, del miembro y la uretra. 

El miembro viril, conocido también con el nombre de priapo, 
se compone de dos cuerpos cavernosos ó dos especies de cañones, 
mas ó menos largos, según la diversidad de los sugetos. La substan- 
cia de estos cuerpos es un texido esponjoso guarnecido de casillas 6 
celdillas que se comunican no solo entre sí , sino también con las del 
cuerpo inmediato, como lo comprueba la inyección del miembro 
viril y la erección natural. Estos cuerpos están arrimados uno á otro, 



3p GEN 

y como su figura es casi cilindrica, dexan dos intervalos, el uno su- 
perior y lleno de vasos sanguíneos, el otro interior, mayor y ocu- 
pado por la uretra, que también hace parte del miembro. Los cuer- 
pos cavernosos están fuertemente pegados por su raíz á la rama del 
hueso isquion y á la rama inferior del hueso púbis hasta la sínhsis, 
donde se encuentran y se unen. 

La uretra es un canal situado baxo los dos cuerpos cavernosos, 
contiguo á la vexiga , para dar salida á la orina , y también da paso al 
semen. Este canal membranoso en su origen, en donde es mas an- 
cho, ofrece en lo demás de su extensión el diámetro de una pluma 
de escribir algo gruesa. Aunque interiormente sea liso, se notan sin 
embargo algunos claros destinados á suministrar un humor viscoso 
y pegajoso que lubrifica el canal. Finalmente este conducto termina 
con una eminencia algo redondeada y cónica , que se llama la glande. 

El miembro viril tiene seis músculos, tres de cada lado; á saber, 
los erectores, los aceleradores y ios transversales. Algunos anatómi- 
cos le dan quatro aceleradores , y algunas veces quatro transversa- 
les, lo que haria el número de diez músculos para el miembro quan- 
do se encuentran los quatro transversales. Los primeros vienen del 
lado interno de la tuberosidad del isquion , y terminan en los cuer- 
pos cavernosos que abrazan. Los segundos están pecados delante del 
esfinter del ano, abrazan la vulva de la uretra, baxo la qual pasan y 
se terminan en las partes laterales externas de los cuerpos caverno- 
sos de los ramos del hueso púbis. Los músculos transversales nacen 
baxo la forma de unos pequeños planos carnosos de la parte superior 
de la rama del isquion , y van á terminar en la parte posterior del 
vulvo de la uretra para ensancharla quando obran. 

El miembro viril recibe sus arterias de las hipogástricas y de las 
crurales: las venas van á parar á los vasos del mismo nombre: los 
nervios le vienen de los pares sacros, de los últimos pares lumbares, 
y recibe también algunos filamentos del intercostal, que vienen del 
plano renal. No hablaremos aquí del uso de las partes que acabamos 
de describir; pues que nuestro designio es entrar en el por menor 
de las funciones de estos órganos , después de haber hablado de las 
partes genitales de la muger. 

De las partes genitales de la muger. 

Estas partes se han dividido comunmente en externas é internas* 
á saber, el púbis ó empeyne, el monte de venus, los grandes labios 
de la vulva, la horquilla, la fosa navicular, el perineo, las ninfas 
el clítoris; el meato ú orificio orinario, y el orificio de la vagina es- 
tan comprehendidos en la primera clase: ia matriz y sus dependen- 
cias son las partes internas , y de estas importa mas principalmente 



GEN 341 

estar instruido para comprehender la generación. Sin embargo di- 
remos dos palabras sobre las partes externas. 

El empeyne es aquella parte inferior del vientre, ó aquella re- 
gión del pubis que se llena de pelo en la edad de pubertad. En esta 
región se observa una eminencia á manera de un coxin, formada por 
la gordura que tienen los tegumentos de esta parte: algunos le han 
dado el nombre de monte de venus, aunque sea la misma región que 
la del pubis. Algo mas abaxo se observan dos dobleces del cutis, 
que llamamos los grandes labios; y di espacio que hay entre ellos se 
le ha puesto el nombre de vulva. Estos se unen en la parte inferior, 
y el ángulo que forman se llama la horquilla. Allí se halla un peque- 
ño ligamento con una ligera cavidad, que toma el nombre de fosa ó 
hoya navicular. Entre la unión de los grandes labios por su parte 
interior y el ano se ve un espacio que se llama el perineo. Separan- 
do los grandes labios se perciben dos cuerpos esponjosos de figura 
triangular, y á estos se les ha llamado las ninfas. El clítoris es aque- 
lla eminencia que puede notarse fácilmente baxo la unión superior 
de los grandes labios, y este cuerpo cónico parece que tiene la mis- 
ma substancia del miembro viril del hombre. Baxo el clítoris hay 
una abertura que se conduce á la vexiga, y que se llama el meato 
orinario, que es el orificio de la uretra de la muger , que es mas 
corta y mas ancha que la del hombre , y así es mucho mas fácil el 
sondear á una muger ; un poco mas abaxo se nota la vagina ó el 
principio de aquel conducto que comunica á la matriz. Las vírge- 
nes tienen el todo ó parte de aquella abertura cerrada por un círcu- 
lo membranoso, que se llama el himen, y que toma el nombre de 
carúnculas mirtiformes quando por una causa qualquiera ha sido 
dividido. 

La matriz , que es necesario conocer bien para comprehender el 
mecanismo de la generación, es una viscera propia de la muger, si- 
tuada en la región hipogástrica del abdomen, entre el recto y la 
vexiga. Su figura imita poco mas ó menos á una pera achatada por 
delante y por detras; pero esta figura varía según la edad y los di- 
ferentes estados en que se halla la muger. Lo mismo sucede en su 
volumen , que es muy diferente en una muger preñcda que en una 
virgen. La substancia de la matriz es un tejido espeso de un prodi- 
gioso número de vasos de todo género, y sobre todo sanguíneos, 
acompañados de muchas fibras musculares, que según un Anatómico 
moderno , tienen las direcciones contorneadas , y forman unos 
planos carnosos capaces de fortificar considerablemente aquella visce- 
ra, y favorecer á su acción. Los nervios, que se distribuyen en gran 
número en esta viscera vienen del intercostal y los pares lumbares, 
que le dan mucha sensibilidad : las arterias le vienen de las espermáticas 
y de las hipogástricas: las venas llevan la sangre superfina á los troncos 



342 GE N 

del mismo nombre. Aunque la cavidad de la matriz es considerable 
en una preñez adelantada, sin embargo en el estado actual y ordi- 
nario , es bastante pequeña , de figura poco mas ó ménos triangular, 
y un poco prolongada hacia el cuello. De las partes superiores y la- 
terales de esta viscera salen dos conductos llamados las trompas de 
Falopio , estrechos en su origen, y que luego se van ensanchando al 
paso que se apartan del cuerpo de la matriz, y están colocados en 
el doblez del peritoneo, que forma el ligamento ancho de la matriz. 
Cada trompa se termina en una especie de franja en forma de un 
embudo: á esta franja se da los nombres de porción franjada , ma- 
nos de la trompa , pabellón de la trompa , morsus diaboli &c. Una 
porción de esta franja se halla unida al ovario por medio de los li- 
gamentos anchos. 

Los ovarios , en número de dos , uno de cada lado , son dos cuer- 
pos algo ovales y achatados , situados en la cara interna de los hue- 
sos íleos, pegados á las partes laterales y superiores de la matriz 
por un ligamento, que los antiguos habian llamado impropiamente 
vaso deferente, pues en él no se descubre cavidad ninguna. En los 
ovarios se notan varias vesículas, poco mas ó ménos semejantes á los 
huevos de carpa, y estos huevos se cree que son las partes que con- 
tienen en compendio el animal, de modo que no se hace casi diferen- 
cia entre la generación de los ovíparos y la de los vivíparos. Luego 
se tratará de esto largamente. 

Llamamos ligamentos redondos á dos prolongaciones, una de 
cada lado, ó á dos especies de cordones celulares y vasculares que 
vienen de las partes laterales del fondo de la matriz , que salen del 
abdomen por los anillos de los músculos obliqüos, y vienen á termi- 
narse en forma de pie de ganso al cútis de los grandes labios. 

En fin , la matriz por su cuello ó por su parte inferior se abre 
en la vagina, que es un conducto carnoso y membranoso, guarne- 
cido de un gran número de arrugas que van desapareciendo al paso 
que el feto va creciendo en la matriz, y que están continuamente 
bañadas por un humor viscoso filtrado por unos pequeños granos 
glandulosos de que está guarnecido el interior de la vagina. 

Del semen. 

El semen , como todos los demás humores de nuestro cuerpo, está 
contenido en la sangre, y es una parte de ella: tiene, como los demás 
fluidos, sus órganos destinados á separarlo de la sangre, no permi- 
tiendo aquella secreción á los demás humores del cuerpo, que para 
esto tienen también sus vasos propios. Las arterias espermáticas, es 
decir, las arterias que llevan la sangre al testículo, vienen inmedia- 
tamente de la parte anterior de la aorta , un poco mas abaxo de las 



GEN 343 
arterias emulgentes. AI baxar andan un cierto trámite acompañando 
á las venas espermáticas , con las quales se hallan unidas por el texi- 
do celular. Hacia el anillo de los músculos obliqüos externos del 
abdomen encuentran los nervios de los testículos y los conductos 
deferentes que vuelven de allí, y con los quales se unen por medio 
de la túnica vaginal , formando el cordón llamado de los vasos es- 
permáticos. (V. cordón.) Cerca del testículo se dividen las arte- 
rias en varios ramos, que los unos se distribuyen en el testículo, y 
los otros van á parar al epidídimo, que no es mas que una conti- 
nuación ó una prolongación del testículo. Las venas espermáticas, 
volviendo de allí cargadas de la sangre superflua , se dividen en un 
gran número de ramitas , que se reúnen luego en varias ramas , cuyo 
enlace forma una especie de cuerpo piramidal , que se llama pampi- 
niforme. El tronco de la vena cava inferior recibe regularmente la, 
vena espermática derecha mas abaxo de la emulgente, y la vena, 
emulgente izquierda recibe la vena espermática izquierda. 

La sangre , llevada por las arterias al testículo, halla en su substan- 
cia un prodigioso número de vasos plegados sobre sí mismos, y amon- 
tonados unos sobre otros. Estos vasos muy sutiles y muy largos 
pueden tomar de la sangre las partes mas finas, mas sutiles y mas 
espirituosas; y como se necesita bastante tiempo para recorrer aque- 
lla multitud de circunvoluciones de los vasos , puede creerse que el 
semen separado puede en parte perfeccionarse en aquella larga con- 
tinuación de vasos: digo en parte, porque saliendo del testículo y del 
epidídimo, que está contiguo á él, pasa al canal deferente que va 
á depositarle en las vesículas seminales; y en este depósito es en 
donde recibe todas las qualidades que pueden hacerle verdadera- 
mente prolífico. También en este lugar es donde se puede juzgar me- 
jor del color y de la naturaleza del semen , pues aunque al salir de 
la uretra le veamos blanquecino, pegajoso y espeso, no debemos mi- 
rarlo como tal en su naturaleza, porque el humor que sale de la 
próstata se mezcla siempre con el semen , y le sirve de vehículo ; y 
así no todo lo que sale en una eyaculacion es semen puro, pues este 
nombre solo conviene á la materia contenida en las vesículas se- 
minales. 

Á la edad de pubertad, es decir, cerca los doce ó catorce años 
poco mas ó ménos , según la naturaleza de los sugetos , es quando 
la acción de la materia prolífica se hace sentir y produce en nosotros 
variaciones muy notables. Empieza á crecer pelo en las partes geni- 
tales, y sentimos cierto movimiento, que nos anima y nos excita: 
la memoria y la imaginación toma mas actividad; y la voz, ponién- 
dose mas grave . puede baxar á dos octavas. Quando alguna enferme- 
dad obliga á cortar los testículos á un hombre robusto , y que se 
hace la operación sin atacar lo restante del cuerpo, el hombre ex- 



344 GEN 

perimenta efectos muy singulares: se cae la barba; se muda y adel- 
gaza la voz , y varían considerablemente todas las afecciones del 
alma. Es cierto que la operación de la castración impide que el se- 
men refluya en la sangre, como acostumbra hacerlo en el estado na- 
tural ; y con esto es fácil explicar las mudanzas de que hemos ha- 
blado. 

Como á la edad de pubertad sale una gran porción de pelo, po- 
dría concluirse de ahí, que una persona será masó menos inclinada 
á los placeres de la venus, según tenga mas ó menos pelo, si la ex- 
periencia no desmintiese esto muchas veces. 

El semen bien formado y perfeccionado deteniéndose en las ve- 
sículas, tiene la libertad, según se cree comunmente, de volver en 
parte á la masa de la sangre por medio de unos vasos muy finos y 
delgados, que van á parar á las vesículas: circulando con la sangre 
y regando todas nuestras partes, obra todas las mudanzas de que 
hemos hablado; observando no obstante medidas y términos mas ó 
menos extensos , según la diversidad de los temperamentos. Esta 
diversidad puede también contribuir á hacernos mas ó ménos sensi- 
bles á los placeres de la venus. 

Á la edad de pubertad es quando empezamos á sentir que somos 
capaces de perpetuar la especie humana, y esto se manifiesta en la 
erección del miembro. Para explicar tísica y mecánicamente este 
fenómeno, es menester atender á que la sangre, llevada por las ar- 
terias á la substancia del miembro viril, esto es, á los cuerpos ca- 
vernosos ( V. este artículo. ) , hincha dichos cuerpos cavernosos, 
porque las venas no tienen la libertad de desocupar inmediatamente 
el miembro viril , que se halla también sobrecargado de una influen- 
cia considerable del influxo nervioso, que la idea del placer ha 
llevado sobre aquella parte. El miembro en erección se afianza en 
su parte anterior sóbrelos huesos pubis, que comprimen la vena, im- 
pidiendo que se desocupe de una cantidad de sangre tan grande co- 
mo le llevan las arterias. Aquella sangie superflua se coloca en las 
celdillas de la substancia esponjosa del miembro, y por consiguiente 
aumenta su volumen. Por otra parte el influxo de los nervios obran- 
do sobre los músculos erectores, y estos produciendo también so- 
bre la parte el movimiento , á que los ha destinado el autor de la 
naturaleza. Este influxo nervioso puede obrar también en la subs- 
tancia del miembro , sea que lo dirija allí el acto de la voluntad, 
sea que dicho influxo siga el camino trazado , y que vaya á espar- 
cirse en el miembro: quando la erección ha durado algún tiempo, 
sucede muchas veces que el semen sale de las vesículas, y atravie- 
sa la próstata, donde se mezcla con el humor de aquella glándula, 
y sigue su camino por el canal de la uretra. Los músculos acelera- 
dores obran entonces con fuerza, y tiran á expeler aquella materia 



GEN 345 

espirituosa , que produce en todo el cuerpo aquel eretismo y movi- 
miento convulsivo en los órganos destinados para inclinarnos á per- 
etuar la especie. El sueño, aquel estado en que parecemos insensi- 
les á todo, no está exento de las evacuaciones del semen: las ve- 
sículas seminales , demasiado cargadas de materia prolífica , inten- 
tan entonces descargarse de ella para que se reponga otra. El se- 
men toma entonces naturalmente el conducto que debe darle sali- 
da; al pasar suministra espíritus que pueden dar tensión á las par- 
tes , y se sale afuera. 

El miembro viril puesto en erección tiene la tensión y la tesu- 
ra conveniente para ser introducido en el vagin , y recibir en aque- 
lla estrecha cárcel las frotaciones que deben hacer salir el semen, 
según se explicará en el artículo siguiente. 

De la concepción. 

El nacimiento de un hombre, de un insecto ó de un animal qual- 
quiera , y la aparición de una planta, que taladra la tierra para cu- 
brirla con su verdura , han suministrado á todos los hombres que 
piensan un problema, cuya solución debia interesar singularmente su 
curiosidad. Desde los tiempos mas remotos se han hecho tentativas 
para averiguar el proceder de la naturaleza en esta materia; pero 
en vano una multitud de hombres ingeniosos y profundos han pro- 
curado recoger observaciones sobre este punto ; en vano los genios 
mas arriesgados han analizado este hecho capital: la sucesión de los 
siglos no presenta mas que una sucesión de errores ; y mientras 
que las tinieblas mas espesas encubrian siempre á los ojos de los 
Fisiologistas razonables el secreto de la generación, las ideas mas 
extravagantes, las mayores contradicciones, y el disfraz mas inco- 
herente de la naturaleza eran toda la ciencia de los que se preciaban 
de explicar sus fenómenos. 

Algunos pensaron que el humor que un placer voluptuoso hace 
derramar á la muger, exprimiendo aquellas glándulas cuyos orifi- 
cios corresponden á la matriz y á la vagina, eran un verdadero se- 
men igualmente prolíñeo, y semejante al del hombre; y de ahí 
concluían que de la mezcla de las dos semillas por el coito ó có- 
pula se formaba el nuevo animal dentro del útero. 

Hipócrates creyó que el concurso y mezcla de los dos sémenes 
era absolutamente necesario para la formación del feto; y se funda- 
ba en las siguientes razones: i. a la muger tiene semen como el hom- 
bre (esto lo daba por averiguado): 2. a siente el mismo placer;. 3. a la 
ternura hácia los hijos es igual por ambas partes: 4. a los hijos se pa- 
recen igualmente al padre y á la madre en la figura y en el carácter. 
Este sistema ha durado varios siglos sin el menor obstáculo; en estos 

TOMO IV. XX 



346 GEN 

últimos tiempos es quando varios Fisiologistas empezaron á decla- 
rarse contra él; pero los mas de ellos conservando todavía el espí- 
ritu de las escuelas , no abandonáron un sistema sino para abrazar ó 
formar otro mas ridículo. 

Los mas han convenido que la muger no tiene verdadero semen, 
y que el humor que se habia llamado tal ,no es mas que un licor des- 
tinado á lubrificar ó humedecer el interior de las partes genitales, 
que sin esta precaución se destruirian por medio de la frotación. Han 
convenido también en admitir una especie de huevo existente en el 
cuerpo de la muger , y unos animalillos espermáticos contenidos 
en el semen del hombre , declarando á unos y otros como absolu- 
tamente necesarios para la generación. Al ir á combinar estos com- 
ponentes es quando se han separado en mil sistemas. 

Hartsoeker y Loubenek aseguraban que con su microscopio habían 
descubierto millares de animales en la pequeñísima porción de se- 
men que cabe en la punta de una aguja muy delgada : este delirio 
ha parecido tal por la sola circunstancia de citarse el microscopio, 
pues seguramente si aquellos facultativos, en lugar de apoyar su 
opinión en los microscopios , la hubiesen apoyado en tres ó quatro 
palabrotas insignificantes, se les hubiera creído baxo su palabra, y se 
les habrían admitido quantos millares de animales hubiesen queri- 
do. Seguramente no hay como hablar á los hombres con obscuri- 
dad , y al mismo tiempo con un tono decisivo , para hacerles admitir 
sin repugnancia los mayores absurdos. 

El sistema de Loubenoek era que el animal vivo contenido en 
el semen se introducía en el huevo de la muger, y lo conducía por 
la trompa hasta la matriz, donde se iba alimentando, y adquiría los 
varios grados de acrecentamiento. Andry, Hartsoeker, Dalempazio, 
HofFman y otros adoptaron este sistema , esmerándose cada uno en 
añadirle nuevas extravagancias, que han sido refutadas sucesivamente 
por Lister , Vallisnieri , Carnerario, Bourguet, Verheyen , Blayer, 
Lionet y algunos otros ; fundándose entre otras razones en que otros 
varios líquidos animales y vegetales contienen animalillos enteramen- 
te semejantes á los que efectivamente contiene el semen. 

El sistema deBuífon, despojado de todo el aparato filosófico, se 
reduce á que la materia que sirve de alimento á un animal qualquie- 
ra , y lo mismo á un vegetal , introduciéndose en todas las partes del 
cuerpo, halla en cada una de ellas un molde que la convierte en una 
substancia semejante á aquella parte ; de modo que todas las partí- 
culas que van á un brazo, por exemplo, quedan convertidas en 
otros tantos brazos; las que van á una oreja en otras tantas orejas, 
y así de todos los demás miembros. Luego el sobrante de esta ma- 
teria pasa á un cierto receptáculo, y allí poniéndose cada miembro 
en su lugar, forman un cuerpo enteramente semejante al que les ha 



GEN 347 

servido de molde. Este es el sistema de Buífon, que no ha parecido 
claro y convincente sino por lo mismo que era inteligible. 

Creeríamos perder el tiempo inútilmente si nos detuviésemos en 
refutarlo seriamente , haciendo ver los errores groseros en que ha 
caido el autor , ignorando hasta los primeros principios de la Ana- 
tomía , fundándose en cosas que no existen, tales como por exem- 
plo , el semen de las hembras; y negando redondamente la existen- 
cia de otras, tal como el himen,que si en algunas mugeres no exis- 
te no es por culpa de la naturaleza; pero dexemos á un lado to- 
dos los sistemáticos , y veamos lo que nos dicen los verdaderos Fi- 
lósofos, esto es, aquellos que estudian y observan antes de enseñar, 
y que tienen bastante franqueza para confesar su ignorancia quando 
la naturaleza no se descubre á sus ojos. Los trabajos de algunos bue- 
nos observadores han aclarado algo esta parte tan interesante de la 
naturaleza; pero es menester confesar que en este punto de Fisio- 
logía es todavía muy poco lo que se sabe. 

Bonnet, por medio de una análisis profunda, habia adivinado el 
modo de obrar de la naturaleza en esta parte; Haller lo descubrió 
en su excelente trabajo sobre el pollo en el huevo, y Spalanzani lo 
ha puesto á toda luz en las asombrosas Memorias que ha publicado 
sobre este asunto. El c iglo de estos tres observadores es el que pre- 
senta un ensayo precioso sobre la historia de la generación , en lu- 
gar de las Novelas que hasta ahora habían ocupado su lugar. Sobre 
todo el grande Spalanzani es el que ha sabido luchar victoriosamen- 
te con la naturaleza, y producir artificialmente los mismos efectos 
que ella nos manifiesta continuamente, y cuyos medios nos habia 
ocultado hasta ahora. Con la exactitud de sus imitaciones prueba la 
solidez de sus descubrimientos; y demuestra las verdades que ense- 
ña, poniendo baxo los sentidos los elementos de su demostración. 

Para dar mejor á conocer el valor de los trabajos y descubri- 
mientos de Spalanzani, me parece necesario dar una idea del pro- 
blema fisiológico , que se acaba de resolver; de las dificultades que 
ha tenido que vencer, y de los buenos resultados que ha logrado. 

Aunque el número de los sistemas imaginados para explicar el 
fenómeno de la generación sea mas considerable, pues así como no 
hay mas que un camino que nos conduzca á la verdad , son infini- 
tos los que pueden desviarnos de ella; sin embargo todos ellos pue- 
den reducirse á dos principales , considerando á los demás como mo- 
dificaciones de aquellos. Primeramente podemos considerar el ser 
que resulta de la generación , como formado enteramente por el 
acto que ha dado lugar á su nacimiento ; suponiendo que antes no 
existia de ningún modo, y que ha recibido todas sus partes con su 
coordinación y sus propiedades, quando ha sido producido; del mis- 
mo modo que un relox no puede existir sino en quanto se fabrican 



348 GEN 

separadamente todas sus piezas, y se reúnen de un modo relativo al 
efecto que deben producir : tal es el sistema de las moléculas orgá- 
nicas de que acabamos de hacer mención. 

En segundo lugar lo que resulta de la generación es un ser ya 
existente , que el acto del coito ha sacado únicamente del estado 
de torpeza en que se hallaba, y le ha dado una vida mas activa, 
haciendo visible lo que antes era invisible , y dándole una energía 
suficiente para recibir un acrecentamiento rápido y propio para ha- 
cerle pasar por las vicisitudes de la vida. 

Después de haber leido las obras de Haller, de Bonet y de 
Spalanzani, se reconoce inmediatamente la imposibilidad del primer 
sistema, y se ve que los medios con que se establece son entera- 
mente extraños á la naturaleza ; que las bases de aquel mecanismo 
se vienen abaxo en el momento que se quiere probar su fuerza; que 
las partes necesarias para formar aquel edificio no pueden ponerse 
baxo los sentidos, y que todo lo que se habia imaginado que podia 
representarlas, no era de ningún modo lo que se habia creído, sino 
únicamente unos seres extraños al fenómeno , que no hacían ningún 
papel en la generación , ó que á lo menos podian perfectamente 
imprimirse , sin que aquella dexase de verificarse. 

No creo que haya habido sistema mas sólidamente refutado que 
este. Bonet y Spalanzani lo han destruido hasta no dexar vestigio 
ninguno ; y poniéndole delante la naturaleza en sus fórmulas, se han 
reunido siempre una multitud de hechos para hacer ver su incohe- 
rencia , y separar cada una de sus partes, que ni física ni metafísica- 
mente podian coexistir, ni por consiguiente formar un todo armó- 
nico; pero aun quando un exámen metódico, y unas observaciones 
decisivas no hubiesen proscripto aquel sistema , la razón sola hu- 
biera debido contener á los que se habían empeñado en seguirlo. En« 
norabuena que la Física en aquellos puntos en que falten observa- 
ciones y experimentos forme algunas suposiciones , que recibidas 
como tales, puedan servir de guia para nuevas observaciones; pero 
quando un fenómeno supuesto choca absolutamente contra los prin- 
cipios ya demostrados , y quando repugna á aquellas leyes que la 
naturaleza parece seguir constantemente, me parece que entonces se 
debe á lo ménos suspender el juicio, contener la imaginación, exa- 
minar baxo todos sus aspectos el hecho supuesto, y ver si es un fe- 
nómeno del observador ó de la naturaleza. 

Por consiguiente era preciso abandonar aquella hipótesi repro- 
bada por la naturaleza, y condenada por la razón ; pero el hombre 
inquieto y ocupado en averiguar un hecho interesante, no pierde la 
esperanza de descubrir su causa. Algunos Físicos supusiéron que ei 
feto preexistia á la fecundación , y que la generación no era una 
creación, sino una extensión ó desenvolvimiento de un ser ya exis- 



GEN 349 

tente. Todo se explica sin dificultad en este sistema , según se ha 
manifestado; pero sin embargo de su sencillez, se presenta desde 
luego una dificultad que importaba resolver. Ya que el macho y la 
hembra cooperan á la generación , el feto primordial podia existir lo 
mismo en el uno que en el otro: de ahí se formaron las dos opinio- 
nes que quedan expuestas , esto es , la de los ovarios y la de los in- 
sectos seminales. Si estas opiniones se hubiesen dexado en toda 
su generalidad , sin extenderse á por menores ridículos ni á conse- 
qüencias absurdas ; realmente no dexaban de tener algunas verosimi- 
litudes, y siempre merecían que se hiciesen experimentos para com- 
probarlas. 

Spalanzanl es el único que dando á las probabilidades y á las hi- 
pótesis el lugar que merecían, y fundando toda su doctrina en la 
observación y en los experimentos, ha pronunciado la ley de la na- 
turaleza , cuyas primeras líneas tomó de la doctrina de Haller : hace 
ver constantemente los fetos en el seno de las hembras antes de su 
fecundación , y prueba con ello que siempre son con todo rigor las 
engendradoras de sus hijos. Este hecho es ya indudable; pues nues- 
tro penetrante observador ha probado que los insectos espermáticos 
del licor seminal , que se miraban como aquellos fetos depositados 
por el macho en el seno de la hembra , no son esenciales á la gene- 
ración: á lo ménos él ha fecundado una multitud de renacuajos con 
una parte de licor seminal de un sapo y de una rana, en que no 
habia ninguno de aquellos insectos. 

Pasó mas adelante nuestro sabio observador, y en el útero de 
una rana aquática verde, no solo vió todos los renacuajillos ó cor- 
púsculos oviformes, que debían baxar desde el ovario para ser fe- 
cundados , sino que observó también en los mismos ovarios otra 
porción de renacuajillos ó corpúsculos oviformes mucho mas pe- 
queños, que no debian desenvolverse y baxar al útero hasta el año 
siguiente. Las hembras del sapo terrestre hediondo, de las salaman- 
dras aquáticas , y de otros varios anfibios , le han presentado el mis- 
mo fenómeno. De este hecho resulta claramente , que aquellos fetos 
existen en el seno de las hembras, á lo ménos un año antes de su 
fecundación ; y por lo mismo es evidente que el macho no los ha 
introducido , tanto mas que en aquellos anfibios se hace la fecunda- 
ción fuera del cuerpo de la hembra. 

Excluidos todos los demás sistemas, solo falta examinar este que 
han comprobado los experimentos, esto es, el de la preexistencia 
de los fetos dentro de la hembra. Entre todos los partidarios de este 
sistema, nadie lo habia tratado con la solidez que Bonet y Haller. 

Este último probó que el feto pertenecía á la hembra, manifes- 
tando que la membrana que reviste interiormente la yema del hue- 
ro es una continuación de la que cubre los intestinos delgados del 



350 GEN 

pollo, y que se prolonga sobre el estómago y la boca. Habla hecho 
ver del mismo modo que la membrana externa del intestino se 
une con el mesenterio &c. ; pero la yema tiene sus arterias y sus 
venas , que se comunican con las venas y con las arterias mesentéri- 
cas del pollo: la misma sangre que circula en las unas circula también 
en las otras; viene del mismo origen, que es el corazón del pollo; 
está impelida por la misma fuerza, que es la impulsión dada al co- 
razón; mantiene la vida del uno, é impide la destrucción del otro 
para hacerlo útil al primero. De aquí se infiere , que la yema es una 
parte esencial del pollo en el huevo, pues forma con él un mismo 
sistema de vasos: por consiguiente existiendo esta yema, tanto en 
el huevo que no está fecundado , como en el que lo está , es abso- 
lutamente necesario que exista con aquel sistema de vasos que lo 
une al pollo después de la fecundación. Pero existiendo en la yema 
este sistema de vasos, es evidente que no puede existir sin el pollo, 
que es su fin , ó mas bien su continuación ; ni las membranas del 
huevo que forman los intestinos del pollo se puede suponer que exis- 
tan sin el mismo pollo, de que son una parte esencial. Estos fenóme- 
nos hiciéron tal impresión en el entendimiento de Haller , que le 
obligaron á dexar la opinión que habia seguido hasta entonces, y 
que era diametralmente opuesta á la de la preexistencia de los fetos. 

Finalmente , si consideramos el pollo en el huevo como en una 
cuna donde reposa hasta estar enteramente fecundado, ¿pedemos 
imaginar que esté allí sin las partes que constituyen esencialmente 
su existencia? Si esto fuese no seria verdaderamente pollo, y ningu- 
na fuerza de la naturaleza parece que seria suficiente para convertir- 
lo en pollo ; pero si se admite una sola parte de aquel animal , se 
han de admitir todas las demás como conseqüencias rigurosas. Las 
observaciones rigurosas de Haller manifiestan claramente el estóma- 
go y los intestinos del pollo como una prolongación de las mem- 
branas de la yema; pero no puede reconocerse su existencia sin su- 
poner la del hígado, la de los vasos lácteos, la de las venas, de las 
arterias del corazón, de los huesos, de los músculos y de los ner- 
vios, partes que realmente no se presentan aun baxo una forma só- 
lida, como se observa en el pollo acabado de formar, pero cuya 
solidez está en proporción con la que tendrá cada una de sus par- 
tes en el estado de perfección. 

Las experiencias de Spalanzani esparcen todavía mas luz en esta 
materia, haciendo ver claramente que los renacuajos de las ranas, 
de los sapos y de las salamandras, que falsamente se habían tenido 
por unos huevos , son real y verdaderamente unos fetos existentes 
baxo un volumen mas pequeño en los ovarios de las hembras an- 
tes que baxen al útero, y por consiguiente mucho tiempo an- 
tes de ser fecundados. Manifiesta por medio del análisis mas rigurosa 



GEN 351 

?|ue aquellos fetos no fecundados que existen en los ovarios son per- 
ectamente semejantes á los que han sido fecundados; de modo que 
tanto los primeros como los segundos tienen las partes esenciales á 
los renacuajos , ó mas bien son unos y otros unos perfectos renacua- 
jos, y que por consiguiente baxo la forma de tales contienen todas 
las partes de la rana, del sapo ó de la salamandra , así como la oru- 
ga en el huevo encierra con ella todas las partes de la mariposa. 

Pasa todavía mas adelante nuestro penetrante observador; y no 
solo demuestra que aquellos renacuajos preexísten á la fecundación, 
sino que hace ver que el amnios y el cordón umbilical preexísten 
también con ellos. Finalmente ha podido probar que el mayor des- 
envolvimiento de aquellos fetos se verifica después de la fecunda- 
ción; pero que se observa uno muy sensible en el año que debe 
preceder á la fecundación. 

Estas verdades no ofrecen ya la menor duda ; Spalanzani las ha 
comprobado con toda suerte de experiencias , y por consiguiente ha 
establecido sin réplica la preexistencia de los fetos de aquellos ani- 
males á su fecundación: para esto supo aprovecharse de una circuns- 
tancia muy favorable. Habia observado repetidas veces, que la fe- 
cundación de los renacuajos se hacia fuera del cuerpo de las hem- 
bras ; y que el macho juntándose con la hembra únicamente bañaba 
los fetos que salian del útero con el licor seminal , y que los fe- 
tos puestos en el útero, que casualmente no habían sido tocados por 
aquel licor , no se desenvolvían , y perecían lo mismo que los 
que parían las hembras sin haber precedido coito: esta experien- 
cia capital se hizo de un modo decisivo. Los fetos unidos sepa- 
radamente al mismo cordón salen uno tras otro del útero de la 
hembra , y esta algunas veces echa ó pare algunos antes de juntarse 
con el macho. Según esto, cortando una parte de aquel cordón 
quando salia del útero antes del coito , cortando luego una parte 
semejante del mismo cordón salida del cuerpo de la hembra des- 
pués del coito, y poniendo á las dos con sus fetos respectivos en 
una agua semejante, y en circunstancias iguales , se podría saber fá- 
cilmente qual seria la porción que adquiriria vida. Esto es lo que 
hizo Spalanzani; y así, á pesar de la perfecta semejanza que habia 
entre aquellos fetos, y aunque no se diferenciaban sino en la fecun- 
dación , solo la parte fecundada produxo ranas ó sapos ; la otra par- 
te se corrompía siempre, y perecia luego después. 

Aunque esta prueba no tenia réplica , Spalanzani quiso hacerla 
todavía mas brillante, obrando sobre los fetos de aquellos anfibios 
con el licor seminal de los machos , que sacaba de las vesículas es- 
permáticas, lo que los machos obraban por el coito. Con esto for- 
mó el atrevido proyecto de las fecundaciones artificiales, que Mal- 
pigio y otros inútilmente habían procurado realizar; pero, mas afor- 



352 GEN 

tunado que aquellos naturalistas, logró sujetar la naturaleza á sus 
experimentos; y por primera vez varios sapos, ranas y salaman- 
dras vieron la luz del dia sin deberlo á un macho que hubiese coope- 
rado á darles la vida. Nuestro naturalista examinó y volvió á exa- 
minar qual era la suerte de los fetos no fecundados; pero constante- 
mente observó que solo los que habian sido fecundados natural ó 
artificialmente lograban desenvolverse, y que los demás perecían 
todos infaliblemente. 

Haciendo estos experimentos verdaderamente originales y asom- 
brosos, quiso Spalanzani conocer la energía prolífica del licor semi- 
nal de aquellos anfibios. Á este fin hizo varias tentativas procurando 
disminuir la acción de aquel licor, mezclándolo con mayor ó menor 
cantidad de agua, ó usándolo en cantidades sumamente pequeñas. 
La fecundación de los fetos se hacia igualmente bien , quando se los 
tocaba únicamente en un punto con el licor seminal, que quando 
se les hacia nadar en él: aquella gota imperceptible, cuyo diámetro 
no era mayor que la punta de un alfiler , tenia la misma virtud fe- 
cundante que otra porción mucho mas considerable de aquel licor, 
y conservaba toda su virtud , aunque atravesase una masa mucilagi- 
nosa bastante considerable. Finalmente, tres granos del licor semi- 
nal de un sapo conservaron toda su potencia después de mezclados 
en libra y media de agua ; y esta pequeña cantidad de licor seminal 
no perdió toda su aficacia en veinte y dos libras. Si en el primer 
caso todos los renacuajos metidos en el agua fueron fecundados; en 
el segundo solo se fecundáron algunos; pero no es solo una porción 
de aquella agua la que adquirió la virtud fecundante, sino toda la 
masa de ella ; pues un número prodigioso de fecundaciones freqüen- 
temente repetidas en la misma agua espermatizada, no le hicieron 
perder jamas su energía fecundante. 

Estas experiencias habrian podido hacer creer que el vapor es- 
permático era la causa de la fecundación; pero Spalanzani ha de- 
mostrado que la parte material del licor seminal era la única que 
podia producir la fecundación. Finalmente , aquel sabio naturalista 
fecundó artificialmente con el mismo éxito los huevos de un gusano 
de seda; y hasta llegó á fecundar artificialmente una perra con el 
licor espermático de un perro : esta última experiencia ha sido re- 
petida con el mismo éxito por un Profesor de la ciudad de Pisa. 

Según lo demostrado hasta aquí el coito ó la unión de los dos 
sexos no es la que crea ni la que forma el ser que debe salir á luz, ni 
tampoco la que le da la vida, pues lo que únicamente hace es poner- 
lo en estado de desenvolverse. Para esto no se necesita mas que un 
cierto grado de calor y un poco de licor seminal que toque al feto 
por un punto infinitamente pequeño, según lo prueban las experien- 
cias de Spalanzani con los renacuajos de las ranas y de los lagartos; 



GEN 353 

6 á lo ménos luego que una pequeñísima cantidad de aquel licor 
seminal haya llegado al feto, como no permite dudarlo la fecunda- 
ción artificial de la perra. 

Parece demostrado que el contacto inmediato del licor seminal 
del macho es absolutamente necesario para desenvolver el feto, 
pues las experiencias de Spalanzani no dexan duda en que el vapor 
de aquel líquido es absolutamente inútil para la fecundación de los 
renacuajos, que se le arriman tanto como es posible sin contacto: 
también parece que la parte espesa del semen es la única que sea 
fecundante , pues el agua común mezclada con aquel licor hace que 
pierda toda su energía fecundante luego que ha sido filtrada varias 
veces, y que por consiguiente la parte espesa del semen ha quedado 
en el filtro. 

Según esto solo faltaba descubrir de qué modo puede el licor 
seminal penetrar el feto y obrar sobre él de un modo propio á darle 
la vida. El Abate Spalanzani ha descubierto, que la tela que en- 
vuelve los fetos de los sapos y de las ranas tenia una multitud de 
poros, por los quales el licor seminal puede sin duda penetrar has- 
ta el animal vivo. 

¿Quál es según esto la acción del licor seminal sobre el feto 
después que lo ha penetrado? Si consideramos los efectos produci- 
dos, no dudaremos del modo de obrar de la causa. El Abate Spa- 
lanzani ha observado, que los latidos del corazón en los renacua- 
jos precedían en mucho á la apariencia del movimiento en las de- 
mas visceras , al desenvolvimiento de un órgano y al del animal, 
con que es menester que el licor seminal obre primeramente sobre 
el corazón; pero aunque demuestre su efecto sobre esta parte, no 
es porque ella sola ha sido tocada , sino porque ella sola ha sido 
afectada, y era el único órgano bastante irritable para recibir im- 
presiones considerables: esto hace muy verosímil la opinión de Ha- 
11er y Bonet, de que el licor seminal es un estimulante, que au- 
menta la irritabilidad del corazón , y que obrando con mas fuerza 
sobre este grande resorte de toda la máquina, comunica su movi- 
miento á todas las partes; sin duda que es excitando aquella irritabili- 
dad , que el calor produce tan poderosamente en el desenvolvimiento 
de los renacuajos fecundados, como lo ha observado Spalanzani: así 
es que los huevos de los insectos y de las aves necesitan calor para 
avivarse, ya sea porque el calor aumenta la energía del licor semi- 
nal, favoreciendo la evaporación de las partes aquosas, ya sea por- 
que pone el músculo en circunstancias mas convenientes para ser ir- 
ritado. Sea como fuere, el frió suspende mucho el desenvolvimien- 
to de los renacuajos y de los huevos ; y es bien sabido que solo 
quando los órganos de la generación de las plantas han sido calen- 
tados por el sol, puede hacerse en ellas la generación. Pero lo que 

TOMO IV. YY 



354 GEN 

demuestra la necesidad del calor, para dar al licor seminal su virtud 
fecundante, y así es que si empleamos este licor, puesto por un quar- 
to de hora en un lugar en que experimente el trio del hielo , no fe- 
cundará ningún renacuajo mientras esté frió, y al contrario será 
fecundante después de haber pasado este frió durante media hora , con 
tal que se le dexe volver á tomar la temperatura del ayre durante 
el mes de Mayo. 

De ahí resulta claramente que los fetos perecerían si no fuesen 
calentados , y la experiencia justifica este resultado. Por esto la pro- 
videncia ha colocado los fetos en el seno de sus madres donde ha- 
llan un calor conveniente, ó bien les ha facilitado una nueva vida 
en la incubación natural ó artificial, que se la conserva quando la han 
recibido por la fecundación , como se observa en los huevos de las 
aves; ó bien comunicándoles este calor por medio de la temperatu- 
ra de la estación, que obra sobre ellos, y produce el mismo efecto 
que la incubación , como se observa en los huevos de los insectos y 
de los renacuajos que se avivan á un grado dado del calor del ayre. 

Parece claro que entonces obra el calor como un medio de di- 
latación , que favorece la acción del licor seminal por la abertura de 
los poros del feto, como un medio de evaporación que le quita 
una parte fluida nociva á la irritabilidad que debe tener, y finalmen- 
te como un medio de irritabilidad que contribuye á hacerlo nacer y 
á mantenerlo: sin duda es por esto que el licor seminal necesita un 
cierto grado de calor para ser prolífico. 

De todo lo dicho resulta: i.° que las hembras no tienen licor 
seminal, sino un licor aquoso, que verosímilmente no tiene otro des- 
tino que refrescar la parte enrarecida con la frotación, de donde 
resulta el placer del derramamiento: 2.° que los gusanos seminales 
no son esenciales á la generación: 3. 0 que los fetos preexísten (sin 
duda con todas sus partes) en el seno de las hembras mucho antes 
de su fecundación : 4. 0 que estos van creciendo y desenvolviéndose 
por su propia virtud hasta que se desprenden y baxan al útero, que 
es donde suelen ser fecundados por el macho en la mayor parte de 
las especies: 5. 0 que por esto basta que una pequeñísima parte de 
semen toque en un solo punto del feto, qualquiera que este sea: 6.° 
que el semen conserva toda su virtud fecundante, aunque atraviese 
una gran masa mucilaginosa , ó aunque se disuelva en una gran por- 
ción de agua: 7.° que sin embargo el vapor espermático es infruc- 
tuoso ; y que la parte espesa ó mucilaginosa del semen es absoluta- 
mente necesaria para que se verifique la fecundación. Es cierto que 
estos experimentos no se han hecho hasta ahora sino en un corto nú- 
mero de especies; y aunque la analogía constante, que suele guardar 
la naturaleza en todas sus obras, nos autoriza en cierto modo á que 
de la semejanza de la organización deduzcamos la semejanza de su 



GEN 355 

producción y desenvolvimiento; sin embargo era de desear que los 
fisiólogos continuasen estos importantes experimentos, y repitién- 
dolos en varias especies de género y orden diverso, comprobasen 
esta regularidad de la naturaleza, que hasta ahora no hacemos mas 

que sospechar. 

Sin embargo , todos estos descubrimientos no hacen mas que 
correr un pequeño velo, y manifestarnos nuestra pequenez en lo 
mucho que queda que descubrir. Efectivamente, todavía se ignora 
la naturaleza del semen, el modo con que obra sobre los fetos, la 
producción de estos últimos , y otra infinidad de cosas igualmente 
esenciales; de modo, que, por exemplo, las fecundaciones artificiales 
de Spalanzani no son propiamente tales, pues en ellas no ha habido 
mas artificio que el de la natural aplicación del semen. 

I Quándo se llegará á hacer una fecundación con un semen arti- 
ficial, y en un útero artificial? ¿Quándo se adelantará otro paso; y 
llegando á conocer la naturaleza y producción de los fetos, llegare- 
mos á conseguir aquella en su raiz, y aun á hacer ovarios artificia- 
les? Nunca probablemente: la naturaleza conservará siempre sus pri- 
vilegios, y la generación será siempre un misterio, que confundirá á 
los espíritus vanos y atrevidos, llenando de admiración y asombro 
á los verdaderos sabios, que en ella adorarán al autor de la na- 
turaleza. 

GENGIBRE. ( Hig. y Mat. Méd.) Se llama así una planta 
á quien Linneo ha llamado amomum scapo nudo, spica ovata: 
tiene uso freqüente en varios países como condimento, y aun como 
alimento , pues en algunas partes se confita y hacen otras prepara- 
ciones en azúcar de la raiz de esta planta. La Materia Médica la co- 
loca entre los remedios estimulantes, atenuantes, estomacales, car- 
minativos, y aun afrodisiacos ; y así se ha creído útil quando el mo- 
vimiento peristáltico de los intestinos y otras partes se han debilita- 
do , quando hay materias viscosas y flatulentas; pero no se debe 
usar en sugetos débiles é irritables. El gengibre es una de las subs- 
tancias que mas se ha empleado en las preparaciones monstruosas de 
la Farmacia, y así es que en las opiatas, pildoras estomacales y cor- 
diales de la antigua Medicina , era uno de los principales ingredien- 
tes , lo mismo que en las infusiones vinosas y otras preparaciones 
farmacéuticas; pero en el dia apénas le usan los Médicos, sin em- 
bargo que creemos pueda ser alguna vez útil. 

GENIOGLOSOS. ( Anat.) Se llaman así dos músculos de la 
lengua. (V. lengua.) 

GENITALES. ( partes ) Se da este nombre á los órganos de la 
generación. (V. este artículo.) 

GENITURA. {Fisiología.) genitura, yovn , yóyof , semen es- 
yerma. Se conoce con estos nombres el huevo fecundado en el úte- 



356 GER 

ro de la madre, quando no es mas que una masa informe , y sin que 
haya aun vestigio de organización. Hipócrates aplicaba esta voz al 
germen del sexto dia , y después le llamaba ya embrión, y lue- 
go feto. 

GEOFFROY. (Esteban Francisco) (Biog.) Nació en Paris 
en el año de 1672, fué hijo de un Boticario: viajó por Francia, In- 
glaterra , Holanda é Italia para perfeccionarse en el conocimiento 
de la Medicina , de la Química y de la Botánica. De vuelta á su pa- 
tria recibió la borla ó grado de Doctor; obtuvo el empleo de Ca- 
tedrático de Química en el jardin del Rey , y de Medicina en el Co- 
legio Real; fué asociado de la Academia de Paris, y de la Sociedad 
Real de Londres. Este hombre célebre murió en el año de 1731; 
su carácter, que era amable, circunspecto, moderado, y aun un 
poco tímido, le hacia ser atento , y que á nadie negase su socorro, 
lo que le perjudicó á los principios, pues se aficionó demasiado á 
sus enfermos , y su situación le causaba mucho disgusto. Las obras de 
este sabio Médico son : De Materia Médica , sive de medicamen- 
torum simplicium historia, virtute , delecta et usu , en 8.°, tres 
tomos. Esta importante obra, de las mas completas, ha sido traduci- 
da en francés en siete tomos en 12. 0 , por Bergier, Médico de Paris; 
después ha parecido una continuación en tres tomos por Mr. de No- 
bleville, el que ha añadido también una historia de los animales en 
seis tomos; y en fin una tabla general, los que hacen en todo diez 
y siete tomos en 12. 0 Las teses de Geoífroy han sido muy buscadas 
de los extrangeros. D H. 

GERMEN. (Fisiol.) Se llama así la parte del semen que prin- 
cipia á producir el animal. (V. generación.) 

GERÓNIMO DE SANTA FE. (Biog.) Judío español , llama- 
do antes Josué Lurchi , reconoció por la lectura de los libros hebreos, 
que Jesucristo era verdadero Mesías , predicho por los Profetas; 
abrazó el cristianismo, y recibió en su bautismo el nombre de Ge- 
rónimo de Santa Fe. Luego fué Médico de Pedro de Luna, cono- 
cido también por Benedicto xiii. Este Antipapa, estando en el reyno 
de Aragón en 141 2, Gerónimo le inspiró el designio de atacar á los 
judíos con una conferencia pública, que habia de celebrarse en Tor- 
tosa en Cataluña. Esta empezó el 7 de Febrero de 1413 en presen- 
cia del Papa, de muchos Cardenales, de un gran número de Obis- 
pos, y Teólogos sabios. El Nasi ó gefe de las sinagogas de Ara- 
gón se hallaba presente con los mas sabios rabinos de este reyno. 
Gerónimo de Santa Fe les hizo ver que el Mesías habia venido, y 
que Jesucristo habia cumplido* perfectamente los veinte y quatro 
caractéres ; la conferencia no se concluyó hasta el dia 10 de Mayo 
de 1413. Gerónimo de Santa Fe presentó el dia 10 de Noviembre 
del mismo año al Antipapa su tratado sobre los Errores peligrosos 



GLA 357 

que se hallan en el t almud contra la ley de Moyses y contra los 
cristianos. Este libro hizo tanta impresión á los judíos, que se 
convirtieron al cristianismo cerca de 5000 (véase Josef Albo). El 
tratado de Gerónimo de Santa Fe ha sido impreso en Francfort en 
1602, é insertado en la biblioteca de los Padres. D. H. 

GINGLIMO. (Anat.) Se da este nombre á una de las arti- 
culaciones , que es una especie de diartrosis ; se llama también de 
charnela ó gozne: esta articulación consiste en que dos huesos anti- 
guos articulados por sus extremos, pueden, formando diferentes 
ángulos, executar dos movimientos opuestos, quales son los de la 
flexión y extensión , como sucede con la articulación del húmero, 
con los huesos del antebrazo, la del fémur con la tibia &c. Algu- 
nos anatómicos subdividen todavía el ginglimo angular en perfecto 
é imperfecto. Llaman perfecto aquel en que ambos huesos presentan 
eminencias que son recibidas, y cavidades que reciben y citan, por 
exemplo, la articulación del húmero con los huesos del antebrazo. 
Llaman imperfecto aquel en que solo uno de los dos huesos pre- 
senta eminencias que son recibidas en cavidades del otro ; tal es la 
articulación del fémur con la tibia. El ginglimo lateral es aquel en 
que dos huesos executan movimientos de rotación el uno sobre el 
otro, y se subdivide en simple y doble. Es simple quando un hue- 
so rueda sobre otro en un solo parage , como en la articulación del 
arco anterior de la primera vertebra cervical con la apófisis cdon- 
toides ; de la segunda, la que se llama también articulación de 
gozne. Es doble quando dos huesos articulados lateralmente están 
dispuestos de modo que en un sitio se vuelve primero al rededor 
del segundo, miéntras que en otro sitio el segundo gira al rededor 
del primero ; tal es la articulación de los dos huesos del antebrazo 
entre sí. B. 

GILLEMEAU. (Santiago) {Biog.) Natural de Orleans, Ci- 
rujano ordinario de los Reyes Carlos y Henrique iv: fué uno de 
los mas célebres discípulos de Ambrosio Pareo ; poseia la Cirugía 
sabiamente; habia cultivado mucho las bellas letras j las lenguas 
sabias le eran familiares , las que le facilitaban la lectura de obras de 
los antiguos. Estas guias ayudadas de las de la experiencia, le hi- 
ciéron uno de los hombres mas hábiles de su tiempo: de todas sus 
obras se hizo una colección que se imprimió en Rúan en el año 
de 1649, en folio. Las principales son: i.° la Cirugía de Ambrosio 
Pareo, traducida del francés en latín , con tanta felicidad como ele- 
gancia: 2° tablas anatómicas con estampas: 3. 0 un tratado de ope- 
raciones escrito con mucha exactitud: murió en Paris en 1612. 

GLANDE. (Anat.) Se llama así, y también balano la extre- 
midad del miembro viril. (V. este artículo y el de generación.) 

GLANDULOSO. (Anat.) Adjetivo que pertenece á las glán- 



3$3 GLA 

dulas; y así varias partes del cuerpo, que se componen de nuestras 
glándulas, se dicen glandulosas, como las mamas, el páncreas &c. 

GLÁNDULAS. (Anat.) Damos este nombre á ciertos órganos 
destinados á separar de la masa de la sangre algún humor particular, 
ó á contribuir á la formación de la linfa nutritiva. Ha dado motivo 
al nombre glándulas la semejanza que algunos de estos órganos tie- 
nen por su figura á las bellotas llamadas glandes en latín. Diví- 
dense las glándulas en mucosas, conglobadas y conglomeradas. 

Las glándulas mucosas , conocidas también con el nombre de 
criptas ó folículos, y con el de senos por su figura cilindrica, son 
todas membranosas, interiormente excavadas y sembradas de vasos 
sanguíneos , por cuyos poros ó tubos exhalantes se separa en la ca- 
vidad de la glándula un humor mucoso, que sale por el conducto 
ó conductos excretorios , que regularmente nacen de aquella cavi- 
dad. Estas glándulas son simples ó compuestas: las simples carecen 
á veces de conducto excretorio, y entonces se encuentra en ellas 
una abertura mayor, por la qual sale su mucosidad: de esta especie 
se hallan muchas en la raiz de la lengua. Otras , y son las mas, tie- 
nen un conducto excretorio muy angosto formado por la prolon- 
gación de la membrana, como las que se ven en los carrillos, la- 
bios , paredes del esófago, traquea, intestinos &c. Las glándulas 
mucosas compuestas están formadas de muchas glándulas simples, 
reunidas por un texido celular bastante floxo; pero con la diferencia 
de que en unas cada glandulilla simple tiene su abertura excretoria 
separada, como las glándulas de la laringe, que Morgani llama ari- 
tenoides; en otras muchas de las glandulillas de que se componen 
se abren en su receptáculo común, donde depositan el humor que 
han filtrado, como en las agallas; en otras en fin cada folículo tiene 
su conducto excretorio propio; pero todos estos conductos vierten 
su mucosidad en un agujero común , como en el agujero ciego de la 
lengua, en el tabique de la nariz &c. Los senos mucosos son tam- 
bién simples ó compuestos. Los primeros se ven en la uretra del 
hombre y de la muger , en la vagina , en la basa del tabique de la 
nariz &c. Los segundos en el intestino recto, y también en la ure- 
retra viril. 

La mucosidad que todas estas glándulas segregan sirve para bar- 
nizar la superficie interna de casi todas las visceras huecas , y hu- 
medecer ciertas cavidades, como la de la boca, de la nariz &c., 
como veremos quando se trate de todas estas partes. En el espesor 
de la piel se encuentran muchas pequeñas glándulas mucosas , que 
otros llaman sebáceas, porque la mucosidad que algunas contienen 
se aproxima á la consistencia del sebo. El uso general de estas glán- 
dulas es precaver la sequedad que contraería la piel por el contacto 
del ayre y la frotación de los cuerpos externos, á cuyo fin segregan 



GLA 3$9 

todas un humor vicioso, pero de diferente naturaleza, según las di- 
ferentes partes que debe untar: así los folículos membranosos sim- 
ples de la piel cabelluda segregan un humor oleoso, blando y visco- 
so, que unge los cabellos; semejante humor mantecoso filtra las glán- 
dulas de detras de las orejas, de los sobacos &x. : otra especie de 
mucosidad mas espesa, mas seca, blanca y pastosa, que á veces se 
configura en gusanillos, segrega las glándulas simples, y algunas 
compuestas, que se hallan en la piel de debaxo de los ojos, en las 
mexillas, nariz, orejas , cuello, dorso, área del pezón, circunferen- 
cia del ano, perineo, escroto &c. , y quizá en toda la extensión de 
la piel, si se exceptúan la planta del pie, la palma de las manos y 
el pulpejo de los dedos. 

Las glándulas conglobadas son unas partes constitutivas del 
sistema absorvente, como los ganglios lo son del sistema nervioso; 
por consiguiente su historia no puede separarse de la de los vasos 
absorventes que están íntimamente conexas Gon ellas, y las atravie- 
san repetidas veces antes de terminarse en las venas. (V. absorven- 
tes.) La figura de estas glándulas unas veces es oval , otras redon- 
da , globulosa, chata é irregular. Su tamaño y consistencia varían 
igualmente; las que están situadas entre músculos son tan pequeñas, 
que á veces apenas igualan á una lenteja ; pero algunas de las que 
están en las ingles, en los sobacos, en el cuello y en las cavidades 
del vientre y del pecho, son del tamaño de una bellota. Comunmen- 
te tienen una cierta blandura; pero en las que están en las corvas y 
en los intersticios de los músculos, es mayor que en las que se ha- 
llan debaxo de la piel. Su color en los niños es mas roxo que en los 
adultos, y con la edad se vuelve pálido. Las subcutáneas son mas 
roxizas que las que están encerradas en el vientre ó en el pecho. 
Las que se hallan á la raiz de los pulmones son comunmente azula- 
das ó negras, sin que sepamos á qué atribuir este color; pues las del 
rnesenterio son blancas quando están llenas de quilo, y las que se 
encuentran en los alrededores del hígado , se ven freqüentemente 
amarillas en la ictericia por razón de la bilis que sus vasos absorven 
del sistema biliario; pero en el pulmón no sabemos qué humor pue- 
de ponerlas negras ó azules. En diferentes partes del cuerpo se ha- 
llan ya solitarias, ya dobles, ya triples, ya acinadas y rodeadas de 
gordura. Su número es casi igual en los niños que en los adultos. 
En la mocedad suelen ser globulosas y llenas de humor ; pero en 
la vejez menguan , se apartan, y casi se secan, lo que induxo á Mor- 
gani, Ruischio, Haller y otros grandes Anatómicos á caer en el er- 
ror de que las glándulas linfáticas desaparecían en la vejez. Aunque 
estas glándulas tienen una superficie lisa, sin embargo se notan cons- 
tantemente en su cara anterior ó posterior , ó á los lados , algunos 
surcos superficiales, por quienes entran y salen de ellas los principa- 



360 GLA 

les troncos de los vasos absorventes. Viste exteriormente á estas 
glándulas una membrana compuesta de ramificaciones de vasos ab- 
sorventes y sanguíneos enredados entre sí , que abraza y acompaña 
á todos los troncos de estos mismos vasos que se introducen en ellas, 
y son los que dando varias vueltas, y enredándose unos con otros, 
la componen enteramente. Así Mascagni como Cruikshank dicen, 
que nunca han visto nervios en las glándulas linfáticas, y creen que 
el dolor que ocasionan quando están inflamadas, por razón del qual 
admite Hewsoa en ellas algunos pequeños ramos nerviosos, proviene 
mas bien de la de presión , que estas glándulas inflamadas ocasionan 
en los nervios de las partes vecinas, que de sus nervios propios. 
Malpigio y Nuck admiten una segunda membrana compuesta de fi- 
bras musculares y situada debaxo de la membrana vascular referida; 
pero el Barón de Haller dice , que no ha podido encontrar tal mem- 
brana muscular , y Cruikshank y Mascagni no reconocen en las glán- 
dulas conglobadas otra membrana que la vasculosa. En quanto á la 
estructura de las glándulas linfáticas, han estado muy divididos los 
anatómicos, defendiendo unos la opinión de Malpigio, y otros la de 
Ruischio ; pero al paso que se ha perfeccionado la inyección de di- 
chas glándulas, se ha visto que ni son enteramente celulosas como 
quería Malpigio, ni puramente vasculosas, según Ruischio las pinta- 
ba; por lo que daremos la descripción que Mascagni hace de su es- 
tructura, por ser la mas exacta. En una glándula cuyos vasos absor- 
ventes se hayan perfectamente inyectado, tanto las que se van y 
vienen de ella, como los que la constituyen, se ven muchas eminen- 
cias en toda su superficie antes lisa, y se descubre del modo como 
los vasos absorventes junto á las glándulas se dividen en manojos de 
ramitos, de los quales los mayores se introducen en la substancia 
de la glándula luego que llegan á los surcos superficiales de ella; 
pero los menores corren antes un cierto trecho por su superficie, di- 
diviéndose en otros mas y mas pequeños. Estos se terminan, parte 
en las eminencias que forman los ramos mayores dilatados en celdi- 
llas, y parte metiéndose por entre dichas eminencias, van á buscar 
otras celdillas mas profundas. Todos estos ramos que entran en las 
glándulas se llaman conductores absorventes. De los absorventes 
que nacen de las glándulas conglobadas, los mayores salen por los 
mismos surcos de la superficie, y los menores y mínimos vienen de 
las eminencias celulosas, ó de los intersticios de las celdillas, así su- 
perficiales como profundas. Estos ramos menores, serpeando por la 
superficie de la glándula, y juntándose entre sí, forman ramos ma- 
yores , que inxiriéndose en los que salen de los surcos , producen los 
troncos absorventes llamados extractores. Los ramos absorventes 
mayores , heredados y reunidos, antes de entrar en las glándulas, 
dan comunmente origen á los plexos que los abrazan , y lo mismo 



GLA 361 

hacen , aun con mas freqüencia , los ramos que salen de ellas. Si se 
observan con un buen microscopio las eminencias de una glándula, 
preparada como hemos dicho, se ve que están compuestas de los 
mismos vasos absorventes, que ya angostándose, y* dilatándose en 
celdillas, dan muchas vueltas y se cruzan formando varios ángulos. 
En las dilataciones ó células de los ramos mayores se introducen 
por todas partes otros ramitos menores , que vierten en ellas el 
humor que traen, ó se llevan el que otros habían vertido, y de este 
modo establecen una comunicación general entre todas las partes de 
las glándulas conglobadas. Para destruir su estructura interna deben 
inyectarse los absorventes que entran en ellas, no con azogue, sino 
con cera , cola ó yeso ; porque como estas materias con el frió y la 
quietud se condensan y endurecen, se pueden con paciencia desen- 
redar con la punta del escalpelo, ó con un alfiler, los pelotoncillos 
de vasos absorventes, y apartar los superficiales para descubrir los 
profundos; y de esta suerte se ve que las ramificaciones de los vasos 
absorventes se distribuyen por el interior de la glándula del mismo 
modo que por su superficie , esto es, que se dividen, se juntan, se 
doblan, se adelgazan , se dilatan, forman celdillas, vuelven á es- 
trecharse, y con las mutuas anastomosis de sus ramitos, particular- 
mente de los que entran y salen de las celdillas, establecen una di- 
latada comunicación. Como la estructura de los vasos absorventes 
es en las glándulas la misma que en las demás partes, tienen tam- 
bién estos en su membrana externa muchas células adiposas, que 
Hewson las tomó , según cree Mascagni , por células peculiares de 
estas glándulas, y les atribuyó un uso imaginario. Si después de 
llenar exactamente los vasos absorventes, que componen las glándu- 
las conglobadas, se inyectan sus vasos sanguíneos con cola teñida 
con cinabrio, se ve por medio de una lente fuerte, que los vasos 
sanguíneos, así arteriosos como venosos, numerosísimos, enredado! 
entre sí , y dispuestos á pelotones, abrazan no solo todos los troncos 
absorventes que entran en las glándulas, sino también todas sus rami- 
ficaciones; y de este modo se introducen con ellos en las glándulas, 
siguiendo y abrazando en su interior á cada tronco, ramo y ramifi- 
cación absorvente, mayormente al rededor de las celdillas de los 
vasos absorventes mayores. Mekel pretende haber demostrado, que 
los vasos sanguíneos de las glándulas linfáticas tienen comunicación 
con los vasos absorventes que las componen ; pero Mascagni ha he- 
cho ver con repetidos experimentos que no hay comunicación nin- 
guna entre estas dos clases de vasos; y que si alguna vez la inyec- 
ción pasa de los vasos absorventes á los sanguíneos , es por medio 
de roturas que se hacen en unos y en otros. La descripción que aca- 
bamos de hacer 'de las glándulas linfáticas, según Mascagni, no se 
diferencia de la de Cruikshank , sino en que este , por no haber lie— 

TOMO IV. z * 



$6% GLA 

gado á inyectarlas con tanta perfección como Mascagni, no cono- 
ció también la naturaleza de las celdillas que en dichas glándulas se 
observan, ni descubrió su comunicación por medio de sutilísimas 
ramificaciones de vasos absorventes, que de unos ramos se introdu- 
cen en las celdillas de los otros. 

Las glándulas conglomeradas , mayores que las conglobadas, 
toman su nombre de ser cada una un montón de glandulillas unidas 
por una tela celular, por cuyos intervalos pasan los vasos sanguí- 
neos y nerviosos. La maceracion en el agua, ó la inyección de esta en 
las arterias, demuestran que cada glándula se compone de otras 
menores, y cada una de estas de otras todavía mas pequeñas, hasta 
llegar después de repetidas subdivisiones á los últimos granos per- 
ceptibles á simple vista, tanto mas firmes quanto menores son, por 
atarlos mas estrechamente un texido celular mas corto. Estos gra- 
nos, por entre los quales pasan los vasos menores, son en general 
redondos, pulidos, y destituidos de fibras rectas; pero si se exami- 
nan con una buena lente, se ve que todavía los dividen en granitos 
menores, pequeñas líneas celulares y vasos tenuísimos, de modo que 
es imposible llegar al término de esta división. La consistencia del 
texido celular que une los granos glandulosos no solo es menor 
quanto mayores son los granitos que enlaza, sino que también es 
ménos firme en unas glándulas que en otras, según la magnitud de 
las glandulillas que las componen. Las arterias que se distribuyen 
por las glándulas conglomeradas son muy considerables , y se divi- 
den al infinito entre las glandulillas y los granos que mantienen sus- 
pensos á modo de racimos. Las venas son también muy gruesas, y 
se dividen igualmente en innumerables ramificaciones. Los conduc- 
tos excretorios de las glándulas conglomeradas , por las quales sale 
el humor que estas glándulas segregan y preparan , están formados 
de pequeños tubos, que vienen cada uno de ellos de su grano glan- 
duloso simple , y se reúnen todos al modo que las venas , para for- 
mar un tronco común, compuesto de una membrana celular bastante 
densa y tenaz, que se continúa con la que viste la cavidad en que 
desagua. Los nervios de estas glándulas son por lo ordinario muy 
pequeños; pues si algunas, como las parótidas, las maxilares, las 
lagrimales &c. , reciben nervios grandes , no hacen estos mas que 
atravesarlas para ir á distribuirse á otras partes ; por lo que las glán- 
dulas conglomeradas son en el estado natural poco sensibles y de 
ningún modo irritables. Para averiguar la última estructura de los 
granos que componen las glándulas conglomeradas, tan controver- 
tida entre los anatómicos , inyectó Mascagni todas las arterias de 
'varios de estos, órganos con una disolución de cola , como se ha di- 
cho. Estas observaciones de Mascagni destruyen los sistemas de 
Malpigio y de Ruischio , que hasta aquí habian tenido divididos á 



GLA 363 

los anatómicos, pues demuestran, que ni las arterias rematan en las 
cavidades glandulosas , como creyó Malpigio, ni se continúan con 
los conductos excretorios sin intermedio de cavidad alguna, como 
pretendió Ruischio , sino que los granos glandulosos son verdadera- 
mente cabos ; que las arterias capilares de estos se continúan direc- 
tamente con las venas; que el humor que en esta cavidad se deposi- 
ta le segregan los poros ó tubos exhalantes de las arterias ; que los 
vasos absorventes chupan gran parte de este humor; y que solo pasa 
y sale por los conductos excretorios el humor á cuya preparación y 
evacuación están destinadas aquellas glándulas. Las diferentes glán- 
dulas conglomeradas que se hallan en varias partes de la cabeza y 
del vientre , las explicaremos quando se trate de las visceras á que 
pertenecen. 

De las glándulas sinoviales de las articulaciones* 

Como estas glándulas están situadas dentro, ó á los alrededores 
de las articulaciones diartrodiales en el espesor de las orillas de los 
ligamentos capsulares , pueden considerarse como partes pertene- 
cientes á los ligamentos. Estas glándulas, cuyo descubrimiento se 
atribuye á Clopton Havers, las suponen los anatómicos contenidas 
dentro de unas masas pingüedinosas, esponjosas, y de un color que 
tira á roxo, embutidas en las cápsulas articulares, ó situadas dentro 
de la articulación , como en la cavidad cotiloidea del innominado; 
pero Desault cree que no hay tales glándulas sinoviales, sino que 
las masas pingüedinosas son las que segregan la sinovia. La figura de 
estas masas la determinan el espacio que ocupan; su tamaño, que 
varía mucho, no excede en algunas al de un grano de mijo; su color 
en el feto es de un gris , que tira á roxo ; pero en los adultos y viejos 
se arrima mas á blanco : su texido es celular , atravesado de un gran 
número de vasos sanguíneos y linfáticos, y sus celdillas están llenas 
de gordura mezclada, según Desault, con sinovia. La estructura 
propia de las glándulas sinoviales se ignora todavía si existe; pero 
en caso de haberlas , debemos creer que será la misma que la de las 
demás glándulas secretorias que se han expuesto mas arriba. El hu- 
mor que estas glándulas ó masas pingüedinosas segregan , llamado 
sinovia , es de un blanco, que tira á gris, coagulable, de la consis- 
tencia y viscosidad de un cocimiento fuerte de linaza, y cuya con- 
sistencia crece con la edad y después con violentos exercicios. Se 
separa este humor de la sangre en las glándulas sinoviales ó masas 
adiposas, y se filtra dentro de las articulaciones, donde se junta 
con una porción de xugo medular, que trasuda de lo interior de los 
huesos por los poros de las ternillas que visten las eminencias y 
cavidades articulares , y de donde le absorvcn los vasos absorven- 



364 GLO 

tes que nacen de la superficie interna de dichas cavidades. El uso 
pues de las glándulas sinoviales ó masas pingüedinosas, es segregar 
la sinovia; y el uso de estas conservar en las ternillas y ligamentos 
la flexibilidad que necesitan , y sobre todo hacer las superficies ar- 
ticulares mas lisas y resvalizadas, para que los movimientos se eje- 
cuten con mas facilidad , y suavizando la frotación no se gasten 
las hojas cartilaginosas. B. 

GLAUBERO. (Juan Rodolfo) (Biog.) Alemán, se aplicó á 
la Química en el siglo decimoséptimo , y se fixó en Amsterdam : des- 
pués de haber viajado mucho compuso diferentes tratados , de los 
q U ales algunos han sido traducidos en latin y en francés. Todas sus 
obras se han impreso en un tomo en alemán, inritulado Glauberus 
concentrabas. Este libro ha sido después traducido en ingles, é 
impreso en folio en Londres año de 1089. Obra útil; pero lo seria 
mucho mas si el autor no hubiese mezclado sus teorías con sus expe- 
riencias. Hay de él en latin Furni philosophia 1658, dos tomos en 
8.° traducidos en francés también en dos tomos en 8.° Glaubero 
tenia el defecto de todos los charlatanes, pues alababa sus secretos, 
y hacia un vil tráfico de ellos. D. H. 

GLENOIDES ó GLENOIDALES- (Anat.) Se da este nom- 
bre á varias cavidades articulares de los huesos, que parece tienen 
semejanza á un vaso que usaban los griegos , que llamaban glene; 
como la cavidad articular de la escápula que recibe al hueso del 
brazo que llamamos glenoidal , la que hay detras de la apofise ci- 
gomática en el hueso temporal, que la damos el mismo nombre, que 
recibe al cóndilo de la mandíbula y otras varias. 

GLISON. (Francisco) {Biog.) Profesor real de Medicina en 
Cambridge: hizo muchos descubrimientos anatómicos, que le gran- 
geáron una grande reputación. El principal es el del canal que con- 
duce la bilis del hígado á la vexiga de la hiél: murió en Londres el 
año de 1677: hay muchos escritos suyos muy estimados , los prin- 
cipales son: 1 0 De morbo puerili, impreso en Ley den año de 1671, 
en 8.°: 2. 0 De -ventrículo é intestinis, impreso en Londres año de 
1677, en 4. 0 : 3. 0 Anatomía hepatis , en Amsterdam año de 1665, 
en 12. 0 : los dos últimos libros se hallan también en la biblioteca ana- 
tómica de Mangeto. D. H. 

GLOBULO, GLOBULOSAS. (Anat.) Voz bastante usada 
en la Anatomía y en la Fisiología para designar ciertas partes pe- 
queñas y redondas en forma de esferas ó de globos, que nadan en la 
serosidad que constituye el vehículo de la sangre, de la linfa, de la 
leche, del quilo &c. ; siendo estos glóbulos una de las partes cons- 
titutivas de dichos humores. (V. sangre , linfa, quilo &c.) 

. GLOSA. ( Anat.) Han dado este nombre y también el áe^lota 
^\«(T<ra, ó yKQTja. á la lengua. (V. este artículo.) 



GLU 365 

GLOSO PALATINO, GLOSO FARINGEO, y GLOSO 
ESTAFILINO. ( Anat.) Todos estos tres términos pertenecen á 
varios músculos de la lengua. (V. este artículo.) 

GLOTIS. (Anat.) Se da este nombre á la abertura superior 6 
hendidura que se observa en medio de la laringe por donde entra 
el ayre que respiramos. (V. laringe.) Esta palabra es derivada de 
¿¿ota, lengua, y se puede decir muy bien la abertura de la laringe, 
que pertenece á la lengua; en dicha abertura, como se verá en su 
respectivo lugar, se forman en parte los sonidos, y por consiguiente 
las palabras. (V, el artículo voz.) 

GLUTEN. (Mat. Méd.) [Se da este nombre en Materia Mé- 
dica á las substancias que se extraen del reyno vegetal ó animal, 
que son insípidas , y que disueltas en los líquidos aquosos les comu- 
nican una cierta viscosidad y densidad, los quales introducidos en 
el estómago, y pasando después á los humores del cuerpo, son con- 
siderados como tales, produciendo la misma mudanza por una com- 
binación inmediata, una interposición, ó una verdadera disolución. 
Las substancias á quienes se les atribuye estas propiedades son los 
cocimientos de los vegetales suaves y dulces como la regaliz, el 
malvavisco, los higos, las pasas &c. la jalea de cuerno de ciervo, de 
tortuga &c. ; pero si se atiende á las mudanzas que experimentan 
estas en la quilificacion y sanguificacion se puede dudar que puedan 
ser estas substancias unos medicamentos incrasantes. Esta discusión 
debe aclararse en el artículo incrasantes, adonde nos remitimos.] 

En el artículo alimentos hemos expuesto mas extensamente 
del gluten y el mucilago que se halla en varias substancias , y los 
efectos que produce en el estómago y el resto de la economía 
animal. 

Gluten animal de las fibras. (Fistol.) Se llama así un 
xugo plástico, indisoluble en el agua, que constituye la ba<e de las 
fibras en todas las partes sólidas. En efecto, de qualquiera parte 
blanda que se extrayga por medio del agua hirviendo la gelatina 
que contiene, queda siempre una masa plástica, fibrosa, blanca y 
tenaz. Los huesos mismos macerados por bastante tiempo en los 
ácidos, abandonan su tierra animal, y se convierten en una masa 
blanda y fibrosa. Este gluten no tiene olor ni sabor; su color es 
blanco, y su consistencia es plástica y fibrosa. Esta masa, secándola 
al ayre, se convierte en una substancia córnea , que en la combustión 
se pone negra, y despide un olor como de cuerno de ciervo quema- 
do ; pero humedecida y abandonada á sí misma se corrompe inme- 
diatamente. No puede disolverse ni por el agua, ni por el aceyte ni 
por el alcohol ; pero sí por los álcalis y por el acetite de sosa. 

Los principios elementales de este gluten parecen ser: i.° un po- 
co de agua que sale por destilación: 2. 0 carbón, porque la cora- 



366 GOM 

bustion le pone negro: 3. 0 ázoe, pues cocido con el ácido nítrico 
exhala una gran porción de gas azótico: 4. 0 un poco de tierra ani- 
mal ó cal fosfórica. Conviene pues mucho el gluten animal de las 
ñbras en las propiedades y principios elementales con el gluten 
fibroso del crúor, con la parte albuminosa del huevo, del suero de 
la sangre y de la linfa, con la parte caseosa de la leche, y parte 
glutinosa de la harina. Uso. Todas las partes blandas de nuestro 
cuerpo son formadas por este glúten animal de las fibras. Así vemos 
freqüentemente que el suero albuminoso , trasudado de los pulmones 
inflamados, se muda en una verdadera y orgánica tela celulosa, por 
medio de la qual los pulmones se pegan ó adhieren muchas veces 
con la pléura. Plenk. 

GOMA en general gummi. (Mat. Méd.) [Se da este nombre 
á uno de los productos vegetales mas conocidos: es una substancia 
concreta bastante transparente, de un sabor dulce; se disuelve fá- 
cilmente en el agua no siendo inflamable. Para dar una idea justa 
de esta substancia, es necesario examinar su origen, y referir bre- 
vemente el orden de la vegetación y la elaboración del suco de 
las plantas. 

El desarrollo del gérmen de la raíz, del tronco ó tallo, de las 
ramas, de las flores y dejos frutos, es el que ocasiona todos los pe- 
ríodos del crecimiento y de la vida vegetal. A esta sucesión gradua- 
da de formas exteriores corresponde la de la estructura interna, en 
donde se forman diferentes sucos nutricios. Las partes mas simples 
de las plantas son sus fibras; el texido celular que llena los intersti- 
cios y las cavidades de los vasos; estos mismos vasos y la cutícula. 
Las partes mas compuestas que resultan de las dichas son el paren- 
quima , su corteza , el cuerpo leñoso y la medula. Se sabe que las 
plantas por medio de la raiz chupan muchos sucos que se conducen 
al tronco, en donde suministran varias preparaciones, y resultan 
ciertas mudanzas, cuyos resultados se depositan y se arrojan de nue- 
vo á la atmósfera. Los vegetales no tienen visceras como los ani- 
males; pero en su lugar tienen vasos de diferente naturaleza, y que 
según su calibre, la consistencia mas ó ménos grande de sus pare- 
des, su número, el lugar que ocupan, preparan los sucos, cuyas 
qualidades se diferencian también, por la influencia de la luz, del 
ayre ( V. atmósfera.) y del fluido que chupan por las raices. Por 
estas propiedades misteriosas de la naturaleza se forman los aceytes 
esenciales, los grasos, los sucos resinosos, los gomosos &c. , de los 
quales la proporción y los caractéres distintivos varían no sola- 
mente según los diversos géneros y las varias especies de los ve- 
getales, sino también según sus diversas partes. 

Los cuerpos gomosos diluidos en lo que se llama agua de vege- 
tación de las plantas, forma el mucilago que sirve para nutrirlas, ó 



GOM 3 6 7 

que se presenta en varias formas para combinarse con otros prin- 
cipios. Hay algunos vegetales que tienen bastante cantidad de este 
mucilago, el qual siendo espeso, ya sea por la organización parti- 
cular de sus vasos , ó por la evaporación de las pactes mas líquidas 
de dicho xugo; lo cierto es que se trasuda por los vasos que se rom- 
pen , presentándose exteriormente en forma de un xugo concreto, 
que toma entonces el nombre de goma. Estos vegetales particulares 
adquieren también el nombre de pomíferos ó gomosos ; pero es ne- 
cesario saber que todas las plantas, qualquiera que sea la variedad 
de sus sucos, se extrae siempre de ellas, por la decocción, una 
substancia gomosa , que los Químicos distinguen con el nombre de 
extracto gomoso» 

Omitiendo la descripción de la análisis química por el fuego y 
otras experiencias, que dan á conocer la naturaleza íntima de esta 
substancia, que pertenece mas bien á una erudición química, pasare- 
mos á exponer los usos que pueden hacerse en Medicina del mucila- 
go , la goma y los extractos gomosos. 

Los cuerpos gomosos son al parecer en el reyno vegetal lo que 
la linfa ó los cuerpos gelatinosos en el reyno animal, esto es, que 
sirven no solamente para nutrir los vegetales, sino también sufren 
en el alcohol las mismas mudanzas que las substancias animales y 
nutritivas, como la sangre, la leche, la linfa, la clara de huevo &c. 
Es preciso saber en qué enfermedades se han de emplear; pero co- 
mo los cuerpos gomosos se pueden presentar en diferentes formas, 
es necesario distinguir los casos en que se han de preferir en Medi- 
cina el mucilago, la goma ó el extracto gomoso. Los muciiagos 
obran mas eficazmente por su ácido que la goma, y se suelen em- 
plear útilmente como substancias nutritivas en las enfermedades pú- 
tridas inflamatorias; pero es necesario también que la Medicina ha- 
ga una justa distinción de los muciiagos, pues unos son mas aceyto- 
sos, y otros son mas aquosos. Los primeros tienen qualidades emo- 
lientes lubrificantes, y así es que se les puede administrar en los 
movimientos convulsivos para los movimientos que provienen de 
grande rigidez de los sólidos; en las epilepsias idiopáticas, en las 
afecciones artríticas, en los dolores nefríticos, en el ardor de orina, 
ía estangurria &c. Los muciiagos aquosos se emplean con utilidad 
en el escorbuto, en la disenteria y en ciertas diarreas; en las enfer- 
medades de los riñones, que provienen de un moco tenaz &. Estos 
mismos muciiagos convienen también en las afecciones biliosas. 

Las gomas que disueltas en el agua dan un fluido viscoso, y que 
no ofrecen ningún ácido manifiesto , producen efectos análogos á los 
muciiagos aceytosos, pero deben preferirse en las enfermedades en 
que se teme el efecto de los ácidos y estimulantes ; y así es que 
conviene principalmente en las afecciones que provienen de humo- 



368 GOM 

res venenosos y acres , para la tos , la cardialgía , el hipo &c. Se puede 
emplear igualmente para suplir al moco del esófago y del canal ali- 
menticio quando estos órganos están con dicho moco alterado ó sin 
él, por lo que es útil en las disenterias, en el ardor de orina &c. 

Los extractos gomosos abundan en partes heterogéneas, y re- 
tienen siempre la mezcla y la combinación de los principios , que 
son propios del extracto, conteniendo también mas ó ménos prin- 
cipios salinos y aceytosos, lo que les hace susceptibles de un gran 
número de variedades. Estos extractos producen muy buenos efec- 
tos en todas las enfermedades que exigen fortificantes y resolutivos 
suaves; siendo muy útiles para consolidar las heridas y las úlceras 
internas, para la epilepsia, la diabetes, las afecciones crónicas del 
pecho Scc. ; haciendo una elección juiciosa de los extractos para ca- 
da una de las enfermedades referidas. 

Se puede hacer uso también exteriormente de los mucilaginososy 
gomosos con el título de laxántes, detergentes y lubrificantes, y así 
es que se pueden preparar con ellos las lavativas, epitemas, las cata- 
plasmas, los fomentos, los baños, los colirios &c. Los cuerpos go- 
mosos que se extraen de los vegetales por el arte pueden ademas 
llenar varias indicaciones como objeto dietético y medicinal en las 
enfermedades agudas y crónicas: i.° quando es insípido, como el 
que se extrae de la simiente de lino de la raiz de malvavisco &c: 
2.° quando es con exceso ácido como el suco de la grosella, del 
membrillo, la frambuesa, la cereza &c: 3. 0 quando está combinado 
con los cuerpos azucarados como el maná, la miel, el suco de pe- 
ras, manzanas &c. : 4. 0 quando está en la forma de cuerpos gomo- 
sos ó mocosos, harinosos, como la cebada para la cerveza &c. De 
esta manera se pueden lograr extractos mas ó ménos nutritivos ( V. 
alimentos.), y mas ó ménos propios para satisfacer varias indica- 
ciones en las enfermedades agudas y crónicas.] Ext. 

Goma, amoniaco. (Mat. Alé i.) (V. amoniaco.) 

Goma arábiga. (Mat. Méd.) [Se da este nombre á un suco 
gomoso que corre por las incisiones, que se hacen al tronco de un 
árbol que Linneo llama mimosa nilótica, que se cria en los desier- 
tos de la Libia. Luego que sale del árbol es líquida y tenaz; pero 
después que se dexa al ayre toma la consistencia de goma , la que no 
tiene olor ni sabor : su disolución en el agua es mucilaginosa ; pero 
no se disuelve en espíritu de vino ni en los aceytes. Se sabe que esta 
goma tiene propiedades alimenticias; porque los de la carabana, que 
va todos los años á la Avisinia por el Cayro, emplean con freqüen- 
cia la goma arábiga para alimentarse: lo mismo hacen los moros que 
habitan en Siria y los árabes bedoinos, como refieren varios via- 
geros; pero sin embargo las experiencias exactas manifiestan que la 
goma arábiga solo no puede ser nutritiva, porque no es susceptible 



GOM 369 

de la fermentación espirituosa, estando desprovista de materia azu- 
carada, que es esencialmente el principio nutritivo por excelencia; 
puede ser que aunque no tenga la propiedad nutritiva , á lo menos 
envuelva con su viscosidad los humores que el hambre pondría acres*. 
La goma arábiga reducida á raucilago y triturada con los aceytes 
forma una emulsión: esta substancia hace igualmente miscibles con 
agua las resinas sólidas , produciendo una solución imperfecta. Ex.] 

Goma copal. (V. copal.) 

Goma elemi. (V. elemi.) 

Goma de guayaco. (Mat. Méd.) Este producto vegetal se 
extrae en América de un árbol que Linneo llama guayacum offici- 
nale: se recoge la resina de guayaco de dos maneras, o por la in- 
cisión de la corteza, ó por una eflorescencia espontánea producida 
por el calor del sol. En quanto á sus propiedades medicinales se 
hallarán en el artículo guayaco. 

Goma resina. (Mat. Méd.) [Se ha expuesto en el artículo 
goma las propiedades de este producto vegetal , y se debe recurrir 
al artículo resina para la exposición de las propiedades que carac- 
terizan esta otra substancia; pero sin embargo indicaremos breve- 
mente lo que constituye propiamente la resina. En la primavera va- 
rios árboles en su corteza interior y exterior se penetran ó llenan de 
suco, que algunas veces la corteza se abre para darle salida, como 
se ve en el ciruelo, cerezo &c. Esta trasudación es aun mas abun- 
dante en los pinos y los sabinos, que producen una materia resino- 
sa , que se llama trementina. Las resinas quando se queman , como 
los aceytes, se convierten en humo y se consumen desando muy 
poco carbón; su menstruo natural es el espíritu de vino ó alcohol y 
el aceyte. Si se destilan , forman en parte un principio volátil, y flui- 
do como el agua, y es seguramente un verdadero aceyte esencial. 
Después de la entera evaporación, la materia que queda es seca. Si 
se hace la destilación de la trementina en agua hirviendo, este calor 
basta para que se eleve el aceyte esencial con el principio aromáti- 
co. Este aceyte es muy fluido y muy penetrante, y es lo que se 
llama espíritu de trementina: lo que queda en el destilatorio después 
de la destilación es la resina, que se pone opaca y blanquecina, y 
forma lo que se llama la trementina cocida. 

Se concebirá fácilmente lo que se entiende por goma resina, esto 
es, una substancia que participa de propiedades de la goma y de la 
resina , según las propiedades respectivas de la una y de la otra. Se 
ha dado el exemplo de esto en el artículo goma, y tratando del 
extracto de quina &c. Los extractos mas simples, ó propiamente 
dichos, no son solubles sino en el agua; otros son mas compuestos; 
y entonces son mas ó ménos solubles en el agua y el espíritu de vi- 
no , como son el de quina , el opio , acíbar &c. Se ha citado algunas 

TOMO IV. AAA 



37° GON 

veces, por exemplo, de la goma resina, la de la tacamaca; pero 
esta substancia es una verdadera resina. Si se quieren conocer las 
propiedades específicas de algunas gomas resinas particulares, y sus 
usos medicinales, se consultarán en los artículos goma , amoniaco, 
gÁlrano &c. Una multitud de exemplos particulares de gomas re- 
sinas hacen ver que este es un producto vegetal mixto bastantemen- 
te esparcido en la naturaleza.] Ext. 

GOMEZ. ( Alfonso ) ( Biog.) Doctor de Alc&lá , y Médico de 
Sevilla: escribió De humorum pneparatione adversas árabes. 
Sevilla 1 548 , en 8.° 

Gómez de la parra y arevalo. ( Alfonso ) ( Biog. ) Médi- 
eo de Tembleque (Arzobispado de Toledo): escribió la obra inti- 
tulada Polia thea Mediéis speciosa, Chirurgis mirifica , Mirep- 
sicis valde utilis et necessaria. Madrid 1625 , en 4. 0 

Gómez miedes. (Bernardino) (Biog.) Aragonés, de Alcañices, 
hombre muy célebre y erudito: escribió entre otras obras Dias- 
cepseon de sale physico, medico, geniali, et mystico. Valen- 
cia 1572. Enchiridion 6 Manual instrumento de salud contra el 
morbo articular que llaman gota, y las demás enfermedades, que 
por catarro y destilación de la cabeza se engendran &c. 

Gómez. (Gregorio) (Biog.) Médico de Toledo: escribió De 
ratione minuendi sanguinem in morbo laterali. Toledo 1539, 
en 4. 0 

Gómez de pamplona. (Martin) (Biog.) Interpretó, recogió y 
dio á luz los siguientes tratados de peste: i.° La preservación de 
la peste de Mar si lio Fisino: 2° Consejo contra la peste del Doc- 
tor Garbo: 3. 0 Tratado de la peste del Tar entino , Protomédico 
del Rey de Francia-, 4. 0 Lo que hay contra la peste en las Epís- 
tolas de Nicolás Monardes. Pamplona 1598, en 8.° 

GONFOSIS. (Anat.) Se da este nombre, que trae origen 
griego de yo^oatf gomphos , que significa clavos , á una articulación, 
que es una especie de sinartrosis (V. articulación.), en la qual 
los huesos están metidos unos en otros, é inmóviles, como si estu- 
vieran clavados, como sucede en la articulación que tienen los 
dientes con las quixadas. 

GONORREA. (Med.) Se da este nombre y el de blenorra- 
gia al género xxx de la clase de Fluxos (V. este articulo.) , que en 
castellano llama el vulgo purgaciones. En la exposición de dicho 
género se trata esta enfermedad con extensión. 

GONZALEZ. (Alfonso) (Biog.) Médico de Priego: publicó 
Carta al Dr. Pedro de Parraba Palomino , Médico de Grana- 
da , en que trata del arte y orden para conservar la salud y 
dilatar nuestra vida , y buen uso del beber con nieve. Granada 
1612 , en 4. 0 



GRA 371 

GORDURA. (Anat.) Se da este nombre al aceyte animal que 
se halla contenido en el texido adiposo ó celular: este humor, que 
tanto uso tiene en la economía animal, se llama también pingüedo t 
y se halla descrito en el artículo adiposo adonde nos remitimos. 

Gordura. [Hig. y Mat. Méd.) Se da este nombre y el de 
grasa al aceyte animal ó pingüedo, que se extrae de los animales 
para los condimentos y usos medicinales. (V. manteca, sebo &c.) 
Sin entrar en descripciones fisiológicas de la gordura, porque ya he- 
mos dicho lo principal en el articulo adiposo , nos limitaremos á 
decir que los alimentos crasos, ó que tienen mucha gordura, en ge- 
neral cansan el estómago, quando este no está muy fuerte, pues son 
sin disputa muy difíciles de digerir; pero por lo mismo son bastan- 
te nutritivos , y así los sugetos que pueden soportarlos engordan por 
lo general mucho. La Materia Médica externa se vale de las grasas 
para formar los ungüentos, emplastos, cataplasmas &c. (V. todos 
estos artículos.) 

GOTA. ( V. el artículo artrítis y el género i de la clase de 
dolores.) 

Gota serena. Es lo mismo que amaurosis-, esta enfermedad 
constituye el género iv de la clase de Debilidades. (V. dicha clase 
y el artículo enfermedades de los ojos.) 

GOTIERA. (Cir.) Se ha solido usar en la Cirugía esta palabra 
afrancesada para designar unos canales ó medias cañas de cartón, 
madera ó de hoja de lata, que se acomodan en las fracturas. [Véase 
fracturas.) También se ha usado impropiamente en la Anatomía 
paranombrar loque nosotros llamaremos correderas. (V. hueso.) 

GOZO. {Hig.) [El gozo es una afección agradable infinita- 
mente ventajosa para la conservación de la salud: los que tienen la 
dicha de poseerle habitualmente logran que todos sus humores cir- 
culen mejor, y que sus funciones se hagan con mas facilidad. Pero 
es menester que el gozo tenga sus límites, pues llevado al exceso, 
los fluidos circulan irregularmente, y el espíritu se halla en una es- 
pecie de delirio ; en tales circunstancias se han observado síncopes, 
insomnios, temblores, palpitaciones, espasmos, apoplegía.y aun á 
veces locura. Según esto no conviene entregarse á un gozo inmode- 
rado , y no lo es ménos dar sin mas ni mas una noticia agradable á 
los sugetos muy sensibles: en tal caso es menester llegar por grados á 
la entera explicación de loque queremos hacerles saber, para evitar 
que las sobrecoja un gozo repentino y desenfrenado, y acarree las 
conseqüencias funestas que se han notado algunas veces hasta matar 
repentinamente.] 

GRAAF Ó GRAEF. (Reynier) (Biog.) Médico Holandés: 
nació en Eschoonaver , en Holanda, en el año de 1641 : su padre se 
hizo célebre por muchas máquinas hidráulicas, y descubrimientos 



372 GRE 

anatómicos. Después de haber estudiado en Leyden y en Francia, 
se retiró á Delft, donde murió en el año de 1673 á los treinta y 
dos años de edad: se adquirió en una edad tan corta una gran repu- 
tación por sus obras: i.° De suco pancreático, impreso en Leyden 
año de 1664, en 12. °, y en 1671, en 8.°: 2° De virorum organis 
generationi inservientibus. Roterdam año de 1668 y 1672 : 3. 0 Un 
tratado sobre los órganos de las mugeres , Leyden año de 1672, 
en 8.° Pretende en estos escritos que todos los animales traen su orí- 
gen de los huevos. Hornius se declaró contra su sistema. Todas las 
obras de Graaf fueron impresas en colección en Leyden en los años 
de 1673 y 1705, en 8.° D. H. 

GRAMA. (Mat. Méd.) Es una raiz de la qual se distinguen 
dos especies, la que llaman loliacea y la dactilon. Una y otra se 
cuentan entre las raices atemperantes, refrigerantes, aperitivas y 
diuréticas. Su agua destilada se considera como un antihelmíntico 
poderoso para los niños. Se cree también tiene una virtud conocida 
para los hipocondriacos , los que adolecen de atrofia y obstruccio- 
nes del mesenterio; y se piensa sacude las arenillas de los ríñones y 
uréteres, queriendo sea litontrífica. Los autores de Materia Médica 
antiguos han exagerado demasiado las virtudes de la grama ; pero 
en el dia se limita demasiado su uso, y hay muchas obras de Mate- 
ria Médica que ni aun hacen mención de esta raiz , á pesar de que 
muchos Médicos la usan demasiado en su práctica para las hidro- 
pesías &c, prefiriendo su cocimiento á las escilas y otros diuréti- 
cos mas poderosos que no envuelven tanta agua. Si se examina aten- 
tamente esta raiz con los sentidos, se concebirá quan poca virtud 
puede tener , pues sus qualidades no se hacen muy sensibles. 

GRANADA. (Mat. Méd.) Fruta bastante conocida, de cuyo 
xugo se hace algún uso en la Medicina, como uno de los ácidos ve- 
getales ( V. Ácidos.) , con el que se forma un xarabe ( V. xarabes.), 
que se usa con freqüencia en las afecciones de garganta. La corteza 
y las flores del árbol que da este fruto son bastante astringentes 
(V. este artículo.) , pero la corteza mas que las flores; á estas se les 
suele dar el nombre de balaostres. 

GRAVE, (enfermedad ó síntoma) (Pat.) Una enfermedad 
grave se dice quando se supone un gran peligro, y lo mismo se de- 
be entender con respecto al síntoma, el que puede caracterizar una 
enfermedad funesta, como sucede con el delirio, sopor &c. 

GREW. (Nehem) (Biog.) Médico de Londres: murió de 
repente en el año de 1711: es conocido por muchos escritos: i.° 
Anatomía de las plantas , en ingles, é impreso en Londres año 
de 1682, en folio, traducido al francés, é impreso en Paris año de 
1765, en 12. 0 : 2. 0 Descripción del Gabinete Real de Londres, 
en ingles , é impreso en Londres en folio con láminas : 3 ,° Cronolo- 



GUS 373 

gfa sagrada, impresa en Londres año de 1701 , en folio. En esta 
hace buenas reflexiones sobre la providencia, sobre el gobierno di- 
vino, el mundo material, animal y razonable, y sobre la excelen- 
cia de la sagrada Escritura. En calidad de Médico exerció su facul- 
tad con tanta inteligencia como felicidad. 

GROSELLA. ( Mat. Méd. é Hig.) Fruta bastante conocida, 
que produce un xugo de un ácido dulce , con el que se forman aguas 
acídulas refrescantes que se suelen usar en el estío por placer , y 
también por medicina, pues disfrutan de todas las propiedades de 
los ácidos vegetales. (V. Ácidos.) También se hacen jaleas y otras 
preparaciones de este producto vegetal, que se sirven en las me- 
sas , como también el fruto mismo. 

GUAYACO. (Mat. Méd.) Se da este nombre á un árbol que 
Linneo llama guayacum officinale, que se parece al nogal , y que 
se cria en América. Por la análisis química se sabe que da esta plan- 
ta un espíritu ácido muy ligero, y también un aceyte esencial 
igualmente ligero, y otro que es mas pesado, y una gran cantidad 
de álcali volátil. Este leño (V. leSíos.) contiene pocas partes espi- 
rituosas; pero sí un principio gomoso resinoso, bastante abundante, 
principalmente el resinoso que se halla con mas abundancia que el 
gomoso. El guayaco se emplea con bastante freqiiencia en la Me- 
dicina, y con razón; pues es un excelente sudorífico, atenuante, 
estimulante, fundente, muy útil en las enfermedades escrofulosas, 
en las pituitosas y lácteas, y también en las infiltraciones de la piel 
y de otros órganos; también se usa en las parálisis incipientes con 
mucha utilidad. Se recomienda también en las enfermedades vené- 
reas antiguas , siendo muy provechoso en las afecciones reumáticas 
lentas, y principalmente en la gota , y también en varias enferme- 
dades de la piel. En América y en África se usa para curar el fian. 
La madera ó el leño del guayaco se usa en raspaduras para hacer 
cocimientos en la dosis de media , una ó dos onzas en cosa de una 
azumbre de agua, hasta que se reduzca á media. Este cocimiento 
es bastante amargo y aromático, y se toma dos, tres ó quatro ve- 
ces al dia de él. Las raiduras ó polvo del guayaco se suelen mezclar 
con las pildoras y otras composiciones ; pero no es tan eficaz. El 
vino de guayaco se usa poco; pero usamos mas de su tintura di- 
suelta en un vehículo apropiado, pues de otro modo estimularía 
demasiado. Esta tintura se la tiene como específica del reumatismo 
y la gota (su tintura no es mas que una infusión en frió del guaya- 
co en aguardiente.) La dosis es una cucharada en una porción amar- 
ga, ya sea de centaura ó genciana. Al exterior se emplea también 
el guayaco para limpiar la boca, precaver el dolor de muelas &c. R. 

GUSTO. ( Fisiol.) El sentido del gusto tiene tanta analogía y 
semejanza con el del tacto, que no es en sí mismo otra cosa que un 



374 GUS 

tacto mas penetrante y mas perfecto. Ambos tienen de común ex- 
citar sus sensaciones por la aplicación inmediata de un cuerpo extra- 
ño á la superficie de los órganos empleados en su exercicio; pero se 
diferencian en que las partículas de los cuerpos sabrosos deben in- 
troducirse profundamente para estimular el sentido del gusto , en 
lugar que el contacto superficial de los objetos tangibles basta para 
poner en acción el del tacto. Las qualidades buenas ó malas de las 
substancias destinadas á alimentar los animales, tienen mas ó ménos 
relación con los sabores que el gusto distingue en ellas. El uso de 
este sentido nos interesa muy de cerca, por las luces que nos sumi- 
nistra sobre la naturaleza de los alimentos invertidos en reparar las 
pérdidas de nuestros cuerpos, y por la elección que aquellas nos 
inspiran en el número de las substancias nutritivas que debemos ad- 
mitir ó desechar. El asiento principal del gusto es la lengua, con 
especialidad hácia su punta y hacia sus bordes. Este sentido es mé- 
nos vivo en el dorso de ella, y se debilita mas en las partes cercanas 
á la epiglotis. Sin embargo, todo el interior déla boca contribuye á 
este género de sensaciones quando son exactas y completas: hay sa- 
bores que no afectan mas que la lengua , como el del azúcar y la 
mayor parte de las sales, cuya impresión no se siente ni en labios, 
ni en la boca , ni en el esófago : hay otros que estas mismas partes 
perciben vivamente como el sabor del eléboro, que obra en los la- 
bios , el de la belladona en el paladar , el del axenjo en el esófago &c; 
pero la lengua sola es la que tiene el privilegio especial de ser igual- 
mente sensible á todas las especies de sabores. (V. lengua.) 

Hemos comparado el gusto á una especie de tacto particular á la 
lengua y partes inmediatas á ella ; ahora añadimos que la exactitud, 
la pureza de este sentido están subordinadas á ciertas condiciones 
indispensables, sin las quales seria infiel y falaz su testimonio. Por 
parte del órgano es necesario que la túnica membranosa de la len- 
gua no sea ni demasiado densa, ni demasiado seca, ni demasiado 
delgada, ni demasiado blanda; así es que la mayor parte de las en- 
fermedades, que tienen por síntomas algunos de estos vicios, depra- 
van ó suprimen totalmente el gusto. En segundo lugar es preciso 
que la saliva tenga todas sus qualidades naturales; porque las alte- 
raciones de este líquido se transmiten á las substancias que se im- 
pregnan de él; de modo que los alimentos causan una sensación de 
amargura si la saliva es amarga ; un sabor fastidioso y simple si es 
dulce; un gusto ácido si es acida &c. De parte de los cuerpos se 
requiere que estén reducidos al estado de fluidez, porque la disolu- 
ción debe preceder siempre á la percepción de los sabores. No bas- 
ta que estos cuerpos sean fluidos y se disuelvan en el agua; es nece» 
sario ademas que contengan el principio de los sabores, cuya natu- 
raleza ha sido asemejada, ya á la de las sales , ya á la de los espíritus. 



GUS 375 

Es común doctrina que las sales son solamente las que poseen la 
propiedad de afectar el sentido del gusto, y se han encontrado Fí- 
sicos que han sentado como tesis, que la sal es el principio de los 
sabores , como la luz lo es de los colores. Los cuerpos son insípi- 
dos, según ellos, porque no admiten sales en su composición, ó si 
admiten algunas son mezcladas con otros principios tan fuertemen- 
te unidos entre sí, que es imposible extraerlos por el movimiento de 
la lengua y acción de la saliva. Bellini aseguró que la forma y la 
figura de cada especie de sales determinaba el sabor de las substan- 
cias que estaban saturadas de ellas. Los cuerpos sabrosos obran en 
el órgano del gusto de muy diferente modo , según que sacaban sus 
virtudes, ó de la sal marina (muríate de potasa) en cristales cúbi- 
cos, ó del nitro (nitrate de potasa) en prismas hexágonos, ó de alu- 
mine (sulfate de alumine) en prismas octaedros. La primera difi- 
cultad que se presenta contra esta hipótesis es que la acción de un 
cuerpo sobre el órgano en que obra, no tiene con la disposición de 
sus partes materiales ninguna relación sensible. Otra objeción contra 
ella es la diferencia de forma y figura, de que es susceptible en una 
misma especie de sal , y la inconstancia y variabilidad de este fenó- 
meno comparativamente al de los sabores ; porque el gusto propio 
de las sales se conserva siempre el mismo, aunque su configuración 
se mude con la diversidad de circunstancias en que se hace su cris- 
talización; así es que los cristales del muríate de potasa pueden ser 
ó cubos llenos y salidos, ó pirámides huecas, compuestas de qua^ 
driláteros ajustados unos sobre otros, según los diferentes métodos 
que se hayan empleado para prepararlas. Por otra parte se sabe que 
las menores causas alteran las cristalizaciones salinas, y las hacen 
pasar por estados muy diferentes. Finalmente hay cuerpos que se 
diferencian esencialmente por sus propiedades y sus sabores , aun- 
que se produzcan baxo formas semejantes. El arsénico , el azúcar, 
la sal de axenjos, la de acedera y el zumo de manzanas, se compo- 
nen igualmente de cubos pequeñísimos; la endivia, la lechuga, el 
romero y el eléboro dan sales prismáticas; y sin embargo está muy 
lejos de que todas estas substancias exciten al gusto las mismas sen- 
saciones. Añádese á esto que hay cristales figurados análogos en 
muchos cuerpos , que no tienen sabor á nada , como los prismas de 
cristal de roca, del diamante, de la ametista, coronados por una 
pirámide , los prismas decaedros , octaedros del rubí , del za- 
firo &c. 

La análisis química no ha llegado todavía á demostrar quales son 
los elementos primitivos de tal ó tal sabor. Sin embargo, es proba- 
ble que dirigiendo nuestras investigaciones hácia esta parte , logra- 
remos algún dia descubrir el principio de los sabores entre las ma- 
terias inertes con que se halla combinado. Hasta entonces es nece- 



376 GUS 

sario abstenernos de formar conjeturas sobre esta materia , porque 
no estamos aun en estado de pronunciar con certeza si el sabor 
de los alimentos se debe á un principio simple y distinto , ó si tal 
vez será mejor una emanación de toda su substancia. Desde Plaller 
y Linneo se contentan los Físicos con seguir y modificar su clasifi- 
cación de los sabores. Entre estos se cuentan por los mas notables 
y sobresalientes el ácido , el dulce , el amargo , el salado y el acre; 
todos los demás son compuestos© mixtos, cuyas impresiones ménos 
fuertes y determinadas , parecen depender de los primeros como las 
especies de su género. Boerhaave añadia al número de los sabores, 
que él llama primitivos , los alcalinos , los vinosos , los espirituosos, 
los aromáticos y los acerbos. El sabor ácido pertenece al reyno ve- 
getal; es ménos notable en las substancias animales, si se exceptúa 
la gordura , la leche y algunos humores en que se desenvuelve con 
facilidad. El amargo es propio de ciertas plantas, y se halla tam- 
bién en la bilis y cerumen de los animales. El dulce es un producto 
común á los tres reynos de la naturaleza, y el salado se encuentra 
lo mismo en los minerales que en los seres animados y vegetales. 
El hombre tiene el órgano del gusto ménos perfecto y exquisito 
que la mayor parte de los animales. El hábito de vivir en sociedad 
opone un obstáculo continuo á su perfección, multiplicando sus er- 
rores con mil gustos depravados y otros tantos apetitos facticios. 
Así los salvages entregados á sus inclinaciones naturales, reducidos 
á las luces que sacan de sí mismos, y no teniendo nada que espe- 
rar de sus semejantes, exercitan el gusto tan á menudo como los 
animales , y de este modo le emplean con tanta actividad y delica- 
deza como ellos. La edad, el sexo, el temperamento, el hábito y 
las enfermedades modifican la impresión de los sabores , obedecien- 
do en esto á una de las leyes generales de la sensibilidad. Á los ni- 
ños les gusta singularmente lo dulce, y á los viejos les agrada mu- 
cho mas el vino; las mugeres gustan de ciertos objetos determinados 
de que no gustarian los hombres; las personas de constitución irri- 
table y cálida sienten vivamente las impresiones de ciertos sabores, 
que no tendrían fuerza alguna para otros individuos mas templados. 
Finalmente, la costumbre altera ó deprava este sentido en algunas 
naciones, al punto de inspirarles mas inclinaciones hácij los alimentos 
medio podridos, que á los manjares suculentos y deliciosos. Dumas. 



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